Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Japa »

Carlos I (V) debería haber actuado igual con respecto al papado. Una vez tomada por asalto Roma, lo lógico hubiera sido rematar el trabajo y acabar de una vez con el poder eclesial. Pero ahí se le notó que era ya un español de pura cepa, y lo dejó todo a medio hacer.


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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Carlos I era borgoñón, no español...y mal podía acabar con el Papado cuando de este poder derivaba su dignidad imperial, y cuando, su muerte, podía haberle acarreado la enemistad de todo el mundo católico...para la mentalidad del siglo XVI, acabar con el Papado era lo mismo que si, hoy en día, EEUU destruyera la ONU :~i
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Japa »

Era borgoñón, pero al final fue español. Y la prueba, su retiro ¿quién sino un buen español se va a un monasterio, pero asegurándose antes que haya abundante cerveza y buena comida?

En cuanto al poder papal, en esos momentos la Iglesia estaba tambaleandose por todas partes y no dejaría de hacerlo hasta el concilio de Trento, 20 años después. Con la piel del Papa a modo de alfombra Carlos podría haber dado a la iglesia la orientación que más le apeteciera, imponiendo sus cardenales y sus papas y a ver quién le tosía
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por hoff »

Antigono Monoftalmos escribió: 12 May 2020 Carlos I era borgoñón, no español...y mal podía acabar con el Papado cuando de este poder derivaba su dignidad imperial, y cuando, su muerte, podía haberle acarreado la enemistad de todo el mundo católico...para la mentalidad del siglo XVI, acabar con el Papado era lo mismo que si, hoy en día, EEUU destruyera la ONU :~i
No se si esa comparación es acertada, Antígono, dado que Trumpf y compañía parecen empeñados en hacerlo.
En cuanto a Carlos, era un flamenco de padre germano-borgoñón y madre española, muy mezcladito, y devoto a su manera; pero es cierto que no podía acabar con el papado en sí, porque no era lo mismo que se separara del catolicismo un estado poco importante en una esquina del mundo cristiano (y eso era Inglaterra, al fín y al cabo) que el Sacro Imperio Romano Germánico, EL imperio europeo por antonomasia desde hacía setecientos años. Quizás hubiera sido mejor poner un papa fiel y acomodaticio, como hicieran los reyes de Francia en el siglo XIV...
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

¿Se lo hubiera permitido el rey francés, el otro gran monarca católico?, ¿y los estados italianos, que a la hora de unirse contra los "bárbaros" eran muy solidarios entre sí...aunque luego se apuñalasen? :~i
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

No sólo eso, el saco de Roma fue un gran escándalo en toda la cristiandad católica, incluida la propia España. Carlos tuvo que correr a justificarse por un lado y eximirse de responsabilidad personal por otro.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

escribió: El acuerdo se firmó en el tercer mes lunar de 1580 (abril) y Kennyo abandonó el templo en septiembre. Tras su marcha, la ciudad y el templo fueron incendiados; a ese respecto varían las versiones sobre si fue ordenado por Nobunaga, un incendio accidental o provocado por los propios devotos del Honganji como protesta.
La Guerra de Ishiyama, había terminado tras 11 años.
Antes de continuar, una pequeña corrección. Kennyo abandonó el templo al ratificarse el acuerdo, fue su hijo Kyonyo el que se quedó hasta septiembre, ya que se negaba a aceptar la decisión e incluso intentó convencer a la gente para quedarse a luchar.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

11. Kaga y Kii. Los últimos reductos.
En el acuerdo firmado entre Kennyo y Oda Nobunaga, se establecía que se devolverían al Honganji de Kaga dos condados ocupados por tropas Oda, todo sobre la base de que Kaga ya no representaba ninguna amenaza para Nobunaga y siempre y cuando Kennyo respetara las condiciones de su acuerdo. Kennyo se retiró al monasterio de Saginomori en la provincia de Kii, pero la situación en Kaga parece haber escapado de su control como cabeza del Honganji.
En 1580, justo antes del tratado de paz, Shibata Katsuie, secundado por Sakuma Morimasa, había llevado a cabo una exitosa campaña de invasión de Kaga, quemando varias localidades, entre ellas la propia capital administrativa de Oyama Gobo, y obligando al ikko-ikki a abandonar las llanuras y refugiarse en las fortalezas de las montañas.
En diciembre, volvemos a ver en acción a Shibata Katsuie y se nos cuenta que astutamente consiguió atrapar a los principales líderes del ikko-ikki en Kaga en sus “guaridas” (los castillos de las montañas), matarlos y enviar sus cabezas a Nobunaga. No está muy clara la causa de que los Oda reanudaran su persecución del ikko-ikki en Kaga. Si hubo algún incumplimiento por parte de estos o simplemente Nobunaga no estaban dispuesto a devolver el poder de la provincia a los líderes locales y restaurar el sistema de gobierno de la “provincia de los campesinos”.
Aunque Kennyo no parece haber aprobado la reanudación de la lucha por parte de los monto del Honganji en Kaga, un grupo importante no se resignó a la nueva situación. En el tercer mes de 1581, aprovechando que los principales señores vasallos de los Oda habían marchado a Kyoto, un nuevo ikki de Kaga se alzó en rebelión. La rebelión estaba coordinada por Kawata Nagachika, enviado por el clan Uesugi para apoyar a los rebeldes locales.
Los ikko-ikki recuperaron las fortalezas de Torigoe y Futoge, en las montañas Haku (Hakuzan). Sakuma Morimasa contraatacó, recapturando las fortalezas. Sin embargo, en 1582, el ikki consiguió recapturar las fortalezas de nuevo, atrincherándose en ellas y reforzando sus defensas. De nuevo, Morimasa tuvo que regresar a la zona y recuperarlos. Los defensores supervivientes fueron crucificados y se masacró a las poblaciones circundantes para atajar cualquier nuevo intento de rebelión. Era la primavera de 1582 y se había puesto punto final al ikki de Kaga, tras prácticamente un siglo de existencia.


Pocos meses después de la definitiva supresión del ikki en Kaga, en junio de 1582, Oda Nobunaga sería traicionado por Akechi Mitsuhide, Mitsuhide lanzó un ataque por sorpresa contra la residencia de Nobunaga en Kyoto, el templo Honnoji (de la secta Nichiren). Atrapado únicamente con un puñado de guardaespaldas, Nobunaga se quitó la vida tras ordenar que se le pegara fuego al templo para evitar que Mitsuhide se hiciera con su cabeza.
El poder pasaría a Toyotomi Hideyoshi, que tras vengar a Nobunaga se hizo hábilmente con el control del clan Oda “absorbiéndolo” y asumiendo el legado de Nobunaga como “unificador” del Japón. El ikko-ikki del Honganji había sido suprimido, pero todavía quedaba una “fuerza religiosa” activa: el ikki de Saiga y sus asociados los sohei del templo de Negoroji. Entre ambos podían reunir mas de 30.000 hombres, y seguían contando con un renombrado cuerpo de arcabuceros como pilar de su ejército.
Las fuerzas del Negoro-Saiga-shu atacaron a las fuerzas Toyotomi en las provincias de Settsu e Izumi, aprovechando que Hideyoshi estaba ocupado batallando con Ieyasu durante el conflicto por la “sucesión” de Nobunaga. El ikki de Saiga incluso había llegado a atacar en 1584 el magnífico castillo que Hideyoshi se estaba construyendo en Osaka, en el mismo lugar en el que se había alzado el Honganji de Ishiyama. El año anterior, 1583, Hideyoshi había convencido al propio Kennyo de trasladarse de vuelta a Osaka, entregándole una parcela enfrente del nuevo castillo. Hideyoshi había optado por extender su protección al Honganji y de paso tenerlo controlado; de hecho con su invitación consiguió alejarlo precisamente de Kii y del ikki de Saiga.

Para 1585, Hideyoshi ya pudo volver sus miras hacia Kii. En el tercer mes de este año, Hideyoshi reunió una gran fuerza de casi 100.000 hombres, apoyada por un fuerte contingente naval. Como paso previo a la invasión de Kii, se lanzó un ataque en la provincia de Izumi, donde también se asentaban fuerzas del ikki de Saiga. La defensa del ikki se centró en el castillo de Sengokubori, hacia donde se aproximaron 18.000 hombres comandados por Toyotomi Hidetsugu. Hidetsugu valoró que las defensas del castillo eran pobres y optó por dar el asalto en vez de un asedio formal. Las tropas Toyotomi sufrieron mucho a manos de los arqueros y arcabuceros Saiga, pero con ayuda de los shinobi de Iga, los cuales consiguieron prender fuego a parte del castillo y hacer volar por los aires un polvorín, consiguieron imponerse.
Al tener noticia de la caída de Sengokubori, el grueso del ejército Toyotomi se puso en marcha y penetró en la provincia de Kii. Los monjes de Negoroji vieron como se aproximaban rápidamente enemigos tanto por tierra como por mar, sin que los diversos fuertes que cubrían la ruta fueran mucho obstáculo para los invasores; además muchos de sus guerreros se habían desplazado a Izumi en la creencia de que allí se centraría la lucha y no habían podido regresar. Los sohei que quedaban no pudieron oponer mucha resistencia y la mayoría de los monjes huyó ante la aproximación de Hideyoshi. Buena parte del complejo monástico de Negoro acabó pasto de las llamas, resultando saqueado el resto.
La destrucción de Negoroji causó una profunda impresión en los monjes del Monte Koya, centro espiritual del budismo shingon al que también pertenecía el Negoroji. Hideyoshi envió mensajeros a Koya ordenando que los monjes se negaran a acoger fugitivos y entregaran las armas, a lo que estos accedieron ante el temor de ver repetirse lo sucedido en Negoroji y probablemente recordando a su vez lo sucedido en el Monte Hiei.

Las tropas Toyotomi se dispersaron por la provincia de Kii, tomando castillos y persiguiendo a los líderes del ikki de Saiga. El principal obstáculo en esta fase final fue el castillo de Ota, donde se congregaron 4.000-5.000 defensores. La fortaleza se encontraba en una buena posición defensiva que dificultaba el asalto. Hideyoshi inspeccionó en persona el castillo y resolvió proceder con un “ataque con agua”, táctica que ya había utilizado con éxito en el pasado.
Se procedió a la construcción de un dique en el río Kii (Kiigawa) con el objetivo de desviar sus aguas hacia el castillo, una fortaleza de por sí rodeada de cursos de agua. Inundando todo el área, se confiaba en anegar el propio complejo defensivo. Al desvío del dique se unió la llegada de lluvias y el nivel del agua fue subiendo progresivamente. Los defensores habían construido su propio dique defensivo en forma de un banco de tierra que protegía una sección de las defensas pero el agua lo acabó superando y penetrando en el recinto exterior.
Una ruptura del dique Toyotomi, que causó varios muertos, animó a los defensores a resistir, a pesar de que el dique fue rápidamente reparado. Hideyoshi empezó a impacientarse ya que separaba que los defensores se rindieran en cuanto el agua empezara a penetrar en la fortaleza, y organizó un asalto fluvial. El asalto fue rechazado, al parecer gracias al uso de un cañón por parte de los defensores; sin embargo parecieron entender que no podían aguantar mucho mas y al día siguiente los defensores optaron por la rendición, excepto un grupo de 53 que prefirió suicidarse. El castillo había resistido prácticamente un mes. Hideyoshi hizo crucificar a 23 de los líderes supervivientes, perdonando al resto. A los campesinos se les permitió volver a sus tierras después de llevar a cabo una rigurosa confiscación de armas.

El budismo “marcial” ya no volvió a causar problemas para Hideyoshi en Japón, aunque sus fuerzas en Corea se enfrentarían a los monjes budistas que se unieron a los “ejércitos virtuosos” (uibyeong) para combatir a los invasores.
En Japón, una vez firmemente controlada la situación, Hideyoshi se complació en ser generoso con los monjes budistas. Deseando recuperar cierto sensación de orden, permitió la restauración de los templos del Monte Hiei, poco peligrosos ahora que se acometía una confiscación a nivel nacional de armas que estuvieran en manos de colectivos fuera del control directo samurái; confiscación que según Hideyoshi serviría además para levantar una enorme estatua de Buda hecha con el metal fundido de las armas confiscadas.
Respecto a Kennyo y el Honganji, no se olvidó de ellos. Siguiendo con su papel de “protector”, ordenó en 1590 que Kennyo se trasladara a Kyoto donde le concedió una parcela para levantar un nuevo templo. A la muerte de Kennyo en 1592, Hideyoshi hizo valer su poder sobre la secta inmiscuyéndose en la sucesión. El sucesor nombrado por el Honganji era su hijo Kyonyo, un activo proselitista que se había resistido originalmente a la rendición a Nobunaga. Hideyoshi reunió a los principales consejeros del Honganji y mostró una supuesta carta de Kennyo en la que designaba sucesor a su hijo menor Junnyo. Kyonyo se vio obligado a dimitir en 1593 como cabeza del Honganji, pero se le permitió seguir ejerciendo una labor evangelizadora, que acabó desembocando en la división del Honganji en dos ramas: Este y Oeste; división formalizada en 1602 por Tokugawa Ieyasu cuando se le concedió a Kyonyo permiso para fundar en Kyoto el Higashi Honganji.
Si en su día Ieyasu había sido un enemigo acérrimo del Honganji, ahora no dejó de ver las ventajas de este nuevo Honganji dividido y dócil políticamente, e incluso potenció que otras sectas adoptaran la forma organizativa piramidal del Honganji, entendiendo que así su supervisión y control sería más fácil por parte del nuevo shogunato.




Imagen
Tropas de Shibata Katsuie y Sakuma Morimasa asaltando una fortaleza ikki en Kaga.


Imagen
Peter Dennis. El castillo de montaña (yamashiro) de Torigoe en 1582.


Imagen
Combate entre samuráis y sohei del Negoroji al borde de una de las lagunas que ofrecían protección natural al complejo monástico.


Imagen
Parte de un biombo ilustrado en el que se recogen escenas del asedio del castillo de Ota.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Bibliografía.
  • Adolphson, Mikael S. The teeth and claws of the Buddha. Monastic Warriors and Sōhei in Japanese History.
  • Berry, Mary E. The Culture of Civil War in Kyoto.
  • McMullin, N. Buddhism and State in 16th Century Japan.
  • Ota Gyuichi. The Chronicle of Lord Nobunaga.
  • Richmond Tsang, Carol. “Advance and Be Reborn in Paradise... ”: Religious Opposition to Political Consolidation in Sixteenth- Century Japan; en War and State Building in Medieval Japan (ed. John A. Ferejohn & Frances McCall Rosenbluth).
  • Samson, George. A History of Japan, 1334-1615.
  • Solum, Terje. Tokugawa Ieyasu y la unificación de Mikawa (1560-1566). Desperta Ferro Hª Moderna Nº 5.
  • Sugiyama, Shigeki J. Honganji in the Muromachi-Sengoku Period: Taking Up the Sword and its Consequences.
  • Turnbull, Stephen. Ikko-ikki; guerras de religión en Japón. Desperta Ferro Hª Moderna Nº 7.
  • Turnbull, Stephen. Japanese Fortified Temples and Monasteries, AD 710-1602.
  • Turnbull, Stephen. Japanese Warrior Monks, AD 949-1603.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Lutzow »

Flavius Stilicho escribió: 13 May 2020Se procedió a la construcción de un dique en el río Kii (Kiigawa) con el objetivo de desviar sus aguas hacia el castillo, una fortaleza de por sí rodeada de cursos de agua. Inundando todo el área, se confiaba en anegar el propio complejo defensivo.
Curioso, son varios los casos de tomar una fortificación cortando el suministro de agua a sus defensores, este es el primero que conozco en que lo que se intenta es lo contrario, anegarla..

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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Hideyoshi ya había empleado con éxito esa táctica en el sitio de Takamutsu:
https://es.wikipedia.org/wiki/Asedio_de_Takamatsu

No es que siempre funcionara bien:
Flavius Stilicho escribió: 14 Jun 2017 Peor suerte tuvo Ishida Mitsunari que había empezado bien su campaña conquistando el castillo de Tatebayashi, pero “naufragó” cuando se dirigió contra el castillo de Oshi del clan Narita. Su lider, Narita Ujinaga, se encontraba en Odawara sirviendo a los Hōjō; asi que la defensa recayó en su hija: Kaihime (y su hermano pequeño). Mitsunari contaba con 23.000 hombres frente a los 600 guerreros y 2.000 campesinos que guarnecían Oshi.
Oshi era un castillo rodeado de marismas, que dificultaban el ataque. Tras ver rechazados varios asaltos, Mitsunari optó por utilizar una estrategia que su señor Hideyoshi había usado con éxito en el pasado: inundar un castillo desviando con diques el flujo de los ríos. Las tropas toyotomi construyeron enormes diques, y una enorme cantidad de agua anegó la zona, pero eso no impresionó mucho a los defensores que se limitaron a asumir que su castillo ahora había pasado a “flotar” en medio de un lago. Oshi no se rindió hasta que le llegaron noticias de la caída de Odawara.

Imagen
El sitio de Oshi (el “castillo flotante”).
viewtopic.php?f=21&t=24183
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Lutzow »

Sí, pero en este caso no parece que sirviese de gran cosa, incluso convertía en inexpugnable el castillo al estar rodeado de agua... Sin embargo en Ota sí parece que la idea de anegarlo pudo resultar decisiva.

Saludos.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por APV »

Flavius Stilicho escribió: 26 Abr 2020De regreso a Kyoto, Nobunaga derrotó a un ejército Asai-Asakura, que en su retirada se refugió en las faldas del Monte Hiei.
Creo que la batalla la libro el futuro Hideyoshi en Sakamoto.
Obviamente tras Anegawa, y los problemas de lealtades familiares sufridos en ese conflicto, ningún general podía permitir una posición amenazando sus comunicaciones y las líneas en Kioto y el Lago Biwa.

Por cierto los monjes también tenían que ver con la recaudación de impuestos y con el préstamo de dinero, aspectos que Oda necesitaba controlar.
https://books.google.es/books?id=K8Wgq4 ... ku&f=false
https://shinsengumi-archives.github.io/ ... ries).html
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: Ikko-ikki y sohei en la era Sengoku.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Muy interesante. Al final siempre hay también un tema de control de las fuentes de financiación, y en muchos casos de recuperación por parte del "Gobierno" de rentas que se han concedido "graciosamente" a colectivos.
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