dragonauta escribió:MENCEY escribió:OBUS SCHNEIDER AC DE 15,5 CMS TR MOD.1917 155/13:
Esta pieza era la version española del obus de 155 C mod.1917 de la casa Schneider producido bajo licencia en Trubia.Fue declarado reglamentario en Noviembre de 1922, si bien ya se habian comprado algunos en 1918.Ademas de en el Español y Frances, fue adoptado por los Ejercitos deItalia, Brasil,Belgica, Yugoslavia,Finlandia, Grecia,Estados Unidos,Polonia,Rumania y Rusia, en este ultimo en version calibre de 152,4.Era pues una pieza muy probada y fiable.
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CARACTERISTICAS:
Calibre: 155mm
Longitud del cañon: 2,33 metros
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Sector vertical: 0 a 42 grados
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Numero de cargas de proyeccion: 7
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Un par de preguntas sobre esta pieza.
En francés se le denomina «canon de 155 court», mientras que en España se le denomina «obús». Eso podría ser por ser un cañón corto o por que usaba saquetes en vez de vainas, pero no por la elevación máxima, que era solo de 42°. ¿Alguien sabe el motivo oficial?
Si divido la longitud del tubo por su diámetro, a mí me sale 15.03, en las descripciones del cañón original francés se dice que es de 15 calibres, pero en muchas descripciones de la pieza en español, como ésta, se le dice 155/13. ¿A que se debe esta discrepancia?
Muchas gracias y saludos,
No creo que la cuestión terminológica tenga mayor importancia. Tradicionalmente se había distinguido entre el cañón, de tubo más largo (sobre 15/20 calibres) y tiro tenso, y cuyo proyectil era en consecuencia la bala, una esfera sólida de hierro fundido (y la metralla para tiro a cortas distancias). Tanto el mortero como el obús disparaban proyectiles explosivos, el mortero era muy corto y de grueso calibre y tiraba con una inclinación superior (45o); su proyectil se denominaba bomba. El obús, de tubo más largo (sobre 4/7 calibres), tiraba con ángulo menor y variable (hasta 30o), disparaba la granada, muy similar a la bomba pero de menor calibre y sin boquilla o sujeciones para la carga.
Pero en la segunda mitad del XIX estas diferencias quedaron desdibujadas con la llegada de los proyectiles explosivos mejorados, y en especial el Shrapnel, apareciendo el famoso cañón/obús Napoleón mod. 1853, y poco más tarde las piezas de ánima rayada, que tiraban proyectiles más pesados Shrapnel y rompedores.
Los morteros y obuses en principio quedaron estancados, pero a fines de siglo reaparecieron obuses y morteros pesados para sitio y costa, pero en principio desaparecieron los obuses de campaña. Los alemanes a fines del XIX introdujeron dos excelentes obuses de campaña, los ligeros de 10,5 cm lFH 98 y 98/09 (el 2º ya con cureña deformable) y los pesados de 15 cm sFH 02 y sFH 13 (con cureña deformable), así como morteros de sitio de 21 cm, los 21 cm ‘Morser’ M99 y M10. Como se ve los alemanes rescataron la vieja tradición de los obuses de campaña. Su utilidad no se debía solo a su mayor calibre respecto de los cañones (al tratarse de armas de 105 y 155 mm) sino a su capacidad de tiro curvo, muy útil contra tropas a cubierto.
Y los franceses …. Por algún motivo que desconozco, y ya en su sistema De Bange denominaron a estas piezas cortas y de mayor calibre como cañones cortos, por ejemplo el ‘Canon de 155 mm Court, modele 1881 De Bange’ (de 12 calibre). Pero al inicio del siglo XX, cegados por el éxito de su cañón Mle. 1897 de 75 mm, desatendieron los obuses modernos y solo disponían en escasas cantidades de una pieza de tiro rápido, ‘Canon de 155 mm Court, modele 1904 Tir Rapide Rimailho’ (12 calibres), excesivamente pesada. Pero porqué llamaron ‘cañones cortos’ a lo que los alemanes denominaron obuses ….. ni idea. Lo cierto es que años después Francia también reintroduciría el nombre de obús para estas piezas.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados