La biografía de Méndez Núñez de Manuel de Mendívil

[Buscaglia]

Saludos.

El otro día me encontré en una tienda de libros usados unas joyitas. Las colección que Espasa-Calpe sacó de biografías de españoles del XIX en 1930. Supongo que las mismas las editaría también en cartoné en la colección Austral, pero esta era la de la encuadernación de cuero. De hecho, aunque son libros de hace 90 años, brillan como si los hubieran publicado ayer. Los autores... pues de época. Algunos aguantan bien (Villa-Urrutia), otros para mi plúmbeos, como Jarnés. De Romanones o Rodezno no puedo opinar aún porque no los he leído todavía.

He comenzado por la biografía de Méndez Nuñéz. El autor es Manuel de Mendívil, un viejo conocido del Foro. Hablamos de la muerte de su abuelo en Pamplona, linchado con Sarsfield por sus propias tropas. Y también de su papel como Gobernador de Guinea en la guerra civil.

Respecto a la biografía en sí... no sé muy bien qué decir. Por un lado, hasta la página 100 no habla realmente del biografiado. Podría considerar eso un timo, como que en el prefacio declare expresamente que no va a poner la bibliografía. Pero esas páginas no son tiempo perdido porque describe de forma deliciosa, clara y bastante objetiva la España de 1814 a 1840 y todos sabemos que esa es empresa harto difícil. Por otro lado, alguna de sus anécdotas, como la de Fernando VII y el torero Sánchez de Neira, me parecen impagables. Si le añadimos que como marino tiene una "prosa naval", ya podemos considerar que esas 100 páginas bien valen la pena.

De la página 100 a la final (272) ya trata de Méndez Núñez, al que define como "Honor y Decoro". Nos habla de la influencia en su trayectoria de su tío, comandante del San Juan Nepomuceno en Trafalgar; de sus tres parientes muertos en 1823 (sin decir si fue por los 100.000 Hijos del San Luis o ejecutados por el "Felón"); de como en 1840 embarca en el bergantín Nervión (una de las cinco adquisiciones que hizo la Flota durante la regencia de María Cristina, mínimo añadido a una escuadra ridícula que solo contaba con 3 navíos, 5 fragatas, 4 corbetas, 8 bergantines, 7 goletas y 8 embarcaciones ligeras legado de su difunto marido); de su paso como alférez de navío al bergantín Volador en 1846; de su participación en el expedición de auxilio a Pío IX y de cómo en 1851 obtuvo el mando de la goleta Cruz, de 7 cañones...

De momento, la parte estrictamente bélica flojea, lo que casi me extraña en un autor militar. A ver como sigue la cosa...

[Satur]

Si el escritor consigue engancharnos, leer en este estilo ya pasado de moda acerca de historia aún anterior es una delicia. A fin de cuentas, el escritor bueno lo es pase el tiempo que pase y nos viene bien tonificar los músculos de la lectura intemporal.

[Buscaglia]

Si el escritor consigue engancharnos, leer en este estilo ya pasado de moda acerca de historia aún anterior es una delicia. A fin de cuentas, el escritor bueno lo es pase el tiempo que pase y nos viene bien tonificar los músculos de la lectura intemporal.

Saludos.

Lo has descrito muy bien. No obstante, aún no sé si Mendívil es buen escritor. Tengo que ver aún cómo se desenvuelve al contar la batalla y también si un exceso de opinión y sentencias moralizantes no acaba por hacer pesado el relato.

[Buscaglia]

Saludos.

Sigo con la lectura y veo que Méndez Núñez fue traductor del inglés de tratados de artillería naval, pero que básicamente era un "marino embarcado". En el 57 se le nombra capitán de la corbeta Narváez, de 160 caballos y 3 cañones. La situación política le deprime, aunque en su Cuerpo había más disciplina que en el Ejército. En el 58 conoce -no bíblicamente- a Isabel II, que a diferencia de su padre se embarcó un par de veces. Es devoto de la reina, sin darse cuenta de que si solo en 1864 hubo siete ministros de Marina... era porque la reina los nombraba y deponía sin tino ni criterio.

En junio de 1860 la Narváez llega a Manila. En ese buque, en el vapor Jorge Juan (350 caballos y 6 cañones) y la goleta Constancia combate a los piratas moros y en agosto bate en Joló a 5 de sus embarcaciones, con 300 piratas. Desde el 61 manda las fuerzas sutiles del sur de las Visayas, siendo su gran acción, en un arranque personal y al abordaje, la toma del fuerte de Pagalugan.

Ya en la Península, en el reconocimiento del vapor de ruedas Isabel II choca con la superioridad cuando denuncia el equipamiento defectuoso del buque. Actúa en Venezuela, desembarca tropas en Puerto Plata (Santo Domingo), combate a los insurgentes cubanos.

Y en diciembre de 1864 obtiene el mando de La Numancia, que le hará inmortal.

Creo que ya le he cogido el aire al autor. Ojalá cambie de opinión, pero la biografía parece el encargo hecho a un vago inteligente. Mendívil sabe de Marina y podía conseguir documentación de primera mano. Pero, de momento, se limita a contarnos cosas de política general que ya sabía antes de escribir el libro. Las cuenta con pulso e interés... pero el libro es una biografía de Méndez Núñez y ahí es donde falla porque no se molesta en profundizar sobre el personaje y sus acciones militares. A ver si cambia de registro y actitud cuando cuente la campaña del Pacífico...

[Buscaglia]

Saludos.

Muy, muy tarde, a partir de la página 144, comienza la verdadera historia del personaje. Lo señalo porque, a juicio del autor, Méndez Núñez es un militar ajeno a la política. Entiendo que lo conveniente entonces era relatar una vida de militar al lector y no hablar de la política española de la primera mitad de la centuria. Espero que a partir de este punto coja el camino estrictamente bélico.

En 1865 España disponía de seis fragatas blindadas más o menos terminadas, una docena de fragatas de hélice sin blindar y tres vapores de ruedas de 1ª clase. Es decir, habíamos pasado de no disponer de Marina a contar con barcos competitivos que nos convertían de nuevo en potencia naval. De hecho, el autor compara a la Numancia con lo que luego supondrá el Dreagnouth o el Nelson (aquí supongo que los compañeros del Frente Naval podrán opinar).

La Numancia tenía 7.500 toneladas y en pruebas dio los 13 nudos, contando con 34 cañones de 200 mm. Disponía de lo "último" en tecnología: un servo-motor para el timón, ventilación mecánica, destiladores de agua potable... y dos torres elípticas metálicas para proteger al comandante y timoneles. Méndez no pone "pero" alguno al material, pero sí al personal en su organización, instrucción y espíritu, muy perturbado por las politiquerías del siglo.

Respecto a las causas del conflicto, cuando Rodil salió del Perú con sus hombres en 1825 no se firmó formalmente la paz y, en teoría, seguíamos en guerra. Eso no provocaba en principio grandes tensiones porque no había especial hostilidad antiespañola y, de hecho, algún barco de guerra había intercambiado las 21 salvas de rigor al entrar en puerto. Pero el no reconocimiento diplomático conllevaba que los abusos contra la hacienda de los españoles presentes en el país durante los conflictos civiles no fuese reparada por los gobiernos, a diferencia de lo que ocurría con súbditos británicos, franceses o norteamericanos...

[Buscaglia]

Saludos.

Desgraciadamente, Mendívil vuelve a las andadas. Pese a disponer de mucha documentación primaria, como la correspondencia de Méndez, vuelve a decantarse por narrar los aspectos políticos y olvidar los militares. No tiene mucho sentido extenderse aquí con ese asunto porque ya otros foreros comentaron brillantemente todo el galimatías que nos lleva a la guerra del Pacífico. Los sucesivos Proyectos de paz y amistad entre España y Perú que se preparaban desde 1853 nunca se ratificaban por el problema de la deuda. Cuando España participa en la expedición a México y por petición de los dominicanos envía una expedición con 13 transportes y 12 buques de guerra a la isla, la prensa peruana lo presenta como un peligroso intento de reconquista de América.

Pese a ello, la expedición militar-científica a Filipinas que en 1862 -dos fragatas y dos goletas- al mando del almirante Pinzón fue bien recibida en Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y en el mismo Perú. Pero a su vuelta en 1863 se encuentra con que han sido asesinados en Talambo unos colonos vascos que trabajaban en la caña de azúcar y las autoridades han echado tierra sobre el asunto. La Resolución y la Covadonga presionan en el puerto de El Callao para conseguir una rectificación y el diplomático español Salazar Mazarredo tergiversa las órdenes recibidas de Madrid y manipula al almirante para que ocupe las islas Chinchas.

Aquí parece que Mendívil peca de corporativismo: muy obtuso debía ser el almirante Pinzón si ocupa territorio peruano sin comunicación ni ultimatum previo siguiendo unas indicaciones verbales de un diplomático que no le mostró orden alguna del gobierno español. Entiendo más bien que él mismo consideraba también que había que lavar las afrentas a España con una acción resolutiva. Y pudo serlo, porque las islas del guano eran la principal fuente de divisas del país... pero durante la ocupación española Perú siguió obteniendo las rentas de la exportación de los abonos, que utilizó para armarse. Un despropósito total del que Mendívil no relata la parte militar: ¿cuál era la guarnición de las Chinchas? ¿qué tipo de barco peruano capturaron allí? Nada concreta...

Cuando parecía que la crisis diplomática se solventaba, Esteban Fradera, un cabo de mar de la Resolución, fue linchado en puerto. Ese conflicto también parecía que iba a solucionarse cuando se produjeron una serie de golpes de estado en Perú y los revolucionarios hicieron del conflicto con España su bandera. Además, el gobierno de Chile se posicionó junto con el chileno ante la agresión española.

Las órdenes de Madrid, ya más belicistas, eran bastante erradas: bloquear con la escasa flota española los puertos peruanos y chilenos. Una flota que carecía de bases y suministros para carbonear o repostar víveres y munición. Dispersa por miles de kilómetros de costa, los buques españoles más viejos menos potentes eran un fácil objetivo y Méndez ya se temía un grave tropiezo...

[Buscaglia]

Saludos.

Méndez Nuñez había llegado a El Callao el 5 de mayo tras tres meses de navegación. Y se unió a una flota que llevaba en algunos casos casi un año fuera de sus bases. En principio, Méndez no debería haberla comandado pero se produjo una situación rocambolesca. La goleta española Covadonga (2 cañones en colisa, 125 tripulantes) fue emboscada por la fragata chilena Esmeralda (22 cañones, 200 hombres y dos compañías de infantería de Marina) que se le aproximó bajo falso pabellón inglés. Hubiese dado igual porque la Esmeralda daba cuatro nudos más que la vetusta embarcación española y el irracional despliegue de nuestra expedición había dejado a la Covadonga aislada. El buque fue capturado y el almirante español se suicidó.

Como a Méndez le acababan de ascender por su exitoso viaje con la Numancia, quedó de comandante de la Flota del Pacífio por encima de capitanes con más antigüedad. El autor no lo dice, pero probablemente esta circunstancia pesó en las decisiones bélicas que tomó las siguientes semanas.

El marino concentró a sus buques en Valparaíso y Caldera para evitar más sorpresas. Cuando descubrió que una escuadra chileno-peruana de dos fragatas (40 cañones), 4 corbetas (de 16 a 22 cañones) y un vapor (2 cañones) se habían refugiado en las Chiloé, mandó a la batalla contra ellas a la Villa de Madrid y a la Blanca. Pero la fuerza enemiga se había replegado a unas zona de bajos fondos (donde perdieron a la fragata Amazonas) para eludir el combate y no se pudo llegar a una acción resolutiva en una batalla igualada de 80 cañones contra 83.

Desesperado Méndez por lograr entrar en combate antes de retirarse de un escenario en el que no podría seguir operando (Bolivia y Ecuador se habían sumado a la declaración de guerra de Chile y Perú) por falta de bases, quemó las presas que había hecho en Caldera y bombardeó Valparaíso. En esa circunstancia pronuncia su famosa "Primero honra sin Marina que Marina sin honra", pensando más en la respuesta de los barcos de guerra británicos y norteamericanos presentes que en las propias defensas peruanas. De 2.600 proyectiles lanzados el 31 de marzo de 1866, según el autor solo 14 balas perdidas tocaron edificios abiertos.

Los destrozos se valoraron en 15 millones de pesos, pero la falta de oposición dejó un regusto amargo en la flota española. Y por ello Méndez se dirigió a la base más protegida de América del Sur, El Callo, donde llegó el 25 de abril. Tras los avisos de rigor, el 2 de mayo los 245 cañones de la expedición se dirigieron contra el puerto y sus defensas...

[Buscaglia]

Saludos.

El autor no describe apenas la batalla, se limita a dar la cifra de bajas y poco más. De las 189 bajas españolas, 43 fueron muertos, 83 heridos y 68 contusionados (curiosa diferenciación esta). Para los peruanos da 2.000 bajas, sin explicar si eran civiles o militares. También afirma que se eliminaron todas sus piezas salvo tres.

Y a partir de aquí es cuando la biografía me rompe los esquemas. Quizá engañado por el cuadro romántico y por analogía con el final de otros marinos famosos, creía que Méndez fue herido de muerte y falleció de resultas de ello unos meses después. Pues nada de eso. El marino salió valientemente del reducto blindado para dirigir la acción desde el puente y allí fue herido. Pero no fue de gravedad y siguió dirigiendo durante meses la Flota española en América, que tras la acción dejó el Pacífico y operó desde el Atlántico. Algunos barcos sí retornaron a España tras la batalla porque su situación era crítica: en el Villa de Madrid, por ejemplo, los enfermos de escorbuto eran 382 y la nave navegaba... gracias a la ayuda de los prisioneros chilenos.

Debido al prestigio adquirido en El Callao, se tentó a Méndez para que participase en "la Gloriosa", a lo que él se negó. En diciembre de 1868 volvía a Cádiz, ya con la reina exiliada. Y, realmente chocante, hubo quien lo propuso como rey de España en lugar de Amadeo, Montpensier o los Hohenzollen.

Finalmente le llega la muerte en agosto de 1869... tres años después de haber recibido 8 heridas de astillas frente a El Callao. Como no se le hizo la autopsia, no se sabe la causa de la muerte pero bien pudo ser envenenado por razones políticas o como venganza por el bombardeo.

Pienso en cómo nos engañaron a varias generaciones de estudiantes presentándonos a Méndez muerto en combate por la Patria... cuando murió tres años después y quizá asesinado por compatriotas. No es la única ironía del libro. El autor no se cansa de ponderar que "la Marina no conspira, la Marina no se pronuncia..." (la única excepción según él fue Topete en el 68) pero, ¿qué diría el autor en el 36? ¿Se sumaría a la tesis de Franco de que los oficiales de la Marina fueron unos pusilánimes que no se atrevieron a secundar su golpe? Mucho me temo que sí vista su trayectoria con el nuevo régimen.