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Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 05 Feb 2012
por Lutzow
La campaña del 51 a.C.

Octubre de 52 a.C., Alesia. Desde su asiento Julio César contempla impasible como los capitanes rebeldes, Vercingetórix en cabeza, dejan caer las armas a sus pies, completamente desmoralizados tras la derrota sufrida el día anterior. La gran victoria parece poner fin a los intentos galos por mantener su independencia, pero el Procónsul romano sabe que son muchos los pueblos donde aún arde la llama de la rebelión; habrá que estar preparados por si resulta necesaria una campaña invernal.

Tiene motivos César para no bajar la guardia, a lo largo de toda la Galia se reúnen líderes dispuestos a continuar luchando por su libertad: Correo entre los belovacos, Comio el atrebate, Ambiórix y sus eburones, Lucterio el cadurco, Gutuatro el carnuto, Drapes el senón… Conscientes de la superioridad de las disciplinadas legiones sobre sus hombres no intentarán unir sus fuerzas para conseguir una superioridad numérica que de nada les serviría, su táctica será hacer prender la rebelión en varios lugares al mismo tiempo, imposibilitando de este modo que los romanos pueden enfrentarse a todos los focos.

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Mapa de la campaña de 51 a. C.

Al cuartel general de César en Bribacte no deja de llegar información, a través de espías y desertores, de la trama que amenaza los logros alcanzados el pasado verano, por lo que el Procónsul decide asestar el primer golpe en pleno mes de diciembre, marchando al frente de las legiones XI y XIII hacia el territorio de los biturigios, que asola durante seis semanas, hasta obligar a sus habitantes a aceptar la paz. De vuelta en Bribacte recibe noticias de la insurrección de los carnutes, partiendo raudo al mando de las legiones VI y XIV, con las que devasta su territorio.

Su siguiente objetivo es un rival de mayor enjundia, el pueblo de los belovacos y su líder Correo, incentivados por Comio el atrebate a la rebelión, a la que se suman otros pueblos belgas. Son cuatro las legiones que buscan la batalla campal, pero los belovacos se limitan a defender su campamento, sin que los romanos se atrevan a atacarlo por encontrarse este en una posición muy ventajosa, limitándose a fortificar su propio campamento y amenazando con rodear el contrario con fosos, muros y torres. El recuerdo de Alesia está muy cercano y los belovacos no piensan dejarse sitiar, de modo que utilizan fardos de heno ardiendo para impedir que los romanos puedan perseguirlos cuando abandonan su propio campamento, instalándose en otra colina fortificada quince kilómetros más allá, obligando a su enemigo a emprender de nuevo todo el trabajo. Pero no se conforman con defender su reducto, si no que envían continuamente destacamentos que atacan a los forrajeadores romanos, causándoles mucho daño. Animado por estos pequeños éxitos Correo planea un golpe más severo, reúne 7.000 hombres escogidos a los que sitúa escondidos en los bosques que rodean un frondoso valle, con la esperanza de emboscar a las partidas romanas que busquen forraje en el mismo. Una vez más los espías de César informan al conquistador de los planes de sus enemigos y actúa en consecuencia, reforzando la escolta habitual con sus jinetes germanos, muy temidos por los galos, al tiempo que les sigue con varias legiones, preparadas para actuar cuando llegue el momento oportuno. Todo sale a la perfección, pues cuando Correo y sus hombres se encuentran enfrascados en dura lucha con la escolta de los forrajeadores entran en escena los legionarios de forma sorpresiva, batiendo y poniendo en fuga a los belovacos. A todos excepto a uno, su indomable líder Correo, que aún en soledad continua combatiendo con tal fiereza que ningún rival puede acercarse a él. Negándose a rendirse, no queriendo acabar sus días enjaulado como Vercingetórix, termina siendo abatido a flechazos. Con su muerte se rompe la resistencia belga, entregándose los belovacos a la generosidad del vencedor, menos Comio el atrebate, quien se refugia allende el Rin.

El siguiente objetivo de Julio César es la captura de Ambiórix, jefe de los eburones, a quien persigue con verdadera saña, hasta el punto de dejar que sea el Legado Cayo Fabio el encargado de sofocar un levantamiento ocurrido entre los “andes” en su deseo de dar con él. El motivo de tanto encono hay que buscarlo en el 54 a.C., cuando Ambiórix se subleva, asesina a unos cuantos romanos y pone sitio al campamento invernal a medio construir donde el Legado Quinto Titurio Sabino se encuentra al mando, junto a Lucio Aurunculeyo Cota, de la novata VIII legión y cinco cohortes suplementarias. Ambiórix les ofrece marcharse libremente como reconocimiento a los favores con los que antaño le benefició Cesar, pero deben hacerlo rápidamente porque en el plazo de dos días llegarán aliados germanos de los belgas y acabarán con ellos. Hay un acalorado debate entre Sabino, que defiende abandonar el campamento antes de que sea demasiado tarde, y Cota, que aboga por resistir en espera de la ayuda que pueda proporcionarles Labieno (al mando de la veterana X legión) o el propio César. Finalmente es el primero quien se sale con la suya, pero al poco de abandonar el campamento, mientras atraviesan un desfiladero, son atacados por los eburones, quienes acaban con casi todos los legionarios, incluyendo los dos Legados. Sólo unos pocos hombres consiguen llegar hasta el campamento de Labieno y dar noticias de lo acontecido. Ahora, tres años más tarde, ha llegado el momento de la venganza; las columnas romanas devastan todo el territorio de la tribu, pero sin conseguir localizar al esquivo Ambiórix, quien posiblemente se refugia entre los germanos, sin que volvamos a tener noticias suyas.

La decepción por no poder capturarle se vuelca en la búsqueda de Gutuatro, gran sacerdote druida, quien prendió la mecha de la revuelta del año anterior al ordenar asesinar en Cenabo (actualmente Orleans) al jefe de provisiones de César, Cayo Fufio Cita, y varios comerciantes romanos afincados en la ciudad. En este caso se amenaza a los carnutes con tales represalias si no aparece Gutuatro que todo el pueblo se pone a buscar su escondite, hasta que es capturado y entregado a César: látigo y hacha le dan la bienvenida.

Por fin parece que toda la Galia está ocupada y pacificada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía al invasor… Esa aldea es Uxellodunum.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 05 Feb 2012
por Lutzow
He vuelto a olvidar poner la bibliografía... Aquí está:

BIBLIOGRAFÍA

CAYO JULIO CÉSAR – “De Bello Gallico” (VIII libro escrito por AULO HIRCIO)

GERARD WALTER – “Julio César”

YANN LE BOHEC – “El Ejército Romano”

http://es.wikipedia.org/wiki/Uxeloduno

http://www.uxellodunum.com/en/

Saludos.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 06 Feb 2012
por Fernando Martín
Se acerca el capítulo final. Como siempre Lutzow magnífica literatura y emocionante relato.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 07 Feb 2012
por Lutzow
Fernando Martín escribió:Se acerca el capítulo final. Como siempre Lutzow magnífica literatura y emocionante relato.
Bueno, yo no me hubiese atrevido a decir que estuviese cerca ni que fuese sólo un capítulo, pero que menos que agradecer el apoyo que me brindas dedicando un poco más de tiempo al asunto y terminándolo cuanto antes... En unos minutos va el capítulo final.

Saludos.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 07 Feb 2012
por Lutzow
Uxellodunum

Mientras César y Labieno se esfuerzan en controlar las revueltas en el centro y este de la Galia, en el oeste se subleva el andio Dumnaco, poniendo cerco a la ciudad de Limonum (actualmente Poitiers) en manos de galos aliados de los romanos, a quienes solicitan ayuda. El encargado de controlar la zona es el Legado Cayo Caninio, quien al mando de dos legiones se encamina hacia Limonum, para descubrir a su llegada que el enemigo resulta más numeroso de lo esperado, resignándose entonces a montar su campamento en una posición fuerte, solicitando a su vez el concurso del Legado Cayo Fabio, quien con dos legiones reforzadas se encamina hacia el lugar. Al enterarse de su llegada Dumnaco intenta romper el contacto, pero sus fuerzas son sorprendidas por las tropas de Fabio durante su retirada y en el combate posterior resultan muertos 12.000 hombres, dispersándose el resto. De entre estos últimos el senón Drapes consigue reunir unos 2.000 efectivos, a los que se adhieren unos pocos centenares bajo el mando de Lucterio el cadurco. Su idea es aprovechar que todas las legiones de la zona se encuentran concentradas en los alrededores de Limonum para realizar una razzia hacia el sur con la que obtener el mayor botín posible y desaparecer después. Cayo Caninio es informado de este intento y al mando de sus dos legiones persigue de cerca a los fugitivos, tanto que estos buscan refugio en el oppidum (colina o meseta cuyas defensas naturales se han reforzado por la mano del hombre) de Uxellodunum, donde son bien recibidos por sus habitantes, pues Lucterio es bien conocido y respetado entre ellos. La población se encuentra en lo alto de una colina, de paredes tan empinadas que incluso sin resistencia por parte de sus habitantes ya resulta difícil que hombres armados puedan coronar su cima, que además se encuentra protegida por un murus gallicus, formado por tierra y piedras, reforzado con traviesas de madera unidas perpendicularmente por unas largas clavijas de hierro.

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Murus gallicus en Bibracte.

Ante este panorama Cayo Caninio no se aventura a seguirles, dividiendo sus fuerzas en tres colinas cercanas, contentándose con intentar vigilar a los sitiados desde ellas, pues considera sus tropas insuficientes para poder rodear con fuerza todo el perímetro. Por otra parte le llegan noticias de que Cayo Fabio ha puesto fin rápidamente a la insurrección de los andios, sus dirigentes aceptan la derrota y destierran a Dumnaco, obligado a esconderse en los últimos rincones de la Galia; pronto sus dos legiones llegarán hasta Uxellodunum. Lucterio y Drapes son conscientes de este hecho, al menos el primero de ellos ha combatido en Alesia y tras la experiencia no desea verse encerrado en la ciudad sin haber acumulado primero una inmensa cantidad de víveres. Con este fin ambos cabecillas abandonan el oppidum durante la noche, dejando una guarnición de 2.000 hombres en su interior, marchando con el resto en busca de provisiones. No tardan en acumular una gran cantidad de trigo en un campamento situado a 15 kilómetros de Uxellodunum, desde el que piensan trasladar el alimento a la ciudad a lo largo de las siguientes noches. La primera expedición parte de madrugada bajo el mando de Lucterio, pero no tienen suerte y el inevitable ruido que producen las caballerías por los tortuosos senderos de la zona es escuchado por centinelas romanos; se avisa rápidamente a Cayo Caninio, quien reúne varias cohortes y al amanecer cae sobre los sorprendidos galos, que apenas oponen resistencia. Los pocos que no mueren o son hechos prisioneros escapan junto a Lucterio, quien huye sin pensar en avisar del desastre a su asociado. No iría muy lejos, pues cuando busca refugio entre los arvernos estos, no deseando enemistarse con los romanos, no tardarán en entregarlo. Gracias a los cautivos Caninio es informado de la ubicación y fuerzas de Drapes, envía a toda la caballería acompañada de infantería ligera germana para impedirles la huida, partiendo acto seguido con una legión hacia el campamento rival. Las tropas de Drapes sí combaten contra el primer destacamento romano, pero nada pueden hacer cuando en el campo de batalla se presenta toda una legión: los que no son aniquilados terminan como prisioneros, incluyendo entre estos últimos a Drapes. No estará mucho tiempo en manos romanas, pues rechaza ingerir cualquier alimento, dejándose morir de hambre.

Libre de la preocupación de tener fuerzas a sus espaldas Cayo Caninio puede dedicar todos sus esfuerzos a completar el cerco de la ciudad, labor en la que pronto recibe la ayuda de Cayo Fabio y sus dos legiones y media. Con un escenario tan desfavorable no hubiese resultado extraño que los 2.000 hombres que ocupan Uxellodunum intentasen buscar una capitulación honrosa, pero en todo momento muestran su voluntad de resistir. A su favor juega la inexpugnable posición que ocupan, suficientes vituallas para poder alimentarse durante varios meses dado su escaso número y ser sabedores de que en breve vence el mandato de Julio César como Procónsul. Este es avisado de la numantina resistencia de Uxellodunum, deja en manos de Labieno una insurrección de los tréveris en el este y parte junto a una fuerza de caballería hacia territorio cadurco, con instrucciones de que le sigan dos legiones adicionales bajo el mando de Quinto Caleno. A César debía preocuparle la batalla política que se intuía en el horizonte, durante la cual sus enemigos se servirían de cualquier rebelión en la Galia para atacarle personalmente. También debía prevenir que la tenacidad de Uxellodunum se convierta en un ejemplo para las docenas de oppida que se extienden a lo largo del país, por todo ello era imperativo acabar con su resistencia lo antes posible.

Cuando César llega al lugar ya se ha completado la circunvalación de la plaza. Un rápido reconocimiento le basta para compartir con sus subordinados la imposibilidad de tomarla al asalto. Los prisioneros han notificado la acumulación de provisiones en la ciudad, información corroborada por la nula disposición de los sitiados a deponer las armas. El Procónsul es un hombre de recursos, si no se puede conquistar Uxellodunum ni por la espada ni por el hambre, dará batalla por el agua. La colina donde se alza la ciudad está casi rodeada por un meandro del río, pero para llegar hasta el mismo sus habitantes deben recorrer un empinado y estrecho sendero; no todo son ventajas cuando se construye en las alturas. Para los romanos no resulta complicado vedar el sendero que conduce al río utilizando destacamentos de arqueros y honderos apoyados por escorpiones, máquinas capaces de enviar dardos a gran distancia con elevada precisión. Pero los galos disponen de otro medio para abastecerse de agua, una fuente surge bajo sus propias murallas. En esta ocasión, dadas las dificultades del terreno, resulta necesario construir una rampa (agger) que acerque a los romanos hasta la fuente, cimentar una terraza donde levantar una empalizada de madera (uallum) de hasta 18 metros según los Comentarios, coronada por una torre de diez pisos, desde los cuales abatir a cualquiera que se arriesgue a bajar a recoger agua.

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Pese al espíritu combativo mostrado por la guarnición, que aprovechando su ventaja en altura no deja de hostigar a quienes llevan a cabo el trabajo, las obras son concluidas con celeridad, casi imposibilitando a los sitiados el acceso a la fuente, pues sólo durante las horas de oscuridad y con grandes dificultades podrían recoger algunos litros de agua. Rodeados por más de seis legiones y dadas las circunstancias a nadie podría extrañar que los galos buscasen algún pacto para su rendición, pero lejos de ello deciden contraatacar. Idean rellenar de materias inflamables varios barriles, les prenden fuego y los arrojan contra la torre y el valladar, que rápidamente empiezan a arder. No contentos con lo conseguido realizan una salida con el ánimo de impedir que los romanos puedan apagar las llamas, atacando con tanto vigor que pronto ponen en dificultades a las tropas que se encuentran en la zona. Dándose cuenta de la complicada situación César ordena a varias cohortes que asciendan por las laderas, armando un gran bullicio, como si su pretensión fuese asaltar las murallas. Engañados por esta astucia los galos se retiran precipitadamente para defender la ciudad, permitiendo de este modo que los romanos consigan por fin sofocar el incendio. Desconocemos si las llamas dañaron lo suficiente a la torre para permitir de nuevo el acceso de los sitiados al manantial, pero pronto este hecho carecería de importancia: los ingenieros de César habían ultimado su labor. Al mismo tiempo que se construía el agger, César ordenaba que se realizase una mina en busca de los cursos de agua que alimentaban el manantial, labor que se realizó sin desmayo hasta que se encontraron y desviaron, secando de este modo la fuente. Todo este proceso pasó desapercibido a los ojos de los galos, de modo que cuando estos vieron que el manantial que durante generaciones había manado bajo sus murallas dejaba de hacerlo, sólo pueden atribuirlo a que los dioses no contemplan con agrado su resistencia, cesando inmediatamente en la misma.

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Fuente celta excavada en Puy d’Issolud, probablemente la misma que fue cegada por los ingenieros romanos.


Julio César contempla al reducido pero corajudo grupo de hombres que durante varias semanas se ha opuesto a sus designios. Quizá en otras circunstancias se hubiese conformado con arrestar a los capitanes, o en esclavizar a la totalidad, pero ahora intuye que en breve deberá abandonar la Galia, quien sabe si para siempre, y necesita que las tribus permanezcan en calma mientras parte en busca de su destino; estos hombres servirán de ejemplo y escarmiento para el resto. Se dicta sentencia, cruel: Todos aquellos que han levantado sus armas contra él jamás podrán volver a hacerlo, pues sus manos serán cortadas. De este modo, libres pero inválidos e impotentes, los 2.000 defensores de Uxellodunum se convertirán en un recordatorio viviente del poder y la ira de Roma.

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Manos cortadas por objeto afilado encontradas en excavaciones en la zona de Uxellodunum, pertenecientes al periodo de la conquista de la Galia por Julio y que otorgan plena verosimilitud al De Bello Gallico.


EPÍLOGO

Con la rendición de Uxellodunum y la derrota del pueblo tréveri ante Labieno cesa la sublevación del 51 a.C. La mayor parte de sus dirigentes están muertos o cargados de cadenas, excepto el escurridizo Ambiórix, a quien se supone entre los germanos, y Dumnaco, sin seguidores y obligado a esconderse en remotas aldeas de Bretaña. La excepción es Comio, que habiendo regresado de tierras germanas combate a los romanos en Bélgica practicando tácticas guerrilleras. Incapaces estos de atraparle, Marco Antonio, como representante de César, alcanza un acuerdo con él según el cual se le permite vivir en un pequeño territorio libre de romanos. Pero ya sea porque no confiaba en el trato o porque no deseaba vivir en un mundo que inevitablemente sería romanizado, embarca junto a los suyos hacia Britania. Debió de ser un personaje de elevadas facultades este Comio, pues ya no es sólo que sea bien recibido en la isla, sino que es capaz de fundar su propio reino, que perdurará durante el siguiente siglo. Con su partida la Galia perdía a su último hombre libre.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 08 Feb 2012
por Fernando Martín
Bueno, pensaba que cortó las manos de unos 5.000. Quizá no fueron tantos porque no había tantos defensores. De todos modos las cifras de César siempre hay que cogerlas con pinzas.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 08 Feb 2012
por Lutzow
Según el libro VIII de los Comentarios los defensores se Uxellodunum serían 2.000, pero no queda nada claro si también cortó las manos a quienes fueron capturados tras las derrotas de Lucterio y Drapes, entonces sí llegarían a los 5.000...

Saludos.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 09 Feb 2012
por Fernando Martín
El resultado fué terrorífico pero efectivo. Practicamente desaparecen durante siglos los problemas en la Galia. Y eso que nunca volvió a haber otro César ( me refiero a Cayo Julio no a los césares con minúsculas).
Los bagaudas son mucho después y otra cosa.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 09 Feb 2012
por Sir Nigel
Se produjeron algunas revueltas en época de Augusto. Además, la información en general sobre las revueltas contra Roma es muy poca. De los bagaudas, por ejemplo, se sabe muy poco y eso que estuvieron presentes mucho tiempo y en una zona muy amplia. Lo mismo ocurre con los isaurios en Asia Menor.

En el siglo III se empiezan a amurallar prácticamente todas las ciudades imperiales, incluidas las que estaban muy alejadas de la frontera (Lucus Augusta estaba en el otro extremo del mundo), y esas murallas debían de tener alguna función.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 09 Feb 2012
por Fernando Martín
Al parecer las amenazas en el Siglo III venían más del sur que del norte. Aunque lo cierto es que Lugo está muy lejos del estrecho. Pero la Galia quedó "pacificada" tras Uxellodunum.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 10 Feb 2012
por Lutzow
Sí, en mi opinión el mayor logro de Julio César no fue la gesta de conquistar la Galia en menos de ocho años, sino quebrar durante ese reducido espacio de tiempo el espíritu combativo de un gran número de tribus, muchas de ella con fama de aguerridas...

Saludos.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 08 Ene 2019
por Lutzow
Resubidas las imágenes de este antiguo trabajo...

Saludos.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 08 Ene 2019
por dupuydumazeldan
La punicion romana sobre los Cadurques (el Quercy actual) y los Ruthènes (el Rouergue actual) fue motivada por la voluntad,realizada,de una victoria total sobre los Gaellicos del sur.La punicion de los Gabales (el Gévaudan actual) fue motivada por la voluntad de vengar el asesinato de Caius Valerius Donnautorus,jefe gaellico de los Helviens (pais de Rhone:Ardeche y Drome) por los Gabales,en conformidad con las ordenes de Vercingétorix.CVD fue considerado como un miembro los mas activas de la colaboracion en el este de la provincia de la Narbonense.Como Vercingétorix fue ocupado en Auvergne y centro,las ordenes sobre los revoltados de Javols fueron de exterminar los Helviens,y el jefe CVD,que habia recibido la nacionalidad romana por su ayuda durante la guerra.Los Gabales habian matado mas de 500 Helviens.

Re: Uxellodunum: César destrona a Tutatis

Publicado: 10 Ene 2019
por Elessar
Admito que en mi total ignorancia, pensaba que la Galia se había rendido totalmente a Cesar después de Alesia, no obstante los problemas que tuvo para pacificar la región es bastante evidente en estos escritos. Me sorprende lo mismo que dicen arriba, es totalmente impresionante el como Cesar quebranto el espíritu combativo de los Galos, quizás sea por el mismo motivo del cual hablas en el sitio de Uxellodunum, pensaron que los Dioses no les favorecían, por ende ya no valía la pena rebelarse, sumado a los duros castigos que impusieron los romanos a los que se les enfrentaron; la cuestión es que se ha demostrado en la historia lo tan efectivo que son las creencias para controlar a las masas y los romanos, tan astutos como siempre, no creo que dudaran en echar las manos sobre esta estratagema para evitar problemas, sobre todo por la mala suerte que tuvieron los galos en muchos puntos de la campaña, las suficientes como para atribuirles un descontento divino por la resistencia de su pueblo a someterse.

Saludos. XD