La batalla de Tudela. Primera parte.

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La batalla de Tudela. Primera parte.

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La batalla de Tudela, 23 de noviembre de 1808.

Autor.- npsergio


Primera parte.

Este artículo surge de la investigación que llevo a cabo con el objeto de diseñar un wargame sobre la batalla. El wargame está en standby, a la espera de las musas, pero creo que el artículo puede ser interesante para aquellos interesados en las campañas napoleónicas.

La batalla de Tudela no es una batalla de las más conocidas, pero en mi opinión sí es importante. Es uno de los enfrentamientos recogidos en el arco del triunfo de París, una de las batallas de la campaña de Napoleón en noviembre de 1808. Considero que la batalla abrió definitivamente el camino a Madrid, siendo además la venganza por la derrota francesa de Bailén, a la vez que de nuevo fue Tudela la primera línea de defensa para el segundo sitio de Zaragoza (ya antes del primer sitio hubo una escaramuza en Tudela).

Reflejo de su importancia es que, tras las batallas de Gamonal y Espinosa, el 18 de noviembre Napoleón despacha órdenes a varias de sus fuerzas, poniendo a dos de sus Mariscales más importantes, Ney y Lannes, al mando de las mismas.

El objetivo no era sólo derrotar, sino también rodear y destruir a Castaños. Y aunque la amenaza en el flanco de Napoleón se eliminó con la derrota de Castaños, los franceses no lograron destruir al ejército español, por lo que Zaragoza fue de nuevo defendida en un segundo sitio, y Castaños logró salvar a gran parte de su ejército, que continuaría en la guerra bajo diferentes mandos, por lo que, aun siendo una victoria francesa, no fue tan decisiva como Napoleón pretendía.

En noviembre de 1808 las fuerzas francesas en España están en retirada. Tras la derrota de Bailén el 19 de julio de 1808, batalla que se considera la primera derrota seria de las fuerzas del Imperio de Napoleón, José I, hermano y el Rey nombrado por Napoleón para España, se retira de Madrid y las fuerzas francesas en la península retroceden hacia las fronteras del Imperio.

Napoleón reacciona formando la Grande Armée para conducirlo personalmente a España y terminar con la amenaza de la rebelión en España. Como siempre, su objetivo es doble, controlar el centro de poder, Madrid, y derrotar al ejército enemigo.

En noviembre de 1808 la Grande Armée reunido por Napoleón se encuentra concentrado en el sur de Francia, y Napoleón da órdenes a las fuerzas en España de que mantengan sus posiciones.
  • En el norte, el IV Cuerpo de Lefebvre y el I Cuerpo de Victor mantienen sus posiciones frente al Ejército de la Izquierda (o de Galicia) mandado por Blake.

    El VI Cuerpo de Ney se sitúa en Logroño defendiéndolo de los intentos de Castaños por desalojarle al mando del Ejército de Andalucía (o del Centro).

    El III Cuerpo de Moncey, defiende el centro y norte de Navarra.

    El Ejército de Extremadura se concentra en Burgos, y el Ejército de Aragón y Levante (o de la Reserva) realiza acciones en Navarra, con el objetivo de converger con Castaños como paso previo a cerrar la frontera con el Imperio.
Hacia el 5 de noviembre la Grande Armée, con el II Cuerpo de Soult, la Reserva de caballería de Bessières y la Guardia Imperial, avanzan hacia Vitoria.

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Mapa 1: 5 de noviembre de 1808.

El objetivo primordial de Napoleón será la destrucción de los ejércitos españoles, derrotándolos por separado, impidiendo su concentración, como paso previo a la toma de la capital para reponer a su hermano José en el trono español, terminando con la rebelión española con una de sus rápidas campañas.

Para ello ordena a Ney que deje las fuerzas necesarias para la defensa de Logroño y avance con su VI Cuerpo hacia Burgos para abrir el camino hacia la capital.

El 10 y 11 de noviembre, el Ejército de Extremadura primero, y el Ejército de la Izquierda después, son derrotados en Gamonal y en Espinosa de los Monteros.

El VI Cuerpo de Ney, una vez derrotado el Ejército de Extremadura, avanza en su persecución hacia Aranda de Duero, mientras aquel se retira hacia Segovia.

El Ejército de la Izquierda de Blake, derrotado por Victor en Espinosa de los Monteros, se retira hacia Reinosa.

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Mapa 2: 10 y 11 de noviembre, Gamonal y Espinosa de los Monteros.

Napoleón, ya en Burgos, ordena que el IV y I Cuerpos dejen las montañas del norte y se unan a él en Burgos, mientras el II Cuerpo de Soult intenta copar a Blake. El Ejército de la Izquierda volverá a evitar su destrucción retirándose hacia León. Soult continuará su campaña por el norte.

La amenaza de los ejércitos españoles se evapora en el norte y en el frente de la Grande Armée, tras las dos batallas y las maniobras de persecución.

Tan sólo permanecen en su flanco dos fuerzas de consideración, el Ejército de Andalucía, vencedor de Bailén, comandado por Castaños, y el Ejército de Aragón, defensor de Zaragoza, liderado por Palafox

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Mapa 3: Posiciones tras las batallas de Gamonal y Espinosa.

Napoleón organiza una maniobra de avance por dos alas con el objeto no solo de derrotar, sino también de copar y destruir a Castaños.

Para ello, y saltándose el escalafón, el 18 de noviembre dispone que el III Cuerpo, mandado por el Mariscal Moncey, se ponga a las órdenes de un Mariscal de menor antigüedad pero más resuelto, Lannes, con el objeto de concentrar sus fuerzas en Lodosa, donde también tomará bajo su mando parte del VI Cuerpo de Ney que se encuentra en Logroño, y de la Brigada de caballería de Digeon, enviada el 19 de noviembre desde Burgos para que se una a las fuerzas de Lannes, sumando aproximadamente 25.000 hombres.

Las órdenes de Lannes, el día 18, son que se encuentre el día 20 en Logroño, poniéndose en marcha el 21 con las fuerzas de Logroño y la caballería de Digeon, reuniéndose con Moncey en Lodosa.

El propio Moncey, comandante del III Cuerpo, recibe orden el día 18 para que reúna su Cuerpo en Lodosa el día 21. Así mismo se le anuncia su posición subordinada a Lannes que será el que ejercerá el mando de la operación.

Una vez reunida la fuerza, Lannes deberá avanzar el 22 en busca del contacto con Castaños, que se situaba en esos momentos en Calahorra y los montes riojanos, calculando que el 23 de noviembre podrá alcanzar Tudela.

El día 18 Ney recibe órdenes de avanzar con su VI Cuerpo en dirección a Ágreda, ordenando que el día 21 se encuentre en Almazán, o el 22 en Soria, avanzando a uno u otro objetivo según las posiciones enemigas que encuentre, con el objeto de alcanzar el día 23 Ágreda, buscando en ese momento conectar con Lannes que avanzará desde Lodosa con dirección a Tudela.

Por otro lado, el IV Cuerpo, en Carrión de los Condes, cubrirá a la Grande Armée de una posible acción de flanco por parte de los españoles o de los ingleses.

El propio Napoleón, con el I Cuerpo de Victor, la Reserva de caballería y la Guardia Imperial, avanzará en dirección a Aranda de Duero para mantener una posición central que le permitiera actuar allí donde se le necesitase.

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Mapa 4: Plan de operaciones de Napoleón para envolver y destruir a Castaños, movimientos a ejecutar a partir del 18 de noviembre de 1808.

Maniobras entre el 18 y el 22 de noviembre de 1808.

En una época en la que las comunicaciones entre las distintas fuerzas dependían de órdenes escritas, enviadas al galope por correos, Ney será quien más sufra este sistema.

El 18 de noviembre Ney recibe orden del cuartel general de Napoleón de:
  • -Avanzar hacia Almazán (el día 21 de noviembre) o Soria (el día 22 de noviembre), con el objeto de situarse en la retaguardia de Castaños.

    -Someter la ciudad de Soria “antes de marchar a otro lado” .

    -Ponerse en comunicación con Lannes, que está previsto que alcance Calahorra el 22 y Tudela el 23.

    -Se resume la orden del modo siguiente: el primer fin es copar al Ejército de Castaños, el segundo es ocupar la ciudad de Soria.
Se trata de una órdenes escuetas y en cierto modo confusas.

Indica el objetivo de copar a Castaños y conectar con Lannes, pero se insiste en el sometimiento de Soria.

El día 21 Ney ocupa Almazán, y el 22 ocupa Soria y organiza una Junta Provincial en Soria para el gobierno de la Provincia en nombre del Emperador. Las tropas acampan en las afueras. Durante el día 23 se reconoce el terreno, y no es hasta el día 24 que Ney recibe informes referidos a la batalla de Tudela y además, casi ya de noche, recibe un despacho enviado por el cuartel general el día 21 que le ordenaba avanzar hacia Ágreda. El día 26 de noviembre el cuartel general reprocha a Ney que este debería haber ocupado Ágreda el 23, pudiendo haber participado en la batalla, o al menos haber perseguido y copado al Ejército español en huida. El emperador ordena que Ney persiga al enemigo “con la espada en los riñones” en la dirección que este pueda tomar.

El día 19 Lannes alcanza Logroño. El 20 llega a Lodosa, uniéndose con sus fuerzas durante el día 21. Las fuerzas de Lannes avanzan sobre Calahorra que alcanzan a la caída del día 22.

Las avanzadas de Lannes reconocen el terreno descubriendo la retirada de Castaños, con lo que ordena continuar la marcha hasta Alfaro.

El día 22 las fuerzas de Lannes se disponen en dos columnas, con la división de Morlot acampada en Corella junto con la caballería, y el III Cuerpo de Moncey situado en Alfaro con la división de Lagrange en retaguardia, en Aldeanueva.

Moncey propone a Lannes enviar a Lagrange hacia Corella, sugerencia rechazada por Lannes, lo cual motivará que Lagrange alcance el lugar de la batalla más tarde durante la batalla del día siguiente.

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Mapa 5: Del 18 al 23 de noviembre.

El avance de numerosas fuerzas francesas por Soria será comunicado a Castaños por “leales” y por el Obispo de Osma el 19 y por el juez de Burgo de Osma el 21 de noviembre. Castaños conoce también que el III Cuerpo de Moncey se moviliza y es pues consciente del peligro de quedar cercado por la doble maniobra envolvente. El Ejército de Andalucía levantará sus posiciones en Calahorra durante la noche del día 21, retirándose hacia la línea del Queiles.

La línea del Queiles serán las posiciones elegidas por Castaños para hacer frente a la amenaza. Protegiendo su flanco derecho con el Ebro, discurrirá por Tudela, pudiendo apoyarse en los montes al norte de dicha ciudad, y siguiendo el río Queiles, en dirección SO se apoyará en varias alturas paralelas al río situadas en las cercanías de Tudela, y en los pueblos que siguen dicha línea, Cascante, Monteagudo, Novallas y Tarazona, principalmente, hasta el Moncayo, zona montañosa de cierta importancia en la que cubrir su flanco izquierdo.

Se trata de una extensa línea para la que Castaños no tiene fuerzas suficientes. El Ejército de Andalucía en ese momento dispone de cuatro divisiones. Una quinta división ha sido enviada en calidad de refuerzo temporal para el Ejército de Aragón, junto con grandes fuerzas de caballería y suministros, para que este pudiera lanzar su ofensiva en dirección a Lodosa.

La nueva situación de las fuerzas francesas, sin embargo, hacen que Castaños solicite ayuda a O´Neille, comandante en el campo del Ejército de Aragón y Levante. Aunque Palafox era el Capitán General de Aragón, frecuentemente delegaba el mando en el campo en O’Neille. De hecho diversas fuentes indican que Palafox tenía tendencia a no estar nunca en plena acción, siendo en ocasiones calificado con muy poca estima por militares tanto de su ejército, como de otros . Aun así es innegable el valor de Plafox como organizador y como líder, aunque tenía una visión estratégica cuando menos reducida por su amor a Aragón, y probablemente enardecida por su juventud y relativa inexperiencia en el mando.

Por lo tanto, ese mismo día Castaños envía un mensaje urgente solicitando el paso del Ebro por parte de las fuerzas de O´Neille, para acudir en apoyo del Ejército de Andalucía tomando las posiciones a la derecha de la línea de defensa del Queiles.

O’Neille pondrá en marcha su Ejército, no sin antes contestar a Castaños que actuaba así movido por la urgencia de la situación, pero dejando claro que tan sólo obedecería a su “jefe natural” , Palafox, al cual informaba de la nueva situación.

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Mapa 6: Posiciones en la víspera de la batalla, noche del 22 de noviembre de 1808.

El día 22 por la mañana, las fuerzas de Castaños se despliegan en sus posiciones. Por la tarde la 5ª División de Roca y las fuerzas de caballería temporalmente bajo mando de O’Neille cruzan el Ebro en Tudela, mientras que el Ejército de Aragón acampaba en Traslapuente, es decir, en las afueras de Tudela, pero en la orilla norte del Ebro.

A pesar de las recomendaciones de Castaños, O’Neille decide no cruzar el Ebro, indicando que espera las órdenes de su comandante, y que es una maniobra difícil de ejecutar durante la noche.

El Consejo de Guerra de Tudela, noche del 22 de noviembre.

La noche del 22 de noviembre Castaños convoca a Palafox en el Palacio del Marqués de San Adrián, en Tudela, al que asisten también representantes de la Junta y observadores extranjeros.

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Palacio del Marqués de San Adrián. Tudela, noviembre de 2014. Sede de la UNED

Todos los relatos acerca del mismo indican que se desató una estéril discusión entre los generales, llenos de reproches, y en la que unos y otros expresaron sus ideas de campaña.

De lo argumentado en el Consejo de Guerra, y de las propias memorias de Palafox se deduce que Palafox estaba contrariado por abandonar la ofensiva y la “posición ventajosa” que ocupaba en Caparroso. Consideraba inútil la concentración de los ejércitos dada la extensión de la línea defensiva, proponía que el Ejército de Andalucía cruzara el Ebro y unido al de Aragón lanzaran una ofensiva por la orilla norte del Ebro, y pensaba que el centro de la estrategia de la defensa de España debería ser la defensa de Aragón.

Castaños disentía, y urgía a Palafox para que ordenara el paso de las tropas de su Ejército hacia Tudela para que ocuparan sus posiciones en defensa de la línea. En contra de la idea de defender Aragón, consideraba que en todo caso los ejércitos debían mantener bases costeras firmes, como en Andalucía, desde las que asegurar el abastecimiento de la rebelión, y que la defensa debería realizarse en ambas Castillas y en aquellas zonas que fuera necesario sin “encerrarse” en una de ellas.

Entrada la noche llegan noticias del avance francés y de la toma de Corella y Alfaro, y en el Consejo de Guerra prevén que como tarde el 25 se habrá producido el contacto, por lo que se afirma la urgencia expresada por Castaños y finalmente Palafox cede y ordena que su Ejército, a la mañana siguiente, cruce el Ebro para defender, junto con el Ejército del Centro, la línea de batalla elegida.

En algún relato se indica que esa misma noche Palafox abandona Tudela con dirección a Zaragoza por el canal Imperial. En otros, Palafox parte a la mañana siguiente abandonando a su ejército al inicio de la batalla. El propio Castaños indica que durante la mañana del día 23, supervisaba junto a Palafox a las tropas. Relata que cuando le advirtieron de la presencia de avanzadas enemigas en la ciudad, se dirigió a observarlas pensando que iba seguido por Palafox. Era sin embargo uno de los ayudas del Capitán General de Aragón que le pidió a Castaños permiso para tomar un par de escoltas que acompañaran a Palafox al canal, puesto que urgentes asuntos le obligaban a acudir a Zaragoza.

Las fuerzas enfrentadas.

En la batalla de Tudela se enfrentaron 3 ejércitos. El ejército francés puesto bajo mando de Lannes, el Ejército de Andalucía o del Centro mandado por Castaños, y el Ejército de Aragón y Levante o de la Reserva conducido por O’Neille, pero puesto bajo el mando de Castaños por Palafox (o más bien debido a su ausencia).

Las fuerzas francesas.

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Mariscal Lannes

Las órdenes de Napoleón dadas el 18 de noviembre, ponen a Lannes como comandante en jefe de una fuerza formada por el III Cuerpo de ejército del Mariscal Moncey, junto con la división de Lagrange, perteneciente al VI Cuerpo de Ney. La caballería la formarán la brigada de Wathier, la de Digeon y la de Colbert. Lannes utilizará la ayuda del general Lefebvre-Desnouettes, que participó en la primera batalla de Tudela y en el primer sitio de Zaragoza, debido a su conocimiento del terreno. Durante la batalla Lannes colocará algunas fuerzas de caballería bajo el mando del general Lefebrve-Desnouettes, formando una división ad-hoc.

Lannes formaba parte del séquito de Napoleón en su invasión de noviembre. Napoleón solía marchar con oficiales sin mando en los que confiaba para asignarles misiones según surgieran ocasiones, y esta era una de ellas.

En el camino a Vitoria, a principios de noviembre, Lannes sufrió una caída del caballo de la que no se había repuesto completamente aún. De hecho, tras la batalla de Tudela tendrá que mantener reposo, pasando el mando de sus fuerzas a Moncey.

En un informe redactado el 19 de noviembre de 1808 acerca del estado del cuerpo de Moncey, este no sale muy bien parado. Se calcula una fuerza de aproximadamente 16.000 hombres, casi todos jóvenes. Su moral había subido gracias a las victorias del ala derecha francesa, aunque se dudaba de su capacidad para establecer un futuro segundo sitio a Zaragoza debido a su fracaso en el sitio anterior.

El III cuerpo de Moncey lo forman cuatro divisiones, la de Maurice-Mathieu con casi 7.000 hombres, entre los que se cuentan dos regimientos polacos, la división de Musnier con casi 5.000 hombres, las divisiones Morlot y Grandjean con unos 3.000 hombres cada una, y la brigada de caballería de Wathier, formada por Húsares, Lanceros polacos y, al menos, un escuadrón de coraceros, con un total de más de 1.000 jinetes. Además incluía la guarnición de Pamplona, que se mantuvo en sus posiciones de guarnición.

La división de Lagrange, junto con la brigada de caballería de Colbert y la de Digeon, esta última enviada desde Burgos, pertenecientes al VI cuerpo, defendían hasta ese momento Logroño, y fueron puestas también bajo el mando de Lannes. Lagrange, con más de 7.000 hombres, llegará tarde a la batalla, debido a su posición en la retaguardia de la marcha, y a la negativa de Lannes de seguir la recomendación de Moncey para que dirigiera a esta división por el camino de Corella en lugar del de Alfaro (camino ampliamente ocupado por una columna de tres divisiones). Colbert alineará unos 1.200 Húsares y Cazadores, y Digeon unos 1.700 Dragones y Coraceros.

El ejército francés, en guerra prácticamente continua desde la Revolución, será uno de los más modernos, con una organización basada en sus experiencias. Confían en oficiales experimentados, generalmente seleccionados por mérito y no por cuna. Se organizan según el sistema de Cuerpos francés, más flexible que la organización en divisiones de tradición prusiana, sistema seguido por el ejército español. Los cuerpos, a su vez, los forman varias divisiones que se organizan en brigadas, formadas estas últimas por uno o más regimientos, y generalmente suelen permanecer en el tiempo con igual o parecida organización, de modo que las unidades llegan a conocerse entre ellas y a acostumbrarse a luchar juntas.

Las fuerzas españolas.

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General Castaños.

El ejército español durante la batalla estará formado por dos ejércitos independientes aunque comandados ambos por el General Castaños: el Ejército de Andalucía o del Centro, y el Ejército de Aragón o de la Reserva. Palafox, comandante de este último, no estará presente durante la batalla, lo cual hará que Castaños se enfrente al reto de dirigir en batalla a un ejército desconocido para él en cuanto fuerzas, capacidades, etc. Esto producirá problemas de mando, puesto que Castaños intentará dar iniciativa a los generales “aragoneses” por su mayor conocimiento sobre sus tropas, mientras que estos, en algunos momentos de la batalla, se quejarán de la ausencia de guía por su parte. También la falta de conocimiento mutuo creará algún roce entre los generales.

Sin embargo, no puede decirse que los generales “andaluces” actuaran mejor. Tanto La Peña como Grimarest, comandantes ambos de sendas divisiones del Ejército de Andalucía o del Centro, y por lo tanto subordinados directos de Castaños, cuando menos pueden ser calificados de excesivamente prudentes ante las órdenes recibidas durante la batalla.

La batalla se localizó principalmente entre Cascante y Tudela. En Tudela y sus alrededores lucharán las divisiones del Ejército de Aragón y Levante (divisiones 1ª de O’Neille con aproximadamente 10.000 hombres, 2ª de Saint-March y 3ª de Villalba con alrededor de 5.000 hombres cada división), aunque en la defensa de la ciudad lucharán también las fuerzas valencianas y murcianas de la 5ª división Roca del Ejército de Andalucía (junto con los levantinos de la división Villalba del Ejército de Aragón) formada por unos 6.000 hombres. Al sur de la ciudad acampará una agrupación de caballería con casi 1.000 caballos. En las acciones de Urzante y Cascante participarán fuerzas de la 4ª división de La Peña de 10.000 hombres, y de la 2ª de Grimarest que con 6.000 hombres alcanzará Cascante al final del día 23. En el flanco izquierdo permanecerán unos 14.000 hombres pertenecientes a la 1ª división del Conde de Villariezo y a la 3ª división de Carvajal, que no participarán en la batalla, demasiado alejadas de la acción.

El ejército español no utiliza el sistema de Cuerpos, y tampoco utilizarán las brigadas hasta más tarde durante la guerra. Tampoco suelen disponer de regimientos completos en cada división: batallones pertenecientes al mismo regimiento estarán distribuidos no sólo en las distintas divisiones, sino que en ocasiones pertenecerán a distintos ejércitos. Así, las divisiones agrupan batallones de infantería junto con algunos escuadrones de caballería.

En algunas ocasiones se crearán divisiones en función de las necesidades, y los batallones se asignan a uno u otro mando según las circunstancias.

La infantería es desigual, algunas unidades poseen cierto nivel de entrenamiento, disciplina, o experiencia. Muchos de ellas son campesinos o ciudadanos armados (en ocasiones desarmados, y a medio uniformar). En una misma división pueden convivir batallones de las Guardias, batallones de Línea, voluntarios y milicias. Su respuesta en combate es incierta, aunque algunas de ellas lucharán muy bien y mostrarán un valor fuera de toda duda

La caballería sufrirá de escasez de caballos, y no es numerosa. En ocasiones los regimientos disponen de personal, pero no tienen caballos suficientes para montar al regimiento completo. Muchos escuadrones no pasan de varias decenas de hombres montados.

El Campo de Batalla.

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La línea de defensa. 22 y 23 de noviembre de 1808.

La línea de defensa del Queiles iba desde Tudela hasta Tarazona, a unos 30 kilómetros de distancia, con las fuerzas de la 3ª división de Carvajal desplegadas hacia el Moncayo protegiendo el flanco expuesto.
Sin embargo la batalla se centrará sólo en parte de esta línea, entre Tudela y Cascante, directamente en frente del avance de las fuerzas de Lannes, debido a la incapacidad de Ney de alcanzar Ágreda a tiempo. Sin embargo, precisamente la presencia de Ney en el flanco es la razón por la que se eligió una línea de tal extensión

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Mapa del campo de batalla en 1808. Elaboración propia.

Tudela suponía un punto de importancia estratégica debido a su puente sobre el Ebro, de origen romano. Con edificaciones en piedra, y con el monte Santa Bárbara dominándola en su extremo norte. En ese monte se encontraba el antiguo castillo medieval, y en aquella época algunas ruinas en su cima hacían que ese lugar fuera conocido por las fuerzas francesas que lucharon por su toma como la “torre”.

Al norte de Tudela, siguiendo una dirección NO discurren las alturas llamadas el Canraso. El camino de Alfaro atraviesa dichas alturas antes de llegar a Tudela.

El río Queiles, es y era un pequeño río vadeable que, desde su desembocadura en el rio Ebro, circula en dirección SO hacia el Moncayo.

Desde Tudela, siguiendo dicha dirección SO, se encuentra el monte de Santa Quiteria, seguido por el monte de Cabezo Maya, y por el de San Juan de Colchetas.

Al norte de estos dos últimos, un “bosque” de olivares, el olivar del Cardete, separa dichas alturas del Canraso.

Al sur de Santa Quiteria y de Cabezo Maya una amplia extensión de terreno, conocida por la Huerta Mayor, estaba en aquella época ocupada también por olivares, y cruzada por acequias y arroyos.

Siguiendo la dirección SO, al norte del Queiles está Murchante con algunos obstáculos naturales más que podían tener utilidad en la batalla.

De nuevo al sur del Queiles, el caserío de Urzante, apoyado en un promontorio, es el mayor obstáculo existente antes de llegar a Cascante.

Gran parte del terreno se utilizaba como campo de cultivo de cereal, que en noviembre es de suponer que acababa de ser recogido o estaba siendo sembrado.

La línea de batalla en la que se produjeron los combates se extiende así por 10 kilómetros que se apoyan en el río Queiles, los montes, olivares, campos cultivados, las acequias y arroyos.

El inicio de la batalla.

Después del agitado Consejo de Guerra de la noche anterior, O’Neille pone en marcha a su Ejército, cumpliendo finalmente las órdenes de Palafox, y durante la madrugada las tropas cruzan el puente del Ebro entrando en Tudela. Tudela es una ciudad de origen medieval, con casas de piedra y estrechas callejuelas y recovecos por los que hacer avanzar a un ejército.

Aunque no hay detalles a cerca del orden de la marcha, es probable que la encabezara la 2ª división de Saint-March, seguida por la 3ª de Villalba, esto es así por las posiciones que ocupaban cuando las avanzadas francesas irrumpen en la ciudad.

En cuanto al inicio de la batalla, tampoco hay datos exactos. Es muy probable que fueran entre las 8 y 9 de la mañana cuando un grupo de piquetes avisa a Castaños de la presencia de columnas en movimiento desde Alfaro. En esos momentos destacamentos de caballería e infantería francesa, en avanzadas de reconocimiento, irrumpen en la ciudad y toman posiciones en Santa Bárbara.

En cualquier caso, la entrada de fuerzas francesas en la ciudad coincidió con la presencia de soldados marchando a ocupar sus posiciones. Los primeros enfrentamientos se sucedieron y el ruido de la fusilería alertó de la inminencia del ataque.

Los jinetes franceses, probablemente algún destacamento de reconocimiento, enfrentados a fuerzas superiores en las callejuelas de la ciudad cedieron y volviendo sus grupas.

Algún destacamento de reconocimiento de infantería francesa llegó a ocupar Santa Bárbara, pero pronto se organizó un asalto que los desalojó.

Parece que este es el momento en el que Castaños indica que es alertado del ataque, y en el que Palafox marcha en dirección a Zaragoza por el canal Imperial.

Desde la víspera de la batalla la 5ª división de Roca se encontraba acampada en Tudela, y serán fuerzas de esta división, junto con los también levantinos de la 3ª división de Villalba, los que lucharán en Santa Bárbara.

La 2ª división de Saint-March avanzaba por el camino de Tarazona cerca del monte de Santa Quiteria, y la 1ª división de O’Neille estaba cruzando el puente atascado en las callejuelas medievales del casco viejo de la ciudad.

La irrupción de destacamentos de reconocimiento franceses indican un fallo de previsión en el bando español. Hay que recordar que en el Consejo de Guerra se llegó a la conclusión de que el contacto con las fuerzas francesas localizadas en Corella y Alfaro ocurriría hacia el 25, previsión optimista dada la cercanía de Corella y Alfaro con Tudela. Por otro lado, aunque Castaños indica que un destacamento le alerta del avance francés, es evidente que los 80 o 100 hombres que lo formaba no eran suficientes para retrasar el ataque y alertar con suficiente antelación.

Se produce así una sorpresa total. Ello es también muestra del empuje de Lannes como comandante, y evidencia la razón por la que Napoleón le elige para ponerlo al mando saltándose el escalafón (se considera que Moncey es demasiado prudente). Al descubrir Lannes la retirada de Castaños de sus posiciones en Calahorra el día anterior, no se detiene en Calahorra, sino que fuerza a sus columnas a seguir avanzando hasta Alfaro y Corella, buscando quizás lo que finalmente ocurrió: reducir lo más posible la distancia con la fuerza enemiga para forzar el combate y buscar la sorpresa.

Mientras los primeros combates rechazan a los franceses de la ciudad, la vanguardia del ejército de Lannes alcanza posiciones frente a la línea de batalla.

Desde Corella, Lannes avanza con la brigada Wathier, y desde el Canraso observa Tudela, y cómo las tropas españolas marchan para tomar posiciones.

Sin esperar al grueso de sus fuerzas ordena a las tropas de vanguardia que inicien al ataque, aprovechando la ventaja de la sorpresa e intentando tomar las posiciones estratégicas antes de que sean ocupadas por los defensores que todavía no han completado su despliegue.

Se quedará con los Lanceros Polacos de Wathier ordenando que Wathier tome el resto de su brigada en dirección a Tarazona para observar la reacción del flanco izquierdo del ejército de Castaños.

Ordena a la infantería de Morlot, junto con la caballería de Colbert, que cubrirá su flanco, que avancen en dirección al olivar del Cardete y ocupen las alturas en su frente.

Envía a la brigada de Digeon a que tome la dirección de Cascante, y observe las posiciones allí ocupadas por los españoles, para detener un posible movimiento en socorro de Tudela.

Por el camino de Alfaro, en el Canraso, llega también la división de Maurice-Mathieu, a la que ordena que ocupe las alturas de Tudela.

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El inicio de la batalla de Tudela, el 23 de noviembre de 1808.

Primeros ataques y contraataques.

Iniciada la batalla, siguiendo las órdenes de Castaños, Roca expulsa a las vanguardias francesas de Santa Bárbara. Expulsados los franceses avanzará con varios batallones levantinos hacia el Canraso ofreciendo resistencia al avance de Maurice-Mathieu. Frente a ellos, Maurice-Mathie junto con Habert, desplegará parte de su división, el 14º de Línea y el 2º del Vístula, dirigiendo el ataque en dirección a Santa Bárbara, la altura que domina Tudela.

Saint-March despliega sus fuerzas en defensa de Santa Quiteria, y O'Neille, completa el paso del puente concentrando sus fuerzas en Capuchinos, al sur de Tudela.

Castaños, conociendo el hueco existente entre Cascante y las posiciones de Tudela, envía órdenes a sus fuerzas en Cascante y Tarazona. A La Peña le ordena avanzar en dirección a Tudela para sostener su flanco izquierdo, mientras que a las fuerzas en Tarazona, les ordena avanzar hacia Cascante cubriendo a su vez a La Peña.

Cuando La Peña recibe la orden, la irrupción de fuertes contingentes de caballería francesa en los montes de Aspra (la brigada “lourde” de Digeon), le hacen temer un ataque si intenta cumplir la orden. La Peña cree que tiene en frente 8.000 infantes y 2.000 caballos y así justificará su inacción en su respuesta a Castaños, al que indica que tan pronto como pueda desembarazarse de ellos ejecutará la orden recibida.

Parece que en varios momentos Castaños envía orden a La Peña para que avance sin resultados, y este puede ser considerado uno de los momentos claves de la batalla. Por un lado, La Peña muestra lo que parece excesiva prudencia, sobrestima la fuerza francesa que se le opone, y un general con mayor iniciativa podría haberse puesto en marcha aún sin haber recibido órdenes, avanzando hacia “el ruido de los cañones”. Argimiro Calama Rosellón en “La Guerra de Independencia en Soria, La Rioja, Navarra” es de esta opinión y estima que podría haber alcanzado el flanco de O’Neille hacia las 10 de la mañana. Sin embargo, Juan José Sañudo Bayón en su artículo “La batalla de Tudela, 23 de noviembre de 1808” se opone a este argumento indicando la nula capacidad de maniobra del ejército español, lo cual le hace suponer que un avance general de la división de La Peña hubiera ofrecido un flanco expuesto a fuerzas de caballería pesada francesa que muy probablemente hubiera provocado su derrota, o que el avance se detuviera para formar cuadros para defenderse del ataque de la caballería, o hubiera provocado su huída buscando refugio en los pueblos cercanos.

Mientras tanto, el 117ª de Linea de la división de Morlot ocupa las alturas de Cabezo Maya, que se encontraba indefenso, mientras el 116º Regimiento se mantiene en reserva, a cubierto, en el olivar del Cardete.

Castaños, que ve como toman una posición clave en su flanco, ordena a Saint-March que ataque su flanco mientras que manda a la división de O’Neille, concentrada al sur de Tudela, ponerse al frente de su división para recuperar el monte de Cabezo Maya. El propio Castaños relata que tuvo que “repetirle la órden tres veces” , comparando su actuación con la de Saint-March que actuará prontamente a la orden de apoyar el ataque de O’Neille.

O’Neille conducirá su división hacia Cabezo Maya, y finalmente dirige un ataque “por escalones de batallones”, siendo el que formaba la vanguardia el batallón de Reales Guardias Españolas. Estos fueron apoyados por los de Saint-March de Castilla y Campo Segorbino. El ataque conseguirá romper la defensa francesa tras un tiroteo, retirándose los franceses hacia el olivar del Cardete. O’Neille ocupa el Cabezo Maya, desde donde puede observar la batalla, manteniendo el fuego con los franceses en retirada. El contraataque español continuará desde Cabezo Maya y Santa Quiteria, hostigando a Morlot en el olivar.

Imagen
Primeros ataques y contraataques, aproximadamente hasta las 10 a.m.


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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Lutzow »

Un gran y detalladísimo artículo Sergio, mis felicitaciones... :dpm:

Saludos.
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Es mejor permanecer con la boca cerrada y parecer un idiota, que abrirla y confirmarlo...
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Fonsado »

Me ha gustado mucho la forma de exponerlo.

Gran trabajo.

:Bravo :Bravo :Bravo
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por jmunrev »

Magnifica descripción de la campaña y de la batalla. Los mapas excelentes. Te felicito y espero ansioso el resto del trabajo. :Bravo
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Fonsado »

Ya lo tienes.

http://www.elgrancapitan.org/foro/viewt ... 21&t=22749
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por npsergio »

Muchas gracias.

Saludos.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Saludos y felicidades por el artículo, npsergio. :dpm: La campaña de Tudela es muy interesante y creo que el artículo nos da un excelente pie a comentar varios aspectos.

Empezaré a abrir el fuego por los mandos franceses:
npsergio escribió: Para ello, y saltándose el escalafón, el 18 de noviembre dispone que el III Cuerpo, mandado por el Mariscal Moncey, se ponga a las órdenes de un Mariscal de menor antigüedad pero más resuelto, Lannes, con el objeto de concentrar sus fuerzas en Lodosa, donde también tomará bajo su mando parte del VI Cuerpo de Ney que se encuentra en Logroño, y de la Brigada de caballería de Digeon, enviada el 19 de noviembre desde Burgos para que se una a las fuerzas de Lannes, sumando aproximadamente 25.000 hombres.
Moncey era un general prudente pero no se le consideraba especialmente brillante. Había destacado en su día en la guerra del Rosellón y posiblemente Napoleón le otorgó el título de mariscal para cubrir por un lado la cuota de viejas glorias republicanas y por otro la correspondiente al viejo ejército de los Pirineos; ya que Napoleón consideró en su día que a la hora de nombrar a los mariscales de la "primera promoción" se debía reservar un cupo para contentar a todas las “familias” que había en el seno del ejército. Moncey no había tenido un papel relevante en las primeras campañas imperiales y ahora en 1808 venía de haber sido incapaz de tomar Valencia, aunque es verdad que poco pudo hacer sin tener adecuados medios de asedio.
Por ello no es raro que se pusiera al frente de esa operación a Lannes, que era considerado uno de los mejores mariscales y de los mas capaces de actuar de forma independiente. Respecto al tema del escalafón habría que señalar que no existía un verdadero escalafón (al modo que tradicionalmente se entiende) entre los mariscales. En la promoción de 1804 se dio una lista de los nombres de mariscales que no seguía un orden lógico ya que no estaba ordenado ni por edad ni por fecha de ascenso a general de división ni aparentemente por ningún otro, mas allá de que el 1º de la lista era Berthier (jefe de estado mayor) y el 2º era el relativamente joven Murat (jefe de la caballería y habitualmente al mando de la vanguardia). Probablemente Napoleón no quiso que hubiera un escalafón formal para no tener que dar explicaciones si ponía a un mariscal por encima de otro en uno u otro momento, aunque sería consciente de que unos se lo tomarían peor que otros. Ciertamente hubo alguna ocasión en que algún mariscal hizo valer una presunta antigüedad como fue el caso de Massena "prohibiendo" a Lannes y Bessieres batirse en duelo durante la batalla de Aspern-Essling, pero también es verdad que Massena tenía mas "empaque" que Moncey para imponerse.
Curiosamente parece que el tema del escalafón cobró importancia precisamente a la caída de Napoleón. Ney iba a ser en principio juzgado por una corte marcial y el tribunal militar debía estar formado por colegas mariscales y presidido por por el de mas antigüedad. Por lo visto se aceptó que el orden de la lista de 1804 venía a ser una especie de escalafón y justo el nombre de Moncey venía tras los de los difuntos Berthier y Murat. En honor a Moncey hay que decir que expresó su tajante negativa a juzgar a Ney diciendo que nunca podría condenar a alguien que había salvado tantas vidas (muchas conocidos suyos) durante la terrible retirada de Rusia.


Para mas tarde dejo lo del generalato español, que eso si tiene su miga. Aunque si alguien quiere empezar, que no se corte :lol:
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Fonsado »

El artículo en PDF se puede descargar aquí http://2.136.4.166/cosas/Tudela.pdf
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por apatrida »

Muy buen articulo, con gran profusión de detalles, se ve detrás un gran trabajo recopilatorio, muchas horas de esfuerzo. Felicitaciones al autor.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por pepero »

Buen relato. No pierdo un minuto en ir a leer la segunda entrega.

Saludos.
Pepe
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Flavius Stilicho »

npsergio escribió: La nueva situación de las fuerzas francesas, sin embargo, hacen que Castaños solicite ayuda a O´Neille, comandante en el campo del Ejército de Aragón y Levante. Aunque Palafox era el Capitán General de Aragón, frecuentemente delegaba el mando en el campo en O’Neille. De hecho diversas fuentes indican que Palafox tenía tendencia a no estar nunca en plena acción, siendo en ocasiones calificado con muy poca estima por militares tanto de su ejército, como de otros . Aun así es innegable el valor de Palafox como organizador y como líder, aunque tenía una visión estratégica cuando menos reducida por su amor a Aragón, y probablemente enardecida por su juventud y relativa inexperiencia en el mando. .
En el marco del artículo no le puedo poner pegas a la acertada y prudente redacción del párrafo, pero no deja de dar pie a tratar de profundizar algo mas en el generalato español y su particular problemática durante la guerra.
En primer lugar tenemos el problema de la negativa a nombrar un comandante supremo de los ejércitos. Negativa lógica por el temor a que en la situación de caos, surgiera un “Napoleón” ibérico y se convertiera en un dictador. No es de extrañar que cuando finalmente se nombrara un comandante supremo (a la fuerza ahorcan), el cargo recayera en Wellington, no sólo por el tema de la necesaria alianza y apoyo británico sino también porque no suponía ninguna amenaza política.
Aun así vemos que en casos como Medina de Rioseco o Tudela, cuando dos ejércitos españoles debían luchar juntos, se debería haber implementado un sistema para que alguno de los generales pudiera tomar el mando, aunque solo fuera en base a su antigüedad. En el caso de Tudela como nos relata el autor la autorización a Castaños para asumir el mando conjunto de las tropas llegó demasiado tarde.

Un problema añadido de los ejércitos españoles es que debido al caos en torno al levantamiento contra “el francés”, varios de los generales que pasaron a ocupar los mandos principales no eran los “naturales” que hubieran sido en una situación de guerra normal. Algunos simplemente no estaban a mano o en el lugar indicado, alguno era afrancesado o era sospechoso de afrancesado (alguno injustamente acusado y linchado/asesinado por ello).
De hecho de los generales enviados en otoño de 1808 a derrotar a Napoleón, Castaños es el único que tiene el mínimo bagage militar aceptable, ya que antes de Bailén ya era teniente general (desde 1802), tenía experiencia militar previa y al estallar la guerra era comandante de las tropas del campo de Gibraltar. Otros generales debían en cambio su rango a decretos de las juntas provinciales que los habían elevado saltándose en muchos casos varios escalones. Tenemos el caso de Blake que era simplemente un brigadier graduado al estallar la guerra (y de los mas jóvenes del escalafón) y es ascendido a teniente general; eso sí tenía fama de inteligente; sin embargo la dirección de un ejército en combate le venía un poco grande aunque como jefe de estado mayor hubiera hecho probablemente un papel muy digno.

El caso de Blake podría tener cierta disculpa, pero el de Palafox es preocupante. Palafox es simplemente un 2º teniente de la Guardia de Corps -refugio para los hijos de la nobleza- aunque el peculiar sistema de privilegios de la Guardia le otorga automáticamente el rango de brigadier de caballería del ejército regular, sin necesidad de tener los conocimientos prácticos para ello. No sólo eso sino que por obra del levantamiento de Aragón pasa a ser teniente general de golpe (y capitán general del reino).
He de decir que en el caso de Palafox uno tiende a sentirse bastante decepcionado al leer en profundidad sobre su actuación durante la guerra; me parece un caso de un hombre carismático elevado al rango de héroe al que se le perdona todo como abandonar a Zaragoza dos veces (en los dos momentos más críticos del primer sitio). En la campaña de Tudela da la impresión de que su mayor preocupación es conservar y aumentar su parcela de poder, manteniendo el control de su ejército y consiguiendo que este sea ampliado con tropas procedentes de otros ejércitos/regiones. Su marcha antes de la batalla de Tudela me parece bastante poco apropiada asi como sus intrigas para que a Castaños le retiren el mando tras la batalla. Además en el segundo sitio mete de nuevo la pata y se encierra en la ciudad con una fuerza excesivamente grande (35.000): una fuerza de menos de la mitad hubiera podido defender eficazmente la ciudad y no hubiera consumido tantas provisiones; permitiendo al resto del ejército actuar fuera de las lineas de sitio siendo una constante amenaza de socorro.
En el reciente libro de Paco Vela sobre Tudela se es muy crítico con Palafox y ya en su día recuerdo que Sañudo le pegaba unos cuantos buenos palos en el artículo de R&D sobre Tudela, aunque ahora no lo tengo a mano.

Saludos.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por npsergio »

Así es... pero como dices, he sido prudente. No soy un experto en la materia, pero lo que he leído de Palafox es lo que tú dices. Elevado a un rango para el que no da la talla por cuna y conexiones más que por mérito. Demuestra poco valor en combate. Hay comandantes que literalmente le ponen verde.
Pero sin duda un líder político en su tierra. Por ello, su descrédito militar (o de combate) se ve en parte mitigado por su valor como líder "político".

Por otro lado, es una figura muy querida en Aragón, y no quiero crear polémica... cada uno que saque sus conclusiones. El hecho es que en la campaña de Tudela fue un factor más en la derrota española, por su oposición a un mando único, por su defensa de un plan de campaña imposible de realizar en esos momentos, y por su desaparición justo antes de la batalla.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Viví muchos años en Zaragoza y le tengo un especial cariño. Por eso precisamente me irrita un tanto la figura de Palafox ya que me parece que se le rinde un homenaje desmedido para lo que de verdad hizo por la ciudad. Fue precisamente gracias a una libreria especializada de Zaragoza (libros Reyes) donde pude empezar a profundizar en el tema de los sitios desde un punto de vista mas especializado y vi que la figura de Palafox tendía a endulzarse en las crónicas mas generalistas.
No digo que le quiten los honores pero si me da algo de pena que mucho zaragozano lo tenga por héroe sin par. De los sitios hay muchos héroes pero se recuerdan sobre todo a Palafox y a los personajes mas populares como el Tio Jorge, Santiago Sas, Maria Agustín o Agustina de Aragón. Algo menos a militares verdaderamente distinguidos como el brigadier Antonio Torres o el coronel Sangenis.


Pero bueno dejando a Palafox aparte me interesa mas si alguien tiene una opinión sobre la conveniencia o no de haber nombrado un mando único para los ejércitos españoles (antes del referido de Wellington) durante la guerra y quien hubiera sido adecuado (¿competente pero no ambicioso?).

Saludos.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Fonsado »

Como ya sabéis soy un poco localista.

En Extremadura se tragó con el mando de D. Gregorio Cuesta cuando había muchos militares de menor rango que se desempeñaron mejor. Hablo, por ejemplo, del coronel Golfín, al que después se le reconoció (llegó a ministro) y se le castigó (se le desterró y fusiló), pero que en esa época no pasó de de ser un jefe secundario que cumplió muy bien sus funciones.

Esta es la historia de mi España. A los héroes se los desprecia, relega, ensalza y fusila sin hilo de continuidad.

No digo que D. Gregorio Cuesta fuera un mal jefe, lo que digo es que los había de igual o superior valía que pagaron su lealtad con el paredón.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por APV »

Flavius Stilicho escribió:vi que la figura de Palafox tendía a endulzarse en las crónicas mas generalistas.
Los hermanos Palafox tenían bastante de intrigantes políticos. Aunque Castaños tampoco era un lumbreras.
Fonsado escribió: el Ejército de Andalucía, vencedor de Bailén
Con matices, el Ejército del Centro era una amalgama de divisiones del Ejército de Andalucía, del Ejército de Castilla (el mandado por Pignatelli hasta su desastre en Logroño el mes anterior), del Ejército de Valencia-Murcia.
Fonsado escribió: las divisiones Morlot y Grandjean con unos 3.000 hombres cada una
3.500 la Morlot y 4.700 la Grandjean (esta última en reserva y con unidades alejadas).
Fonsado escribió:La batalla se localizó principalmente entre Cascante y Tudela. En Tudela y sus alrededores lucharán las divisiones del Ejército de Aragón y Levante (divisiones 1ª de O’Neille con aproximadamente 10.000 hombres, 2ª de Saint-March y 3ª de Villalba con alrededor de 5.000 hombres cada división), aunque en la defensa de la ciudad lucharán también las fuerzas valencianas y murcianas de la 5ª división Roca del Ejército de Andalucía (junto con los levantinos de la división Villalba del Ejército de Aragón) formada por unos 6.000 hombres. Al sur de la ciudad acampará una agrupación de caballería con casi 1.000 caballos. En las acciones de Urzante y Cascante participarán fuerzas de la 4ª división de La Peña de 10.000 hombres, y de la 2ª de Grimarest que con 6.000 hombres alcanzará Cascante al final del día 23. En el flanco izquierdo permanecerán unos 14.000 hombres pertenecientes a la 1ª división del Conde de Villariezo y a la 3ª división de Carvajal, que no participarán en la batalla, demasiado alejadas de la acción.
La 1ª de O’Neille unos 8.800 de calidad aceptable, la 2ª de Saint-March unos 8.500 (algo inferior a la 1ª) y la 3ª de Villalba 6.500 (tropas novatas murcianos).
La 5ª división de Roca uns 6.000 (valencianos, con alta proporción de reclutas)
La 4ª división de La Peña unos 7.700.
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por Flavius Stilicho »

APV escribió:
Flavius Stilicho escribió:vi que la figura de Palafox tendía a endulzarse en las crónicas mas generalistas.
Los hermanos Palafox tenían bastante de intrigantes políticos. Aunque Castaños tampoco era un lumbreras.
Cierto, en Bailén tuvo sus fallos como dejar que se le escapara Dupont por la noche de Andujar, siendo muy lento en reaccionar. No olvidemos que la batalla en sí se libró sin Castaños, aunque mérito suyo es organizar la campaña en sí.
Lumbreras no era pero tampoco había muchos a mano; de hecho lo último que quería la Junta era tener que lidiar con un genio militar surgido de entre las filas españolas y que le diera por creerse Napoleón. Pero de lo que había a mano, al menos en ese momento, era de lo más aceptable; no es que sus sucesores en el mando del Ejército del Centro/la Mancha -Infantado, Cartaojal, Venegas y Areizaga- parece que fueran precisamente gran cosa :( . No creo que Castaños hubiera hecho milagros, y además los medios eran los que eran y no dan pie a mucho lucimiento de ningún general, pero creo probable que aun cosechando derrotas estas hubieran sido mas leves, sin llegarse a la situación que se dio tras Ocaña.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por npsergio »

¡Hola!
Feliz Año para todos...

Sobre las cifras de hombres por batallón, o por división, etc... lo único que puedo decir es que en mi humilde experiencia nunca coinciden las fuentes. Al final las cifras indican nº de hombres en un momento y lugar concreto. Supongo que influirán muchas cosas. Entre ellas la propia naturaleza humana, quiero decir, aunque lea en una carta dirigida al mismisimo Napoleón que cierta división dispone de, por ejemplo 4500 hombres, hay que considerar que la carta se escribe en una fecha, Napoleón la recibe en otra y muy probablemente todo haya cambiado para entonces (sin contar aquí deserciones, enfermedades, falseamientos, etc que pueden ocurrir incluso mientras se escribe esa carta a Napoleón). Asi que tomo las cifras siempre (y vengan de quien vengan) como aproximadas.

Y una opinión sobre el "mando único". Evidentemente no podemos saber lo que hubiera pasado, pero revisando esta batalla mi opinión es que Castaños al menos demostró cierta "profesionalidad" en el mando que Palafox no mostró. Un mando único claro (entre el Ejército del Centro y el de la Reserva) creo que hubiera dado ciertas ventajas al menos en los momentos claves previos a la batalla. No creo que hubiera cambiado mucho el comportamiento de las fuerzas ni de los generales de División, pero no se hubiera perdido el tiempo en Consejos de Guerra, y podria haber influido en un despliegue mejor de las fuerzas... Aunque es evidente que nunca lo sabremos... En resumen, aun con un comandante "del montón", es mejor un mando único que la dispersión; y creo que como comandante militar era mejor Castaños que Palafox. Por supuesto sólo es mi opinión.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por laguno »

He leído el trabajo y me ha resultado francamente bueno. Lo he encontrado ameno, entretenido e instructivo. Felicidades.

Saludos
"...como jueces de la competición están los dioses, que, naturalmente, se pondrán de nuestra parte, ya que nuestros enemigos han jurado en falso sobre ellos, mientras que nosotros, teniendo ante nuestros ojos tanta abundancia de posesiones, nos hemos mantenido firmemente apartados de ellas en virtud de nuestro juramento a los dioses" Jenofonte - Anábasis.
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Re: La batalla de Tudela. Primera parte.

Mensaje por zilus »

Me ha gustado mucho. Felicidades y Gracias.

En cuanto a Palafox, su comportamiento evitando dirigir la batalla me parece como minimo "poco profesional". Se puede hacer las cosas bien o mal, pero si eres el Jefe, tuya es la responsabilidad de lo que pase, estes presente o no, sea tuya la culpa o de un subordinado (o del enemigo). El comentario sobro que son "intrigantes politicos", me parece acertado.

Aun asi, un comentario general sobre la Guerra de Independencia. Es fascinante ver como las cosas fueron como fueron y los distintos sucesos hicieron que pasara lo que paso y como paso.

El que los Jefes de Division no obedecieran o no lo hicieran rapido por "excesiva prudencia" (si es por falta de medios no se les puede culpar, como el cometario de que Peña no disponia de unas tropas entrenadas en movilidad y que si se hubiera ido a Tudela habria sido flanqueado), me parece clave y no achacable a lo Jefes de Cuerpo/Ejercito, como caso de Castaños. Sin embargo, se me ocurre que estos mismos Jefes, son responsables de acerse obedecer, aunque a veces este fuera de su alcance, por motivos politicos o de circunstancia.

En todo, creo que hay muchas cosas interesantes y dificiles de aclarar (sobre todo para mi que apenas tengo alguna idea sobre el tema)
"Un brigadista inglés les explicó después que lo que más le había
impresionado al llegar al país fue ver a un español, plantado en mitad de la
calle durante un bombardeo, que se hurgaba los dientes displicentemente
con una cerilla."
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