jjmansan escribió:Pues te he debido de malinterpretar, amigo Carlos.
Carlos Villarroel escribió:... Con el Remington era reglamentario otro que llevaba tres cartucheras de diferente tamaño y donde la trasera era una reserva de municiones y colgaba del ceñidor. Este correaje se adaptó para el Mauser, adoptándose luego otro parecido con dos cartucheras frontales iguales y una trasera más grande.
Mirando el hilo, he encontrado este párrafo tuyo en el que entendí que vinculabas el correaje al modelo de arma larga, de ahí mi confusión, supongo
La adopción de un nuevo tipo de arma suele determinar la de un nuevo tipo de equipo, especialmente cuando este arma supone un cambio sustancial respecto al anterior, como fue en el caso del Remington (se pasó de fusiles de carga por la boca con cartucho de papel de 14,8 mm a otros de carga tiro a tiro por la culata y cartucho de vaina metálica y 11 mm) o el Mauser (repetidor, cargado con peine y de 7 mm).
Adoptado un nuevo armamento es preciso determinar:
1º. Número de cartuchos a portar. En ambos supuestos (Remington y Mauser) más que antes dado el mayor gasto de munición respecto del anterior modelo.
2º. Si ésta han de llevarse solo en las cartucheras o parte también en la mochila.
3º. El tipo de cartuchera por la forma características de la munición, que pasa a ser metálica de una pieza en el caso del 11 mm a en peines de cinco tiros en el caso del 7 mm.
4º. Finalmente, y por consideraciones de tipo económico, hay que ver si es posible aprovechar partes del viejo equipo, cuando menos el ceñidor y las trinchas.
Adoptado el Remington, se aprovecharon parcialmente los viejos correajes de los fusiles sistema Minié, cambiando las cartucheras, adaptadas para la nueva munición metálica de 11 mm, y finalmente el
reglamento de uniformidad para la Infantería de 1886 introdujo un correaje específico, con dos cartucheras frontales, una para munición suelta en alveolos (uso inmediato) y la otra con cartuchos empaquetados y una trasera mayor de reserva.
Este correaje se adaptó para el
Mauser, pero hubo que cambiar las dos cartucheras delanteras para adaptarlas a los peines del Mauser (la trasera creo que se aprovechó). Con el Mauser el número de cartuchos portados era mayor (la dotación que llevaba encima el soldado pasó de 100 a 150 tiros), aumento necesario por el mayor gasto de este fusil repetidor y facilitado por el menor peso del de 7 mm (25 gm. frente a los 43 del 11 mm). Posteriormente se fabricaron correajes parecidos pero ya adaptados al nuevo fusil (ver en las imágenes que puse del soldadito español de 1903 y los guardias de 1909-11), pasándose en 1911-14 al nuevo modelo (como ya dije).
A modo de comparación,
Gran Bretaña al adoptar en
1888 el fusil
Lee-Metford de 7,7 mm adaptó el viejo equipo mod. 1882 (del fusil Martiny-Henry de 11,43 mm) para la nueva munición de 7,7, pero la guerra de los Boers les llevó a considerar que éste equipo mod. 1888 era poco adecuado y se sustituyó en
1903 por otro muy diferente y adaptado a los peines introducidos en 1901 (copiados de los de los Mauser de los Boers) y finalmente en
1908 apareció el típico de la 1ª G.M. de lona, con dos cartucheras frontales a cada lado con cinco compartimentos.
Sé que la caballería del Cuerpo llevaba tradicionalmente un correaje distinto a la infantería -por razones obvias de distinta necesidad de sujección del equipo a pié o a caballo- como lo era la bandolera de la que pendía la carabina o tercerola en disposición de uso, cuando se extraía de su alojamiento en la montura. Así deduzco que la bandolera de gala con su cartucherín, en uniforme de parada para oficiales, era una reminiscencia de este tipo de correaje de caballería, por ser plazas montadas. Como deduzco que igualmente viene de ahí el uso de espolines de gala clavados en los tacones de los zapatos. Sin embargo, según creo recordar, estas diferencias entre correajes de uno y otro arma se eliminan con el reglamento del 43 pasando todos a las trinchas simétricas cruzadas a la espalda.
Ejemplo de equipo de tradicional de la caballería, con cartuchera en bandolera y morral.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados