LA "GUERRA" DEL APIO

Aviones, helicópteros y demás medios aéreos.
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Cpt_Muller

LA "GUERRA" DEL APIO

Mensaje por Cpt_Muller »

Diseñado con idea de lograr un bombardero con las características de un caza, el Caproni AP-1 ya en sus pruebas iniciales se reveló como un armatoste excesivamente pesado, lento para actuar en el frente de combate y para colmo inestable; de ahí que solo se construyera una pequeña serie de 22 unidades, de las que 10, procedentes de la cancelación de un pedido para Uruguay, nos encajaran los italianos, llegando a España a finales de 1938, en plena guerra civil.
Construido en madera y metal dotado de un motor Alfa Romeo 126 RC-34 de 680 CV, estaba armado con dos ametralladoras de 7,7 mm en los planos, otra móvil tras la cabina y una bodega capaz de 400kg de bombas. El Apio , así se le motejó, por el color verde-ocre amarillento de su camuflaje y la pronunciación italiana de su nombre :AP-1, no encontraría acomodo en los grupos de asalto , ya equipados con los eficientes Romeo Ro-37 Pavos (He 45) y He 51, cuyas experimentadas tripulaciones no estaban para ensayos con un material de dudosa efectividad; de modo que, por no se que extraña razón , matriculados del 31-1 al 10, acabaron destinados en la escuela de caza, a la sazón ubicada en Gallur. Tampoco aquí, donde la función docente recaía en los Ro-41 y Fiat CR-32, habría un lugar apropiado para ellos: sin embargo se quedaron bien para desplazamiento de los profesores, a para que en él se soltara algún alumno aventajado, a fin de que conociera algún avión más pesado.
Siguiendo siempre el itinerante destino de la escuela, los Apio pasaron en 1939 a Villanuela, más tarde a Reus, luego una breve estancia en Tablada y por último a Morón.
Cuando en 1940 inició su actividad en León la Academia de Aviación, su 82 Grupo Mixto de entrenamiento contó con algún AP-1.

Entretanto el grueso de los Apio, luciendo en su costado el popular emblema del águila y el pingüino con la inscripción “no somos nadie”, más bien sesteaban, contemplando los fieros combates y persecuciones de los Romeo y Fiat.
Se decía que era difícil y peligroso, de ahí su marginación, pero esto lo rebatió Miguel M. Vara de Rey, para quien “no era un mal avión; si más difícil, por pesado, que el Chirri pero noble.”
Abundando en este parecer Fernando Bengoa, que lo había volado en Reus y Morón, contaba: “Se le consideraba un avión difícil, pero no es cierto; quizás le echábamos un poco de cuento. Yo lo volé cuando tenía solo 250 horas. Era fino volando, con las características típicas de los aviones italianos; en varias ocasiones ensayamos toneles de pasada con mucha velocidad y sin mayores riesgos. Si es verdad que, al ser más pesado que el resto de los monomotores en uso, tenias que llegar a la toma con algo de motor, lo cual entonces era raro.”
Acerca de su actividad en la escuela: “lo empleábamos de enlace y preferentemente transporte, por su buena capacidad de carga; yo siempre lo conocí sin los pozos lanzabombas; eran años difíciles y cambiamos aceite por otras mercancías”
Hablando de su capacidad, el célebre Miguel Entrena, que como profesor lo voló en Morón, pecando sin duda de exageración, aseguró que en cierta ocasión había llevado a Sevilla a ¡13 fororos! Para ver al Athetic de Bilbao. Lo que si está comprobado es que era una función obligada del Apio ir todos los domingos y fiestas de guardar a Tablada a recoger al cura y devolverlo tras la celebración de la santa misa.
Otra característica del AP-1 en la que coinciden los ex-profesores de Morón Rafael Lorenzo y Jaime Pla, se refiere a su incomoda cabina, donde el piloto se sentaba prácticamente en el suelo, con las piernas casi horizontales, de tal forma que. Estando el avión en tierra, los pies quedaban a la altura de los hombros.
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Cpt_Muller

Mensaje por Cpt_Muller »

Un Apio de Morón habría de protagonizar un insólito y trágico suceso hoy apenas conocido. Eran las 5 de la madrugada del 17 de julio de 1947, cuando un centinela situado a unos 100 metros del barracón de la plana mayor daba el alto a una persona que se identificó como el cabo mecánico Mendizábal, quien le dijo que iba a preparar el AP-1 para el teniente coronel Salvador; cuya costumbre de salir temprano en los viajes era de todos conocida. Media hora después Mendizábal, acompañado de dos cabos que se habían incorporado al barracón, sacaban de éste el Apio (ES 4-9) dejándolo en la puerta. El soldado que a las seis relevó al centinela citado vio, cuando ya empezaba a clarear, a un piloto con casco y gafas en la cabina y como el cabo, en tierra, le ponía en marcha el motor. Tan pronto arrancó, salió el avión rodando y levantando una polvareda que le impidió ver si llevaba algún tripulante más. En ese momento, el oficial de la Guardia Aérea se encaminaba hacia el edificio de la cocina, cuando, ciertamente sorprendido al saber que no había ningún piloto en el aeródromo, escuchó el ruido de un avión rodando en tierra. Un tanto perplejo corrió hacia el campo de vuelos, viendo como un Apio marchaba a gran velocidad y tras el, haciéndole señas pistola en mano, corría el sargento de guardia. Poco después, aproandose al viento, el avión despegaba por fin, alejándose en distancia y altura, entretanto oscilaba de izquierda a derecha. Reunidos el oficial y el sargento, éste le comunico que el avión iba pilotado por el cabo armero Alonso Cimiano, a quien en los primeros momentos, debido a llevar puestos el casco y las gafas alemanas del teniente coronel Salvador, lo había confundido con él.
Tras las primeras pesquisas se pudo averiguar que en avión viajaban también el ya mencionado Mendizábal y el cabo radio Gutiérrez Márquez, quienes al igual que el piloto, pretextando salir de madrugada en el tren, habían dormido en el aeródromo.

Serían las seis y media de la mañana cuando un extraño ruido de avión hizo levantar la cabeza a Manuel Serrano, un labrador del cortijo Espejo (término municipal de Pruna). Aquel avión que se acercaba a gran altura, bien por el sonido de su motor, o porque raramente se inclinaba a un lado y a otro, le llamó la atención, y mientras de forma mecánica se liaba un cigarrillo, no lo perdió de vista. A su juicio iba sin dirección y a poca velocidad; perdiendo altura con rapidez, para recuperarla a poca distancia del terreno; asi dos o tres veces, hasta que ya en vuelo nivelado giró de pronto hacia la derecha y ante su asombro lo vio estrellarse de morro en el lugar conocido como Baga de los Contrabandistas, explotando el motor e incendiándose como una hoguera. Rápidamente con intención de ayudar a sus tripulantes, se dirigió al lugar, pero debido al fuego y a la explosión de la munición que debía de llevar, poco pudo hacer, limitándose a apagar los pequeños focos del incendio que había prendido en el rastrojo de los alrededores.
Entretanto en el aeródromo, tras comprobar que la cerradura de la armería había sido forzada, pudieron percatarse de la falta de tres pistolas Star de 9 corto, una ametralladora Breda de 7,7 y dos fusiles Negrillos, además de abundante munición para tales armas, y un machete. Por otro lado, también se pudo constatar que en la estación de radio el transmisor había sido inutilizado por sustracción de una lámpara y tres más de repuestos.
De la inspección de los restos del avión donde apareció, lógicamente destruido, el armamento citado así como de la investigación pertinente se pudo deducir que el Apio había despegado sobre tres puntos y que en esta posición, luego de varios botes, en un corto espacio de tiempo había ganado una gran altura, que según testigos luego fue aumentando. Todo ello hizo pensar que durante todo el vuelo el piloto no solo no mantuvo los gases a fondo, sino también el más ciento metido, lo que produjo un agarrotamiento del motor, que no fue capaz de mantener en vuelo el avión, más allá de los 25 km distantes hasta donde cayó.
Descartado el móvil político, que en principio se pensó, y con el convencimiento de que las armas que portaban eran para su defensa, para impedir que nadie por tierra o por aire malograra su plan, mucho se especuló acerca de la pretensión de aquellos insensatos desertores. Se barajó la posibilidad de que, llevados por la fantasía de Alonso, trataran de alcanzar algún punto del norte de África, aunque también se aportó al sumario el dibujo que un mes antes el cabo Gutiérrez dedicaba “con afecto de un aventurero” a un compañero. Encabezado por el emblema del Ejercito del Aire, mostraba el mapa de la península Ibérica y el continente africano y una ruta marcada que, partiendo de Morón y rodeando la costa, llegaba nada menos que hasta Libreville, en la Guinea Francesa.

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Para terminar diremos que la última noticia, que del Apio tenemos es trágica también, y se refiere al accidente que el 1 de mayo de 1948 se producía en las inmediaciones de Granalejos (León), donde perdieron la vida los tenientes Novo y Acuña, ambos ayudantes del profesor de la Academia de Aviación de León, a la que se incorporaban desde Madrid.


Fuentes: “Canario”, AVION REVUE Nº 149 Nov 1994, Sección Historia.

Rescatado de un baúl de los recuerdos encontré un montón de antiguas revistas de Avion Revue, de este avión en concreto apenas he encontrado nada por Internet de su paso por España, a pesar de que como pueden ver dio “guerra” a su manera.

Salutën
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MiguelFiz
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¡Excelente!

Mensaje por MiguelFiz »

Excelente Muller, otro de esos bichos italianos que merecen ser recordados :dpm:
Actualmente leyendo...
  • "The Impact of the Russo-Japanese War" de Rotem Kowner
    "The abyss. World War I and the end of the first age of globalization" de Niall Ferguson"
    "Lost at Nijmegen: A rethink on operation 'Market Garden'! de R.G. Poulussen
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...las tropas afganas tienen 300,000 elementos bien equipados, tan bien bien equipados como cualquier ejercito en el mundo, y una fuerza aerea, contra unos 75,000 talibanes. NO ES INEVITABLE la toma de Afganistan por los talibanes.

Respuesta a la pregunta de un periodista el 7/julio/2021 de Joe Biden, comediante, entrenador de amigos imaginarios y presidente aficionado
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Ab insomne non custita dracone
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