Buques de la WWII preservados como museos
Publicado: 13 Sep 2018
Abro este hilo al ver en el telediario que Wilmington (Carolina del Norte, USA) está siendo evacuada en prevención de que un huracán malísimo, un tal Florence, la triture. Me llamó la atención porque Wilmington es una pequeña ciudad costera, muy provinciana, muy tranquila y donde dos docenas de ostras gigantes, más un bogavante colosal, salen por poco más que un Big Mac. Carece casi por completo de atractivos turísticos, salvo por un pequeño parque situado en la desembocadura del río donde se conserva el magnífico USS North Carolina. Con él se inauguró la costumbre americana de preservar acorazados, cruceros, portaviones y toda clase de buques de guerrra; de eso hace ya muchos años y muchos barcos, tanto que son docenas los que aún se pueden visitar. Que recuerde ahora mismo, y limitándome a los acorazados americanos, se preservan los cuatro Iowa, dos de los South Dakota, el North Carolina y el Texas.
Si alguien se anima a seguir con el hilo podríamos hablar de los buques que se conservan y que en sí mismos constituyen un buen adorno para toda clase de vacaciones y de turismos. Si no se anima nadie pues tampoco pasa nada. Los grandes buques de batalla del siglo XX no dejan de ser dinosaurios escapados de unos sopletes que tarde o temprano, cuando dejen de salir las cuentas, se harán con ellos, como sin ir muy lejos pasó con el ciertamente bonito crucero Le Colbert, el que durante veinte o treinta años -no recuerdo cuántos- enriqueció el panorama de la Gironde. El que nos pilla más cerca -salvo que alguien diga otra cosa- es un airoso destructor francés que se conserva en Nantes. En sí mismo es una deliciosa razón para darse una vuelta por Bretaña y Normandía.
Si alguien se anima a seguir con el hilo podríamos hablar de los buques que se conservan y que en sí mismos constituyen un buen adorno para toda clase de vacaciones y de turismos. Si no se anima nadie pues tampoco pasa nada. Los grandes buques de batalla del siglo XX no dejan de ser dinosaurios escapados de unos sopletes que tarde o temprano, cuando dejen de salir las cuentas, se harán con ellos, como sin ir muy lejos pasó con el ciertamente bonito crucero Le Colbert, el que durante veinte o treinta años -no recuerdo cuántos- enriqueció el panorama de la Gironde. El que nos pilla más cerca -salvo que alguien diga otra cosa- es un airoso destructor francés que se conserva en Nantes. En sí mismo es una deliciosa razón para darse una vuelta por Bretaña y Normandía.