por Buscaglia el Lun 06 Ago 2007 18:10
Saludos.
Voy a poner algo sobre la campaña naval en el Mar Rojo de 1940-41. Se trató de un frente secundario y poco activo, pero para mi fascinante debido precisamente a lo que contrasta con la impersonal masificación de otras campañas.
Los italianos disponían de:
- La 5 Flotilla de Destructores. Clase Belva: Pantera, Tigre y Leone (de 2.200 t, botados en 1921.)
- La 3ª Flotilla de Torpederos. Clase Patriota: Nullo, Manin, Sauro y Battisti (de 1.500 t, botados en 1924).
- Los sumergibles oceánicos. Archimede, Galilei, Torricelli, Ferraris, Galvani y Guglielmotti (1200 t, 1-2 cañones de 100 mm, 8 tubos y entre 14-16 torpedos).
- Los sumergibles costeros Perla y Makalle (700 t, 1 cañón de 100mm, 6 tubos y 12 torpedos).
- Los navios coloniales Eritrea, Ramb I y Ramb II y dos viejos torpederos de 1917, el Orsini y el Acerbi (800 t.).
- Las cinco lanchas torpederas más viejas de su flota, las MAS 204, 206, 210, 213 y 216, de 14 toneladas y una autonomía de 230 millas. Alguna era de la Gran Guerra y por eso llevaba por único armamento de superficie una ametralladora de 6´5 mm.
Aunque existían seis puertos en el litoral del Africa Oriental Italiana (AOI) – Massaua, Assab, Dante, Mogadiscio, Chisimaio y Massaua – sólo este último era adecuado para la utilización permanente de buques de guerra. Era la mejor rada del Mar Rojo pero presentaba el inconveniente de que en ese punto ese mar presenta su mayor anchura (320 kilómetros) por lo que los buques enemigas podían ampliar las distancias. En Massaua se habían construido depósitos de combustible, instalaciones de reparación y dispuesto artillería semipesada (3 cañones de 152 mm) capaz de rechazar un posible ataque de los cruceros enemigos. Y, quizá lo más importante, disponía de células fotoeléctricas e instalaciones de detección acústica que podían detectar con cierta antelación el ataque de bombarderos enemigos procedentes del mar. Pero apostar a la flota en Massaua también suponía dejarla embotellada pues resultaba imposible salir al Índico por el estrecho de Bab-el Mandeb, muy vigilado por los británicos.
Fuera de este puerto sólo operaban las 5 MAS, desde Rabeita, con la misión de señalar el paso de los buques británicos. Los MAS cumplieron su labor a la perfección, avisando del paso de 590 convoyes enemigos. Pero sólo en dos ocasiones las fuerzas de superficie de Massaua se decidieron atacar los convoyes, con el resultado de la pérdida de un buque propio y graves daños a un destructor enemigo.
Los británicos operaban desde Mombasa, Port Sudán y Adén. Ya en mayo de 1940 llevaron a Adén tres viejos cruceros y 4 modernos destructores de 1700 t, botados en 1939, con 4 cañones de 120 mm, 8 tubos lanzatorpedos y 36 nudos de velocidad. Además, contaban con seis corbetas de la marina australiana e hindú, de unas 1.000 t y 3 piezas de 100 mm. A estas fuerzas permanentes se sumaban las escoltas de los convoyes que se dirigían a Suez. La impunidad de los británicos era tal que en alguna ocasión un crucero disparó durante horas contra objetivos como las industrias de salazón en la costa enemiga.
Desde el 24 de mayo hasta finales de junio, fecha en que se organizó un sistema de convoyes, se cerró el Mar Rojo a los mercantes. Los convoyes tardaban dos días en cruzar la zona más peligrosa, que se extendía desde Adén a Port Sudán.
Los submarinos debían llevar el principal esfuerzo ofensivo naval italiano pero funcionaban bastante mal. Debido a la humedad elevada y al calor, se les había dotado de instalaciones de aire acondicionado que funcionaban con cloruro de metilo (CH3cl), gas inodoro e incoloro, pero muy tóxico. El Ferraris debía acechar en la costa de Gibuti, el Makallé en Port Sudán, el Galvani en el Golfo de Omán, el Torricelli en el estrecho de Perim y el Galilei en Adén. Todos zarparon el 10 de junio.
El 11 de junio se hundió el Makallé por envenenamiento de su tripulación por metilo. El 17 el Galilei hundió al mercante James Stove, de 8.200 t. Pero dos días después quedó a la deriva por envenamiento de su tripulación. El dragaminas Moonstone descubrió su periscopio y lo obligó a emerger con cargas. Pese a que el Galilei era más rápido y estaba mejor armado, la tripulación no estaba en condiciones de combatir y, cuando un cañonazo mató a los oficiales, el sumergible fue capturado. Con los documentos apresados en el Galilei los británicos desviaron los mercantes de donde acechaban los submarinos y procedieron a cazarlos. El 19 el Archimede sufrió el mismo problema: el cloruro de metilo produjo un frenesí destructivo y homicida entre la tripulación. Tuvo que volver a puerto con 4 muertos y otros 6 tripulantes murieron en el hospital. La corbeta Falmouth y el destructor Kimberly descubrieron al Galvani en su posición a 8 millas de la entrada del Golfo de Omán. A las 2 de la madrugada del 24 lo alcanzaron con un proyectil antes de que se sumergiera y luego lo persiguieron con cargas de profundidad. El barco salió a la superficie, salvándose 31 de sus tripulantes.
El alba del 23, el Torricelli, al que el enemigo sabía en el estrecho de Perim, fue atacado por el hidroavión del crucero Leander, que le hizo un agujero en el casco que no le permitía una inmersión continuada. Obligado a emerger, se encontró con tres destructores y dos cañoneros. En un combate que duró una hora contra buques que tenían 22 cañones de mayor calibre que los 2 suyos, averió a cañonazos al Soreham, de 1.100 t y torpedeó al destructor Karthoum, de 1600 t., que se hundió. Los británicos dispararon 700 cañonazos antes de acaber con el submarino. A su herido comandante se le recibió con honores militares en Adén. Ese mismo día, el Galvani hundía a la vieja corbeta Pathan, de 600 t, botada en 1918, de la marina hindía, con 5 muertos.
El 26 el Perla encallaba cerca de Massaua al intentar eludir un ataque aéreo. Desde Adén enviaron un crucero y dos destructores para rematarlo, mientras que desde Massaua lo socorrieron con tres buques. Debido a los bajos fondos, el crucero no pudo acercarse y su intento de destruirlo a gran distancia mediante las indicaciones del hidroavión de a bordo se vio frustrado por el derribo del aparato. Un destructor se atrevió a acercarse hasta el alcance de sus cañones, pero el submarino se defendió con acierto y, en unas aguas desconocidas, optó por retirase. Tras unas semanas de improbos esfuerzos, se pudo recuperar el sumergible y llevarlo a puerto. Pero los datos objetivos era que en 13 días se había perdido la mitad de la flota de submarinos y los supervivientes, por una causa u otra, necesitaban reparaciones. A partir de ese momento los submarinos fueron utilizados con la mayor prudencia y sólo hundieron al petrolero Atlas de 4.000 toneladas.
Cuando la situación en la Colonia se hizo insostenible, los cincuenta mercantes que había en los puertos salieron, la mayoría hacia Japón. Los submarinos en dirección hacia Europa y los destructores y torpederos intentaron un ataque suicida hacia Suez que terminó con su hundimiento. No me atrevo a decribir el ataque porque he leído versiones muy discordantes. En unas se habla de una opereta bufa que acaba con el embarrancamiento de los buques y en otras de horas de combate contra nubes de Bristol Bleheim. Como no sé cuan quedarme omito la cuestión.
Quedaban sólo las MAS, que volvieron a Massaua. El 8 de abril, el día en que cayó la base italiana, el MAS 213 logró, en el último momento, el mayor éxito de la campaña. Torpedeó al crucero antiaéreo Capetown (4.200 t, 5 cañones de 152 mm), que escoltaba el convoy que iba a entrar en Masawa. El barco se parcheó como pudo en Port Sudán, pero hubo que mandarlo a un astillero de Bombay para su reparación y pasó un año antes de volver a navegar. La última baja aliada se produjo el 13 de junio, cuando el transporte Parvati voló por una mina italiana en el puerto de Assab
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.
"Caperucita y otros relatos vascos de terror"



