El “Etappendienst”
Publicado: 18 Ene 2011
El “Etappendienst” (parte 01) :
Cuando uno lee las historias de los submarinos, de los grandes buques de superficie o los corsarios de la Kriegsmarine, debe a veces extrañar e imaginar como estas unidades lograban subsistir en sus correrías en alta mar.
Todos estos buques eran avituallados con rigurosa puntualidad en los lugares más remotos y alejados de Alemania.
Cuando uno lee los textos, frecuentemente se les nombra en citas en alta mar o en alguna isla perdida en el mar con barcos salidos del Brasil, de las Canarias, del Uruguay o del lejano Japón. Uno puede pensar que desde Alemania era fácil, contando, desde luego, con los barcos y de los hombres necesarios, el disponer de reuniones y citas en los más apartados rincones del mundo. Sin embargo, la inmensa mayoría de aquellos petroleros y avitualladores no zarparon de Alemania o de la Francia ocupada. ¿De dónde procedían entonces y quiénes se encargaron de abastecerlos, despacharlos, recibirlos y pagar sus fletes?
En el año 1911 se creó en Alemania el Servicio Secreto de Aprovisionamiento de la Marina de Guerra, más abreviadamente conocido con el nombre de “Etappendienst”. Su misión en tiempos de paz era recoger toda la información posible sobre mercante y de guerra que tocasen en los puertos extranjeros donde existieran agentes de tal organización, quienes en caso de guerra deberían encargarse de abastecer secretamente desde los países neutrales a los barcos alemanes que actuaran contra el enemigo alejado de sus bases.
Se utilizó principalmente al personal alemán de las compañías de navegación, petróleo o cualquier otra clase de firmas germanas con agentes o corresponsalías en el extranjero, y también a individuos no alemanes, pero simpatizantes de Alemania. Durante la Gran Guerra, este servicio prestó una importante contribución a la Escuadra Alemana del Pacífico del almirante Graf Spee, y también a los corsarios disfrazados y sin disfrazar, así como a los submarinos. Cuando terminó la lucha en 1918, el “Etappendienst” quedó disuelto, pero de su existencia no tuvieron noticias los vencedores del conflicto.
Al comenzar la reconstrucción de Alemania en 1927, se encargó al almirante Canaris, en aquella época capitán de navío, que había sido parte del “Etappendienst” durante la Gran Guerra, establecer nuevamente los contactos, dentro del más riguroso secreto, con los antiguos miembros de la organización. Canaris poseía experiencia en ese sentido de su paso por España en la Gran Guerra, desde donde se encargó, bajo la cubierta de ser ciudadano chileno, del aprovisionamiento desde puertos españoles a submarinos y corsarios alemanes.
Es interesante destacar que Canaris comprendía perfectamente la situación de Alemania con relación a la guerra contra el tráfico mercante británico, sumando a su experiencia previa en este departamento en la Gran Guerra, su agudeza política y estratégica, notó de inmediato que la fortaleza de Inglaterra no solo era su posición geográfica dominante con respecto a las demás naciones europeas en cuanto al acceso al Atlántico; sino también en la riqueza de su imperio en lo referente al acceso a materias primas para su industria. Canaris tuvo conocimiento de que en Inglaterra se había analizado la doctrina de Guerra Relámpago Alemana y que la conclusión a que se había llegado era de que en Gran Bretaña recibiría grandes golpes inicialmente, pero que eso no necesariamente redundaría en una victoria alemana.
Almirante Wilhem Canaris, reconstructor del “Etappendienst”.
Pero volvamos al “Etappendienst”.
En 1931, el director gerente de la gran compañía naviera alemana “Norddeutschen Lloyd” decidió voluntariamente afiliarse al “Etappendienst”, y tras este paso, otras muchas compañías estuvieron dispuestas a cooperar. Sin embargo, las cosas se llevaban a cabo de tal manera, que sólo muy contadas personas en cada caso estaban en el secreto.
Las travesías por aguas extranjeras efectuadas por los buques de la renacida Marina Alemana, como el “Emden” y otros cruceros y acorazados de bolsillo, contribuyeron poderosamente al auge de la organización antes de la Segunda Guerra Mundial, ya que las colonias alemanas en las diferentes partes del mundo sentían el renacer de su patria y, estando dotados sus compañeros de un elevado y noble espíritu patriótico, aceptaban voluntariamente efectuar servicios absolutamente gratuitos, que particularmente ninguna ventaja habría de reportarles. Determinados oficiales de aquellos barcos fueron los encargados de instruir convenientemente a los agentes del “Etappendienst” en el extranjero, con el fin de evitar en lo posible la utilización del correo, claves, etc. Por otra parte, el jefe de esta organización en cada país solía ser el agregado naval alemán.
Con vistas a una próxima “segunda guerra mundial”, en la que se preveía que los servicios del “Etappendienst” serían todavía más importantes, puesto que Alemania había perdido la totalidad de sus colonias al firmar la paz, careciendo por lo tanto de bases navales o puntos de apoyo para sus buques fuera de sus propias y reducidas costas, se asignaron como misiones únicas del “Etappendienst” : el abastecimiento de los buques de guerra germanos que operasen fuera de las aguas alemanas y el envío a Alemania de las mercancía estratégicas necesarias, utilizando para ello a los forzadores de bloqueo; descargándola, en cambio, de cuanto se refería al espionaje. De ahí que no funcionase el “Etappendienst” en los países considerados enemigos probables del Tercer Reich en caso de guerra.
Durante ésta, y como los referidos agentes pertenecieran a diversas compañías germanas, naturalmente en contacto con su país y que se valían de fondos, aparentemente perteneciendo a aquellas, para sus actividades normales, jamás fueron detectados por el servicio aliado de información.
Las zonas principales en que quedó dividido el “Etappendienst” fuero cuatro : América del Norte, América del Sur, Asia Oriental y España, y se les dio la alerta el 10 de agosto de 1939.
Según el jefe de esta organización desde 1937, el capitán de navío Werner Stoephasius, el mayor éxito de su funcionamiento se consiguió en la Argentina, donde fueron equipados un buen número de petroleros y nodrizas que avituallaron a los acorazados de bolsillo Graf Spee y Scheer. También del Brasil zarparon frecuentemente buques destinados al abastecimiento de los corsarios alemanes de superficie y submarinos, funcionando asimismo la organización de una manera muy eficaz en el Japón y en España. Los buques zarpaban aparentemente de un puerto a otro, y no regresaban hasta que había transcurrido el tiempo normalmente empleado en el supuesto viaje, siendo el secreto tan absoluto y celosamente guardado que jamás uno de estos buques fue apresado al zarpar o recalar en los puertos neutrales cumpliendo ordenes de Berlín. Desde luego, el “Etappendienst”, vía el Abwehr, había colocado fondos suficientes en el extranjero antes de la guerra para que nunca llegasen a escasear a lo largo de ella.
Para entender mejor, digámoslo de esta forma, la mecánica de las operaciones era muy sencilla, un buque cargaba alimentos y combustible, programando una ruta entre puertos, obviamente se desviaba de ella para cumplir su misión de avituallamiento y una vez terminada, seguía su derrotero como si nada hubiera acontecido. Otros buques, los que operaban desde puertos alemanes o de países ocupados, se posicionaban en lugares apartados de los océanos y desde allí se reunían con los corsarios a los que debían repostar y recibían correspondencia o mercaderías muy escasas en Alemania de los primeros para llevarlas a Alemania, normalmente a través de Brest. En algunos casos, los forzadores de bloqueos también llevaron prisioneros de los mercantes capturados en sus viajes de retorno (caso Altmark).
Las perdidas islas de Kerguelen, refugio y lugar de reunión de corsarios, forzadores de bloqueo y mercantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Continuará.......
Cuando uno lee las historias de los submarinos, de los grandes buques de superficie o los corsarios de la Kriegsmarine, debe a veces extrañar e imaginar como estas unidades lograban subsistir en sus correrías en alta mar.
Todos estos buques eran avituallados con rigurosa puntualidad en los lugares más remotos y alejados de Alemania.
Cuando uno lee los textos, frecuentemente se les nombra en citas en alta mar o en alguna isla perdida en el mar con barcos salidos del Brasil, de las Canarias, del Uruguay o del lejano Japón. Uno puede pensar que desde Alemania era fácil, contando, desde luego, con los barcos y de los hombres necesarios, el disponer de reuniones y citas en los más apartados rincones del mundo. Sin embargo, la inmensa mayoría de aquellos petroleros y avitualladores no zarparon de Alemania o de la Francia ocupada. ¿De dónde procedían entonces y quiénes se encargaron de abastecerlos, despacharlos, recibirlos y pagar sus fletes?
En el año 1911 se creó en Alemania el Servicio Secreto de Aprovisionamiento de la Marina de Guerra, más abreviadamente conocido con el nombre de “Etappendienst”. Su misión en tiempos de paz era recoger toda la información posible sobre mercante y de guerra que tocasen en los puertos extranjeros donde existieran agentes de tal organización, quienes en caso de guerra deberían encargarse de abastecer secretamente desde los países neutrales a los barcos alemanes que actuaran contra el enemigo alejado de sus bases.
Se utilizó principalmente al personal alemán de las compañías de navegación, petróleo o cualquier otra clase de firmas germanas con agentes o corresponsalías en el extranjero, y también a individuos no alemanes, pero simpatizantes de Alemania. Durante la Gran Guerra, este servicio prestó una importante contribución a la Escuadra Alemana del Pacífico del almirante Graf Spee, y también a los corsarios disfrazados y sin disfrazar, así como a los submarinos. Cuando terminó la lucha en 1918, el “Etappendienst” quedó disuelto, pero de su existencia no tuvieron noticias los vencedores del conflicto.
Al comenzar la reconstrucción de Alemania en 1927, se encargó al almirante Canaris, en aquella época capitán de navío, que había sido parte del “Etappendienst” durante la Gran Guerra, establecer nuevamente los contactos, dentro del más riguroso secreto, con los antiguos miembros de la organización. Canaris poseía experiencia en ese sentido de su paso por España en la Gran Guerra, desde donde se encargó, bajo la cubierta de ser ciudadano chileno, del aprovisionamiento desde puertos españoles a submarinos y corsarios alemanes.
Es interesante destacar que Canaris comprendía perfectamente la situación de Alemania con relación a la guerra contra el tráfico mercante británico, sumando a su experiencia previa en este departamento en la Gran Guerra, su agudeza política y estratégica, notó de inmediato que la fortaleza de Inglaterra no solo era su posición geográfica dominante con respecto a las demás naciones europeas en cuanto al acceso al Atlántico; sino también en la riqueza de su imperio en lo referente al acceso a materias primas para su industria. Canaris tuvo conocimiento de que en Inglaterra se había analizado la doctrina de Guerra Relámpago Alemana y que la conclusión a que se había llegado era de que en Gran Bretaña recibiría grandes golpes inicialmente, pero que eso no necesariamente redundaría en una victoria alemana.
Almirante Wilhem Canaris, reconstructor del “Etappendienst”.
Pero volvamos al “Etappendienst”.
En 1931, el director gerente de la gran compañía naviera alemana “Norddeutschen Lloyd” decidió voluntariamente afiliarse al “Etappendienst”, y tras este paso, otras muchas compañías estuvieron dispuestas a cooperar. Sin embargo, las cosas se llevaban a cabo de tal manera, que sólo muy contadas personas en cada caso estaban en el secreto.
Las travesías por aguas extranjeras efectuadas por los buques de la renacida Marina Alemana, como el “Emden” y otros cruceros y acorazados de bolsillo, contribuyeron poderosamente al auge de la organización antes de la Segunda Guerra Mundial, ya que las colonias alemanas en las diferentes partes del mundo sentían el renacer de su patria y, estando dotados sus compañeros de un elevado y noble espíritu patriótico, aceptaban voluntariamente efectuar servicios absolutamente gratuitos, que particularmente ninguna ventaja habría de reportarles. Determinados oficiales de aquellos barcos fueron los encargados de instruir convenientemente a los agentes del “Etappendienst” en el extranjero, con el fin de evitar en lo posible la utilización del correo, claves, etc. Por otra parte, el jefe de esta organización en cada país solía ser el agregado naval alemán.
Con vistas a una próxima “segunda guerra mundial”, en la que se preveía que los servicios del “Etappendienst” serían todavía más importantes, puesto que Alemania había perdido la totalidad de sus colonias al firmar la paz, careciendo por lo tanto de bases navales o puntos de apoyo para sus buques fuera de sus propias y reducidas costas, se asignaron como misiones únicas del “Etappendienst” : el abastecimiento de los buques de guerra germanos que operasen fuera de las aguas alemanas y el envío a Alemania de las mercancía estratégicas necesarias, utilizando para ello a los forzadores de bloqueo; descargándola, en cambio, de cuanto se refería al espionaje. De ahí que no funcionase el “Etappendienst” en los países considerados enemigos probables del Tercer Reich en caso de guerra.
Durante ésta, y como los referidos agentes pertenecieran a diversas compañías germanas, naturalmente en contacto con su país y que se valían de fondos, aparentemente perteneciendo a aquellas, para sus actividades normales, jamás fueron detectados por el servicio aliado de información.
Las zonas principales en que quedó dividido el “Etappendienst” fuero cuatro : América del Norte, América del Sur, Asia Oriental y España, y se les dio la alerta el 10 de agosto de 1939.
Según el jefe de esta organización desde 1937, el capitán de navío Werner Stoephasius, el mayor éxito de su funcionamiento se consiguió en la Argentina, donde fueron equipados un buen número de petroleros y nodrizas que avituallaron a los acorazados de bolsillo Graf Spee y Scheer. También del Brasil zarparon frecuentemente buques destinados al abastecimiento de los corsarios alemanes de superficie y submarinos, funcionando asimismo la organización de una manera muy eficaz en el Japón y en España. Los buques zarpaban aparentemente de un puerto a otro, y no regresaban hasta que había transcurrido el tiempo normalmente empleado en el supuesto viaje, siendo el secreto tan absoluto y celosamente guardado que jamás uno de estos buques fue apresado al zarpar o recalar en los puertos neutrales cumpliendo ordenes de Berlín. Desde luego, el “Etappendienst”, vía el Abwehr, había colocado fondos suficientes en el extranjero antes de la guerra para que nunca llegasen a escasear a lo largo de ella.
Para entender mejor, digámoslo de esta forma, la mecánica de las operaciones era muy sencilla, un buque cargaba alimentos y combustible, programando una ruta entre puertos, obviamente se desviaba de ella para cumplir su misión de avituallamiento y una vez terminada, seguía su derrotero como si nada hubiera acontecido. Otros buques, los que operaban desde puertos alemanes o de países ocupados, se posicionaban en lugares apartados de los océanos y desde allí se reunían con los corsarios a los que debían repostar y recibían correspondencia o mercaderías muy escasas en Alemania de los primeros para llevarlas a Alemania, normalmente a través de Brest. En algunos casos, los forzadores de bloqueos también llevaron prisioneros de los mercantes capturados en sus viajes de retorno (caso Altmark).
Las perdidas islas de Kerguelen, refugio y lugar de reunión de corsarios, forzadores de bloqueo y mercantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Continuará.......