La mentalidad soviética de preguerra

La Unión Soviética y aliados vs Alemania y sus aliados

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Medina

La mentalidad soviética de preguerra

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En mi primera aportación a este ilustre foro y aprovechando la sugerencia que hace el moderador del foro en otro hilo sobre la consulta del libro de Fugate "Operación Barbarroja. Estrategia y tácticas en el Frente del Este, 1941", reproduzco a continuación el capítulo I de dicha obra.

CAPÍTULO I. LA PLANIFICACIÓN Y ESTRATEGIA DEFENSIVA SOVIÉTICA DE PREGUERRA.

El desarrollo de la Doctrina Militar Soviética.
Las características únicas de lo que se convertiría en doctrina militar soviético llevaron tiempo en desarrollar tras la Revolución de Octubre debido al hecho de que el nuevo régimen tenía que hacer frente a problemas inmediatos y apremiantes que no les permitía el lujo de una larga reflexión. El problema más urgente, por supuesto, fue concluir la guerra con Alemania, y esto fue hecho rápidamente, aunque fortuitamente, en marzo de 1918. El siguiente objetivo militar fue construir un nuevo Ejército Rojo y proteger al estado soviéticos de sus enemigos dentro y fuera del país. Desde 1918, las líneas estaban siendo trazadas para lo que se convertiría en una guerra civil en toda regla, para Lenin estaba claro que el organizador del Ejército Rojo tenía que ser un hombre con raros talentos administrativos y militares. La elección de Lenin para esta tarea desafiante fue León Trotsky, un hombre que incluso no se había unido al Partido Bolchevique hasta julio de 1917 pero que le había demostrado su resuelta devoción a la causa revolucionaria.

La principal contribución de Trotsky al recién estado soviético procedía de su capacidad para lograr sus objetivos a pesar de las caóticas condiciones. El antiguo ejército imperial había simplemente dejado de existir, a través del desgaste (“votando con sus pies”) y del colapso virtual de la disciplina tras los decretos bolcheviques de mando electivo e igualación de derechos. En febrero de 1918, Trotsky tomó el mando del nuevo Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (RKKA) como comisario para la guerra. Siendo finalmente pragmático, rápidamente captó la situación y se convirtió en un fuerte defensor de utilizar antiguos oficiales imperiales en las filas como “especialistas”. Al hacer esto, se abrió a sí mismo el camino para la denuncia de apegarse a los viejos y tradicionales métodos de combate. De hecho, el mismo Trotsky fue capaz de ad-mitir este parecido entre los ejércitos rojo e imperial, pero la victoria expeditiva en la guerra civil era lo que le interesaba, no las perogrulladas sin sentido y malformadas sobre la guerra revolucionaria. En agosto de 1920, el Ejército Rojo había acogido a casi cuarenta y ocho mil antiguos oficiales zaristas, aunque muchos de ellos estuvieron en servicio un tiempo relativamente breve.

La guerra civil en Rusia entró en auge en mayo de 1918, tras el abortado intento de desarmar a la Legión Checa. Los checos pronto se convirtieron en el núcleo de las fuerzas blancas en Siberia, y desde entonces hasta finales de 1920, el Ejército Rojo estuvo implicado en una serie de complejos y desconcertantes combates, con varios oponentes, que surgían de un lado a otro del enorme país. Los principales oponentes extranjeros eran una fuerza expedicionaria anglo-norteamericana, los japoneses y los franceses, que respaldaban a los polacos. Un relato detallado de estos acontecimiento es innecesario aquí (un lector curioso puede encontrar muchas fuentes para ello); el caso en cuestión es el desarrollo de la filosofía militar.

Uno de los “especialistas” protegidos por Trotsky fue Mikhail Tukhachevski, un aristócrata educado en el Cuerpo de Cadetes y en la Escuela Militar de Alejandro –difícilmente lugares de los que salen revolucionarios. Aún después de la revolución, Tukhachevski se lanzó con gran ardor en la causa bolchevique y rápidamente se distinguió como uno de los comandantes más capaces y de los mejores teóricos del Ejército Rojo. Tras ganar sus espuelas contra el general blanco Denikin como comandante del Primer Ejército Rojo en el frente sur, Tukhachevski comenzó a lanzar golpes por cuenta propia y a tomar posiciones que estaban en directa oposición con Trotsky. Como podría esperarse, la mayor parte del debate sobre doctrina y estrategia fue llevado en dos niveles –uno más alto, en el plano teórico y otro más bajo, en una lucha cruel por el dominio sobre las fuerzas armadas.

Los primeros disparos en la batalla doctrinal se dispararon esencialmente sobre lo que más tarde se convertiría en un tema secundario: la cuestión de la milicia territorial. En sus escritos, Marx y Engels habían expuesto la idea de que fuerzas tipo milicia irregular eran mejores que mantener un gran ejército permanente. Sin importar el significado real que estos escritos podrían haber tenido, los argumentos sobre ellos rápidamente desembocaron en una contienda encarnizada y personal que resultó tener riesgos muy elevados. Fue Tukhachevski quien inició la refriega realizando varias declaraciones en 1920 llamando a un “estado mayor general internacional del proletariado”, que prestaría ayuda a los revolucionarios en combate en otros países. Tomando esta posición extrema con respecto a las guerras revolucionarias y a la participación del Ejército Rojo, Tukhachevski se adelantaba a tomar posesión de la posición extremista que Trotsky se había labrado con su teoría de la “revolución permanente”. Aquí, Trostky se permitía maniobrar y se vio forzado a adoptar una posición a la “derecha” de Tukhachevski.

Trotsky había estado ya en una situación de acoso defendiendo su utilización de los “especialistas”, y ahora hizo cosas mucho peores diciendo que nada era peor que emular los métodos militares tradicionales burgueses una vez que los soviéticos habían tomado el poder. Trotsky podría haberse salido con la suya frente al advenedizo Tukhachevski en 1920, pero detuvo su mano, probablemente no se dio cuenta cuan seria era la amenaza para su poder. Una nueva figura surgió ahora en la escena doctrinal en el papel de mediador y sostenedor del terreno medio entre los bandos en contienda. Este ocupante de la posición central se había demostrado en abril-junio de 1919 en la contraofensiva contra Kolchak en los Urales. Su nombre era Mikhail Vasilievich Frunze; su patrocinador era José Stalin.

En marzo de 1921, Frunze y S. I. Gusev, luego jefe de la administración política del Ejército Rojo, presentaron veintidós tesis al Décimo Congreso del Partido en Moscú. Gusev se reputaba haber compuesto las primeras dieciséis tesis y Frunze las restantes seis. Gusev se dirigía hacia unas cuantas ideas específicas, propuestas al principio para remediar las deficiencias cualitativas en el Ejército Rojo, especialmente en el aparato de mando, y reforzando el aparato político del ejército permitir estar en guardia contra el peligro del “Bonapartismo” –esto es, una potencial toma del gobierno por un hombre fuerte militar. Por su parte, Frunze presentó un rango de propuestas que eran impresionantes en el alcance. La parte central de su idea era que una llamada doctrina militar unificada debería ser desarrollada sobre las bases de las enseñanzas marxistas. Este desarrollo sería desarrollado por un estado mayor general o “cerebro del ejército”, que se convertiría en “el estado mayor teórico-militar del estado proletario”. En el Congreso, Trotsky objetó que las tesis Frunze-Gusev no eran bastante específicas y por lo tanto serían oficialmente retiradas, pero éstos eran meramente disparos de escaramuza, la batalla principal entre las fuerzas de Stalin y Trotsky estaba aún por llegar. Uno podría suponer que este debate era nada más que una cortina de humo detrás de la cual Stalin buscaba la forma de ganar capital político contra su rival, pero si bien el debate sólo tenía sentido en este contexto, los asuntos eran reales y reflejaban el revuelo y la confusión en el joven estado soviético sobre la futura dirección del pensamiento militar.

El mundo tuvo oportunidad de ver cuan lejos había avanzado el pensamiento de Frunze con la publicación de su artículo “Una Doctrina Militar Unificada y el Ejército Rojo”, que apareció en el número de julio de 1921 de Ejército y Revolución. Frunze afirmaba que las guerras no serían ya emprendidas por ejércitos profesionales sino por toda la población y los medios productivos del estado y que había un vínculo definitivo entre la ciencia militar y las fuerzas productivas y la naturaleza de clase del país. Frunze utilizaba Alemania como ejemplo; sus objetivos estatales y su política exterior eran agresivos, por lo tanto su doctrina militar estaba pensada ofensivamente. Era, en contraste, el objetivo básico de la dictadura del proletariado romper los lazos capitalistas. La coexistencia temporal con el capitalismo era posible, pero “la existencia común paralela de nuestro estado proletario soviético con los estados del mundo capitalista burgués por un período prolongado no es posible”. Frunze, así, como Lenin, creía que la fuerza de las armas debería finalmente decidir el resultado en una batalla de enemigos de clase. Frunze favorecía la toma de la iniciativa por el proletariado y emprender una ofensiva contra la burguesía. Claramente, abogaba por una guerra preventiva. Esta clase de guerra tenía la ventaja de la sorpresa y compensaría la inferioridad técnica del Ejército Rojo frente a frente con los ejércitos de Europa Occidental. Tal ofensiva debería hacer uso de la habilidad del Ejército Rojo para maniobrar a enorme escala, realzando sus ventajas naturales. Sin embargo, el Ejército Rojo no debería lanzar el primer golpe, si era posible retirarse sobre grandes distancias, como hizo Kutuzov en su campaña contra Napoleón. La ofensiva, sin embargo, era siempre el instrumento que derrotaría al enemigo y una retirada sólo sería realizada mientras se espera una oportunidad para una contraofensi-va cuando el enemigo menos lo espera. Aquí, Suvorov era esgrimido como el modelo para tácticas ofensivas. En particular, Frunze enfatizaba que la maniobrabilidad en campaña de los ejércitos era más importante que las fortificaciones estáticas y que preparativos deberían hacerse por adelantado para dirigir operaciones partisanas tras las líneas del enemigo en avance. Frunze puso gran énfasis en la maniobra profunda utilizando caballería (después, blindados). Y finalmente, anotaba que, para el mejor efecto, la organización militar debería ser modelada tras la sociedad comunista: la autoridad de los oficiales no debería ser reducida y no debería haber igualdad entre ellos y las masas alistadas.

La refutación de Trotsky apareció en diciembre de 1921, en un artículo titulado “¿Doctrina Militar o Doctrinarismo Pseudo-Militar?. Trotsky afirmaba que no había fórmulas preparadas en los escritos de Marx para desarrollar una doctrina militar unificada para el Ejército Rojo. Por lo que respecta a la capacidad del ejército para tomar acciones ofensivas, Trotsky señalaba que la mayor parte de la guerra civil requirió maniobras de defensa y retirada –un comentario que estuvo sujeto a desencadenar resentimiento entre las filas del ejército. También dijo que el Ejército Rojo utilizaba cualquier recurso humano que estuviera a mano, no simplemente el proletariado. Sólo las condiciones objetivas forjan la doctrina militar, no algunas leyes universales de la ciencia militar.

Cuando el Once Congreso del Partido se celebró en Moscú en marzo-abril de 1922, el debate sobre la cuestión militar continuó incluso en un nivel mucho más serio entre los delegados de Trotsky y Stalin. Esta vez fue K. E. Voroshilov, durante mucho tiempo un selecto protegido de Stalin, quien llevó las riendas a favor de una doctrina unificada y continuó enfatizando sobre las guerras revolucionarias. Intrépidamente, Trotsky se marcó un tanto con un punto convincente, argumentando que un ejército formado principalmente por campesinos no podía ser entrenado para apoyar una revolución proletaria internacional. Por lo que respecta a la doctrina universal o unificada basada sobre los principios marxistas, Trotsky parafraseó las “siete leyes de guerra” de Suvorov y propuso que las ideas de Frunze eran una parodia de éstas. ¿Cómo, dijo Trotsky, podía el ejército de siervos de tiempos de Suvorov compararse con el moderno y políticamente consciente Ejército Rojo? También estaba en desacuerdo con la noción de que el Ejército Rojo podía participar en guerras ofensivas en apoyo de revoluciones más allá de las fronteras de Rusia. Era de mucha importancia que una guerra fuera hecha para parecer defensiva en naturaleza, de otro modo los campesinos no estarían convencidos de que la guerra era una causa justa.

Este último punto de vista de Trotsky debió de haber sido particularmente irritantes para aquellos que llevaban en el corazón la causa internacionalista, aunque se aproximaba mucho a algunos de los objetivos recalcados después por Stalin en su programa de “socialismo en un país”. La aseveración de Trotsky de que no había leyes de guerra universales no estaba en desacuerdo, tampoco, con Lenin, quien había planteado seis leyes fundamentales de la estrategia militar soviética del modo siguiente: (1) Comprender el significado de elegir la dirección del golpe principal contra el enemigo. (2) Crear una superioridad de fuerzas y recursos en la dirección de este golpe. (3) Cambiar las formas y métodos de combate dependiendo de la situación. (4) Organizar tropas dependiendo de los métodos de combate. (5) Comprender el significado de las reservas estratégicas. (6) Enfatizar la importancia del liderazgo estratégico. Lenin también dijo “Tener una abrumadora ventaja de fuerzas en el momento decisivo en el punto decisivo: esa es la ‘ley’ del éxito militar”.

La campaña de Trotsky para el control continuado de las fuerzas armadas y su doctrina podría haber acabado en tragedia personal para él, pero no puede decirse que otros no escucharon sus advertencias. El hecho fue que estaba en lo cierto sobre la composición campesina del ejército y que, ideologías aparte, nada podía cambiar esa realidad básica. La competición entre los grupos que apoyaban a Stalin y a Trotsky se intensificó tras mayo de 1922, cuando Lenin sufrió el primero de una serie de ataques paralíticos que finalmente acabarían con su vida. Para entonces, era obvio que una gran lucha por la sucesión no sería pospuesta por mucho tiempo.

La lucha por el control de las fuerzas armadas se hizo más evidente cuando un hombre de Trotsky, V. A. Antonov-Ovseenko, fue depuesto como jefe de la Administración Principal Político Militar (PUR) en enero de 1924. En enero de 1925, Trotsky fue depuesto del Soviet Revolucionario, y en el mismo mes Frunze lo sucedió como comisario para la guerra. El triunfo personal de Frunze fue, sin embargo, breve. En el verano de 1925, enfermó gravemente de una dolencia intestinal y también sufrió un ataque cardíaco. En contra de sus deseos, Frunce se sometió a una operación por órdenes del Comité Central, y a finales de octubre murió. Su muerte se dijo oficialmente que había sido causada por una reacción alérgica al cloroformo, pero hay algunas razones para creer que Stalin le hizo asesinar con objeto de reemplazarlo por Voroshilov. De todos modos, en noviembre de ese año Voroshilov sucedió a Frunze, completando así otro paso en cerrar el apoyo de las fuerzas armadas en manos de Stalin. Su toma del poder fue fomentada en noviembre de 1927, cuando Trotsky y su asociado Zinoviev fueron expulsados del Partido, poco después el antiguo comisario para la guerra fue exiliado a Asia Central. En diciembre de 1929, tras la condena pública de Bukharin, Trotsky y Rykov, Stalin se convirtió en el vozhd o líder de Rusia indiscutible.

El acceso al poder de Stalin como gobernante supremo fue presagiada por el lanzamiento de la Unión Soviética en la era industrial mediante la inauguración del primer Plan Quinquenal. El propósito militar de los planes quinquenales pueden verse en la siguiente declaración de Stalin: “El objetivo básico de los planes quinquenales será crear tal industria en nuestro país que sea capaz de rearmar y reorganizar no sólo a la industria por completo, sino también el transporte y la agricultura, sobre las bases del socialismo”. Pueden verse por los datos disponibles actualmente que bajo Stalin a los gastos referentes a defensa se les dio una prioridad más alta que a la inversión en industria pesada. Durante el período 1928-1952, los años del gobierno de Stalin, los fondos designados para propósitos militares aumentaron en un factor de veintiséis veces, mientras la inversión real en industria pesada aumentó sólo la mitad como mucho.

Después de 1933 y la subida al poder de Hitler y del Partido Nazi en Alemania, se prestó una atención más estrecha a la planificación de la defensa, en términos de aplicación teórica y práctica. Las relaciones de la Unión Soviética con Alemania fueron de amor y odio en las décadas de los 20 y los 30: Amor, porque ambos bandos habían sido perdedores en la Primera Guerra Mundial y porque se habían encontrado en todos lados sin aliados. Odio, porque Alemania era claramente el gran rival potencial de la Unión Soviética en Europa oriental y central y porque la ideología del partido nazi de Hitler era incondicionalmente hostil al bolchevismo. Los nazis clasificaban a los pueblos eslavos como inferiores a los germánicos; los describían como tan sólo adecuados para la esclavitud y sus países tan sólo adecuados para la colonización alemana. Un intento fue realizado por rusos y alemanes bienintencionados para llegar a cierta clase de colaboración militar, el cual, después de 1921, tomó la forma de ejercicios de entrenamiento conjuntos en la Unión Soviética. El Tratado de Rapallo en 1922 declaraba públicamente el mutuo interés de los dos oprimidos en cooperación, pero la amistad siempre fue tensa y nunca pudo durar. Los sistemas sociales y políticos de Alemania y de la Unión Soviética diferían y luego llegaron a ser rabiosamente antagónicos. Es contra este ambiente variado de confusión y cambio en un país en las angustias de una masiva convulsión económica, la consolidación de una rígida dictadura personal bajo Stalin, y la creciente potencial amenaza de una hostil y rearmada Alemania, como el desarrollo de una doctrina militar en la Unión Soviética en la década de los 30 debe de ser entendida.

En 1922, los principales problemas en teoría militar eran dobles: (1) cómo hacer uso del inminente colapso económico y político de Occidente y de la situación revolucionaria resultante y (2) cómo integrar la mayor parte de las experiencias obtenidas por el Ejército Rojo en la guerra civil. No tardó mucho en morir la fe ciega en la inmediata decadencia de Occidente. Tardó más tiempo, sin embargo, para aquellos que deseaban exaltar las lecciones de la guerra civil en perder su voz. El primer intento de poner estas lecciones en uso práctico vino con la publicación de las Regulaciones del Servicio Regular de Campaña en junio de 1925. Mucho de lo que se decía en este documento podía, al parecer, haber sido tomado de Suvorov. Estas regulaciones demandaba la estrecha cooperación de todos los tipos de armas y describía la ofensiva como la forma principal de guerra. El objetivo de cualquier acción defensiva era ganar tiempo para dar un aplastante golpe ofensivo, mantener al enemigo en una posición estática y golpearle duramente en los flancos. También se prestaba estrecha atención a la creación y mantenimiento de zonas críticas. El énfasis sobre la ofensiva y su relación con las operaciones defensivas, que databan de tiempos de Suvorov, puede ser descrito como excepcionalmente ruso. Estas enseñanzas no fueron olvidadas por Zhukov y el Estado Mayor General en 1941, como será visto más tarde.

Tras la implementación de las regulaciones provisionales de 1925, se hizo evidente para algunos pensadores que no era bastante con estudiar las lecciones de la guerra civil. Emergió un experto que comenzó a abogar algunas soluciones patentemente clásicas, lo cual no es sorprendente, ya que él había obtenido su reputación como oficial en el ejército imperial ruso. Su nombre era A. A. Svechin y su libro, publicado por primera vez en 1927, se titulaba Estrategia. De una forma muy convencional, recordando quizás la estrategia de Falkenhayn en Verdun, Svechin abogaba por una guerra de desgaste a gran escala. Uno de los aspectos interesantes de este enfoque era, así le parecía a Svechin, la posibilidad de devastara la moral en el bando enemigo con una guerra que se hacía interminable con bajas crecientes. Esto fue, por supuesto, precisamente lo que Rusia había sufrido en el período de 1914 a 1917, y la suposición subyacente, por muy falsa que podría haber sido, era que la nueva sociedad comunista en Rusia impartiría un coraje moral a la nación y al pueblo de la que había carecido anteriormente.

(Continuará)


Medina

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Continuo con el capítulo de Fugate.

Como podría ser supuesto, esta teoría del desgaste iba dentro de la lógica de muchos de los que aún abrigaban la creencia de que un enemigo fuerte podía ser conquistado sólo con la fuerza directa de las armas en una gran acción ofensiva. Una de las partes irritadas con el enfoque de Svechin era Tukhachevski, quien se volvió muy encarnizado por la crítica a su malograda ofensiva sobre Varsovia en 1920. Tukhachevski también discrepaba con A. I. Verkhovskii, el antiguo ministro imperial de la guerra, quien aceptaba las ideas del pensador militar británico J. F. C. Fuller acerca de que los tanques y la aviación serían la nueva ola de la guerra moderna. Aludiendo a estas nuevas ideas cosechadas en Rusia como los pequeños ejércitos mecanizados del tipo de la policía fascista, Tukhachevski se mostraba a si mismo como un ardiente defensor del concepto masivo de ejércitos del que Rusia siempre había profesado en confiar. Cuando Verkhovskii hablaba de la necesidad de pequeños ejércitos profesionales, como de Gaulle hizo en Francia, Tukhachevski decía que tal concepto “elitista” negaba las ventajas de ejércitos masivos, móviles y ofensivamente entrenados.

Durante el curso de la década de los 30, los “elitistas de un arma” fueron derrotados, mayormente debido a Tukhachevski. Teorías tales como la arrogante confianza en los tanques o en los aviones estaban completamente en contra de la filosofía de los fundamentos socio-políticos del Ejército Rojo. En 1941, Zhukov construiría sobre las ideas de Tukhachevski y desarrollaría un concepto armonioso de defensa, ofensiva y desgasta que iría más allá de la comprensión de los jefes de la Wehrmacht Alemana y que es, de hecho, escasamente comprendido en Occidente incluso hoy en día. Hay todavía muchos en nuestra parte del mundo que creen que el concepto nazi de guerra relámpago habría funcionado en Rusia sin un programa político y económico que apelara al pueblo ruso a respaldarlo. Puede esperarse que una comprensión más clara de la situación real en la Unión Soviética finalmente surgirá.

En 1927, el primero de los tres volúmenes de un trabajo principal de teoría militar fue publicado: El Cerebro del Ejército, escrito por B. M. Shaposhnikov. El tema de este libro era la organización y el papel del estado mayor general del Ejército Rojo. Puede haber poca duda de que esta libro influyó en los conceptos de Voroshilov y Stalin; en 1937, Shaposhnikov fue hecho jefe del estado mayor general. El estado mayor general del Ejército Rojo experimentó una evolución gradual, y aunque fue reemplazado por el STAVKA, el estado mayor militar personal de Stalin de 1941 a 1945, llegó a ser sumamente significativo tras la guerra, teniendo mucha más responsabilidad y autoridad que la Junta de Jefes de Estado Mayor Estadounidense.

En 1929, el mando del Ejército Rojo estaba listo para intentar una aplicación parcial de algunas de las nuevas filosofías de guerra que estaban siendo entonces avanzadas en Occidente. La personificación de este experimento fue contendido en las Regulaciones de Campaña de 1929 (PU-29). El PU-29 era un documento publicado principalmente por el teórico V. K. Triandafilov, pero la comisión que finalmente lo aprobó había sido nombrada por Voroshilov. Una de las innovaciones no occidentales propuestas por el PU-29 fue la elevación de los comisarios políticos en la jerarquía del Ejército Rojo; serían la columna vertebral de la moral militar. La sustancia de las nuevas regulaciones, sin embargo, era un flirteo con las oportunidades presentadas por los tanques tan demostradas por J. F. C. Fuller. El PU-29 iba a medio paso hacia adoptar la perspectiva de que las operaciones blindadas independientes eran la ola del futuro, pero mantenía algunas de las características más tradicionales de la doctrina militar rusa. Algunos meses antes de su muerte en un accidente de aviación en 1931, Triandafilov amplió su posición sobre las tácticas en un informe especial al estado mayor general titulado “Cuestiones Básicas de Tácticas y Arte Operacional en Conexión con la Reconstrucción del Ejército”.

El informe de Triandafilov era una curiosa amalgama de doctrina puramente rusa, fuertemente sazonada con las ideas algo innovadoras entonces corrientes en el extranjero. Los elementos rusos pueden verse en la preocupación dada a las tácticas de armas combinadas y a la teoría de la batalla profunda, mientras que los elementos occidentales son visibles en la atención prestada al uso de blindados. Triandafilov ideaba una integración de armas combinadas y operaciones blindadas independientes. Afirmaba que las nuevas formas de equipamiento técnico entonces disponibles permitirían al enemigo ser atacado “en toda la profundidad de su despliegue táctico”. Varios escalones de tanques pueden atacar la primera línea de defensa enemiga en cooperación con infantería apoyada por artillería y apoyo cercano aéreo. Las condiciones así pueden ser creadas que serían favorables para operaciones simultáneas sobre amplios espacios del frente y a una gran profundidad. Incluso aunque la doctrina presentada en el informe de Triandafilov flaqueaba en detalles específicos y la filosofía detrás de ella era algo tenebrosa, el tono general que establecía tuvo alguna influencia. En febrero de 1933, el comisariado de guerra aprobó y emitió a las fuerzas armadas un programa titulado “Regulaciones Provisionales Concernientes a la Organización de la Batalla Profunda”, que estaba basado en el trabajo de Triandafilov así como también en los del nuevo jefe del estado mayor general, A. I. Egorov, y su oficial de operaciones, I. P. Obysov.

El trabajo de Triandafilov y de Egorov fue llevado más allá hacia una solución realizable por M. N. Tukhachevski, el antiguo enemigo de Trotsky, quien se convirtió en jefe delegado del estado mayor general en 1924 tras servir como director de la Academia Militar del Ejército Rojo. Aunque Tukhachevski era un hombre dotado de talento para la teoría, era, aparentemente, políticamente ingenuo. Finalmente despertó las sospechas de Stalin (a pesar de su rango como mariscal) debido a sus amplios contactos en Occidente, particularmente entre la Wehrmacht Alemana. Fue ejecutado por orden del dictador en junio de 1937. Su acusación y juicio llevó a lo que se convertiría en una sangrienta purga del cuerpo de oficiales en ese año lo que provocó la liquidación de alrededor de la mitad de los oficiales del Ejército Rojo.

Los elementos claves en la evolución del pensamiento de Tukhachevski fueron las maniobras militares a gran escala desarrollada en el oeste de Rusia durante mediados de los años 30. A algunos de estos ejercicios, como el celebrado en el otoño de 1936, acudieron observadores occidentales. En estas maniobras, se realizaron experimentos con unidades de infantería mecanizada y blindadas utilizadas de manera independiente. Aunque la información reunida entonces no se hizo pública, la evidencia es que las teorías “burguesas” de pequeños ejércitos y unidades blindadas de elite altamente móviles fueron rechazadas por Tukhachevski y el alto mando del Ejército Rojo. Esta decisión a favor de una masiva fuerza armada construida en torno a la suposición de la cooperación de unidades de todas clases utilizando tácticas de armas combinadas fue más fácil por el hecho de que la base industrial rusa era demasiado débil para admitir una fuerte inversión en vehículos blindados y de transporte sobre ruedas. Ciertamente, tras la calamitosa cosecha de 1933, la idea de limitar la producción de tractores a favor de la de tanques podía no haber sido seriamente considerada. Es una realidad básica de la planificación militar en la economía centralizada de Rusia que un fallo en un sector, como el de la agricultura, tendría un efecto inmediato y pronunciado en otras áreas, como la producción militar. Esta es una lección que Occidente ha ignorado repetidamente.

En 1934, Tukhachevski escribió un artículo titulado “El Carácter de las Operaciones Fronterizas” en el cual afirmaba que el método tradicional de trasladar ejércitos masivos hacia las áreas fronterizas por ferrocarril estaba ahora desplazado debido al peligro de interrupción por ataque aéreo. Según Tukhachevski, el carácter previamente planeado de batallas a lo largo de la frontera ya no se conformaba con las condiciones actuales. La única táctica que podría tener éxito sería la de preparar una defensa en profundidad, llevando a un conflicto prolongado con amplios frentes y profundas operaciones. El combate inicial a lo largo de las fronteras sería importante pero de ninguna manera decidiría la cuestión. La nueva forma de batalla profunda permitiría destruir al enemigo por una serie de acciones en una dirección estratégica dada, no sólo defen-diendo las fronteras. A este respecto, Tukhachevski seguía fiel a la filosofía de Lenin, quien creía que las guerras entre estados que tenían la capacidad de movilizar todos sus recursos productivos y de población serían siempre conflictos prolongados.

Tukhachevski seguía diciendo en el artículo que, debido al peligro de concentrar ejércitos masivos en los sectores fronterizos, sería mejor situar allí ejércitos de vanguardia lo suficientemente fuertes para ser considerados el primer escalón operativo de la fuerza principal. En su opinión, los ejércitos de la fuerza principal serían concentrados en secreto en áreas que probablemente serían los flancos del enemigo en avance. Prestaba mucha importancia a fortificar zonas posicionadas a lo largo de la frontera, que servirían como escudo, absorbiendo la sacudida inicial de la ofensiva enemiga y cubriendo la concentración de los ejércitos del segundo escalón –el martillo- que golpearían los flancos del enemigo. Las regiones fortificadas ofrecerían una resistencia más que pasiva. En el plan de Tukhachevski estarían orgánicamente conectadas con las maniobras del ejército en campaña y actuaría como apoyo para su ejecución de una ofensiva general. Es imposible aquí exagerar la importancia de estas conclusiones; fue sobre la base de ellas que Zhukov y Stalin implementaron un plan de defensa contra Alemania en 1941, como se verá más adelante en el capítulo.

Sobre el uso de blindados, las ideas de Tukhachevski seguían a Triandafilov hasta cierto punto como si intentara describir formas específicas en las que las operaciones independientes de tanques podrían ser efectuadas. Tukhachevski proponía que las unidades blindadas se dividieran en diferentes categorías dependiendo de las características operacionales del tanque y de la específica misión de combate que sería realizada. Esencialmente, debía de haber tres escalones de tanques: (1) tanques para apoyo cercano de infantería (NPP), que podrían ser modelos más lentos con una autonomía relativamente limitada, (2) tanques para apoyo lejano de infantería (DPP), que podrían moverse más rápido y más lejos, y (3) blindados independientes de ataque a gran distancia (DD). En el período antes del ataque de la infantería en la operación ofensiva, la cobertura aérea y artillera debería ser utilizada para apoyar a los tanques en su ruptura inicial de las líneas enemigas. Aquí, Tukhachevski trataba de tender un puente en la brecha entre una filosofía de armas combinadas y una nueva táctica basada en operaciones blindadas independientes.

El tenor general de este plan, como un futuro jefe del estado mayor general lo pondría, era “asignar una importancia y prioridad equivocadas a los tanques”. Como se verá, sin embargo, los hechos que llevaron a la invasión alemana de 1941 obligaron a Stalin y al entonces jefe del estado mayor general, Zhukov, a rechazar este concepto y confiar casi totalmente en una estrecha cooperación infantería-blindados. Debe de ser mencionado también que un intento paralelo estaba siendo hecho a comienzos de los 30 para confrontarlo con el uso del poder aéreo independiente, las virtudes del cual habían sido exaltadas por el general italiano Douhet. Triandafilov y B. M. Feldmann habían escrito un artículo titulado “Características de las Nuevas Tendencias en la Esfera Militar” en el cual abogaban por la creación de un arma aérea estratégica. Este enfoque fue completamente criticado por R. P. Eideman, el sucesor de Tukhachevski como director de la Academia Militar Frunze, quien creía que el principal papel de la fuerza aérea debería ser apoyar al ejército.

Después de algún grado de debate y estudio, en diciembre de 1934 el comisariado de defensa decidió que el escenario de “batalla profunda” propuesto por Tukhachevski no era meramente un tipo de táctica sino una estrategia completamente nueva y diferente que incluía muchas variantes tácticas. Durante una reunión ese mes, Voroshilov declaró que esta nueva teoría debía de ser puesta en uso práctico de inmediato. Egorov estuvo de acuerdo, manifestando que los tanques serían considerados “unidades fundamentales” en el concepto de “batalla profunda”. Estas teorías fueron, de hecho, contenidas en las Regulaciones de Campaña de 1936 (PU-36). De cualquier manera que uno pudiese intentar aplicar las nuevas ideas de utilizar blindados, la realidad era que Rusia aún carecía de la base industrial para mecanizar al Ejército Rojo tan completamente como sus oponentes potenciales en Occidente. Alemania había comenzado ya su programa de rearme a plena escala en 1934, y había otras nubes amenazantes en el horizonte: la guerra civil española había estallado con total furia en el verano de 1936, y Rusia y Alemania llegarían a estar progresivamente muy implicadas en este conflicto. Un presagio más desalentador para el futuro era también visible en 1936; en agosto comenzaron los juicios por el llamado centro Trotsky-Zinoviev, acontecimientos que resultaron ser los preludios de purgas masivas en el partido, en el mismo aparato de seguridad estatal del NKVD, y finalmente en las fuerzas armadas.

El PU-36 reflejaba completamente las ideas principales sobre la batalla profunda trabajada por Tukhachevski y sus colegas. El PU-36 afirmaba, en parte, que “el enemigo será paralizado en toda la profundidad de su despliegue, rodeado y destruido”. El PU-36 parecía en tono con el resto del mundo cuando el libro de Heinz Guderian Achtung Panzer fue publicado a comienzos del año siguiente. En las operaciones ofensivas, los tanques serán empleados en una escala masiva en escalones, como Tukhachevski había ya expuesto. Tomando una página de los libros de los teóricos occidentales, el PU-36 demandaba que la aviación fuera utilizada también a gran escala “concentrando las fuerzas según las veces y los objetivos que tenían la mayor importancia táctica”. Las nuevas regulaciones de campaña asignaban un papel principal a la artillería en lograr la ruptura táctica de las defensas enemigas.

El día de la “artillería ofensiva” tan efectivamente empleada por el Ejército Rojo aún no había llegado, pero todavía, el PU-36 intentó enfrentarse con el problema de las brechas espaciales que se ensancharían entre los rápidos grupos blindados y las más lentas unidades de artillería. Los alemanes intentaron sortear este problema utilizando el cazabombardero JU-87 Stuka en un papel de apoyo cercado en cooperación con los tanques. Los planificadores rusos, también, favorecieron este enfoque para su aviación, pero las distancias en Rusia resultaron ser demasiados grandes para que la fuerza aérea lo lograra. El hecho es que ningún bando tenía bastante aviación para compensar la carencia de apoyo de artillería autopropulsadas para avances de gran distancia de puntas de lanzas blindadas. Los alemanes se encontraron con esto para su pesar tras penetrar la línea del Dnepr en julio de 1941. Los alemanes pagaron su precio en sangre por esta lección y, tras los reveses en el área del Grupo de Ejércitos Centro en diciembre de 1941, no pudieron recuperar su posición ofensiva en este frente estratégico.

La Academia del Estado Mayor General Soviético, que fue fundada en 1936, tomó a pecho las nuevas regulaciones, pero había aquellos que sentían la necesidad de cautela. G. Isserson, entonces un conferenciante en la academia, apuntó después un defecto fatal en el concepto de batalla profunda. El plan entero estaba predicado sobre la suposición de que sería el Ejército Rojo quien llevaría las ofensivas y que una futura guerra sería librada principalmente en territorio enemigo. En otras palabras, poca o ninguna reflexión estaba siendo abiertamente dada a operaciones de batalla profunda defensiva. Uno sólo tenía que volver los ojos hacia Occidente –el poder creciente de Alemania y la creciente tormenta en España- para ver que esta futura guerra podría tener un comienzo diferente. Los comentarios de Isserson sobre esto son muy interesantes a la luz de los acontecimientos de 1941 que serán examinados después.

“Por otra parte, era la profunda conciencia de los oficiales superiores del estado mayor general de que el período incipiente de la guarra podría comenzar muy diferentemente. En algunos círculos del estado mayor general y en la Academia del Estado Mayor General estos problemas fueron discutidos concretamente y se hicieron los cálculos necesarios. Sin embargo, estas discusiones tuvieron lugar solo a puertas cerradas y no se le dieron divulgación oficial”.

Isserson también dice que el “culto a la personalidad” de Stalin fue responsable de la brecha en la planificación defensiva, pero claramente el problema era mucho más grande que eso. Stalin aún no había tomado el firme control sobre las fuerzas armadas, ni había logrado encontrar personas en las que pudiera confiar que le dieran consejo objetivo sobre la completa dirección de la estrategia militar, y mucho menos de las tácticas. Voroshilov resultó ser una persona trabajadora y servil como mostraría la guerra de 1939 contra Finlandia, y Tukhachevski resultó ser un incordio, coqueteando constantemente con sus contactos en Occidente. Finalmente, estos contactos fueron utilizados por Reinhard Heydrich de la policía secreta nazi SD para fabricar pruebas falsas contra Tukhachevski que lo señalaban como culpable de traición. Si Stalin realmente creyó los documentos falsificados preparados por Heyrich o no es importante; Stalin llegó a creer que Tukhachevski se había vuelto demasiado inmerso en Occidente y no era ya de confianza. Cuando el viejo bolchevique Karl Radek fue llevado a juicio en enero de 1937, un estremecimiento colectivo recorrió la columna vertebral del cuerpo de oficiales en la mención del nombre de Tukhachevski en conexión con cierta prueba que tenía relación con actividades de traición. El fin no podía tardar en llegar. En el verano de ese año, Tukhachevski había sido arrestado y fusilado, y a finales del año una espantosa y sangrienta purga del cuerpo de oficiales estaba teniendo lugar. El instrumento para esta purga fue el aparato de seguridad del NKVD entonces dirigido por N. I. Yehzov, conocido como el “enano sanguinario” (sólo medía cinco pies de altura), cuyo reino de terror fue llamado la “Yezhovschina” en la Unión Soviética. A finales de 1937, Stalin controlaba a las fuerzas armadas con mano de hierro a través de la persona de Lev Mekhlis, el director de la administración principal política militar (PUR). Incluso hoy en día, el nombre de Mekhlis es utilizado como sinónimo del terror en las publicaciones militares soviéticas. Las cifras finales de las purgas revelan las espantosas consecuencias: Alrededor de treinta y cinco mil oficiales ejecutados, casi la mitad del cuerpo. Tres de cinco mariscales fueron ejecutados, 13 de los 15 comandantes de ejército, 57 de los 85 comandantes de cuerpo, 110 de los 195 comandantes de división, y 220 de los 406 comandantes de brigada.

Pero como el fénix de las cenizas, el cuerpo de oficiales surgió de nuevo de las ruinas de la antigua organización. El nuevo grupo de hombres debían sus carreras e incluso sus vidas a Stalin. Los que habían sido perdonados de la purga, como G. K. Zhukov, S. K. Timoshenko y B. M. Shaposhnikov, pudieron ascender rápidamente en la jerarquía siempre y cuando tuvieran los instintos naturales y dotes para sobrevivir en un ambiente muy difícil. El Ejército Rojo no había sido probado en batalla a gran escala desde la guerra con Polonia y el fracasado avance sobre Varsovia en 1920, pero este período de paz fue pronto abruptamente interrumpido. El viejo enemigo de Rusia, Japón, había estado incrementado rápidamente sus fuerzas en China desde 1934, y ahora estaba preparada para probar los nervios del Ejército Rojo en un lugar donde sus líneas de suministro estaban estiradas muy delgadamente: en Mongolia, que se había convertido en un satélite soviético en 1922. Primero en el Lago Khasan en el verano de 1938 y luego en Khalkhin-Gol en la primavera de 1939, los japoneses se afanaron poderosamente con infantería, blindados, artillería y aviación para hacer retroceder al Ejército Rojo hasta la misma Unión Soviética, pero estos intentos fracasaron.

El ataque japonés en el Lago Khasan fue frustrado por el Mariscal Blukher, un hombre curioso que podía haber deseado convertirse en potentado de Siberia- hasta que fue muerto por los esbirros de Yezhov virtualmente en la mañana de su victoria en Mongolia. El asalto japonés en Khalkhin-Gol, por contraste, fue desbaratado por un hombre que recibió altas condecoraciones de Stalin y sobre el que confiaba mucho, Georgii Zhukov. Zhukov fue probablemente exitoso bajo Stalin ante todo porque, al menos en sus primeros años, fue modesto y humilde. Zhukov también tenía otras dos características que el dictador valoraba: tenía el hábito de decir la cruda verdad cuando se le preguntaba (como se verá lo que hizo en 1941) y tenía el hábito de ser recto.

En Khalkhin-Gol, Zhukov utilizó una contraofensiva de armas combinadas para barrer al enemigo del campo de batalla. Ha sido dicho que aquí demostró la efectividad de un ataque blindado independiente, pero esto no es realmente cierto. Hubo un despreocupado cerco blindado de algunas unidades japoneses, pero fue llevado a cabo en un frente estrecho con limitado alcance y profundidad, que apenas puede ser comparado con los grandes “calderos” de los panzer alemanes de 1941. Tras Khalkhin-Gol, Zhukov era definitivamente una estrella en ascenso. Obtuvo más experiencia en Finlandia y en Besarabia en 1940. Finalmente, él fue de quien dependió Stalin para sacar a Rusia de la peor crisis a la que ésta se enfrentaba desde el siglo diecisiete.

Como resultado de las experiencias de Zhukov contra los japoneses y las dificultades del comandante de tanques D. G. Pavlov en España, en noviembre de 1939 se emitió una orden para disolver los cuerpos de tanques, que habían sido creados primeramente en 1932 (entonces llamados cuerpos mecanizados), y utilizar los tanques en estrecha cooperación con la infantería. Los intentos de Pavlov de emplear blindados independientemente habían sido penosos en Esquivas, al sur de Madrid, donde los tanques operando dentro de un pueblo con calles estrechas sin apoyo de infantería habían resultado ser muy ineficaces. Pero la controversia respecto a los tanques estaba lejos de acabar, especialmente tras el fracaso del Ejército Rojo de obtener una victoria decisiva en Finlandia en la guerra de invierno de 1939-1940 y tras la rápida derrota relámpago de Francia a manos de Guderian en mayo-junio de 1940. El debate se avivó nuevamente en un artículo de I. P. Sukhov titulado “Tanques en la Guerra Contemporánea” publicado poco antes de la caída de Francia. Sukhov era un veterano conferenciante, y después director, de la Academia Militar para la Motorización y Mecanización del Ejército Rojo en Moscú. Negaba que los tanques operando profundamente dentro de las fuerzas enemigas, ya sea en sus flancos o en la retaguardia, aventuraran un desastre. También, descontaba los potencialmente desastrosos problemas de suministros a los que las unidades blindadas deberían enfrentarse operando lejos de sus propias bases. Todas estas dificultades podían ser superadas, decía, creando masas de infantería motorizada que viajarían en vehículos con orugas y serían capaces de mantener el mismo paso que los blindados en avance. La artillería motorizada también sería necesaria, pero aquí el uso adecuado de aviación de apoyo compensaría las deficiencias en la potencia de fuego de largo alcance. El artículo de Sukhov es interesante por varias razones. Ante todo, esta era precisamente la teoría que la Wehrmacht intentó poner en práctica en Rusia un año después. En segundo lugar, aunque el Ejército Rojo emprendió un rápido y radical cambio de actitud y trató de implementar algunas de estas ideas, se permitió un pequeño y precioso tiempo para permitir adquirir el nivel necesario de motorización para el Ejército Rojo. En tercer lugar, esta teoría está muy cerca de lo que el Ejército Rojo realmente es capaz de hacer hoy en día.

Como será visto más tarde, el Ejército Rojo experimentó un poderoso tirón en la segunda mitad del 1940 y en los primeros meses de 1941 en un intento por tratar el problema de los cuerpos mecanizados. Como ha sido afirmado, las realidades económicas forzaron una cierta lógica en el Ejército Rojo hasta donde la planificación estratégica y táctica eran afectadas. Ahora la cuestión que debe ser preguntada. ¿Qué estaban haciendo los rusos con su economía? No hay ni que decirlo, la respuesta es difícil de encontrar, pero es posible hacer algunas suposiciones perspicaces. De todas las ramas principales de la industria militar en vísperas de 1941, el mayor desarrollo se había logrado en artillería, especialmente en la producción de cañones. Esto no era un accidente, pues la artillería se consideraba de importancia primaria. Además de un breve episodio en 1941, la artillería era considerada por el alto mando del ejército como el principal arma de ataque en guerra. El verdadero “dios de la guerra”, como Stalin llamaba a la artillería, era el excelente cañón soviético de 76 mm, que disparaba veinticinco proyectiles de 6.21 kilos por minuto con una velocidad inicial de 680 metros por segundo. Este cañón fue producido por incontables millares durante toda la guerra en muchas variantes, incluyendo para ser montados en el tanque T-34 con efecto devastador. El arsenal artillero soviético en junio de 1939 era de 45.790 cañones, y de mayo de 1940 a finales de junio de 1941 la producción de artillería fue aumentada a más del 150%.

Sin embargo, había algunas deficiencias en la artillería. Khalkhin-Gol y Finlandia habían mostrado la necesidad de más morteros, y la carencia de buena artillería antiaérea y antitanque era también reconocida, pero estas deficiencias fueron grandemente remediadas en junio de 1941. Había también problemas con armas portátiles de infantería y la necesidad de un buen subfusil que pudiera ser producido en grandes cantidades. Esto fue finalmente obtenido con el desarrollo del famoso PPSh1941. Pero, intentándolo como pudiera, la economía soviética era capaz de aumentar la producción de rifles y carabinas solamente un 16% sobre lo que había logrado en 1940, un nivel claramente insatisfactorio, e indicativo de la carga colocada sobre la base industrial.

Con respecto a los blindados. Las fuentes soviéticas dan las siguientes cifras de producción para los últimos modelos de tanques antes de la guerra:

1940 Primera mitad de 1941
Tanques pesados KV 243 393
Tanques “medios” T-34 115 1110

Los pesados KV (Klement Voroshilovs) eran producidos en la fábrica Kirov en Leningrado y en la fábrica de tractores Cheliabinsk en los Urales. Los T-34 eran producidos en la fábrica de tractores de Stalingrado, que también fabricaba motores diesel en grandes cantidades, como lo hacía las instalaciones diesel de Kharkov. El tamaño total del parque de tanques soviético en 1941, que se creía que era el mayor del mundo, es difícil de estimar, pero era claramente superior a la estimación de la inteligencia alemana de alrededor de diez mil. En julio de 1941, Stalin envió una carta a Roosevelt dándole la cifra de veinticuatro mil. Esta cifra casan bien con la mejor estimación actual occidental (22.700). Durante los planes quinquenales orientados a las fuerzas armadas, la Unión Soviética había estado vertiendo alrededor del 26% de su inversión de capital en defensa, lo que le permitió acumular vastos depósitos de armas. Por contraste, en 1941 los alemanes habían equipado veintiuna divisiones panzer, cada una con alrededor de 165 tanques. De esta cifra, diecisiete fueron desplegadas en el frente oriental en junio. Los alemanes comen-zaron la guerra en el este con sólo 3.580 tanques y cañones autopropulsados, y de estos, casi 439 eran los modernos Panzer IV. En todo 1941 Alemania produjo sólo 3.796 tanques y cañones autopropulsados.

Quizás el área de mayor deficiencia en el armamento soviético era la del transporte motorizado. En 1941, los cuerpos mecanizados tenían aproximadamente un tercio de sus camiones necesarios. Esta falta de vehículos actuó como un serio obstáculo para la capacidad del Ejército Rojo de maniobrar rápidamente a lo largo de toda la guerra. Al finalizar la guerra, los ejércitos de tanques rusos estaban aún un 10-25% cortos de vehículos, pero incluso este incremento en números no fue debido a la producción autóctona. En la primavera de 1945, las fuerzas armadas soviéticas se estimaban que tenían alrededor de 665.000 vehículos de motor de todos los tipos; de estos, alrededor de 427.000 habían sido enviados a la URSS desde los Estados Unidos a través del acuerdo de Préstamo y Arriendo. Se cree que en 1945 el 50% de todos los vehículos actualmente en servicio en las fuerzas armadas soviéticas eran norteamericanos. Esta ayuda, más cientos de locomotoras y miles de vagones de ferrocarril, grandes cantidades de aviones, y otras clases de equipo, como radios, dio a los rusos el transporte, la movilidad y las comunicaciones que necesitaban para derrotar a la Wehrmacht. Sin esta ayuda, su completa y estratégica victoria habría sido extraordinariamente más difícil, si no imposible.

La enorme inversión soviética en la fabricación de armas debió de poner en tensión a una economía que produjo en 1940 solamente 18,3 millones de toneladas métricas de acero frente a los 65,5 millones de Estados Unidos, los 13,2 millones de Gran Bretaña y los 31.8 millones de Alemania (con sus territorios ocupados). Después de comenzar la guerra para Rusia en junio de 1941, incluso se produjeron mayores niveles de armamento. En la segunda mitad de 1941, la Unión Soviética produjo 4.177 tanques. En 1942, Rusia produjo 25.000 aviones frente a los 14.000 de Alemania, 24.700 tanques y vehículos blindados frente a los 9.300 de Alemania, 29.500 piezas de artillería superiores a 76 mm frente a los 12.000 de Alemania, 4.049.000 de rifles y carabinas frente al 1.370.000 de Alemania. Estas estadísticas gráficas sólo significaban la condena para Alemania tras el fracaso de su campaña relámpago en Rusia. Las razones de este fracaso serán examinadas en los siguientes capítulos.

(continuará)
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josé luis
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Mensaje por josé luis »

Estimado Medina,

No pretendo ser inoportuno, pues cada cual tiene el derecho de sacar a colación el tema que quiera y desarrollarlo con los artículos que considere pertinentes. Pero el libro de Fugate contiene un montón de falsedades (si no literalmente invenciones) que se concentran en su argumento central de que Zhukov y Stalin estaban preparados para el golpe alemán de Barbarroja. Este argumento es insostenible y ha quedado repetidamente en evidencia por las intervenciones de especialistas como Glantz y Erickson. Fugate simplemente inventa.

Yo no voy a realizar una crítica demoledora de su libro. Para ello debe buscarse entre la literatura especializada, pero como ejemplo sirva la crítica servida en este enlace:

http://www.airpower.maxwell.af.mil/airc ... watts.html

artículo que que imagino que conocerás.

Espero que no tomes a mal esta indiscreción que me tomo al interrumpir brevemente el artículo que estás trascribiendo, que por otra parte será muy interesante para los foristas que no hayn tenido la oportunidad de leerlo.

Un saludo cordial y aadelante,
José Luis
“La autoridad del Estado no puede existir como un fin en sí mismo, ya que en tal caso todas las tiranías de la Tierra serían inatacables y quedarían consagradas. Si un Gobierno recurre a la fuerza para llevar a un pueblo a la ruina, la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada ciudadano de ese pueblo” (Adolf Hitler, “Mi Lucha”).
ImagenImagenImagenImagen
Medina

Mensaje por Medina »

Tercera y última parte del capítulo I de Fugate.

La Estrategia para la Defensa de la Unión Soviética en 1941.
El asombroso éxito logrado por la Wehrmacht en el verano y en el otoño de 1941 ha impulsado a la mayoría de los expertos militares en Occidente ha asumir que Rusia fue cogida desprevenida por lo repentino del asalto alemán. Ha sido asumido por los generales e historiadores más informados que la URSS no tenía una estrategia para defenderse en 1941 y que el Ejército Rojo fue hecho retroceder por los invasores confuso hacia el interior de su patria, donde fue finalmente salvado por una milagrosa combinación de un temprano y severo invierno y por algunos increíbles errores, en su mayor parte de Hitler, por parte de los alemanes.

Tan fáciles como estas interpretaciones pueden ser aceptadas, no obstante dejan varias cuestiones sin responder: (1) Tras sufrir severas pérdidas cerca de la frontera en junio de 1941, ¿cómo fue capaz el Ejército Rojo de reagruparse tan rápidamente y ofrecer una resistencia tan tenaz un mes después en Kiev-Korosten, Gomel, Smolensk-Yelnia y Velikie Luki-Staraia Russa? (2) ¿Cómo pudo la desesperada situación que existían en el área del Grupo de Ejércitos Sur Alemán y en el flanco sur del Grupo de Ejércitos Centro en julio-agosto de 1941 posiblemente haber permitido la rápida continuación de una ofensiva en dirección a Moscú? (3) ¿Porqué grandes cantidades de los novísimos tanques T-34 y KV, junto con el último modelo del avión MiG-3 y otros, comenzaron a aparecer en octubre, después de que el grueso de los blindados y de la fuerza aérea soviéticas supuestamente hubieran sido destruidos en las anteriores de batallas de cerco y aniquilación en Bialystok-Minsk, Smolensk y Kiev? (4) ¿Cómo fue el Ejército Rojo capaz de montar una contraofensiva a comienzos de diciembre a las mismas puertas de Moscú con una fuerza de siete ejércitos, una fuerza que permitió disfrutar de una superioridad numérica del 50% sobre la Wehrmacht a lo largo de algunos ejes claves del ataque? Si las respuestas a estas cuestiones son ignoradas o barnizadas, entonces los mismos hechos tendrán que ser dejados aparte o deliberadamente distorsionados. No engañaran para presentar que el clima o los errores de Hitler expliquen qué le sucedió al Ejército Alemán en 1941. Sólo indagando más profundamente en los acontecimientos del verano de 1941 será posible explicar lo que condujo al desastre de Alemania.

A finales de 1940, las amalgamadas operaciones profundas y los métodos de tácticas de armas combinadas, tan desarrolladas y modificadas por V. K. Triandafilov y M. N. Tukhachevski entre 1929 y 1936, se habían acercado peligrosamente a convertirse en una espada de un solo filo, afiladas para cortar al enemigo en avances ofensivos bien definidos, pero mal diseñadas para esquivar golpes en una maniobra defensiva. La razón para esto era que, después de las purgas en las fuerzas armadas en 1937-1938, a la planificación de la defensa se le dejó languidecer. Si la Unión Soviético tenía que continuar colocando sus esperanzas de ser capaz de comenzar una guerra contra Alemania en el momento y el lugar de su propia elección, presumiblemente en 1943 ó 1944, después de que Alemania se hubiera vuelto de nuevo frenada en una guerra terrestre en su frente occidental, entonces, sin dudas, el gran problema se habría resuelto. Que el país encontrase su salvación antes de que fuese muy tarde no fue debido a la suerte o al destino –fue debido a la sensata visión de un notable hombre, Georgii Zhukov. Fue Zhukov quien tomó los preceptos básicos de las tácticas de operaciones profundas de armas combinadas, elaboradas en muchas de sus esencias en la década de 1930, y dio al Ejército Rojo un plan concreto y realizable para la defensa en 1941. Zhukov tenía sólo cuatro escasos meses y medio para llevar a efecto sus ideas. Que el estado soviético exista hoy es testamento de la exactitud de su visión, aunque recibió una cantidad extraordinaria de ayuda en la forma de los notables errores cometidos por Hitler y el alto mando alemán.

Las teorías de acción ofensiva de Tukhachevski, unidas a las tácticas de armas combinadas y de operaciones profundas, han sido discutidas muchas veces y con todo lujo de detalles por los historiadores soviéticos. Hay también algunos excelentes comentarios occidentales sobre este tema, pero ninguno de ellos, del este o del oeste, intentan mostrar la cercana interrelación de teoría y práctica en 1941, pues las tácticas de operaciones profundas y de armas combinadas resultaron ser una base única para la formulación de una estrategia defensiva para la Unión Soviética. Es cierto que la línea que separa estrategia de tácticas parece algo metafísica, pero el desarrollo de la teoría de operaciones profundas había ya abierto el camino en el pensamiento militar soviético para la planificación táctica a gran escala. Debido a los esfuerzos de Tukhachevski, en 1936 la URSS ya había desarrollado dos estrategias independientes ofensiva y defensiva fundadas sobre los preceptos de las teorías de tácticas de operaciones profundas y de armas combinadas. Pero después de la ejecución de Tukhachevski en 1937, se prestó poca atención sobre el aspecto defensivo de una futura guerra, o sobre una guerra en el territorio de la misma Unión Soviética. A comienzos de 1941, Zhukov había logrado aunar estas estrategias ofensiva y defensiva en un armonioso concepto de guerra que iría más allá de los planes simples y francos de sus futuros adversarios. Pero no todo sería fácil para el Ejército Rojo o para el pueblo ruso. Zhukov tuvo que hacer algunas suposiciones críticas sobre los esquemas de los alemanes para lograr una victoria estratégica sobre su país. Estuvo a punto de equivocarse.

Al trabajar los planes para una defensa estratégica a gran escala, Tukhachevski y los ulteriores teóricos aprovecharon bien la mayoría de los dos activos que la URSS tenía en abundancia, distancia y mano de obra –muchos de los cuales podían ser sacrificados al comienzos (si era necesario) con objeto de recobrar la iniciativa y dar al enemigo un revés en el momento apropiado. Para desarrollar un método adecuado para llevar a cabo una defensa estratégica contra una invasión desde el oeste, Tukhachevski y sus sucesores utilizaron la teoría de las operaciones profundas de escalonar las fases de una ofensiva al revés. En una ofensiva de operaciones profundas cada arma o grupo de armas era asignada a posicionarse en los escalones atacantes según las características de velocidad, armamento y de potencia de fuego que cada una poseía. La estrategia para la defensa reflejaba esencialmente este concepto, visualizando el escenario de batalla como estando dividido en tres zonas de maniobra: (1) la zona táctica de defensa, el área inicialmente afectada por el ataque enemigo; (2) la zona operacional de defensa, el área detrás y a más de 250 kilómetros de la retaguardia de la línea principal de resistencia; y (3) la zona estratégica de defensa, en un área de 250 kilómetros por detrás de la principal línea de resistencia. En el plan original de Tukhachevski los ejércitos fronterizos situados más al oeste, protegidos por sus fortificaciones, serían sólo lo primero, esto es, la zona táctica de defensa. Sería la tarea del grupo operacional por detrás de la primera zona táctica atacar los flancos del ejército enemigo cuando avanzara más hacia el este, agotando al adversario y drenando su fuerza mientras esperaba el momento adecuado para emplear al tercer escalón, la reserva estratégica, en una maniobra contraofensiva total. La situación político-estratégica en 1941 había cambiado mucho de la que había sido en 1934, pero fue la base de las teorías de Tukhachevski sobre las que la Academia del Estado Mayor General comenzó a trabajar en 1936 preparando a los futuros altos oficiales del país para la guerra que se aproximaba. Desafortunadamente, sin embargo, la preparación de un minucioso plan de defensa antes de 1941 no fue posible, por varias razones.

A todo lo largo del año 1940, el liderazgo político y militar del Ejército Rojo estuvo sobre una pista falsa, guiado por la suposición de que la clase más probable de operación a la que las fuerzas armadas se verían obligadas a emprender sería una ruptura de una zona fortificada enemiga, como había sido el caso en la guerra de invierno en Finlandia. En un artículo publicado en febrero de 1941, el Mayor General K. D. Golubev, comandante del Décimo Ejército, situado en el saliente de Bialystok, declaraba que el Ejército Rojo estaba estudiando en detalle las experiencias de operaciones de ruptura en 1914-1918, 1939-1940 y “la excepcionalmente rica experiencia en la ruptura de la Línea Mannerheim”. Otro hecho que retrasó los preparativos de la defen-sa misma fue el pánico momentáneo en el verano de 1940 que afectó a todo el mundo, aparentemente también a Stalin, tras la veloz victoria alemana sobre Francia. En junio de 1940, el comisario para la defensa, S. K. Timoshenko, informó a Stalin sobre los resultados de la campaña relámpago alemana. Durante este mismo mes, Timoshenko ordenó, con la aprobación de Stalin, el reestablecimiento de las grandes unidades blindadas que habían sido disueltas en noviembre de 1939. En febrero de 1941, se autorizó la formación de veinte cuerpos mecanizados, cada uno compuestos de dos divisiones de tanques y una motorizada, más o menos sobre el modelo alemán. Los nuevos cuerpos mecanizados serían organizaciones particularmente grandes, teniendo cada división de tanques 375 tanques, 11.343 hombres y 60 cañones. La división motorizada, además de dos regimientos motorizados y otras unidades, tendría 275 tanques ligeros. El total para el cuerpo se pretendía que fuera de 37.000 hombres, 1.025-1031 tanques, 268 vehículos blindados y 358 cañones y morteros de 76 mm a 122 mm. Por contraste, el cuerpo de tanques de 1939 se suponía que tenía 660 tanques, 118 piezas de artillería y 12.710 hombres. Tales reacciones espasmódicas a los acontecimientos no pudieron ayudar pero tuvieron un efecto adverso sobre la coordinación de planes para la defensa. De hecho, la Unión Soviético no tuvo casi tiempo suficiente para llevar a cabo tal mecanización masiva del Ejército Rojo; las fuentes soviéticas señalan que en junio de 1941 sólo cuatro de los nueve cuerpos mecanizados existentes estaban completamente preparados para la batalla. Otro solución más práctica para enfrentarse a la amenaza alemana tenía que ser encontrada apresuradamente.

No es fácil explicar la constante preocupación del Ejército Rojo con los métodos de guerra ofensiva durante los años 1939 y 1940 sin suponer que Stalin albergaba la secreta intención de lanzar, tarde o temprano, un avance hacia el oeste. Se ha dicho que fue la decisión personal de Stalin la que forzó al Ejército Rojo a basarse en sus tácticas de operaciones profundas de armas combinadas sobre la premisa de que sería la Unión Soviética quien tomaría la ofensiva y llevaría la guerra inmediatamente en territorio enemigo. Por esta razón, la controversia sobre una estrategia ofensiva frente a una defensiva para enfrentarse a la amenaza alemana no fue finalmente resuelta hasta una serie de conferencias del Kremlin y unos juegos de guerra celebrados a finales de 1940 y comienzos de 1941. Fue entonces, durante el metódico examen de las alternativas disponibles para el Ejército Rojo y probar varias soluciones para los problemas tácticos sobre el mapa, cuando Zhukov elevó en su ascendencia. A los ojos de Stalin, Zhukov había previsto correctamente el curso de los acontecimientos próximos, y desde enero de 1941 en adelante, los destinos de este hombre y de la Unión Soviética estaban inseparablemente entrelazados.

La primera ronda de conferencias fueron celebradas el 23-31 de diciembre y a ella acudieron los comandantes de los distritos militares y ejércitos, miembros de los concejos militares, los jefes de estado mayor de los distritos y ejércitos, comandantes de academias militares, profesores de ciencia militar, los oficiales de mayor importancia del Estado Mayor General, y otros, incluyendo miembros del Politburó. Virtualmente, todo el énfasis de esta conferencia fue sobre el desarrollo de operaciones ofensivas. Es significativo que en el informe de recapitulación de Timoshenko no hubiera ni una sola palabra sobre estrategia o tácticas defensivas.

Zhukov, presente como cabeza del Distrito Militar Especial de Kiev, se le había sido notificado en septiembre que preparase un informe para la conferencia titulado “La Naturaleza de las Modernas Operaciones Ofensivas”. No es probable que a Zhukov le fuera asignado este tema accidentalmente, pues su reputación como líder de operaciones ofensivas había sido ya bien establecida en Khalkhin-Gol contra los japoneses en 1939 y había obtenido más experiencia en el verano de 1940 cuando la Unión Soviético ocupó el norte de Bukovina y Besarabia. Del contenido de este informe, puede verse que Zhukov había avanzado un largo camino hacia aunar las tácticas de operaciones profundas y armas combinadas en una nueva clase de estrategia ofensiva. La confianza sobre “ejércitos de choque” de armas combinadas para lograr rupturas que pudieran avanzar a profundidades de más de dos o trescientos kilómetros era lejanamente más razonable que el plan alemán de explotar una ruptura estratégica para distancias de más de mil kilómetros dentro de Rusia.

El carácter del cometido de Zhukov también revela la importancia que el Kremlin destinaba al área sur de las Marismas Pripet como un área para una futura ofensiva. Esto era porque el primer comandante de operaciones ofensivas en el Ejército Rojo había sido nombrado para encabezar el Distrito Militar Especial de Kiev. Las concentraciones de tropas reunidas en los distritos militares Oeste y Kiev en 1940 fueron empleadas en una misión ofensiva. Las fuentes soviéticas, por supuesto, no dicen que la URSS habría comenzado la guerra con un acto de agresión; no obstante, dejan claro que las fuerzas en los salientes de Lvov y Bialystok tenían un propósito ofensivo. Un informe de inteligencia del Estado Mayor General Alemán del 20 de mayo de 1941 pronosticaba una ofensiva soviética desde Czernowitz-Lvov hacia Rumania, Hungría y el este de Galitzia, con una operación de respaldo desde la Rusia Blanca hacia Varsovia y Prusia Oriental. La ofensiva se sucedería inmediatamente después del comienzo de hostilidades con las poderosas fuerzas desplegadas en los dos salientes occidentales. Al reunir una potente fuerza en Ucrania, Stalin esperaba ser capaz de despojar a Alemania del 90% de su petróleo de una vez, si la guerra llegaba de repente, o intimidar a Rumania lo bastante como fuera posible, si la guerra se retrasaba. Jugar un doble juego como este tan cerca de la línea de demarcación con Alemania era, sin embargo, jugar con fuego, pues aunque los salientes de Bialystok y Lvov eran buenos para ocupar en fuerza desde un punto de vista ofensivo, desde el punto de vista defensivo estas posiciones eran de distinto valor.

Tras el informe de recapitulación de Timoshenko en la conferencia del Kremlin, el 30 de diciembre Stalin convocó a un grupo de generales y comenzó a preguntarles sobre el juego de guerra programado para el día siguiente. Aunque Zhukov, que estaba presente, menciona esta reunión, no explica la razón de Stalin para convocarla, pero debía de haber sido para discutir alguna cuestión grave. Puede ser que Stalin interviniera en el programa para el ejercicio antes de que se desarrollara y seleccionó con mucho cuidado a Zhukov para que hiciera el papel de un agresor alemán, pero Zhukov es vago en este punto, afirmando meramente que este elección estaba hecha sin decir por quién. Al final de la conferencia de diciembre, es evidente que Stalin estaba comenzando a tener serias dudas sobre qué estaban preparando para hacer los alemanes en 1941. Stalin había basado sus planes sobre la esperanza de que el Ejército Rojo tuviera otros dos o tres años de respiro antes de ser empleado en una guerra a gran escala, pero debía de haberse dado cuenta de que el tiempo se acababa. Según una fuente soviética fiable, el agregado militar ruso en Berlín recibió información detallada sobre la directiva Barbarroja de Hitler (ordenando una invasión de Rusia) de una carta anónima el día de Navidad de 1940 o una semana después fue enviada. Si se asume que Stalin consideraba esta información auténtica, esto puede haber sido la base para sus instrucciones a Zhukov sobre su papel como agresor alemán en los juegos de guerra.

Antes de la intervención de Stalin en el juego de guerra, es probable que Zhukov creyera participar en un solo ejercicio que implicaba una ofensiva soviética desde Ucrania hacia Rumania y Hungría. La evidencia para apoyar esta conclusión es circunstancial, pero es un hecho que dos juegos de guerra se desarrollaron en la primera mitad de enero de 1941, en lugar del único juego que Zhukov menciona en sus memorias. En el primer juego, el probablemente ordenado por Stalin, Zhukov dirigía una ofensiva “azul” (alemana) desde el lado oeste del tablero contra el bando “rojo” dirigido por el General D. G. Pavlov, entonces comandante del Distrito Militar Especial Oeste. Stalin tenía ahora que decidir si la estrategia de vanguardia basada en utilizar los salientes occidentales como trampolines de futuras operaciones ofensivas podía ser adaptada para la defensa en una emergencia. Si los consejeros de Stalin como Pavlov y el jefe del estado mayor general, K. A. Meretskov, estaban en lo cierto, las potentes fuerzas móviles agrupadas en estas áreas serían capaces de servir en una operación defensiva, si fuera necesario, amenazando una ruptura alemana desde los flancos. El brillante manejo del juego de Zhukov y el análisis de los dos juegos de guerra demostraron, sin embargo, cuan catastrófica hubiera sido una estrategia de vanguardia.

Durante el primer teórico pase en armas, Zhukov obtuvo una victoria aplastante sobre Pavlov, lo cual no era sorprendente considerando el descuido de la planificación defensiva durante los cuatro anteriores años. Al elegir las posibles vías de ataque contra la Unión Soviética, Zhukov eligió alternativas que aparentemente correspondían muy de cerca con las favorecidas por el estado mayor general alemán. El mismo Zhukov es poco claro sobre cuales eran sus planes para el juego, pero informes procedentes de otras fuentes indican que lanzó tres golpes simultáneos contra la URSS, con el peso principal cayendo al norte de las Marismas Pripet. Este ofensiva “alemana” atravesó la zona fortificada soviética a lo largo de la frontera y destruyó a los grupos del Ejército Rojo de Grodno y Bialystok y luego los hizo retroceder hacia la región de Lida. Fue en este punto cuando el juego tuvo que detenerse ya que los “azules” habían logrado establecer los prerrequisitos necesarios para una victoria. En una serie veloz de maniobras, Zhukov había expuesto una y otra vez la falacia de una estrategia de vanguardia que situaba a la parte principal del Ejército Rojo demasiado cerca de la línea de demarcación con Alemania, una política que no permitía la clase de escalonamiento necesario para prevenir que un asalto alemán empleara fuertes golpes blindados en el área del saliente de Bialystok. Después de desmantelar fácilmente a la estrategia de vanguardia de Pavlov-Meretskov por un ataque desde el oeste, Zhukov probaría ahora cuan arriesgada podría haber sido esta estrategia para llevar a cabo una ofensiva desde el este.

En el segundo juego, muy probablemente el único originalmente programado, Pavlov y Zhukov cambiaron de bando, pero esta vez la acción fue confinada al área del frente sudoeste en Ucrania, y el “azul” controlaba territorio a través de la frontera. Ningún relato ha sido publicado de cómo se desarrolló el segundo juego de guerra, pero es evidente por comentarios hechos sobre él en el análisis subsiguiente presentado a Stalin que una ofensiva desde Ucrania hacia Hungría y los Balcanes habría sido extremadamente arriesgada, considerando el número pequeño de tanques modernos y de vehículos de transporte que el Ejército Rojo tenía a su disposición en 1941. Con fuerzas tan limitadas, Zhukov se vio forzado a maniobrar sus tanques en un solo escalón ofensivo y fue capaz de obtener una superioridad en fuerza en la dirección principal de ataque únicamente debilitando los llamados sectores pasivos del frente. Zhukov no dice cuáles fueron los resultados de los esfuerzos “rojos “ durante el segundo juego, pero comenta que Stalin quedó realmente perturbado sobre su resultado.

En su explicación a Stalin del método de la operación ofensiva “roja” ejecutada en el segundo ejercicio, Meretskov exhibió un mapa hipotético mostrando una situación en la cual de sesenta a sesenta y cinco divisiones soviéticas aplastaban una fuerza alemana defensora de cincuenta y cinco divisiones. En respuesta a la pregunta de Stalin sobre cómo podía ser lograda la victoria con una ventaja tan leve en fuerza, Meretskov respondió que el Ejército Rojo no tenía una superioridad general en efectivos y potencia de fuego, pero una superioridad local podía ser obtenida en la dirección principal de una ofensiva retirando unidades de sectores tranquilos. Stalin contradijo esto y dijo que los alemanes tenían suficientes fuerzas mecanizadas para maniobrar rápi-damente y compensar un balance de fuerza temporalmente desfavorable a su favor. También aconsejó a Meretskov que prescindiera de hipótesis y que llegara a detalles específicos, preguntándole, “¿Quiénes ganaron, los rojos?”. El jefe del estado mayor general evitó dar una respuesta directa, sin embargo, diciendo únicamente que los “azules” eran muy fuertes en tanques y aviación. Stalin luego selló el destino de Meretskov desechando sus pretensiones de superioridad cualitativa para las divisiones soviética, particularmente las divisiones de fusileros, por ser “cosas de agitadores, no realistas”.

Por su parte, Pavlov intentó explicar los fracasos de los “rojos” en los dos juegos de guerra haciendo un pequeño chiste sobre cómo cosas como una derrota inesperada a menudo ocurren en los ejercicios de mapa, pero Stalín era un hombre mortalmente serio y su sentido del humor desaparecía cuando llegaba el momento de decidir graves asuntos. Pavlov finalmente tendría que pagar el precio último por su incapacidad para comprender esto.

Tras algunos informes adicionales inciertos o embrollados de Timoshenko, G. I. Kulik y otros, que debió de haber sido una confirmación de absoluta frustración, Stalin entonces preguntó si alguno más deseaba hablar. Fue Zhukov quien respondió. El comandante del distrito de Kiev señaló, muy correctamente, que la región fortificada de Brialystok, abarrotada muy lejos al oeste en una saliente indefendible, estaba a merced de las fuerzas enemigas situadas alrededor de Brest Litovsk y Suvalki. En respuesta a una pregunta de Pavlov, Zhukov replicó que él también consideraba que las regiones fortificadas en Ucrania estaban situadas muy cerca de la frontera. Su recomendación más ardiente fue que la primera línea principal de defensa fuera construida no más cerca de 100 kilómetros de la frontera. La importancia que Stalin prestó a estas recomendaciones debe ser juzgada por el hecho de que al día siguiente de los informes finales sobre los juegos de guerra, 14 de enero de 1941, Stalín anunció la decisión del Politburó de reemplazar a Meretskov por Zhukov como jefe del estado mayor general.

Al asegurar el nuevo nombramiento de Zhukov, Stalin estaba, en esencia, dispuesto a abandonar sus planes para el despliegue de las fuerzas ofensivas del Ejército Rojo en las expuestas regiones lejanas del oeste. La evidencia con respecto a las intenciones alemanes en 1941 había estado acumulándose con creciente fiabilidad cuando se acercó la primavera, y después de principios de marzo no se pensaba acumular más hombres y material cerca de la línea de demarcación. El objetivo ahora sería concentrarse totalmente en los medios de repeler la inminente invasión.

Tras la guerra, Stalin, y después Zhukov, fueron criticados por fracasar en situar fuerza bastante a lo largo de la frontera estatal para repeler a los invasores tan pronto como éstos pusieron pie en suelo soviético. Según la interpretación dada por Kruschev en el Veinte Congreso del Partido en 1956, Stalin temía prestar atención a las advertencias de un ataque inminente y descuidó fortificar la frontera apropiadamente porque era remiso a hacer nada que pudiera provocar a los alemanes hacia una agresión. En respuesta a esta acusación, Zhukov ha replicado como sigue:
En estos últimos años se ha convertido en práctica común culpar al Cuartel General por no haber ordenado la retirada de nuestra fuerza principal de la zona interior con objeto de rechazar al enemigo. No me aventuraría a adivinar retrospectivamente el probable resultado de tal acción… Está dentro de lo posible, sin embargo, que estando mal equipados con instalaciones antitanques y antiaéreas y poseyendo menos movilidad que las fuerzas enemigas, nuestras tropas podrían haber fracasado en resistir los poderosos avances de las fuerzas panzer enemigas y podrían, por lo tanto, haberse encontrado en un apuro tan grave como algunos de los ejércitos de la zona fronteriza. Ni está claro que situación podría entonces haberse desarrollado en el futuro en las proximidades a Moscú y Leningrado y en las áreas sureñas del país.

Aquí Zhukov ha refutado elocuentemente la argumentación de que el Ejército Rojo podría haber detenido a la Wehrmacht en la frontera en 1941. Es claramente visible que Zhukov nunca pretendió situar al cuerpo principal del Ejército Rojo cerca de la sacudida inicial de la acometida, despojándole de la posibilidad de maniobrar mientras lo dejaba en una posición altamente vulnerable de ser aislado y luego aniquilado. Zhukov sabía que los avances blindados alemanes tendrían que ser continuamente drenados de energía por sucesivos escalones de defensa situados profundamente dentro de Rusia. Tras un período de defensa activa, de absorber y de entorpecer el ímpetu del enemigo, las condiciones se volverían favorables para el lanzamiento de una contraofensiva por el último escalón, la reserva estratégica. Tal plan, por supuesto, significaría que un terrible desastre ocurriría en las fuerzas del primer escalón, que tendrían que defender su terreno mientras los blindados alemanes fluían alrededor de ellos.

Debería preguntarse cómo podía ser aprobada una estrategia militar que cedía tanto territorio y colocaba a la población de las zonas ocupadas bajo tal peligro extremo. Los judíos, en particular, entre las minorías nacionales soviéticas, muchos de los cuales vivían en la Rusia Blanca y en el oeste de Ucrania, podían esperar sufrir mucho de la ocupación nazi. Hay prueba para apoyar la creencia de que la actitud general de Stalin hacia los judíos no era muy diferente de la de los nazis. En agosto de 1939, en el momento de las negociaciones sobre el “Tratado de Amistad” Germano-Soviético, que llevó al desmembramiento de Polonia, Stalin le dijo a Ribbentrop, el ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, que los judíos eran únicamente tolerados en Rusia porque no eran de la clase culta nativa rusa y que, cuando tal clase se desarrollara en la Unión Soviética, los judíos podrían estar dispuestos. Con respecto a las otras nacionalidades, pueden haber sido otras que las razones puramente militares para la preocupación de Stalin con la defensa de Ucrania. En su discurso secreto al Veinte Congreso del Partido en 1956, Kruschev comentó que Stalin tendría que haber recolocado a los ucranianos, la mayor minoría no rusa en la URSS, como lo había hecho con pueblos más pequeños (como los calmucos y los chechenos) durante la guerra, pero que “había demasiados de ellos y no había lugar al cual deportarlos”. La preocupación de Stalin sobre la lealtad de los ucranianos al régimen soviético estaba justificada, ya que la población civil allí estaba, en general, bien dispuesta hacia Alemania. Las duras políticas de ocupación alemanas como el mantenimiento de las granjas colectivas y el transporte de trabajadores forzados al Reich, sin embargo, rápidamente gastaron la reserva de buena voluntad.

Stalin, entonces, contaba con las nacionalidades minoritarias para combatir a los nazis ya que creía que el tratamiento que les daría los alemanes causaría resentimiento y miedo. En este respecto, Hitler cometió el mismo error que Napoleón, descontando la necesidad de ganar una guerra política en Rusia así como también una militar. ¿Cómo podía Stalin asumir que Hitler y los nazis serían tan estúpidos como para jugar bien a su favor de tal modo? La respuesta es que el liderazgo nazi había dado ya evidencia en Polonia de cómo tratarían a los pueblos eslavo y judío, y Hitler había ya establecido por escrito una política oficial hacia Rusia que dejaba poca duda sobre que clase de ocupación sería efectuada allí.

El 30 de marzo de 1941, Hitler dirigió un discurso a sus comandantes militares en la Cancillería del Reich en Berlín y dejó caer las instrucciones para lo que finalmente se convertiría en el infame “Decreto de los Comisarios” emitido el 6 de junio. En este discurso, Hitler dijo que los comisarios políticos del Ejército Rojo, muchos de los cuales eran judíos, no serían tratados como soldados cuando se les capturara sino que serían enviados a la organización de Himmler SD (Servicio de Seguridad) para su ejecución. El fuhrer siguió diciendo que si la SD no podía hacer el trabajo por alguna razón, el mismo ejército tendría esta responsabilidad. Hitler luego ofreció algunas “justificaciones” para este edicto, afirmando que, ya que la URSS nunca había firmado la parte de la Convención de Ginebra de 1929 que negociaba con el tratamiento de prisioneros de guerra, los prisioneros alemanes no podían esperar que les fuera demasiado bien en manos del Ejército Rojo. También, dijo que la conducta del Ejército Rojo, particularmente la de los comisarios, en Polonia, en la guerra contra Finlandia, en el Báltico y en Rumano no mostraba razón para tener piedad de ellos.

Cuando el decreto fue emitido oficialmente el 6 de junio de 1941, bajo la firma del General Wilhelm Keitel, contenía el siguiente lenguaje:
En la lucha contra el Bolchevismo, no debemos asumir que la conducta del enemigo se basará en los principios de humanidad o de la ley internacional. Los comisarios políticos han iniciado bárbaros métodos asiáticos de guerra. Consecuentemente serán tratados inmediatamente y con la máxima severidad. Como cuestión de principios serán ejecutados al momento, si son capturados durante operaciones o bien ofrecen resistencia. Las siguientes regulaciones serán aplicadas:… en la captura serán inmediatamente separados de los otros prisioneros en la campo de batalla… Después los que hayan sido separados serán liquidados.

El ejército alemán se había ya colocado en una posición comprometedora en Polonia al permitir que las unidades SS y SD operaran fuera de su jurisdicción. Ahora, después del 6 de junio, Halder, el jefe del estado mayor general alemán, y Walther von Brauchistsch, el comandante en jefe del ejército, aceptaban el Decreto de los Comisarios sin disensión manifiesta. En su haber, intentaron suavizar su efecto emitiendo una orden que declaraba que la tarea de las tropas era combatir y que no habría tiempo para búsquedas especiales u operaciones de limpieza. A ningún soldado se le permitiría actuar por propia voluntad; los soldados deben siempre seguir las órdenes de sus oficiales. Si bien el Decreto de los Comisarios fue llevado a efecto sólo en una medida limitada en 1941, no puede haber duda que los resultados de éste –los excesos de las “Unidades Especiales” (Einsatzgruppen) y de la SD en la retaguardia, así como el tratamiento de las masas de prisioneros de guerra- fueron catastróficos moral, política y militarmente. Esto fue especialmente cierto durante las primeras semanas y meses de la guerra en Rusia: el efecto fue verdaderamente devastador. El siguiente comentario es de un informe del “Einsatzgruppe A”, que operó en la retaguardia del Grupo de Ejércitos Norte, y muestra cómo de lejos habían ido las cosas incluso en los primeros días de la guerra en Rusia:
Para nuestra sorpresa no fue fácil al principio poner en marcha un pogrom extensivo contra los judíos.. Durante el primer pogrom en la noche del 25 al 26 de junio, los partisanos lituanos (con estímulo alemán) se deshicieron de más de 1.500 judíos, incendiaron varias sinagogas o las des-truyeron por otros medios, e incendiaron un distrito judío consistente en alrededor de 60 casas. Durante las noches siguientes alrededor de 2.300 judíos quedaron sin hogares de modo similar.
Estas acciones de auto-limpieza fueron sobre ruedas ya que las autoridades del Ejército que habían sido informadas mostraron su comprensión por este procedimiento.

Tras el Decreto de los Comisarios, Stalín podía estar seguro de que sus fuerzas permanecerían fieles a la causa soviética, pues mostraba una carencia total de comprensión de los alemanes de las condiciones en Rusia y de la necesidad de emprender una guerra política. En las primeras semanas de batalla hubo historias de unidades de minorías del ejército, particularmente lituanos, disparando a sus comisarios y marchando a combatir con la Wehrmacht. Poco después de la caída de Vilna a finales de junio de 1941, los lituanos intentaron fundar su propio gobierno provisional y cooperar con los alemanes, pero Hitler ordenó que se suprimiera a este grupo tan pronto como supo de él. El espacio aquí no permite un relato detallado de cómo los alemanes perdieron la guerra política en Rusia; el lector que desee saber más debería investigar El Dominio Alemán en Rusia, 1941-1945 de Alexander Dallin, en el cual la crónica de estos errores es más o menos completa.

El problema más inmediato al que tuvo que enfrentarse Zhukov tras convertirse en jefe del estado mayor general fue la crítica situación a lo largo del saliente de Bialystok. Tenía que encontrarse un camino para hacer el mejor uso de las concentraciones de tropas ya existentes en el saliente para la defensa. Había que encontrarse un camino para hacer el mejor uso de las concentraciones de tropas ya existentes en el saliente para la defensa. Ya que no había fuerza sobre la tierra que pudiera salvar a las unidades del Ejército Rojo allí de ser aisladas y rodeadas poco después de comenzar la guerra, esto significaría que tendrían que ser sacrificadas. Si se manejaba adecuadamente, sin embargo, este sacrificio podía esperarse que pagara grandes dividendos más tarde, la mayor parte en el modo de un “peón envenenado” que se ofrece como víctima en un juego de ajedrez. La pérdida de un pieza pequeña es relativamente sin importancia si el oponente puede ser colocado en una difícil postura estratégica. No requeriría más que un poco de habilidad, planificación y engaño con objeto de asegurar que el sacrificio costaría a los alemanes una cantidad máxima mientras que seguiría siendo más “barato” para el bando soviético.

En una decisión que ha permanecido dolorosa para el Ejército Rojo hasta hoy en día, Zhukov y Stalin decidieron que el engaño tendría que ser lo suficientemente bastante bueno para engañar no sólo a los alemanes sino también a sus propias fuerzas de la línea del frente. Los comandantes de la línea del frente y sus unidades no podrían ser informados por adelantado sobre su verdadero papel o cual sería el destino que les esperaba una vez que Hitler desatara a su ejército. Puede ser que incluso Pavlov, el comandante del Distrito Militar Especial Oeste, no fuese informado del verdadero plan de defensa para 1941, pero hacia el final debió de haber sospechado la verdad e intentó protestar, explicando así la decisión de Stalin para ejecutarle a él y a su jefe de estado mayor en julio. Aunque los distritos militares en el oeste no fueron oficialmente avi-sados del inminente ataque alemán hasta las 3:00 horas de la mañana del 22 de junio, aparentemente algunos comandantes de la línea del frente habían tomado ya medidas por su propia iniciativa y habían comenzado a hacer los preparativos finales para la defensa antes de que fuera enviado el aviso del comisariado de defensa. Las fuentes soviéticas nunca han ofrecido una razón concreta sobre porqué Pavlov fue ejecutado. El hecho es que fue el único comandante de frente en el bando soviético que fue liquidado durante toda la guerra, por lo tanto debe asumirse que su caso fue extremo. Claramente, el tamaño del desastre en la Rusia Blanca tuvo poco que ver con el destino de Pavlov cuando las considerablemente más grandes catástrofes en Kiev y Briansk-Viazma son tomadas en cuenta. Tras estos debacles, también en 1941, ni S. M. Buden-ny ni I. S. Konev recibieron nada peor de Stalin que una nueva reasignación.

Sabiendo por adelantado que los dos grupos panzer encabezarían el avance principal de la ofensiva alemana al norte de las Marismas Pripet para aislar el saliente de Bialystok, Zhukov decidió permitir que estas puntas de lanza blindadas pasaron en torno al cuerpo principal de infantería soviética relativamente sin impedimentos. Nada podía hacerse, de cualquier manera, para detener a los grupos panzer a lo largo de la frontera; tendría que ocuparse de estos con puntos fuertes antitanques (PTOP) especialmente construidos y destacar brigadas de tanques en el segundo escalón. De las unidades de armas combinadas en el saliente, sin embargo, podía esperarse que defendieran su terreno y combatieran efectivamente contra la infantería alemana procedente del oeste, mientras que al mismo tiempo actuaban como una amenaza para la retaguardia y las líneas de suministro de los grupos panzer que avanzaban rápidamente. Las tácticas de Zhukov eran permitir que los blindados alemanes se separaran tanto como fuera posible de la infantería que le seguía y luego ocuparse de cada grupo, blindados e infantería, separadamente. Después, cuando las grandes unidades de armas combinadas comenzaran a desintegrarse bajo intensa presión, formaciones más pequeñas de infantería y caballería se esperaban que ocuparan los bosques y continuaran operando en grupos como partisanos.

De hecho, los alemanes nunca fueron capaces de sellar las grandes bolsas de tropas soviéticas exitosamente, y muchas formaciones finalmente lograron escapar casi intactas hacia el este. El fenómeno de las “bolsas flotantes” que se arrastraban firmemente hacia el este y el sur causaría a los alemanes un problema sin fin en 1941, y constantemente éstas actuaron como un hueso cogido en la garganta de las mandíbulas blindadas, las cuales podían cerrarse con un clic pero no las masticaban o tragaban. Las unidades o grupos de unidades rodeadas se pretendía así que continuaran funcionando como entidades orgánicas del escalón táctico y jugaran un papel importante en comprobar el avance alemán. La composición de fuerzas en el saliente de Bialystok tendría que contener, por lo tanto, justo el balance apropiado de tanques, artillería e infantería para que el resultado deseado fuera logrado económica y eficazmente.

Una de las más importantes cuestiones a ser consideradas en decidir qué hacer con el saliente de Bialystok concernía a la construcción de fortificaciones en el oeste, que habían estado continuándose desde la ocupación del este de Polonia en septiembre de 1939. El 22 de junio de 1941, alrededor de veinticinco mil puntos fortificados habían sido construidos; sin embargo, todos menos mil de ellos estaban equipados únicamente con ametralladoras. El Plan de Movilización (MP-41) aprobado en febrero pretendía acelerar la nueva construcción, pero esto no agradaba bastante a algunas personas que aún creían que la invasión alemana podía ser detenida en la frontera. A finales de febrero-comienzos de marzo, el Consejo Supremo Militar del Ejército Rojo se reunió en Moscú, y G. I. Kulik, comisario delegado para armamentos, B. M. Shaposhnikov, comisario delegado para áreas fortificadas, y el miembro del Politburó A. A. Zhdanov argumentaron a favor de despojar a las fortificaciones a lo largo de la antigua frontera de antes de 1939 y enviar el material para recientemente construida línea de defensa más al oeste. Zhukov y el Comisario de Defensa Timoshenko se opusieron vigorosamente a esta acción, insistiendo en que la antiguas fortificaciones podían aún ser útiles. El elemento clave de argumentación era la artillería, la cual no podía ser trasladada fácilmente una vez que estuviera colocada en posición.

Aunque Zhukov específicamente no dice que él intentó mantener todo menos la cantidad mínima de artillería y de equipamiento de transporte fuera del saliente de Bialystok, es evidente que ésta era su intención. Stalin vaciló sobre esta cuestión temporalmente y luego se puso del lado de su jefe del estado mayor general. La cuestión de la artillería fue, por lo tanto, parcialmente resuelta a favor de las fortificaciones anteriores a 1939. Esta llamada Línea Stalin de defensa resultó ser de poca utilidad tras el comienzo de la guerra, pero una cierta cantidad de artillería, de todos modos, fue salvada de una destrucción cierta. Por lo que se refiere a la artillería existente en el saliente, mucha de ella fue retirada a una distancia considerable hacia el este bajo el pretexto de la necesidad de “prácticas de tiro”. Además de las piezas de artillería y de los tractores remolcadores, muchos de los batallones de ingenieros y de construcción de puentes de las divisiones de tanques fueron también enviados a retaguardia para “misiones de entrenamiento”. Es cierto que muchos de los grandes cañones y artilleros no estaban en posiciones en la línea de frente el 22 de junio, pero esto no tiene nada que ver con el fracaso de Stalin en prestar atención a los avisos de la inminencia de guerra. Stalín cometería varios errores durante el curso de 1941, pero dejar masas de artillería en el saliente de Bialystok no fue uno de ellos.

Después de que el problema de la artillería fuera enfrentado y resuelto a un grado más o menos satisfactorio, aún quedaba la cuestión de qué hacer con todos los blindados en el saliente. Por varias razones era imposible enviar tanques fuera de la zona de vanguardia del Distrito Oeste. Hacer esto despertaría innecesariamente las sospechas de los alemanes, quienes se asegurarían en descubrir la redistribución por medio de sus continuos sobrevuelos del territorio soviético. Una extracción significativa de tanques del saliente también podía esperar causar un pánico indebido entre las unidades de infantería de allí haciendo sentir a los oficiales y soldados como si fueran abandonados a sí mismos, sin artillería o blindados suficientes para dar apoyo en caso de ataque alemán. Los tres ejércitos en el saliente, el Tercero, el Décimo y el Cuarto, tendrían que quedarse con sus blindados intactos si se esperaba que los soldados de allí resistieran y combatieran no que huyeran o se rindieran en masa. Según los estándares oficiales establecidos por el decreto de Estado de Preparación Militar emitido en abril de 1941, cada división de fusileros de armas combinadas se suponía que tenía 16 tanques ligeros y 13 vehículos blindados. Un cuerpo mecanizado soviético nominalmente consistía en dos divisiones de tanques, cada una con 375 tanques, y una división de infantería motorizada con 275 tanques ligeros adicionales.

Fue Pavlov, el experto en tanques, probablemente ignorante de la verdadera naturaleza del plan de defensa puesto en efecto por Zhukov y Stalin, quien sin intención proporcionó la solución al problema de Zhukov. Pavlov, todavía convencido de que el plan de Stalin era detener a los ale-manes a lo largo de la frontera, propuso que tres de los cuatro cuerpos mecanizados operativos fueran concentrados en los flancos de los dos grupos panzer alemanes que operarían contra el saliente. El plan era sustancialmente le mismo que Pavlov había utilizado con Zhukov en el juego de guerra de diciembre, y Zhukov debería haber conocido bastante bien cuál sería el resultado. No obstante, la propuesta de Pavlov venía bien a Zhukov, si bien cualquier oportunidad de éxito que podría tener en hacer retroceder a los grupos panzer alemaness era muy pequeña.

Pavlov creía que tres de sus cuerpos mecanizados –el VI y el XI en el norte alrededor de Grodno y el XIV cerca de Kobrin en el sur- situados para amenazar los flancos del 3 Grupo Panzer de Hermann Hoth fluyendo desde Suvaiki y del 2 Grupo Panzer de Guderian avanzando desde Brest Litovsk, serían suficientes para detener el avance alemán hasta que pudieran llegar refuerzos suficientes desde el escalón operacional y de la reserva estratégica, si fuera necesario, para establecer un frente estable y hacer retroceder a los invasores. Zhukov estaba dispuesto a aceptar el plan de Pavlov por razones propias, pues había considerado que los tres cuerpos mecanizados utilizados de esta manera causarían algún problema a los alemanes y retardaría la velocidad de sus puntas de lanza blindadas, pero no tenía intención de emplear al escalón operacional, y mucho menos la reserva estratégica, para la batalla por el saliente de Bialystok. Estaba preparado para gastar blindados abundantemente durante la primera fase de la guerra debido a que los grandes cuerpos mecanizados, con sus muy obsoletos tanques BT y T-26 no se pretendía que fueran la columna vertebral de la fuerza acorazada del Ejército Rojo. Los nuevos modelos de tanques T-34 y KV que estaban siendo producidos aventajarían con mucho a cualquiera que los alemanes tuvieran en campaña en el momento, por lo que se decidió reservarlos con objeto de fortalecer la retaguardia del escalón operacional a lo largo de la línea Dnepr-Dvina y para proporcionar el filo cortante para una eventual contraofensiva de la reserva estratégica cada vez que surgiera un momento oportuno. Los historiadores occidentales han reprochado a los rusos por no haber formado inmediatamente a los nuevos tanques en formaciones apropiadas y llevarlos a las áreas fronterizas en junio, pero había una lógica para su aparente locura. Mientras tanto, en junio, julio y agosto el mayor beneficio posible se habría derivado de utilizar a los tanques más viejos en los escalones táctico y operacional para ralentizar a los grupos panzer alemanes y acosar a su infantería.

A finales de marzo de 1941, a petición de Zhukov, medio millón de hombres fueron traídos de las reservas mantenidas en preparación, ostensiblemente para intensificar su entrenamiento. Casi todos estos hombres fueron enviados directamente a los cuatro distritos militares occidentales, un vasto territorio que incluía la mayoría de la Rusia Europea al oeste de una línea que corría entre Kharkov y Kiev, luego al norte y al este hacia el oeste de Moscú y hacia el este del Lago Onega. Además, otros trescientos mil reservistas fueron llamados pocos días después. Estos refuerzos no fueron trasladados directamente a la frontera sino que fueron desplegados en una zona intermedia entre el escalón táctico, que estaba ya en posición y tendría que recibir el golpe inicial de la ofensiva alemana, y el escalón operacional, que sería llevado a sus áreas finales de concentración después de mediados de mayo.

En junio de 1941, en la línea del frente de un área que abarcaba alrededor de doscientos kilómetros, estaban estacionados nueve ejércitos compuestos de cuarenta y ocho divisiones entre diez y quince kilómetros de la frontera. En el área inmediatamente posterior al frente y a más de trescientos kilómetros al este de la frontera, entre los escalones táctico y operacional en la zona intermedia, estaban otras quince divisiones y dos brigadas, haciendo un total de alrededor de sesenta y tres divisiones para las fuerzas que entrarían en contacto con los alemanes durante los primeros días de la guerra. Zhukov afirmó que sólo cuarenta y ocho divisiones estaban en el primer escalón, pero otra fuente soviética dar una cifra mayor, sesenta y tres divisiones y dos brigadas. La diferencia de aproximadamente quince divisiones estriba en el hecho de que Zhukov no incluye las fuerzas en la zona intermedia, tras el escalón delantero, en su total. Estas fuerzas de apoyo para el primer escalón pueden ser consideradas una reserva táctica, y realzan más la impresión hecha sobre los alemanes –así como también probablemente sobre Pavlov- de que el Mando Supremo pretendió librar una gran batalla por el saliente de Bialystok. En Bielorrusia, la mayoría de la reserva táctica estaba situada en puntos de reunión al oeste de Minsk.

Estas unidades, por supuesto, serían muy superadas por las 154 divisiones que los alemanes emplearían en su ataque, y esta discrepancia fue realzada por el hecho de que el escalón táctico fue a propósito despojado de potencia de fuego y de efectivos, como se ha mencionado. De las aproximadamente 170 divisiones desplegadas en la Rusia Europea al oeste de Moscú y al este de Kiev, la mayoría sólo tenía entre ocho y nueve mil hombres cada una, y varias tenían incluso menos, de cinco mil a seis mil hombres. Ya que el comienzo de la guerra cogió a las fuerzas del escalón operación aún en fase de despliegue, es probable que la mayoría de las divisiones que estaban mejor equipadas, en efectivos al menos, fueran situadas más lejos hacia el oeste en el escalón táctico. Se esperaba que el escalón operacional se protegiera del avance principal del golpe enemigo y pudiera prepararse a tiempo y situarse apropiadamente para amenazar los flancos del Grupo de Ejércitos Centro Alemán. El Ejército Rojo carecía de la movilidad para hacer rápidos reajustes en el despliegue del escalón operacional y tras comenzar la guerra habría un tiempo precioso para segundas suposiciones.

La cuestión de dónde exactamente desplegar el escalón operacional fue un problema que provocó alguna preocupación a Stalin y a su estado mayor general. Zhukov anotó que en 1940 la planificación estratégica soviética estaba basada en la suposición de que la dirección sudoeste, Ucrania, sería la vía más probable para una invasión alemana. El plan de operaciones de 1940 fue revisado bajo la supervisión de Zhukov y Timoshenko en la primavera de 1941, y, sin duda, se dieron cuenta de cuales eran las intenciones alemanas, por cuanto habían sido establecidas en la directiva Barbarroja de diciembre de 1940. Zhukov dice que el jefe de inteligencia del estado mayor general, F. I. Golikov, “resumió correctamente la evolución del plan “Barbarroja” a finales de marzo de 1941”. Según Guderian, “el plan para la operación ‘Barbarroja’ fue casi ciertamente conocido por el mando ruso”. Tomando literalmente la directiva misma, el Mando Supremo Soviético lógicamente concluyó que los alemanes estaban más interesados en alcanzar Leningrado y ocupar Ucrania antes que tomar Moscú, y el mismo Stalin estaba convencido de que esto sería el curso más racional que seguirían los alemanes. En la primavera de 1941, durante una discusión del plan operacional para ese año, Stalin le dijo a Zhukov, “La Alemania Nazi no será capaz de emprender una guerra muy larga sin estos recursos vitales [por ejemplo, Ucrania, la Cuenca del Donets y el Cáucaso]”. Antes de la guerra, entonces, Stalin creía que Hitler elegiría dirigir su poderoso Grupo de Ejércitos Centro hacia el sur y combatir en una batalla a gran escala por Ucrania antes de permitir que el avance sobre Moscú continuara. Esta creencia estaba basada en su estimación personal de Hitler como un hombre sagaz que no arriesgaba innecesariamente, y fue aún más confirmada por el lenguaje de la directiva Barbarroja.

Sobre la base de toda la información así a su disposición, Stalin y Zhukov decidieron hacer muy fuerte al escalón operacional en las áreas que amenazarían a los flancos norte y sur del Grupo de Ejércitos Centro cuando se abriera paso hacia Bielorrusia al norte del Pripet. Se esperaba que el escalón operacional pudiera ejercer bastante presión sobre los flancos del Grupo de Ejércitos, desde en torno de Gomel al este del Pripet y desde Velikie Luki al norte del río Dvina, para forzar a los alemanes a detener su avance a lo largo de la línea Dnepr-Dvina. A este respecto, la batalla por el triángulo Bobruisk-Mogilev-Rogachev al noroeste de Gomel entre los ríos Berezina y Dnepr era considerada de particular importancia. En cualquier caso, el Mando Supremo Soviético era probablemente muy consciente de que los alemanes consideraban necesario darse tiempo para una pausa operacional en su ofensiva antes de alcanzar Smolensk, una pequeña, al menos, con objeto de reagrupar sus fuerzas y remediar la situación del suministro. El Mando Supremo Soviético había estudiado estrechamente las tácticas alemanas en Francia en 1940 y presumiblemente estaban familiarizados con las capacidades operacionales de las grandes unidades de tanques de su oponente. Si eran manejados adecuadamente, se creía que los ataques soviéticos desde Velikie Luki al norte y desde Gomel al sur de Smolensk podrían transformar esta pausa operacional en un retraso mayor.

Era la convicción de Stalin de que las fuerzas soviéticas en el Báltico y en Ucrania tendrían que soportar el embate de la ofensiva alemana desde este punto y que las unidades del Ejército Rojo en la zonas táctica e intermedia que escaparan del avance alemán en Bielorrusia serían suficientes para parar a los alemanes en las proximidades de Moscú. Fue por esta razón que se tomó la decisión de desplegar a los componentes más importantes del escalón operacional profundamente en Ucrania occidental, al oeste de Kiev, y también justo al este de las Marismas Pripet, donde se esperaba que pudieran realizar tres funciones: (1) intensificar los asaltos directos sobre el flanco sur del Grupo de Ejércitos Centro si fuera, ciertamente, verificado un movimiento hacia delante en la línea Dnepr-Dvina, o incluso si los alemanes decidían continuar el avance directo sobre Moscú; (2) corta un esperado cambio de norte a sur de parte del Grupo de Ejércitos Centro hacia las importantes áreas industriales de Ucrania oriental y la rica región petrolífera del Cáucaso; y (3) enfrentarse a un avance alemán hacia Ucrania desde el oeste si las fuerzas en el saliente de Lvov resultaban incapaces de resistir la presión del Grupo de Ejércitos Sur.

La mayoría de la cuidadosa planificación llevada a cabo por Zhukov en la primavera de 1941 tuvo que estar inacabada a comienzos de junio por razones que explicaremos más tarde, pero el hecho es que el escalón operacional estaba apropiadamente situado en el interior de la Unión Soviética con objeto de enfrentarse mejor a todas las posibles contingencias. Zhukov puede ser criticado por muchas cosas, pero no puede ser reprochado por falta de presciencia. La capacidad del alto mando del ejército alemán de actuar independientemente de los deseos de Hitler finalmente le cogió por sorpresa, exactamente del mismo modo que lograron engañar a su comandante en jefe.

El 13 de mayo de 1941 fue emitida una directiva del estado mayor general que ordenaba el movimiento hacia el oeste desde el interior de las unidades destinadas al escalón operacional. El 22 Ejército fue trasladado desde los Urales a Velikie Luki, al norte del Dvina, el 21 Ejército del Distrito del Volga a Gomel, el 19 Ejército desde el norte del Cáucaso a Belaia Tserkov, al sur de Kiev, el 16 Ejército desde el Distrito Transbaikal a Shepetovka, en Ucrania centro-occidental, y el XXV Cuerpo de Fusileros desde el Distrito de Kharkov al río Dvina. Cuando estas fuerzas se unieron al 22, 24 y 28 Ejércitos ya en las reservas de los cuatro distritos occidentales, aumentaron el tamaño del escalón operacional a alrededor de noventa y seis divisiones, sin embargo no todas serían completamente desplegadas antes del 22 de junio. Además, once divisiones más fueron mantenidas atrás como una reserva directamente bajo el Mando Supremo.

El fuerte tamaño del escalón operacional desmiente la suposición de que el estado mayor general fue cogido durmiendo por el ataque alemán. Todo lo contrario, el cuidadoso posicionamiento del escalón operacional en lo que se convertiría en los flancos del Grupo de Ejércitos Centro causaría a la Wehrmacht dificultades sin fin en el verano de 1941. El Grupo de Ejércitos Centro tendría mucho que batallar, especialmente desde dirección sur, en el momento que alcanzó la línea Dnepr-Dvina con sus largos y expuestos flancos. El Mando Supremo Soviético podía esperar buenos resultados de las potentes fuerzas situadas en torno a Gomel, que estaban cubiertas desde el oeste por la cubierta protectora de las Marismas Pripet. También esperaba que el avance alemán desde el oeste hacia Ucrania pudiera ser contenido completamente por el escalón táctico de allí, una fuerza que incluía un cuerpo mecanizado completamente equipado. Si esto hubiera ocurrido, el escalón operacional en el sur hubiese tenido completa libertad para maniobrar y enfrentarse al ala derecha del Grupo de Ejércitos Centro si, como esperaba Zhukov, Hitler intentaba avanzar hacia Ucrania desde el norte, al este del Pripet. Estos planes serían destrozados durante los primeros días de la guerra, pero nadie, no importa cuán perspicaz, podría haber sido mas entendido prediciendo el curso de acción que seguirían los alemanes tras el 22 de junio.

El último elemento en el plan de defensa del Mando Supremo Soviético era la reserva estratégica. Las fuentes soviéticas son bastante pobres en información sobre el tamaño, composición y disposición de las fuerzas en los escalones táctico y operacional, pero la capa de secretismo que rodea a la reserva estratégica es la más ceñida de todas. Algunos comentaristas soviéticos recientes han intentado disfrazar el verdadero plan de defensa para 1941 afirmando que la única reserva estratégica disponible a comienzos del verano había sido ya desplegada como los 19, 21, 22, 20 y 28 ejércitos, que habían sido descritos aquí como pertenecientes al escalón operacional, no a la reserva estratégica. Hasta cierto punto estos comentaristas están en lo cierto, pues el escalón táctico había sido capaz de dañar o de retardar seriamente el progreso de los grupos panzer alemanes, y la infantería alemana había sido retrasada durante un período prolongado en las batallas cerca de la frontera, el escalón operacional podía haber cumplido exitosamente el papel prescrito para la reserva estratégica lanzando una contraofensiva en el área de los ríos Dnepr y Dvina que podía haber hecho retroceder al enemigo. Esto no ocurrió, sin embargo, particularmente debido al salvaje efecto de los ataques de la Luftwaffe sobre las columnas de tanques de Pavlov y sobre las comunicaciones, y por lo tanto las únicas maniobras que el escalón operacional podía emprender eran aquellas que tenían un carácter puramente defensivo.

El estado más bien primitivo de las telecomunicaciones en la URSS en 1941 no puede ser documentado en detalle aquí. En general, la comunicación por cable y las líneas terrestres eran manejadas por el Comisariado del Pueblo para Comunicaciones. En otras palabras, en un gran grado el Ejército Rojo dependía de la red civil para manipular su tráfico de mensajes, pues era el sistema de oficinas de correo quien manejaba las comunicaciones telefónicas y telegráficas a larga distancia. Había una red de alta frecuencia que utilizaba líneas terrestres con una frecuencia de transporte de 6,3 y de 25, 5 MHz para voz y telégrafo. Este sistema, que estaba manejado por el NKVD, tenía la ventaja de no ser interceptado en el ambiente en una tasa de transmisión de más de 15 MHz sin equipo especial. Poco después de comenzar la guerra, el manejo de la red de alta frecuencia pasó a manos de las fuerzas armadas, pero el acceso fue limitado a las estructuras superiores de mando. En términos generales, los ataques de la Luftwaffe sobre los centros de comunicación soviéticos el 22 de junio sumió al sistema civil terrestre en la confusión y el desorden. Una parte muy grande del problema al que el estado mayor general y Stalin se enfrentaron en los primeros días de guerra fue intentar hacer un todo inteligible de los informes fragmentados que le eran transmitidos. Como un ejemplo de cómo eran las malas condiciones, en el día de la invasión sólo una señal fue telegrafiada de V. I. Kuznetsov, el comandante del Tercer Ejército en el saliente de Bialystok. Un silencio tan prolongado desde las áreas fronterizas era escasamente conducente para una buena planificación ya sea en los cuarteles generales del Frente Oeste en Minsk o en Moscú. Afortunadamente, la red de radio de mando del cuartel general de Leningrado permaneció intacta y resultó inapreciable en la recogida de informes de las unidades aisladas del Ejército Rojo.

La efectividad total de la Luftwaffe puede ser juzgada por los informes de daños dados por las fuentes rusas. Los ataques de la Luftwaffe fueron llevados a cabo contra sesenta y seis aeródromos en las áreas fronterizas occidentales y a mediodía del 22 de junio mil doscientos aviones soviéticos habían sido completamente destruidos, novecientos de ellos en tierra. Del 22 de junio al 30 de junio, sólo el Frente Oeste perdió 1.163 aviones o un 74% de su complemento total. A las 10:00 horas del 22 de junio todas las comunicaciones telefónicas y telegráficas con las tres divisiones aéreas basadas en el oeste de Bielorrusia habían sido completamente rotas, y esto también contribuyó a la desorganización general y a la alta tasa de bajas. Pero tan mala como la situación parecía al principio, había alguna esperanza para el futuro. Sólo el 30% de los aviones basadas en el Frente Oeste eran modelos más nuevos como los MiG-3, IL-2 y Yak 1. También, si bien muchos de los aviones más antiguos se perdieron, el número de pilotos muertos aparentemente no fue grande. Las fuentes soviéticas indican que, aunque los aviones estaban ordenadamente estacionados en los campos en el momento del ataque alemán, muchos de los pilotos estaban en otro sitio recibiendo entrenamiento. Esta charada tuvo su alto precio ya que logró engañar a los alemanes sobre el estado de preparación soviético. Stalin estaba dispuesto a admitir algunas bajas tempranas mientras no diera al traste para un futuro incremento de la fuerza aérea.

A pesar de todo, sin embargo, la sacudida del asalto de la Luftwaffe, especialmente el efecto sobre las comunicaciones, fue mucho más grande de lo que el Mando Supremo había anticipado, y como resultado, los planes de Zhukov quedaron en una posición expuesta. La verdadera reserva estratégica había sido sólo parcialmente movilizada antes del estallido de la guerra, y ahora el Ejército Rojo tendría que pagar la sanción por este error aparentemente costoso. Estos retrasos en la movilización habían sido atribuidos a Stalin y a su miedo de provocar que Hitler atacara a la Unión Soviética, y no hay duda de alguna verdad para este argumento. Stalin había pretendido esperar otros dos o tres años antes de emplear al Ejército Rojo en una guerra con Alemania, pero desde diciembre de 1940, no tenía elección en el asunto. La guerra llegaría a Rusia en 1941 a pesar de todo lo que Stalin había hecho para evitar enfrentarse al conflicto tan pronto.

El 14 de junio, Zhukov y Timoshenko apelaron a Stalin para que ordenara la completa movilización del Ejército Rojo y solicitaron que las fuerzas armadas del país fueran llevadas al estado de preparadas para la guerra. La respuesta de Stalin fue severa: “¡Eso significa la guerra! ¿Entienden eso ustedes dos o no?”. Todavía no había renunciado a su apreciada esperanza de que Hitler finalmente decidiera evitar una expansión del conflicto europeo en 1941. Podría decirse que confiar en tales prospectos, con todas las evidencias en contra, era como caminar en la cuerda floja. Pero Stalin debía de haber sabido que su país tendría que ser colocado en un apuro más serio por una invasión alemana incluso si las reservas hubieran sido completamente movilizadas antes del 22 de junio. La reserva estratégica no podría haber salvado la situación a lo largo de la frontera para el Ejército Rojo de ningún modo, y Stalin creía que la potencia de combate de los escalones tácticos y operacional, ya en la fase final de despliegue en junio, sería bastante para permitir la completa movilización de la reserva estratégica a tiempo de dar a los alemanes un golpe aplastante antes de que penetraran hacia los grandes de centros de población y al corazón industrial del país.

El riesgo que Stalin no tomó al no movilizar la reserva estratégica en mayo o en junio de 1941 debe ser evaluado en contra de las desventajas que una movilización tan temprana hubiera tenido. En primer lugar, la movilización soviética podría haber inducido a Hitler a una acción militar si su mente no hubiera ya estado a favor de la guerra. En segundo lugar, si llegaba la guerra, Stalin podía suponer razonablemente que el bien escalonado Ejército Rojo, en profundas defensas en las zonas táctica y operacional actuaría como un freno efectivo y ralentizaría y quizás detendría la ofensiva alemana antes de que se hubiera hecho un daño sustancial al país o al ejército. Tercero, los distritos militares en el oeste estaban ya hinchados de fuerzas, y había escasez de espacio para alojar formaciones recientemente creadas. También debía de haber habido una tensión considerable en la c
Medina

Mensaje por Medina »

Debido a un gazapo, no he podido terminar el capitulo. A continuación pegó el trozo que falta.

El riesgo que Stalin no tomó al no movilizar la reserva estratégica en mayo o en junio de 1941 debe ser evaluado en contra de las desventajas que una movilización tan temprana hubiera tenido. En primer lugar, la movilización soviética podría haber inducido a Hitler a una acción militar si su mente no hubiera ya estado a favor de la guerra. En segundo lugar, si llegaba la guerra, Stalin podía suponer razonablemente que el bien escalonado Ejército Rojo, en profundas defensas en las zonas táctica y operacional actuaría como un freno efectivo y ralentizaría y quizás detendría la ofensiva alemana antes de que se hubiera hecho un daño sustancial al país o al ejército. Tercero, los distritos militares en el oeste estaban ya hinchados de fuerzas, y había escasez de espacio para alojar formaciones recientemente creadas. También debía de haber habido una tensión considerable en la capacidad de transporte de los ferrocarriles en los distritos occidentales tras la primera llamada a filas de Zhukov de ochocientos mil reservistas en marzo y el movimiento hacia el oeste de cuatro ejércitos y un cuerpo de fusileros en mayo-junio.

La carga sobre los ferrocarriles pudo haber sido aumentada más por la evacuación de ciertas fábricas e industrias económicas claves desde el oeste al este antes de que comenzara la guerra. Aunque no hay información de que tales dislocaciones tuvieron lugar en este momento, una fuente soviética testifica que durante un período de tres meses en 1941 (los meses no son especificados) un total de 1.360 grandes empresas, principalmente fábricas de guerra, fueron evacuadas de las regiones occidentales. Cómo este hecho fue logrado en un país que supuestamente sufría el caos engendrado por un ataque por sorpresa nunca ha sido explicado por los historiadores soviéticos. Finalmente, una movilización completa de todas las reservas en la Unión Soviética habría significado la confiscación de los elementos importantes de engaño y sorpresa que el Mando Supremo creía que cogería a los alemanes fuera de guardia. Todo lo posible había sido hecho en 1941 para convencer al alto mando alemán de que el Ejército Rojo no estaba preparado para la guerra. Una movilización de reservas habría sido fácilmente detectada por los alemanes y los habría hecho más cautelosos en sus planes de agresión. La mayor de las oportunidades que el alto mando alemán estaba deseando tomar era ganar una victoria relámpago, lo mejor la oportunidad sería para la reserva estratégica coger a la Wehrmacht por sorpresa en una situación precaria.

Cuando todos los factores son así considerados, debe de ser concluido que la decisión de no movilizar la reserva estratégica antes del 22 de junio fue la correcta en aquel entonces. El plan de movilización de guerra trabajado en marzo y abril de 1941 por el estado mayor general fue minucioso y preveía un rápido incremento en el tamaño del ejército inmediatamente después del comienzo de las hostilidades. Por varias razones, sin embargo, la reserva estratégica no sería utilizada apropiadamente, y mucha de ella tuvo que ser lanzada a la batalla de manera descoordinada. En total, entre el 22 de junio y el 1 de diciembre de 1941, el Mando Supremo Soviético fue capaz de enviar 194 divisiones recién creadas y 94 brigadas recién creadas a diversos frentes. Además, otras 97 divisiones, incluyendo 27 divisiones del Lejano Oriente, Asia Central y el Transcáucaso, fueron enviadas a las regiones occidentales desde el interior de la Unión Soviética. El bien preparado plan soviético para la movilización permitió a las fuerzas militares del país aumentar en tamaño de 5 millones de hombres en junio de 1941 a 10.9 millones en 1942, a pesar de la gran cantidad de bajas sufridas en el verano y en el otoño de 1941. El alto mando alemán nunca soñó que tales hechos serían posibles. Si el avance alemán fuera detenido en los ríos Dnepr y Dvina, y si los rusos fueran capaces de concentrar sus reservas estratégicas apropiadamente en los flancos del Grupo de Ejércitos Centro, con toda probabilidad, la guerra habría estado terminada para Alemania hasta que se preocupara por cualquier esfuerzo ofensivo. El empeoramiento del clima –primero lluvia, después hielo- en octubre y noviembre habría sido el telón para la contraofensiva de la reserva estratégica contra los expuestos flancos del Grupo de Ejércitos Centro. Esta contraofensiva, como el destino dispuso, no llegaría ni en octubre no en noviembre, ni llegaría del área de los ríos Dnepr y Dvina. Más bien, llegó a comienzos de diciembre y a las mismas puertas de Moscú. A comienzos de julio de 1941, Stalin y Zhukov se vieron forzados a hacer varios cambios importantes en el concepto estratégico original para la defensa, pero la esencia del concepto, la idea de que el Grupo de Ejércitos Centro debía de ser embestido por ataques sobre sus prolongados flancos según se adentraba profundamente en territorio soviético permaneció, como dispuso la fortuna, sin cambios.

Contemplado desde cualquier punto de vista, la URSS estaba tan bien preparada para la guerra en junio de 1941 como posiblemente podía haber estado, considerando el tardío comienzo que el estado mayor general bajo la dirección de Zhukov tuvo en implementar un plan estratégico de defensa. El escalón táctico en la frontera, alrededor de sesenta y tres divisiones en total, aunque no bien equipado con artillería y tanques modernos, era teóricamente bastante fuerte para causar a los alemanes algún problema. El escalón operacional estaba también bien posicionado para cumplir totalmente su misión de debilitar el cuerpo principal de la ofensiva alemana al norte de las Marisma Pripe, principalmente por ataques al flanco, y de detener el progreso hacia el este de la Wehrmacht en Smolensk en el área central. El escalón operacional también serviría para evitar que el ala sur del Grupo de Ejércitos Centro avanzara hacia Ucrania al este del Pripet. La piedra angular de la planificación defensiva soviética era la reserva estratégica, la cual por algu-na fuerza de lógica debería de haber estado preparada antes de la guerra. Por las razones expuestas anteriormente en el capítulo, sin embargo, Stalin retrasó la movilización hasta después de que Hitler realizara el primer movimiento. Esta decisión casi hizo perder la guerra a Rusia en las primeras fases, pero después del verano pagó grandes dividendos cuando fuerzas frescas fueron continuamente enviados a, o directamente detrás, los frentes de batalla. Incluso tan pronto como el 10 de julio, el Mando Supremo Soviético pudo contar con reservas de treinta y una divisiones. Sólo el Frente de Reserva de S. I. Bogdanov incluía a mediados de julio partes de seis ejércitos. El engaño del alto mando alemán fue grandemente realzado por la retrasada movilización de Rusia, y llevó al estado mayor de Halder a sacar muchas conclusiones erróneas sobre la potencia del Ejército Rojo, conclusiones que costaron a la Wehrmacht divisiones enteras y montañas de material en diciembre. Según las palabras de un mariscal de campo alemán ahorcado en Nuremberg, “Un error en estrategia sólo puede ser enmendado en la siguiente guerra”.
Medina

Mensaje por Medina »

Estimado José Luis, en absoluto me siento molesto por tu comentario. Es más, comparto plenamente tu opinión sobre la obra de Fugate, que considero en gran parte un dislate. Mi única intención al colgar este capítulo es darlo conocer en la lengua de Cervantes puesto que es prácticamente desconocido para el público no anglosajón. Mi intención es, pues, puramente didáctica.
Saludos.
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josé luis
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Mensaje por josé luis »

¡Excelente! :roll:

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por ToKoTo »

Yo alabo cualquier texto, sea feaciente, falsedad, dislate... para comprender ciertas cosas hay que ver todos los puntos de vista, disparates o no

Medina, chapeau

Otra preguntita de las mías... sigo sin entender la colaboración prebélica entre Alemania y Rusia y menos aún que la Unión Soviética entrenara y permitiera que la Luftwaffe hiciera prácticas de vuelos en picado en su propia cocina... es como si las gallinas le dieran la lima al lobo para que se afile y además lo haga en el pesebre.
Escribe bien, nos entenderemos todos
Cerebro, tu no me agradas y yo no te agrado, así que sácame de esta y después te sigo matando con cerveza.
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Mensaje por grandi »

esa colaboracion prebelica viene de los años 20,cuando los alemanes comenzaron a crear el germen de sus fuerzas panzer.como andaban innovando en el uson de los carros , y ante la posibilidad de fabricarlos ellos optaron por entrar en sociedad con los sovieticos.tal asociacion permitio a los alemanes crear sus primeros tanques, que todavia eran casi tractores ,asi como el que tanto alumnos sovieticos como germanos estudiaran juntos . de tal colaboracion se sacaron excelentes progresos por ambas partes ,aunque es posible que cada parte ocultara a la contraria los conseguido.dicha colaboracion ceso creo que en 1935 ,debido al cariz que tomaba para con el gobierno sovietico el nuevo gobierno germano
''que buen vasallo si hubiese buen señor a quien servir''
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siento mi corazon latir
con orgullo de ser ESPAÑOL''
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Mensaje por ToKoTo »

Yo más bien hablaba de la Luftwaffe porque tenía más información sobre esa colaboración (Adolf Galland lo comenta en sus memorias aunque él se entrenó en Italia) pero de carros de combate me suponía que algo habrían hecho.
Escribe bien, nos entenderemos todos
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