CORONEL ENRIQUE FERNÁNDEZ DE VILLA-ABRILLE Y CALIVARA.
Publicado: 25 Jul 2017
Vino a nacer Enrique el veintiuno de Noviembre de 1879 en las entonces españolas Islas Filipinas, y era hijo del Teniente Coronel de Infantería D. Faustino Fernández de Villa-Abrille Álvarez y de Dª. Valeriana Calivara y Quirós, natural de Cavite, en esas islas. No sabemos nada de su niñez, pero si que el doce de Julio de 1894 falleció su padre, que ya estaba retirado
La primera noticia que de él tenemos, nos informa que ingresó en la Academia de Infantería el 23 de Junio de 1896 superando con satisfacción cuantas pruebas le pusieron, de tal manera que para el 18 de Junio del año siguiente obtiene el empleo de Segundo Teniente, con el cual 30 treinta de Junio de ese año es destinado a las Islas Filipinas, donde se estaba librando la guerra que a la postre acabaría con la independencia de aquel trozo de España.
Una vez allí, pasa de inmediato al teatro de operaciones militares, participando en varias acciones, como la del reconocimiento del barrio de Bahay Bedré, protección de los trabajos que se estaban llevando a cabo en Bolohonso, formando parte de las fuerzas que protegían los trabajos de Balehema, toma de las cuevas de Minuyau, donde dio pruebas de su extraordinaria bravura. Estaba prestando sus servicios en el Regimiento Iberia Nº 69
Tras estas operaciones, y observando sus Jefes el entusiasmo que derrochaba, le destinaron al Batallón de Guías, que era una unidad formada por personal indígena y con el que marchó a ocupar Cebú, ciudad situada en la isla del mismo nombre, en la región de Visayas centrales, y al desembarcar con las tropas fueron recibidos por los rebeldes con un nutrido fuego, el cual despreció y animando a sus hombres inició la carga contra ellos, recibiendo heridas que obvió, dando pruebas de unas aptitudes para el mando notables, así como serenidad en los momentos de mayor tensión.
Pasó junto con veintitrés hombres a su mando a Banao, emprendiendo labores de policía, debiendo ser destacadas las que realizó en Balambón, donde le hicieron a los rebeldes siete muertos; la acción de Tulenián, donde cargó sobre el enemigo a la bayoneta; las de Siamón y Tubuián y Hacienda La Colonia en los días 16 y 17 de Octubre de 1898, causándoles al enemigo veintinueve muertos en el primer punto y veintitrés en el segundo; y la acción de Tolonna, que culminó con la toma de un fuerte reducto rebelde.
A pesar de las privaciones y riesgos que Enrique y sus hombres sufrieron durante ese tiempo, no fueron óbice para que siguieran cumpliendo con su deber, y llevando a cabo las órdenes recibidas siguieron realizando acciones brillantes y no exentas de riesgo, como por ejemplo cuando yendo de noche a marcha forzada solo con cuatro de sus hombres en busca de unos cabecillas de la rebelión en su propia guarida, los sorprendió y estos, al verse en mala situación, decidieron vender cara su vida y que fueron muertos por nuestros hombres en un combate donde se llegó a la lucha cuerpo a cuerpo.
Continuando con sus labores de patrullaje y acoso al enemigo, tuvo con estos el veintiuno de Abril de 1899 un encuentro en Ascensión y Toledo, en Cebú, dando por resultado la victoria de los nuestros y por el comportamiento observado por Enrique durante la acción fue recompensado con la cruz al Mérito Militar de 1ª clase roja.
Tras esta acción y pernoctando en un fortín con un pequeño destacamento, se vieron rodeados de enemigos, los cuales les pusieron sitio con ánimo de vencerlos por hambre. Pero no sabían los rebeldes quien estaba al mando, pues a pesar de contar con pocos efectivos y no contar con refuerzos, decidió hacerles frente, permaneciendo sitiado por más de veinte días, rechazando los intentos del enemigo de rendirle y consiguiendo superar la prueba.
El comportamiento tan brillante que tuvo en Tuburán y Hacienda La Colonia le supusieron los elogios de sus superiores, los cuales transmitieron al Alto Mando, el cual no dudó en premiarlo en Septiembre de 1899 con su ascenso a Primer Teniente del arma y por toda su actuación durante la campaña con tres Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo. Demostró que era poseedor de un espíritu esforzado, ausencia de miedo ante el peligro y la posibilidad de perder la vida, así como un enorme entusiasmo en el desempeño de sus funciones militares. Destacaba también por su fuerza de voluntad y por su predisposición a realizar cuantos servicios fueran menester.
Perdida la guerra, las tropas españolas abandonaron aquel trozo de España y con ellas nuestro Enrique, el cual partía para la Península el 13 de Noviembre de 1899. Más adelante recibiría la medalla de la Campaña de Filipinas.