Querido José Luis, voy a intentar defender mis puntos de vista retomando el debate donde lo dejamos:
Yo he sostenido que la mejor decisión que podía haber adoptado Alemania para afrontar una guerra mundial, era centrarse en la construcción de submarinos y concentrar todos sus recursos navales en este sentido. He dicho que la información que avalaba que esta era la única política naval con posibilidades de éxito estaba disponible, no sólo antes de 1933, sino en fechas tan tempranas como 1918, como consecuencia de la experiencia de la letal campaña submarina de la Primera Guerra Mundial contra la Entente Cordial, y básicamente, contra el Reino Unido.Por tanto, es natural que en esa época Alemania, para utilizar tus palabras, “estudiara, construyese y se rearmase” para una posible guerra contra Polonia y/o Francia, pero no contra Gran Bretaña, pues en esos momentos no se veía a GB como un enemigo potencial a corto plazo.
Argumentas que en realidad, Gran Bretaña no estaba entre los enemigos de Alemania durante la República de Weimar ni durante los años treinta, y que es cuestionable que lo estuviera incluso el año en que comenzó la Segunda Guerra Mundial. No voy a discutir detalles que conozco como el hecho de que Hitler no deseaba ni esperaba un enfrentamiento a corto plazo contra el Reino Unido.
Sin embargo, hay infinidad de detalles durante el período de entreguerras que demuestran que Gran Bretaña sí era observada como un rival naval (que es de lo que estamos hablando) por algunas mentes excepcionales.
Dönitz antes de 1935 ya había expuesto a Erich Raeder sus dos nuevas doctrinas en la guerra submarina, la Tonnageschlacht y la Rudeltaktik, ambas con la finalidad de derrotar a una potencia marítima como Gran Bretaña; (lógicamente, sus trabajos eran anteriores a la presentación de ambas doctrinas). Robert C. Stern escribe lo siguiente refiriéndose a este año y estas tácticas de Dönitz:
“La teoría del Tonnageschlacht es un ejercicio lógico. En orden a derrotar a Inglaterra (el supuesto enemigo de cualquier guerra submarina), Alemania debe hundir más barcos mercantes de los que el enemigo pueda reemplazar, durante el tiempo suficiente para estrangularla económicamente”.
U-Boats, Robert C.Stern, 1977. Págs. 3 y 4.
Respecto a la Rudeltaktik, ocurre exactamente lo mismo. Eran técnicas estudiadas por Dönitz de acuerdo a su experiencia en la Primera Guerra Mundial en la campaña submarina contra el Reino Unido.
En 1935 (septiembre, creo), es el propio Dönitz el que solicita a Raeder que se tome en consideración su famoso plan de construcción de 300 submarinos, algo antes de la aprobación del Plan Z. La finalidad de Dönitz, era que la Kriegsmarine se centrara en los sumergibles, de forma que éstos, pudieran llevar a cabo el estrangulamiento total de una potencia marítima en caso de una nueva guerra. ¿Sabes a qué potencia marítima podía referirse? No creo que se tratara de dos países continentales como Francia o Polonia cuyo estrangulamiento era imposible por vías exclusivamente navales.
Esto es lo que dice David Mason al respecto, hablando de 1935:
“El Alto Mando Naval, por consiguiente y a pesar de las protestas de Dönitz, dio prioridad a la construcción de cruceros submarinos de 2.000 toneladas. Este fue el primero de muchos desacuerdos entre Dönitz y el Alto Mando en los años venideros.
Una nueva disputa surgió inmediatamente, con relación al número de submarinos necesarios para la conducción de una futura guerra, y en cuanto a su prioridad en la construcción naval. Dönitz se fue afirmando más y más en su convencimiento de que era probable una guerra a corto plazo, y de que Inglaterra se encontraría en el bando enemigo. Por consiguiente pidió una flota de, al menos, 300 submarinos, que según estimaba, serían muy eficaces contra los convoyes. El programa alemán de construcciones navales fue pergeñado en el Plan Z. (…) Concedidos sus 300 submarinos y construidos con gran rapidez (recordad que estamos en 1935) Dönitz mantenía que podía asestar un rápido y decisivo golpe al enemigo. En cualquier momento podía tener 100 submarinos en operaciones contra los convoyes, 100 en tránsito hacia o de vuelta de la zona de operaciones, y 100 en revisión en puertos alemanes. Con una fuerza de 100 submarinos permanentemente en la línea de combate, los alemanes podrían mutilar las rutas comerciales de la mayor potencia naval del mundo, que desde hacía mucho tiempo habían sido vitales para el desenvolvimiento de la Gran Bretaña”.
Submarinos, la amenaza secreta. David Mason 1977. Págs. 12 y 13.
Sólo cuatro años después de terminada la Primera Guerra Mundial, en fecha tan temprana como 1922, y en plena aplicación del Tratado de Versalles que prohibía cualquier submarino a Alemania, la marina alemana adquirió clandestinamente la “Ingenieurs-Kantoor loor Scheeppsbouw” holandesa con el fin de proseguir el desarrollo y estudio del arma submarina. Los fondos para sufragar esta compra y las investigaciones ulteriores parten de los “fondos negros” que administraba el Capitán Walter Lohmann. (Estos “fondos negros” más adelante sirvieron para sufragar también los estudios clandestinos en materia blindada que se realizaron en Rusia).
Estos proyectos y trabajos, tenían como finalidad burlar el Tratado. La experiencia no se limitó al desarrollo técnico de nuevos submarinos (españoles, turcos y finlandeses construidos por la IVS). Las nuevas naves, eran entregadas tras unas larguísimas y exhaustivas pruebas por parte de gran cantidad de jóvenes miembros de la armada que así podían evaluar nuevas tácticas y técnicas.
Estos trabajos en la sombra, permitieron que en el momento en que se repudió el Tratado, hubiera listos ingenieros y mandos navales capaces de reconstruir a una increíble velocidad el arma submarina, pero además, permitieron desarrollos doctrinales como los del propio Dönitz, que se convirtió en el jefe de la 1ª flotilla submarina (tres sumergibles) tras el desarme de Versalles.
Es evidente, que este hombre tuvo una buena visión de lo que le esperaba a Alemania en el futuro, y del papel que los submarinos tendrían en ese futuro. Apostó y demandó la concentración de esfuerzos en la construcción de U-boote, aunque como ya sabemos todos, no se le prestó atención hasta que fue demasiado tarde.
Con todos los respetos, esto no lo comparto. Omites el hecho de que las primeras estaciones de RADAR para la RAF fueron construidas en el estuario del Támesis y en la costa Sureste de Gran Bretaña en fechas tan tempranas como 1936. ¿Qué objetivo crees que tenían? ¿Qué agresión podía llegar a Inglaterra desde el Canal?Verás que el programa de rearme o de aceleración del rearme británico, especialmente en aviación, no se aprobó hasta 1937-1938, cuando empezó a ser evidente que la Alemania de Hitler, especialmente su arma aérea, podía ser una amenaza inminente contra GB.
No estoy hablando de que empezara a desarrollarse el sistema de defensa aéreo en 1936, sino que empezaron a construirse las primeras cinco estaciones operativas en esta fecha, tras las pruebas y desarrollos previos pertinentes.
El sonar activo ASDIC británico (no el sonar en sí mismo, que es más antiguo) data de 1921, y estaba plenamente operativo al inicio de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la incapacidad inicial británica de sacarle todo su partido. Este invento sólo tiene una utilidad, la lucha antisubmarina. Me parece obvio que la única amenaza submarina real para Gran Bretaña a partir de los años treinta, provenía de Alemania, dado que además la mayor parte de sus recursos ASW estaban concentrados en el Atlántico.
Podemos hablar de muchas otras armas aéreas o terrestres.
Me gustaría aclarar cuál viene siendo mi postura, para enfocar nuevamente el debate:te digo y te repito que en 1933 (ni aún realmente en 1939, aunque esto habría ya que matizarlo) no había en Alemania ninguna previsión de guerra contra Gran Bretaña. Los enemigos potenciales de ese año eran Polonia, Francia y, en menor medida, la Unión Soviética. Era absurdo, pues, que desarrollasen una estrategia de guerra pensando en Gran Bretaña.
Creo que la información sobre la capacidad del arma submarina estaba disponible desde 1918. Creo que mentes clarividentes (de las que reconozco que en este sentido hubo pocas) podían haber previsto que un futuro enfrentamiento con el Reino Unido era inevitable. Al fin y al cabo, Gran Bretaña seguía siendo aliada militar de Francia desde principios de siglo, y ésta última era aliada de Polonia. Y antes o después, las ideas expansionistas y del espacio vital hubieran colisionado con el Reino Unido. -De hecho, esta preocupación la tuvo el propio Erich Raeder hasta que el Führer (creo que el mismo año de su llegada al poder) le tranquilizó con su perorata de que no se esperaba tal cosa hasta por lo menos 1945-.
En cualquier caso, lo que defiendo es que fuera quien fuera el enemigo potencial de Alemania, la mejor opción era el submarino:
El Plan Z era un error descomunal no sólo desde el punto de vista económico, sino porque carecía de sentido si estaba enfocado a enfrentarse a Polonia, con su exigua flotilla de destructores y poco más, y no tenía tampoco razón de ser contra Francia. El Báltico es un mar cerrado en el que no es necesario contar con grandes unidades navales para cerrarlo al enemigo francés. Bastaban para ello (como se demostró en la Segunda Guerra Mundial) las minas, los submarinos y sobre todo, la Luftwaffe. Por último, la decrépita armada Roja no precisaba de rivales de la talla de un Bismarck o un Tirpitz, o unidades aún mayores.
300 sumergibles en el Báltico y en el Mar del Norte hubieran asegurado la victoria en el mar contra Francia, Polonia o Rusia, y además habrían hecho inútiles sus grandes unidades navales, absolutamente incapaces de enfrentarse a los U-boote. Y si más tarde Gran Bretaña hubiera entrado en la guerra, ese potencial hubiera sido letal contra sus rutas comerciales.
Así que, creo que todos esos recursos podían haberse empleado mejor en la construcción de submarinos desde la repulsa al Tratado de Versalles. Y realmente, como pensaba Dönitz y después mostraron los acontecimientos, eran la única oportunidad de victoria en el mar.
Encantado de debatir contigo, José Luis.
Saludos.
Willy.