Espionaje Napoleónico

[Napoleonidas]

El espionaje realizado por Napoleón es importante y constituye, en verdad, el esfuerzo más inteligente y fructifero de su época. Pero ese espionaje presenta las siguientes características, que a mi entender por una parte son lógicas de su época, pero que minimizan los efectos deseados de tal acción: Carece de organización, no sabe apenas de tácticas ni estrategias ( no hay patrón o "manual" del espía) , es esencialmente empírico y no aporta ninguna innovación. Añadamos que no siempre mantuvo el mismo nivel de calidad; mientras la "estrella" del gran corso ascendía y brillaba, es decir, del 1789 al 1811, obtuvo triunfos extraordinarios, pero en cuanto el águila imperial comenzó su declive, el espionaje napoleónico fue perdiendo brillantez y gradualmente se tornó miope y sordo.

El espionaje de Bonaparte se puede dividir o clasificar en dos vertientes: La de acción interior, con Fouché al frente como ministro de Policía y la de acción exterior, sujeto a la fortuna y/o el acierto genial o mediocre de los sucesivos agentes que nombra el Emperador, sacados preferentemente del Ejército, de forma voluntaria, como Schulmeister, u obligados en otros casos.





La orden de Napoleón a uno de sus generales (Berthier, año 1813 en Saint-Aignan), fue: "Envíen espías, envíen espías que traten de saber donde está el enemigo", es un indicativo de lo prioritario que le resultaba estas labores, para el devenir de las acciones bélicas. El espionaje aparece aparece en sus reflexiones militares y en sus planes de invasión como una necesidad incesante y casi obsesiva. Cuando ensorbecido por su genio y confiado en exceso a su buena suerte, deje de priorizar la "información útil", se verá a merced del fracaso.


Es de destacar que su Estado Mayor disponía de dos secciones criptográficas, denominadas "Cifraje" y "Descifraje". Todos los informes remitidos entre entre políticos y militares, o de estos con los agentes secretos, con Fouché y con el Emperador, se verificaba merced a textos cifrados. Se sabe que el sistema utilizado era sencillo. Cada letra del alfabeto poseía un número y así, un mensaje podía estar representado en una mera cifra que ascendía a números incalculables. Napoleón sintió siempre una auténtica devoción por los sistemas criptográficos.
Es de señalar un rasgo típico de la época: los espías no actuaban nunca, o casi nunca, movidos por un ideal. El móvil más generalizado era el dinero. Cuando Napoleón, gran conocedor de lo que había en esos ambientes y se traía entre manos, recluta a sus agentes,jamás se le ocurre, como hace con sus soldados o como cuando se dirige a la población, recurrir a ideales o valores patrióticos, solo trata de aspectos económicos.
Como una pincelada más de la personalidad y manías (amor-odio) del General respecto a este asunto se constata que ensalzaba de gran forma al personal que trabaja para su servicio (considerándolos com héroes), así como despreciaba y perseguía a los informadores enemigos, siendo ejecutado irremediablemente el que era hecho prisionero.

Bibliografía: Anatomía del espionaje, Domingo Pastor Petit, Plaza y Janes.

[Napoleonidas]

Como continuación, vamos a ir viendo como se fueron tejiendo las redes del sistema de información napoleónico. En estos inicios tuvo un papel predominante José Fouché, (como indique con anterioridad), por excelencia el espía nato. Éste tiene una gran capacidad de observación que junto a su falta de escrúpulos y espíritu pragmático, hacen de él, a sus sesenta y un años, la persona ideal para estar a la cabeza de un entramado de este tipo.
Un vez fue nombrado por Napoleón Ministro de Policía, se encargo de marcar las nuevas directrices de este ministerio, efectuando reorganizaciones con marcada disciplina. Comenzó a extender "hilos secretos", a lo largo de todo el territorio francés. Sus hombres dominaban de forma férrea todos los rincones (casas de juego, burdeles, reuniones clandestinas, etc.). A diario sus espías a sueldo, vertían toda la información obtenida, a partir de la cual se aplicaban las purgas y detenciones a " los elementos " peligrosos para el "sistema". Como curiosidad, baste indicar que la propia Josefina, era un agente al servicio de Fouché, la cual recibia como emolumentos por su servicio, alrededor de unos 30.000 francos mensuales.
Un punto importante en la mejora de este ministerio fue el incrmento de personal del mismo, ya que por si solo era más numeroso que el de varios de la época de Luis XVI. La información extraída de los diversos recodos del Imperio, era recompuesta y transformada en un auténtico Boletín lleno de rumores, hechos, chismorreos, sospechas, etc. de la Corte y provincias. Llegó a tanto la obsesión de Bonaparte por estos informes que ordenó que se los hicieran llegar a diario, independientemente de que estuviera en Francia o en campaña en el exterior. De todo esto se supo aprovechar al máximo y a su favor, Fouché, excelente conocedor de los gustos del General francés, abasteciéndole tanto de información político-militar como de noticias que saciaban los bajos instintos de su jefe.
Como ejemplo de estos últimos, escribiré literalmente uno de los muchos "chismorreos "de tipo amoroso, que tanto gustaban y saciaban al Corso.

" Monseieur de BenKendorff está locamente enamorado de Madmoiselle George. La señorita, se reparte buenemente entre el Conde de Metternich, el joven Benkendorff y otro ruso. Ella ha podido retirar los diamantes que había empeñado".

[Antigono Monoftalmos]

Interesante tema Napoleonidas
El espionaje durante las guerras napoleónicas es un tema sobre el que se suele pasar de largo, pero que daría para un apasionado debate y alguna que otra novela buena.
También hay que recordar que el espionaje funcionaba en casi todos los estados del período, incluso entre los enemigos del régimen napoleónico.
Centrandonos en España tenemos al famoso Domingo Badía, más conocido como Alí Bey, que fue espía de Carlos IV (y Godoy) en Marruecos y el Imperio Otomano.

Es de señalar un rasgo típico de la época: los espías no actuaban nunca, o casi nunca, movidos por un ideal. El móvil más generalizado era el dinero. Cuando Napoleón, gran conocedor de lo que había en esos ambientes y se traía entre manos, recluta a sus agentes,jamás se le ocurre, como hace con sus soldados o como cuando se dirige a la población, recurrir a ideales o valores patrióticos, solo trata de aspectos económicos.
Como una pincelada más de la personalidad y manías (amor-odio) del General respecto a este asunto se constata que ensalzaba de gran forma al personal que trabaja para su servicio (considerándolos com héroes), así como despreciaba y perseguía a los informadores enemigos, siendo ejecutado irremediablemente el que era hecho prisionero.

Sí, los espías de la época se movían más por intereses que por ideales, y muchos de ellos llegaban a ser agentes dobles, ahí tenemos de nuevo el caso de Badía, primero agente de Carlos IV, luego de José Bonaparte, y posteriormente de Luis XVIII.
Lo dicho, un tema con mucho jugo.

[Napoleonidas]

Muchas gracias Antigono, intentaré seguir avanzando como era el servicio de información napoleónico en el exterior. Incluso adentrarme en todo tipo de épocas, ya que como tú muy bien dices, los espías, han sido pieza fundamental en el devenir de la historia militar de todos los tiempos.

Un saludo.

[Buscaglia]

Muy interesante, sí señor .

Y merece un contraparte, el servicio de espionaje "antinapoleónico" español. Me pongo con ello.

[Napoleonidas]

Aunque un poco tarde, por lo cual pido disculpas, voy a concluir el tema, exponiendo cuales fueron algunas de las acciones exteriores del espionaje napoleónico.
Hay que indicar que independientemente de la labor de los agentes de Fouché, el General disponía de forma paralela a la anterior, una red de información, la mayoría de las veces sin cohesión y método; pero no por ello muy efectiva en numerosas ocasiones.
De entre todos estos espías destaca el austríaco Karl Schulmeister, personaje de una gran audacia y con unas dotes para estas “tareas”, que unida a su inquebrantable fidelidad a Napoleón, le convirtieron hombre de confianza del corso y del que Jean Savant dijo: “Pocos hombres han rendido al pabellón galo tan buenos servicios”.
De las muchas intervenciones decisivas que tuvo Monsieur Charles, pseudónimo de “nuestro protagonista”, sin duda una de las más trabajadas fue la efectuada sobre el Ejército austríaco que operaba en Alemania. Este tenía por jefe al Archiduque Fernando, quien tiene a su vez, como General a Mack, el cual tiene al frente de su servicio de información al Capitán Wend. ¿Quién era este último personaje?, Pues un espía al servicio de Schulmeister. De esta forma Napoleón no solo conocerá todos los efectivos e intenciones de Mack, sino que por el mismo conducto, podrá influir para que éste haga, todo aquello que militarmente interese al Emperador galo en pos de la destrucción de las tropas enemigas.
Junto a este formidable informador, destacan en menor medida, personajes como: Cambacéres, José Bonaparte, Montholon, Madame de Genlis y Madame de Hamelin.

Sin embargo existieron fracasos muy importantes, no por causa de los informadores, sino por la falta de miras y prepotencia del General. El Barco de Vapor le fue presentado a Napoleón y es evidente que de haberlo aceptado, hubiera otorgado a su Armada, una superioridad incontestable respecto a la británica. El Emperador desdeñó el invento.
Pese a la brillante personalidad del corso, pese a ser un genio en el arte de la guerra y pese a sus excelentes informadores, Éste fue derrotado, ¿Por qué?, se podría hablar y escribir mucho sobre este asunto, pero si os parece, lo dejamos para otro momento.
Un saludo.