La muerte heroica de Churruca en Trafalgar

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

Moderador: Miguel Villalba

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Molders
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La muerte heroica de Churruca en Trafalgar

Mensaje por Molders »

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Desde que salimos de Cádiz, Churruca tenia el presentimiento de un gran desastre. El había opinado contra la salida, porque conocía la inferioridad de nuestras fuerzas, y además confiaba poco en la inteligencia del jefe Villeneuve. Todos sus temores ha salido ciertos; todos, hasta el de su muerte, pues es indudable que la presentía, seguro como estaba de no alcanzar la Vitoria. El 19 dijo a su cuñado:
-Antes de rendir mi barco, lo he de volar o echar a pique. Este es el deber de los que sirven al rey y a la patria.
El mismo día escribió a un amigo suyo, diciéndole:
-Si llegas a saber que mi navío ha sido echo prisionero, di que he muerto.
Churruca era hombre religiosos, porque era un hombre superior. El 11 a las 11 de la mañana, mando a subir a toda la tropa y marinería; hizo que se hincaran de rodillas y dijo al capellán con solemne acento:
-Cumpla usted, padre, con su ministerio y absuelva a todos estro valientes que ignoran lo que les espera en el combate.
Concluida la ceremonia religiosa, les mando poner de pie, y hablando en tono pensativo y firme, exclamo:
-Hijos míos,¡en nombre de dios os prometo la bienaventuranza al que muera cumpliendo con sus deberes! Si alguno faltase a ellos, le haré fusilar inmediatamente; y si escapase a mis miradas o a las de los valientes oficiales que tengo el honor de comandar, sus remordimientos le seguirán mientras arrastre el resto de sus días, miserable y desgraciado.
Esta arenga tan elocuente como sencilla, que hermanaba el cumplimiento del deber militar con la idea religiosa, causo entusiasmo en toda la dotación del “Nepomuceno”. ¡Que lastima de valor! ¡Todo se perdió como un tesoro que cae al fondo del mar!...
Sucesivamente todos los navíos fueron entrando en el combate. Cinco navíos ingleses se dirigieron contra el Nepomuceno; pero dos de ellos siguieron adelante. Churruca no tuvo que hacer frente mas que fuerzas triples.
Nos sostuvimos enérgicamente contra tan superiores enemigos hasta las dos de la tarde, sufriendo mucho, devolviendo doble estrago a nuestros contrarios. El grande espíritu de nuestro heroico jefe parecía haberse comunicado a marineros y soldados y las maniobras, así como los disparos, se hacían con una prontitud pasmosa. Nuestro navío no solo era el terror, sino el asombro de los ingleses.
Estos necesitaron nuevos refuerzos; necesitaron ser seis contra uno. Volvieron los dos navíos que nos habían atacado primero, y el “Dreadnought” se puso al costado del Nepomuceno, a medio tiro de pistola. Figúrense ustedes el fuego de esos seis colosos vomitando balas y metralla sobre un buque de 74 cañones. Parecía que nuestro navío se agrandaba creciendo en tamaño conforme crecía el arrojo de sus defensores. Las proporciones gigantescas que tomaban las almas parecía que las tomaban también ,os cuerpos, y al ver como infundíamos pavor a fuerzas seis veces superiores, nos creíamos algo mas que hombres.
Entretanto, Churruca, que era nuestro pensamiento, dirigía la acción con serenidad asombrosa. Comprendiendo que la destreza había de suplir a la fuerza, economizaba los tiros y lo fiaba todo a la buena puntería, consiguiendo así que cada bala hiciera un estrago positivo en los enemigos. A todo atendía, todo lo disponía, y la metralla y las balas corrían sobre su cabeza, sin que ni una sola vez se inmutara. Nos infundía a todos cierto ardor desconocido con el rayo de su mirada.
Pero Dios no quiso que saliera vivo de la terrible porfía. Viendo que no era posible hostilizar a un navío que por la proa molestaba al “Nepomuceno” impunemente, fue el mismo a apuntar el cañón y logro desarbolar al contrario. Volvía al alcázar de popa cuando una bala de cañón le alcanzo en la pierna derecha, con tal acierto, que casi se la desprendió del modo mas doloroso, por la parte alta del muslo. Corrieron a sostenerlo, y el héroe cayo en mis brazos.
¡Que horrible momento! Aun me parece que siento bajo mi mano el violento palpitar de su corazón que hasta ese instante terrible no latía si no por la patria. Su decaimiento físico fue rapidísimo: le vi esforzándose por erguir la cabeza que se inclinaba sobre el pecho; le vi tratando de reanimar con una sonrisa su semblante, cubierto ya de mortal palidez, mientras con voz apenas alterada exclamo:
-Esto no es nada. Siga el fuego.
Su espíritu se rebelaba contra la muerte, disimulando el fuerte dolor de un cuerpo mutilado, cuyas postreras palpitaciones se extinguían de segundo en segundo. Tratamos de bajarlo a la cámara; pero no fue posible arrancarle del alcázar. Al fin, cediendo a nuestros ruegos, comprendió que era preciso abandonar el mando. Llamo a Moyna, su segundo, y le dijeron que había muerto; llamo al comandante de la primera batería, y este, aunque gravemente herido, subió al alcázar y tomo posesión del mando.
Desde aquel momento la tripulación se achico: de gigante se convirtió en enano; desapareció el valor y se comprendió que era necesario rendirse. Como si una repentina parálisis mortal y física hubiera invadido la tripulación, así se quedaron todo helados y mudos, sin que el dolor ocasionado por la perdida de hombre tan querido diera lugar al bochorno de la rendición.
La mitad de la gente estaba muerta o herida, la mayor parte de los cañones desmontados, la arboladura, excepto el palo de trinquete, había caído, y el timón no funcionaba. El “Nepomuceno”, herido de muerte, no pudo gobernar en dirección alguna, y a pesar de la ruina y destrozo del buque, a pesar del desmayo de la tripulación, a pesar de concurrir en nuestro daño circunstancias tan desfavorables, ninguno de los seis navíos ingleses se atrevió a intentar un abordaje. Temían a nuestro navío aun después de vencerlo.
Churruca, en el paroxismo de su agonía, mandaba clavar la bandera y que nio se rindiera el navío mientras el viviese. El plazo no podía ser mas desgraciadamente corto, porque Churruca se moría a toda prisa, y cuantos le asistíamos nos asombrábamos de que alentara todavía un cuerpo en tal estado; era que le conservaba así la fuerza del espíritu, porque para el en aquella ocasión vivir era un deber. No perdió el conocimiento hasta los últimos instantes; no se quejo de sus dolores, ni mostró pesar por su fin cercano; antes bien, todo su empeño consistía, sobre todo en que la tripulación no conociera la gravedad de su estado y que ninguno faltase a su deber.
Al fin dio las gracias a la tripulación por su heroico comportamiento y después de elvar el pensamiento a Dios, cuyo nombre oímos pronunciado por sus secos labios, expiró con la tranquilidad de los justos y la entereza de los héroes, sin la satisfacción de la victoria, pero también el resentimiento del vencido, asociando el deber a la dignidad y haciendo de la disciplina una religión; firme como militar, sereno como hombre, sin pronunciar una queja, ni acusar a nadie, con tanta dignidad en la muerte como en la vida.
Nosotros tuvimos para llorarle menos entereza que el para morir, pues al expirar e llevo a todo el valor, todo el entusiasmo que nos había infundido.
Rindiéndose el “Nepomuceno”, y cuando subieron a bordo los oficiales de lso seis buques que lo habían destrozado, cada uno pretendía para si el honor de recibir la espada del brigadier muerto. Todos decían: “se ha rendido a mi navío”, y por un instante disputaron reclamando el honor de la victoria para uno u otro de los buques a que pertenecían. Quisieron que el comandante accidental del “Nepomuceno” decidiera la cuestión, diciendo a cada cual de los navíos ingleses se había rendido, y aquel respondió:
-A todos que a uno solo jamás se hubiera rendido el “Nepomuceno”

Benito Pérez Galdos.


"Muchas gracias por su ofrecimiento pero tenemos mas soldados que armas."
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Koenig
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Mensaje por Koenig »

Buenas noches.

Con respecto al combate del San Juan de Nepomuceno, de Churruca, en Trafalgar.

"El Nepomuceno, doblada la retaguardia, fue puesto entre dos fuegos por 5 navíos enemigos, dos de tres puentes. La defensa del Nepomuceno, y el empeño de los enemigos por rendirlo fue de lo más obstinado que cabe. A las 3 y media de la tarde se hallaba este navío sin gobierno, desdoblado de todos sus masteleros, acribillados sus palos, velamen y costados, con siete balazos a la lumbre de agua, cortadas casi todas sus jarcias, inutilizados 15 cañones, y con una tercera parte de la tripulación fuera de combate.
"Sin embargo, seguía su vigorosa defensa, resueltos su comandante y segundo D. Cosme Damián Churruca y D. Francisco de Mayna a perecer antes que rendirse. Ambos murieron en acto de combate poco después de sus heridas; y aunque el Teniente de Navío Joaquín Núñez, que los sustituyó, siguió la defensa sobre media hora más, convencido de ser inútil y un sacrificio infructuoso el que se hacía impunemente de los restos de la valerosa tripulación, desesperanzado de ser socorrido y aumentados los daños hasta quedar el buque casi destrozado, se rindió con acuerdo de su oficialidad al navío Dreadnought. Tuvo 120 hombres muertos y 175 heridos. Los ingleses quedaron asombrados de la defensa de este navío y aseguraban que se había batido de un modo que no había ejemplo."

Del informe del Archivo del Museo Naval "Historia de los principales acontecimientos marítimos de la guerra contra la Gran Bretaña declarada en 12 de Diciembre de 1804", en sección de manuscritos - 472. Folio 183 (y vuelta).
Citado por José Cayuela Fernández y Ángel Pozuelo Reina en su obra Trafalgar.

Un saludo.

Koenig.
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Molders
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Mensaje por Molders »

Koenig:
Hace no mucho vi un programa en History Channel donde se analizaba esta batalla pero inexplicablemente nunca se menciono a Churruca en todo el programa. Siendo los expertos de Sandhurts.
"Muchas gracias por su ofrecimiento pero tenemos mas soldados que armas."
churruca

Mensaje por churruca »

Muchas gracias he disfrutado con la narración del último combate del personaje del que he tomado mi nombre de usuario.
:lol: :lol: :lol:
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Mensaje por Urogallo »

¿No era por las pipas? :shock:
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Pla
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Mensaje por Pla »

Un bonito recuerdo nos traes, Molders. Y hay que ver lo que da de sí Pérez Galdós. Realmente el pasaje del combate del San Juan Nepomuceno es emotivo hasta el límite. Pero bien mirado, es mucho más potente (en cuanto a emotividad) el combate del Santísima Trinidad. Especialmente el momento en que Gabriel Araceli toma el servicio de un cañón y, como él mismo dice, enviaba con cada cañonazo más de mil ingleses al infierno.

He leido otras novelas sobre Trafalgar, como la de José Luis Corral y la de este año, de Pérez Reverte que no alcanzan, ni de lejos, la altura del texto de Pérez Galdós.

La campaña naval de 1805 sirvió, sobre todo, para demostrar de nuevo que el talento militar no tiene por qué ser completo en un individuo. Napoleón podría ser un genio militar en tierra firme, pero no tenía ni idea de cómo dirigir una guerra naval. El plan de la Escuadra Combinada Franco-Española fue desastroso durante toda la campaña, incluido el extavagante viaje a las Antillas de Villeneuve.

La maniobra del Caribe salió mal. Como el viraje en redondo de la Escuadra Combinada, el 21 de octubre de 1805, frente al Cabo Trafalgar, salió igualmente mal. Después, la muy superior calidad de las tripulaciones y navíos británicos, especialmente de su artillería, hizo el resto. La alianza naval de España y Francia no pudo triunfar. Y la razón fue que el mando naval lo retuvieron los franceses en razón de su mayor podería militar en tierra firme y en razón de ser los líderes de la coalición antibritánica.

Saludos
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Koenig
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Mensaje por Koenig »

Buenas tardes.

Estoy terminando de leer el libro sobre Trafalgar de José Cayuela y Ángel Pozuelo, y la verdad es que están en desacuerdo con algunas cosas que mencionas.

Para empezar la idea del viaje a las antillas de la combinada se hizo bajo órdenes diractas de Napoleón y no fue idea de Villeneuve. La intención era atraer hacia allí a la escuadra inglesa, pare luego volver a europa por una ruta distinta de la habitual, que llevara a la flota combinada a las costas gallegas, para luego dirigirse a Brest, unirse a la flota francesa sita allí y entrar en el Canal. En el Canal de la Mancha la escuadra debía distraer a la armada inglesa, aun a costa de su propia destrucción, para permitir el desembarco de la Grande Armée en las costas inglesas.

En cuanto a la retención del mando naval por los franceses, establecen estos autores que no fue en puridad una imposición de Napoleón sino un regalo de Godoy. Este, como hombre nuevo en el poder tenía en contra a toda la nobleza española y tuvo que apoyarse en Francia para mantenerse en su puesto. Esto incluyó aceptar que el mando de la combinada recayera en Villeneuve, y sobre todo, aceptar la salida de la flota el 19 del puerto de Cadiz, a pesar de que esta había sido desaconsejada por Gravina. De hecho tampoco Villeneuve quería. Pero la ira de su emperador contra él, y el conocimiento de que su relevo iba en secreto hacia Cadiz para sustituirlo y enviarlo a Francia a rendir cuentas lo decidieron a dar la orden fatídica de salida.
En cambio la virada en el último momento si fue un error del Almirante francés, que desde Aboukir sentía un excesivo, aunque tal vez justificado, respeto por Nelson.

Un saludo.

Koenig.
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Mensaje por Pla »

Si, realmente, tal y como lo he escrito parece que fue Villeneuve el autor de todos los desastres, y sólo fue responsable de tres errores: no saber organizar la scuadra, ordenar la salida de Cádiz el 19 de octubre y virar en redondo el 21 siguiente ante el Cabo Trafalgar. Los tres, en todo caso , lo descalifican.

El demencial plan de acción de la Escuadra Combinada, incluido el viaje a las Antillas, fue cosa del mimísimo Napoleón. Por eso señalaba que los genios militares no tienen por qué ser completos. Napoleón mismo, como estratega naval, era absolutamente estúpido, y en tierra firme, pues ya ves, un maestro.

Saludos
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Mensaje por Pla »

Saca hoy el historiador Henry Kamen (otro hispanista) en el diario El Mundo, un artículo de opinión dedicado a cuestionar el rechazo de los españoles a hacer una conmemoración de la batalla de Trafalgar, en éste su segundo centenario.

Cuenta que, en Inglaterra, se está haciendo un esfuerzo enorme para celebrar el bicentenario. Y, así, se están promoviendo los estudios específicos y los estudios generales sobre la batalla. Y estudios sobre las causas y sobre las consecuencias, sobre la incidencia de Trafalgar en el comercio británico e internacional, su imprtancia para la independencia de la América Española. Probablemente, a este paso, terminarán por hacernos los estudios pertinentes sobre la incidencia de Trafalgar en la Historia de España. Lo hará cualquier hispanista.

Y es cierto que no hay España ningún estudio general reciente sobre Trafalgar. Es verdad que el tratamiento que le da Modesto Lafuente en su Historia General de España es de muy alta calidad (profusión de datos bien ordenados y excelentes análisis), pero también lo es que resulta ya algo antiguo (mi edición es de 1883). Hoy se conocen más cosas, tanto en el plano meramente militar, como en el del entorno internacional en que se produjo. Pero siguen faltando esos estudios más recientes.

Frente a eso, Kamen se sorprende del éxito obtenido por las novelaciones de la batalla, preacticamente inexistentes en Inglaterra, pero de gran tradición y fama en España, pese a su desigual valor literario. No cabe duda que, al menos para mí, nadie ha alcanzado la categoría de Pérez Galdós en el tratamiento e ficción del combate de Trafalgar. Pero no es esa la cuestión.

Kamen, de lo que se sorprende, es de la preferencia del público español por la ficción frente a la historia. Una afición ésta que es muy característico de nuestro país. Pensemos en la novelación de la historia que efectúan determinados nacionalismos, para falsear una historia que es profundamente adversa, cuando no hostil, a sus postulados y pretensiones. Pero, en esto que no haya equívocos, no se trata para nada de que eso sea un "defecto" o "vicio" de determinados nacionalistas: se trata de un problema nacional.

En ocasiones quizá sea por un cierto sentido del pudor, algo extraviado. Y es que, en principio, parece lógico que a nadie le guste contar derrotas, claro. Pero ¿hay vergüenza entre los griegos para contar derrotas como la de las Termópilas?; creo que no. Como tampoco los romanos tenían vergüenza, exactament, por su derrota en Canas. Y descartado eso, no se me ocurre ninguna buena razón para explicarlo.

En lo que no que estoy de acuerdo con Kamen es en su conclusión. Él sostiene que si un pueblo prefiere la ficción a la historia, terminará teniendo como historia una ficción. Y eso no es así, en modo alguno. Si te quedas sin historia, lo que te ha ocurrido es que, simplemente, te has quedado sin historia, por mucho que te guste o no la ficción.

Saludos


Por eso Kamen destaca
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RODRIGO1
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Re: La muerte heroica de Churruca en Trafalgar

Mensaje por RODRIGO1 »

Rescatando el hilo, la flota española combatió con valor y destreza, teniendo en cuenta la superioridad de las tripulaciones británicas, con una experienca de 13 a 15 años embarcadas.
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fco_mig
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Re: La muerte heroica de Churruca en Trafalgar

Mensaje por fco_mig »

Es curioso y, en cierto modo, triste que el nombre de Cosme Churruca se recuerde más gracias a Benito Pérez Galdós que a su excelente hoja de servicios y a la fama, merecidísima, que tuvo en vida. Luego dicen de la novela histórica...
A decir verdad, en esta lucha de cada instante, donde el resultado más corriente es que se petrifique todo lo que hay de más espontáneo y valioso en el mundo, no estoy seguro de que podamos ganar.
André Breton
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