De Napoleón hasta la IGM

Toda la Historia Militar desde 1453 hasta 1900

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josé luis
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De Napoleón hasta la IGM

Mensaje por josé luis »

¡Hola a todos!

Las semillas del nivel operacional de la guerra.-

Las guerras napoleónicas (1792-1815) y algunas de sus grandes batallas -como Marengo, Austerlitz, Jena y Waterloo- sirvieron de base para la fundación de la escuela continental de estrategia del siglo XIX [Michael Evans, “The Continental School of Strategy: The Past, Present and Future of Land Power” (Land Warfare Studies Centre 2004), página 33].

La guerra terrestre –tal como la practicaron las falanges griegas, la infantería cartaginense y las legiones romanas- se percibió en dos niveles: el de la estrategia (generalato) y el de la táctica (disposición de fuerzas), ambas palabras derivadas del griego. La estrategia se interpretó como relacionada con “el arte de la maniobra de fuerzas hacia la batalla”, mientras que la táctica se vio como “el arte de disposición de fuerzas en el campo de batalla” [J. K. Anderson, Military Theory and Practice in the Age of Xenophon, University of California Press, Berkeley, CA, 1970, pp. 94–8. También, Doyne Dawson, The Origins of Western Warfare: Militarism and Morality in the Ancient World, Westview Press, Boulder, CO, 1996, pp. 79–80].

El teórico militar soviético Isserson representó la guerra terrestre como “la estrategia de un simple punto”, donde grandes masas de tropas con poca o ninguna extensión lineal o profundidad se encontrarían en una batalla concentrada y letal, comprimida tanto en espacio como en tiempo. Una vez que la maniobra estuviese concentrada en un único y decisivo punto –sobre un flanco o centro debilitado-, la victoria se conseguía normalmente mediante el uso de la masificación a través de la ruptura, envolvimiento o cerco. De esta forma se creó, según Evans, una ciencia militar* y una tradición cultural que Davis Hanson llamó “la manera occidental de la guerra” [Victor Davis Hanson, Why the West Has Won: Carnage and Culture from Salamis to Vietnam, Faber and Faber, New York, 2001].

*Von Seeckt prefería el uso de la palabra arte para denominar a la guerra, y rechazaba el término ciencia aplicado a ella. Y yo estoy completamente de acuerdo.

Martin Van Creveld, en su “The Art of War: War and Military Thought”, Cassell & Co., London, 2000, pp. 124–5, dice que entre el año 217 a.C. (cuando Ptolomeo IV combatió a Antíoco en Raffia) y 1815 (cuando Wellington derrotó a Napoleón en Waterloo) “la batalla permaneció en gran medida siendo lo que había sido siempre: una cuestión de hombres resistiendo en un cierto espacio y tiempo cuidadosamente definido…..en formaciones relativamente apretadas”. La tecnología armamentística de finales del siglo XVIII y principios del XIX no invalidó la estrategia y las técnicas tácticas de la manera clásica de hacer la guerra. Las armas de fuego tenían un alcance limitado y, para ser eficaces, precisaban del uso masificado de formaciones organizadas en las columnas y líneas tradicionales, tal como se hacía en los tiempos del arco y la jabalina.

Esas razones llevaron a decir a Arthur Ferrill que si Alejandro Magno hubiera estado presente en Waterloo en 1815, instintivamente habría comprendido el plan de batalla de Napoleón, pues a pesar del uso por parte del francés de mosquetes y artillería masificada, la batalla de Waterloo estuvo determinada por los factores comunes conocidos por los generales del mundo clásico: la marcha, la maniobra, el asalto de la infantería, la carga de la caballería y la logística equina. En Waterloo ni la artillería francesa ni la británica se mostraron decisivas; la batalla se ganó cuando la caballería y la infantería, juntas o por separado, se comprometieron con el enemigo [Ferrill, The Origins of War: From the Stone Age to Alexander the Great, Westview Press, Boulder, CO, 1997. pp. 215–23]

Una gran contribución de Napoleón a la evolución de la estrategia continental fue su refinamiento de los métodos clásicos de la guerra lineal y el uso de la “levée en masse”. Pero a pesar “del desarrollo de Napoleón de la organización del cuerpo de ejército y su empleo en múltiples teatros de operaciones, los métodos del francés continuaron siendo tradicionales” (Evans). Napoleón, en esencia, fue un gran maestro del modelo dual “estrategia-táctica” de la guerra lineal, un modelo grandemente ampliado por su uso de ejércitos masificados. Su mayor contribución al arte de la guerra reside, probablemente, en el área de operaciones o “grandes tácticas”, es decir, en el área de conexión entre la estrategia y la táctica, de ahí que algunos historiadores digan que con Napoleón nació el nivel operacional de la guerra, dándole a la guerra sus tres niveles: estratégico, operacional y táctico. Aunque Schneider y otros autores no consideran a Napoleón como el padre del arte operacional, sino que mantienen que si alguna figura del siglo XIX merece tal calificativo, esa figura es la de Ulysses S. Grant.

Sea como fuere, el arte operacional no nació en el siglo XIX, sino en el XX, y en Rusia. Pero a eso ya llegaremos. Sin embargo, la siguiente literatura considera a Napoleón como un pionero de la guerra operacional moderna:

Coronel Wallace P. Franz, Two Letters on Strategy: Clausewitz’ Contribution to the Operational Level of War, en Michael I. Handel (ed.), Clausewitz and Modern Strategy, Frank Cass, London, 1986, pp. 171–96;

Christopher Bellamy, The Evolution of Modern Land Warfare: Theory and Practice, Routledge, London, 1990, pp. 55-56


Robert M. Epstein, Napoleon’s Last Victory and the Emergence of Modern War, University Press of Kansas, Lawrence, KS, 1994, pp. 171–83.

Saludos cordiales
José Luis


“La autoridad del Estado no puede existir como un fin en sí mismo, ya que en tal caso todas las tiranías de la Tierra serían inatacables y quedarían consagradas. Si un Gobierno recurre a la fuerza para llevar a un pueblo a la ruina, la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada ciudadano de ese pueblo” (Adolf Hitler, “Mi Lucha”).
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Mensaje por josé luis »

Jomini y Clausewitz.-

Dos figuras señeras del siglo XIX contribuyen decisivamente al desarrollo de la estrategia de la guerra terrestre: el barón Antoine Henri de Jomini y Carl von Clausewitz. Ambos escribieron dos obras que se convirtieron en textos clásicos del arte militar: “Summary of the Art of War” y “On War”, respectivamente. Ambas obras recopilan las experiencias de la guerra terrestre moderna después de Napoleón.

Jomini nació en Suiza en 1779 y sirvió como oficial de estado mayor en los ejércitos de Napoleón, alcanzando más tarde el grado de general en las fuerzas armadas rusas. David Chandler lo definió como el decano de los estudiosos de Napoleón, así como el fundador y divulgador de la tradición clásica en la teoría militar del siglo XIX [Napoleon: Classical Military Theory and the Jominian Legacy’, en David G. Chandler, On the Napoleonic Wars: Collected Essays, Greenhill Books, London, 1999, p. 248]. Una de las principales máximas de Jomini fue que “en el campo de batalla….lanza la masificación de fuerzas sobre el punto decisivo, o sobre la parte de la línea enemiga que es de primordial importancia para derrotarlo”. Escribió también que a pesar de los cambios técnicos en la práctica militar, “la estrategia permaneció inalterada, siendo sus principios iguales bajo Escipión y César, Federico y Napoleón, ya que eran independientes de la naturaleza de las armas y de la organización de las tropas”. Jomini declaró que la guerra no se ganaba manteniendo terreno que se consideraba importante, sino golpeando al oponente en el campo de batalla. En otras palabras, el suizo subrayó la inherente superioridad de la ofensiva y la importancia de mantener la iniciativa y dominar al enemigo. Y la llave de todo esto consistía en la concentración de fuerzas superiores sobre lo que llamó “punto decisivo”, con el objetivo de derrotar al ejército enemigo. Murió en 1869 a la edad de 90 años.

Clausewitz había nacido en Prusia en 1870 entrando en el ejército como oficial cadete a la edad de 12 años. Fue jefe administrativo de la academia militar de Berlín, y murió de cólera en 1831 sin haber publicado prácticamente nada. El manuscrito con sus reflexiones militares (“On War”) fue publicado por su viuda un año después de su muerte. Este texto ha desatado no pocas polémicas, cuyo origen reside en lo desconcertante que resulta, quizás porque Clausewitz no tuvo tiempo para terminarlo. Los eruditos dicen que On War son dos libros en uno: uno de carácter filosófico, y otro un análisis de las guerras contemporáneas de Napoleón. La conclusión de esos eruditos es que “en la elite de los oficiales europeos, la perspectiva filosófica universal de Clausewitz sobre la naturaleza de la guerra se confunde a menudo con su interpretación del método militar napoleónico". El principio básico de Clausewitz es su creencia de que “ya que el esfuerzo táctico era decisivo para la consecución de los resultados estratégicos, el Vernichtungsprinzip (el principio de destrucción) denota tanto el fin como los medios de la guerra.

Ya seguiremos

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por josé luis »

Dos palabras para terminar mi anterior post.

Al analizar el estilo de guerra de Napoleón, Clausewitz declara que toda planificación estratégica descansa en el éxito táctico. Escribe en On War: “La mejor estrategia ha de ser siempre muy fuerte, primero en general, y luego en el punto decisivo”. John Gooch observa que “quizás el mayor legado de Napoleón (y de Clausewitz) era la creencia de que la batalla decisiva era el objetivo del estratega práctico" [‘Making and Breaking the Rules: Orthodoxy, Heterodoxy, and Heresy in Modern War’, in B. J. C. McKercher and A. Hamish Ion (eds), Military Heretics: The Unorthodox in Policy and Strategy, Praeger, Wesport, CT, 1994, p. 13].

Finalmente, On War muestra, en su vertiente filosófica, lo que es la guerra, lo que hace, y cómo puede conocerse. No es un libro acerca de cómo combatir, sino más bien acerca de cómo pensar sobre la guerra.

Para Clausewitz el pasado no apunta hacia el presente, sino que se representa a sí mismo, coherente en sus propios términos, pero sin más. No es posible, por ejemplo, declarar a Napoleón mejor general que Federico el Grande, tal como hizo Jomini, simplemente porque Napoleón conquistara más territorio, ganara más batallas, dirigiera ejércitos más poderosos, etc. Semejante percepción de superioridad, en opinión de Clausewitz, era el producto de las condiciones sociales y políticas que no se habían dado en tiempos de Federico. El futuro mostraría los métodos de Napoleón tan obsoletos como los de Federico o, para tal caso, los de Atila. Tal como cuenta Moran, el objetivo de la teoría, según Clausewitz, no podía consistir en definir la forma ideal que debería tomar la guerra, para que los soldados se esforzaran en alcanzarla. Lo mejor que podía esperarse de tales perspectivas teóricas era que nos permitieran un mejor entendimiento de la guerra tal como realmente sucedía. Esta es la parte del contenido filosófico de la obra de Clausewitz.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por josé luis »

La Revolución Industrial del XIX y von Moltke

Con la industrialización del transporte (ferrocarril) y comunicaciones (telégrafo) cambió radicalmente el modelo de guerra europea. El ferrocarril expandió la escala del campo de batalla al permitir la movilización masiva de enormes ejércitos de recluta, y el telégrafo posibilitó la integración de fuerzas grandes y dispersas en una medida que nunca había estado al alcanza de los comandantes de épocas anteriores, cuyo mando y control estaba sujeto a lo que la vista y los correos alcanzaban.

La industrialización del siglo XIX también se hizo notar en la tecnología armamentística, con la aparición de las retrocargas, recámaras, ametralladoras y artillería de tiro rápido. Las armas nuevas favorecían la estrategia defensiva, desafiando la doctrina de la batalla decisiva y la estrategia del punto único por la de la “línea extendida”. Poco a poco desaparecieron los flancos y el envolvimiento se reemplazó por la guerra posicional que entrañaba la necesidad de los ejércitos atacantes de penetrar un frente continuo.

Los teóricos militares intentaron adaptar los métodos de Napoleón y las ideas de Clausewitz a las nuevas tecnologías de la industrialización, o lo que es lo mismo, intentaron adaptar la doctrina a la tecnología. Moltke (Field Marshal Helmuth Karl Bernhard, Graf von Moltke), jefe de estado mayor del rey y del emperador desde 1858 hasta 1888, es la figura que debe servirnos de hilo conductor.

En palabras de I. B. Holley Jr.*, un monstruo de la doctrina militar y general retirado del USAF, “Moltke fue el afortunado heredero del nuevo profesionalismo del ejército prusiano surgido de las reformas de Stein, Scharnhorst y Gneisenau**”.

*”Technology and Military Doctrine: Essays on a Challenging Relationship” (Air University Press, Maxwell Air Force Base, Alabama, 2004).

**Heinrich Friedrich Karl Reichsfreihern vom and zum Stein (Karl vom Stein), Gerhard Johann David vom Scharnhorst, August Count (Graf) Neidhardt vom Gneisenau

Después de ingresar en el ejército prusiano en 1822, Moltke asistió a la Kriegs Akademie, ya entonces una próspera institución que reflejaba el genio de Scharnhorst. Pero Moltke no era un militar corriente: dominaba seis o siete idiomas, viajó por buena parte del mundo y durante cuatro años de permiso del ejército sirvió como asesor del pasha de Turquía, donde tuvo ocasión de comprobar sus ideas sobre el campo de batalla. Su destino como asesor del príncipe Federico William posibilitó su nombramiento como jefe de estado mayor cuando el príncipe se convirtió en el rey Federico III de Prusia. En el momento de su nombramiento, Moltke no había mandado una formación mayor a la de un batallón, y además en guarnición.

Con lo cual se demuestra una vez más lo que un espíritu cultivado y una mente brillante pueden aportar al campo de las armas. En 1843 escribió un ensayo sobre los factores a tener en cuenta a la hora de seleccionar las rutas para el tendido de las líneas del ferrocarril, factores de naturaleza marcadamente militar y que anticipaban la importancia que la red del ferrocarril iba a tener en conflictos futuros.

Scharnhorst había marcado las pautas para conjugar la doctrina con la tecnología. Y la Kriegs Akademie había recogido la necesidad no sólo de formular una doctrina estándar sino también la necesidad de un proceso sistemático para extraer esa doctrina de la experiencia. El proceso constaba de una serie de pasos bien definidos; primero la creación de una comisión de oficiales competentes en representación de todas las armas del ejército para asegurar una apreciación adecuada de las vastas dimensiones del problema. La comisión formularía entonces un perfil conceptual de trabajo como punto de partida: los informes se obtendrían de unidades operacionales del ejército de campaña. Las ideas vertidas en esos informes estarían sujetas a comprobación y experimentación de la comisión. Además, todos los miembros de la comisión debían llevar a cabo una amplia lectura y estudio de todos los escritos del arte de la guerra y la historia de las campañas más instructivas para comprender la evolución de la doctrina hasta el momento actual. Para asegurar la objetividad e imparcialidad, Scharnhorst había propuesto asignar el mismo problema doctrinal a dos diferentes equipos de oficiales trabajando de forma independiente.

Así que cuando Moltke entró en el ejército prusiano, ya estaban sembradas las semillas de las que había de brotar el Estado Mayor General prusiano, la organización militar más elitista del mundo. Lo que hizo Moltke fue desarrollar la noción de operatividad, o estado mayor operativo, usando un estado mayor general moderno, si bien ha de tenerse en cuenta que la noción de operatividad en Moltke no era la misma que tenemos hoy sobre el nivel operacional de la guerra. El concepto moltkeniano de estado mayor operativo representa la planificación eficaz de movilización y el movimiento de fuerzas para una concentración masificada para la Vernichtungsschlacht, o batalla decisiva de destrucción, lo que sitúa la concepción operacional de Moltke, en palabras de Isserson, dentro de la “época de estrategia lineal”.

Las fulgurantes victorias de Moltke –primero en Königgrätz en 1866 contra los austriacos y después en Sedán en 1870 contra los franceses- vienen a reivindicar los métodos de la organización del estado mayor general prusiano y su sistema de combatir la guerra, provocando que a comienzos del siglo XX los métodos alemanes de masificación y la guerra industrializada se adoptaran casi de manera universal en todos los ejércitos europeos.

Por mi parte creo que sería injusto no hacer mención a los estadounidenses y a su guerra civil o de secesión. Moltke fue un gran estudioso de esa guerra y del papel decisivo que jugaron en ella el ferrocarril y el telégrafo.

Unas cuantas reseñas bibliográficas:

Walter Gorlitz, History of the German General Staff (London: Hollis- Carter, 1953)

W. O. C. Morris, Moltke: A Biographical and Critical Study (London: Ward and Downey, 1894)

Frederick E. Whitton, Moltke (London: Constable, 1921)

Charles Edward White, The Enlightened Soldier: Scharnhorst and the Militarische Gesellschaft (New York: Praeger, 1989)

Gunther Rothenberg, ‘Moltke, Schlieffen, and the Doctrine of
Strategic Envelopment’
y Hajo Halborn, ‘The Prusso-German
School: Moltke and the Rise of the General Staff
’, en Peter Paret
(ed.), Makers of Modern Strategy from Machiavelli to the Nuclear
Age, Oxford University Press, Oxford, 1986

Roland G. Foerster, ‘The Operational Thought of Moltke the Elder
and Its Consequence’
, en Gunther Roth (ed.), The Operational
Thought of Clausewitz, Moltke, Schlieffen and Manstein, Institute
for Research in Military History, Freiburg, 1989

Bradley J. Meyer, ‘The Operational Art: The Elder Moltke’s
Campaign Plan for the Franco-Prussian War’
, en McKercher and
Hennessy, The Operational Art, pp. 29–50

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