el "amable ofrecimiento". Hitler, teniendo en cuenta que había muchos monárquicos en Alemania y en su propio ejército y por tanto Guillermo II era una amenaza política para él, le ofreció el retiro en cualquier lugar de Alemania, oferta que también rechazó. En su testamento, Guillermo II expresó, que si él no regresaba a Alemania como su emperador antes de su muerte, quería ser enterrado en su exilio y que bajo ninguna circunstancia se utilizaran esvásticas visibles en su funeral. Al morir en combate el Príncipe Guillermo, hijo de Guillermo II, Hitler se enfureció prohibiendo que altos oficiales asistieran uniformados al sepelio. Ordenó también dar de baja a todos los miembros de la realeza que estuvieran prestando servicio en las Fuerzas Armadas.
Guillermo II murió en 1941, quizás con la satisfacción de saber que las fuerzas alemanas se cubrían de gloria en los campos de batalla. Hitler quiso que su cuerpo regresara a Alemania con gran pompa y circunstancia, pero le notificaron las cláusulas del testamento y nuevamente se enfureció. Lo único que pudo hacer, fue enviar un gran arreglo floral con una enorme esvásticas. Así terminó la vida del Emperador de Alemania, que no se dejó utilizar, ni por los Aliados, ni por Hitler, aunque sintió gran orgullo leyendo las noticias de los éxitos de las armas alemanas, éxitos que él no pudo lograr en 1914, pero sí lograron en 1939 los oficiales que fueron formados en su Imperio.
Fuente Exordio.com
