RELATO: Die oberst: el veterano

Solo temas no militares, queso, revueltos, solomillo al ajo. Cerca de la Capilla del Cachorro de Sevilla, lo que quieras, nunca de política.
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Rafa.Rodrigo (kappo)
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RELATO: Die oberst: el veterano

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

08:00 AM del 4 de junio de 2014. Estación de trenes de Atocha. Madrid.

Esa mañana no hacía demasiado calor, poco más de 16 grados y una previsión de 27 de máxima, lo que para la época del año que era, finales de primavera, era un día de los más agradables, todavía alejado de los calores del verano.

En fin, que una cazadora fina o una chaqueta de punto nunca venían de más a esas horas de la mañana. Debajo, ropa fina, que las temperaturas enseguida subían.

En la estación, el día prácticamente acababa de empezar, y los pasajeros entraban y salían a paso ligero, era hora de empezar la jornada y dirigirse al trabajo.

Sin embargo, a él poco le importaba ese trasiego. Se había escapado esa misma mañana del centro donde le tenían “acogido?”, según había creído entender, aunque a él más le parecía una auténtica prisión.

Había decidido coger un tren, esta vez solamente con billete de ida, ya había cogido en su vida demasiados trenes, barcos o camiones, muchas veces sin saber a dónde, y el final del trayecto nunca fue el deseado. Ahora si lo tenía claro. Francia, el canal y luego Londres. Nunca había estado allí pese a haber leído, escuchado y visto tanto de esa ciudad. Una auténtica relación de amor y odio entre ambos. Cuántas veces hubiese deseado llegar a ella. Este sería su último y definitivo viaje.

Vestía de forma ligera, pantalón largo, camisa de manga cota y una cazadora liviana. Todo ello de colores apagados, era mucho mejor no llamar la atención, lo tenía bien aprendido, no como algún colega nigeriano, siempre destacando con sus estrambóticos colores y su peculiar forma de vestir, como para que los "maderos" como decían en Madrid no se fijasen en él.

Colgando en su hombro izquierdo una mochila, comprada hace poco en una de esas grandes superficies comerciales (Como le seguían sorprendiendo esas grandes tiendas, acostumbrado a los pequeños bazares que había dejado atrás). Dentro de la mochila las escasas pertenencias que tenía y es que había aprendido a lo largo del tiempo que no es bueno atarse a las cosas y que una vida puede caber perfectamente dentro de un macuto.

Todavía disponía de algo de tiempo antes de que saliese el tren, así que se sentó en uno de los numerosos bancos que poblaban la estación. Alguien había dejado uno de esos periódicos gratuitos que repartían en la entrada de los transportes públicos de las grandes ciudades, así que decidió que llamaría menos la atención un viajero lector con una pequeña mochila matando el tiempo leyendo antes de embarcar, que uno nervioso deambulando arriba y debajo de la terminal. Lo había visto muchas veces, como la policía o los militares siempre se fijaban en ellos: en Túnez, en Libia, en Marruecos, en Italia yen otros tantos países.

Además, prefería dejar pasar un poco el tiempo y que hubiera un poco más aglomeración en las puertas de entrada, de forma que los guardias de seguridad y la policía no se fijasen demasiado en él. Siempre recordaba los tumultos en Egipto pasando los controles de pasaportes. Ese solía ser el mejor momento para, con cierta presencia de ánimo y seguridad, pasar de la forma más discreta que le fuera posible por los controles policiales.

Estaba acostumbrado a cruzar muchas fronteras de forma ilegal, ya había perdido la cuenta de cuantas llevaba a sus espaldas, y si bien, en ocasiones servía una amigable sonrisa para que la policía te franquease el paso de forma confiada, en otras muchas lo más efectivo era un poco de dinero en forma de “mordida”. Aunque aquello era la “Europa desarrollada”, al menos eso decían, así que mejor la sonrisa. Una lástima: -mira y que unos pocos dólares abrían puertas en cualquier rincón de África, pensó con cierta nostalgia.

Continuará...


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Re: RELATO: Die oberst: el veterano

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

No llegó a pasar ni media hora y vio que ese era el momento adecuado para pasar el control. Los autobuses acababan de descargar dos grupos de ancianos del IMSERSO y un grupo de colegiales, teóricamente franceses por su acento, aunque parecían todos sacados del mismísimo golfo de Guinea. Efectivamente tenía que ser ahora, aprovechar esa pequeña aglomeración y que los guardias estarían más ocupados para aprovechar el leve tumulto y pasar con la mejor de sus sonrisas.

Volvió a cargar su mochila en el hombro izquierdo y con paso firme, pero tranquilo, se dirigió a la zona de acceso. Como siempre fue mirando de forma desganada a ambos lados para ver que no hubiera ningún peligro que le acecha. Solamente se podía ver a los ancianos y colegiales, en el resto del Hall principal gente corriente, trabajadores desconocidos y personas que se trasladaba de sus hogares al trabajo y que , por supuesto, no le prestaban la más mínima atención.

Apenas había recorrido unos metros desde donde estaba sentado en dirección a la entrada y ya se encontraba en mitad del hall cuando quiso dar un último vistazo. Entonces vio algo y un escalofrío le subió por el cuello, algo iba mal, muy mal. Entre los distintos transeúntes que andaba a paso ligero para llegar a sus trabajos aparecieron tres figuras que no presagiaban nada bueno. Estaban totalmente fuera de sitio y él sabía perfectamente cuando las cosas estaban fuera de de lugar y lo único que presagiaban eran problemas, muchos problemas. Ya había sentido lo mismo antes, cuando pasó por Túnez.

Así pues prefirió ralentizar todavía más su paso, controlar bien a esos tres individuos volver a echarles un buen vistazo, de arriba abajo, para confirmar las sospechas de ese primer vistazo y lo que vio no fue nada bueno.

Y no es que fuera por su juventud, tres chicos que no debían tener ni 25 años, ni por el color de su piel, un poco más oscura que los blancos europeos pero desde luego muy lejos del negro de los subsaharianos, tampoco sus barbas, bastante largas aunque no especialmente llamativas. No, había un detalle que les hacía estar fuera de lugar, y no era ninguno de estos tres.

-Pero ¿Qué hacían tres tipos con impermeables y gabanes largos prácticamente hasta los tobillos en una mañana de junio en Madrid? Eso sí que no estaba bien. Pensó, casi en voz alta, mientras movía la cabeza de lado a lado.
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Re: RELATO: Die oberst: el veterano

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Volvió a lanzar una mirada de reojo y vio como los tres chicos muy nerviosos y agitados se despedían y cada uno tomaba una dirección distinta en el hall de entrada. Uno en dirección hacia las taquillas otro hacia la parte central y otro en dirección a dónde estaban los ancianos del IMSERSO y los chicos franceses.

Tras analizar la situación, como siempre de forma rápida, se dio cuenta de lo que estaba pasando perfectamente. Tenía dos opciones: no meterse en problemas y salir de allí o la habitual mala la mala decisión que siempre tomaba, afrontar el problema él directamente.

Así pues tenía que elegir a uno de los tres como primer objetivo. Se decidió por el del centro eso le daría cierta ventaja, siempre se acordaba del divide y vencerás de Napoleón, se fue acercando poco a poco. Probablemente ni siquiera se fijó en él el tipo del centro, dentro de toda la multitud que agolpaba aquel enorme Hall, además no andaba de forma recta en su dirección. No mejor acercarse de forma prácticamente en oblicuo, aprovechando el lado izquierdo

Eso le podría dar un segundo de ventaja, que era lo que necesitaría. De todas formas apenas le separaban unos metros, luego aquellos tampoco iba a durar mucho ,y según se acercaba podía notar como debajo del largo gabán lo que ocultaba no era nada bueno, en uno de los momentos se levantó un poco uno de los faldones y pudo ver que lo llevaba nuestro amigo no era sino un su fusil semi-automático, ya que la punta era perfectamente reconocible ¡era un AK 47!
Con lo cual no habría que ser un genio para saber perfectamente que estaban tramando los tres, lo único que había que comprobar era que si además del arma, como últimamente tenían costumbre, llevaba algún tipo de chaleco o cinturón con lo que eso empeoraría mucho las cosas.

Continuará...
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Re: RELATO: Die oberst: el veterano

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Caminó sin prisa, acortando la distancia con el terrorista - no podía ser otra cosa - y mientras se acercaba volvió a preguntarse por qué en esos momento era como si el tiempo se ralentizase, todo fuese mucho más lento y se dejaban de escuchar muchos ruidos para centrarse en los de la única escena que importaba en ese momento, además a un volumen mucho más alto.

El Magrebi iba mirando a un lado y al otro sin fijar un objetivo claro no dándose cuenta sido cuenta de que algo muy malo se le venía encima

Como siempre en estos casos lo importante no es serrápido, sino no equivocarse. Así que llevo su mano derecha hacia la parte posterior de la espalda donde desabrochó un pequeño botón metálico, en ese momento no escuchaba nada más que al hombre que tenía delante y a si mismo. Así pudo oír perfectamente el sonido del metal al resbalar saliendo de la funda de cuero. mientras hacía esto dejó caer la mochila que llevaba en el brazo izquierdo. En apenar una fracción de segundo su mano derecha empuñaba una pistola automática. Fue en ese preciso momento en el que el Magrebi se fijó en él, mirándole con unos ojos de absoluta sorpresa, bien abiertos.

Se escuchó un único disparo, seco - los disparos y además de pequeño calibre no son precisamente sonoros como la explosión de una bomba, menos aún en un hall lleno de gente y con los sonidos propios del trasiego y trabajo de una estación de tren -. No falló, la distancia era de unos pocos metros, y la bala atravesó la cabeza del terrorista haciéndole caer al suelo sin vida, preguntándose todavía qué es lo que había pasado.

Sigió caminado hacia el cuerpo sin vida del terrorista y pudo ver debajo del gabán el chaleco con explosivos. Los otros dos individuos estaban a varias decenas de metros, así que su pistola no era el arma que necesitaba. Si ellos levaban también chalecos su única opción era hacerse con el AK-47 y procurar no fallar en el siguiente disparo.

El primer objetivo sería el individuo de su izquierda, era más rápido, ya que al coger el arma esta quedaba orientada hacia él. Así que de nuevo sin prisa y sin movimientos bruscos se agachó a recoger el fusil, dobló su pierna derecha y apoyó el codo izquierdo en la misma pierna, así ofrecía un blanco más bajo y podía apuntar mucho mejor. Comprobó que la bala ya estaba en el cañón y fijó el seguro del arma en un disparo, una ráfaga no era lo adecuado para esa circunstancia. Notó que comenzaba a sudar y una gota le resbaló por el rostro.

El hombre no se había dado cuenta de lo que había pasado pero el grito de dos mujeres le hicieron volverse. La sorpresa fue total, su líder estaba tirado en el suelo en un gran charco de sangre, mientras un hombre se inclinaba a coger su arma. Así que el magrebí decidió emplear su entrenamiento en los campos de Siria, Afganistán o vaya usted a saber donde Probablemente fuese la tercera de las opciones, algún desierto de mala muerte donde un tipo con turbante y más ducho con las redes sociales que con un arma le adiestró en 48 horas en como ser un terrorista internacional de postín en diez cómodas lecciones para torpes. Lo que vino a continuación se podría haber convertido en viral y la mejor demostración de como hacerlo todo mal.

Lejos de poder sacar su AK47 apuntar y disparar, aquel hombre lo que consiguió en primer lugar fue que se le atorase la punta del fusil con el largo gabán, consiguiéndolo sacar a trompicones tras rasgar el abrigo. Luego en vez de amartillar el arma y quitar el seguro no se sabe muy bien como consiguió que se le cayese el AK al suelo. Ni en la peor comedia americana había visto algo así, pero la ocasión no había que desaprovecharla. Abrió los dos ojos no dando crédito a la escena, relajando por un instante el rostro. Luego entorno el izquierdo, apunto, soltó un leve gruñido - mezcla de desaprobación e incredulidad- y apretó el gatillo. Volvió a sonar otro seco pack y un segundo después el intrépido terrorista internacional yacía en el suelo a una decena de metros de su compañero.

- Allahu Akbar "hijo de puta" - másculló entre dientes.

Si los re-conquistadores de Al-Andalus eran todos como ese estábamos salvados, claro que teniendo en cuenta la generación de "nenazas" de la sociedad occidental seguro que todavía alguna remota posibilidad les quedaba. Todo fuese por denostar todo tipo de violencia y dedicarse a manifestarse con gran arrojo y determinación en las redes sociales. Los islamistas deberían de estar todos muertos de miedo pensando en entregarse y pedir perdón: "Me he equivocado, prometo que no volverá a suceder". - Escupió en el suelo -

Lejos de está solucionada la situación todavía faltaba ocuparse del tercero de ellos, así que había que girarse, buscarle entre la multitud, que ahora corría despavorida de un lado al otro del hall principal de la estación, y tratar de acertarle de un certero disparo también en la cabeza, antes de que hiciese saltar por los aires la estación con su chaleco explosivo.

Continuará... :-B
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