Re: Las Guerras Cántabras
Publicado: 19 Dic 2016
No pasa nada, yo soy del norte y tampoco lo he probado...creo
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Un recordatorio de los hilos donde podemos encontrar con anterioridad en esta nuestra casa varias de las ideas sintetizadas en ese artículo.Poliorcetos escribió:Esta mañana he recibido el ejemplar de la revista Desperta Ferro especial sobre las Guerras Astur-Cántabaras. Así que aprovecho para comentar las operaciones que se reflejan en este hilo. Están un gran número de los primeras espadas.
El primer artículo, Aguilas en el Cantábrico. La reinterpretación del conflicto, firmado por Angel Morillo Cerdán. Me sorprendió muy agradablemente una serie de consideraciones que ya veníamos tratando. Una, el territorio galaico desempeñó un papel de retaguardia en el conflicto. Y otra, las fases en que se desarrolló. Una primera al Bierzo con un posible ataque en tenaza desde la meseta y el territorio galaico, y otra de penetración hacia la franja marítima. Para redondear, acompaña un mapa de la zona con los recursos mineros y campamentos. Lástima que no se citen los puertos. Espero que todo llegue.
Si unimos todo esto, es que realmente no hay muchas más opciones. Va la película-resumen de estas cosas ya tratadas.
Otro artículo sobre el mismo tema, en esta ocasión en La Opinión- El Correo de Zamora:APV escribió: ↑11 Jul 2020 Análisis del asedio realizado al castro de Las Labradas-El Marrón: https://elpais.com/cultura/2020-07-10/a ... eldes.html
Las guerras con los Cántabros y Astures
29·19 a. C.
29 a. C.
Dión Casi o, 51, 20, 5 (pág. 183):
Estaban en armas todavía los treviros, que arrastraban a los galos, los cántabros, vacceos y astures; y éstos fueron sometidos por Estatilio Tauro.
28 a. C.
Acta triumphalia, año 28 (pág. 184):
Cayo Calvisio Sabino, de España, el siete de las calendas de enero.
27 a. C.
Dión Casio, 53, 12, 4:
... que la Bética sería del pueblo y del Senado; el resto de España, la Tarraconense y la Lusitania, de César.
Plinio , 4, 118:
Expuso Agripa que la Lusitania comprendía Asturias y Galicia.
Dión Casio, 53, 22, 5:
Desde allí se trasladó a España y también la pacificó. Después de esto, fué nombrado cónsul por octava vez con Estatilio Tauro.
26 a. C.
Suetonio, Aug. 26 (pág. 185):
Empezó sus octavo y noveno consulados en Tarragona.
CJL. XIV, 2240:
Siendo cónsules el emperador César po·r octava vez y Tito Estatilio Tauro por segunda vez, el emperador César estuvo en España. Siendo cónsules el emperador César por novena vez y Marco Junio Silano, ... el emperador César estuvo en España.
Acta triumphalia, año 26 :
Sexto Apuleyo, hijo de Sexto, procónsul, de España, el siete de las calendas de febrero.
25 a. C.
Dión Casio, 53, 25, 2:
El proyecto de Augusto de marchar contra la Bretaña, puesto que no quería aceptar sus condiciones, fué impedido por Ja sublevación de los salasos y la guerra de los cántabros y astures. Habitan aquéllos, según he dicho, bajo los Alpes, los dos últimos, la parte más esca!brosa del Pirineo, mirando a España, y la llanura que hay a su falda. Por estas causas Augusto (que ejercía ya su noveno consulado con Marco Silano) envió contra los salasos a Terencio Varrón. Éste, para evitar que juntándose se hiciesen más difíciles de vencer, Jos atacó en muchos puntos a la vez, y los venció facilísimamente por pequeños grupos que contra él caían. Y obligándolos a pedir la paz, les exigió una suma convenida de dinero, dando a entender que no les impondría ningún otro castigo ; para cobrarla envió soldados suyos en todas direcciones, apresó a todos los que estaban en edad de llevar armas y Jos vendió con la condición de que ninguno sería manumitido antes de veinte años. Lo mejor de la tierra la repartió entre algunos de ·sus soldados, y fundó una ciudad de pretorianos llamada Augusta. Por su parte, Augusto combatió contra los astures y los cántabros; pero como éstos ni se le acercaban, resguardándose siempre en sus picachos, ni se ponían a su alcance, a causa de su inferioridad numérica y también por usar la mayoría de ellos armas arrojadizas, causándole además muchas molestias si alguna vez se ponía en camino, ocupando los lugares favorables y emboscándose en las hondonadas y en las selvas, se encontró en un embarazo extremo. La fatiga y las preocupaciones le hicieron enfermar, y tuvo que retirarse a Tarragona para reponerse. Cayo Antistio continuó la lucha y la llevó a un término completo, no porque fuese mejor general que Augusto, sino porque despreciándole los bárbaros, salieron al encuentro de los romanos y fueron derrotados. Así éste tomó algunas ciudades, y después Tito Carisio conquistó la ciudad de Lancia, que había sido abandonada, y sometió muchas otras. Terminada esta guerra, Augusto licenció a los más veteranos de sus soldados y les concedió que fundasen una ciudad en Lusitania, llamada Emérita Augusta; para los soldados que estaban toda vía en edad de servir hizo celebrar unas fiestas en el mismo campamento, ejerciendo Marcelo y Tiberio las funciones de ediles.
Suetonio , Augusto, 29 (pág. 187) :
Consagró un templo a Júpiter Tonante, por haber salido indemne en una ocasión, durante la expedición a Cantabria, cuando estando en ca!llino cayó un rayo sobre la litera matando al esclavo que llevaba la luz.
Anth. Palat. 9, 419:
De Crinágoras.
Aunque hasta la apartada Hercinia, o el lejano Soloento, o el extremo de las líbicas Hespérides, vaya César Augustísimo, junto a él viaja por todas partes la gloria. Testigos son las aguas del Pirineo, en las que no se bañaban ni los leñadores de las cercanías, y ahora serán balneario de ambos continentes.
Suetonio, Augusto, 81:
Sufrió durante toda su vida enfermedades graves y peligrosas, sobre todo después de domeñados los cántabros, cuando unas fluxiones de hígado lo redujeron a tan desesperado estado que hubo de someterse a un remedio arriesgado y dudoso : puesto que no le aprovechaban las compresas calientes, se le aplicaron las frías, por prescripción de Antonio Musa.
Suetonio, Augusto, 82:
Siempre que por sus dolencias tenía que bañarse en mezcla marina o tomar baños sulfurosos calientes, se contentaba con sentarse en un cubo de madera que él designaba con el nombre hispánico «dureta», y metía alternativamente las manos y los pies.
Vitae Vergilianae; ed. Diehl, p. 16 (pág. 188):
Pero Augusto -que a la sazón estaba ocupado en la campaña cantábrica-, le solicitaba con suplicantes y a veces jocosamente amenazadoras cartas, que le enviase -para usar sus mismas palabras- o el primer borrador o algún fragmento del poema.
Anth. Palat. 4, 156:
Derruída la patria por una terremoto, Queramón viajó para salvarla hasta la tierra cantábrica; y abrazándose a las rodillas de César, puso en pie a Tralles, antes decaída.
Justino , 42, 5, 6:
Tiridates, al saber la llegada de los escitas, con una gran tropa de amigos se refugió junto a César, que entonces gue- rreaba en España.
Orosio, 6, '21, 19:
En esto los legados de los indos y de los escitas dieron finalmente con César en Tarragona, después de atravesar todo el orbe.
Séneca retor, Controv. 10; praef. 14 (pág. 189):
Bien declamó Gabio Silón, a quien César Augusto, que le oyó a menudo defender causas en la colonia de Tarragona, dió plena aprobación.
Suetonio, Tiberio, 9:
Hizo su primer servicio militar en la expedición contra los cántabros como tribuno militar.
Suetonio, Tiberio, 42:
En el campamento, por su excesiva afición al vino, lo llamaban en vez de Tiberio, «Biberio» ; en vez de Claudio, «Caldio» ; en vez de Nerón,«Merón».
Anth. Palat. 6, 161 :
De Crinágoras.
Marcelo, al regresar de la guerra occidental, llegando con su botín a los confines de la pedregosa Italia, rasuró por vez primera su rubio bozo. Quiso así la patria enviar un niño y recibir un hombre.
Livio, per. 135:
Se trata de la guerra hecha por Marco Craso contra los tracios, de la de César contra los españoles, y de la sumisión de los salasos, pueblo de los Alpes.
Suetonio, Augusto, 21:
Sometió parte en persona, parte con sus auspicios, la Cantabria.
24 a. C.
Dión Casio, 53, 29 (pág. 190):
Estas cosas sucedieron entonces en la ciudad dignas de memoria. En cuanto a los cántabros y astures, tan pronto como Augusto salió de España dejando como legado a Lucio Emilio, se sublevaron, y antes de que la noticia llegase a él, enviaron decir a Lucio Emilio que pensaban regalarle trigo y otras cosas para su ejército; a los soldados que vinieron para hacerse cargo de lo prometido, los condujeron a un lugar apropiado y los asesinaron. Pero no duró mucho tiempo su gozo. Saqueados sus campos, incendiadas algunas de sus ciudades, y sobre todo, cortadas las manos a los capturados, rápidamente fueron dominados.
Casiodoro, chron. año 24. a. C.:
En este consulado fueron sometidos los astures y cántabros por Lucio Lamia.
Orosio , 6, 21, 21 :
Después de cinco años de guerra· en la Cantabria, sosegada la España toda y reclinándose con un cierto respiro de cansancio en una eterna paz, César regresó a Roma.
Estrabón, p. 821(pág.191):
Envió mil prisioneros a César, recién llegado de Cantabria.
22 a. C.
Dión Casi o , 54, 5, 1 :
Mientras estas cosas sucedían en Roma, por este mismo tiempo los c{intabros y los astures se lanzaron de nuevo a la guerra; éstos, por el orgullo y la crueldad de Carisio; los cántabros, porque supieron que los astures se rebelaban y porque despreciaban a su gobernador Cayo Furnio, por ser recién llegado y juzgarlo inexperto en sus asuntos. Pero no se demostró tal en los hechos, sino que derrotados por él ambos pueblos (puesto que socorrió también a Carisio), fueron reducidos a la esclavitud. De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros ; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor y más belicosa parte de ellos pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron en seguida.
19 a. C.
Dión Casio, 54, ii, 1:
Esto hizo Augusto; uno de los ediles dimitió voluntariamente su cargo alegando pobreza. Agripa, enviado a Roma desde Sicilia, tan pronto hubo solucionado las cosas más urgentes, recibió el mando de las Galias ; pues se hacían guerras entre sí y los celtas les causaban muchos daños. Una vez compuestas las cosas aquí también, se trasladó a España. Pues los cántabros hechos prisioneros en la guerra y vendidos como esclavos, asesinaron a sus dueños y se fueron a sus casas; convenciendo a muchos, tomaron y fortificaron unas posiciones y &t prepararon a asaltar las guarniciones romanas. Al marchar Agripa contra ellos, tuvo también algo que hacer con sus propios soldados. Pues muchos de ellos, envejecidos ya y agotados por la duración de la guerra, tenían a los cántabros como gente invencible, y no obedecían a su general. A éstos pudo reducirlos rápidamente a la disciplina con advertencias, exhortaciones y promesas, pero contra los cántabros sufrió bastantes contratiempos. Pues su esclavitud con los romanos les había dado experiencia y sabían que de ser cogidos, ni tan sólo salvarían la vida. Por fin, después de perder a muchos soldados y de castigar también a muchos (entre otros, a la legión llamada Augusta le prohibió usar más este nombre), exterminó a todos los enemigos de edad militar, y a los restantes les quitó las armas y les obligó a bajar de los montes a la llanura. Sobre estas cosas ni dió cuenta al Senado ni aceptó el triunfo, a pesar de habérsele concedido por orden de Augusto, sino que se portó con su habitual moderación, y pidiéndole el cónsul su opinión sobre su hermano, no se la dió.
Hieronym. año 19 a. C. (pág. 192):
Se somete a los cántabros, que meditaban nuevas rebeliones.
Monumentum Ancyranum, 5, (pág. 193):
Recuperé de España los estandartes militares perdidos por otros jefes, después de· vencidos los enemigos.
Floro, 2,33,51:
Recibió estas noticias César por sus legados Antistio y Furnio, y Agripa, mientras él invernaba en la costa de Tarragona.
Veleyo, 2, 90, i:
Las Españas pacificadas con muchas guerras y varia fortuna, o por su propia presencia o por la de Agripa.
Veleyo , 2, 90 :
Así, pues, estas provincias (las Españas) tan extensas, populosas y rebeldes, las redujo César Augusto a la paz de estos cincuenta años, de modo que una región en la que nunca habían cesado las guerras, se vió libre de forajidos bajo el mando de Cayo Antistio y el legado Publio Silo y los que siguieron a éstos.
Suetonio , Aug. 85 :
Y algunas cosas acerca de su vida, la que contó en trece libros hasta la guerra cantábrica, y sin pasar más allá.
F1oro , 2, 33, 46: .
Guerra cantábrica y astúrica. En occidente se había pacificado casi toda la España, fuera de la parte pegada a la falda del Pirineo y bañada por la parte de acá del Océano. Vivían allí, independientes de nuestro imperio, dos pueblos muy poderosos, los cántabros y los astures. El espíritu belicoso de los cántabros fué el primero en manifestarse, el más encarnizado y pertinaz, y no contentos con defender su libertad, intentaban también extender su dominio sobre los pueblos vecinos, molestando con frecuentes incursiones a los vacceos, turmogos y autrigones. Así, pues, como llegó la noticia de que se redoblaba su aetividad, emprendió César la campaña por sí mismo, en lugar de confiarla a otros. César en persona vino a Sesamón y estableció el campamento; de allí, abrazando toda la Cantabria con un ejército dividido en tres columnas, perseguía a aquella gente salvaje como se acosa a las fieras en un ojeo. Ni el Océano estaba quieto, sino que las espaldas de los enemigos eran batidas por la escuadra adversa. Se luchó por primera vez contra los cántabros bajo las murallas de Bergida. De aquí huyeron en seguida hacia un monte elevadísimo, el Vindio, donde creían que antes subirían las olas del Océano que las armas romanas. En tercer lugar, ataca con grandes fuerzas la ciudad de Aracelio. Tomada ésta, tuvo lugar por último el asedio del monte Medulo, que fué rodeado por un foso continuo de quince millas; avanzaron los romanos por todas partes a un mismo tiempo, y aquellos bárbaros, al ver llegado el fin de su resistencia, a porfía se dan la muerte con el fuego y con el hierro, en medio de una comida, con un veneno que allí se extrae comúnmente del tejo, librándose así la mayor parte de la esclavitud que a una gente hasta entonces indómita parecía más intolerable que la muerte. Recibió estas noticias César por sus legados Antistio y Furnio, y Agripa, mientras él invernaba en la costa de Tarragona. Después, presentándose él mismo, hizo bajar a unos de los montes, obligó a otros con rehenes, a otros los vendió en subasta según el derecho de guerra. Estas cosas parecieron al Senado dignas del laurel y del carro triunfal, pero tan grande era ya César, que despreció encumbrarse más con un triunfo. Los astures por este tiempo descendieron con un gran ejército de sus nevadas montañas. Y no era a ciegas que aquellos bárbaros emprendían este ataque, sino que poniendo su campamento junto al río Esla, dividiendo el ejército en tres columnas, se preparan para atacar a un mismo tiempo los tres campamentos romanos. Y hubiera habido una lucha ·dudosa y cruenta, y pluguiese a Dios que con pérdidas iguales para los dos bandos, viniendo con tantas fuerzas, tan súbitamente y con un plan tan estudiado, de no ser por la traición de los brigecinos, quienes avisaron a Carisio y éste acudió con su ejército. Consideróse una victoria haber desbaratado estos planes, aunque así y todo no fué una lucha incruenta. La poderosa ciudad de Lancia acogió los restos del ejército en derrota, y luchóse en ella tan encarnizadamente, que cuando tomada la ciudad los soldados reclamaban que se le pegase fuego, a duras penas pudo conseguir el general se la perdonase, para que, quedando en pie, fuese mejor monumento de la victoria · romana que incendiada. Este fué para Augusto el fin de sus trabajos bélicos, y también el final de las rebeliones de España. Conserváronse fieles en lo sucesivo y gozaron de una eterna paz, gracias no sólo a su talento dispuesto para las artes pacíficas, sino también por la previsión de César, quien recelando del amrparo ofrecido por los montes en los que se refugiaban, les ordenó habitar y establecerse en los campamentos situados en la llanura. Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado recibía los honores de capital. Favorecía esta decisión la naturaleza de la región circundante, rica en oro, malaquita, minio y abundante en otros productos. En consecuencia, ordenó que se explotase el suelo. Así los astures, esforzándose en excavar la tierra para el provecho de otros, empezaron a conocer sus recursos y riquezas.
Orosio, 6, 21, 1(pág.196):
En el año 726 de ia fundación de la ciudad, siendo cónsules el emperador Augusto por sexta vez y Marco Agripa por segunda vez, entendiendo que a poca cosa se reduciría lo hecho en España durante doscientos años si permitía que los cántabros y los astures, los dos pueblos más fuertes de España, se portasen a su albedrío, abrió las puertas del templo de Jano y salió en persona hacia España con un ejército. Los cántabros y los astures forman una parte de la provincia de Galicia, por donde la prolongación de la cordillera pirenaica se extiende hacia el Norte, no lejos del Océano. Éstos no sólo estaban decididos a defender su propia libertad, sino también se atrevían a atentar contra la de los vecinos, y en frecuentes incursiones saqueaban a los vacceos, turmogos y autrigones. Así, pues, César puso un campo junto a Segisama, y con tres columnas de tropas abarcó casi toda la Cantabria. Agotado el ejército por una lucha larga y a menudo peligrosa, ordenó finalmente que desde el golfo de Aquitania y a través del Océano se acercase la escuadra, y cogiendo a los enemigos de improviso, desembarcase tropas. Entonces, por fin, los cántabros se reunieron bajo las murallas de· Ática para una gran batalla, y, vencidos, se refugiaron en el monte Vinio, inexpugnable por naturaleza, donde asediados por el hambre perecieron casi hasta el último. Tomóse después, y se arrasó, la ciudad de Racilio, que resistió con gran empeño y por mucho tiempo. Además, las partes ulteriores de Galicia, que llenas de montañas y pobladas de selvas limitan con el Océano, fueron sometidas por los legados Antistio y Firmio, después de grandes y penosas guerras. Pues llegaron a cercar el monte Medulio, sobre el río Miño, en el que se defendía una gran multitud de hombres, rodeándole de un foso en una extensión de quince millas. Y así cuando aquella gente de natural cruel y feroz comprendió que ni era suficiente para aguantar el asedio ni capaz de emprender una batalla, corrió a una muerte voluntaria por temor a la esclavitud. · Pues casi todos a porfía se mataron con el fuego, el hierro o el veneno. Pero los astures, poniendo su campo junto al río Esla, hubieran aplastado a los romanos ·con sus proyectos y sus fuerzas, si no hubiesen sido traicionados y prevenidos. Mientras se preparaban para caer de repente sobre tres legados que con sus legiones estaban repartidos en tres campamentos, atacándolos con tres columnas de igual fuerza, fueron descubiertos por una traición. Atacándolos después Casinio, los venció en una batalla, con no pocas pérdidas para los romanos. Parte de ellos se escapó y se refugió en Lancia, y como los soldados rodeando la ciudad se preparasen a incendiarla, Carisio obtuvo de los suyos que desistiesen del incendio, y obligó a los bárbaros a que voluntariamente se entregasen. Pues se esforzaba con gran empeño en dejar una ciudad íntegra e incólume como testimonio de su victoria. Concedió César este honor a la victoria sobre los cántabros : ordenar que se cerrasen entonces tambiéni las puertas del templo de la guerra. Y así, la segunda ve-z por César y la cuarta desde la fundación de la ciudad, se cerró el templo de Jano.
Dión Casio, 56, 43, 3 (pág. 198):
Irritóse tanto al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios a quien lo apresase ; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.
Mela, 3, 11:
El Sar junto a la Torre de Augusto, conocida por una inscripción.
P linio, N. H. 25, 85:
En España mismo hay una hierba cantábrica, descubierta por los cántabros en tiempo de Augusto.
Plutarco, de fort. Roman. 322 C (pág. 199):
Pues las algaradas de los cántabros . . . habían perturbado la paz.
Josefo~ bell. lud. 2, 374:
Ni les bastó a los españoles para la guerra que emprendieron en defensa de su libertad el oro excavado de la tierra, ni Ja distancia que por mar y tierra los separa de Roma, ni los belicosos pueblos de Lusitania y Cantabria ...
Epitome de Caesaribus, 1, 7 :
Este (Augusto) unió los cántabros al pueblo romano.
Ampelio , liber memorabilis, 4 7, 2 :
Por medio de César Augusto .. . pacificó a los cántabros.
Estrabón, p. 152:
Al oriente los galaicos limitan con el pueblo de los astures y con los celtíberos; los otros, con los celtíberos.
Estrabón, p. 155:
Tal es la vida de los montañeses, me refiero a los que bordean el lado septentrional de España, los galaicos, astures y cántabros, hasta los vascones y el Pirineo; pues el modo de vivir es en todos ellos parecido. Renuncio a extenderme en enumeraciones, para evitar la deformidad de los nombres, a menos que alguien se complazca en oír hablar de los plentauros, los barduetas, los alotrigas y otros nombres peores y más obscuros.
Estrabón, p. 156 (pág. 299):
Los cántabros, todavía hoy muy dados al bandidaje, y sus vecinos fueron sometidos por César Augusto ; los conia'cos y los plentuisios, que habitan junto a las fuentes del Ebro, en vez de saquear a los aliados de Roma, llevan armas en favor de los romanos. El sucesor de aquél,. Tiberio, estableciendo en estos lugares al ejército de tres cohortes que Augusto les había señalado, consiguió no sólo pacificarlos, sino hasta civilizar a algunos.
Estrabón, p. 157:
Que los lacones ocuparon parte de la Cantabria, lo dicen éste y otros. Y que allí Ocela fundó la ciudad de su nombre, cuando pasó a Italia con Antenor y sus hijos.
Estrabón, p. 159:
Corre el Ebro desde Cantabria donde tiene su origen, hacia el mediodía a través de una extensa llanura, paralelamente a los Pirineos.
Estrabón , p. 162 :
Las ocupan en su mayor parte los ceretanos, pueblo ibérico; se producen allí jamones excelentes, comparables a los cantábricos, y que proporcionan a este pueblo un ingreso no pequeño. . .. Habitan al norte de la Celtiberia los berones, limítrofes con los cántabros coniscos, procedentes de una transmigración céltica; su ciudad es Varia, situada junto a un paso del Ebro. Contiguos a ellos están los barduetas, llamados hoy bardulos. Hacia el occidente habitan algunos pueblos astures, galaicos, vacceos, vetones y carpetanos; hacia el mediodía, los oretanos y los demás pueblos de los bastetanos y edetanos que pueblan Orospeda.
Estrabón, p. 164 (p. 201):
Además de estas costumbres extravagantes, se cuentan muchas cosas vistas y fingidas referentes a todos los pueblos ibéricos en general y sobre todo a los septentrionales, no sólo sobre su valentía, sino también acerca de su crueldad y furor salvaje. En las guerras cantábricas las madres mataron a sus hijos para que no fueran hechos prisioneros; un niño, apoderándose de una espada, dió muerte a sus parientes y hermanos, cautivos y encadenados, por orden de su padre; una mujer hizo lo mismo con sus compañeros de esclavitud. Otro, llamado contra unos que se habían embriagado, se arrojó a una hoguera.
Estrabón, p. 164:
A menos que se juzgue agradable la vida de una gente que se lava en orines envejecidos en cisternas, limpiándose así los dientes, no sólo los hombres, sino también las mujeres, cosa que se narra de los cántabros y sus vecinos.
Estrabón, p. 165:
Esto aconteció en Cantabria a los romanos, hasta el punto que ofrecieron premios a los que cazasen un cierto número de ratones, pudiendo así a duras penas salvarse de esta plaga. Añadióse a esto la escasez de trigo y otras cosas, y se aprovisionaban de la Aquitania, con gran dificultad a causa de lo escabroso del terreno. Se cuenta este ejemplo de la pertinacia de los cántabros: capturados unos cuantos y crucificados, entonaron el peán. Tales hechos podrían ser indicio de un cierto salvajismo en las costumbres; otras particularidades tienen de menor significación política, pero no tan feroces; como entre los cántabros, la costumbre de que el marido entregue dote a la mujer, que se nombre herederas a las hijas, que éstas den en matrimonio a sus hermanos; hay, pues, un cierto predominio de las mujeres.
Estrabón, p. 166 (pág. 202):
Ahora que las provincias han sido asignadas unas al pueblo y al Senado, otras al emperador, la Bética fué atribuída al pueblo, y se le manda un pretor con un cuestor y un legado ; su límite oriental se ha fijado en las cercanías de Cástulo. El resto pertenece a César; éste manda dos legados, pretorio el uno y consular el otro ; el pretorio con un legado gobierna la Lusitania, que limita con la Bética y se extiende hasta el Duero y sus bocas ; esta región conserva ahora el mismo nombre y en ella se encuentra también la ciudad de Mérida. La parte restante de España y la mayor está regida por el legado consular, quien dispone de un ejército considerable, compuesto ·de tres legiones, y tiene a sus órdenes tres legados; de los cuales uno con dos legiones guarnece toda la región del norte del Duero, llamada antes Lusitania y ahora Galicia; añadíase a ésta la parte septentrional con los astures y los cántabros ; por el país de los astures corre el río Melsos y a poca distancia de él hay la ciudad de Nega ; un estuario cercano · separa los astures de los cántabros. La región que se extiende desde allí hasta los Pirineos la tiene el segundo legado con la otra legión. El tercer legado administra la parte interior, que comprende los pueblos llamados ya «togados», como si dijésemos pacificados y que han adoptado con la toga la civilización y el modo de vida de Italia. Son éstos los celtíberos y los que habitan a ambos lados del Ebro hasta el mar. El gobernador suele invernar en la costa, residiendo generalmente en Cartagena o Tarragona ; en el verano r-ecorre la provincia, inspeccionando las cosas que requieren corrección. Hay también procuradores del César, de orden ecuestre, que distribuyen a los soldados el dinero necesario para su sustento.
Apiano, lber. 101 (pág. 203):
Después Julio César, hijo de Cayo, llamado Augusto, domeñó algunos pueblos que de nuevo se habían rebelado. Y desde entonces creo que los romanos dividieron la Iberia (que ahora se llama España) en tres partes, enviando gobernadores a cada una; de los cuales, dos los manda el Senado por un año, el tercero lo envía el emperador por el tiempo que cree conveniente.
Horacio, Epist. 1, 12, 26 (pág. 204):
Cayó el cántabro por el valor de Agripa, el armenio por el de Claudio Nerón.
Horacio, Epist. 1, 18, 55:
De niño hiciste la milicia y la guerra cantábrica bajo el general que arrancó los estandartes a los templos párticos.
Horacio, Carm. 2, 6, 1:
Septimio, que conmigo irías hasta Cádiz y hasta los cántabros, indoctos en soportar n:uestro yugo…
Horacio, Carm. 3, 4, 34:
Visitaré a los britanos, feroces con sus huéspedes, y a los concanos que se gozan en sangre de caballo ...
Horacio , Cann. 3, 8, 21 :
Aquel de quien decías, oh plebe, haber partido a semejanza de Hércules a conquistar el laurel que se compra con la muerte, César regresa a sus penates vencedor desde la orilla Hispana.
Horacio, Carm. 4, 14, 41 (pág. 205):
El cántabro, no domeñable antes ...
Horacio, Carm. 4, 5, 25:
¿Quién temerá al parto o al helado escita, o a los monstruos que engendra la Germania ruda, estando incólume César, quien pensará en la guerra de la feroz España?
Estrabón , p. 287:
En cuanto a España, no dejaron las armas hasta que la hubieron sometido toda, aniquilando a los numantinos, derrotando a Viriato y a Sertorio, y finalmente a los cántabros, a los que sometió César Augusto.
16 a. C.
Dión Casio, 54, 20, 2:
Los desórdenes de España se aplacaron en poco tiempo.
Dión Casio , 54, 23, 7:
Fundó entonces numerosas ciudades en la Galia y en España.
14 a. C.
Dión Casio, 54, 25 (pág. 206):
Augusto, después de componer todos los asuntos de la Galia y de España, gastando en ellos mucho dinero, tomándolo también de otros, dando a unos la libertad y la ciudadanía, y a otros quitándosela, regresó a Roma.
13 a. C.
Monumentum Ancyranum, 2, 37:
Cuando regresé a Roma, de vuelta de España y de la Galia, terminadas felizmente mis empresas, en el consulado de Tiberio Nerón Quintilio, el Senado decidió consagrar por mi retorno la Ara de la Paz Augusta.