La Guerra Civil española es uno de los conflictos del siglo XX que más pasiones despierta. Resulta muy difícil una aproximación histórica a este conflicto bélico sin que los autores puedan prescindir de sus filias y de sus fobias. Aunque se intente hacer un estudio lo más equidistante posible sobre los aspectos militares de la guerra parece que siempre nos vemos abocados a situar los datos y su interpretación a favor de un bando o en contra del otro. Intentar analizar el curso de las operaciones o entrar a valorar el liderazgo militar de Franco supone adentrarse en un verdadero campo minado, ya que parece que si se destacan los aciertos de uno de los bandos el historiador se ve etiquetado como partidario de nacionalistas o republicanos, fascistas o comunistas.
Parecía al menos que un campo debería de ser menos problemático en su estudio y en este caso sería el análisis de las ayudas militares, es decir, armamento, suministros o pertrechos susceptibles de ser utilizados por los bandos en conflicto en su esfuerzo bélico. A priori bastaría con un estudio minucioso de cuantos blindados, aviones, piezas de artillería, cartuchos o litros de combustible fueron suministrados. Se podría discutir sobre bases numéricas sobre cuál fue el número exacto de cada capítulo para determinar si las ayudas italo-germanas fueron superiores a las compras realizadas por los republicanos a la Unión Soviética.
Desgraciadamente muchas veces esto también resulta del todo imposible. Parece como si una serie de historiadores tuvieran que desequilibrar de forma deliberada las ayudas a favor de un bando u otro, lo que a su juicio determinaría que la victoria de unos o la derrota de los otros fue debida en gran medida a esas ayudas.
Desde hace muchos años una corriente historiográfica viene defendiendo que esto fue así y que las ayudas prestadas, en el capítulo material, por Hitler y Mussolini al bando nacional fue muy superior al que Stalin destinó al esfuerzo bélico republicano. Ello explica que el resultado de la guerra fuese la victoria del bando fascista, dotado de una incontestable superioridad material frente a unas unidades republicanas infradotadas de armamento moderno.
Se argumenta que el número de “tanques” o piezas de artillería fue mucho más numerosa, de mejor calidad en el bando nacional que en el republicano. Basta con citar los panzer alemanes, a los casi omnipresentes Stukas o los cañones de 88 mm, piezas clave en las grandes victorias alemanas durante los primeros años de la Segunda Guerra mundial, para comprender como las unidades nacionalistas dispusieron de una superioridad de armamento que supuso la pieza fundamental de su victoria final. Se minusvalora a los carros soviéticos T-26 o BT-7 o a los aviones SB-2 “Katiuska” o al Polikarpov I-16 “Rata”, inferiores en prestaciones y sobre todo en número a sus rivales en combate.
Para venir a arrojar luz sobre este debate que ha durado muchos años contamos con el último libro de Rafael Permuy y Lucas Molina que viene a cerrar definitivamente este debate, presentando un minucioso trabajo sobre cuantas y de que calidad fueron las ayudas a los bandos en conflicto.
Fuente: http://terciosviejos.es/es/xipblog/post ... _type=post
) y otros sobre las armas recibidas concluye que cualquiera que les leyese les daría la razón al margen de su ideología. Pero no es así: he asistido como personas que saben de Historia leen los fundados argumentos de ambos y concluyen... que la República tuvo mucha menos ayuda que Franco.
