Re: Armamento en los reinos hispanos medievales
Publicado: 21 Ago 2013
Vuelvo a la carga con las imágenes para ilustrar la fase 3. Básicamente son obras del siglo XIII pero incluiré también algunas de principios del XIV, justo hasta antes de que comiencen a añadirse placas metálicas de refuerzo sobre la loriga. Como en la fase anterior seguiré un orden más o menos cronológico para intentar que resulte evidente la evolución de los equipos.
Imagen del Beato de San Andrés de Arroyo, de entre 1210 y 1220. Se observa a un grupo de “guerreros celestiales” que cabalgan usando estribos largos. Van armados con espadas de arriaces rectos y pomos esféricos o circulares y con el nuevo escudo “español”, resultado de recortar el escudo cometa por arriba y redondear el “pico” inferior. Este tipo de escudo resulta mucho más ligero y manejable que el antiguo escudo cometa, aunque no cubre las piernas del caballero (que ahora están protegidas por las brafoneras). Los personajes representados no llevan ni loriga ni casco , pero eso no sería lo habitual y probablemente el pintor pretendía resaltar así su carácter “celestial”.
En esta otra imagen, también del Beato de San Andrés de Arroyo, vemos en el registro superior otro “guerrero celestial”, un ángel. En este caso no emplea uno de los nuevos escudos sino un escudo cometa, lo que demuestra que durante un tiempo conviven ambos tipos. Tal vez los peones frecuentemente tuvieran que conformarse con elementos de equipo “pasados de moda”, pero lo cierto es que los escudos cometa por su tamaño parecen mejor adaptados para su uso por parte de una infantería “de línea”. Es interesante también observar que el peón blande la lanza con una técnica totalmente diferente a la empleada por los caballeros montados.
Otra imagen del Beato de San Andrés de Arroyo. En uno de los registros se muestra el combate entre un guerrero y un ser demoniaco. El humano va armado con un arco y emplea la técnica del tiro parto, que veíamos ya representada en los beatos del siglo X. Resulta algo chocante que monte a la brida (como el monstruo que le persigue), con estribos muy largos que le obligan a llevar las piernas totalmente estiradas y silla de montar con arzones muy altos, especialmente el trasero, lo que permite asegurar bien los riñones y mantenerse firmemente sobre el caballo. Parece poco apropiado para un arquero a caballo y más propio de un caballero enlorigado. El demonio de la esquina inferior derecha podría estar vistiendo un perpunte.
Esta última imagen del Beato de San Andrés de Arroyo muestra un heterogéneo grupo de personajes asaltando una fortaleza. Además del rey que manda el grupo asaltante y de los civiles desarmados del interior de la fortaleza se distinguen hasta tres tipos de combatientes. Hay tres zapadores cuya misión sería debilitar la base de los muros para provocar derrumbes y abrir brechas: van equipados con zapapicos (que llegado el caso, como se ve en la escena inferior, pueden servir como armas), dos de ellos se cubren con cascos semiesféricos (con y sin nasal) y uno lleva además un escudo “español”. Los zapadores van escoltados por cinco peones, armados con lanzas, espadas y escudos “españoles” y cascos apuntados, parece que con nasal. Por su color algunos de los cascos de los zapadores y los peones podrían no ser metálicos sino de cuero endurecido. Dos de los peones llevan loriga corta sin almófar ni brafoneras y uno lorigón de manga corta. Por último en el registro inferior, flanqueando al zapador, hay dos personajes que podrían ser caballeros desmontados. El de la izquierda lleva loriga corta sin brafoneras ni manoplas, y sobre ella un perpunte. Se protege la cabeza con una variante primitiva del yelmo cilíndrico cerrado y va armado con una pesada maza de cabeza esférica y un escudo “español”. El de la derecha viste loriga corta sin brafoneras ni manoplas, se cubre con un casco apuntado con nasal y lucha con una gran espada de arriaces rectos.
Esta escultura procedente de la catedral de Tudela se sitúa cronológicamente en el siglo XIII y tradicionalmente se interpreta como una representación del rey Sancho el Fuerte de Navarra. Por el tipo de armamento se podría datar en el primer tercio de ese siglo. El caballero lleva ya el nuevo modelo de protección corporal: loriga corta con brafoneras, manoplas y almófar, aunque todavía lleva el casco apuntado que irá cayendo en desuso durante ese siglo (parece que va decorado con una cinta de brocado ceñida a la base). El escudo ya es el característico escudo “español” con borde inferior redondeado, decorado con el motivo radial que ya hemos visto antes en escudos de caballeros navarros y que prefigura el conocido emblema de las cadenas (precisamente las supuestas Cadenas de las Navas se conservan en ese templo). El caballo no presenta ningún tipo de protección, que no veremos hasta mucho más avanzada la centuria.
Continuará...
Imagen del Beato de San Andrés de Arroyo, de entre 1210 y 1220. Se observa a un grupo de “guerreros celestiales” que cabalgan usando estribos largos. Van armados con espadas de arriaces rectos y pomos esféricos o circulares y con el nuevo escudo “español”, resultado de recortar el escudo cometa por arriba y redondear el “pico” inferior. Este tipo de escudo resulta mucho más ligero y manejable que el antiguo escudo cometa, aunque no cubre las piernas del caballero (que ahora están protegidas por las brafoneras). Los personajes representados no llevan ni loriga ni casco , pero eso no sería lo habitual y probablemente el pintor pretendía resaltar así su carácter “celestial”.
En esta otra imagen, también del Beato de San Andrés de Arroyo, vemos en el registro superior otro “guerrero celestial”, un ángel. En este caso no emplea uno de los nuevos escudos sino un escudo cometa, lo que demuestra que durante un tiempo conviven ambos tipos. Tal vez los peones frecuentemente tuvieran que conformarse con elementos de equipo “pasados de moda”, pero lo cierto es que los escudos cometa por su tamaño parecen mejor adaptados para su uso por parte de una infantería “de línea”. Es interesante también observar que el peón blande la lanza con una técnica totalmente diferente a la empleada por los caballeros montados.
Otra imagen del Beato de San Andrés de Arroyo. En uno de los registros se muestra el combate entre un guerrero y un ser demoniaco. El humano va armado con un arco y emplea la técnica del tiro parto, que veíamos ya representada en los beatos del siglo X. Resulta algo chocante que monte a la brida (como el monstruo que le persigue), con estribos muy largos que le obligan a llevar las piernas totalmente estiradas y silla de montar con arzones muy altos, especialmente el trasero, lo que permite asegurar bien los riñones y mantenerse firmemente sobre el caballo. Parece poco apropiado para un arquero a caballo y más propio de un caballero enlorigado. El demonio de la esquina inferior derecha podría estar vistiendo un perpunte.
Esta última imagen del Beato de San Andrés de Arroyo muestra un heterogéneo grupo de personajes asaltando una fortaleza. Además del rey que manda el grupo asaltante y de los civiles desarmados del interior de la fortaleza se distinguen hasta tres tipos de combatientes. Hay tres zapadores cuya misión sería debilitar la base de los muros para provocar derrumbes y abrir brechas: van equipados con zapapicos (que llegado el caso, como se ve en la escena inferior, pueden servir como armas), dos de ellos se cubren con cascos semiesféricos (con y sin nasal) y uno lleva además un escudo “español”. Los zapadores van escoltados por cinco peones, armados con lanzas, espadas y escudos “españoles” y cascos apuntados, parece que con nasal. Por su color algunos de los cascos de los zapadores y los peones podrían no ser metálicos sino de cuero endurecido. Dos de los peones llevan loriga corta sin almófar ni brafoneras y uno lorigón de manga corta. Por último en el registro inferior, flanqueando al zapador, hay dos personajes que podrían ser caballeros desmontados. El de la izquierda lleva loriga corta sin brafoneras ni manoplas, y sobre ella un perpunte. Se protege la cabeza con una variante primitiva del yelmo cilíndrico cerrado y va armado con una pesada maza de cabeza esférica y un escudo “español”. El de la derecha viste loriga corta sin brafoneras ni manoplas, se cubre con un casco apuntado con nasal y lucha con una gran espada de arriaces rectos.
Esta escultura procedente de la catedral de Tudela se sitúa cronológicamente en el siglo XIII y tradicionalmente se interpreta como una representación del rey Sancho el Fuerte de Navarra. Por el tipo de armamento se podría datar en el primer tercio de ese siglo. El caballero lleva ya el nuevo modelo de protección corporal: loriga corta con brafoneras, manoplas y almófar, aunque todavía lleva el casco apuntado que irá cayendo en desuso durante ese siglo (parece que va decorado con una cinta de brocado ceñida a la base). El escudo ya es el característico escudo “español” con borde inferior redondeado, decorado con el motivo radial que ya hemos visto antes en escudos de caballeros navarros y que prefigura el conocido emblema de las cadenas (precisamente las supuestas Cadenas de las Navas se conservan en ese templo). El caballo no presenta ningún tipo de protección, que no veremos hasta mucho más avanzada la centuria.
Continuará...