Encontré un excelente artículo para compartir con los camaradas:
Evolución histórica de los Granaderos a Caballo
Por el profesor Julio M. Luqui-Lagleyze
El 16 de marzo de 1812, a propuesta del entonces Teniente Coronel San Martín, se creó el Regimiento de Granaderos a Caballo, el cual debía estar compuesto por cuatro escuadrones de tres compañías cada uno. La organización dio comienzo por el primero, cuyos oficiales y tropas fueron elegidos especialmente por su comandante. El 2do escuadrón se formó el 11 de septiembre de 1812, y el tercero, el 15 de diciembre de ese año. El 16 de septiembre de 1813 se autorizó la formación de una compañía llamada de Húsares de la Libertad, que iba a funcionar como agregada a los Granaderos a Caballo. Sin embargo, ello no se concretó. Finalmente, el 3 de diciembre de 1813, se creó el 4to escuadrón. El primer uniforme del cuerpo fue propuesto por San Martín y constaba de "fraque" – es decir casaca– forro, pantalón, capote, maletas, chaqueta y gorra de cuartel azules, cuello, vueltas y vivos carmesíes, chaleco y botones "cabeza de turco" blancos, casco con carrilleras o gorra –vale decir morrión– botas altas con espuelas de fierro, lanzas enastadas y carabinas tercerolas.
En mayo de 1812, por razones de economía, dicho uniforme se cambió por uno de cuello y botamanga azul con vivo grana, tal como perduró definitivamente; cabe aclarar, que las casacas llevaban granadas amarillas en los faldones. Los pantalones tenían refuerzo de cuero en la parte interna y el morrión era de cuero forrado en paño azul, con los cordones amarillos, una granada de metal al frente y el penacho alto de lana verde. Los trompetas vestían con los colores trocados, es decir, invertidos, chaquetas granas con los vivos y vueltas azules.
El 1er y 2do escuadrón partieron al Alto Perú en diciembre de 1813, mientras el resto -3ro y 4to- permaneció en Buenos Aires. Estos últimos intervinieron en las luchas desarrolladas en Entre Ríos, en la toma de Montevideo y en la posterior campaña contra Artigas. Llegados con el 1er y 2do escuadrón a Tucumán, fueron posteriormente incorporados al Ejército del Norte y participaron en varias acciones. Permanecieron en esa provincia, cuando en 1814, se creó una Compañía de Carabineros con uniforme particular. Pero tuvo corta vida, ya que desapareció tras la batalla de Sipe Sipe. Esta compañía usó cascos de cuero con banda de piel de tigre americano, cimera de latón con crines negras, visera de cuero con filete metálico y carrilleras de escama con granada en el arranque. El resto del uniforme era similar al del regimiento, con dolmanes de paño encarnado y guarnición negra.
El 16 de julio de 1815, el 3ro y 4to escuadrón fueron enviados a Mendoza, donde se organizaba el Ejército de los Andes. Y recién en abril de 1816, se les unieron el 1ro y 2do. De esta manera, todo el Regimiento intervino en la campaña de Chile.
En 1815, abandonaron las botas altas por pantalones sajones y zapatos "a la rusa". También variaron las banderolas de las lanzas, que de blancas y amarillas por mitades, pasaron a ser celestes y blancas por cuartos. Para el cruce de los Andes, se les dio a los participantes del cuerpo, pantalones de paño negro reforzados, y como abrigo, se los proveyó a todos de chaquetas con piel (pellizas) de paño grana, que se llevaron encima de las casacas o chaquetas de cuartel.
Asimismo, para dicho cruce, los Granaderos estuvieron organizados de la siguiente manera: comandante, Coronel graduado José Matías Zapiola; 2do comandante y comandante del 3er escuadrón, Teniente Coronel José Melián; Sargento Mayor y comandante del 2do escuadrón, Manuel Medina; comandante accidental del 4to escuadrón, Capitán Manuel de Escalada en sustitución de su propietario, el Sargento Mayor Mariano Necochea, que estaba a cargo del que sería el 5to escuadrón y hacía de Granaderos de la Escolta del General. En total, 37 oficiales y 640 hombres de tropa.
En Chile
Luego de la campaña de los Andes y tras la independencia de Chile, a causa de las bajas sufridas y en vista de la futura Expedición Libertadora al Perú, el Ejército de los Andes sufrió modificaciones en su organización. El 26 de febrero de 1817, San Martín levantó un escuadrón de cuatro compañías con 300 plazas sobrantes de los Granaderos a Caballo, para su escolta personal. Los llamó Cazadores a Caballo del Jefe del Ejército, y fueron independientes de los Granaderos. Su comandante fue Mariano Necochea.
El uniforme fue diseñado por el propio Libertador, tal como lo había hecho con el de Granaderos. Constaba de chaqueta verde con "marruecos" -alamares- blancos, cuello y botas granas; pantalón "medio sajón" verde, con franja blanca, botón y divisa del mismo color; botas; gorras de suela. Los oficiales usaban una con faja grana. El 13 de diciembre de 1817 se propuso la creación de un 2do escuadrón, hecho que se concretó recién el 2 de enero de 1818. Y fue en 1819, ante la Expedición Libertadora, cuando se creyó conveniente la creación de un 3ro, lo que quedó sin resolver.
En Chile y entre los años 1817 y 1820, los Granaderos a Caballo no sufrieron mayores variaciones en su organización. Tenían entonces tres escuadrones, con 32 oficiales, 21 sargentos, 39 cabos y 397 soldados en total.
Los Cazadores a Caballo constaban de dos escuadrones con 25 oficiales, 14 sargentos, 37 cabos y 232 cazadores a caballo.
Ambos mantuvieron, en líneas generales, el mismo uniforme que en la campaña de los Andes, con pequeñas variaciones. Los Granaderos a Caballo llevaban casacas y chaquetas de paño azul y vivos granas, pero entonces, con granadas bordadas en el cuello, además de los faldones; calzones y pantalones de brin blanco tipo "sajones"; botines de brin; zapatos fuertes con herrajes. Entre los elementos que sufrieron modificaciones se contaron las guarniciones o adornos del chacó, ya que se cambiaron los cordones y el pompón verde por azul celeste.
Los Cazadores a Caballo cambiaron su uniforme verde por uno similar, de paño azul, cuello y botas de paño grana, vivos de casimir blanco y guarnición de trenza de lana blanca en el pecho. El trompa mayor se vestía con chaqueta de paño grana con divisa azul y adornos de trenza como los sargentos, en tanto que los trompetas lo hacían con las mismas chaquetas, pero de corte similar al de tropa.
Granaderos y Cazadores usaban gorras de plato de cuartel, llamadas entonces "polacas", azules con la banda grana. Las de los sargentos poseían un galón ancho de plata.
El colbac de piel de los cazadores fue cambiado por un morrión de cuero negro con una corneta labrada en plata, galón y guarnición también de plata, cordones y pompón verdes para oficiales y sargentos, en tanto que los cabos y la tropa los llevaban forrados en paño azul, con los mismos cordones, pero con las guarniciones en blanco en vez de plata.
El armamento y equipo de ambos estaban formados por sables corvos con vaina de hojalata, fusiles o carabinas, porta-mosquetón, porta-cartuchera y fornitura blancas, cartucheras cananas negras y mochilas de piel de chivato. Los Cazadores tenían, además, 12 plazas de "zapadores montados" que llevaban mandiles, palas y picos.
El 3er y 4to escuadrón de Granaderos hicieron la campaña del Sur de Chile. Dicha campaña estaba comandada por Antonio González Balcarce, y los escuadrones estaban al mando del Teniente Coronel Benjamín Viel. Tomaron parte en la toma de Chillán y en las acciones siguientes. El 14 de enero de 1818, le fue asignada a Viel la jefatura del 4to escuadrón, que tenía 12 oficiales y 163 hombres de tropa. La campaña continuó al mando del General Freire, mientras que el 3er escuadrón, unido al resto del Regimiento, marchó a la Expedición Libertadora del Perú. En noviembre de 1818, Viel recibió la "Orden al Mérito de Chile".
Por decreto de O'Higgins del 27 de noviembre de 1820, el 4to escuadrón de Granaderos a Caballo, al mando de Viel, se convirtió en una unidad independiente, incorporada al Ejército Chileno, bajo el nombre de "Húsares de Marte". Estos no participaron en la Campaña Libertadora al Perú, sino en las campañas del Sur de Chile. Dos años después, es decir en 1822, pasaron a denominarse "Dragones de Chillán". Su uniforme fue muy sobrio, y estaba compuesto por casaquillas de solapa _toda de paño azul- con cuello y vivos de cordón de hilo blanco; botones "de bomba" de metal dorado; pantalones y botines de paño azul; gorras de cuartel coloradas con manga azul; zapatos fuertes con herrajes; fornituras blancas; cartucheras de cuero y valijas de brin.
En el Perú
En tanto, tras la partida de la Expedición Libertadora y en territorio peruano, el resto de los Granaderos a Caballo sufrió modificaciones, a causa de la creación de nuevas unidades que serían la base del Ejército del Perú. Ello ocurrió desde enero de 1821, y tales modificaciones tendían a reubicar el personal de sus cuadros y veteranos para formar las nuevas unidades del naciente ejército.
Los Granaderos a Caballo de los Andes siguieron prestando servicios en el Perú, pero sus efectivos disminuían cada vez más. Participaban en las campañas al interior de la Sierra Peruana, donde cedían a sus oficiales y hombres para que entrenaran a las guerrillas patriotas. En esos años, se les confirió un nuevo uniforme, ya que habían destrozado los suyos en las campañas de la Sierra y habían quedado "desnudos", como tan dramáticamente se decía en la época. Dichos uniformes les fueron provistos en agosto de 1822, y el primero que los recibió fue el primer escuadrón, al mando de Eugenio Necochea. Constaba de casacas con solapas de paño azul, con los vivos granas; pantalones de brin tipo mameluco; gorras de cuartel de plato azul con vivo grana; cinta blanca en la banda.
A principios de 1821, los Granaderos a Caballo del Perú se formaron con cuadros tomados de los Granaderos de los Andes y participaron en las campañas de la Sierra, al mando del Sargento Mayor José Félix Aldao. Tenían la fuerza de un escuadrón, y tras la campaña, esta fuerza se redistribuyó entre los Granaderos de los Andes y los Húsares de la Legión Peruana de la Guardia. Su uniforme estaba compuesto por casaca con solapa azul, con los vivos encarnados, y granados en cuello y faldones. En su armamento se contaban lanzas con banderolas encarnadas y verdes.
En el Ecuador
Entre las fuerzas que el General San Martín envió al General Sucre al Ecuador, en ayuda del Ejército de Colombia, marchó un escuadrón de 96 Granaderos, al mando del Teniente Coronel Juan Galo de Lavalle. El 21 de abril, este escuadrón se batió valientemente contra la caballería española, en Riobamba. Por su brillante acción, Bolívar, muy afecto a dar a las unidades los nombres de las acciones victoriosas, lo denominó "Granaderos de Riobamba".
El 24 de mayo asistieron a la Batalla de Pichincha, trabada entre las fuerzas de Sucre y las del General español Aymerich, formadas por españoles y quiteños realistas. Dadas las características del terreno -especialmente las laderas del volcán Pichincha- la caballería debió combatir en escaramuzas y, tras la victoria, pasar a la persecución de los derrotados.
Terminada la campaña en el Ecuador, y desgastados sus uniformes en los combates, los Granaderos recibieron un vestuario completo en Quito, diferente al propio, pero adecuado para volver al Perú decentemente uniformados.
El final de la Guerra de la Independencia
Luego de la marcha de San Martín, y perdido el apoyo de Buenos Aires por la guerra civil que ésta enfrentaba, las fuerzas de la División de los Andes, desamparadas, disminuyeron en hombres y fuerza. Por esta causa, sus oficiales y tropas pasaron en masa a las unidades peruanas.
En 1823, los Granaderos emprendieron la segunda campaña a puertos intermedios. Iban al mando del General Alvarado. Participaron en los desastres de Torata y Moquegua, del 19 y 21 de enero, concretando la famosa carga que protegió la retirada de los patriotas en esta última.
Finalmente, el transporte que los conducía de vuelta a Lima, naufragó a doce leguas al Sur de Pisco, y entonces, extraviados en los arenales, con los recados al hombro, supieron soportar con entereza aquella terrible calamidad. Estaban al mando de Juan Lavalle. "Cerca de 100 cadáveres insepultos esparcidos por la lúgubre mansión del desierto, marcarán por siglos el camino que llevaron, y perpetuarán el recuerdo de sus padecimientos", escribirá Miller en sus Memorias.
La situación de derrota, el abandono por parte de Buenos Aires y las disoluciones de unidades incorporadas al Perú, trajeron malestar en las viejas tropas de los Andes, por lo que finalmente se produjo la defección de parte de éstos, en El Callao. Posteriormente, parte de las tropas comenzaron a retornar a la Patria.
Así, en la última campaña de la Independencia asistieron, primeramente, al Combate de Junín, el 6 de agosto de 1824, al mando del Coronel Alexo Bruix. Este combate fue exclusivamente de caballería, realizado a sable y lanza, y sin disparar un solo tiro. En la última batalla de la Independencia -Ayacucho- los Granaderos a Caballo formaron en el centro de la línea de batalla, integrando la división del General Miller, compuesta por: los Húsares de Junín, Granaderos de Colombia, Húsares de Colombia y Granaderos a Caballo de los Andes.
Dijo Sarmiento: "En 1826, un día los vecinos de Buenos Aires acudían en tropel a ver entrar a 120 hombres al mando del Coronel Bogado, últimos restos de los Granaderos a Caballo, que volvían después de trece años de campaña por todas aquellas Américas, como ellos decían, a deponer sus armas en el parque donde las habían tomado, anunciando que no quedaba un español armado en todo el continente. Sus armas y sus estandartes formaron un trofeo en la sala de armas. La tarea estaba terminada. ¡No sabemos si la Patria les dio las gracias! Siete soldados volvieron, los únicos que quedaban vivos o reunidos en cuerpo de los que salieron del Retiro. De éstos, sí sabemos que no fueron distinguidos por pensión ni gracia alguna".
De un total aproximado de 1.000 hombres -éste es el número que se calcula para las filas de los Granaderos a Caballo en toda su historia- sólo 120 volvieron. El resto había quedado a lo largo de todo el continente, sirviendo en otras unidades de caballería de naciones hermanas como Chile y Perú, y afincados, después de retirados, en esos países. Muchos habían perecido en las batallas.
Así, cuando arribaron los restos del glorioso Granaderos a Caballo de los Andes, el Presidente Rivadavia decidió transformarlos en su Escolta Presidencial, por decreto del 23 de abril de 1826. Luego, los envió al frente de la guerra contra el Imperio del Brasil. Una parte de éstos fueron destinados a la Banda Oriental, como Escolta del General en Jefe del Ejército de Operaciones, el General Alvear. Participaron en las campañas de la guerra, hasta Ituzaingó. Terminada la guerra, desaparecieron.
Ello sucedió hasta 1903, cuando fue recreado el Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín". Más tarde, en 1907, fueron designados Escolta Presidencial.
Código de Honor de los Oficiales del Regimiento de Granaderos a Caballo
Delitos por los que deben ser arrojados los oficiales:
1. Por cobardía en acción de guerra, en la que aún el agachar la cabeza será reputado tal.
2. Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.
3. Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.
4. Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen en su presencia o sepa que ha sido ultrajado en otra parte.
5. Por trampas infames, como de artesanos.
6. Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se le haya suministrado para ella.
7. Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.
8. Por publicar las disposiciones interiores de la oficialidad en sus juntas secretas.
9. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.
10. Por poner la mano a cualquier mujer, aunque haya sido insultado por ella.
11. Por no socorrer, en acción de guerra, a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarlo.
12. Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostitutas.
13. Por concurrir a casa de juego que no sea pertenciente a la clase de oficiales, es decir, con personas bajas o indecentes.
14. Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable, con perjuicio del honor del cuerpo.
Yo estoy seguro de que los oficiales de honor tendrán el placer de ver establecido en sus cuerpos unas instituciones que los garantiza de confundirse con los malvados y perversos, y me prometo (porque la experiencia me ha demostrado) que esta medida les hará ver los más felices resultados, con la segura prosperidad de las armas de la Patria.
Nota: El cuerpo de oficiales tiene el derecho de reprender (por la voz de su jefe) a todo oficial que no se presente con aquel aseo propio del honor del cuerpo y en caso de reincidencia sobre este defecto, quedará comprendido en los artículos de separación de él.