Hans Joachim Marseille escribió:Saludos, sobrevivientes todos!
Un venezolano, Rafael de Nogales Méndez, que estuvo al servicio del ejército otomano en la PGM, tuvo la oportunidad de conocer a los tres
pashás (Taalat, Djemal y Enver). De los tres, Nogales guardaba la mejor impresión de Enver, llegando a decir en sus
Memorias que era "
el hombre más grande que haya dado Turquía en varias generaciones".
Nogales narra en sus Memorias cómo conoció a Enver (transcribo textualmente):
Fue una mañana soleada de junio de 1915 cuando nos conocimos. Fecha que nunca olvidaré, porque esa mañana me sentí como si hubiese descubierto América. Todo me parecía tan extraño, después de vestir mi primer uniforme turco y cruzar por la amplia escalera de mármol del departamento de guerra, para reportarme a Su Excelencia el coronel Enver Bey (más tarde Enver Pachá), secretario de guerra y vicegeneralísimo del Imperio otomano.
(...)
Sentí una honda emoción mientras me paseaba por aquellos salones de recepción maravillosamente decorados, antes de que el ujier me introdujera al despacho de Enver Pachá. En lo que me vio se puso de pie. Sonrió afablemente y me dio un cordial apretón de manos. Invitóme a tomar asiento. Después que encendimos un cigarrillo, tomamos una taza de café a la turca y hablamos largamente. Nos despedimos como los mejores amigos. Frisaba los cuarenta o cuarenta y dos años en esa época. Era de estatura mediana, delgado, muy bien parecido. Usaba bigote a lo Kaiser. Poseía una fuerte y atractiva personalidad. Jamás usaba sus títulos oficales.
De los otros dos, Nogales hablaba sólo pestes, a tal punto que él decía ser perseguido por Talaat y por Djevded Bey (que casualmente era el cuñado de Enver) por haber sido testigo de la masacre en Van y por ser cristiano. De hecho, cita que más de una vez se salvó de ser asesinado o ejecutado por la intervención directa de Enver.
Nogales hasta escribió un libro, Cuatro años bajo la media luna, sobre toda la experiencia. Revolveré mi biblioteca para buscarlo, estoy seguro de tenerlo.
Nos vemos en el aire!
Finalmente, conseguí el libro en mi biblioteca.
El libro fue publicado en Berlín en 1924 (en español) y en 1925 (en alemán), y luego traducido al inglés en 1926. La edición que tengo la hizo el gobierno venezolano en 2006.
Nogales, en el mencionado libro (p. 46-47) hace una semblanza de la vida y actuación de Enver Pachá, en los siguientes términos:
Enver Pachá, el famoso caudillo de los jóvenes turcos durante la Guerra Mundial, es de modesta cuna, frisa hoy los 53 años, y ha descollado siempre por sus brillantes cualidades y un patriotismo a toda prueba.
Dotado de un carácter afable, que raya casi en lo humilde, tampoco es Enver ni militar brillante, ni político de luces, pero sí un hombre de hierro y de un espíritu de iniciativa sorprendente en un oriental.
Sin su apoyo y su amistad sincera, creo difícil que los alemanes hubieran podido sentar pie en Turquía conforme lo hicieron durante la guerra. Él les sirvió de puente primero, y de palanca después. Pero, en honor de la verdad sea dicho, Enver nunca se vendió a ellos, sino sólo se dejó fascinar por la gallardía de su brillante oficialidad. En vez de esclavo de los alemanes, fue Enver más bien su discípulo agradecido y el aṕostol del militarismo prusiano en el Cercano Oriente.
Su carrera como jefe en el servicio activo fue hasta cierto punto desgraciada, mas no por falta de valor personal, puesto que le sobra, sino a causa de sus conocimientos militares quizá poco profundos.
Durante la Revolución joven turca de 1908, que tuvo por consecuencia la caída del Sultán Abd-Ul-Hamid, cañoneó Enver los cuarteles de Constantinopla al frente de fuerzas irregulares. Luego compartió en Tripolitania contra los italianos al frente de fuerzas semirregulares también. Entonces no era sino capitán o comandante a lo sumo.
Dos años más tarde avanzó ya de coronel y a marchas forzadas contra Adrianópolis, que se le rindió sin disparar un tiro. Y al notar, después de comenzada la guerra, el enorme prestigio que adquiriera su antagonista Dyemal Pachá por medio de su pretendida toma del Canal, quiso eclipsarlo, y sin querer escuchar los consejos de su Jefe de Estado Mayor, el general von Bronsart, que sí era militar de verdad, se lanzó en pleno invierno, al frente del III Ejército, cotnra las posiciones inexpugnables de los rusos en el Cáucaso, con el resultado que era de esperarse.
Quince baterías de campaña, representando nuestro grueso de esa tan útil arma de dicho frente, cayeron en poder del enemigo durante aquella jornada, mientras que nuestras pérdidas en muertos de bala, de frío y desaparecidos, no bajaron de treinta mil hombres.
De esa manera fue, pues, como vino a destrozarse de la noche a la mañana, y por sí sólo casi, ese brillante ejército que, de no haber sido por la extremada ambición de Enver Pachá hubiera podido defender indefinidamente la frontera del Cáucaso contra las hordas armenio-moscovitas.
Humillado por tan tremendo golpe, no volvió Enver a meterse a Napoleón sino siguió ejerciendo, como de costumbre, sus funciones de Vicegeneralísimo y Ministro de la Guerra... firmando y aprobando los decretos y los planes que le iba sometiendo su Jefe de Estado Mayor, el general von Bronsart.
Al comenzar la guerra, era Enver todavía un hombre honrado. Pero se casó con una princesa y acabó por convertirse en el la...n [sic] más grande de Turquía, excepción hecha, por supuesto, de Ismail-Haki y de Dyemal Pachás, que eran unos verdaderos genios en el arte del peculado.
Cuando el desastre de los búlgaros, en octubre de 1918, parece que se despertaron en él una vez más ese antiguo espíritu de hierro y su actividad febril. Incontinentemente recogió cuantas tropas pudo en torno y dentro de la capital, para lanzarse al frente de ellas contra los invasores de Tracia. Pero le faltaron alas. El pueblo ya no le seguía. Había pasado a la escala de reserva ante el concepto público.
Poco antes de la entrada de los aliados en Constantinopla, se fugó. Nadie parece saber de fijo dónde se halla.
Acto continuo fue también privado, en virtud de un Irade imperial, de todos sus bienes, honores militares y hasta de sus derechos ciudadanos.
Hoy ya no es Enver sino un paria, sentenciado a muerte, vagando por Dios sabe dónde.
Un dato curioso: Nogales escribió el libro escondido en un pueblo de los Andes colombianos, porque lo perseguía medio mundo: los turcos, para que no contara lo sucedido con los armenios; los armenios, para castigarlo por su participación en el Ejército turco; y hasta los venezolanos, porque el presidente Juan Vicente Gómez sospechaba que Nogales tramaba una invasión al país desde Colombia. Precisamente por eso, Nogales ignoraba que al momento de escribir el libro Enver Pachá ya había muerto en 1922.
Por cierto, cuando adjudica responsabilidades sobre el genocidio armenio, declara firmemente que "
el ejército regular otomano ha sido inocente de las matanzas armenias" (p. 49, resaltado del mismo autor) y añade:
Creerlo cómplice o querer hacerlo responsable de los errores cometidos por algunos de sus miembros, que formaban parte del Comité de Unión y Progreso, sería por tanto, no solamente injusto, sino hasta contrario a la verdad en todo el sentido de la palabra.
Entre los directores paisanos del citado comité, no hubo sino uno que resaltara por su personalidad. Era el hebreo renegado (dönme) de Salónica, Talaát, principal organizador de las matanzas y deportaciones, que, pescando en aguas turbias, lograra elevarse desde la humilde categoría de empleadillo de correos a la de Gran Visir del Imperio.
(El resaltado en negrillas es mío).
Las cosas que escribió Nogales sobre el genocidio armenio, las puedo ir colocando en el hilo correspondiente.
Nos vemos en el aire!