El motivo por el que no conseguíamos localizar Iliturgi se debe a que se encuentra justo en el sitio donde nadie la buscaría nunca. Iliturgi se corresponde con la Turta de Catón, que no es Dertosa, ni Ilerda, ni Elche, ni tampoco Jaén, aunque se tiende a confundir con todas ellas. Iliturgi no es otra que la misma Sagunto, pero no la Sagunto destruida por Aníbal. Esta última, por el contrario, se debe identificar con Altea, la capital de los olcades, acaso Alcoy, la Ilerda de Avieno. De ahí viene todo el jaleo. Ilerda, hoy Lérida, fue en cierto momento, posteriormente, la capital de los ilergetes o ilercavones, quienes habitaban junto al Ebro, y a quienes se confunde con los olcades del mismo modo que Sagunto, su primitiva fortaleza, se confunde con Altea. A los ilergetes o ilercavones, los habitantes del Ebro, también se les conoce durante la segunda guerra púnica como edetanos o sedetanos, a los del sur, y bargusios o ausetanos a los del norte.
Aníbal no destruyó Sagunto, sino todo lo contrario; se alió con ellos. Seguramente los Escipiones murieron luchando contra los ilergetes, a quienes apoyaba Asdrúbal. Todo esto nos reconcilia con Indíbil, su rey, también conocido como Edecón. Tras la toma de Cartagena por Escipión, Indíbil rompió con los cartagineses y se alió con los romanos, pero entonces, cuando Asdrúbal volvió a cruzar el Ebro, desde el norte, sublevó de nuevo a los ilergetes, quienes traicionaron a los romanos y asaltaron las caravanas que atravesaban su territorio. Comenzó en este momento, poco antes de ser expulsados los cartagineses de Hispania, la guerra de los ilergetes, que se alargaría durante más de diez años. Los ilergetes llegaron a ocupar un gran territorio a ambos lados del Ebro, y ofrecieron una tenaz resistencia al amparo de sus fortalezas.
El último episodio de esta guerra lo constituye la destrucción de Sagunto. Aquí es donde se inscribe el famoso relato de Apiano, tanto el protagonizado erróneamente por Aníbal, como el protagonizado por Marcio contra la ciudad de Astapa. Su destrucción se llegó a atribuir a muchos generales, incluidos Escipión y Catón. La resistencia de Sagunto se mitificó de tal manera que se repite continuamente. Sus verdaderos destructores, no obstante, parece que fueron los pretores Publio Manlio y Marco Helvio. Sagunto cayó tras un largo asedio a finales del año 195 o comienzos del 194 a. C. Los pocos supervivientes fueron ejecutados.