Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Operaciones navales.

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Jaro
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Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Jaro »

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SMS Goeben. Vista de la aleta de estribor y las torres César y Dora.

Cuando comenzó la Gran Guerra la Kaiserliche Marine tenía dos potentes navíos en el Mediterráneo, el crucero de batalla Goeben (de la clase Moltke, 25.300 toneladas a plena carga) y el crucero ligero Breslau (clase Magdeburg, 4.550 toneladas).
El Goeben era capaz, por sí solo, de convertirse en una pesadilla para sus adversarios. Alcanzaba los 26 nudos, lo que significaba que ningún acorazado podía darle alcance, en tanto que cualquier navío inferior a un acorazado sería fácil presa de su tremendo armamento: diez piezas de 280 mm (en cinco torres dobles capaces de disparar todas tanto a babor como a estribor), doce más de 150 mm, ocho de 88 mm y cuatro tubos lanzatorpedos. Además su blindaje era excelente, superior por ejemplo al de los cruceros de batalla británicos.
Bajo el mando del contralmirante Wilhelm Souchon ambos navíos se encontraban fondeados en Mesina, procedentes de la base austriaca de Pola, cuando les llegó la noticia de que Francia había entrado en guerra con Alemania, y que Italia permanecía por el momento neutral, lo que les obligaba a abandonar las aguas italianas en un plazo de 24 horas.
El día 3 de agosto de 1914, a las 23:00, Souchon zarpó rumbo a Argelia donde, de acuerdo con los planes previos a la contienda, debía bombardear varios puertos franceses. Pero lo que debía hacer una vez cumplida esta primera misión no estaba claro: a lo largo de la noche le llegaron a Souchon varios telegramas contradictorios que le instaban por una parte a internarse en el Adriático, en busca de puertos austro-húngaros para colaborar con la k.u.k. Kriegsmarine, y por otra a arribar a Estambul para reforzar las posibilidades de alianza con el imperio Otomano.

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SMS Breslau.

Mientras Souchon decidía lo más conveniente atacó los puertos franceses de Argelia según lo planeado: al amanecer del día 4 el Goeben cañoneó Phippeville (la actual Sakidah) casi al mismo tiempo que el Breslau bombardeaba Bona (actual Annaba). Lanzaron en conjunto 103 proyectiles pero fue una acción simbólica, de escasa efectividad. Después los dos buques se reagruparon y regresaron a Mesina para aprovisionarse de carbón.
Si bien los efectos materiales de ambos cañoneos fueron prácticamente nulos, los efectos estratégicos fueron muy importantes: el vicealmirante Augustin Boué de Lapeyrère, comandante en jefe de la Armada francesa, temió que el siguiente puerto en sufrir un ataque sería Argel, donde estaban preparándose transportes de tropas con destino a la metrópoli. Para evitar la destrucción de esos transportes Lapeyrère dispuso que las tres agrupaciones tácticas que tenía desplegadas en alta mar tendieran una pantalla de protección de los puertos franceses y argelinos. Como en realidad el destino de Souchon era Estambul o el Adriático, todavía no lo había decidido, el exceso de prudencia de Lepyrère significaba que los buques franceses no suponían un peligro para él.
Todavía el francés podría haber lanzado contra Souchon la Segunda Escuadrilla de sumergibles, con base en Bizerta. Pero de nuevo predominó el temor en el ánimo del conspicuo Lapeyrère y los sumergibles recibieron el cometido de defender su base de un posible ataque alemán.
El único peligro para Souchon era, por tanto, la Mediterranean Fleet del almirante Archibald Berkeley Milne. La Gran Bretaña todavía no estaba en guerra con Alemania, le había enviado un ultimátum para que abandonara Bélgica, y en tanto el plazo de tiempo del ultimátum no expirara los navíos británicos se abstendrían de enfrentarse a los alemanes. Cuando a las 9:30 del día 4 de agosto los navíos de Souchon se dirigían hacia Mesina después de cañonear los puertos argelinos se encontraron con los cruceros de batalla HMS Indomitable y HMS Indefatigable, navegando de vuelta encontrada, pero faltaban todavía 14 horas para que expirara el ultimátum y los británicos no recibieron autorización para abrir fuego: debían mantenerlos vigilados e intervenir si atacaban a algún barco francés, pero nada más por el momento.
Los barcos alemanes alcanzaban 26 nudos, los ingleses sólo 22, con lo que la orden de mantener el contacto visual era inviable para los británicos. Tratando de mantener la marcha de los alemanes, los ingleses agotaron el carbón y tuvieron que retirarse a Bizerta para repostar. Les relevó el crucero ligero Dublín hasta que anocheció y les perdió la pista, pero para entonces era evidente que se dirigían a Mesina.
Mientras Milne permanecía con sus cruceros de batalla a la espera al norte del estrecho de Mesina se envió al crucero ligero Gloucester para mantener el contacto visual con los navíos de Souchon e informar de su rumbo en cuanto abandonaran puerto.
En Mesina los alemanes sólo contaban con 24 horas para carbonear por lo que en la tarea era preciso que colaborara toda la tripulación, oficiales incluidos, acarreando carbón desde el mercante General a ambos navíos. Lograron aprovisionarse de 1500 toneladas de combustible antes de que los italianos les exigieran su salida del puerto.
Para entonces Souchon ya había decidido que el mejor servicio que podía prestar al Reich era alcanzar Estambul y tratar de inclinar a los turcos a entrar en la guerra. No tenía suficiente combustible para llegar hasta los Dardanelos, así que solicito apoyo al Almirantazgo: el mercante Bojador cargaría carbón en El Pireo y después esperaría Souchon en Denusa, una isla griega deshabitada en la que el Goeben y el Breslau podrían llenar sus carboneras lejos de miradas curiosas.
El 6 de agosto, a las 17:00, Souchon zarpó de Mesina rumbo al sur, vigilado a lo lejos por el Gloucester.
Como Milne esperaba al norte del estrecho de Mesina, cuando recibió el aviso del Gloucester de que los alemanes navegaban hacia el sur tendría que haber cruzado el estrecho para alcanzarlos, pero esos suponía entrar en aguas territoriales italianas, violando la neutralidad de Italia. No se atrevió a hacerlo sin autorización del Almirantazgo, y se mantuvo a la espera de que llegara el telegrama autorizándole a hacerlo. Para cuando llegó esa autorización, a las 23:00, ya era tarde. El Gloucester informaba de que los alemanes se encontraban a la altura del cabo de Matapán, fuera del alcance de Milne. Los únicos que podían darle alcance a Souchon eran los buques del almirante Ernest Troubridge, que aguardaban en Cefalonia: los cruceros acorazados Black Prince, Defence, Warrior y Duke of Edinbugh, con 8 destructores. Estos cruceros acorazados eran algo obsoletos e inferiores al Goeben por separado, pero juntos podían suponer algún peligro para los alemanes.
Se le envió como refuerzo el crucero ligero Dublin con dos destructores. Troubridge ordenó al Dublín que atacara en cuanto le fuera posible, sin esperar a reunirse con él, y la noche del 6 al 7, a las 3:30, el Dublin y sus dos destructores se acercaron a los alemanes para lanzar un ataque torpedero. Pero fueron descubiertos por los vigías y el Goeben y el Breslau se esfumaron en la noche sin dar oportunidad a los británicos de lanzar sus peces al agua.
Troubridge estaba decidido a lanzarse al combate contra Souchon, pese a su aparente inferioridad material, pero esa misma noche sostuvo con su jefe de Estado Mayor, el capitán Fawcett Wray, una conversación de trágicas consecuencias. Wray no tenía el emenor deseo de plantar batalla al Goeben con los viejos cruceros acorazados, una acción que le parecía suicida, y así se lo hizo ver a Troubridge: los diez cañones de 280 mm del Goeben podían lanzar una andanada de 3.020 kg, en tanto que cada uno de los cruceros acorazados no llegaba siquiera a los 1.000 kg por estribor o por babor (con piezas de 233’7 mm y de 190’5 mm), e incluso los cuatro juntos sólo llegaban a 3.366 kg. Además el blindaje del Goeben era muy superior, y con su mayor velocidad llevaría la iniciativa.
En opinión de Wray, los alemanes echarían a pique a los cuatro cruceros acorazados uno tras otro sin apenas sufrir daño. Era preferible esperar la llegada de los cruceros de batalla de Milne.
Troubridge se dejó convencer, cambió el rumbo para no marchar al encuentro con Souchon y se mantuvo cerca de la isla de Zante, esperando a Milne. Por supuesto para cuando llegaron los cruceros de batalla de Milne el Goeben y el Breslau ya eran inalcanzables en su travesía hacia Estambul, y Troubridge fue cesado en el mando. Desde entonces mucho se ha hablado de su decisión de no combatir, y mil veces se ha replanteado sobre el papel qué hubiera ocurrido de haber plantado cara con los cruceros acorazados al Goeben. Quizá habrían acabado todos en el fondo del mar, pero probablemente el Goeben y el Breslau no habrían salido indemnes del cañoneo. Quizá hubieran sufrido suficientes daños como para desistir de su propósito de alcanzar Estambul y habrían optado por refugiarse en algún puerto austro-húngaro. Tal vez eso hubiera supuesto que el Imperio Otomano no se habría decantado por entrar en la guerra del bando alemán. Pero los “probablemente”, los “quizá” y los “tal vez” no reescriben la Historia.

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Ruta Pola/Constantinopla.

Si Troubridge y Wray no hicieron muy buen papel, de manera muy diferente se desempeñó uno de sus subordinados, el capitán Kelly, comandante del Gloucester. Mantuvo el contacto visual con los alemanes a lo largo de la noche y del día siguiente, hasta que a las 15:45 con el combustible casi agotado se vio en la necesidad de abandonar la persecución. Pero antes de hacerlo se acercó al Breslau e intentó cañonearlo. El Breslau y el Gloucester intercambiaron disparos sin llegar a alcanzarse, hasta que el Goeben acudió en ayuda de su compañero, y ante la amenaza de sus potentes piezas el Gloucester finalmente se dio por vencido y retrocedió.
(El capitán del Gloucester era hermano del capitán del Dublín, el que trató de torpedear de noche a los alemanes. Hay que reconocer que se trataba de una familia muy aguerrida).
A mediodía del día siguiente, 9 de agosto, Souchen se reunió con el carguero Bojador en el punto convenido, la deshabitada isla griega de Denusa, y allí se hizo el trasbordo de carbón. A las 16:00 del 10 de agosto el Goeben y el Breslau fondearon en el cabo Helles, a la entrada de los Dardanelos, y pidieron autorización al Sultán para entrar en Estambul.
Es buena prueba de que el gobierno turco todavía no había decidido que papel desempeñar en la guerra el hecho de que tardó más de un día en responder a la petición de Souchon. No fue hasta el día 11, a las 21:00, que se presentó un destructor turco y guió a los alemanes a través de las zonas minadas de los Dardanelos. Milne llegó varias horas después. Exigió a los otomanos que internaran a ambos navíos, pero el gobierno turco respondió que aquellos barcos ya no eran alemanes, que los había comprado la armada otomana: el Goeben se llamaría en adelante Yavuz Sultan Selim (el bravo Sultán Selim), y el Breslau sería el Midilli (nombre turco de la sila griega de Mitilene), los marineros alemanes cambiaron sus uniformes, y Souchon fue “contratado” como comandante en jefe de la flota turca (en sustitución del británico Limpus).


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Souchon y su tripulación en Constantinopla.

Pronto se reforzaron las medidas de protección de los Dardanelos para prevenir una posible incursión británica destinada a destruir al Goeben y al Breslau: el 30 de agosto llegó a Estambul el almirante Guido von Usedom con 400 especialistas en artillería de costa y en minas para dirigir las operaciones.
De poco sirvió a Churchill ordenar, el 21 de septiembre, al vicealmirante Carden que tuviese como misión prioritaria la destrucción de los dos navíos alemanes. Para entonces los Dardanelos ya eran inaccesibles para la Royal Navy.
Al otro lado de los estrechos, en Sebastopol la Chernomorskiy Flot (flota rusa del mar Negro) recibió como un negro augurio la llegada de los dos navíos alemanes a Estambul, ya que los rusos no tenían nada equiparable a estos dos barcos en el mar Negro.
El comandante en jefe de la Chernomorskiy Flot, el vicealmirante Andrei Augustovich Ebergard, era un marino muy combativo y propuso lanzar un ataque por sorpresa cuanto antes para destruir los barcos alemanes. No era mala idea, en realidad era lo mejor que podían hacer los rusos, pero el gobierno del Zar no autorizó el proyecto. No quería proporcionar una excusa a Turquía para entrar en la guerra. Por supuesto Turquía no necesitaba una excusa: al amanecer del 29 de octubre, sin previa declaración de guerra, el Goeben se presentó de improviso ante Sebastopol junto a dos destructores y comenzó a cañonear la base naval. Simultáneamente hubo ataques similares turcos en Novorossiisk (por el Breslau) en Feodosia y en Odessa. Los daños no fueron serios, pero supuso la entrada de Turquía en la guerra. Curiosamente las primeras bajas en las filas otomanas no fueron turcos sino alemanes, 14 tripulantes del Goeben resultaron muertos ante Sebastopol al ser alcanzado el barco por las baterías costeras.

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SMS Goeben.

Una vez puesto al mando de la Armada otomana, Souchon tenía un objetivo claro: hacerse con el control del mar Negro. Rusos y turcos combatían por el Caúcaso y abastecían a sus ejércitos principalmente por mar. Los convoyes de tropas y suministros para las fuerzas turcas que partían desde Estambul debían recorrer todo el mar Negro para llegar al frente, con lo que estaban a merced de posibles ataques rusos desde la base de Sebastopol. Para evitar esos ataques Souchon se propuso llegar a trabar una batalla decisiva contra la Chernomorskiy Flot y eliminarla. La ventaja de Souchon radicaba en el Goeben y el Breslau además de cuatro modernos destructores construidos en Alemania y comprados por Turquía antes de la guerra. El resto de la armada otomana era de calidad muy inferior, pero la Chernomorskiy Flot no tenía nada equiparable a esos seis navíos, contaba con cinco acorazados pre-dreadnought (equivalentes a los cruceros acorazados que Troubridge no se había atrevido a enfrentar al Goeben), dos cruceros protegidos y 18 viejos destructores, todos ellos barcos obsoletos.
Pese a su aparente inferioridad material, Ebergard emprendió una decidida acción ofensiva contra los turcos: envió una fuerza de 6 destructores, un crucero protegido y un acorazado pre-dreadnought a bombardear el puerto de Zonguldak, una importante base naval turca. Allí los rusos tuvieron la suerte de tropezar con un convoy destinado al frente y lo echaron a pique: hundieron un carguero, dos remolcadores y tres transportes de tropas con efectivos del Décimo Cuerpo de Ejército. Este éxito animó a Ebergard a lanzar el día 17 de noviembre el grueso de sus fuerzas contra otro importante puerto otomano, el de Trebisonda (la actual Trabzon): lo bombardearon y fondearon varios cientos de minas. Souchon vio aquí su oportunidad de librar la batalla decisiva que buscaba: podría interceptar a los barcos rusos mientras regresaban a Sebastopol. Envió al Goeben y al Breslau a cortar el camino de vuelta a los rusos, y tuvo éxito: el día 18 a mediodía los alemanes avistaron los cinco vetustos acorazados pre-dreadnough (el mismo Ebergard iba a bordo de uno de ellos, su buque insignia: el Evstafi). Los rusos navegaban en línea, a intervalos de 800 yardas, escoltados por trece destructores y por los dos cruceros protegidos.

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SMS Goeben.

Si Souchon esperaba que Ebergard actuara con la indecisión y el temor con que lo había hecho Troubridge estaba muy equivocado. De inmediato Ebergard ordenó a sus buques a lanzarse contra los alemanes abriendo fuego sin cesar: a la segunda andanada el Evstafi alcanzó al Goeben con un proyectil de 305 mm (332 kg de peso) en una batería de 150 mm de babor: 14 muertos, la batería fuera de combate y un incendio que costó controlar y que a punto estuvo de hacer volar por los aires al Goeben.
En respuesta el Evstafi recibió cuatro impactos directos que le causaron 34 muertos, pero el buque insignia ruso no se amilanó y siguió disparando, imitado por los otros cuatro acorazados.
Souchon se vio sorprendido por la combatividad de los rusos. El incendio provocado por el atinado impacto del Evstafi en una batería llegó a poner al Goeben en serio peligro, y Souchon, temiendo perder a su crucero de batalla, ordenó la retirada. Los barcos alemanes eran bastante más veloces que los rusos y pronto los dejaron atrás. Sólo cuando Ebergard vio desaparecer la silueta de sus enemigos ordenó continuar la marcha hacia Sebastopol: el cazador había sido puesto en fuga por las que creyó que iban a ser sus presas.

No acabó bien 1914 para el Goeben: el 26 de diciembre chocó con dos minas a la entrada al Bósforo. Es buena prueba de su excelente diseño y construcción que no se hundiera, pero tuvo que permanecer en reparaciones hasta abril de 1915.
A lo largo del resto de la guerra las acciones navales en el mar Negro consistieron por ambas partes en una larga serie de misiones de acoso sobre la costa enemiga, principalmente tendido de minas, y de escaramuzas en el hostigamiento a los convoyes de suministros para el frente.
Mientras las fuerzas navales rusas iban en aumento las turcas disminuían. Ebergard recibió como refuerzos el potente acorazado Imperatritsa Mariya, muy capaz de enfrentarse al Goeben, además de destructores y sumergibles modernos. Por el contrario Souchon sufría la carencia de personal, materiales e instalaciones adecuados para las reparaciones. El Breslau chocó con una mina en julio de 1915 y no pudo volver a estar operativo hasta febrero de 1916 debido a esas carencias.
Desde la base austriaca de Pola llegaron varios sumergibles alemanes que operaron en el mar Negro desde la base de Zonguldak y, tras la entrada de Bulgaria en la guerra, desde Euxinograd.
La Chernomorskiy Flot de Ebergard se fue haciendo con el control del mar Negro, atacó con frecuencia las bases navales turcas y hostigó con eficacia el tráfico de mercantes. A finales de 1915 la práctica totalidad de cargueros turcos de buen tonelaje estaban en el fondo del mar. El Breslau fue utilizado con frecuencia para transportar pertrechos e incluso tropas a Trebisonda, corriendo un riesgo desproporcionado con el valor de aquellos envíos.
A comienzos de 1918 el Goeben y el Breslau trataron de regresar al Mediterráneo y abandonar un Imperio otomano que se derrumbaba. El 20 de enero cruzaron los Dardanelos a pesar de que sabían que les esperaba en el Egeo una flota británica destinada exclusivamente a darles caza. Por suerte para los alemanes estaban ausentes las principales unidades de ese “comité de recepción”, los acorazados Agamenon y Nelson. En la lucha siguiente el Goeben hundió dos monitores británicos, el M28 y el Raglan, pero inmediatamente después los alemanes tuvieron la desdicha de internarse en un área minada. El Breslau chocó contra una mina y se hundió, murieron 348 tripulantes, de los que 32 eran turcos.
El Goeben fue capaz de mantenerse a flote pese a sufrir el impacto de tres minas, y tratando de regresar a Estambul quedó varado en la costa de los Dardanelos. Continuó formando parte de la armada turca tras la guerra.

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Goeben/Yavuz en Malta, 1936.

Fuentes:

Luis de la Sierra, El mar en la Gran Guerra, Ed. Juventud
Cristino Castroviejo Vicente, Submarinos aliados en la Gran Guerra, Ed. Real del catorce
http://www.naval-history.net/WW1NavyTurkish.htm


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Mensaje por Urogallo »

Hermosa e interesante historia. Luis de la Sierra destaca que el temor francés a un ataque alemán contra sus transportes, retuvo a 600.000 soldados franceses en Africa durante unos días decisivos.
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Mensaje por Jaro »

Olvidé mencionar en el primer post que a bordo de uno de los buques alemanes, el SMS Breslau, se encontraba un joven oficial llamado Karl Dönitz (tenía 23 añitos en 1914).
En 1916 se pasó a los sumergibles que, como ya he dicho, operaron en el mar Negro.
En esta fotografía de los oficiales del Breslau aparece Dönitz, aunque no sé cual de ellos es:

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Fuente:http://www.worldwar1.com/sfgb.htm
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Mensaje por Bruno Stachel »

Souchon estaba en Haifa cuando le llegaron las notícias de lo sucedido en Sarajevo. No le gustó nada, pues presentía que eso causaría una guerra y sabía que el estado de su buque no era para tirar cohetes, por que sus calderas perdían vapor -de hecho, el Moltke iba a reemplazar al Goeben en octubre, que regresaría a Kiel para ser reparado.

Así las cosas, zarpó Pola tras telegrafiar a sus superiores para que le enviaran tuberías nuevas y técnicos. Durante todo julio se trabajó intensamente en Pola, pero los trabajos no habían finalizado cuando el Goeben tuvo que zarpar de Pola para no quedar bloqueado.

Al llegar el 1 de agosto a Brindisi le informan de que dos de las calderas pierden vapor, y opta para ir a Mesina para reponer carbon de los buques alemanes allí fondeados. En Tarento se les unió el Breslau.
Palo Dixit: posible Anticristo, Cule y Salido que provoca manifas por donde pasa y vacalentacialano parlante.

"Que no panda el cúnico, chicos", dijo ella.

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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Flogger »

Excelente artículo Jaro!!
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Mensaje por Bruno Stachel »

Dos factores que se resumen en uno explican la inacción inglesa: el almirante sir Berkely Milne. Se le asigna como primera tarea proteger a los transportes franceses "cubriéndolos y, en lo posible" haciendo entrar en acción a los barcos rápidos alemanes, en especial el Goeben". Al mismo tiempo se le recomienda "no emprender ninguna acción contra fuerzas superiores".

Y Milne recordaría esta frase el resto de la campaña. Churchill se refería a la Marina austríaca al hablar de fuerzas superiores. El problema fue que Milne lo interpretó a su manera y, al llegar el momento decisisvo, Milne, que rea un hombre prudente, no estuvo a la altura de la tarea.
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Mensaje por Trancos-Alatriste »

Conocía la historia de estos dos buques, e incluso durante un tiempo acaricié (como tú sabes, Jaro) la idea de abrir un hilo sobre ella, pero al final desistí por falta de tiempo. Me ha gustado mucho tu narración de la epopeya de estos dos buques, de la cual yo solo conocía su viaje a Estambul, no sus acciones en el Mar Negro.

Estocada: Milne no se cubrió precisamente de gloria durante aquellos dias.
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Mensaje por Oskar Matzerath »

A pesar de acabar no teniendo un papel demasiado lucido en el Mar Negro, el Goeben y el Breslau sí lograron un objetivo. Atraer unidades enemigas superiores que no pudieron actuar en otros frentes. Tanto los rusos como los británicos. El magnífico texto de Jaro lo pone en evidencia. Y más destacable es el papel al principio de la guerra, volviendo locas a las flotas francesa y británicas del Mediterráneo.

Felicidades y gracias por la información!!!
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Mensaje por Fernando Cebrián »

El Goeben acabó tristemente sus días abandonado en Esmirna habitando en el un anciano y sus gatos...triste fin para tan gallardo buque.
-¡Mi abuelo me dijo que los pilotos de hidroavión son las mejores personas del mundo, porque el mar y el cielo les limpia el corazón. Por eso son más valientes que los marineros y más abnegados que los aviadores de tierra!
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Mensaje por Urogallo »

Fernando Cebrián escribió:El Goeben acabó tristemente sus días abandonado en Esmirna habitando en el un anciano y sus gatos...triste fin para tan gallardo buque.
Pero no así para los gatos.

¿Y no lo desguazaron?. Era acero del bueno.
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Sí, fue desguazado a entre 1973 y 76. Así acabó el último de la gloriosa estirpe de los Cruceros de Batalla. Por cierto, los turcos declinaron en 1966 una oferta de compra del gobierno de la RFA.
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Mensaje por Urogallo »

Fernando Cebrián escribió: Por cierto, los turcos declinaron en 1966 una oferta de compra del gobierno de la RFA.
Otra crueldad de la historia. Habría sido hermoso verlo convertido en un museo flotante.

Ala, ya me he puesto triste. :cry:
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Pues sí, sería bonito haberlo conservado, como a nuestro Canarias...
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Mensaje por Urogallo »

Fernando Cebrián escribió:Pues sí, sería bonito haberlo conservado, como a nuestro Canarias...
:cry: Y eso fué en 1975, menos justificación si cabe. :cry:
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Afortundamente parece que esa animadversión a conservar los vestigios militares de nuestra historia va cambiando poco a poco. El museo de Artillería de Costa, la conservacion de un "Delfín", de una F-70, AMX-30... ¿Nos iremos civilizando?
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Mensaje por Jaro »

No sabía lo del desguaze del Goeben, pero después de leer lo que escribió Fernando C. sobre el anciano y los gatos que lo habitaron en sus últimos años me gusta esa imagen: un anciano encorvado recorriendo los pasillos oscuros y silenciosos del viejo crucero de batalla mientras ambos, barco y anciano, se encaminan hacia su fin.
Sic transit gloria mundi.
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Sinceramente una hermosa reflexión. Me recuerda a una historia que lei de adolescente. Contaba la historia de un hombre que era el encargado de varar los barcos en las playas de Indonesia donde luego, miriadas de trabajadores desguazan los buques. Cuenta esa historia que, esperando la pleamar, en el puente de los barcos este hombre los consolaba. Les hablaba de todos los puertos que habían tocado, de las mercancias que habían dado fortuna a tanta gente, de todos los mares que habían surcado y de tantas esperanzas como habían transportado....
Yo soy "terricola", pero pienso que la vida que tiene un barco no la puede llegar a tener jamás ninguna otra cosa fabricada por el hombre.
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Fernando Cebrián
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Saludos a todos:
Comentar que, durante la guerra las piezas de 105 del Breslau fueron sustituidas por 8 de 150 mm que lo hacían mucho más eficaz.
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Mensaje por Oskar Matzerath »

Lo del anciano también me ha recordado la película "La leyenda del pianista en el Océano". ¿Qué tendrán los barcos que siempre despiertan nostalgia?
Jaro
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Mensaje por Jaro »

Fernando Cebrián escribió:Comentar que, durante la guerra las piezas de 105 del Breslau fueron sustituidas por 8 de 150 mm que lo hacían mucho más eficaz.
En efecto, Fernando. El Breslau se encontró el 22 de julio de 1916 en el mar Negro con el potente acorazado ruso Imperatritsa Mariya. El Breslau, con sus cañones de 105 mm nada podía hacer contra las piezas de 305 mm del buque ruso, que empezó a martillearle desde ¡¡24.000 metros de distancia!! El Breslau sólo se salvó gracias a su superior velocidad.
Las piezas de 105 mm eran muy poco efectivas, el HMS Arethusa podía atestiguarlo bien tras la batalla de Heligoland, en la que recibió 25 impactos de ese calibre y continuó navegando. Y por ello, al año siguiente de su encuentro con el Imperatritsa Mariya, en 1917, el SMS Breslau sustituyó sus piezas de 105 mm por otras de 150 mm. El aumento de peso le restaba velocidad, pero los alemanes lo consideraron justificado a cambio de que sus cañonazos hicieran algún daño al enemigo.
Al menos eso es lo que dice Luís de la Sierra en El mar en la Gran Guerra, y así lo escribí el verano pasado en el hilo sobre la batalla de Heligoland:

viewtopic.php?t=12597

Precisamente en ese hilo fue cuando trancos-Alatriste comentó la idea de hacer una reseña sobre el Goeben y el Breslau.
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Mensaje por Urogallo »

Recuerdo el libro, sobre todo cuando comenta como los calibres 105 ( y no se si 90) de la armada imperial alemana demostraron ser casi ineficaces contra los buques aliados.

Los japoneses aprenderían la lección, y firmarían en el tratado de Whasington equipar sus cruceros con piezas de 150...pero teniendo preparadas otras de 205 para colocarlas el primer día de la guerra.
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Fernando Cebrián
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Armamento de juguete califica el maestro de la sierra al armamento del Seeadler, en la Gran Guerra. Aclaro que eran piezas de 2 de 105.
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Otra comparativa de la eficacia de los 105 contra los 150 es el combate del Emdem contra el Sidney. El crucerito alemán apenas fue rival para el australiano.
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Mensaje por Oskar Matzerath »

Hablando del Emden has tocado uno de mis puntos débiles.

los-cincuenta-del-emden-vt12374.html?highlight=
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Fernando Cebrián
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Yo crecí con los relatos de Luis de la Sierra sobre el Emdem y sus valientes hermanos, que hicieron una gallarda y valerosa guerra de corso, por los Siete Mares y contra un enemigo muy superior.
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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Lutzow »

Buen trabajo de Jaro, sólo algunos apuntes:
Los barcos alemanes alcanzaban 26 nudos, los ingleses sólo 22, con lo que la orden de mantener el contacto visual era inviable para los británicos.
En realidad la velocidad máxima del SMS Goeben en aquel momento, por problemas en su maquinaria, era de 24 nudos. Los cruceros de batalla británicos también tenían problemas similares, con el agravante de que varias docena de fogoneros se habían quedado en tierra al zarpar los buques apresuradamente de Malta. El SMS Goeben forzó sus máquinas al máximo para dejar atrás a sus rivales, lo que conllevó el estallido de algunas tuberías de vapor, abrasando a varios hombres, de los que fallecieron cuatro; los primeros marinos alemanes en caer durante la Gran Guerra.
Desde entonces mucho se ha hablado de su decisión de no combatir, y mil veces se ha replanteado sobre el papel qué hubiera ocurrido de haber plantado cara con los cruceros acorazados al Goeben.
Tal y como se comprobó en Jutlandia con el hundimiento de los HMS Defense y HMS Warrior o en Las Malvinas con el de los SMS Scharnhorst y SMS Gneisenau, los cruceros acorazados no eran rivales para un crucero de batalla. Aún con su velocidad reducida, el SMS Goeben aún tenía margen suficiente para mantenerse fuera del alcance de las piezas de 234 mm (unos 14.800 m), que además no tenían capacidad para dañar las áreas vitales del Schlachtkreuzer, mientras las proyectiles de 28 cm, con un alcance de 18.000, resultarían letales para los cruceros de batalla británicos. Quizá la mejor oportunidad de Troubridge residía en sus ocho destructores, aunque en una acción diurna resulta improbable que pudiesen torpedear al SMS Goeben.
Curiosamente las primeras bajas en las filas otomanas no fueron turcos sino alemanes, 14 tripulantes del Goeben resultaron muertos ante Sebastopol al ser alcanzado el barco por las baterías costeras.
En realidad durante el ataque a Sebastopol el SMS Goeben no sufrió ninguna baja, pese a resultar alcanzado por tres impactos de 234 mm de las baterías costeras, uno de los cuales atravesó una chimenea sin estallar y los otros dos lo hicieron contra la cintura acorazada, causando escasos daños.
el Evstafi alcanzó al Goeben con un proyectil de 305 mm (332 kg de peso) en una batería de 150 mm de babor: 14 muertos, la batería fuera de combate y un incendio que costó controlar y que a punto estuvo de hacer volar por los aires al Goeben.
En respuesta el Evstafi recibió cuatro impactos directos que le causaron 34 muertos, pero el buque insignia ruso no se amilanó y siguió disparando, imitado por los otros cuatro acorazados.
Según mis datos el impacto que dejó fuera de combate la casamata numéro III de babor causo 13 muertos y cuatro heridos, y obligó a inundar el pañol correspondiente, pero el SMS Goeben no estuvo en serio peligro. Según la misma fuente, las bajas rusas serían 33 muertos y 35 heridos.
A comienzos de 1918 el Goeben y el Breslau trataron de regresar al Mediterráneo y abandonar un Imperio otomano que se derrumbaba. El 20 de enero cruzaron los Dardanelos a pesar de que sabían que les esperaba en el Egeo una flota británica destinada exclusivamente a darles caza.
En Enero de 1918 el Imperio Turco todavía no se derrumbaba, salvado en parte por la Revolución Rusa, la salida del SMS Goeben al Mediterráneo era una operación ofensiva, destinada a aliviar la presión que la total superioridad naval de la Entente ejercía sobre las costas del Imperio, pero con la idea de regresar a Constantinopla tras la misma.

Saludos.
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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Blockchain »

El Goeben se llamó Goeben hasta primeros de agosto de 1914. A partir de ahí, y hasta su desguace, se llamó Yavuz Sultân Selim, o Sultán Selim I el Implacable, para entendernos. Selim I fue un emperador importante de la historia otomana, pese a que sólo reinó 12 años, creo recordar. El apodo, Yavuz (en Kaba Türkçe significa Implacable, aunque puede significar más cosas, como Severo, Valiente y alguna otra), le viene de su expeditivo estilo de conjurar posibles rebeliones entre hermanos y primos al subir al trono un nuevo emperador. Cuando él heredó el trono lo primero que hizo fue cargarse a todos sus hermanos, de modo que ya no tuvo problemas de conspiraciones motivadas por celos o envidias familiares. Doce años después, sintiendo la muerte cerca, eligió como heredero al hijo que le parecía más listo, Süleyman (el que con el tiempo fue conocido como Süleyman el Magnífico), y para ponerle las cosas fáciles mandó pasar a cuchillo a sus numerosos hermanos y primos (en su serrallo había cantidad de esposas y concubinas, así que hijos tenía unos cuantos). En la Turquía de hoy se le recuerda con relativa devoción, al punto que tiene su propia mezquita (pequeña pero muy bonita), donde se conservan sus restos y donde gracias a los dioses van muy pocos turistas, y el tercer puente sobre el Bósforo, el recientemente construido cerca de su desembocadura en el Mar Negro, también se llama Yavuz Sultân Selim.

Goeben era el nombre de un general prusiano que se distinguió en la guerra de 1870-71. Es menos sabido que de joven guerreó como mercenario carlista en no recuerdo cuál de las innumerables guerras carlistas, sin hacer lo que se diría un gran papel. Su nombre se escribe Göben (en alemán ö puede escribirse oe; ambas formas son correctas, pero el barco siempre se llamó Goeben (bueno, hasta volverse otomano). En la web se venden recuerdos, como campanas y cosas así, con la inscripción Göben, lo cual señala que son más falsos que un euro de plástico.

La vida del Yavuz Sultân Selim no acabó en 1918, ni mucho menos. Quedó bastante fastidiado, eso sí, acumulando cantidad de óxido y corrosión, pero nueve años después, ya constituida la moderna República de Turquía, el presidente Mustafá Kemal (su apellido desde hacía tres o cuatro años, cuando los turcos comenzaron a tener apellido; antes sólo tenían nombre y, en todo caso, apodo; el suyo era Kemal, cuyo significado es 'El Perfecto'; Atatürk, o padre de los turcos, se lo adjudicaron a poco de proclamar la República) mandó reconstruirlo. Recurrió a una empresa francesa, la cual aportó, como primera medida, un dique flotante de capacidad suficiente. En él se reconstruyó el buque, y muy bien, pues a los tres años, en sus pruebas de mar, volvió a dar los 27 nudos (85.000 Hp) que había dado en 1912. Tras eso emprendió una vida plácida, más diplomática que naval, visitando casi todos los puertos que había visitado cuando se llamaba Goeben y lo mandaban los contralmirantes Trummler (hasta mediados de 1913) y Souchon. Tras 1945 siguió sirviendo como buque insignia, pero ya estaba muy caduco. Hay fotos preciosas del Yavuz (tras su reconstrucción se decidió acortarle un poquito el nombre) junto a un acorazado americano de clase Iowa de visita en Istanbul, pero el caso era que ya no se movía mucho del Mar de Mármara. Cuando el gobierno turco decidió jubilarlo fue ofrecido a la República Federal Alemana, sin cargo. Los alemanes sólo tendrían que hacerse cargo del remolque hasta Labau, pero el gobierno alemán rechazó la oferta. La Bundesmarine desde luego que lo quería, pero los tiempos, mediados los sesentas, eran malos para resucitar viejos sentimientos patriótico-grandiosos, y el kanzler de por entonces, muy a su pesar, se vio forzado a declinar la oferta. Turquía no tenía medios para conservar el buque en calidad de museo, ni en esa época era una costumbre establecida (el primer capital ship convertido en museo, el USS North Carolina, no debutó hasta muy entrados los sesentas; el inglés Belfast y el francés Colbert no lo hicieron hasta los setentas; de hecho, si los ingleses abandonaron la idea de convertir el HMS Vanguard en museo flotante fue por lo mismo, porque no salían las cuentas), así que, tristemente, el Yavuz acabó en manos de los chicos del soplete. Para los que amamos los acorazados y los cruceros de batalla, fue una verdadera pena.
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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Blockchain »

Un último comentario: Churchill, que nunca disimuló ser un racista convencido, sentía un desprecio insuperable por los otomanos, y en especial por los turcos. A eso se debió su decisión, muy criticada, de embargar dos acorazados otomanos construidos en Inglaterra, el Reshadie y el Sultân Osman I, y convertirlos en HMS Erin y HMS Agincourt. Eso sentó indescriptiblemente mal en el gobierno de la CUP (Comité de Unión y Progreso; así se llamaba el partido de los Jóvenes Turcos, los que por entonces mandaban en Konstantinyye, y debe recordarse que Istanbul no se llamó Istanbul hasta 1923). De ahí su fenomenal cabreo al saber que Souchon se había escurrido por entre los dedos de la British Mediterranean Fleet, había llegado a Canakkale y había pasado a ser el almirante jefe de la armada otomana, siendo su buque insignia el Yavuz Sultân Seliim. Años después, tras haber sido despedido por suprema incompetencia de su cargo de Primer Lord del Almirantazgo, dejó escrita una de su geniales frases lapidarias: "En la historia de los conflictos humanos, ningún buque ha dejado tras de sí una estela de muerte, horror, miseria y destrucción comparable a la del SMS Goeben." En eso no exageraba mucho. Un tipo tan poco sospechoso como Erich Ludendorf dejó dicho que gracias a Souchon y al Goeben la Primera guerra Mundial duró dos años más de lo que habría debido, y en esa opinión abundan numerosos pensadores políticos y militares. Si la Mittelmeerdivision (antes Mittelmeerischeskreuzergeschwader, o Escuadra de Cruceros del Mediterráneo) no hubiera ganado Konstantiniyye en agosto de 1914, el Imperio Otomano no habría entrado en la guerra, y el mapa del cercano oriente sería hoy bien distinto de como es.

El Grossadmiral Wilhelm Souchon es hoy un tipo perfectamente olvidado. Sin embargo, los pensadores estratégicos aficionados a la historia recuerdan que sus dos gestas, la de llevar su división a aguas otomanas, y la todavía más importante, de desencadenar por su cuenta la guerra entre Rusia y el Imperio Otomano, saltándose a la torera la orden radiada de Enver Pasha de que diera media vuelta y no atacara Sebastopol, fueron decisivas para la historia del siglo XX, si no más allá. Por su parte, dejó el Imperio Otomano a finales de 1917, para hacerse cargo de la IV Geschwader de la Hochseeflotte (Linienschiffe Kaiser, Kaiserin, König Albert, Prinz Regent Luitpold y Friedrich der Grosse). Al estallar la revolución de la Kaiserliche Marine de octubre de 1918 era comandante de la base de Kiel. No contaba con fuerzas suficientes para oponerse al colosal motín, de modo que sólo pudo asistir con impotencia a la revolución que se llevó por delante a la armada alemana, y tras ella al ejército alemán. Después pasó a la reserva, si bien siguió ascendiendo, hasta llegar al empleo de Gran Almirante (creo recordar). El Grossadmiral Raeder lo sacó del olvido, haciendo que el III Reich lo resucitara y rehabilitara como todo un héroe sigfrídico. Murió en 1946, me parece, y volvió al olvido, en donde sigue. No era un tipo de convicciones extremistas, pese a que algunos historiadores frívolos le vinculen con su sobrino Hermann Souchon, el que asesinó a Rosa Luxemburg de un tiro en la cabeza. Wilhelm Souchon sólo fue un excelente marino de guerra, cien por cien profesional.
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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Lutzow »

Interesantes apuntes Blockchain, me alegra tener entre nosotros a otro amante de los cruceros de batalla, bienvenido a EGC... :dpm: Te dejo un enlace al hilo de presentaciones por si deseas hacer lo propio: viewtopic.php?f=28&t=8572&start=5700

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Re: Goeben y Breslau: una epopeya de la Gran Guerra

Mensaje por Lutzow »

Resubidas todas las imágenes, maldito sea por por siempre ImageShack... :/)

Saludos.
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