Sucedió en una unidad carlista...

Historia Militar 1936-1939.

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Buscaglia
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

MENCEY escribió:Rebuscando en esa publicación, la Voz de España, me ha parecido curiosa esta noticia.

El 13 de septiembre de 1936, el capitán de Requetes Juan de Tornos Espelliu, Alferez de Navio expulsado de la armada por la Sanjurjada de 1932, recibe la orden de patrullar la costa de Guipúzcoa con una lancha gasolinera en busca de huidos tras haber caído San Sebastian el dia anterior.La lancha se arma con una ametralladora, aparte de Tornos la dotación esta compuesta por 8 requetés, 2 falangistas, y 2 soldados con sus fusiles.Tras estar patrullando capturan una embarcación donde se encuentran 7 Nacionalistas, del PNV, armados, entre ellos uno apellidado Irujo con 50.000 pesetas encima.

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Saludos.

Vaya joyita que has encontrado. Es la captura de Peio Irujo, hermano del futuro ministro de Justicia con la República. A diferencia de su hermano, del PNV, Peio era de ANV, que se presentó con el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Se salvó del pelotón porque acababa de salvar al obispo Gandásegui pasándolo a zona nacional, pero estuvo en la cárcel hasta el 43. Luego tuvo una posguerra espectacular, de espía en España y tras el Telón de Acero con los USA.


Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por MENCEY »

Lo del PNV ha sido lapsus mio, en el diario se habla de la captura en los siguientes términos, " Buena presa hicieron: Siete Nacionalistas de Izquierda, once Mendigoitzales perfectamente armados, e Irujo, con 59.100 pesetas".El titular de la noticia es Requetes en el Mar.Captura de Irujo fugitivo de San Sebastian, la ciudad mártir del nacionalismo-marxista.Se trata como has dicho de Peio, o Pedro Maria, Irujo Ollo, hermano de Manuel Irujo, afiliado a la ANV desde muy joven.La declaración a su favor del obispo Remigio Gandasegui en su consejo de guerra en Pamplona le salvo la vida.A Gandansegui toda la prensa tanto española como internacional lo había dado por fusilado a manos de anarquistas en el fuerte de Guadalupe, en realidad había sido salvado y escondido por Pello Irujo y otro de sus hermanos, Andres, contando con la complicidad del anarquista Jesús Escauriaza y del canónigo Onaindia.

Para el Nacionalismo Vasco, este diario, La Voz de España, órgano del Tradicionalismo en Guipúzcoa, en una editorial a la semana de la captura de San Sebastian, reclama mano dura en todo, pero especialmente en la reparación económica, con el titular, Ni olvido , ni perdón., pedia incautar de inmediato los bienes de los nacionalistas, ya que, La propiedad solo es respetable en cuanto realiza su misión cristiana, siendo esta hora de los mayores sacrificios justo es que antes paguen los que causaron el mal.Los que ponen su capital al servicio de los enemigos de Dios, deben ser privados de el.Y la primera medida debe ser la incautación total de los bienes de los nacionalistas vascos
Magnifico,pero esto no es hacer la Guerra
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Voy a añadir el testimonio que Ramiro Larrañaga Fernández de Arenzana, combatiente voluntario carlista, me comentó hace algunos años. A los expertos en la guerra civil no se les pasará que hay algunos lapsus, es normal porque traté con Ramiro cuando estaba cerca de los 90 años y algunos nombres de oficiales cambiaron de unidad.

Ramiro nació en Soraluze-Placencia de las Armas (Gipuzkoa) en 1924 y falleció en mayo de 2005. Este excepcional grabador fue una de las máximas autoridades en armas antiguas vascas y autor de obras de referencia como 500 años de Armería Vasca o Síntesis Histórica de la Armería Vasca. Aunque no obtuvo el título de Bachiller hasta la década de los ochenta, mantuvo amistad con las principales figuras de la cultura vasca, entre ellas Caro Baroja y Koldo Mitxelena. En el salón de su casa colgaba una foto con el Rey en la Zarzuela y fue uno de los pocos extranjeros de a pie para quien se abrieron las puertas de la colección privada del Ermitage durante el período de la URSS.

La faceta de su vida menos conocida es su intervención, siendo casi un niño, en la Guerra Civil. Sus memorias, a mi entender, aportan mucha luz sobre la posición de la derecha foral vasca del 36 al 39 y su ocaso tras la contienda:

“Mi infancia y juventud transcurrieron en el seno de una familia trabajadora de Soraluze, una localidad de poco más de 3.000 habitantes. Yo era el mayor de cinco hermanos y hermanas. Mi padre era artesano armero, fabricaba escopetas de caza en un pequeño taller asociado a otros trabajadores. Luego se instaló por cuenta propia haciendo “escopetas finas de caza”. Tuvo en nómina 3 ó 4 obreros y un aprendiz, aunque él seguía tirando de lima mientras también llevaba las cuentas, pagaba las facturas, buscaba clientes... lo que le acarreaba una gran tensión. Como tantos hombres guipuzcoanos de su tiempo, mi padre no dominaba el castellano. En más de una ocasión me vi en la necesidad de corregirle algunas palabras en las notas que escribía en sus negocios con otros pequeños talleres.

Ideológicamente mi padre era tradicionalista-fuerista y, cuando la República quitó los crucifijos de las clases, me mandó al colegio de los Maristas, que costaba 2´5 pts. al mes. Sin embargo, en nuestra zona socialistas y republicanos tenían mucha fuerza y recuerdo como el presidente Alcalá Zamora visitó Eibar y Soraluze tras la implantación de la República para premiar la fidelidad de la zona. El maestro republicano Ramiro Munilla sacó a los alumnos de clase para que le aplaudieran. Lo recuerdo con el pelo blanco al viento, le recibió una joven con un gorro frigio y dio un discursoii. Otro de los primeros recuerdos que tengo es de la primavera del año 1931. Mi madre me llevó a Ezkioga, a la campa donde la Virgen se aparecía a varias personas, quizá a demasiadas. Tras rezar el rosario los videntes caían en éxtasis con los brazos en cruz y quedaban todos mirando a un punto. Aquel día había muchos automóviles que habían llegado hasta desde Madrid y los chóferes se pusieron de acuerdo en enfilar los faros hacia un bosquecillo y encenderlos a la vez. Se causó un enorme revuelo hasta que descubrieron el engaño. Con esto quiero decir que la sociedad se encontraba muy dividida en materia de política y de religión, que entonces caminaban muy unidas. Alcalá Zamora era un hombre recto pero el orden público se le fue de las manos a la República. Y eso fue la perdición de la República. Quitaron los crucifijos de la escuela de Errege-Etxea. Comenzó la quema de iglesias. Y los católicos dijeron que eso había que pararlo.

Cuando la revolución de 1934 hubo algunos muertos en la zona. En Mondragón se produjeron a raíz de una llamada comunicando que varios autobuses con Guardia de Asalto venían a la localidad. Cogieron a los presos, los llevaron al frontón junto al río y los mataron. A Marcelino Oreja Elósegui, diputado carlista por Vizcaya, le dispararon a bocajarro con una escopeta, quedó con las tripas fuera y estuvo agonizando largo rato. ¡Y los autobuses de los Guardias de Asalto pasaron de largo hacia Eibar y no entraron en la Villa!

La salud de mi padre empeoró con las tensiones del trabajo y en 1935 falleció durante una operación de estómago. Hubo que vender el local. Al quedar huérfano de padre todo se puso cuesta arriba porque nos quedamos sin recursos. Mi ama (madre) se las apañó para sacarnos adelante como costurera, pero pasamos hambre. Hasta hubo que vender las máquinas que había en el pequeño taller de escopetas de mi padre. Cuando acabé la enseñanza primaria con los maristas, una tía monja medió para que iniciara los estudios de secundaria en un colegio cercano a Pamplona sin perjuicio de la menguada economía familiar.

Durante los Sanfermines de 1936 estaba en Pamplona. Los mismos mozos que llevaban al cuello el pañuelito rojo días después cogieron el mauser para ir hacia Lesaca o Somosierra. El PNV dudó muchísimo y se inclinó finalmente por el bando republicano, por poco que le gustara. Bastantes gudaris, al perder la guerra en Euskadi, por su mayor afinidad pasaron a formar parte del requeté, por ejemplo muchos del Batallón Loiola terminaron en el Tercio San Ignacioiii.

En Soraluze encarcelaron a mi abuelo materno, Anselmo. Había nacido en un pueblo cerca de Logroño y en la última guerra carlista, siendo sólo un crío, combatió con los liberales en la acción de Elgeta. Al estallar la guerra civil, a pesar de que tenía 75 años, lo encarcelaron por haber sido guardia civil y por su naturaleza castellana. El racismo entonces se palpaba en el ambiente. Era corriente llamar maketo o belarri-motza (oreja corta) al inmigrante y al de ascendencia no vasca. Cuando mi abuela fue a pedir explicaciones le dijeron que lo iban a matar.

Tras la entrada de los llamados nacionales en mi pueblo pude regresar. Corría el mes de junio de 1938 cuando me dio la venada de incorporarme al Tercio Zumalacárregui. Yo me enrolé con sólo 15 años. Aún así, no era el benjamín del Tercio pues un compañero tenía sólo 13 añosiv. Era también de Soraluze y habían matado a su familia. Los carlistas se lo llevaron para que no se quedase sólo. Tenía que incorporarme a la unidad en Mosqueruela, Teruel.

El Zumalacárregui estaba integrado en el Tercio de Montejurra. En el Montejurra servíamos junto con el Tercio de Lácar, mandado por Vara del Rey y el 8º Batallón de América, que había sido la guarnición de Pamplona, formando una de las cuatro agrupaciones de la 1ª División de Navarra. Duñabeitia era el comandante de nuestro Tercio, mientras que la Agrupación la mandaba Pérez Salas y la División, el general García Valiñov. Durante la campaña del norte el Zumalacárregui había tenido muchas bajas y quedaron la 1 y la 4ª compañías con navarros, pero la 2 y 3ª eran ya de guipuzcoanos. Había además otra compañía de ametralladoras y la Plana Mayor del comandante. En mi unidad ingresaron algunos de los que habían encerrado a mi abuelo. No les recriminé nada pero me sirvió para entender cómo son las guerras..."


Continuará...
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por pepero »

Incorporarse con 13 y con 15 años. Que fuerte.

En el ultimo párrafo llama la atención el análisis de la guerra y que una persona tan joven saque esas conclusiones.

Saludos.
Pepe
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

pepero escribió:Incorporarse con 13 y con 15 años. Que fuerte.

En el ultimo párrafo llama la atención el análisis de la guerra y que una persona tan joven saque esas conclusiones.

Saludos.
Saludos.

Bueno, Ramiro era un humanista y una persona de mente sutil. Pero la experiencia a la hora de recoger testimonios orales me dice que las personas con los años suelen hacerse menos radicales (salvo Largo Caballero y Álvarez Solís :lol: ) y se atribuyen (sin voluntad de engañar, es un fenómeno sicológico) esa condición también de jóvenes. Quizá esa comprensión la tenía ahora y no a los quince años porque, históricamente, los carlistas guipuzcoanos cobran consciencia de lo que había sido la guerra y el papel que jugaron en ella a partir de los años cuarenta del siglo pasado (es una cuestión interesante, iremos entrando en ella).

Seguimos con su relato:

"Primero nos desplazamos hasta Zaragoza en tren, allí en la plaza junto al llamado “tubo” un altavoz daba el parte de guerra con las noticias. Por cierto, que el 9 de agosto de 1936 se había producido un bombardeo sin daños sobre la Basílica de El Pilar, que se consideró milagroso y al que se dio mucha publicidad. Conocí al que desactivó las bombas, Juaristi, un maestro armero de Eibar. Y lo cierto es que las bombas no llevaban espoleta, así que nunca pudieron explotar. Al día siguiente el tren nos llevó hasta Alcañiz y de allí al frente fuimos andando y parando los camiones que llevaban los suministros bélicos y la intendencia. En Morella, legendaria localidad del Maestrazgo durante las guerras carlistas del siglo XIX, dormimos en un corral y desayunamos un chusco de pan.

Finalmente llegamos a Mosqueruela. Me presenté al comandante cuando estaba afeitándose, con toda la barba enjabonada. Al verme tan crío creo que le di pena y me dejó en la Plana Mayor como enlace, que no venía a ser otra cosa que un recadero. Pero, como cualquier excombatiente sabe, resultó que mi función no estaba exenta de peligros. Como en aquella época apenas había radios y se tendían pocos teléfonos de campaña, tenía que llevar partes verbales o por escrito a la línea de fuego. Había otro enlace, Victorino, un chaval de 20 años, sencillo y tímido.

Allí me dieron el equipo. Los soldados en la guerra no tienen nada que ver con ese aspecto atlético que tienen en las películas, van cargados como una mula. El equipo consistía en casco; la mochila para llevar la ropa, jabón y objetos personales; la cartuchera con tres bolsillos, dos por delante y uno por detrás; un capote que llevábamos enrollado en banderola; un plato y vaso de aluminio abollados; cuchara y tenedor con el mango doblado para poder engancharlos en el correaje; un ovillo de goma maciza para hacer torniquetes y una máscara antigás que la mayoría pronto dejamos porque no servía para nada. Respecto al armamento, nos dieron el fusil Mauser modelo 1893, el reglamentario del Ejército español, con peines de cinco balas. Era un arma sólida pero demasiado larga para la escasa talla que teníamos los españoles de la época, así que intentábamos cambiarlos en cuanto podíamos por el mosquetón Mauser 1916, que era más corto y pesaba menos. También nos dieron dos granadas de piña Lafitte, que eran como un bote de conservas con una cinta ancha que se desenroscaba al lanzarla. También había granadas italianas lisas de huevo, muy elegantes, que tras desactivarlas servían de petaca para el tabaco. Y un machete-bayoneta. Con todo esto encima y el calor, íbamos aplastados a todas partes. La compañía de ametralladoras disponía de máquinas Maxim, que tenían un depósito de agua para enfriar el cañón, y Hotchkiss. Ambas eran armas robustas y fiables y, como para acarrearlas a ellas y la munición tenían una veintena de mulas, la compañía estaba un poquito mejor que los demás.


La ofensiva contra Valencia

A los pocos días, saliendo de Alcora, en las estribaciones de la sierra del Espadán, tuve mi bautismo de fuego. Mi inexperiencia casi me cuesta la vida porque me puse a observar nuestro avance de pie desde un lugar descubierto y una nutrida descarga de fusilería silbó a mi alrededor. Probablemente me habían confundido con el oficial que dirigía el avance y sólo me salvó su mala puntería. En el frente, oír silbar los proyectiles de fusil es bueno, porque si el enemigo está cerca se oyen cuando han pasado ya y, si está lejos, es difícil que te alcancen. Si te dan, seguro que no los oyes. Con los proyectiles de artillería es diferente, los oyes mientras vienen. Conocíamos el armamento enemigo por el sonido. Los cañones de sus carros de combate hacían el chis-pun característico y los proyectiles del 10 y medio tenían un silbido peculiar. Cuando lo sentíamos intentábamos entrar en el embudo de un proyectil anterior porque se decía que las probabilidades de que dos disparos impacten en el mismo sitio son mínimas. En Alcora hicimos los primeros prisioneros: un capitán de carro de combate, con su boina negra y las tres estrellas, se enfrentó y capturó un blindado enemigo. La tripulación se rindió y se entregaron con los brazos en alto.

El cruce del río Mijares, a finales de junio, fue durísimo. Al vadearlo bajo un sol de justicia el enemigo nos disparaba con armas portátiles y desde la montaña nos tiraba granadas de palo. Por la altura y por tener un asa llegaban más lejos que las nuestras y lo pasamos muy mal. Al vadear el río con el agua hasta el pecho, el capellán se desprendió de su casco y me lo puso. Muchos años después lo encontré en Roncesvalles y se lo agradecí entonces, porque me parece que en aquel momento yo no estaba para decir nada.

A mediados del mes de julio estuve cerca de morir. Subíamos por una ladera, entre bancales de naranjos y algarrobos, con los mulos. Desde el otro lado de la colina nos disparaban los obuses republicanos y tuvimos la mala suerte que un disparo alcanzó a un mulo que llevaba tres cajas de bombas de mano. ¡Veinte muertos y más de sesenta heridos en esa sola explosión! Los cuerpos destrozados, los heridos clamando... Yo salvé la vida porque un recodo del muro frenó la metralla. La onda expansiva me vació los pulmones, me faltaba el aire y sólo oía un pitido continuo, creía que me habían estallado los tímpanos. El que marchaba a mi lado agonizaba. El fogonazo de la explosión le había prendido fuego a la camisa y su propia sangre, que iba mandando por las heridas, apagó el fuego. Y yo allí, conmocionado y sin poder moverme. Dos compañeros de mi pueblo vinieron a buscarme y me llevaron al dispensario pero tardé en recuperarme.

En el frente no había odio, sobre todo era hastío lo que sentíamos. Hubo una anécdota que lo muestra. El sargento pagador se llamaba Perico. Aparecía periódicamente en un viejo coche negro para pagarnos los haberes, una cantidad simbólica. Un día nos buscaba por caminos rurales y paró en un cruce para preguntar a un grupo de soldados recostados. Cuando les preguntó por su unidad y por la situación de nuestro tercio se miraron. Uno de ellos le dijo: ¡Mejor que des la vuelta, porque nosotros somos los del otro lado! El sargento ordenó al conductor que diera la vuelta y salieron escopeteados. Pero ni les detuvieron ni les dispararon.

Todos los días cogíamos bastantes prisioneros en nuestro avance. Los desarmábamos y se les formaba en fila para entregarlos a retaguardia. Sus camisas cakis eran de color similar a las nuestras, eran idénticas salvo en que no tenían hombreras. En realidad, poco nos diferenciábamos de ellos, sólo en la casualidad de donde nos pilló el inicio de la guerra. Ignacio Aguirregoicoa, por ejemplo, que compartió clase de niño conmigo acabó de piloto en la URSS. Nunca observé que se les insultara y, como yo entonces no fumaba, les daba mi ración de tabaco.

Los combatientes de primera fila nos respetábamos, pero a los vividores de la retaguardia, no. Debido a ello en Ribesaltes tuvimos una acción bastante comprometida y no por el enemigo. Un coronel del Ejército, bastante gordo, nos llamó la atención por no saludarle reglamentariamente y ordenó la detención de un requeté guipuzcoano de nuestra unidad porque se había enfrentado verbalmente con los propagandistas. Estos llegaban de la retaguardia con sus vistosos uniformes azules cuando conquistábamos una población, regalando insignias. No nos gustaban, como no les gustaban a todos los que combatían en el frente. Un sargento navarro de la 4ª compañía, delgado, cetrino y con cara de pocos amigos, organizó una expedición armada para liberarlo y yo estuve entre los escogidos. Nos presentamos delante del cuartel de la Guardia Civil de Ribesaltes y el sargento, pistola en mano, exigió que pusieran en libertad a nuestro compañero. Fue un momento tenso, el suboficial de la Guardia Civil terminó por ceder, advirtiéndonos que tomaba esa decisión para evitar males mayores. Nos fuimos del pueblo y aquello no tuvo consecuencias.

Íbamos avanzando: Onda, Alcudia de Veo, Figueroles, Artesa, Suera, Fanzara... Por laderas abancaladas de algarrobos y naranjos, sufriendo el calor y la falta de agua. De vez en cuando aparecía un coche de la organización “Frentes y Hospitales” con tabaco y alguna prenda de vestir. También recibíamos cartas y un poco de ropa de las madrinas de guerra. Cuando les devolvían la misiva, eso significaba que su amadrinado había muerto. Un día el teniente Peña, ayudante del comandante, vino a pedir un enlace para enviar un mensaje al oficial que mandaba uno de los flancos donde había combate. Nos turnábamos Victorino y yo y le tocaba a él. Llevó el mensaje pero a la vuelta le alcanzó un disparo en la parte alta derecha del vientre. Llegó hasta nosotros y sólo dijo: Me han dado. Examinamos la espalda para ver si la bala había salido, pero el proyectil quedó dentro. Lo retiramos al hospital de campaña más próximo, pero dos días después falleció y llevaron su cadáver a su pueblo. Posteriormente he estado buscando su nombre en Los Inválidos del Pamplona, lo llaman el Vaticanillo por su estilo, y allí ni está su nombre ni el de otros compañeros que murieron en el Montejurra.

Una noche, con otro requeté, entramos en Tales. Era madrugada y andábamos perdimos, llegamos a la plaza, había una fuente en medio y allí nos echamos en el suelo para descansar mientras algunas mujeres nos miraban tras los visillos de las ventanas. Unas horas después nos encontraron allá nuestros soldados, que entonces entraban cautelosamente para liberar el pueblo. Resultaba que lo habíamos liberado ya nosotros".

El próximo día seguimos con la batalla del Ebro.
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Miguel Villalba
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Miguel Villalba »

Estos testimonios son autenticas joyas :Bravo . No me gusta nuestra guerra civil, pero estas historias son diferentes y mas viniendo de un adolescente que le tocó vivir lo peor que puede vivir un ser humano.
Saludos. gc96gc
«Se cuentan 16 presas inglesas conducidas a esta bahía, con 95 cañones y
293 prisioneros, en 26 meses de campaña que ha ejecutado la expresada cañonera
desde septiembre de 1799, en que se armó...»
Un Falucho, El Poderoso, con un cañón de 24 y dos menores, 43 hombres. Patrón D. Miguel Villalba, Corsario del Rey
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por 18 Delta »

Como dice Miguel, los testimonios directos y vividos de primera mano son los que más me gustan.

Gracias por traer este tipo de testimonios al foro.
En Nam a los soldados los llamaban reyes. Yo caminaba entre reyes. En medio de un tiroteo se ve exactamente quién es quién. No había trampa posible, allí todo era real, lo más real que he hecho en mi vida. Desde entonces todo me parece completamente superfluo.

"el AK-47 es un cacharro tosco y rudo, hecho para vascos, rusos y demás burros de pueblo" - Jack Hicks - 15-III-2020
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Lord Summerisle »

Buenas.
Buscaglia escribió:Los combatientes de primera fila nos respetábamos, pero a los vividores de la retaguardia, no.
Poliorcetos escribió:Lo mismo decía el mío, el asco que tenía a los chulines, de ambos bandos, que se paseaban por retaguardia con la pistola al cinto, contra civiles. Al frente, donde se demostraba la valentía no se acercaban jamás. Respetaba profundamente a los combatientes enemigos, menos a los moros, pero eso es otro cantar.
Me atrevo a afirmar que ese fenómeno parece propio de todos los bandos de todas las guerras. Hace una semanas leí La primera guerra de Hitler, obra en la cual el autor muestra que Hitler era considerado por muchos de los soldados de primera de línea de su unidad como un "cerdo de retaguardia", y eso a pesar de que al menos sí estuvo a tiro de la artillería enemiga:
Thomas Weber escribió:Widmann sintió la necesidad de escribir a Hitler en 1932, cuando éste se hallaba empeñado en una furiosa batalla legal contra todo el que cuestionara su hoja de servicios. En la carta le decía que, como seguro que sabría, en esencia los ataques contra él coincidían con lo que pensaban los soldados del frente del Regimiento List durante la guerra: «Todos los soldados en las trincheras pensaban que los que servían en el puesto de mando ya eran cerdos de la retaguardia [Etappenschweine]».
Miguel Hernández, por su parte, les dedicó los siguientes versos:

LOS COBARDES
Hombres veo que de hombres
sólo tienen, sólo gastan
el parecer y el cigarro,
el pantalón y la barba.
En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre,
que en épocas de paz ladran
y en épocas de cañones
desaparecen del mapa.
Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas,
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano,
el pelo se les espanta.
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.
¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y de demasiadas patas?
¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?
Un tiro por cada diente
vuestra existencia reclama,
cobardes de piel cobarde
y de corazón de caña.
Miguel Hernández Viento del pueblo
Tembláis como poseídos
de todo un siglo de escarcha
y vais del sol a la sombra
llenos de desconfianza.
Halláis los sótanos poco
defendidos por las casas.
Vuestro miedo exige al mundo
batallones de murallas,
barreras de plomo a orillas
de precipicios y zanjas
para vuestra pobre vida,
mezquina de sangre y ansias.
No os basta estar defendidos
por lluvias de sangre hidalga,
que no cesa de caer,
generosamente cálida,
un día tras otro día
a la gleba castellana.
No sentís el llamamiento
de las vidas derramadas.
Para salvar vuestra piel
las madrigueras no os bastan,
no os bastan los agujeros,
ni los retretes, ni nada.
Huís y huís, dando al pueblo,
mientras bebéis la distancia,
motivos para mataros
por las corridas espaldas.
Solos se quedan los hombres
al calor de las batallas,
y vosotros, lejos de ellas,
queréis ocultar la infamia,
pero el color de cobardes
no se os irá de la cara.
Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
Sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.


Para poner mi granito de arena en este hilo que paulatinamente se está convirtiendo en monumental, paso a comentar unos hechos que quizá alguno no sepa y que ilustra las tiranteces -por decirlo de una manera fina- entre carlistas y falangistas: la bronca monumental entre azules y "coloraos" en la plaza del Torico de Teruel el día de la Purísima de 1937.

El 8 de diciembre de 1937, mientras el Ejército Popular preparaba el ataque que se produciría apenas una semana después, el Tercio de Santiago, que acababa de ser relevado de sus posiciones por tropas del Regimiento Gerona 18, y las tropas falangistas locales, como miembros de Infantería, celebraron el día de su patrona con sendas misas separadas. Posteriormente hubo banquete con café y copa, y posiblemente algún puro cayera también, aunque ese extremo ya no puedo confirmarlo. Después de comer, les dieron la tarde libre y unos y otros se dedicaron a privar por los bares y casas del centro, convirtiendo las principales arterias de lo que hoy es el casco viejo de Teruel en un hervidero de soldados y oficiales que, tras su estancia en las trincheras, estaban ávidos de fiesta. Sin saber muy bien cómo -como en las buenas leyendas hay diversas versiones de la misma- una boina carlista y un gorro cuartelero falangista aparecieron colgados de los sutiles cuernos del "Torico". Entonces alguien se encaramó por la columna y, alcanzando la figurilla, descolgó una de las prendas, provocando al instante entre unos y otros una gresca fenomenal digna de ser narrada por Homero, aunque por desgracia no llegaron a tirarse bombazos ni nada y todo quedó reducido a una colorida y animada dialéctica de puños sin pistolas. Así estuvieron en plan hooligan hasta que finalmente aparecieron diversos jefes que, fusta en mano, ordenaron que cada cual se retirase a su cuartel, sin que haya trascendido hasta la fecha la lista de bajas y contusos.

Parece que la bronca tuvo hasta repercusión propagandística en la zona republicana, aunque desconozco alguna noticia que haga eco de ello. Tampoco parece que hubiera muchos castigos entre los implicados. Poco después, el Tercio de Santiago fue trasladado hacia Guadalajara -posiblemente con vistas a participar en la proyectada ofensiva hacia Madrid-mientras los falangistas siguieron acantonados allí, convirtiéndose días más tarde en parte de las tropas sitiadas en Teruel por el Ejército Popular.

Un saludo.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Interesantísimo el episodio que narras, lord Summerisle. En la posguerra llegará a darse algún encontronazo que acabó a tiro limpio, pero no anticipemos los hechos.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Lord Summerisle »

Buscaglia escribió:Saludos.

Interesantísimo el episodio que narras, lord Summerisle. En la posguerra llegará a darse algún encontronazo que acabó a tiro limpio, pero no anticipemos los hechos.
Y a bombazos también >:-> ...

https://revistas.ucm.es/index.php/UNIS/ ... 8505/45325

Es un artículo sobre el incidente de la basílica de Nuestra Señora de Begoña de Bilbao en 1942.

Un saludo.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Lord Summerisle escribió:
Buscaglia escribió:Saludos.

Interesantísimo el episodio que narras, lord Summerisle. En la posguerra llegará a darse algún encontronazo que acabó a tiro limpio, pero no anticipemos los hechos.
Y a bombazos también >:-> ...

https://revistas.ucm.es/index.php/UNIS/ ... 8505/45325

Es un artículo sobre el incidente de la basílica de Nuestra Señora de Begoña de Bilbao en 1942.

Un saludo.
Saludos.

Tienes razón, el lanzamiento de granadas de Begoña... Yo más bien pensaba en enfrentamientos que se ocultaron en su momento, como un tiroteo masivo en la Plaza del Castillo de Pamplona. Ya entraremos en cuestión cuando callen las armas en la guerra declarada.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Seguimos con las memorias de Ramiro, la terrible batalla del Ebro...

"Para entonces ya me había dado cuenta que la guerra era dura, pero lo peor estaba todavía por llegar. La noche del 24 de julio el Ejército republicano pasó el río Ebro y recuperó una amplia zona de terreno. Nosotros estábamos informados, pero nuestro avance era hacia Valencia. Habíamos pasado la sierra del Espadán y, superado ya el terreno más difícil, esperábamos entrar pronto en Valencia. A mediados de agosto nos dijeron que íbamos a ser relevados y que descansaríamos en retaguardia. Pero no faltó quien adivinó que en realidad nos llevaban al frente más duro. Aún así, celebramos el relevo con cierta alegría. Antes de subir a los camiones cantamos Carracal, carrascal, que bonita serenata / Carrascal, carrascal, ya me está dando la lata, un estribillo que se alternaba con coplas inventadas. En el otro lado cantaban ¡Ay Carmela! y ambos bandos coincidíamos en La Madelón.

Nos montamos en los camiones al atardecer y la fila de vehículos se puso en marcha. Se hizo de noche y se veía a la caravana serpentear por las curvas de las viejas carreteras del Maestrazgo, casi sin luces para evitar un ataque aéreo. Al día siguiente hizo mucho calor y en Vinaroz, en una parada, salté del camión y dos muchachas, compadecidas, me dieron sendas medialunas de melón. Nunca me ha sabido tan bien. Finalmente paramos en Horta de San Juan. Exhaustos por el traqueteo del viaje nos tumbamos en una bodega, con las ratas correteando sobre nuestros capotes. Luego nos llevaron a Bot para entrar en combate, algo al sur de Gandesa. Teníamos que entrar en combate a primeros de septiembre. Tuvimos un primer ataque aéreo de la caza republicana, chatos y los ratas que nos ametrallaron pero apenas hubo bajas.

Ascó, el Pinell, Corbera, Benissanet, Miravet, la sierra de Pandols y Cavalls... tres meses de combates. 20.000 muertos y 50.000 heridos, según las estadísticas. Los combates se desarrollaron en un espacio muy reducido, en las sierras de Cavalls y Pandols, Bot y Xerta, algo al sur de Gandesa, y Villalba, al norte. Se esperaba que los de la 1ª División de Navarra rompiéramos el frente en la sierra de Cavalls, pero sólo se avanzaba palmo a palmo. Cada día ataque diurno nuestro y contraataque nocturno del enemigo, hasta que a finales de mes nos quedamos empantanados por los aguaceros.

A las semanas me sacaron de enlace para hacerme acemilero. Con un caballo colorado llevaba los trastos de los oficiales porque el acemilero anterior había sido herido y evacuado. No tenía ni idea de gobernarlo así que me limitaba a decir ¡arre! e ¡iso! El pobre caballo debía pasar hambre porque lo ataba para dormir y cuando despertaba veía que había hecho un círculo pelado sin hierba a su alrededor hasta donde llegaba la cuerda. Pronto me relevaron de esa función y a los pocos días cayó el animal. Daba pena verlo con el vientre hinchado a merced de las alimañas y las moscas que venían a la carroña. Porque con el calor achicharrante enseguida comenzaba el hedor y la corrupción de los cadáveres. ¡Y había tantos!

Hasta noviembre los combates fueron durísimos, entre peñascos, viñedos, arbustos y arbolado, con fuertes bombardeos artilleros y aéreos. Uno de los que murió era un seminarista, Juan Luis, no tenía 18 años. Cuando llegó, por la edad tomó confianza conmigo y me decía que había que prepararse para comparecer ante Dios. Nosotros éramos una unidad de choque y había mucha indiferencia ante la muerte. Entonces no me daba cuenta, pero luego he comprobado que era por la edad. Curiosamente, las personas mayores sentimos más apego a la vida que los jóvenes. Juan Luis no llegó a cumplir 18, le hirieron en una pierna y cuando lo retiraban en camilla le alcanzó una ráfaga de ametralladora. Un buen muchacho.

En nuestro Tercio teníamos veintitantos mulos, sobre todo para la compañía de ametralladoras. Pues a los pocos días sólo quedaban cuatro. En Corbera del Ebro casi todos los hombres estábamos en primera línea y por la noche con los pocos mulos que quedaban traíamos cántaros de vino, sacos de pan y marmitas de alubias blancas con patatas y trozos de carne y latas de escabeche. Las noches sin luna era fácil extraviarse y acabar en las líneas contrarias podía suponer la muerte. Pues, curiosamente, eran los mulos quienes guiaban a los humanos: agarrabas al mulo y él te llevaba a tus posiciones. También visitaban nuestras posiciones vendedores marroquíes, los paisás, que venían con el borrico para vendernos papel de cartas para escribir a la novia, sidra El Gaitero y leche condensada.

Uno de los combates nos impactó especialmente. Teníamos delante efectivos de las Brigadas Internacionales. El terreno era de piedra y no se podían trazar trincheras. Allí había matorral cerrado e íbamos avanzando a gatas. Nuestro sargento, vasco o navarro, era bajo pero muy fornido, con el típico cuerpo de aizkolari (cortador de troncos con hacha del deporte rural vasco), se había adelantado al pelotón. Y se encontró en tierra de nadie con un teniente polaco. Se enzarzaron en un cuerpo a cuerpo, ni nosotros podíamos tirar para ayudarle ni los de enfrente tampoco. No había otra opción que matar o morir. Venció nuestro sargento, que volvió a gatas sangrando por la cabeza. Cuando estuvo a salvo le miramos la herida, era superficial. Estaba angustiado por lo que había pasado. Traía la cartera del polaco, esperando encontrar documentación útil para el mando. Abrimos la cartera y resultó que estaba la fotografía de la esposa del hombre que acababa de matar y de sus dos hijos de corta edad, rubios ambos. Todos nos quedamos en silencio.

El agua era tan mala que el jabón, de color verde, se agrietaba. Me infecté de sarna y en la plaza pública de Bot, junto a la iglesia parroquial, dos sanitarios nos daban un líquido que escocía muchísimo con una brocha. Luego nos aplicaban un potingue que nos dejaba cubiertos de espuma. Todos desnudos, con curiosos viendo el espectáculo. Nuestros gritos debían oírse en todo el pueblo porque de rascarnos teníamos zonas en carne viva y el medicamento nos quemaba. Íbamos infectados de piojos en la cabeza, sobacos o... donde fuera, tan grandes que los llamábamos trimotores. Unos negros, otros claros. Hacíamos carreras con ellos, apostando al vencedor. La única forma de eliminarlos era cocer toda la ropa en un caldero de agua hirviendo y, como no había ocasión, tocaba aguantarse. Esa es otra de las cosas que jamás aparecen en las películas bélicas.

Toda la planta baja de la iglesia de Bot estaba llena de heridos, muchos de ellos moribundos que gemían de dolor hasta que acababan muriendo. Aguardaban su turno de traslado al hospital, pero la mayoría no llegaba a tiempo. Cuando se llenó la planta baja, hubo que ir poniendo a los nuevos heridos en el coro y las escaleras de acceso. En el cementerio de aquel pueblo hicimos unas zanjas largas, de un metro de profundidad. Allí poníamos la cabeza de un muerto sobre el vientre del siguiente para ahorrar espacio. Luego se les cubría con un poco de tierra. Si se conocía la identidad del muerto, se ponía su nombre escrito en un papel que se metía dentro de una botella sobre su pecho. Otros quedaban sin identificar y se les declaraba desaparecidos. ¡Cuantos muchachos, héroes anónimos, completamente olvidados! Y sus familias, destrozadas, ¡pobres madres, esposas y novias!

Como los sanitarios se improvisaban, lo único que sabían era vendar y eso, medianamente. Un compañero de Pamplona, Goñi, encontró en una casa abandonada una vieja bicicleta sin sillín. Como había sido corredor amateur se lanzó cuesta abajo para probarla. En un bache los muelles roñosos que antes habían sujetado el sillín le abrieron el escroto de parte a parte. El enfermero de su compañía lo solucionó vaciando un frasco de alcohol encima. Cuando dejó de gritar, le dijo que se procurase unos calzoncillos que le cayeran prietos porque aquello no lo podía vendar.

Pese a todas estas deficiencias, el Tercio Montejurra y toda la 1ª División había alcanzado cierta notoriedad. Había muchas bajas y los reemplazos eran salmantinos, andaluces y gente de todas las regiones de la quinta de 1941. Incluso algunos republicanos, como Ricardo, antiguo teniente con el enemigo que, tras ser hecho prisionero, entró a servir en la cocina. Siempre triste, pelaba patatas y cantaba tangos: “Tomo y Obligo”, “Silencio en la noche”... Tenía una hernia que le impedía levantar pesos, así que me tocaba llevarle el perolo.

Hicimos bastantes prisioneros, los de las Brigadas Internacionales eran fácilmente reconocibles, muchos eran altos y rubios, algunos chapurreaban el castellano. Fuera por la comida o por el miedo de lo que íbamos a hacer con ellos, defecaban con mayor frecuencia de lo normal mientras esperaban el traslado. También a ellos se les trataba correctamente. En primera línea se combatía siempre de frente. Jamás me enteré de que hubiera sucedido lo contrario. Era como un código de nobleza que, como norma general, se cumplió.

El comandante del Montejurra fue relevado por el comandante Carbajo, que procedía de la Legión. Una vez me hizo cuadrarme y me preguntó por mi edad. Luego me mandó a Bot con un mensaje. Caía un aguacero. Fui a entregarlo en una casa entre cepas y olivos. Allí vi a los cuatro tenientes coroneles de la División estudiando planos: Vara del Rey, Vicario, Tutor y Pérez Salas. Todos ellos tenían fama de grandes estrategas.

A mediados de octubre estábamos en la Venta de Camposines, en medio de un temporal de agua. Ahí se vieron las deficiencias de nuestro material. Las botas perdían las tachuelas y por ellas entraba el agua. Si las tachuelas no se perdían, al desgastarse la suela de cuero comenzaban a rozarte y con el metal te desollabas el pie. La tela de los capotes no era impermeable así que, cuando llovía, quedábamos calados. Llevábamos tanto tiempo allí que había cambiado la estación. Nuestros aviones, los llamábamos las Pavas, llegaban de tres en tres sobre las sierras de Cavalls y Pandols donde se había atrincherado el enemigo. Los antiaéreos los enmarcaban con unas pequeñas nubes, pero ellos seguían impasibles. Volando a menor altura estaban las cadenas que atacaban las trincheras enemigas. El último biplano era el que resultaba más vulnerable porque era el único al que no cubrían otros. Nuestros antiaéreos del 8 con 8 destruían insistentemente las posiciones y puntos de observación enemigos. El 30 de octubre se inició el asalto final a la sierra de Cavalls, donde los republicanos se habían fortificado muy bien. Tras un bombardeo de cobertura muy fuerte, nos tocó atacar a la infantería. Conquistamos la sierra e hicimos muchos prisioneros, estaban conmocionados por la violencia de los bombardeos..."


Continuará...
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Miguel Villalba »

Impresionantes las memorias de los combatientes. Lees un informe de batalla y no tiene nada que ver...todo es mas aséptico. Impresionante el enfrentamiento cuerpo a cuerpo y el uso de los 88 como artillería de precisión, como si de un gran fusil se tratase.
Saludos gc96gc
«Se cuentan 16 presas inglesas conducidas a esta bahía, con 95 cañones y
293 prisioneros, en 26 meses de campaña que ha ejecutado la expresada cañonera
desde septiembre de 1799, en que se armó...»
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Jonh Sandokan »

Cierto, aunque lo del sargento y el teniente polaco sale en algún otro relato pero no recuerdo en cual.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Como una de mis perversiones fue grabar a veteranos de la guerra civil y la II Guerra Mundial, tengo claro que muchos atesoran -o sufren- el recuerdo de episodios brutales. Tanto, que te revolvían a ti 60 años después cuando las contaban. Recuerdo a Luis Lavín, que confesaba que en pesadillas volvía a encontrarse en 1942, con 17 años, enganchado a otro alemán de su misma edad, sin que ninguno fuese capaz de matar al otro por falta de pericia y fuerza, la impotencia era tal que cuando vio por el rabillo del ojo que una granada caía donde ellos forcejeaban, dio por bueno morir y que aquello terminase ya; recuerdo a Victorio Vicuña, describiendo como escapó de un campo francés en 1941, con un compañero yugoslavo de las Brigadas Internacionales matando a un guardia con el mango de un pico que llevaba escondido en la pernera; a un veterano de la División Azul del que me guardo el nombre -Miguel lo entenderá- que en una salida nocturna con granadas y palas de trinchera localizó a un francotirador soviético: "Fue difícil, no es cómo matar a uno a cincuenta metros", me dijo... O a veteranos del Batallón Gernika recordando cómo murió un compañero muy querido -Iglesias, de Villaba- porque era el único que sabía desatascar el fusil ametrallador y tuvo que descubrirse para hacerlo, mientras los demás esperaban resguardados...


Pero la historia de Ramiro, con ellos viendo al polaco estrangular a su sargento -creo recordar que era del batallón Dombrosky o algo así- sin poder hacer nada por el fuego enemigo, mientras su sargento -que tenía los brazos más cortos- intentaba girar la cabeza de su enemigo para romperle la columna es de las más duras que he oído. Y con un final terrible, porque de la cartera del polaco esperaban ver salir mapas o informes sobre la disposición del enemigo, no la foto de su familia.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Miguel Villalba »

Buscaglia escribió:Saludos.

Como una de mis perversiones fue grabar a veteranos de la guerra civil y la II Guerra Mundial, tengo claro que muchos atesoran -o sufren- el recuerdo de episodios brutales. Tanto, que te revolvían a ti 60 años después cuando las contaban. Recuerdo a Luis Lavín, que confesaba que en pesadillas volvía a encontrarse en 1942, con 17 años, enganchado a otro alemán de su misma edad, sin que ninguno fuese capaz de matar al otro por falta de pericia y fuerza, la impotencia era tal que cuando vio por el rabillo del ojo que una granada caía donde ellos forcejeaban, dio por bueno morir y que aquello terminase ya; recuerdo a Victorio Vicuña, describiendo como escapó de un campo francés en 1941, con un compañero yugoslavo de las Brigadas Internacionales matando a un guardia con el mango de un pico que llevaba escondido en la pernera; a un veterano de la División Azul del que me guardo el nombre -Miguel lo entenderá- que en una salida nocturna con granadas y palas de trinchera localizó a un francotirador soviético: "Fue difícil, no es cómo matar a uno a cincuenta metros", me dijo... O a veteranos del Batallón Gernika recordando cómo murió un compañero muy querido -Iglesias, de Villaba- porque era el único que sabía desatascar el fusil ametrallador y tuvo que descubrirse para hacerlo, mientras los demás esperaban resguardados...


Pero la historia de Ramiro, con ellos viendo al polaco estrangular a su sargento -creo recordar que era del batallón Dombrosky o algo así- sin poder hacer nada por el fuego enemigo, mientras su sargento -que tenía los brazos más cortos- intentaba girar la cabeza de su enemigo para romperle la columna es de las más duras que he oído. Y con un final terrible, porque de la cartera del polaco esperaban ver salir mapas o informes sobre la disposición del enemigo, no la foto de su familia.
Es que eso es la guerra, horror, miedo, inhumanidad....matar a alguien mirándole a los ojos, sentir como expira, tiene que ser la experiencia mas traumática para la vida de cualquier ser humano. No tanto por el momento en el que ocurre, sino cuando vuelven los fantasmas y la conciencia para recordarte lo que has hecho...tiene que ser muy duro. Contarlo esta bien para recordarnos lo que es la guerra, ya sea en Yugoslavia, Irak, el frente ruso o una húmeda colina vasca.
Saludos.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por MENCEY »

MENCEY escribió:Rebuscando en esa publicación, la Voz de España, me ha parecido curiosa esta noticia.

El 13 de septiembre de 1936, el capitán de Requetes Juan de Tornos Espelliu, Alferez de Navio expulsado de la armada por la Sanjurjada de 1932, recibe la orden de patrullar la costa de Guipúzcoa con una lancha gasolinera en busca de huidos tras haber caído San Sebastian el dia anterior.La lancha se arma con una ametralladora, aparte de Tornos la dotación esta compuesta por 8 requetés, 2 falangistas, y 2 soldados con sus fusiles.Tras estar patrullando capturan una embarcación donde se encuentran 7 Nacionalistas, del PNV, armados, entre ellos uno apellidado Irujo con 50.000 pesetas encima.

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La Foto, con mucha mejor calidad para apreciar detalles.

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Magnifico,pero esto no es hacer la Guerra
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

MENCEY escribió:

La Foto, con mucha mejor calidad para apreciar detalles.

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Saludos.


Parece que el único arma es una ametralladora Hotchkiss. La foto está tomada en la bahía de La Concha, se diría que desde el embarcadero de la isla de santa Clara.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por pepero »

Impresionante las memorias de Ramiro en la Batalla del Ebro. Lo de la manera de eliminar los piojos por medio de hervir la ropa me lo contó mi madre de los soldados que regresaban del frente para unos días de permiso, bueno tal vez como se ha contado de unos días que se tomaban ellos sin ningún permiso. Ayudaban a la cosecha de cereales, vid, etc... y sobre todo narraban lo cruda que era la guerra.

Saludos.
Pepe
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

pepero escribió:Impresionante las memorias de Ramiro en la Batalla del Ebro. Lo de la manera de eliminar los piojos por medio de hervir la ropa me lo contó mi madre de los soldados que regresaban del frente para unos días de permiso, bueno tal vez como se ha contado de unos días que se tomaban ellos sin ningún permiso. Ayudaban a la cosecha de cereales, vid, etc... y sobre todo narraban lo cruda que era la guerra.

Saludos.
Saludos.

Es que los piojos -y, según en qué campaña, las ladillas- son los compañeros permanentes de los soldados de la primera mitad del siglo XX, siempre aparecen en sus recuerdos, aunque no salgan en las pelis. Muy bien traído lo de los días de permiso para ayudar en la siembra o recogida de la cosecha. En nuestro mundo terciario ese recuerdo ha desaparecido, pero para un agricultor esas son citas ineludibles: de lo que pase en esos momentos cruciales del calendario agrario se deriva que el año sea de miseria o relativa bonanza. En Navarra en 1936 faltaban mozos en la Ribera, voluntarios que se fueron a coger el fusil en julio de 1936. Se les intentó sustituir para tareas del campo con cuadrillas de hombres que no se habían hecho voluntarios y cuya quinta todavía no había sido convocada. Pero la tensión donde acudían esas cuadrillas de trabajadores era terrible: "¿Que hacéis aquí, mientras nuestros hombres luchan en el frente?". Y, como muriera alguien del pueblo mientras estaban en el campo, la situación se convertía en insostenible y en algunos casos los trabajadores se alistaban allí mismo.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por fco_mig »

Todo eso a principios del siglo XX y antes. La Guerra de los Treinta Años, por poner un ejemplo, fue considerada tan devastadora porque impidió durante años el desempeño normal de las labores agrícolas. Hay quien dice, no sin humor, que la Guerra de los Cien Años duró tanto porque los ejércitos tenían que moverse en función de si había sido o no un buen año en el escenario previsto.
A decir verdad, en esta lucha de cada instante, donde el resultado más corriente es que se petrifique todo lo que hay de más espontáneo y valioso en el mundo, no estoy seguro de que podamos ganar.
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Mensaje por Buscaglia »

Saludos.


Seguimos con el testimonio de Ramiro:

"A mediados de noviembre finalizó la batalla y los republicanos se replegaron tras el Ebro de nuevo. Tres meses y 20 días de combate con 100.000 hombres por cada lado, los combates más cruentos de la Guerra Civil. Tras la batalla lo principal del Ejército republicano había sido aniquilado. ¡116 días de combate, se dice pronto! El mando opuesto dispuso la desaparición de las Brigadas Internacionales. Por nuestra participación en la batalla del Ebro se nos otorgó la Medalla Militar Colectiva.
El resto de la campaña hasta el final de la contienda fue relativamente breve. Al terminar la guerra la mayor parte de la División se albergaba en un gran edificio abandonado junto la estación de Atocha de Madrid. Los veteranos cantábamos: "Somos los de todo el Norte / y también los de Teruel / los de la sierra de Espadán / y los del Ebro también".

En nuestra unidad se conversaba en euskera con toda normalidad entre quienes sabíamos hablarlo. En el frente no había problema alguno con el idioma, incluso quienes no lo sabían aprendían canciones en euskera y las cantaban con nosotros, lo mismo que nosotros cantábamos canciones en castellano. Siendo tradicionalista, ¿qué más tradicional que poder usar nuestra propia lengua? Sin embargo, en retaguardia las cosas eran diferentes y el Boletín Oficial del Estado de 26 de mayo de 1937 prohibió utilizar otra lengua que no fuera el castellano en el comercio y se prohibió inscribir en el registro civil los nombres vascos. De todo esto no nos enteramos mientras estuvimos en el frente.

La convivencia tampoco era ningún regalo. Recuerdo a dos hermanos de la Ribera navarra. Uno de ellos, José Miguel, nos despertaba con las primeras luces del alba con una ventosidad. Cuando le reprochábamos su “diana” mañanera nos respondía: "El buen soldado tiene que oler a tabaco y a mierda y no a colonia como las putas". Su hermano cogió la sífilis o la blenorragia durante un breve permiso. Al no existir todavía la penicilina, esas enfermedades no tenían solución, pero José Miguel sólo le preocupaba “el que dirán”: - ¡Ay si se enteran de esto en casa! ¡Qué dirá el cura del pueblo!".

Para nosotros, como fueristas, el final de la guerra fue como un nuevo Convenio de Vergara, no se tuvieron en cuenta nuestros intereses. No tuvieron en cuenta nuestros gobernantes la aportación que los tercios de requetés habíamos hecho a su victoria. El Decreto de Unificación del Tradicionalismo con la Falange no había sido aceptado por todos, pero en el frente no se hablaba de esas cuestiones. Terminada la guerra me parecía intolerable mantener esa unificación por lo que rehusé afiliarme y posteriormente nunca me he afiliado a partido alguno. También la supresión del Concierto Económico, último resto del sistema foral, o la declaración de Guipúzcoa y Vizcaya como provincias traidoras fueron un mazazo para nosotros. Pero se había sufrido tanto con la guerra que se aceptaron estas disposiciones gubernativas injustas con cierta resignación. Todas estas cuestiones enconaron los ánimos con los tristes resultados que luego hemos tenido que padecer".
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por pepero »

El uso del euskera en las tercios navarros era igual que el uso del catalán en el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat. En el frente nadie te lo discutía, otra cosa era en la retaguardia.

Saludos.
Pepe
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

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Termino ya con el testimonio de Ramiro, no ya de la guerra, sino de los siguientes años. No es algo estrictamente bélico, pero lo considero necesario para entender al protagonista:

"Al volver de la guerra entré en la fábrica de cañones de Soraluze, que entonces también elaboraba tubos lanzatorpedos. Nueve horas de trabajo diarias siete días a la semana, el domingo también trabajábamos, por 2´5 pts. Con un ambiente difícil porque hasta para ir a una romería había que sacar un salvoconducto en el Ayuntamiento. Pero las divergencias políticas de los excombatientes no empañaban nuestra convivencia. Fundamos una sociedad musical donde había socialistas, requetés y gudaris. Nos llevábamos bien y hablábamos de la guerra sin temas tabú. Así que ese odio que se respira hoy entre cierta parte de la juventud hacia los que no piensan como ellos me resulta incomprensible.

Posteriormente entré en un taller de escopetas de Eibar a estudiar dibujo. Cuando llegué a la edad reglamentaria tuve que hacer el servicio militar por otros dos años más, además de acudir a realizar - ¡que paradoja! – la instrucción premilitar los domingos por la mañana antes de incorporarme a filas. De nada me sirvió ser voluntario en tiempo de guerra. Cuando volví del servicio militar me establecí por mi cuenta como grabador, posteriormente durante quince años trabajé en el Ayuntamiento de Soraluze hasta que me cansé y volví al taller.

Comencé mis investigaciones históricas que me llevaron a realizar algunos descubrimientos sorprendentes. Los vascos mayormente sólo nos hemos ocupado de trabajar como chinos primero y luego, a comer y a beber. Yo, a mi manera, junto a otros pocos, me he esforzado en paliar estas carencias de conocimiento. Encontré un documento en el Archivo de Simancas que demostraba que ya en 1482 se fabricaban armas de fuego en Gipuzkoa cuando se pensaba que esta industria se había iniciado a raíz del descubrimiento y conquista de América. También que las espadas de Toledo utilizaban acero de Arrasate o que en un tal Manuel de Gárate había patentado un revólver de 6 tiros sin cañón simultáneamente al del célebre fabricante norteamericano Colt; estudié también el peculiar sistema productivo de los armeros guipuzcoanos... Estoy orgulloso de haber sacado a la luz la historia de la armería vasca.

Como nunca me he afiliado a ningún partido político me han caído “chuzos de punta” por todos los lados. Mi ideología siempre ha sido fuerista, siempre he dicho que el conflicto vasco viene de hace 150 años, desde que nos quitaron los Fueros. Haber tomado parte en la guerra me hizo comprender lo que es la miseria, lo poco que vale una vida humana y que del enorme sacrificio de una juventud limpia y vigorosa – me refiero a la de ambos bandos – bien se aprovecharon otros intereses”.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

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Una foto de Ramiro, poco antes de fallecer:

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Sobre la aportación a la guerra de los carlistas guipuzcoanos, hay un documento que considero muy significativo por lo que contiene, por quien lo escribe y por las consecuencias que tuvo la falta de respuesta a aquellos datos. El 1 de abril de 1942 Fernando Aramburu, presidente de la Diputación de Guipúzcoa, envió al ministro secretario general de FET, Arrese, una memoria. En ella se contenían múltiples datos de lo que la Provincia había hecho por la victoria de Franco: en Anoeta, los muertos en campaña eran el 3% de la población; en Azpeitia habían muerto 43 requetés (por 35 soldados “de reemplazo”) y la cifra de Azkoitia era de 38 carlistas muertos por 33 soldados de reemplazo; en Mondragón murieron 20 voluntarios requetés por 20 soldados de reemplazo... No solo eran los "caídos por la Patria", el mismo esfuerzo bélico había sido ingente: Luzuriaga de Pasajes llegó a entregar hasta 27.000 granadas de 75 mm al día; Patricio Echevarria fabricó para las fuerzas armadas 7.375.216 kgs de aceros especiales, 1.121.815 de hierros comerciales, 500.000 picos, palas, azadas y martillos, 26.763 cañones de ametralladora... Se habían creado 4.000 camas hospitalarias por las que pasaron 56.000 heridos en acción de guerra; la suscripción nacional, la donación de oro, el "aguinaldo al soldado", etc, hasta el 31 de diciembre de 1939 suponían 48.486.950´78 ptas. Aplicado esto al conjunto de España, ¡debería haber dado 3.600 millones de pesetas!

Fernando Aramburu, antiguo capitán de requetés, recopila esos datos para protestar por el injusto trato dado a la Provincia. Creo que, muy significativamente, no aporta quejas sobre el euskara o a la represión, sino únicamente por la supresión del régimen de concierto económico y por tildar a Guipuzcoa como “provincia traidora”. La queja es respetuosa y llena de loas a Franco. La memoria, además, fue secreta. Pero, como se dio la callada por respuesta, Aramburu se dio de baja en FET y abandonó la Diputación. Tras el dimitieron también los demás diputados carlistas, dejando a Guipúzcoa sin gobierno...
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Los voluntarios requetés, junto con legionarios e indígenas de Marruecos, adquirieron fama de contarse entre las mejores tropas nacionales. Manuel Aznar, navarro de Etxalar (a mi entender, uno de los pueblos más bonitos de España) dio su explicación a este hecho en la revista Ejército de marzo de 1940. Aznar había pasado por diferentes ideologías a lo largo de su trayectoria y en ese período quería hacerse perdonar su período nacionalista vasco glosando las gestas del bando nacional.

En su artículo señala que, aprovechando el parón invernal, en febrero de 1937 el general Solchaga, apoyado por Mola y con la aprobación de Franco, reorganizó las improvisadas fuerzas navarras que llevaban en combate desde la sublevación en las Brigadas de Navarra, pensando en las próximas operaciones contra Vizcaya. Las columnas de Navarra que iniciaron la guerra en 1936, que posteriormente habían pasado a denominarse “columnas de Navarra y Guipúzcoa" tras nutrirse de “las juvetudes nacionales guipuzcoanas”, se vieron así potenciadas en efectivos y material hasta convertirse en auténticas divisiones. Pero como a efectos administrativos dependían de la División de Burgos, resultaba incogerentes denominarlas así y hasta que Franco dispuso la organización de los Cuerpos de Ejército no pudieron intitularse Divisiones de Navarra.

Con todas las unidades que cubrían el frente, desde la costa en Ondarroa hasta la estribaciones del Gorbea, se crearon las cuatro primeras brigadas: la 1ª, mandada por el coronel García Valiño; la 2ª, por el coronel Cayuela; la 3ª, por el coronel Latorre y las 4ª, por el coronel Alonso Vega. Posteriormente se organizarían la 5ª (coronel Juan Bautista Sánchez) y la 6ª (coronel Bartomeu).

Bien armadas y dirigidas, sus componentes darían un óptimo resultado. A juicio de Aznar, la calidad de la tropa navarra nacía de muy diversas circunstancias políticas, sociales, económicas y familiares. Los estímulos políticos procedían de la organización social, administrativa y familiar de Navarra, que había permitido conservar los más profundos ideales del Catolicismo y del patriotismo, que en otras regiones se habían degradado; Navarra, donde no había "pobres de solemnidad" y donde se cultivaba en la familia el ideal del trabajo duro y honrado, generaba combatientes disciplinados y constantes en sus afanes; los hombres, bien alimentados y con buena salud debido a sus hábitos, la conveniente estructura de la propiedad sin muchos ricos ni pobres y el desarrollo del sistema sanitario, resultaban buenos soldados. Las bajas se cubrían con soldados y unidades de otras regiones pero, lo mismo que ocurría en la Legión, los recién llegados emulaban el ejemplo de los supervivientes de las primeras acciones y adoptaban similares características y comportamiento en combate.


La visión de Aznar tiene algunos elementos de realidad, pero también denota una visión de Navarra como una arcadia feliz, propia de nacionalistas vascos y carlistas. Por eso me sorprende su inclusión en la revista Ejército, donde no sé si lo expuesto no molestaría a un canario, andaluz o catalán.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por pepero »

Buscaglia escribió:Saludos.

Los voluntarios requetés, junto con legionarios e indígenas de Marruecos, adquirieron fama de contarse entre las mejores tropas nacionales. Manuel Aznar, navarro de Etxalar (a mi entender, uno de los pueblos más bonitos de España) dio su explicación a este hecho en la revista Ejército de marzo de 1940. Aznar había pasado por diferentes ideologías a lo largo de su trayectoria y en ese período quería hacerse perdonar su período nacionalista vasco glosando las gestas del bando nacional.

La visión de Aznar tiene algunos elementos de realidad, pero también denota una visión de Navarra como una arcadia feliz, propia de nacionalistas vascos y carlistas. Por eso me sorprende su inclusión en la revista Ejército, donde no sé si lo expuesto no molestaría a un canario, andaluz o catalán.
Hombre, en los años 40, no creo que molestara a un catalán dado que el triunfo de la sublevación no existió en ningún lugar de Cataluña.

Voluntarios catalanes en ejercito franquista inicialmente fueron pocos, y me atrevería a comentar que fue gente que estaba iniciando sus vacaciones, o que se olía que algo gordo estaba a punto de suceder. Posteriormente los huidos de la zona republicana fueron engrosando, poco a poco, las filas de los nacionales. Y los casos que yo conozco si que se puede aceptar esa visión de la arcadia feliz. Esa es mi impresión.

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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

pepero escribió:
Buscaglia escribió:Saludos.

Los voluntarios requetés, junto con legionarios e indígenas de Marruecos, adquirieron fama de contarse entre las mejores tropas nacionales. Manuel Aznar, navarro de Etxalar (a mi entender, uno de los pueblos más bonitos de España) dio su explicación a este hecho en la revista Ejército de marzo de 1940. Aznar había pasado por diferentes ideologías a lo largo de su trayectoria y en ese período quería hacerse perdonar su período nacionalista vasco glosando las gestas del bando nacional.

La visión de Aznar tiene algunos elementos de realidad, pero también denota una visión de Navarra como una arcadia feliz, propia de nacionalistas vascos y carlistas. Por eso me sorprende su inclusión en la revista Ejército, donde no sé si lo expuesto no molestaría a un canario, andaluz o catalán.
Hombre, en los años 40, no creo que molestara a un catalán dado que el triunfo de la sublevación no existió en ningún lugar de Cataluña.

Voluntarios catalanes en ejercito franquista inicialmente fueron pocos, y me atrevería a comentar que fue gente que estaba iniciando sus vacaciones, o que se olía que algo gordo estaba a punto de suceder. Posteriormente los huidos de la zona republicana fueron engrosando, poco a poco, las filas de los nacionales. Y los casos que yo conozco si que se puede aceptar esa visión de la arcadia feliz. Esa es mi impresión.

Saludos.
Saludos.

Es que yo me refería a la cuestión de proclamar que los voluntarios navarrros carlistas eran mejores combatientes que los de otras zonas. Ortega decía que en España, a poco que escarbes, sale la provincia... enfrentada a las demás provincias. Por eso me resulta extraño a las premisas del Régimen ese distingo de superioridad combativa de una región sobre otra. La doctrina oficial del Franquismo era que los nacionales eran mejores soldados que los republicanos, pero sin entrar en distinciones regionales.


Lo de la "arcadia feliz"... habría mucho que matizar. Si por "arcadia feliz" entendemos que la administración navarra dependía básicamente de una Diputación que había conseguido que carreteras, sanidad,educación y beneficencia estuviesen por encima de la media española, te doy la razón. Pero el mensaje subyacente de que se administra mejor desde la cercanía regional resultaba contrario al centralismo del estado franquista. Si por "arcadia feliz" hablamos de que había habido menos violencia social en Navarra que la media española, también de acuerdo. Así, al pronto, solo recuerdo un joven de izquierdas asesinado en Viana y un falangista asesinado en Mendavia antes del estallido de la guerra. También parece que el estado físico de los habitantes del norte de la Península era superior a los del sur debido a que, al haber vacas, bebían más leche de niños y eso hacía que su desarrollo fuese mejor. De hecho, para trabajos como estibador desde el siglo XIX se prefería gallegos, asturianos, cántabros, vascos o navarros. En el caso de Navarra, no sé si de forma científica o no, se decía que los deportes populares (frontón, segar, cortar troncos, levantar piedras, correr...) provocaban que la condición física fuera mejor.


Pero en muchos aspectos parte de Navarra estaba muy lejos de ser un remanso de paz. La estructura de la propiedad hacía que en el norte predominase con mucho el pequeño propietario, conservador, católico y de condiciones de vida aceptables. Pero en la zona centro y sobre todo en la Ribera, con un reducido número de latifundistas y una masa de jornaleros, el hambre, la radicalidad y el ateísmo eran parecidos a los de zonas con estructura de propiedad idéntica. Y las unidades de requetés se nutrían tanto de navarros del sur como del norte.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por fco_mig »

Cuidado, señores. No nos adentremos excesivamente en temas no militares. Algo de manga ancha podemos tener, pero si se desvía en exceso del tema, podría tener que tomar medidas.
Consideren esto un aviso amistoso.
A decir verdad, en esta lucha de cada instante, donde el resultado más corriente es que se petrifique todo lo que hay de más espontáneo y valioso en el mundo, no estoy seguro de que podamos ganar.
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Re: Sucedió en una unidad carlista...

Mensaje por Buscaglia »

fco_mig escribió:Cuidado, señores. No nos adentremos excesivamente en temas no militares. Algo de manga ancha podemos tener, pero si se desvía en exceso del tema, podría tener que tomar medidas.
Consideren esto un aviso amistoso.

De acuerdo :dpm: . Pero en el tema de las unidades carlistas en difícil soslayar lo no militar.
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