Saludos.
“Una fuerza enemiga amenazaba nuestros territorios hacia el oeste en dirección a Khartum. En Kenya cundia el temor provocado por una expedición italiana (...) Pero todo esto era cosa menuda comparado con el temor de una invasión de Egipto”.
Del volumen “Solos” de Winston Churchill.
Pues pasemos una revista a las fuerzas que desde el AOI atemorizaban

a los ingleses

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Vamos a diseccionar lo que realmente tenía su disposición el Virrey.
El Ejército de Tierra era ingente: 5.990 oficiales, 68.000 soldados metropolitanos y 182.000 coloniales encuadrados en 2 divisiones y 16 batallones metropolitanos, tres compañías de carros, 29 brigadas coloniales, 17 batallones coloniales, 8 escuadrones de caballería y 22 compañías autónomas.
El armamento era de 811 cañones: 97 de calibre medio y 714 de pequeño calibre (la mayoría viejísimas piezas sin ninguna movilidad situadas en los fuertes). Había 70 morteros de 81 mm y 57 de 45 mm. Los fusiles ametralladores eran 5.300 y había 3.300 ametralladoras (modelos viejunos Fiat 14, Schwarzlose y otras rarezas intermedias de los años 20 y 30 que el gran Triton nos ha ido desgranando en su estupendo hilo

sobre las ametralladoras italianas).
Como vemos, un ejército ingente de 260.000 hombres. Pero armados básicamente con fusiles y armas automáticas. Las armas de calibre medio (cañones y morteros de 81) no llegaban a las 170.
Se trata también de un Ejército que avanza a pie y a veces sin botas (indígenas) o con las botas destrozadas (metropolitanos). Un Ejército de enfermos endémicos por falta de medicamentos.
Un Ejército que en realidad no dispone de los efectivos que acabamos de exponer. Muchos de esos soldados coloniales no existen, hace tiempo que desertaron pero no se reconoce oficialmente. Miles de reclutas etíopes están escondidos en la foresta y en las montañas. Cuando estalla la guerra miles pasarán a las líneas enemigas. Así, en diciembre Churchill se quejaba que se hubiesen constituído batallones de trabajadores con los desertores etíopes que se dedicaban a abrir caminos en lugar de utilizarlos en combate.
Era normal. Etiopía había sido conquistada 5 años antes y todavía no había sido domeñada. Los italianos fueron brutales en su conquista, pero aún peores en su ocupación. Por un lado, establecieron un régimen de apartheid (o sea, que de "Facetta nera, bella abisinia..." nada de nada, salvo violación

) y, por otro, ejercieron una represión brutal sobre todo tras un atentando contra el anterior virrey. En estas condiciones, los reclutas etíopes apenas eran utilizables en combate salvo algunas tribus contrarias a Haile Selasie o las clientelas de algunos rass proitalianos.
Frente a eso, generalmente somalíes y eritreos son fieles a Italia y combaten bien. Guerreros natos, bien mandados son formidables en correrías e incursiones. Pero no en batallas de desgaste que se adaptan mal a su sicología de depredadores.
Por otro lado, ese enorme ejército es una fuerza de ocupación diseminada en múltiples posiciones por toda la colonia. Si se retiran las guarniciones para crear una masa de maniobra, la población se sublevará y se perderá el control de la región. Así que la mayor parte de la tropa no puede moverse ni emplearse en ofensivas: está condenada a mantenerse fija en determinados enclaves para asegurar que sigan siendo italianos. La masa de maniobra capaz de combatir en cualquier lugar (si hay gasolina y camiones para llevarlos) de ese ejército de más de un cuarto de millón de hombres no pasa de 50.000-60.000 soldados.
La dotación de armas del AOI quedaba muy por debajo de lo planeado. Por ejemplo, de los 108 Savoia 79 que estaba previsto desplegar, sólo habían llegado 18 por lo que cerrar el Mar Rojo al tráfico mercante enemigo resultaba imposible. Faltaban los antiaéreos para defender los aeropuertos y radios para establecer una red de alarma previa. Faltaban camiones y gasolina. Faltaba comida y uniformes. Quizá lo peor, faltaba medicina y las enfermedades tropicales se cebaban en la tropa.
La falta de material es en parte fruto de la improvisación de Roma: sólo el 7 de junio se advirtió a la flota mercante que arribase a puertos amigos a la mayor brevedad. La improvisación de la declaración de guerra italiana causó una debacle: se perdieron por captura o al quedar internados 1.200.000 toneladas de mercantes, además los barcos más nuevos y de mayor tonelaje. Varios de ellos, ya en el Mar Rojo y a punto de desembarcar materiales de los que el AOI tenía absoluta necesidad para una guerra prolongada, cayeron en manos de los ingleses.
Las fuerzas blindadas se componían de tres compañías de carros. En teoría había 24 tanques medios M-11 (de 11 toneladas) con cañón de 37 mm en barbeta. Casi es el único caso de arma moderna que había llegado a tiempo al AOI, porque en Libia todavía no se habían desplegado. Era un tanque mediocre pero en este escenario resultaba el arma más potente antes de la llegada de los taques crucero y Matilda ingleses. También había entre 35 y 39 tanquetas L-35 armadas con dos ametralladoras del 8 (no sé si se mantenían los modelos lanzallamas). Pero esos 63 tanques también eran las cifras teóricas: el número operativo era de 48 y paulatinamente, sobre todo los recién llegados M-11, fueron quedando fuera de combate por falta de piezas de repuesto (digamos que el modelo, recién salido de fábrica, estaba aún en rodaje y el hostil medio del AOI le vino grande).
Finalmente había 126 autoblindados. Cifra espectacular que parece brindar grandes posibilidades de acciones veloces y descubiertas audaces. Pero no. Aunque había algunos Lancia (de la Gran Guerra) y Fiat (grandes autoametralladoras de la Policía Colonial ), la mayoría eran de fabricación local, acorazados con tiras metálicas obtenidas de viejas ballestas. Vamos, peores que los camiones blindados de nuestra guerra civil. Así que no eran, ni por asomo, similares a los estupedos autosblindados que utilizaban los sudafricanos.
En Aviación, es frecuente leer que la Regia disponía de 323-350 aviones. Pero igualmente es una cifra teórica. De ellos 81 estaban en reparación en la SRAM de Asmara y los talleres de la Caproni y de la Piaggio. Talleres de los que muchos nunca saldrían porque las piezas necesarias para repararlos no existían y se “canibalizaron” para mantener operativos a los demás. Otros de esos 350-323 aviones eran modelos de transporte, tipos obsoletos o que ya no podían volar debido a que su estructura de madera y tela había sido atacada por las condiciones metereológicas o los insectos.
Así que el número de aviones operativos en las fuentes más fiables fluctúa entre los 150 y los 182.
Pero, aún así, en el momento de la declaración de guerra su fuerza era inmensamente superior a las de los británicos (proporcionalmente superior a la ventaja que también Graziani disponía el Libia).
Veremos a continuación con qué contaban los aliados en la región...