Gonzalo Fernández de Cordoba, el Gran Capitán.
Moderador: Hans Joachim Marseille
- Hernán Cortés
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Gonzalo Fernández de Cordoba, el Gran Capitán.
Me gustaría iniciar un debate sobre el gran soldado que da nombre a nuestro foro.
He aquí algunas biografías de tan buen soldado de España:
http://www.geocities.com/CapitolHill/8788/grancapi.htm
http://www.artehistoria.com/historia/pe ... s/5613.htm
Las Coronelias
http://www.geocities.com/Pentagon/8745/ ... liainf.htm
Las cuentas de El Gran Capitán
http://www.arcom.net/belca/del_dicho/la ... apitan.htm
He aquí algunas biografías de tan buen soldado de España:
http://www.geocities.com/CapitolHill/8788/grancapi.htm
http://www.artehistoria.com/historia/pe ... s/5613.htm
Las Coronelias
http://www.geocities.com/Pentagon/8745/ ... liainf.htm
Las cuentas de El Gran Capitán
http://www.arcom.net/belca/del_dicho/la ... apitan.htm
- Prinz Eugen
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Buén debate este, al que me sumo con toda complacencia al añadir este enlace http://es.geocities.com/capitancontreras/grancapi.htm que tampoco anda manco de información al detalle al igual que éste http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1778.htm en contexto sobre las guerras italianas en que participó El Gran Capitán. Por cierto Hernán Cortés felicidades por abrir este tema.
Saludos. egc1_010 egc1_043
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Por el bien del Foro escribe con decoro.
Pobre del sabio que cae en la soberbia, pues no puede ver lo que está al alcance de los niños. Cae así en la peor necedad.
Quien bien tiene y mal escoge, del mal que le venga que no se enoje.
Por la ignorancia nos equivocamos, y por las equivocaciones aprendemos.-Proverbio romano-
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Ab insomne non custita dracone
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El Gran Capitán. Ya iba siendo hora de hablar de el.
El primer militar occidental que tomó conciencia plena de que el futuro de la guerra iba de mano de la infanteria y de la polvora...lo que no deja de resultar curioso en alguien que cuidaba la mistica medieval y que se empeñaba continuamente en combatir en primera fila de sus caballeros pesados.
Entrenado en la guerra irregular contra los arabes, descubierto el poder de la artillería borgoñona y de las coronelias suizas en el asedio de Granada fué el elegido para librar la campaña de Italia en nombre de las ambiciones dinasticas aragonesas...Derrotado en Seminara, donde plantó batalla en contra de su opinión, logra a partir de ese momento, uniendo retiradas tácticas, guerrillas y la batalla campal cuando es necesario, no solo expulsar a las partidas francesas, si no vencer a su ejercito regular en las dos grandes batallas que marcan el verdadero ocaso de la caballería medieval, Ceriñola y Garellano ( aunque los franceses tardasen todavia 20 años en enterarse)
El primer militar occidental que tomó conciencia plena de que el futuro de la guerra iba de mano de la infanteria y de la polvora...lo que no deja de resultar curioso en alguien que cuidaba la mistica medieval y que se empeñaba continuamente en combatir en primera fila de sus caballeros pesados.
Entrenado en la guerra irregular contra los arabes, descubierto el poder de la artillería borgoñona y de las coronelias suizas en el asedio de Granada fué el elegido para librar la campaña de Italia en nombre de las ambiciones dinasticas aragonesas...Derrotado en Seminara, donde plantó batalla en contra de su opinión, logra a partir de ese momento, uniendo retiradas tácticas, guerrillas y la batalla campal cuando es necesario, no solo expulsar a las partidas francesas, si no vencer a su ejercito regular en las dos grandes batallas que marcan el verdadero ocaso de la caballería medieval, Ceriñola y Garellano ( aunque los franceses tardasen todavia 20 años en enterarse)
"Adoro Alemania. Por eso me gusta que haya dos" Charles de Gaulle.
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Me sumo a todo lo que hablais de este gran personaje. Después de leer su biografía me quedé prendado de su astucia y ya no se me ocurría otro nombre para la web..una forma de redirle homenaje. Porque los españoles tendremos defectos, pero en el arte de la guerra creo que pocos. :eek:
Ser oficial significa tener que estar en todo momento oscilando como un péndulo entre la Cruz de Caballero, una cruz de abedul y un consejo de guerra -teniente alemán 1945-
- Hernán Cortés
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Cierto, el Gran Capitán era un genio del arte de la guerra (como se decía entonces), se adaptaba a las circunstancias, mejoraba lo que tenía con los medios que había a su alcance, sabía qué hacer en todo momento sin perder la calma, y sabía aprovechar el momento oportuno para lanzarse a la victoria sobre sus enemigos.
Saludos. egc1_010 egc1_043
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" Combato cuando yo lo deseo, no cuando lo quieren mis enemigos".
Experto en los asedios, operaciones combinadas, en el uso de las fortificaciones de campaña...Mientras los oficiales franceses abandonaban a sus hombres por las dulzuras de Napoles, el permanecia en las tiendas llenas de barro de la linea del Garellano.
Experto en los asedios, operaciones combinadas, en el uso de las fortificaciones de campaña...Mientras los oficiales franceses abandonaban a sus hombres por las dulzuras de Napoles, el permanecia en las tiendas llenas de barro de la linea del Garellano.
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- leonpro
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pues si que está abandonado este tema
bueno,sobre este interesante personaje,resulta que fué primer alcaide de la villa de Illora,donde tuvo casa(o por lo menos de eso se enorgullece este pueblo)
es cambio otras fuentes citan que murió en Loja,(algo no me cuadra),aqui teneis una foto que le he sacado al escudo que luce la casa donde se supone vivió,por cierto,es una casa normal y corriente,reformada por sus actuales ocupantes,pues no pertenece al ayuntamiento :dpp:
aunque una pagina de Loja tambien se adjudica al personaje:
la semana que viene espero poder fotografiar la casa del ilustre en tal pueblo,si la tuvo,claro.
bueno,sobre este interesante personaje,resulta que fué primer alcaide de la villa de Illora,donde tuvo casa(o por lo menos de eso se enorgullece este pueblo)
http://www.illora.net/ sección:PERSONAJESpero sería en la guerra de Granada donde daría una gran solidez a su trayectoría militar que la realizaría con brillantez, actuando en Pulsar para ampliarTajara, Loja, Baza, Moclin e Íllora. La importancia de la plaza de Íllora y la actuación de Gonzalo hará que Fernando el Católico lo nombre primer alcaide cristiano de la villa. Desde aquí seguiría participando en los restantes episodios de la conquista de Granada, figurando de hecho entre los pocos cristianos que son nombrados en las estipulaciones de la conquista de Íllora. El final del primer alcaide de Íllora tendría lugar en el año de 1515 en la ciudad de Loja.
es cambio otras fuentes citan que murió en Loja,(algo no me cuadra),aqui teneis una foto que le he sacado al escudo que luce la casa donde se supone vivió,por cierto,es una casa normal y corriente,reformada por sus actuales ocupantes,pues no pertenece al ayuntamiento :dpp:
aunque una pagina de Loja tambien se adjudica al personaje:
http://web.jet.es/loxa/historia.htmDurante los siglos de la Edad Moderna, Loja se verá inmersa en el devenir de la historia política nacional sin que aparezcan hechos de especial trascendencia vinculados a la localidad, salvedad hecha de la presencia de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), dedicado al gobierno de la misma por exilio encubierto del rey Católico Fernando
la semana que viene espero poder fotografiar la casa del ilustre en tal pueblo,si la tuvo,claro.
- Werewolf
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Saludos ¡¡
Sacado de la pagina web:
http://www.artehistoria.com/historia/pe ... s/5613.htm.
Entre los militares más prestigiosos del reinado de los Reyes Católicos destaca don Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán. Miembro de la casa de Aguilar, entró con doce años al servicio del príncipe don Alfonso. Tras el fallecimiento del príncipe, don Gonzalo es llamado por la reina Isabel para incorporarse a su servicio. Casado con su prima Isabel de Montemayor, pronto quedará viudo y sin descendencia, dedicándose al oficio militar desde ese momento. Concretamente fueron las guerras de Granada donde se produjo su incorporación en el ejército, destacando en la toma de Illara y en el sitio de Tájara. Gracias a su amistad con Boabdil el Chico, los Reyes Católicos le encargaron las negociaciones que finalizaron con la toma de Granada el 2 de enero de 1492. El señorío de Orvija, determinadas rentas sobre la seda y la encomienda de la orden de Santiago fueron las recompensas obtenidas por los excelentes servicios prestados a la Corona. Italia sería el nuevo frente abierto tras Granada. La invasión francesa de Nápoles motivó la participación española en el conflicto en ayuda del rey napolitano, siendo don Gonzalo el militar elegido para encabezar los ejércitos. Tras dos años de lucha, Córdoba consigue una exitosa victoria, obteniendo el merecido sobrenombre de Gran Capitán así como el título de duque de Santángelo. La firma del Tratado de Granada en 1500 ponía aparentemente fin a las disputas entre España y Francia por el territorio napolitano. Ambos países se repartían el reino meridional italiano: la zona norte correspondía a los franceses mientras la sur a los españoles. Pronto se rompió el inestable equilibrio al conquistar Francia algunas plazas. El fantasma de la guerra se cernía sobre Nápoles de nuevo y don Gonzalo era enviado al frente de batalla Tras resistir algunos sitios en diferentes plazas, las tropas españolas conseguían vencer a los soldados franceses en dos míticas batallas: Ceriñola y Garellano, falleciendo en la primera de ellas el jefe de los ejércitos galos, el duque de Nemours. Nápoles quedaba definitivamente bajo influencia española gracias a la hábil estrategia de don Gonzalo quien acabó con la medieval guerra de choque al dotar de mayor responsabilidad a la infantería y emplear la táctica de defensa-ataque. Tras el fallecimiento de Isabel en 1504, don Fernando y Gonzalo inician un distanciamiento que provocó la retirada de Córdoba del gobierno napolitano. Posiblemente los ligeros deseos independentistas del territorio que podían ser encabezados por el Gran Capitán llevaron al rey católico a tomar la decisión. Don Gonzalo regresó a España donde falleció en 1515, a pesar de intentar obtener en numerosas ocasiones el necesario permiso real para trasladarse al lugar donde consiguió todos sus triunfos.
Werewolf
Sacado de la pagina web:
http://www.artehistoria.com/historia/pe ... s/5613.htm.
Entre los militares más prestigiosos del reinado de los Reyes Católicos destaca don Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán. Miembro de la casa de Aguilar, entró con doce años al servicio del príncipe don Alfonso. Tras el fallecimiento del príncipe, don Gonzalo es llamado por la reina Isabel para incorporarse a su servicio. Casado con su prima Isabel de Montemayor, pronto quedará viudo y sin descendencia, dedicándose al oficio militar desde ese momento. Concretamente fueron las guerras de Granada donde se produjo su incorporación en el ejército, destacando en la toma de Illara y en el sitio de Tájara. Gracias a su amistad con Boabdil el Chico, los Reyes Católicos le encargaron las negociaciones que finalizaron con la toma de Granada el 2 de enero de 1492. El señorío de Orvija, determinadas rentas sobre la seda y la encomienda de la orden de Santiago fueron las recompensas obtenidas por los excelentes servicios prestados a la Corona. Italia sería el nuevo frente abierto tras Granada. La invasión francesa de Nápoles motivó la participación española en el conflicto en ayuda del rey napolitano, siendo don Gonzalo el militar elegido para encabezar los ejércitos. Tras dos años de lucha, Córdoba consigue una exitosa victoria, obteniendo el merecido sobrenombre de Gran Capitán así como el título de duque de Santángelo. La firma del Tratado de Granada en 1500 ponía aparentemente fin a las disputas entre España y Francia por el territorio napolitano. Ambos países se repartían el reino meridional italiano: la zona norte correspondía a los franceses mientras la sur a los españoles. Pronto se rompió el inestable equilibrio al conquistar Francia algunas plazas. El fantasma de la guerra se cernía sobre Nápoles de nuevo y don Gonzalo era enviado al frente de batalla Tras resistir algunos sitios en diferentes plazas, las tropas españolas conseguían vencer a los soldados franceses en dos míticas batallas: Ceriñola y Garellano, falleciendo en la primera de ellas el jefe de los ejércitos galos, el duque de Nemours. Nápoles quedaba definitivamente bajo influencia española gracias a la hábil estrategia de don Gonzalo quien acabó con la medieval guerra de choque al dotar de mayor responsabilidad a la infantería y emplear la táctica de defensa-ataque. Tras el fallecimiento de Isabel en 1504, don Fernando y Gonzalo inician un distanciamiento que provocó la retirada de Córdoba del gobierno napolitano. Posiblemente los ligeros deseos independentistas del territorio que podían ser encabezados por el Gran Capitán llevaron al rey católico a tomar la decisión. Don Gonzalo regresó a España donde falleció en 1515, a pesar de intentar obtener en numerosas ocasiones el necesario permiso real para trasladarse al lugar donde consiguió todos sus triunfos.
Werewolf
"El proposito de la guerra no es morir por el pais,sino hacer que el otro bastardo muera por el suyo. Patton
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"En el otoño de 1494 un jovenzuelo y alocado monarca francés que se llamaba Carlos decidió invadir Italia y empezar a cosechar glorias desde el primer minuto de su reinado. El plan era ambicioso y arriesgado. Tenía que cruzar los Alpes, transitar por el Milanesado y la Toscana sin contratiempos, detenerse en Roma para ser coronado y terminar la gira en Nápoles, para destronar al decadente y poco motivado rey del vecchio regno, Ferrante II, a quien llamaban Ferrandino por lo apocado y falto de espíritu que era.Urogallo escribió:Derrotado en Seminara, donde plantó batalla en contra de su opinión, logra a partir de ese momento, uniendo retiradas tácticas, guerrillas y la batalla campal cuando es necesario, no solo expulsar a las partidas francesas, si no vencer a su ejercito regular en las dos grandes batallas que marcan el verdadero ocaso de la caballería medieval, Ceriñola y Garellano ( aunque los franceses tardasen todavia 20 años en enterarse)
Como era joven, valentón e irresponsable, no se preocupó de las consecuencias de su aventura. El emperador de Austria miraría para otro lado. El rey de Inglaterra poco podía decir, estaba muy lejos. En cuanto al de Aragón, único que podía sentirse directamente concernido, acababa de ser recompensado con la devolución del la Cerdaña y el Rosellón, dos comarcas que habían caído en manos francesas durante la guerra civil catalana, unos años antes. Eso era, más o menos, lo que circulaba por su cabecita antes de ordenar a sus generales que cargasen las mulas y enfilasen el camino de Milán.
Todo le salió como la seda, al menos al principio. En febrero del año siguiente hizo su entrada triunfal en Nápoles. Ferrandino, fiel a su carácter, salió disparado al sur, a Calabria, buscando la cercanía de Sicilia, que era parte de la Corona de Aragón.
Mientras todo esto sucedía en Italia, Fernando de Aragón, el Católico, esperaba tranquilo. El Papa Alejandro VI, que era valenciano, le había avisado de la cabalgada francesa, de los excesos de sus tropas y de lo mal que le caía el presuntuoso niñato que, en un abrir y cerrar de ojos, se había adueñado de Italia. El rey se hizo el sueco, no movilizó al ejército de Sicilia ni envió un contingente por si Carlos, a quien aún le quedaba cuerda, tenía la ocurrencia de cruzar el estrecho de Mesina.
Muy al contrario, dejó hacer al gabacho y se concentró en urdir una gran alianza internacional contra él. Decir que Carlos era muy malo y él muy bueno no colaba, así que tramó una coartada para que todos picasen el anzuelo. Propuso al Papa crear una Liga Santa para frenar el avance de los turcos en el Jónico. Todo un clásico. Eso implicaba que Francia debía abandonar Nápoles. El Pontífice lo recibió de mil amores y cursó petición a todos los reyes de la Cristiandad, incluido el de Francia. Venecia se apuntó a la primera; le siguieron Austria, Inglaterra, Castilla y Aragón. Carlos dijo que nones, que para defender Nápoles de los sarracenos ya se bastaba el sólito. Había caído en la trampa.
Rodeado Carlos por los cuatro puntos cardinales, Venecia llegó a un acuerdo con Milán para atacar a los franceses por el norte. Carlos acudió al combate sin saber que le esperaba una bochornosa derrota, de la que salió con vida de milagro. El sur, que era donde se ventilaba lo importante, se lo reservó Fernando. Envió una flota armada hasta los dientes al mando de Garcerán de Requesens. A bordo viajaba Gonzalo Fernández de Córdoba, un capitán castellano que había servido en la guerra de Granada. Conjugaba en perfecta armonía valor, inteligencia y mano izquierda, ingredientes que, no tan casualmente, se dan en todos los grandes generales de la historia. Gonzalo lo fue, y con letras mayúsculas.
Las órdenes de Gonzalo eran restituir a la familia real, la de Ferrandino, en el trono napolitano. Para ello habría de trasladar el ejército hasta la península, liquidar a los franceses, reconquistar Nápoles y asegurarse el control de varias fortalezas. Casi nada.
Con lo que había traído de España y el refuerzo de los napolitanos leales a Ferrandino franqueó el estrecho y, ya en Calabria, buscó el encuentro con los franceses, a quienes pensaba pasaportar de una tacada. Error fatal, porque los que le estaban esperando eran los propios franceses, que se habían anticipado al plan del cordobés. En Seminara Gonzalo cobró su primera y última derrota en Italia. El ejército de Montpensier estaba mejor preparado y había hecho un uso combinado de la artillería y la caballería que era casi imposible de replicar con las artes de la guerra que Gonzalo traía aprendidas de España.
Acantonó a sus tropas en Reggio, para reponerse y reflexionar sobre el desastre. Había una cosa buena: no habían conseguido obligarles a regresar a Sicilia, y otra mala: eran más, y mejor armados, de lo que pensaba. Tenía, además, que aprender del enemigo. Los franceses estaban muy bien organizados, sus distintas compañías funcionaban con precisión, sin estorbarse y entrando en combate en el momento adecuado. Había que inventarse de cero la milicia española, y había que hacerlo rápido: los franceses no le iban a dar otra oportunidad.
Escribió a los reyes para que le enviasen refuerzos, soldados, cuantos más mejor, y dinero, que sin ese no hay ni guerra, ni gloria ni nada de nada. Procedió entonces a reorganizar su ejército. Restringió el uso de ballesteros, que eran una antigualla, y de los incontrolables jinetes ligeros para dar protagonismo a los arcabuceros –uno por cada cinco infantes– y a la infantería. Los primeros podrían descabalgar a distancia a los resueltos jinetes franceses; los segundos darían buena cuenta de los piqueros suizos, que Carlos utilizaba con profusión. Para asaltar las compañías de piqueros ordenó que los infantes llevasen dos lanzas, y una espada corta para clavar en los vientres de los enemigos. Los españoles siempre hemos tenido mucho arte con las espadas cortas; de ahí a la navaja y al navajazo hay sólo un paso.
La estrategia también tenía que cambiar. La batalla campal y otras simplezas tácticas medievales ya no valían. Creó divisiones mandadas por un coronel y dejó de lado la antigua columna de viaje, sustituyéndola por el orden de combate, de manera que los soldados siempre estaban preparados para luchar. Con todo, su innovación más original fue la de motivar a los soldados. Les hizo sentirse parte de algo importante, no mera carne de cañón en busca de botín. No escatimó ni dinero ni tiempo para adiestrar a sus hombres, incentivó los ascensos por méritos y estimuló el sentido del honor y de servicio a una causa.
Gonzalo Fernández de Córdoba no lo sabía, pero esa reforma sería el germen de los tercios españoles, una máquina de hacer la guerra que estuvo ganando batallas ininterrumpidamente durante siglo y medio. Los primeros en probar la medicina hispana fueron los franceses de Montpensier, y tal fue el palo que se llevaron que, tras batirse con la infantería española, aseguraron no haber peleado "contra hombres sino contra diablos".
En julio de 1496 Gonzalo estaba de nuevo en marcha. Los franceses se habían retirado hacia Apulia y tenían sitiada la plaza de Atella, a medio camino entre Nápoles y Tarento. Enterado Alejandro VI del paradero de Montpensier, escribió al capitán andaluz para pedir su auxilio. Esta vez fue cosa de llegar, ver y vencer. Los franceses fueron diezmados y huyeron hacia el norte. Gonzalo se dirigió a Nápoles, donde entró días después aclamado por los napolitanos: "Por común consentimiento de todos fue juzgado ser verdadero merecedor del nombre de Gran Capitán".
La aventura del inexperto Carlos VIII había terminado peor que mal: no sólo no había conquistado Nápoles, sino que se lo había entregado en bandeja a Fernando de Aragón, su peor enemigo. El francés apenas tuvo tiempo para recrearse en su odio: poco después murió, como consecuencia de un accidente doméstico, sin dejar descendencia. Se dio un golpe en la cabeza contra el dintel de una puerta. Y es que la precipitación termina pasando factura.
El sucesor de Carlos, Luis XII, heredó, aparte de la corona, la apetencias de quedarse con Italia. Pero no era tan ingenuo. Antes de tirarse a la piscina se lo pensó dos veces y se buscó algunos aliados. En 1499 los franceses estaban de vuelta en Milán. Fernando, que tenía abiertos varios frentes, se avino a negociar. Invitó a Luis XII a firmar un tratado para repartirse la Bota entre los dos: el norte para Francia y el sur para España. El francés aceptó encantado y envainó el sable, en espera de mejor ocasión.
Ocasión que no tardaría en presentarse porque, como es bien sabido, dos gallos no pueden compartir el mismo corral. Felipe de Habsburgo, el Hermoso, que estaba casado con Juana de Castilla, la Loca, pensó que esa era su oportunidad para ir haciéndose un capitalito al margen de lo que heredase. Concertó un acuerdo con Luis XII en Lyon por el que reinaría en Nápoles hasta que su hijo Carlos (el futuro Carlos V) y la hija del rey de Francia, Claudia, estuviesen en edad de merecer y de heredar. El plan era tan tonto como su creador. Fernando no tragó y ordenó a las compañías españolas en Nápoles que se pusiesen en pie de guerra.
Gonzalo, que había regresado a España convertido en lo más parecido a un héroe, fue enviado de nuevo al escenario de sus triunfos pasados. Fernando ordenó armar dos flotas: una en Barcelona y otra en Cartagena, para dejar claro que la empresa italiana era ya un asunto que concernía por igual a castellanos y aragoneses; spagnoli, tal y como eran conocidos ambos en Italia.
El Gran Capitán se dirigió a Mesina para reunirse con los regimientos de Calabria, y allí recibió el apoyo de una tercera flota, capitaneada por Luis de Portocarrero. El Católico había puesto toda la carne en el asador. Italia sería española o no sería, así de sencillo. Gonzalo, entretanto, ansioso por encontrarse de nuevo con los franceses, se internó en la península y fue a dar con ellos en un lugar muy familiar: Seminara, el mismo en que había sido derrotado años atrás. Esta vez fue diferente: machacó a la tropa gala y siguió avanzando.
Luis XII había destacado en Italia al duque de Nemours, un joven y ambicioso general llamado a ser la horma del zapato de Gonzalo. El francés se retiró hasta la costa del Adriático para recibir ayuda de los venecianos, que se habían puesto de su lado. Puso sitio a Barletta y espero a que el andaluz corriese en su auxilio. Ese sería el cebo: una vez allí, otro ejército francés, liderado por el propio Nemours, le saltaría por la espalda. Gonzalo, como estaba previsto, acudió a liberar Barletta. Entonces todo el plan de Nemours se torció.
Gonzalo levantó el asedio en tiempo récord, y antes de que Nemours pudiese moverse salió en su búsqueda. Se lo encontró un poco más al norte, en Ceriñola. El plan de batalla de Gonzalo fue magistral. Mandó cavar unos fosos para detener a la caballería a piquetazos. Hecho esto, descargó toda su pólvora sobre los piqueros suizos y lo que quedaba de caballería. Entonces, cuando el enemigo estaba tocado de muerte, cargó con 6.000 infantes y 1.500 caballeros. La derrota francesa fue total. En el recuento de bajas sólo había 100 españoles muertos, por 3.000 franceses, entre los que se encontraba el propio Nemours.
Enterado Gonzalo de que su rival se había dejado la vida en el lance, ordenó que trajesen el cadáver ante su presencia. Ante la estupefacción de sus oficiales, le dedicó un sentido homenaje e hizo que le sepultasen con honores. Lo cortés no está reñido con lo valiente. Hasta en esto Gonzalo Fernández de Córdoba se adelantó a su tiempo.
Con idea de evitar que el enemigo se reagrupase, la hueste española corrió hacia Nápoles, donde el Gran Capitán fue recibido como uno de los héroes de la Antigüedad. Los nobles napolitanos habían encargado un arco del triunfo para que Gonzalo lo atravesase con sus hombres. El cordobés se negó elegantemente: aquel reino no le pertenecía a él, sino a Fernando el Católico. Alardes de nobleza como éste le valieron una fama que cruzó Europa de punta a punta. El condottiero español era, amén de invencible, leal y caballeroso.
Los franceses, sin embargo, no se habían rendido. Luis XII, emperrado con Nápoles como un niño pequeño, envió tropas de refuerzo a Gaeta. Gonzalo acudió a su encuentro desplegando una estrategia tan novedosa como inteligente. En lugar de cargar directamente sobre Gaeta, dejó que los franceses se confiasen y bajasen hasta el río Garellano con toda su artillería. Diseminó sus compañías a lo largo de varios kilómetros de barrizales para desgastar al enemigo. Llegado el momento, ordenó cruzar el río, rematar a los dispersos artilleros franceses y, ya sin defensas, rendir Gaeta con pocas bajas. Una soberbia lección de cómo se gana una batalla, y de cómo se obedecen las órdenes. Fernando le había pedido por carta que no malgastase hombres ni dineros, que evitase las carnicerías; "mucho más nos serviréis en conservar eso con paz que en darnos todo el reino con guerra".
Tras la victoria de Garellano, Luis XII entendió que de Roma para abajo todo esfuerzo era inútil. Los españoles había puesto una pica en Nápoles, y no había modo de arrancarla del suelo. La pica seguiría clavada en el soleado mezzogiorno durante dos siglos más, hasta la paz de Utrecht. Ya desvinculada de la corona española, Nápoles permanecería ligada a España por lazos dinásticos hasta que, en 1860, Garibaldi incorporó el vecchio regno a la Italia de los Saboya.
La empresa italiana fue la más provechosa y afortunada de cuantas España ha emprendido en Europa. Un torrente de refinada cultura italiana se derramó sobre nuestro país. Nápoles se convirtió en la ciudad más próspera y poblada de corona. A cambio, los primeros tomates llegados de América en las flotas de Indias posibilitaron que algún napolitano ingenioso inventase la pizza, el plato más universal del mundo. La toponimia, los apellidos y hasta ciertas formas dialectales del sur de Italia guardan memoria de la dilatada presencia española. Nuestra lengua se llenó de italianismos que traían pintores, escultores y músicos.
Fue una fructífera simbiosis latina. El buen recuerdo por la historia compartida es mutuo."
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http://www.elgrancapitan.org/phpbb2/vie ... php?t=8910
Link a un hilo que abri ayer con el mismo articulo y un poco de informacion adicional
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Cada vez que miro un de esos grabados del tal Goya me vienen a la memoria aquellos desgraciados con sus ojos de desesperación, engañados por reyes, generales y ministros durante siglos de hambre y miseria, analfabetos e ingobernables, con su orgullo y su furia homicida como único patrimonio.
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Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas, regumque turres
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Cada vez que miro un de esos grabados del tal Goya me vienen a la memoria aquellos desgraciados con sus ojos de desesperación, engañados por reyes, generales y ministros durante siglos de hambre y miseria, analfabetos e ingobernables, con su orgullo y su furia homicida como único patrimonio.
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El mejor militar español sin duda alguna, un hombre adelantado a su época, que marcó el paso del medievo a la edad moderna en lo que concierne al arte de la guerra. Un genio comparable tal vez a los más grandes, a César, a Aníbal, a Alejandro...
Si hubiese nacido en otro país que no fuese España la gloria que hubiese alcanzado.
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"Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo." Plutarco.
- cañaytapa
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Además de incluir las acciones regulares, fue el precusor de las encamisadas nocturnas, pues antes no se tenía por costumbre no combatir de noche.
También recurrió a los lances de honor con los cabecillas enemigos, en los cuales los españoles dieron buena cuenta de su manejo espadachín. Así disminuía la moral francesa al ver morir a sus soldados mejor consideados.
También recurrió a los lances de honor con los cabecillas enemigos, en los cuales los españoles dieron buena cuenta de su manejo espadachín. Así disminuía la moral francesa al ver morir a sus soldados mejor consideados.
"El ajedrez es muy complicado" (Napoleón Bonaparte)
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- frates milites
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supongo que querias decir que no se tenia por costumbre combatir de nochecañaytapa escribió:fue el precusor de las encamisadas nocturnas, pues antes no se tenía por costumbre no combatir de noche.
saluten
Principe de mi Reina, Archiduque del Bierzo, Duque de Moncloa, Serrano, Moratalaz y Arganda, Conde de bares y demás lugares, Señor de mi casa.....si me dejan...
- Garand
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Cuando en tiempos estudié la evolución de las tácticas en la historia, a Don Gonzalo se le daba el mérito de combinar por primera vez las formas de la acción.
Dedicado a los infantes fue el primero que tuvo claro aquello de fuego, movimiento y choque.
Dedicado a los infantes fue el primero que tuvo claro aquello de fuego, movimiento y choque.
Un jefe, comprende, es lo que diferencia a un pueblo de una turba. Mantiene el nivel de individualidad. Demasiada poca individualidad, y el pueblo se convierte en una turba.
Stilgar, el Fremen.
Dune. Frank Herbert.
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- garellano4567
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- harry_flashman
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"En picos, palas y azadones he gastado diez millones". Genial.
Leí en una biografía suya (creo que de Vaca de Osma) que la famosa frase y romance de las cuentas es legendaria, claro, pero que es bastante ajustada a la realidad. Parece ser que históricamente, llamado a rendir cuentas, abrió el libro de contabilidad de los ejércitos y dijo como primera partida "Pagos secretos a agentes y espías, diez mil ducados. No se guarda recibo". El rey Fernando, ante la evidencia de la razón de don Gonzalo y sabiendo que no se podría investigar habría dicho, bastante enojado "No se hable más de este asunto".
Leí en una biografía suya (creo que de Vaca de Osma) que la famosa frase y romance de las cuentas es legendaria, claro, pero que es bastante ajustada a la realidad. Parece ser que históricamente, llamado a rendir cuentas, abrió el libro de contabilidad de los ejércitos y dijo como primera partida "Pagos secretos a agentes y espías, diez mil ducados. No se guarda recibo". El rey Fernando, ante la evidencia de la razón de don Gonzalo y sabiendo que no se podría investigar habría dicho, bastante enojado "No se hable más de este asunto".
¡¡Gritemos bien alto Arriba España y Viva Franco antes de poner el pie en esta tierra de cabrones!! (General Moscardó, presidente del COE, a la delegación española a los JJOO de Londres-48)
"Hitler es un hombre extraordinario. Moderado, sensible, humanista y lleno de grandes ideas" (Francisco Franco a Pedro Teotónio Pereira, 1940).
Groucho lo llevaba escrito. Tip no.
"Hitler es un hombre extraordinario. Moderado, sensible, humanista y lleno de grandes ideas" (Francisco Franco a Pedro Teotónio Pereira, 1940).
Groucho lo llevaba escrito. Tip no.
- satrack
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¿Loco por que?Guarumba escribió:¡Qué loco, siempre pensé que semejante mote era para Cristóbal Colón!
- Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas.
- Cien millones en palas, picos y azadones, para enterrar a los muertos del adversario.
- Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla.
- Ciento sesenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
- Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino.»
Otra version de lo que pone Harry
Y luego, el segundo partido decía: Di seiscientos mil y cuatrocientos y noventa y cuatro ducados a las espías por cuyo aviso se ganaron muchas victorias, y el señorío del Reino, y díselos secreto de mi mano a la suya”.
"Yo hoy no mojo la pólvora, volaremos antes" Victoriano Sánchez Barcáiztegui
En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo autor y supremo legislador de la sociedad...
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- Hispánicus
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Desde luego para mi El Gran Capitán es uno de los mejores, por no decir el mejor, militar de toda la historia de España y del mundo entero. España le debe mucho a este gran General.
Yo no creo que hay un Dios, yo sé que lo hay. Dios no se demuestra, se impone. (Renant)
Caer está permitido. ¡Levantarse es obligatorio!
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