¿LA DIVISION AZUL DEL EJERCITO ALIADO?

EE.UU., Gran Bretaña y la Commonwealth, Japón, China, resto de Africa..etc

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duqur
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¿LA DIVISION AZUL DEL EJERCITO ALIADO?

Mensaje por duqur »

para empezar comentare sobre los hechos ocurridos en Febrero de 1945 en manila en los cuales 40 españoles fueron asesinados por la fuerzas japonesas, posteriormente fueron asesiandos otros 90 hasta llegar a 130 en otros puntos del Archipielago , aun las causas no se saben pero todas las sospechas concluyen en que los japoneses los mataron por rabia, por no ser como ellos, tal vez por que los americanos estaban cerca ya de Manila y porque la causa de la guerra ya estaba perdida.
Segun Florentino Rodao conocedor de los avatares de la España de Franco en Japon " En Febrero de 1945 cuando el futuro era tan negro como una gruta sin salida el nombre de Hitler, Franco, Alemania o España ya no significaba nada para los japoneses". Ante aquellos sucesos, Arrese manifestó a un funcionario de la embajada estadounidense estar decidido a mandar al lugar una nueva Division Azul. Acto seguido transmitió la solicitud a Lequerica y que gestionara el envio de otra División Azul a luchar al lado del General MacArthur contra el Japón, que tambien amenazaba al cristianismo. La cosa al parecer llegó a mas , según un informe de la Inteligencia estadounidense , España se declaró dispuesta a mandar por barco a dos divisiones de voluntarios bajo el mando de Muñoz Grandes y de Aranda.
Que mas datos tenemos de esto?
un saludo :dpm:
Fuentes Hitler y Franco de Xavier Moreno Julia.


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duqur
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Mensaje por duqur »

mas datos sobre los hechos ocurridos con los españoles asesinados.

El enfrentamiento entre japoneses y norteamericanos tuvo lugar principalmente en los barrios residenciales, Malate y Ermita, y en Intramuros, las únicas zonas de la ciudad donde, a resultas de la tendencia a agruparse, el español era la lengua normal en la calle, a pesar del casi medio siglo de colonización americana.

Las tragedias vividas en esos días son sobrecogedoras. En el asalto al consulado de España, los soldados japoneses mataron a los aproximadamente sesenta refugiados, dejando viva apenas a una niña de siete años, Ana María Aguilella, hija de un trabajador de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, o Tabacalera. En la casa del médico Rafael Moreta murieron 35 del total de 67 atemorizados civiles con que se topó una partida de japoneses. Un total de 38 franciscanos españoles, por su lado, fueron obligados a empotrarse en un refugio subterráneo para después ser masacrados con bombas y ráfagas de ametralladora, también con un solo superviviente, Bernardino de Celis. «Se temían actos de barbarie, pero no matanzas al por mayor», resumió un religioso español en su diario de guerra.

Los testimonios son desgarradores y la lista de víctimas es larga, pero imposible de precisar con exactitud. Antonio Pérez de Olaguer, en su libro Terror Amarillo en Filipinas, listó 238 muertos (de un total de 255 durante los tres años largos de la ocupación japonesa en Filipinas) pero especificó que se limitaba a los registrados y oficialmente comprobados y lo mismo ocurre con la documentación oficial. Así, entre los 140 nombres tallados en la lápida dedicada a los españoles en el cementerio de Manila, por ejemplo, figuran 44 que no están incluidos en la lista de Pérez de Olaguer. Eran familiares, pero también gentes que sentían la llamada “doble lealtad”: pasaporte filipino (o norteamericano) pero fidelidad por el país de origen, tal como ocurrió con los pro-republicanos o los que cambiaron de nacionalidad en los meses previos a la Guerra del Pacífico para salvaguardar sus bienes y propiedades. Por ello, olvidando los cadáveres sin identificar, se pueden añadir a la cifra de Pérez de Olaguer otros cien o ciento veinte muertos que se sentían y eran considerados como españoles, teniendo en cuenta que las cédulas de nacionalidad bajaron un 50% desde el comienzo de la Guerra Civil, aunque esa disminución fue más agudizada en las provincias que en Manila. El número de mestizos, cuarterones y demás filipinos con ascendencia española se calculaba cercano al medio millón, seguramente con exceso, pero varios miles de ellos murieron en la batalla; de hecho, la mayoría de las memorias de esos días fueron escritas en español.

La culpa indiscutible de la masacre recae en los soldados japoneses. Pero debe remarcarse que el mediático general Douglas MacArthur no dejó escapatoria a las tropas de la Marina japonesa (aunque no está claro si sus mandos hubieran decidido replegarse a las montañas), y ordenó bombardeos que demolieron la bella arquitectura colonial hispana, entonces emblema de Filipinas.
Silencio y Olvido
Lo más inexplicable, sin embargo, fue la escasa repercusión en España. Franco planeó declarar la guerra a Japón tras conocer las masacres. Pero, al arreciar una campaña de Washington contra el cónsul en Manila -un falangista beligerantemente antinorteamericano que cometió actos pro-japoneses-, corrió un velo sobre ello. Se dio la paradoja de que ese año se estrenó en España el film Los Últimos de Filipinas, de Antonio Román, que exalta la resistencia de los españoles refugiados en la iglesia de Baler al mando de un iluso. El popular film contenía escenas de soldados estadounidenses que los intentaban ayudar, en sintonía con las necesidades del régimen.

Hoy, el recuerdo de la célebre película ensombrece el de los verdaderos últimos de Filipinas, cuyo olvido debería ser reparado par evitar su segunda muerte.


fuentes Florentino Rodao

Autor de Franco y el imperio japonés
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Mensaje por Japa »

En efecto Franco tanteó la posibilidad de declarar la guerra a Japón como un modo de lavar la cara del régimen y salir en la foto con los vencedores. Su política al respecto era que no había una guera global sino tres guerras, una de Alemania contra la URSS, en la que España se declaraba no beligerante a favor de Alemania, una de Alemania contra los angloamericanos, en la que se declaraba neutral, y una de EEUU contra Japón en la que se quería declarar beligerante al lado de los americanos. Portugal hizo lo mismo en el Pacífico tras la ocupación japonesa de sus posesiones en Indonesia y Franco pensó que si a Salazar le había salido bien la jugada, también a él le podía funcionar. Sin embargo la situación portuguesa no era como la española. Salazar jamás se había posicionado junto al Eje y desde el comienzo de la contienda se había mostrado como un amigo leal de Gran Bretaña. Además había cedido en su momento facilidades a la US Navy en las Azores.

El gobierno de EEUU envió un mensaje discreto pero muy claro al Palacio de Santa Cruz: la presencia española en el Pacífico no era ni bien vista ni aceptada. Por un lado EEUU no iba a buscarse problemas con la URSS en un momento en el que consideraba que su intervención en el Pacífico era necesaria, y Stalin no iba a aceptar bajo ningún punto de vista la presencia española. Por el otro el gobierno americano estaba muy aburrido de los que se subían al carro ahora que la guerra estaba vencida, ya que consideraban (con mucha justicia) que la guerra en el Pacífico la habían ganado ellos y el que ingleses, holandeses, franceses y portugueses se quisieran apuntar al desfile era algo que tenía a muy mal traer a McArthur y Nimitz, así que añadir un nuevo "aliado" era algo que estaba fuera de cuestión.

Así las cosas España sólo pudo romper sus relaciones diplomáticas con Japón. Ese fue el fin del intento español de unirse albando aliado en la WWII. El libro de Rodao, por cierto, repasa exhaustivamente toda la historia de las relaciones hispano niponas en la guerra y resulta enormemente ilustrativo, además de una lectura muy, muy amena.
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Mensaje por harry_flashman »

El intento es cierto. Según un chiste de la época, el cuerpo expedicionario sería llamado la "División Azul Marino" porque irían en barco. Me figuro que el barco sería americano porque no sé yo cómo estaría el ejército y la Armada en cuanto a fondos, material y combustible para excursiones hasta el Pacífico en esas fechas.

Pero en Los últimos de Filipinas los gringos no ayudan a los sitiados de Baler. De hecho, ametrallan desde el barco a un mensajero. Dado que el suceso es apócrifo según fuentes históricas, debe entenderse como una propaganda antiyanqui que se les pasó.
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Groucho lo llevaba escrito. Tip no.
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Mensaje por Japa »

No, Harry, recuerdo bien la escena: un barco estadounidense manda señales luminosas a la iglesia de Baler. A bordo dos oficiales hablan en inglés y en los subtítulos dicen que el gobierno americano no va a permitir que unos valientes mueran sin esperanza, o algo así. Desde la iglesa mandan un mensajero a la vez que un pelotón de infantes de marina embarcan en un bote y se dirigen a la costa. Al llegar a tierra caen en una emboscada de los tágalos y todos los marines mueren. A su vez el soldado español llega corriendo desde la selva y también es alcanzado por los filipinos, cayendo al lado del bote y todavía creyendo que el barco es español. La secuencia se cierra con un primer plano del bote con el US Navy grabado en un costado. Es decir, no disparan desde el barco, sino que los infantes de marina americanos y el mensajero de Baler mueren bajo las balas de los filipinos.

Por cierto que hace cosa de un par de años lei que el incidente fue real, pero nunca he encontrado documentación al respecto, y en su libro Rodao lo considera ficticio.
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Mensaje por MENCEY »

Sobre el caso: El Almirante Dewey, ante los ruegos del Arzobispo de Manila, ordeno que el Cañonero Yorktown , al mando del Teniente de Navio James Gilmore, se trasladara a Baler para intentar evacuar al destacamento Español.

A los dos de la tarde del 11 de Abril de 1899, el Yorktown efectuo 10 salvas de cañon para llamar la atencion de la guarnicion.Por la noche ilumino con su reflector la torre de la Iglesia.Al dia siguiente, Gilmore se acerco con un bote a la costa, en principio contaba con el permiso de los Tagalos mandados por Teodorico Luna.Al parecer , Gilmore hizo caso omiso del alto que desde la orilla lanzaron los hombres de Luna, y estos abrieron fuego, causando 3 muertos y 4 heridos, segun versiones americanas, aunque la prensa de Manila dijo por la epoca que fueron exactamente mas del doble y todos muertos.El buque regreso a Manila confirmado que Baler aun resistia, habian podido observar la bandera Española en la Torre de la Iglesia.


Diario de Manila de 21 de Abril de 1899:

¨¨Aun ondea en Baler la por un tiempo invencible bandera Española, defendida por el bizarro esfuerzo de los hijos valerosos de la Patria.Despues de 9 meses de perdida toda la isla de Luzon, hay un pedazo de tierra donde se mantiene enhisto el pabellon de Castilla.

El cañonero Yorktown, enviado por el almirante Dewey a peticion de las autoridades Españolas para recoger al valeroso destacamento, no ha podido cumplir su humanitaria mision y ha tenido que regresar a Manila, dejando en aquellas playas al Teniente Gilmore y a 14 de sus marineros.La unica noticia de que ha sido portador el Yorktown es que Baler sigue siendo territorio Español.Los marinos norteamericanos pudieron ver admirados como sobre la torre del convento de la cabecera del Principe aun ondeaba la bandera roja y gualda¨¨.

Por otro lado, lo del mensajero Español es ficcion.Ni salio ningun enlace ni murio por esos dias ningun soldado del destacamento.El 13 de Abril, con permiso de los Tagalos, un marino del Yorktown logro hablar, es un decir, con Cerezo.Hablaba poco o nada de Español y lo mezclaba con el Frances y el Ingles.Cerezo lo tomo por otro impostor y no le hizo el menor caso.
Magnifico,pero esto no es hacer la Guerra
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Mensaje por Japa »

Agradecido, Mencey. La verdad es que me quedé con la mosca tras la oreja acerca de porqué iban a mandar un buque los americanos.
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Mensaje por harry_flashman »

Entonces lo recordaba yo mal. Agradezco la corrección. Pero tampoco recordaba yo nada escrito del incidente...
¡¡Gritemos bien alto Arriba España y Viva Franco antes de poner el pie en esta tierra de cabrones!! (General Moscardó, presidente del COE, a la delegación española a los JJOO de Londres-48)
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Groucho lo llevaba escrito. Tip no.
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Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Saludos.

Lo cierto es que la tensión entre japoneses y españoles venía desde prácticamente el inicio de la ocupación.

La conquista japonesa implicaba la hegemonía de las etnias y de las teogonías orientales, lo que produjo roces con los españoles. Filipinas quedaba bajo la autoridad del Ejército, enemigo de todo lo occidental, que no actuaba con el tiento del ministerio de Asuntos Exteriores. Al cónsul Castaños no le reconocieron estatuto diplomático alguno debido a que residía en zona ocupada. Para comunicar con Madrid tuvo que recurrir a medios de fortuna, como que su esposa pasase subrepticiamente una nota al agregado militar en Tokio. Se estableció que los nuevos idiomas oficiales serían el tagalo y el japonés, autorizándose transitoriamente el inglés. Aunque el español no estaba prohibido, no resultaba recomendable hablarlo delante de los ocupantes y no era válido en los juzgados. El Patronato Escolar Español que lo enseñaba gratuitamente vio disminuir en dos tercios su alumnado.

Aunque el sintoísmo era la creencia mayoritaria entre los japoneses, se apostó por el budismo como futura religión predominante. En julio de 1943 se convocó el Congreso Internacional Budista, donde 700 delegados de los 500 millones de fieles se reunieron al servicio de la Gran Asia Japonesa. También se editaban 170 revistas budistas. Esta operación iba en contra de las prerrogativas cristianas y se invitó a la Iglesia católica local a integrarse en un laxo neobudismo, con escaso éxito. El objetivo último era barrer el fondo extraño de ideas arraigadas durante la dominación anglosajona y española y luego sembrar con las semillas culturales del jardinero japonés las culturas populares nativas así purificadas. Se limitaron las actividades económicas de los españoles. Algunas empresas se incautaron bajo indemnización, pero en las de capital mixto hispano-norteamericano o cuyos dueños eran sospechosos de simpatizar con Estados Unidos no hubo compensación. Igualmente se obstaculizaron los envíos de dinero de los residentes a España.

En otoño de 1942 el ministerio de Exteriores español protestó por primera vez ante estos abusos. Por esas fechas Franco declaró al embajador norteamericano Hayes que deseaba la victoria de Estados Unidos. Pero en el ministerio de Exteriores nipón no podían controlar a las autoridades de ocupación que incluso procedían con cierta severidad contra las empresas comerciales alemanas. La situación fue empeorando y no se permitió la repatriación de las más de 500 personas que lo solicitaron. La colonia española, por razones humanitarias o de solidaridad racial, intentaba ayudar a los prisioneros blancos de los campos de Luzón y Mindanao y eso enconó la situación. Llegaron las detenciones. El aviador Jiménez, presidente del Casino Español, fue encerrado. Bonifacio Ellacuría fue juzgado por espionaje y condenado a morir de hambre. Su delito consistía en haber escuchado la radio norteamericana. En 1944 la Kempei asesinó a la familia Zuloaga y a José Ozamiz después de torturarlos salvajemente.

La proclamación de independencia del presidente Laurel aumentó la tensión. Ante las amenazas del embajador Hayes, Franco no se atrevió a reconocerlo y eso causó gran malestar en Tokio. El tono laudatorio projaponés de prensa y libros fue desapareciendo, mientras que se definía al jefe de la contraofensiva aliada, Mac Arthur, como una de las más extraordinarias revelaciones de esta guerra.

Durante la batalla por Manila, sabiéndose perdidos, los marinos japoneses volcaron su desesperación contra los civiles. Aunque fuesen aliados o neutrales. Asaltaron e incendiaron los consulados alemán y español, asesinando en este último a 50 personas. La Casa de España, el Casino Español, la Tabacalera, la Universidad Católica, el Colegio de San Vicente Paul, los conventos de los franciscanos y de las clarisas, el colegio de los salesianos... todos sufrieron sus violencias. La vida no valía nada. El párroco de San Marcelino fue asesinado a bayonetazos mientras suministraba los últimos sacramentos a los agonizantes. La cifra de españoles masacrados fluctúa entre 243 y 300 – de ellos, 50 sacerdotes – y hubo 300 heridos graves. Trece portugueses fueron asesinados, el 10% de la colonia. Algunas familias, como los Berlanga o los Albadalejo, quedaron prácticamente exterminadas. Según las autoridades norteamericanas, la expoliación de bienes de los españoles llegó al 80%.

El ministro de Exteriores Lequerica protestó ante Suma, pidiendo indemnizaciones millonarias y declarando que España dejaba de representar los intereses nipones en el extranjero dolorosamente impresionada por la comisión de tales delitos. El 17 de marzo se prohibía a la prensa difundir informaciones de fuente japonesa y se imponía la obligatoriedad de resaltar las victorias norteamericanas y chinas. Finalmente, el 12 de abril el Gobierno español rompió relaciones diplomáticas con Japón.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Mensaje por Buscaglia »

Por cierto, que el testimonio de Nina Lizarraga ejemplifica bien como cambio la vida de los hacendados españoles bajo la ocupación:

Del todo a la nada
La experiencia de María Elena nena Lizarraga ejemplifica bien el trauma que supuso la invasión japonesa para la acomodada colonia española. Elena había nacido en Manila en 1924. Su abuelo Tirso Juan Lizarraga había salido de un pueblecito navarro con 17 años hacia Filipinas, siguiendo los pasos de otros familiares. Llegó a Manila en 1866 y los negocios le fueron bien, explotando varias haciendas y una industria azucarera. Su hijo pudo estudiar en Europa, se casó y tuvo tres hijas, entre ellas Elena. En 1935 la madre de Elena falleció en San Juan de Luz, donde residía por razones de salud. Las tres hijas quedaron internas en un colegio de Inglaterra con su nanny. Estudiaban en invierno y viajaban en verano. Al estallar la II Guerra Mundial su padre las obligó a elegir entre instalarse en Pamplona o en Estados Unidos. No lo dudaron. Vivieron una vida de ensueño entre Filadelfia y Nueva York: fiestas, galerías de arte, los bailes del Waldorf Astoria amenizados por la orquesta de Xavier Cugat, el estreno de “Lo que el viento se llevó”...

En 1941 las tres volvieron a Manila, a tiempo para que su vida se convirtiera en un infierno. Pese a la declaración de ciudad abierta los bombardeos se sucedían. Su nanny, súbdita de un país beligerante, fue a la cárcel. La familia perdió su mansión. Pero la vida seguía. Elena se casó con un español y en 1944 tuvo su hijo. En febrero de 1945 el mundo se volvió loco. Japoneses histéricos entraban en los domicilios y asesinaban a los vecinos. Una bomba incendió su apartamento. Elena salió a la calle llevando en brazos a su hijo de nueve meses. Los japoneses le dispararon, una bala le alcanzó el pie y otra la pierna. Su hermana Vicky recibió un disparo que obligó a que le amputasen la pierna. Vicky quedó tirada en la calle, pedía agua y los soldados le acercaban la cantimplora, se la ponían delante de la cara y la retiraban, riendo.

Con su hijo, marido, padre y hermana Rosa se refugió en una casa donde ya estaban escondidas otras personas. Rosa, para proteger al bebé, lo ocultó en una nevera inutilizada. Justo a tiempo porque entró una patrulla para matarlos. Una bala traspasó el cuello de Elena y otro soldado, al ver que todavía vivía, la arrastró por el suelo y la quiso rematar de dos bayonetazos. Finalmente la dieron por muerta. Encerraron a los hombres en un baño y arrojaron dentro granadas. El padre murió y su marido se salvó alejando la granada de una patada, aunque perdió el pie.

La patrulla partió a por más víctimas. Elena se arrastró hasta Rosa, que agonizaba. Su hermana la llevó hasta la nevera donde había escondido al bebé y murió. El drama no había terminado. Entró un soldado joven con la misión de rematar a los heridos. Al comprobar que Elena seguía viva, le hizo un gesto de silencio y la señal de la cruz. Tras ello fingió atravesarla con la bayoneta. En un estado lamentable, pero vivos, sobrevivieron escondidos unos días. Finalmente atisbaron a una enfermera norteamericana que le dio un cigarrillo como calmante y les llevó al hospital.


Adjunto algo de bibliografía sobre los españoles y Japón en la II Guerra Mundial:
AGUIRRE, J. F.: La II Guerra Mundial.- Argos, Barcelona, 1964.
ARASA, D.: Los españoles en la guerra del Pacífico.- Laia, Barcelona, 2001
ARRUPE, P.: Yo viví la bomba atómica.- Mensajero, Bilbao, 1991
NUÑEZ, J. Relaciones España-Japón durante la II Guerra Mundial en “Serga” nº 24 (julio-agosto 2003).
GÜELL, Carmen: La última de Filipinas.- Belaqua, Barcelona, 2005.
RODAO, F.: Franco y el Imperio japonés: imágenes y propaganda en tiempos de guerra.- Plaza&Janés, Barcelona, 2002.
RODRÍGUEZ, M.: Espías vascos.- Txalaparta, Tafalla, 2004
RÓMULO, R.: Yo vi la caída de Filipinas.- Atlas, Madrid, 1945
SÁNCHEZ, F.: Filipinas y España durante la II Guerra Mundial en “Historia y Vida” nº 340 (julio 1996)
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Mensaje por Japa »

Y en España, en esos años, la mente certera del cuñadísimo Suñer explicaba a todo el que todavía tuviera paciencia para oírle que sin lugar a dudas Japón cedería tras la guerra las Filipinas a sus legítimos dueños, es decir, los españoles.
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Japa escribió:Y en España, en esos años, la mente certera del cuñadísimo Suñer explicaba a todo el que todavía tuviera paciencia para oírle que sin lugar a dudas Japón cedería tras la guerra las Filipinas a sus legítimos dueños, es decir, los españoles.
Sí, la duda que tengo al respecto es ¿era falta de visión política o los fondos japoneses lo que le hacían decir esas cosas?

Desde que el representante de FET Emilio Herrera y el embajador oficioso franquista José del Castillo, apoyados por el príncipe Konoye, lograron que Tokio reconociese al gobierno de Burgos, en España muchos hacían gala de niponfilia. Pero no sabemos si de corazón o subvencionada económicamente. Se publicaron varios libros de la Editora Naval y la Editora Nacional glosando las glorias japonesas. Millán Astray, en su prólogo a la traducción del Bushido, el código samurai, escribió: "Culto al honor, culto al valor, culto a la cortesía y culto a la Patria. Los héroes nipones no conocen la derrota ni la cautividad; los que se creen vencidos se hacen el harakiri antes de entregarse. ¡Y qué decir de los agonizantes que sonríen al exhalar el último suspiro!". Carrero Blanco - que de tonto no tenía un pelo - justificaba las conquistas japonesas en su libro “España y el Mar”: "La nueva potencia (...) aspiraba a una expansión continental indispensable para asegurarse una vida próspera; su exceso de población la exigía de una manera imperativa". Menudeaban las alabanzas al pueblo japonés, como éstas extraídas de una biografía del almirante Togo: "Soldados y marineros asombraron al Mundo por su estoico valor. ¡Cuánto heroísmo y cuanto altruismo en el pueblo! Bastó que soplase el viento de la lucha para que en todos se renovase la caballerosidad legendaria".

El ministro de la Guerra Varela escribía a su homónimo, mariscal Hata, en abril de 1940: "Al noble y abnegado Ejército del Imperio Japonés que, en Oriente, con avasallador ritmo triunfal, ha levantado el dique formidable de su valor y de sus armas para contener el empuje de la invasión roja, destructora de patria, hogares y templos". Varela aludía a la misión civilizadora, humana y patriótica del Ejército japonés, similar a la desarrollada por el Ejército español en Occidente. Aunque tampoco faltaron las voces críticas, entre las que destacaba el ministro de Falange Arrese, quien manifestó sus dudas sobre el futuro papel de Japón.

Toda esta niponfilia ¿no estaría sufragada económicamente con Japón? Creo que el embajador ¿Suma? repartió mucho dinero (que traía en forma de perlas) para atraerse a personajes importantes.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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