Alquimia bélica

Nuclear, químima, experimientos, proyectos fallidos o no finalizados, otros temas de interés y anecdóticos....etc.

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Alquimia bélica

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En la Europa central del Renacimiento, la alquimia y todas las ciencias y pseudociencias que la componían (química, física, medicina, botánica, metalurgia, astrología, esoterismo, nigromancia, etc)tuvo un papel importante en el soldado que iba a combatir, tanto en el armamento que portaba, como en pociones u otros remedios más o menos milagrosos que le permitieran volver sano y salvo.

Sabemos que uno de los factores más importantes en el combatiente es el factor psicológico y en realidad estas armas, pociones y equipamiento diverso eran más de carácter psicológico para el que la portaba que para el enemigo, también que los resultados de ciertas pociones y brebajes eran de carácter psicosomático.

La siguiente exposición trata de los tratamientos y creencias científicas de la época y destinadas como uso bélico.


COMO EVITAR HERIDAS O SER INVULNERABLE

El “moho de cráneo”

La principal preocupación para el hombre de armas que se dirigía a la guerra, era el modo de evitar las heridas y uno de los modos más empleados era el llamado Usnea humana o “moho de cráneo” que es una sustancia, más o menos, mohosa que aparece pasado cierto tiempo en el cráneo humano.
Este “moho” no trataba de la ridícula magia o supersticiones del pueblo llano, sino que estaba fundada en teorías científicas de la época. En aquella época se pensaba que era un excelente remedio para los desordenes cerebrales ya que su origen se producía en la cabeza y que su forma mohosa era eficaz para detener las hemorragias pero no valía cualquier cráneo, el “moho de cráneo” tenía que pertenecer a un ahorcado o decapitado.

De acuerdo con la “medicina mágica”, ningún otro cráneo podría servir, pues en circunstancias normales la muerte era precedida por la enfermedad, entonces el cuerpo era “contaminado” por la enfermedad, de modo que el “moho” estaría contaminado y sus características curativas no tendrían efecto. Sólo el hombre que había muerto en aparentes condiciones de buena salud poseía las cualidades necesarias, ¿Qué hombres eran esos? Los ejecutados o los cadáveres de un campo de batalla, puesto que su muerte había sido repentina y por lo tanto la enfermedad no habría “contaminado” las cualidades mágicas.

El uso de dicha sustancia era relativamente fácil, si lo comparamos con otro tipo de pociones o rituales que veremos más adelante y dice así:

“Búsquese el cráneo de una persona ahorcada o ejecutada en la rueda, que ya haya brotado moho. Señálese bien el lugar y déjese intacto el cráneo. Vuélvase al día siguiente y prepárese el cráneo para que sea fácil recoger el moho. El viernes siguiente, antes de la salida del sol, acúdase nuevamente al lugar, recójaselo en un trocito de paño, y cósaselo al forro de la chaqueta, bajo la axila izquierda. Mientras se use la chaqueta, se estará a salvo de la bala, filo o estocada.”

De acuerdo con otra receta, es mejor tragar un poco de este moho antes de la batalla e incluso funcionaba si el soldado lo sostenía con la mano cerrada.

La piedra del gamo

El mundo animal también suministraba valiosos medios de protección. La piedra del gamo, era la pariente pobre de la piedra bezoar que se extraía de los antílopes o animales exóticos con cuernos, y que se suponía era un remedio infalible contra todo tipo de venenos.
Se creía que durante determinadas épocas las balas no herían a los gamos y eso se debía a que el gamo ingería hierbas que los hacían invulnerables y que mientras duraran los efectos era imposible hacerles daño, por consiguiente era necesario hacerse con esas hierbas y la naturaleza daba la respuesta a como conseguir esas hierbas.
La piedra del gamo o bezoar en los antílopes son hierbas mal digeridas que mezcladas con el pelo del propio animal forman residuos sólidos de forma esférica.

El cazador tenía que esperar a que los efectos invulnerables pasaran y una vez cazado el gamo, procedía a extraer la piedra del estomago del animal y se encontraba en posesión de todas las cualidades mágicas de las hierbas digeridas por el animal.
Las instrucciones para hacer uso de la piedra eran las siguientes:

“Cuando la tierra esté bajo el signo de Marte, redúzcase la piedra gamuza a polvo, tómese una pizca de vino de malvasía, y luego comiéncese a correr, hasta que todo el cuerpo esté cubierto de sudor. Repítase tres veces la misma operación, y todo el cuerpo se tornará invulnerable.”


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Amuletos y encantamientos de protección.

Como complemento para el “moho de cráneo” o la piedra del gamo, existían otro tipo de remedios u otro tipo de magia si se prefiere, existían los pergaminos con extraños signos y formulas, palabras mágicas y la numerología. Si se colgaban alrededor del cuello o mejor si se los tragaban dichos pergaminos, serían inmunes al acero enemigo.

Los signos mágicos o encantamientos incluían palabras como: Arios, Beji, Claigi, Ulpke, nalt nasaa o eri lupe entre otros grupos de letras elegidos al azar. Los pergaminos eran pagados a precio de oro y, ciertamente, infundía una extraordinaria bravura a los soldados, pues creían que estaban a salvo de las armas del enemigo. Si un soldado caía herido, no era fracaso del amuleto, se apelaba a que el enemigo había usado palabras o encantamientos mucho más poderosos pero el amuleto en sí había funcionado ya que la herida no era mortal. Si el soldado caía muerto en combate, no existían muchas probabilidades que el cliente denunciara que los supuestos pergaminos o palabras mágicas no funcionaban.

Ananisapta y Sator eran dos palabras de gran poder mágico que todavía no se han podido descifrar o quizás nunca han tenido un significado y que citaban príncipes y generales antes de una batalla.

También existían los cuadrados mágicos con diversos números, las claves de dichos cuadros consistían en la suma final de todos los números, que tanto en vertical, horizontal o diagonal, daba como resultado 34, la suma de 3 y 4 da 7 cifra que, como todos sabían, era el número mágico por excelencia. Es el denominado Cuadrado mágico de Durero.

Cuando el soldado común se enfrentaba a un enemigo invulnerable mediante pactos con el diablo o sospechoso de pacto, el método científico de la época consistía en: hundir la punta de su espada en el estiércol de los cerdos y en cuanto a las balas antes de introducirlas en su mosquete tenía que meterlas en su ano. Estas actitudes intimidaban al diablo que abandonaba al soldado con el cual tenía el pacto, siendo vulnerable como cualquier otro mortal. Dicho ritual es descrito por la Sociedad Alemana de Medicina e Historia Natural en 1691, en un boletín oficial escrito en latín, y cuyo título era bastante extenso, por lo cual era conocido como Ephemerides.
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LA ARMADURA

No se iba uno a la guerra sólo con los encantamientos mágicos y pociones diversas, habría que dotar a la armadura de cierto poder místico frente a los adversarios. La influencia de los autores clásicos era lo bastante poderosa para que, leyendas como la armadura que había forjado Vulcano para Aquiles, armadura que no sólo servía para proteger de los golpes acometidas sino que de solo mirarla, el enemigo era presa del pánico, se convirtieran en una posible realidad.

Durante mucho tiempo se caviló sobre el secreto de la maravillosa armadura, sólo se sabía que estaba hecha de un metal llamado Electrum , pero nadie sabía sobre los componentes de tan peculiar metal. Paracelso suministró la solución sobre el portentoso metal.

Todos los metales, según Paracelso, están sometidos a las influencias planetarias, cada metal posee la influencia de determinado planeta, por consiguientes si se mezclaran los metales apropiados cuando las constelaciones precisas ocupan el cielo, se obtendría la nueva sustancia metálica. Paracelso bautizó el nuevo metal con el nombre de Electrum Magicum y consistía en una amalgama de oro, plata, cobre, acero, plomo, estaño y mercurio. La peculiar receta exigía grandes cantidades de oro y plata, de modo que no estaba al alcance de los pobres.

Pero no era fácil de obtener ni siquiera para los ricos. La preparación del peculiar metal exigía que se aplicaran ciertas reglas muy complejas. Todo el proceso requería, aun en los mínimos detalles, un carácter marcial. El cielo, el aire, el día, la hora, el lugar, el artesano, los utensilios, todo debía conformarse al espíritu de Marte. La forja, el martillo, las tenazas y el fuelle debían de haber sido construidos bajo las constelaciones apropiadas, por lo que además de conocimientos de alquimia era necesario estar versado en astrología.

El fuego para la forja debía de ser el fuego ocasionado por un rayo. Por tanto era necesario esperar hasta que un rayo cayera e incendiara un árbol o cualquier otro elemento, transportarlo a casa y mantenerlo hasta el período astrológico exacto que debía presidir la forja de la armadura.

Los siete metales debían ser fundidos bajo siete constelaciones diferentes, una dura prueba de paciencia. También el armero debía tener un ánimo marcial, era necesario que se sintiera poseído por pasiones bélicas, lo cual no era difícil de conseguir si recitaba versos heroicos. Se recomendaban los siguientes versos:

“Ut lupus imbelles violentos territet agnos,
Ut timidos faevos exhorret Dama Molossos,
Sic hace incutiant mortalibus arma timorem.”

Se aseguraba el éxito si además se grababa sobre la armadura algún símbolo o lema. Naturalmente los correajes que ceñían la armadura al cuerpo también debían de tener ciertas cualidades, debían ser de cuero de lobo o hiena, se creía que ambos animales poseían carácter marcial. La piel de lobo era particularmente eficaz cuando había sido cortada del lomo de un animal vivo. El concepto era el mismo que para la Usnea humana o “moho de cráneo.” Ahora el guerrero ya iba perfectamente equipado, pero no bastaba la protección. Era necesario destruir al enemigo.
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LA ESPADA

Las leyendas de la Edad Media, de gran influencia para la alquimia de la época, abundan en espadas “mágicas”, no existía un héroe que no poseyera un arma de este tipo, la mayoría tenían nombres que las hacían especiales: Excalibur , del rey Arturo, Durandal , de Rolando, Joyeuse, de Carlomagno o Balmung de Sigfrido por poner unos ejemplos. Naturalmente quienes se hacían eco de esas leyendas, no se detenían a pensar que gran parte del mérito era del guerrero en cuestión, sino que le atribuían por lo menos el cincuenta por ciento de su valor a su espada.

Con el fin de forjar una espada digna de entrar en las leyendas o la historia, era preciso combinar una serie de elementos un tanto peculiares.
Era indispensable que la hoja ya hubiera servido para matar a un hombre. La vaina debía forjarse con el rayo de una rueda que el verdugo hubiese usado para romper los huesos de un condenado, dicha vaina debía forrarse con una tela empapada en la sangre menstrual de una virgen. La empuñadura debía fabricarse con el hierro de una cadena utilizada durante un ahorcamiento.
Si alguien construyó una espada con semejantes materiales, olvidó dejar escrito cuales eran sus poderes aunque es de imaginar que esos poderes harían más hábil al guerrero y que la espada sería irrompible.
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EL ELIXIR DEL CORAJE

Uno pudiera pensar que ya se estaba listo para ir a luchar contra los enemigos, nada de eso, se necesitaba algo más para evitar el desaliento en la batalla, el Agua Magnanimitis, el brebaje se preparaba de acuerdo con la siguiente receta:

“En mitad del verano, tómese el látigo y castíguese vigorosamente un hormiguero para que las hormigas, atemorizadas, exuden su secreción ácida y olorosa. Tómese cantidad suficiente de hormigas, y deposítelas en un alambique. Viértase coñac fuerte y puro sobre ellas, séllese el recipiente y póngase al sol. Déjese allí durante catorce días, fíltrese y póngase en el licor obtenido media onza de canela.”

El brebaje debía beberse antes de la batalla, mezclando media cucharada en un vaso de buen vino. Inmediatamente el soldado se sentía poseído del más heroico coraje, no se trataba de una furia salvaje y sanguinaria, sino más bien del entusiasmo por la gloria que lleva el realizar bravas hazañas.
Se aconsejaba asimismo mezclar la poción con el aceite extraído de la cizaña y frotarse las manos con la mezcla; también convenía aplicarlo en la hoja de la espada. Así preparado el soldado podría enfrentarse a diez o doce adversarios sin dificultad, pues éstos sufrirían un súbito desaliento.
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EL CABALLO

El caballo de batalla también debía realizar prodigios de valor. Las herraduras y el freno de la montura debían de ser fabricados con hierro que ya hubiera servido para matar, las herraduras hacían del caballo un animal valeroso, rápido, inteligente y ágil, el freno lo hacía obediente. Para evitar la fatiga del caballo se debían colgar dientes de lobo en las riendas, lo cual permitía que el caballo galopara durante días sin cansarse o al menos eso se afirmaba en el siglo XVII.
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Re: Alquimia bélica

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POCIONES CURATIVAS

No bastaba que el soldado fuera invulnerable mediante pociones o encantamientos, ni que su espada fuera invencible o que su espíritu estuviera inflamado de pasión bélica. En campaña era preciso soportar el frío, la sed, el hambre o heridas de guerra debido a encantamientos mágicos más poderosos que los que portaba el soldado. Recuérdese que según el pensamiento de la época el amuleto había funcionado, ya que la herida no había sido mortal.

Combatir el frío

Uno de los tratamientos contra el frío, muy utilizado entre las personas sin techo hoy en día para combatir los rigores del invierno, consistía en envolver los pies con papel y también por entre las medias, también se recomendaba verter un poco de coñac en las botas.
El otro tratamiento era un poco más complicado, requería de algunos ingredientes y su posterior preparado.

“Tome una cazuela de estiércol de paloma, redúzcalo a cenizas quemándolo, destílese la ceniza en lejía, y lávese con ella los pies y manos. Si empapa la camisa y los calzones en la misma lejía, y luego se seca cuidadosamente las prendas, soportará fácilmente el frío más intenso durante catorce días.”

Combatir la sed

Contra la sed se requería una piedra transparente del tamaño de un guisante que se formaba en el hígado de un capón de cuatro años, y depositarlo bajo la lengua, así no se sentía sed.

Combatir el hambre

Contra el hambre se utilizaban los conocimientos de Aulo Gelio, abogado y escritor romano del siglo II que escribió “Noches Áticas”, un compendio de conocimientos del mundo antiguo, en el se relata que cuando el guerrero escita no tenía alimentos, se limitaba a ajustar un ancho cinto alrededor de la cintura. De acuerdo con la idea de los escitas, la intensa presión reducía el espacio ocupado por el estomago y los intestinos, que de ese modo no podían absorber nada, y si no podían recibir alimentos, no tenía sentido el tratar de llenarlos.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

Extracción de flechas

Si una flecha se rompía en la herida, se debía utilizar una formula mágica. Había muchas versiones aunque la Iglesia las prohibió todas, ya que no eran otra cosa que formulas y encantamientos paganos, en los que se había reemplazado el nombre de los dioses por los de Jesús y los santos.

“Como Nicodemus, hombre piadoso y santo, extrajo los clavos de las manos y de los pies de Nuestro Señor, y ellos se deslizaron fácilmente, que esta flecha se deslice fuera de tu cuerpo con la misma facilidad; que el Hombre que murió por nosotros en la Sagrada Cruz te ayude en esta partida.”

La plegaria había que recitarla tres veces, a la tercera vez se cogía la flecha y se extraía. Es fácil imaginar el dolor del infortunado que recibía el tratamiento ya que se basaba en la fe del herido en esa plegaria.

Ungüento de guerra

Bajo este nombre se encontraba uno de los emplastos del que alguno de los ingredientes eran realmente fantásticos, su uso era para el tratamiento de heridas de guerra.

“Tome media libra de grasa de jabalí, media libra de grasa de verraco, y la misma cantidad de grasa de oso macho. Reúna una buena cantidad de lombrices de tierra, deposítelas en una vasija, selle el recipiente y caliente las lombrices hasta que queden reducidas a cenizas. Tome tres medias cáscaras de huevo llenas de estas cenizas, agregue un poco de moho de cráneo, al que previamente se habrá dado la forma de cuatro nueces, y que haya crecido en el cráneo de un ahorcado o de un hombre muerto en la rueda. Tome dos onzas de heliotropo y tres onzas de sándalo rojo, reducidas a polvo fino, mezcle todo esto con la grasa y agregue un poco de vino. De esta forma obtendrá el noble Unguentum Armarium, el ungüento de guerra.”

No nos asustemos, este potingue no se aplicaba a la herida, sino al arma…al arma que causaba la herida, siempre que se hubiese conseguido dicha arma. Si no se había conseguido, debía conformarse con otro tratamiento.

Era esencial determinar que porción del arma había penetrado, precisamente esa porción se debía cubrir con el ungüento y la técnica variaba si el arma era cortante o punzante. En el primer caso, el ungüento debía aplicarse en la dirección general del corte, de lo contrario la herida se cerraría, pero permanecería abierta por dentro. Si se trataba de un arma punzante, el ungüento se distribuía alrededor de la punta y un poco hacia arriba.
La siguiente etapa consistía en envolver el arma en un tela limpia, y depositarla en un lugar tibio y a cubierto de corrientes de aire. Si el arma estaba expuesta al viento o bruscos cambios de temperatura, la “herida” sufría inmediatamente las consecuencias. Debía cambiarse diariamente el vendaje, como si se estuviera tratando la herida.

Pero sino se aplicaba a la herida ¿Cómo funcionaba? El extraño procedimiento no era otra cosa que la aplicación de la llamada “terapia por simpatía”.
La terapia por simpatía consistía en una teoría la cual las relaciones de los hombres, los animales, las plantas y todos los factores del universo, están determinados por la simpatía o la antipatía. La sangre que manchaba el arma tenía la misma composición que la sangre de la herida, es decir, existía una “relación simpática” entre ellas. Del mismo modo que el imán atrae el hierro, la herida atraería el misterioso poder curativo que existía en los ingredientes del “ungüento de guerra”. Por “lógica”, el herido sanaría aunque estuviese a cuarenta kilómetros de distancia.

El fenómeno parece curioso, pero la opinión científica general aceptaba la teoría del influjo simpático; por ejemplo, en caso de enfermedad, a menudo se utilizaba una muestra de sangre para diagnosticar la condición del paciente. Dicha muestra se depositaba en un recipiente de vidrio y sellarse. De acuerdo con las leyes de la simpatía, la sangre del recipiente mostrará la evolución del paciente, se mantendrá limpia si el paciente mejora, pero se enturbiará si la enfermedad se agrava.

Si el arma causante de la herida no pudiera ser hallada, habrá que escarbar la herida con un trozo de madera, hasta que empiece a fluir sangre y luego se aplicará el ungüento al trozo de madera, siguiendo los mismos procedimientos que si se tuviera el arma.
Por su parte, el paciente debía guardar reposo mientras durara el tratamiento, y limitarse a mantener limpia la herida y a seguir una dieta. Lo más interesante y curioso del asunto es que casi todas las personas tratadas con este método sanaban; en cambio la mayoria de aquellos a quienes los médicos procuraban salvar la vida por otros medios, perdían la vida.

La explicación del enigma es bastante sencilla, los pacientes tratados con el ungüento bélico sanaban porque ningún médico manipulaba las heridas, las condiciones higiénico sanitarias de aquella época brillaban por su ausencia, de modo que el cuerpo humano desarrollaba su propio proceso de cicatrización y curación sin infecciones exteriores.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

Coprofarmacia

La coprofarmacia es una técnica de preparación de pociones, emplastos y demás potingues cuyo ingrediente principal son los excrementos de algunos animales.
Se utilizaba una receta compuesta de varios ingredientes escatológicos mezclados con otras sustancias que se aplicaba sobre la herida.

“Si la hemorragia es muy intensa, prepárese una mezcla de incienso, sangre de drago y áloe, agréguese n poco de estiércol seco de caballo y extiéndase sobre la herida. Pueden obtenerse buenos resultados con estiércol de cabra, reducido a polvo y mezclado con vinagre. También puede prepararse una aplicación con estiércol de ganso mezclado con vinagre fuerte”.

Dicho tratamiento era más eficaz si se tomaba cerveza con un poco de album graecum , destilar la mezcla y dar al herido una cucharada de la poción todas las mañanas. Se trataba de una mezcla de fácil preparación, pues el album graecum de misterioso sonido se hallaba en todas los lugares donde hubiera perros, el album graecum es el excremento canino.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

EL MEJOR TRATAMIENTO

La mejor y la más universal de todas las curas contra las heridas de guerra es la que inventó un médico de la corte de Sigmund Bathory. El nombre del médico era Ferenc y era muy respetado por el príncipe transilvano, que no se separaba de él. En 1595, Bathory condujo sus ejércitos contra los turcos, el doctor Ferenc tuvo que acompañarlo. Era un hombre pacífico y amante de la tranquilidad, la idea de salir con un ejército en campaña no es que le atrajera mucho, aunque, naturalmente no podía expresar sus sentimientos.

Después de algunas semanas de incomodidades y peligros, el buen doctor dejó entrever a algunos cortesanos que conocía una medicina maravillosa, capaz de salvar a un hombre de la acción de cualquier arma, incluido el cañón de mayor calibre. A su tiempo el rumor llegó a oídos de Sigmund Bathory, Ferenc era un hombre de extraordinaria sabiduría, de modo que podría haber descubierto algo importante, pensó el príncipe. Inmediatamente mandó al médico de la corte que preparara la milagrosa poción. Ferenc se puso manos a la obra pero declaró que necesitaba regresar a Brasso, la capital, porque allí tenía los ingredientes necesarios.

Bathory ordenó que una fuerte escolta acompañara al médico durante su viaje y esperó el resultado. Lo recibió con sorprendente rapidez, pues Ferenc se limitó a escribir una carta en la que revelaba la poción maravillosa.

“He hallado esta panacea en mi cofre de medicina; a quien desee salvarse de herida de espada, de acometida de lanza y del terror de las balas de cañón… déjenlo vivir en paz en Brasso. Y como considero que ésta es la más segura medicina, aquí me quedaré a esperar el fin de la guerra: y aconsejo a Su Alteza y a todos los que deseen escapar a los peligros de la batalla que sigan mi humilde ejemplo.”

Se desconoce la respuesta de Sigmund Bathory.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

¿Por qué tuvieron éxito estas creencias?

Hay que tener en cuenta que hasta los hombres de ciencia de aquella época se sentían atraídos por lo que podríamos denominar “ciencia mágica”, ya que la superstición era muchas veces disfrazada de ciencia, y quienes la aplicaban no tenían razón para temer que se les acusara de brujería, ya que la brujería lo que buscaba (según el pensamiento inquisitorial y muy arraigado en el pueblo) era el daño a la sociedad mediante plagas, sequías, tormentas y demás catástrofes. La “alquimia bélica” buscaba un beneficio para el cliente, aunque para el alquimista el beneficio era más tangible, tanto el cliente como el alquimista creían en lo que compraban y realizaban respectivamente y difícilmente se puede hablar de estafa o fraude salvo algunos casos concretos, la mayoría de los fraudes estaban más relacionados con la transmutación del oro que en la protección individual.

En cuanto a los soldados no debemos reírnos de su ingenuidad, si su fe se mezclaba con conocimientos que ellos apenas podían comprender, su misma ingenuidad podía servirle de excusa, no obstante, estamos hablando de que los principales usuarios de esta alquimia bélica eran personas con un nivel intelectual pobre, temerosas de Dios y, por supuesto, de las armas del enemigo.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Triton »

Muy bueno, esto si que es otra tecnologia :lol: :lol:

Saludos.
........Y caminaré sin miedo por el valle de las sombras y la muerte y a nada temeré porque soy el mayor hijo de puta del valle.
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Hicks »

Muy interesante Storm. Como dices, y aunque nos pueda causar risa, eran cosas de la epoca y la cultura; hoy dia, desgraciadamente, aun siguen vigentes este tipo de formulas, encuadrado en el continente africano, apoyando los embrujos con la ciencia. Recuerdo haber leido en el conflicto ruandes, de como los chamanes embrujaban a los modernos guerreros armados con Kalasnikov; tras el ritual, el comandante de la unidad disparaba sobre ellos sin que las balas los alcanzasen... desgraciadamente, para esta gente que no ha salido del poblado, el concepto de bala de fogueo es algo que suele desconocer. Por lo que gracias a las supersticion y a la tecnologia moderna, los pobres desdichados van a la batalla pensando que son inmunes a las balas.
Los pilotos de caza hacen peliculas. Los de bombarderos, historia
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Felix_Feito »

Excelente tema, realmente excelente, la verdad, en aquella época, para ir "totalmente" preparado, tela eh ...

Intreresante tambien el aporte de Hicks sobre los chamanes y el "ritual" de las balas de fogueo, que eso pase en el siglo XXI...

Saludos
¡Pero no dispares más, hombre, que le vas a dar a alguien!

Dicho desde una trinchera republicana a otra nacional. Y pararon...
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

La artillería en sus inicios también entró dentro del mito y la leyenda, concretamente a las narraciones relativas a la pólvora, los cañones y sus municiones, principalmente debido a cierta reverencia a la civilización grecorromana, se pensaba que si los antiguos habían ignorado el empleo de la pólvora y sus usos bélicos era porque se trataba de algo diabólico.
Se corrió la leyenda de que el responsable de la invención de la pólvora era de un monje alquimista alemán que enseñó el descubrimiento a los venecianos en 1380, el nombre de tan "malvado" personaje era el de Berthold Schwartz, de Friburgo. En el siglo XV se le concedía el "honor" a un tal maestro Bertrand pero se le concedía el descubrimiento fruto de la casualidad ¿como fue ese descubrimiento?
El maestro Bertrand estaba buscando la forma de crear oro, no de transformar los objetos sino de crear oro usando como base otros elementos, para el experimento utilizó salitre, azufre, plomo y carbón, mezcló estos ingredientes en un recipiente y lo puso a calentar, como es lógico, explotó. Dándose cuenta de la magnitud de su descubrimiento fabricó un ingenio que tenía la forma de un cañón. Con esta mezcla de magia, alquimia y química se creó una leyenda que ganó muchísimos adeptos en el bombardeo de Metz, conocida como la torre de Camoufle del que se decía que disparaba tres veces los días que quería y que empleaba artes mágicas.
Una bonita fotografía de la torre de Camoufle.
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Entraré en la ciudad a pesar de los 30.000 idiotas que desean hacerme frente.
¡ Uuuh, que bien huele la pólvora, que bien huele la pólvora !
Que Galileo tuviera razón aunque se rieran de él no significa que tenga razón cualquiera que cause risa
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Re: Alquimia bélica

Mensaje por Stormbringer »

Una "receta" española para conseguir buenos temples en armas blancas, esta peculiar "receta" era utilizada en la Fábrica de Armas Blancas de Toledo.
"Tomar una parte de asta de buey, otra de cuero o de patas de pájaros, y quemarlas en un vaso cerrado, añadir después una media parte de hollín y otro tanto de sal marina, moler todo hasta reducir a polvo, el que se humedece hasta hacer una gelatina con sangre de buey."
Es de suponer que como el buey es un animal fuerte, se suponía que utilizando elementos de este animal, su fuerza quedaría impregnada en las armas, las patas de pájaros serían para darle velocidad o más bien ligereza al arma. El arma requería ser recubierta con la pócima y se calentaba en las brasas, una vez seca la pócima sobre el arma, se volvía a caldear pero al "rojo oscuro", durante media hora, se avivaba el fuego y seguidamente se templaba en agua.
Entraré en la ciudad a pesar de los 30.000 idiotas que desean hacerme frente.
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