La caida de Berlin
Publicado: 04 Ago 2004
Doenitz se enteró finalmente de la muerte de Hitler, aunque todavía sin confirmación oficial, y rápidamente obtuvo dos conclusiones: que debía informarse cuanto antes al pueblo y que la guerra había terminado. No pudo realizar lo primero porque carecía de información suficiente, y se atuvo a las órdenes de Bormann acerca de mantenerlo en secreto.
Pero lo segundo sí estaba en su mano, y de hecho le correspondía a él la responsabilidad al respecto. Dio orden de que las tropas de Schoerner, que se mantenían aferradas a sus posiciones, se replegaran en dirección al ejército norteamericano para rendirse a éste cuando finalmente se produjera la capitulación, y preparó la rendición al general Montgomery mientras intentaba contener a los rusos.
Muerto Hitler, la guerra perdió todo sentido incluso para los hasta entonces más fieles defensores.
Su mayor prioridad fue prolongar la defensa el tiempo necesario para evacuar a la población civil hacia el Oeste, y así ordenó "proseguir la lucha contra los bolcheviques hasta que nuestras tropas y los centenares de miles de familias de nuestras provincias orientales hayan sido salvadas de la esclavitud y la destrucción".
Cuando al fin recibió confirmación de la muerte de Hitler, y aún sin saber que se había suicidado, Radio Hamburgo emitió en un comunicado especial la importante noticia: "Nuestro Führer, Adolf Hitler, luchando hasta el último aliento contra el bolchevismo, cayó por Alemania esta tarde, en su cuartel general de la Cancillería del Reich."
Después de administrar un rápido veneno a sus seis hijos, Joseph Goebbles y su mujer subieron serenamente las escaleras del búnker para ahorrar a sus amigos el trabajo de trasladar luego sus cuerpos. En el jardín, un oficial de las SS recibió el encargo de disparar sobre ellos. Los cadáveres fueron inmediatamente incinerados, aunque con menos minuciosidad que los de Hitler y su esposa, debido a la escasez de combustible.
En varios pequeños grupos, los civiles que se habían refugiado en el búnker, junto con los pocos dirigentes que quedaban y sus asistentes, fueron saliendo del refugio y por diferentes rutas intentaron alcanzar las tropas de Doenitz o las americanas para rendirse con mayores posibilidades de supervivencia.
La mayoría de ellos lograron salvarse, y se cree que también Martin Bormann, uno de los más destacados elementos del partido que había sabido durante años mantenerse en un discreto segundo plano. Se dice de él que era un superviviente nato, autor de algunas de las más célebres intrigas del Tercer Reich, por lo que parece improbable que fuera su cadáver el que afirmó haber visto un oficial de las SS. Al contrario, y aunque nunca ha podido confirmarse, se da por seguro que logró huir a Sudamérica, junto con muchos otros supervivientes del Reich.
La mayoría de los supervivientes del búnker intentaron ponerse a salvo lejos del alcance de los rusos.
El general Weidling dio órdenes concretas para la capitulación, y por toda la ciudad empezaron a aparecer banderas blancas. La mayoría de los soldados intentaban huir hacia el oeste, donde se entregaban a los americanos a un ritmo de casi veinte mil personas diarias, pero en la mayoría de los casos los que se entregaron a los rusos no tuvieron tampoco demasiada mala suerte.
El propio coronel Woehlermann se colgó todas sus condecoraciones y mientras amanecía salió de su inexpugnable torre antiaérea del Tiergarten. Todavía una ametralladora alemana abrió fuego tras él, pero el oficial ruso designado para recibir su rendición ordenó que no se contestase el fuego, que Woehlermann acalló con una orden tajante. Con sus dos mil hombres se dirigió a la Avenida del Eje Este-Oeste donde las tropas rusas les recibieron con cigarrillos gritando "Voyna kaputt! Voyna kaputt!": "La guerra ha terminado!".
Más información: John Toland: "Los últimos cien días" - Círculo de Lectores, 1966.
David Irving: "La Guerra de Hitler" - Editorial Planeta, 1988.
H. S. Hegner: "El Tercer Reich" - Plaza y Janés, 1962.
Historias de la Aviación en la 2GM: http://www.geocities.com/Pentagon/Barracks/1350/
La Segunda Guerra Mundial: http://usuarios.arnet.com.ar/anibalonnis/
La Segunda Guerra Mundial: http://www.geocities.com/Pentagon/3559
Pero lo segundo sí estaba en su mano, y de hecho le correspondía a él la responsabilidad al respecto. Dio orden de que las tropas de Schoerner, que se mantenían aferradas a sus posiciones, se replegaran en dirección al ejército norteamericano para rendirse a éste cuando finalmente se produjera la capitulación, y preparó la rendición al general Montgomery mientras intentaba contener a los rusos.
Muerto Hitler, la guerra perdió todo sentido incluso para los hasta entonces más fieles defensores.
Su mayor prioridad fue prolongar la defensa el tiempo necesario para evacuar a la población civil hacia el Oeste, y así ordenó "proseguir la lucha contra los bolcheviques hasta que nuestras tropas y los centenares de miles de familias de nuestras provincias orientales hayan sido salvadas de la esclavitud y la destrucción".
Cuando al fin recibió confirmación de la muerte de Hitler, y aún sin saber que se había suicidado, Radio Hamburgo emitió en un comunicado especial la importante noticia: "Nuestro Führer, Adolf Hitler, luchando hasta el último aliento contra el bolchevismo, cayó por Alemania esta tarde, en su cuartel general de la Cancillería del Reich."
Después de administrar un rápido veneno a sus seis hijos, Joseph Goebbles y su mujer subieron serenamente las escaleras del búnker para ahorrar a sus amigos el trabajo de trasladar luego sus cuerpos. En el jardín, un oficial de las SS recibió el encargo de disparar sobre ellos. Los cadáveres fueron inmediatamente incinerados, aunque con menos minuciosidad que los de Hitler y su esposa, debido a la escasez de combustible.
En varios pequeños grupos, los civiles que se habían refugiado en el búnker, junto con los pocos dirigentes que quedaban y sus asistentes, fueron saliendo del refugio y por diferentes rutas intentaron alcanzar las tropas de Doenitz o las americanas para rendirse con mayores posibilidades de supervivencia.
La mayoría de ellos lograron salvarse, y se cree que también Martin Bormann, uno de los más destacados elementos del partido que había sabido durante años mantenerse en un discreto segundo plano. Se dice de él que era un superviviente nato, autor de algunas de las más célebres intrigas del Tercer Reich, por lo que parece improbable que fuera su cadáver el que afirmó haber visto un oficial de las SS. Al contrario, y aunque nunca ha podido confirmarse, se da por seguro que logró huir a Sudamérica, junto con muchos otros supervivientes del Reich.
La mayoría de los supervivientes del búnker intentaron ponerse a salvo lejos del alcance de los rusos.
El general Weidling dio órdenes concretas para la capitulación, y por toda la ciudad empezaron a aparecer banderas blancas. La mayoría de los soldados intentaban huir hacia el oeste, donde se entregaban a los americanos a un ritmo de casi veinte mil personas diarias, pero en la mayoría de los casos los que se entregaron a los rusos no tuvieron tampoco demasiada mala suerte.
El propio coronel Woehlermann se colgó todas sus condecoraciones y mientras amanecía salió de su inexpugnable torre antiaérea del Tiergarten. Todavía una ametralladora alemana abrió fuego tras él, pero el oficial ruso designado para recibir su rendición ordenó que no se contestase el fuego, que Woehlermann acalló con una orden tajante. Con sus dos mil hombres se dirigió a la Avenida del Eje Este-Oeste donde las tropas rusas les recibieron con cigarrillos gritando "Voyna kaputt! Voyna kaputt!": "La guerra ha terminado!".
Más información: John Toland: "Los últimos cien días" - Círculo de Lectores, 1966.
David Irving: "La Guerra de Hitler" - Editorial Planeta, 1988.
H. S. Hegner: "El Tercer Reich" - Plaza y Janés, 1962.
Historias de la Aviación en la 2GM: http://www.geocities.com/Pentagon/Barracks/1350/
La Segunda Guerra Mundial: http://usuarios.arnet.com.ar/anibalonnis/
La Segunda Guerra Mundial: http://www.geocities.com/Pentagon/3559