A mi lo que me cuesta creer es que estuvieran. Lo enfoco al revés. El análisis de las fuentes insiste en que no estuvieron. Si no existiese la obra de Polibio, me digo, no tendría problemas en aceptarlo, pero resulta que Polibio escribe ochenta años después de que ocurrieran los hechos, tuvo contacto con los protagonistas o con sus hijos, e incluso menciona historiadores anteriores a él. ¡Cómo le pudieron colar algo tan gordo! Eso es lo que no logro entender.Poliorcetos escribió: ↑18 Oct 2020 Si, me cuesta creer horrores que no estuvieron. Aunque sólo sea por los suministros de ropa.
Pero lo que hago entonces es buscar situaciones similares. Hace ochenta años, por ejemplo, se libró la Guerra Civil. Mi abuelo me contó lo que hizo durante esta contienda ¿Sería posible que yo me forjara una historia falsa sobre las andanzas de mi abuelo? Aquí llego a la conclusión de que si yo se algo sobre lo que hizo durante la guerra no es porque él me lo contara, sino porque lo he estudiado en los libros de Historia. Si no, no entendería lo que él me contó. Ciertamente me podría imaginar cualquier cosa. Podría imaginarme incluso que luchó en el bando contrario, como seguramente se lo imagina mucha gente. Conozco casos en que amigos míos llegan a pensar que su abuelo participó en tal o cual batalla, cuando yo apostaría, precisamente porque lo he estudiado, que no fue así, que, aunque se lo crean, se lo están inventando.
Lo curioso, y aquí está la clave, es que si se lo inventan es porque conocen un poquito sobre la Guerra Civil, saben un poquito de Historia, y entonces es en ese poquito donde únicamente pueden situar a su abuelo. De ahí se deduce que una leyenda no se puede inventar doscientos años después de que ocurriera el hecho verídico, a no ser que esa leyenda se fundamente en fuentes escritas. Si la leyenda es directa, se tiene que elaborar dentro del plazo en el que aún se mantiene la memoria. Se tiene que poder ambientar, y entonces, para colmo, es mucho más creíble. ¿Me explico?
Otro ejemplo lo tenemos con la vida de Jesucristo. Los Evangelios se escribieron también ochenta años después. La gente no suele dudar de la historicidad de Jesucristo. Como mucho se duda de sus milagros. Las piezas históricas encajan perfectamente. Tanto lo anecdótico o privado, como lo histórico o público conforman un discurso con plena coherencia, pero insisto que apenas ochenta años después. Claro, que como he dicho, no podía ser de otra manera. Cuando no encajarían los datos históricos sería si los Evangelios se hubiesen escrito dos cientos años después.
Personalmente no creo en la existencia de Jesucristo. Esto seguramente sorprenda a muchos. ¿Por qué, si además los que relataron su vida, si bien no directamente, trataron con personas que lo habían conocido? Lógico, si no estuviera tan fresca la historia no habría sido creíble, fallaría la ambientación, por más que lo particular o personal tuviera sentido. Si no creo en la existencia de Jesucristo se debe a que he leído a Flavio Josefo. De lo contrario por supuesto que creería, pero resulta que en la Historia de los Judíos los episodios de la vida de Jesucristo, sus hechos, aparecen repartidos entre muchos personajes, el mago egipcio, Judas el Galileo, el bandido Simón, etc.
Ahí está lo bueno. Volviendo a nuestro tema, esto último es como decir que si no fuera por Polibio, no se podría desmentir la leyenda de los Escipiones. ¡Tócate las narices, pero si en principio Polibio parece que es el que lo lía todo! Sus duplicaciones y sus ficciones, sin embargo, tienen muchísimo más valor que las de Tito Livio, porque son directas. Surgen de los propios testimonios orales, de la verdadera leyenda, la original, de lo que le contaban los romanos sobre sus abuelos, falso pero que se lo creían. Si no tuvieramos a Polibio, por más que Tito Livio incurra en duplicaciones, detalles precisamente como lo del suministro de ropa convertirían el relato en incuestionalbe. ¿No se puede desgastar una túnica tras un año de campaña lejos de casa?