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Política Exterior de EE.UU. y Rearme Nuclear.

Publicado: 18 May 2006
por werto
Bueno, os paso algo escrito en 2003. A ver que opinais y como lo relacionais con la actualidad y nos hacemos una idea de porqué desde el punto de vista de los dirigentes no occidentales es absolutamente necesario poseer armas nucleares para tener un mínimo de soberania.

Publicado: 18 May 2006
por werto
Washington reactiva la proliferación de armas nucleares.

Quien habla de proliferación nuclear piensa en Corea del Norte y en Irán: Pyongyang es acusado de haber desarrollado un programa militar; la Agencia internacional de la energía atómica presiona a Teherán a decir la verdad sobre su programa nuclear. ¿Y sí la principal amenaza proviene de Estados Unidos? Estos no sólo preconizan la "guerra preventiva" con la excusa de la lucha contra "el eje del Mal", sino que plantean también utilizar el arma nuclear incluso contra los países que no disponen de ella. Y a su arsenal estratégico quieren añadir nuevas bombas de alta precisión, capaces de destruir los bunkers subterráneos.

En el mes de agosto de 2003, el US Strategic Command, a cargo de las fuerzas nucleares estadounidenses, convocó una discreta reunión en una base de Ne-braska, con el fin de elaborar proyectos de adquisición de armas nucleares de última generación. Más de 150 especialistas de primera línea asistieron a dicha reunión. Entre ellos, miembros de la administración, responsables de los tres principales laboratorios nucleares estadounidenses (Los Alamos, Sandia y Lawrence Livermore), oficiales superiores de la Air Forcé y del Strategic Command, industriales y expertos en defensa. En cambio, no se convocó a ningún observador del Congreso (1).

Objetivo de este muy selecto brainstorming: diversificar la gama de opciones nucleares a disposición de los planificadores estadounidenses, con el fin de dotarse de amias de alta precisión, pero de muy baja intensidad, capaces de penetrar profundamente en el suelo para destruir refugios subterráneos y búnkers (2). El Pentágono ya no se conforma con inventariar misiles y bombarderos en los arsenales de los países que pueden atentar contra la seguridad de Estados Unidos: llega incluso a elaborar un listado de 70 países que poseen más de 1.400 puestos de lanzamiento de misiles o instalaciones subterráneas de armas de destrucción masiva (3). Durante la Guerra Fría, la amenaza provenía de las armas nucleares soviéticas. Actualmente, son los búnkers de aquéllos a quienes denominan "dictadores' los que, aparentemente, inquietan í los responsables de la defensa de Estados Unidos.


La cuestión radica simplemente en reducir los "daños colaterales" que podrían producir los ataques nucleares en estos lugares. El ejército estadounidense está buscando pues un nuevo tipo de misil que pueda "mejorar nuestra capacidad de prevenir ataques disuadiéndolos", declaró Keith Payne. Asistente adjunto del secretario de Defensa hasta mayo de 2003, se ha incorporado desde entonces a un think tank: The National Institute for Public Policy. Para él, "este tipo de fuerza podría disuadir a los potenciales enemigos de construir instalaciones subterráneas" (4).
Sería pues la primera vez que el incremento del arsenal de una nación tendría como efecto paralizar el esfuerzo militar de los países contra los cuales está oficialmente dirigido. Si la historia de la estrategia nos enseña algo, es que esto nunca ha sucedido. Una aceleración de los programas militares de un país -considerado sobre todo agresivo con los débiles, como es actualmente en el caso de los Estados Unidos provoca necesariamente un esfuerzo de compensación y \ o de evasión en el potencial adversario.

Otros responsables estadounidenses se expresaron en el mismo sentido que Payne. El portavoz del Pentágono, Michael Shavers, señaló que Washington debía adoptar una estrategia nuclear capaz de hacer frente a las nuevas amenazas. Paul Robinson, director del laboratorio de Sandia, abunda en este sentido: que Estados Unidos disuadirá mucho mejor a sus adversarios si la distinción entre armas nucleares y armas convencionales se torna más imprecisa. Y preconiza una nueva estrategia que permita la combinación de ataques convencionales y/o nucleares con fines de prevención o de represalias (5).

Lejos está aquel tiempo en que el presidente George W. Bush declaraba, durante la campaña electoral, el 23 de mayo de 2000, que era necesario reducir unüateralmente el arsenal nuclear estadounidense, señalando: "Las armas que ya no necesitamos son las reliquias onerosas de conflictos pasados" (6). De hecho, si bien los nuevos planes del Pentágono hacen naturalmente las delicias del conjunto de laboratorios nucleares estadounidenses que temían, hasta hace poco, tener que reducir sus programas, inquietan por idénticas razones a todos los partidarios del control del armamento, quienes, por cierto, ya no ocupan un lugar destacado en Washington.

Sin embargo, la estrategia nuclear que se anuncia no resulta nada novedosa. Se inscribe en una lógica más antigua. En septiembre de 1996, el presidente William Clinton firmaba un decreto presidencial que volvía atrás sobre el compromiso asumido en 1978 de no utilizar armas nucleares contra un país que careciera de ellas.

En enero de 2002, el secretario de Estado para la Defensa, Donald Rumsfeld, enviaba al Congreso una Nuclear Posture Review (revisión de la política nuclear). Se trataba ya de solapar estratégicamente un plan de reactivación del arsenal estadounidense. Según este documento, Estados Unidos debía en adelante afrontar los peligros diversificados provenientes de distintos horizontes y no todos previsibles. El Pentágono estimaba pues que el arsenal existente no contaba con armas suficientemente precisas: pese a su gran potencia, tenían una capacidad de penetración en el suelo demasiado limitada.

De ahí la exigencia de nuevas armas concebidas para destruir los bunkers, incluso aquellos enterrados profundamente, limitando los dañoscolaterales". El informe mencionaba ya la cifra de 1.400 i objetivos subterráneos, y estimaba que las armas convencionales carecían de una capacidad de penetración suficiente para destruirlos. Tanto para asegurar la longevidad de las armas distantes como para construir las nuevas cabezas nucleares, sería necesario tal vez retomar los ensayos nucleares.

Privados de su adversario soviético, los responsables del Pentágono buscaban desesperadamente un sustituto con el fin de justificar la continuación de sus programas... La Nuclear Posture Review contemplaba un listado de siete países contra los cuales podrían utilizarse armas nucleares tácticas de última generación: Rusia, China, Irak, Irán, Corea del Norte, Libia y Siria (7).

Conclusión de Jonathan Schell, mascarón de proa de los abogados del desarme (8): "La nueva política de Bush estipula claramente que la prevención de la proliferación no se encuentra en los tratados, sino en un ataque estadounidense" (9). Esta estrategia es profundamente inquietante, en especial por tres razones. En primer lugar, cuestiona radicalmente la tesis clásica de la disuasión para orientarse hacia un esquema de utilización de armas nucleares, basado en la rapidez y la sorpresa. En segundo lugar, contribuye a cuestionar el régimen, ya maltrecho, de desarme. Por último, constituye paradójicamente un incentivo a la proliferación nuclear.

La tentación de ver en las armas nucleares armas iguales a las demás, y por ende de utilizarlas, sin duda no es nueva. Desde el principio, se enfrentaron dos concepciones. Quienes privilegiaban un enfoque político destacaron que se trataba de armas radicalmente diferentes de las armas convencionales. Su objetivo era justamente atemorizar suficientemente al adversario para no tener necesidad de recurrir a ellas. Otros, en cambio, las presentaron como instrumentos militares simplemente más eficaces que los demás, y no excluían, pues, su utilización.

En los años 1950, el equipo del presidente Dwight Eisenhower cuenta con las capacidades nucleares estadounidenses para "compensar" la ventaja soviética en armas clásicas. Las armas nucleares producen supuestamente "una mayor explosión por menos dólares "a bigger bang for Less Bucks (10)”. La estrategia de respuesta gradual adoptada por Estados Unidos en los años 1960 va en el mismo sentido: prevé explícitamente utilizar armas nucleares tácticas en el campo de batalla. Lo mismo sucederá, en los años 1980, con el proyecto de la bomba de neutrones, que fue finalmente abandonado.

Sin embargo, si bien el pensamiento estratégico estadounidense, contrariamente a la doctrina francesa, ha mezclado siempre los enfoques político y militar de las armas nucleares, Estados Unidos nunca había considerado -hasta ahora- no sólo ser el primero en desatar el fuego nuclear, sino hacerlo sin haber sido agredido previamente.

¿Qué significa disuadir? Agitar la amenaza explícita del uso de armas nucleares, que generarían seguramente daños irreversibles, para impedir que un potencial adversario se lance a un ataque armado, aunque fuese con armas convencionales. La eventualidad del uso en primer lugar de armas nucleares es pues inherente a la disuasión. Por eso los partidarios de la disuasión rechazan el concepto del "No First Use", en el cual lo nuclear sólo disuade lo nuclear. Estados Unidos, al igual que Francia, pretendía incluso disuadir un ataque convencional soviético.

Pero no sucedía lo mismo con respecto a los Estados no nucleares. Desde 1978, Washington había asumido el compromiso de no utilizar armas nucleares contra países que carecían de ellas. Este compromiso fue reasumido solemnemente por las cinco potencias nucleares oficiales (11) durante la prórroga del Tratado de No Proliferación (TNP) en 1994, veintiséis años después de su celebración. Era una concesión hecha a los Estados que no poseían armas nucleares, a cambio de su renuncia a dichas armas. Actualmente, los estadounidenses vuelven atrás implícitamente sobre este compromiso.

Mas grave aun: con esta nueva doctrina estratégica Estados Unidos bien podría utilizar armas nucleares, no sólo contra un país que careciera de ellas, sino también contra un país que nunca lo hubiera atacado. Bastaría, para hacerlo, que decidieran lanzarse a una acción "preventiva", fuera del marco legal de la legítima defensa, contra un país al que considerasen sospechoso de querer atentar contra su seguridad. La guerra de Irak hubiera terminado más rápido y mejor si. gracias a la eficacia de las armas nucleares de alta precisión, se hubiese podido matar a Saddam Hus-sein en su bunker al iniciarse el conflicto, sostienen los partidarios del cambio de doctrina, quienes, por otra parte, ya se habían expresado en este sentido después de la guerra del Golfo de 1990-1991 (12).

Venciendo ahora abiertamente el tabú que separa las armas nucleares (jamás utilizadas desde 1945. debido justamente a su carácter apocalíptico) de las armas convencionales, estos nuevos "Doctor Folamour" corren el riesgo enorme de facilitar su uso. ¿Esperan resolver la muy compleja ecuación de Medio Oriente con la ayuda de mini-bombas? No hace falta ser un especialista en cuestiones estratégicas para inquietarse frente a semejante perspectiva. Ni hablar del riesgo de "errores de puntería", que jamás debe descartarse.


El 6 de agosto último, durante la celebración del 58a aniversario del bombardeo a Hiroshima, el alcalde de esta ciudad, Tadatoshi Akiba. declaró que el TNP estaba a punto de caer, no como consecuencia de los violentos ataques de Corea del Norte, sino principalmente debido a la política nuclear estadounidense (13). Porque los proyectos de Washington pondrían fin a diez años de prohibición de toda investigación de armas con una capacidad de menos de cinco kilotones. De hecho, Estados Unidos parece soñar con una política de ataque nuclear prioritario, equivalente, en el campo atómico, a la "legítima defensa preventiva" implementada durante la guerra de Irak.

Otra cuestión: ¿no implicará la puesta a punto de esta nueva generación poner fin a la moratoria sobre los ensayos nucleares declarada por Estados Unidos en 1922? Por el momento, ni hablar de ello. Washington, que no ha ratificado el Tratado de prohibición total de los ensayos nucleares (TICE, celebrado en 1995), sin embargo, se comprometió unilateralmente a respetarlo.

En mayo de 2002, Estados Unidos se había comprometido ante Rusia a reducir de 6.000 a aproximadamente 2.000 el número de ojivas nucleares ofensivas que poseía. Se trataba de una promesa engañosa: los militares estadounidenses conservaban en efecto el derecho a poseer 10.000 ojivas almacenadas que, de ser necesario, podían ser reactivadas en pocos días (14). Inventor del concepto de Arms Control, Washington se distingue actualmente por un rechazo total a todo desarme negociado.

Después de Irak, ¿Irán o Corea?

En los años 1960 y 1970, el Arms Control había surgido de la inquietud suscitada por el efecto estratégicamente desestabilizador -y financieramente ruinoso- de la carrera armamentista. Se trataba, no de interrumpirla, sino de controlarla a nivel bilateral. Hasta fines de los años 19X0, los arsenales de las superpolencias siguieron creciendo, pero a un ritmo mucho menor. A comienzos de los años 1990, se pasó del control del armamento al desarme: eliminación de las fuerzas nucleares intermedias, reducción de los arsenales centrales (se pasó de los SALT a los START, la reducción reemplazaba a la limitación (15)), prohibición total de las armas químicas, reducción de las fuerzas convencionales en Europa...

Este impulso fue frenado en la segunda mitad de los años 1990, con el rechazo al Tratado de prohibición total de los ensayos nucleares, la anulación del tratado ABM (Anti Balistic Missile) de 1972 (que, sin embargo, había resistido a todas las vicisitudes del enfrenta-miento Oriente / Occidente), sin hablar del rechazo al Tratado de prohibición de minas y al Protocolo de verificación de la Convención de armas biológicas.

Ofreciendo al mundo entero una caricatura de unilateralismo, los estadounidenses buscan librarse de sus compromisos anteriores (mientras que los demás países deben respetarlos) y se niegan a suscribir nuevos compromisos (que los demás países deben cumplir). Se vuelve así a una concepción de un desarme ya no negociado, sino impuesto a los débiles como a los vencidos de un conflicto.

Estados Unidos, a semejanza del resto de la comunidad internacional, ha hecho siempre la vista gorda al programa nuclear israelí, que nada tiene de potencial: es muy real. Después de haber ejercido presiones constantes sobre India y Pakistán para que renunciaran a sus programas nucleares militares -presiones renovadas tras los ensayos realizados por ambos países en 1998-, Estados Unidos acepta de facto su carácter de Estados nucleares. Es verdad que estos tres países se mantuvieron al margen del TNP y no violan pues ninguna obligación legal.

Los planes estadounidenses, lejos de luchar contra la proliferación, corren el riesgo de reactivarla. La conclusión que pueden sacar de la guerra de Irak y de esta nueva estrategia los candidatos al armamento nuclear es que, para protegerse de la ira estadounidense, es mejor tener una capacidad de respuesta y de agresión que continuar con los compromisos de no poseer armas de destrucción masiva.

Corea del Norte, que reconoce oficialmente capacidad nuclear y rechaza todo control internacional, recibe un trato diplomático por parte de Estados Unidos. Irak, que negaba la posesión de armas nucleares y aceptaba un control ilimitado de sus declaraciones, ha re cibido la respuesta militar ya conocida.

La conferencia sobre el análisis del TNP, que debe realizarse en 2005, corre el riesgo de ser particularmente agitada.

(1) Julián Borger, "Dr Strangelove's meet to plan new nuclear era", The Guardian, Londres, 7-8-03.

(2) Karyn Poupée, "e-bomb, o cómo matar sin matar", Le Monde diplomatique, edición española, febrero de 2003.

(3) William J. Broad, "US presses program for new atom bombs", The International Herald Tribune, París, 4-8-03.

(4) The International Herald Tribune, 4-8-03.

(5) The Guardian, 7-8-03.

(6) Conferencia ante el National Press Club.7 Bart-hélemy Courmont, "Une pouvelle doctrine nucléaire américaine?", Défense nationale, París, julio de 2001.

(8) En 1982, Schell publicó un libro de gran repercusión, Le Destin de la terre, traducido por la editorial Albín Michel.
(9) "Disarmament wars", The Nation, Nueva York, 25-2-02.

(10) Lawrence Freedman, The Evolution of Nuclear Strategy, Macmillan, Londres, 1987.

(11) Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China.

(12) Véase Contre le révisionnisme nucléaire, Ellip-ses, París, 1994.

(13) Ralph Cossa, "Or Strangeloves' meetto plan new nuclear era is Bush readying a first strike stra-tegy?", International Herald Tribune, París, 18-8-03.

(14) Georges Le Guelte, "Une nouvelle posture américaine: révolution dans les concepts stratégi-ques?", Revue internationale et stratégique, París, N° 47, otoño de 2002.

(15) Los acuerdos SALT (Strategic Armament Limi-tations Talks) firmados por Estados Unidos y la URSS en 1972 y 1979 establecían para las armas estratégicas ofensivas techos superiores a los niveles que éstas habían alcanzado: autorizaban pues su desarrollo, pero limitado. Los acuerdos START (Strategic Arma-ments Reduction Talks, 1991 y 1993) imponían una verdadera reducción de los arsenales de ambos países de 13.000 a 6.000 ojivas.

Normal

Publicado: 18 May 2006
por MiguelFiz
Bueno, a mi me parece de lo mas normal del mundo que si alguien posee armas del tipo que sea, haga planes hipoteticos sobre su uso en diversos escenarios.

De la misma manera, no veo nada de espantable en que se busquen desarrollar armas nucleares mas precisas, en este caso por ejemplo ejemplares antibunker, incluso, hay que hacer notar que un arma de este tipo se puede hacer empleando ojivas nucleares de tamaño medio o pequeño de las que aun hay en el inventario actual en las naciones con armamento nuclear.

Seguro es que los demas paises que tienen armamento nuclear (Rusia, China, etc.) siguen haciendo y actualizando planes para uso de su fuerza nuclear, eso es algo que va por encima de los buenos deseos, desgraciadamente.

Publicado: 19 May 2006
por werto
El problema esta en que si sumas la utailización de armas nucleares tácticas como modus operandi y le añades ataques preventivos abres la puerta a que todo el mundo considere absolutamente necesario tener armas nucleares -especialmente estados como Iran, Siria o Corea del Norte-, porqué es lo único que te garantiza un mínimo de soberania, y lo único que puede frenar los agresiones de EE.UU.

Lo que es lo mismo: al reabrir la carrera nuclear y plantear, de hecho, la utilización de armas nucleares frente a enemigos sin necesidad de reciprocidad en el ataque -incluso frente a enemigos potenciales que sólo posean la capacidad de atacar EE.UU. se plantea la utilización preventiva de armas nucleares- lo que haces es imponer a los demás la necesidad de poseer armas nucleares con las que responder, o disuadir, los posibles ataques preventivos de EE.UU.

En definitiva, lo que hacen los EE.UU. con su doctrina es incrementar el riesgo de un conflicto nuclear y obligar a terceros países a poseer armamento nuclear. Es decir obliga a todos los estados que no se supediten a los EE.UU., y que esten fuera del campo occidental desarrollado, a poser armamento nuclear o exponerse a acciones unilaterales de EE.UU., amparadas o no por la legalidad, en cualquier momento.

Publicado: 20 May 2006
por despiadado
  • El problema esta en que si sumas la utailización de armas nucleares tácticas como modus operandi y le añades ataques preventivos abres la puerta a que todo el mundo considere absolutamente necesario tener armas nucleares -especialmente estados como Iran, Siria o Corea del Norte-, porqué es lo único que te garantiza un mínimo de soberania, y lo único que puede frenar los agresiones de EE.UU.
Precisamente el querer tener armas nucleares de algunos paises es lo que provoca los ataques preventivos, y el tener estas armas fuera del alcance de armas convencionales activa el desarrollo de armas nucleares que logren destruirlas.