El tamaño del caballo de guerra en la antigüedad.
Publicado: 10 Mar 2015
Desde casi los inicios mismos de la guerra, el caballo ha tenido un protagonismo fundamental, ya sea como símbolo de poder y riqueza o directamente como arma. Es bien sabido que, desde su domesticación, y debido a la influencia del hombre, ha experimentado una profunda evolución hasta alcanzar el aspecto y tamaño de sus descendientes actuales, resulta sin embargo, más complicado conocer como eran en momentos concretos de la historia.
Evidentemente es imposible echar la vista atrás para observar las características de estos animales que participaron en las batallas de la antigüedad, y muchas veces las fuentes literarias y arqueológicas que están a nuestra disposición nos aportan escasos y a menudo poco fiables datos.
Pese a todo, existe una posibilidad de acercarnos más al verdadero aspecto del caballo en la antigüedad. Esta posibilidad pasa por analizar las propiedades de ciertas razas existentes en la actualidad cuyas características se ha mantenido prácticamente inmutables desde tiempos inmemoriales.
(Tarpán 1875)
Efectivamente, parece ser que la totalidad de las razas existentes derivan de dos tipos de caballos salvajes, el ya extinguido Tarpán, cuyo último ejemplar falleció en el zoológico de moscú a finales de siglo XIX, y el caballo de Przelwalski, única subespecie de caballo salvaje (no asilvestrado a partir de ejemplares domésticos) existente en la actualidad. En ambos se observan unas características similares, alzada media de 1,30 m hasta la cruz, peso aproximado de 350 kg y colores terrosos, amarillentos o pardos.
(Przelwalski)
Entre las antiguas razas de caballo existentes en hoy en día cabe mencionar en primer lugar al caballo mongol, el mismo que utilizaron los jinetes de Genjis Khan para conquistar medio mundo, entre cuyas características se encuentran el gran parecido con sus ancestros salvajes, pero con una alzada algo superior (1,40).
A partir de aquí analizaremos dos tipos de razas, las de origen asiático, y otras, mucho más cercanas, autóctonas de las distintas regiones de la península ibérica.
(Akhal Teké)
Dado que uno de los primeros lugares de domesticación del caballo fue asia, no resulta extraño que algunas de las razas más antiguas del mundo procedan de allí. En el mundo antiguo alcanzaron gran fama los corceles persas de Nisea, criados en la región de Media, que destacaban por su gran alzada (al pareceder superaban el 1,50 hasta la cruz), y que según algunos expertos influyeron decisivamente en otras razas destacadas como el caballo de Tesalia. Tradicionalmente se ha relacionado a los caballos de Nisea con el actual Akhal Teké, raza procedente del actual Turkmenistán (situado en las antigua Partia) cuyos orígenes se remontan hasta hace más de 3000 años. Estos caballos alcanzan el metro 60 y se caracterizan por su fino pelaje, sedosas crines y por su inconfundible esbeltez.
(Akhal Teké, antiguo corcel de "Nisea")
Oriundo de los desiertos del medio oriente, el Caballo Árabe es una raza milenaria, resultado de la cría minuciosa por parte de los pueblos nómadas de la península arábiga. Existen evidencias arqueológicas de 2000 años AC de la existencia de caballos árabes con cualidades casi idénticas a las actuales, y es considerada la raza más antigua del mundo y padre de la mayoría de las razas existentes a día de hoy. Esta raza, caracterizada por su elegante estampa, cuello arqueado y el perfil cóncavo de su cabeza tiene una alzada que oscila entre 1,43 m y 1,55 m.
Asimismo existen en la península una serie de razas que han permanecido inalteradas desde hace miles de años. Se trata de caballos autóctonos semisalvajes, que se han mantenido aislados conservando las mismas características que en la época de nuestros ancestros.
En el norte peninsular, encontramos una serie de razas relacionadas que presentan aspectos comunes, alzada que se sitúa entre el 1,30 y 1,45 (siendo más grandes los que habitan en el llano que los de montaña), capa de color oscuro, principalmente negro, pero también castaño; aspecto rústico y fuerte. Algunas de estas razas autóctonas son el caballo Gallego, el Monchino en Cantabria, el Losino en Palencia y Burgos o el Pottoka en el país vasco. Mención aparte merece el caballo Asturcón, propio de Asturias y que pese a su pequeño tamaño (no supera el 1,25) y tosca apariencia, alcanzó gran fama en la roma imperial.
(Caballo Losino)
En Portugal destaca el Sorraia, subespecie muy relacionada con el citado tarpán, que conserva caracteres primitivos como la raya de mulo, capa de colores terrosos y crines bicolor (oscuras con una franja clara en la base). El Sorraia tiene una alzada de entre 1,38 a 1,55 a la cruz. Es posible que estos animales sean los vástagos de aquellas míticas yeguas lusitanas preñadas por el viento.
(Caballo Sorraia)
En el parque de Doñana, encontramos el llamado caballo de las Retuertas, que tiene el honor de ser considerada la raza más antigua de Europa. Tiene generalmente capa castaña y su alzada es media, algo inferior al Pura Raza Español, del que es presumiblemente precursor.
(Caballo de las Retuertas)
Por último, es imprescindible hacer referencia a los célebres corceles númidas originarios del magreb, en el norte de África, llegados bien a través del comercio, bien con las invasiones cartaginesas allá por el siglo III AC, y que sin duda ejercieron una inevitable influencia al cruzarse con los animales locales. El caballo númida se correspondería muy probablemente con los actuales caballos berberiscos o de berbería, cuyas características modernas se conoce a ciencia cierta que estaban completamente definidas en la época de la conquista islámica y se cree que puede tener más de 2000 años, siendo una de las razas más antiguas y, junto al árabe, una de las que más han influido en las razas modernas, especialmente en el caballo Andaluz.
Como se ha podido observar, los caballos de la antigüedad, sin alcanzar el tamaño de algunas razas modernas tenían, en general, una talla más que respetable, muy lejos de los caballitos enanos que en ocasiones puede imaginar el lector ante textos que hablan de su pequeño tamaño sin ser más específicos. Hay que tener en cuenta, además, que las alturas citadas se refieren a animales en estado salvaje, y que, mediante la cría y selección, y una alimentación enriquecida con grano sin duda podrían obtenerse ejemplares de mayor alzada.
Los mustang de los indios de las praderas eran aproximadamente del tamaño de los caballos autóctonos de la península ibérica.
Evidentemente es imposible echar la vista atrás para observar las características de estos animales que participaron en las batallas de la antigüedad, y muchas veces las fuentes literarias y arqueológicas que están a nuestra disposición nos aportan escasos y a menudo poco fiables datos.
Pese a todo, existe una posibilidad de acercarnos más al verdadero aspecto del caballo en la antigüedad. Esta posibilidad pasa por analizar las propiedades de ciertas razas existentes en la actualidad cuyas características se ha mantenido prácticamente inmutables desde tiempos inmemoriales.
(Tarpán 1875)
Efectivamente, parece ser que la totalidad de las razas existentes derivan de dos tipos de caballos salvajes, el ya extinguido Tarpán, cuyo último ejemplar falleció en el zoológico de moscú a finales de siglo XIX, y el caballo de Przelwalski, única subespecie de caballo salvaje (no asilvestrado a partir de ejemplares domésticos) existente en la actualidad. En ambos se observan unas características similares, alzada media de 1,30 m hasta la cruz, peso aproximado de 350 kg y colores terrosos, amarillentos o pardos.
(Przelwalski)
Entre las antiguas razas de caballo existentes en hoy en día cabe mencionar en primer lugar al caballo mongol, el mismo que utilizaron los jinetes de Genjis Khan para conquistar medio mundo, entre cuyas características se encuentran el gran parecido con sus ancestros salvajes, pero con una alzada algo superior (1,40).
A partir de aquí analizaremos dos tipos de razas, las de origen asiático, y otras, mucho más cercanas, autóctonas de las distintas regiones de la península ibérica.
(Akhal Teké)
Dado que uno de los primeros lugares de domesticación del caballo fue asia, no resulta extraño que algunas de las razas más antiguas del mundo procedan de allí. En el mundo antiguo alcanzaron gran fama los corceles persas de Nisea, criados en la región de Media, que destacaban por su gran alzada (al pareceder superaban el 1,50 hasta la cruz), y que según algunos expertos influyeron decisivamente en otras razas destacadas como el caballo de Tesalia. Tradicionalmente se ha relacionado a los caballos de Nisea con el actual Akhal Teké, raza procedente del actual Turkmenistán (situado en las antigua Partia) cuyos orígenes se remontan hasta hace más de 3000 años. Estos caballos alcanzan el metro 60 y se caracterizan por su fino pelaje, sedosas crines y por su inconfundible esbeltez.
(Akhal Teké, antiguo corcel de "Nisea")
Oriundo de los desiertos del medio oriente, el Caballo Árabe es una raza milenaria, resultado de la cría minuciosa por parte de los pueblos nómadas de la península arábiga. Existen evidencias arqueológicas de 2000 años AC de la existencia de caballos árabes con cualidades casi idénticas a las actuales, y es considerada la raza más antigua del mundo y padre de la mayoría de las razas existentes a día de hoy. Esta raza, caracterizada por su elegante estampa, cuello arqueado y el perfil cóncavo de su cabeza tiene una alzada que oscila entre 1,43 m y 1,55 m.
Asimismo existen en la península una serie de razas que han permanecido inalteradas desde hace miles de años. Se trata de caballos autóctonos semisalvajes, que se han mantenido aislados conservando las mismas características que en la época de nuestros ancestros.
En el norte peninsular, encontramos una serie de razas relacionadas que presentan aspectos comunes, alzada que se sitúa entre el 1,30 y 1,45 (siendo más grandes los que habitan en el llano que los de montaña), capa de color oscuro, principalmente negro, pero también castaño; aspecto rústico y fuerte. Algunas de estas razas autóctonas son el caballo Gallego, el Monchino en Cantabria, el Losino en Palencia y Burgos o el Pottoka en el país vasco. Mención aparte merece el caballo Asturcón, propio de Asturias y que pese a su pequeño tamaño (no supera el 1,25) y tosca apariencia, alcanzó gran fama en la roma imperial.
(Caballo Losino)
En Portugal destaca el Sorraia, subespecie muy relacionada con el citado tarpán, que conserva caracteres primitivos como la raya de mulo, capa de colores terrosos y crines bicolor (oscuras con una franja clara en la base). El Sorraia tiene una alzada de entre 1,38 a 1,55 a la cruz. Es posible que estos animales sean los vástagos de aquellas míticas yeguas lusitanas preñadas por el viento.
(Caballo Sorraia)
En el parque de Doñana, encontramos el llamado caballo de las Retuertas, que tiene el honor de ser considerada la raza más antigua de Europa. Tiene generalmente capa castaña y su alzada es media, algo inferior al Pura Raza Español, del que es presumiblemente precursor.
(Caballo de las Retuertas)
Por último, es imprescindible hacer referencia a los célebres corceles númidas originarios del magreb, en el norte de África, llegados bien a través del comercio, bien con las invasiones cartaginesas allá por el siglo III AC, y que sin duda ejercieron una inevitable influencia al cruzarse con los animales locales. El caballo númida se correspondería muy probablemente con los actuales caballos berberiscos o de berbería, cuyas características modernas se conoce a ciencia cierta que estaban completamente definidas en la época de la conquista islámica y se cree que puede tener más de 2000 años, siendo una de las razas más antiguas y, junto al árabe, una de las que más han influido en las razas modernas, especialmente en el caballo Andaluz.
Como se ha podido observar, los caballos de la antigüedad, sin alcanzar el tamaño de algunas razas modernas tenían, en general, una talla más que respetable, muy lejos de los caballitos enanos que en ocasiones puede imaginar el lector ante textos que hablan de su pequeño tamaño sin ser más específicos. Hay que tener en cuenta, además, que las alturas citadas se refieren a animales en estado salvaje, y que, mediante la cría y selección, y una alimentación enriquecida con grano sin duda podrían obtenerse ejemplares de mayor alzada.
Los mustang de los indios de las praderas eran aproximadamente del tamaño de los caballos autóctonos de la península ibérica.