No habían transcurrido ni cinco minutos desde que el HMS Inflexible chocó con una mina cuando un nuevo desastre se produce entre los buques británicos, a las 16:15 una explosión sacude al HMS Irresistible en su costado de estribor, pensando su Capitán que ha resultado torpedeado e izando la bandera verde que señala al resto de la flota este suceso, aunque poco más tarde fue informado de que habían chocado con una mina. El resultado fue desastroso, la sala de máquinas de estribor quedó inmediatamente anegada y varios hombres murieron allí, tomando el acorazado una escora de siete grados hacia esa banda, poco más tarde el mamparo que separaba la sala de máquinas de estribor con la de babor cedió y esta última también resultó inundada, quedando el buque al garete, fuera de la corriente de los Dardanelos y con una brisa que lo acercaba peligrosamente cerca de la costa asiática, donde la baterías otomanas reanudaron un intenso bombardeo, que causó numerosas bajas entre la tripulación reunida en la cubierta. El Vicealmirante de Robeck ordenó al acorazado HMS Ocean que se quedase cerca del derrelicto por si era posible darle remolque y al destructor HMS Wear que rescatase a la tripulación, que en una maniobra bien ejecutada bajo el fuego enemigo rescató a 28 Oficiales y 582 hombres, mientras el Capitán y diez voluntarios se quedaban a bordo del HMS Irresistible para ayudar en la tarea de un posible remolque.

HMS Irresistible al garete en los Dardanelos.
Solo cuando el HMS Wear regresó a las 16:50 a la altura del buque insignia, conoció de Robeck que el HMS Irresistible había chocado con un mina, ordenando entonces una retirada general, y al Comodoro Keyes que tomase el mando del HMS Wear una vez este hubiese desembarcado a los supervivientes rescatados, con instrucciones de que el HMS Ocean remolcase al HMS Irresistible, y en el caso de no resultar posible, que lo hundiese con torpedos para que no cayese en manos enemigas. Cuando Keyes llegó a la zona el Capitán del acorazado y los diez voluntarios lo habían abandonado dándolo por perdido, pero el Comodoro trasmitió al HMS Ocean las órdenes del Vicealmirante para intentar salvarlo, sin éxito porque el Comodoro Hayes-Sadler alegó que la profundidad del agua no era lo suficiente para poder acercarse. Poco convencido, Keyes ordenó al Capitán del HMS Wear que sondease el fondo para conocer la profundidad exacta, todo bajo el cercano fuego enemigo, que no lo logró alcanzar al destructor. Las mediciones indicaron que había 25 metros de profundidad, más que suficientes para poder haber intentado el remolque, máxime cuando la situación del HMS Irresistible parecía haber mejorado algo, flotaba más adrizado y no parecía hundirse con rapidez, por lo que Keyes repitió las instrucciones de remolque a Hayes-Sadler, pero el HMS Ocean hizo caso omiso, enfrascado en combatir las baterías otomanas mientras navegada a elevada velocidad en distintas direcciones, en una maniobra que le pareció a Keyes innecesaria y de poca utilidad. Finalmente envió el mensaje
“si no tiene intención de remolcar al Irresistible el Vicealmirante desea que se retire”, con la idea de regresar al anochecer con un destructor y algunos arrastreros con los que devolver al HMS Irresistible a la corriente que le sacase de los Dardanelos. Se inició la retirada pero solo se encontraban a solo una milla del buque abandonado cuando sobrevino una nueva fatalidad, el HMS Ocean chocó con otra mina en el costado de estribor, inundándose los búnkeres de carbón y tomando una escora de 15 grados. Simultáneamente un proyectil hizo blanco en el compartimento del timón, que quedó atascado, y las reparaciones resultaron imposibles debido a las inundaciones, de modo que se dio la orden de abandonar el barco, siendo su tripulación recogida por los destructores HMS Colne, Jed y Chelmer, excepto cuatro hombres que resultaron accidentalmente abandonados a bordo, aunque al anochecer fueron rescatados por el HMS Jed.

HMS Ocean.
Según las fuentes otomanas, aunque resulta complicado de verificar, el proyectil que alcanzó al HMS Ocean fue disparado desde el Fuerte Rumili (13) y hemos de detenernos en él porque nos ofrece una visión de la excitación, incluso fanatismo, con el que los artilleros turcos vivieron la batalla. Fort Rumili había sido blanco de los proyectiles aliados durante varias horas, que deshabilitaron un par de piezas y causaron algunas bajas, y durante la tarde una grúa de un cañón Krupp de 24 cm quedó inutilizada, y con ella la posibilidad de cargarlo. Aquí surge la figura del Cabo Seyit, leñador de profesión y de reconocida fortaleza física, que carga sobre sus espaldas un proyectil de 215 kilos hasta la recámara del cañón, repitiendo su hazaña en tres ocasiones, hasta que el HMS Ocean resulta alcanzado.

Lámina mostrándonos la hazaña del Cabo Seyit. Como en la película, y dejando de lado el efecto artístico/dramático de la distancia, los buques navegan en dirección contraria, y ese acorazado de tres chimeneas no se parece a ninguno de los presentes el 18 de Marzo.
Cuando Keyes pudo embarcar de nuevo en el HMS Queen Elizabeth, por entonces fuera de los Dardanelos, los Capitanes de los dos acorazados a la deriva ya se encontraban con de Robeck, iniciándose una áspera discusión cuando el Comodoro expresó lo que pensaba sobre la inacción del HMS Ocean para dar remolque al HMS Irresistible, que finalizó cuando Keyes solicitó y obtuvo permiso para desplazarse con un destructor durante la noche para intentar el remolque o rematarlos con torpedos si ello no era posible. Embarcado en el destructor HMS Jed recorrió durante la madrugada todas las bahías donde podrían haber encallado los acorazados, no encontrando ni rastro de los mismos y suponiendo entonces que se habían hundido (según los turcos el HMS Irresistible quedó atrapado en una corriente cruzada, fue blanco de los disparos de diversas baterías y resultó hundido sobre las 19:30, mientras el HMS Ocean lo hizo sobre las 22:30 en la Bahía Morto). Nadie disparó sobre el destructor, después de la barahúnda del día un silencio sobrecogedor inundaba los Estrechos, donde solo la luz de algunos reflectores rompía la completa oscuridad, y un optimista Keyes pensó
"Tuve una clara impresión de que estábamos ante un enemigo derrotado, lo habíamos golpeado a las 14:00 horas, supe que lo habíamos vencido a las 16:00, a medianoche tuve la certeza de que lo habíamos derrotado por completo". ¿Tendría la misma visión del día el Vicealmirante de Robeck?
Es mejor permanecer con la boca cerrada y parecer un idiota, que abrirla y confirmarlo...
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Ab insomne non custita dracone