Supervivientes de Stalingrado

La Unión Soviética y aliados vs Alemania y sus aliados

Moderador: Tirador

Paradise Lost

Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por Paradise Lost »

Hola a todos.
Antes que nada un saludo a todos los participantes del foro, ya que soy nuevo por estos lares. Veo algunos conocidos de otros foros... vamos, que somos una pequeña familia.

Como entusiasta del tema de Stalingrado, quería haceros llegar unas entrevistas a supervivientes de la batalla, que creo que son de gran interés, y que traduje de algunas páginas alemanas ya puse en otros foros.

Allá va. Que aproveche...


Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (I).
Erich Burkhardt de Oelsnitz

Vi a mis compañeros morir de sed

Texto original de Gerald Praschl

Desde el primer día, luchó Erich Burkhardt en la segunda guerra mundial. Cuando estalló la guerra en septiembre del 39, fue llamado a filas el por aquel entonces mecánico de 20 años. Primero luchó en Francia. En el verano de 1941 marchó al frente Este, hacia Rusia.

Erich Burkhardt: “Desde principios del verano del 42, marchamos con el VI ejército de la Wehrmacht desde Donezk-Becken hacia Stalingrado. El 24 de agosto, con muchas pérdidas, llegamos a Kalatsch. Cuanto más lejos estábamos de la ciudad, más fuerte era la resistencia. Como era uno de los pocos que tenía permiso de conducir, estaba de servicio en el coche del comandante. Hasta que se agotó la gasolina. Desde allí tuve que ir a pie. Nuestra división luchó en el sur de Stalingrado. Cuando a mediados de noviembre supimos, que habíamos sido cercados por los rusos, reímos al principio. Pronto debimos reconocer que nuestra situación era grave. En Navidades perdimos toda esperanza de salir del cerco. El 8 de enero los rusos lanzaron octavillas: ¡Rendíos! En el cautiverio os espera comida, un buen alojamiento, mujeres guapas, y un pronto regreso a casa. El general von Paulus, al mando del sexto ejército, nos ordenó luchar hasta el final. No pensamos en ello demasiado. Porque teníamos más miedo al cautiverio que al infierno del Kessel.”


La lucha por la supervivencia.
Cada día morían cientos de mis compañeros. No era ninguna muerte heroica por el Führer, el pueblo y la madre patria. Simplemente estiraban la pata. Aún tuvimos suerte, mientras estuvimos guarecidos en la ruinas de la ciudad. Lo más desafortunados eran los que les tocó resistir fuera, en la fría estepa. Yo mismo vi como a muchos se les congelaron las piernas, y se arrastraban con las rodillas, para buscar protección en las ruinas. Quien era herido, permanecía sencillamente tumbado. Nadie se ocupaba de ellos. Gritaban hasta que morían desangrados.

El fin.
Algunos de mis compañeros empezaron a suicidarse. Nuestro comandante de división, el general von Hartmann, permaneció de pie a descubierto sobre las vías del tren, esperando la bala que lo matara. El 31 de enero del 43, los rusos ya estaban frente a nuestro sótano. Les lanzamos nuestras armas. Nos sacaron afuera y nos llevaron a la Plaza Roja, en el centro de Stalingrado. Allí vi como los rusos evacuaban al general von Paulus. El hombre que nos había ordenado luchar hasta el final, había decidido rendirse.

En el tren de la muerte a Uzbekistán.
Lo que debí presenciar, fue más horrible que en el Kessel. Los rusos nos cargaron en un tren. 100 hombres por vagón. Apenas nos dieron de comer. Y lo más grave: nada de beber. A través de las tablas de la pared del vagón, que traqueteaba por Rusia, debimos ver como fuera, los rusos llenaban la caldera con agua. Y estábamos allí muriéndonos de sed. Las muertes empezaron. Amontonábamos a los muertos en una pila en el centro del vagón. Pronto no tuvimos fuerzas para mover sus cuerpos. Así que los moribundos, se arrastraban ellos mismos hasta la pila. Los cuerpos de más abajo, empezaron a descomponerse. Cuando después de 22 días llegamos a Uzbekistán y abrieron las puertas, en nuestro vagón solamente quedábamos 6 con vida. 94 habían fallecido. En algunos vagones no sobrevivió nadie.

El horror del campo.
En el campamento de prisioneros apenas había comida. La malaria, el tifus y la disentería se extendían. Desde febrero hasta mayo del 43, de los 6.000 supervivientes del tren, murieron todos menos 1200. A mediados de mayo, fui trasladado a un campo en los Urales. Allí también había trabajo duro y poca comida. Al final perdí 44 kilos. En agosto del 45 tuve por fin suerte. Una médico del campo, certificó que a causa de la desnutrición, estaba muy enfermo y se me permitió volver a casa.

Guardar silencio.
En mi casa de Sachsen se me dijo muy claro, que sería mejor que no dijera nada sobre mis experiencias en los campos soviéticos. El horror de los campos era un tema tabú en la DDR. Sólo a partir de 1990, puede hablar abiertamente del tema. Desde entonces, nos reunimos antiguos soldados que participamos en la batalla de Stalingrado. También invitamos a veteranos rusos. Cuando éramos jóvenes, tuvimos que matarnos unos a otros. Hoy, nos reunimos como amigos y compañeros.

El vagón de la muerte a Uzbekistán, sobre el que ha hablado Erich Burkhardt, fue uno de los excesos más graves cometidos contra los prisioneros de guerra alemanes. Miles de hombres murieron. También hay prisioneros que alegan buenos tratos. De 3,3 millones de prisioneros alemanes en la Unión Soviética, 1,3 millones no volvieron nunca.


Imagen
Erich Burkhardt, jubilado de 83 años en el año 2003.

Imagen
Burkhardt a los 17 años.

Imagen
Erich Burkhardt en la guerra.

Saludos
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taratron
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Mensaje por taratron »

Te has estrenado bastante bien, un post interesante.
PD bienvenido al foro.
-El verdadero desprecio a un enemigo se demuestra con acciones valerosas en el campo de batalla.
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Zapata
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Mensaje por Zapata »

si señor!, muy interesante.
Al final en todas las ollas se cuecen nabos.
Una bayoneta sirve para todo, menos para sentarse sobre ella.
Guderian
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Mensaje por Guderian »

Excelente post! y de paso bienvenido :dpm:

Saludos
¡El tanque del comandante al frente, como guía a seguir! - Heinz-Wilhelm Guderian
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Snorri
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Mensaje por Snorri »

excelente documento Paradise lost, no dudes en deleitarnos con más

esperamos leerte más por aqui

saludos
A FURORE NORMANNARUM LIBERA NOS, DOMINE !!!
Paradise Lost

Supervivientes de Stalingrado II

Mensaje por Paradise Lost »

Hola a todos y gracias por la bienvenida.
Aquí tenéis la traducción de otra entrevista muy interesante.

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (II).
Panzerfahrer Johannes Hellmann

El dolor me tortura hasta hoy

Texto original de Gerald Praschl

Johannes Hellmann (de 78 años) (el artículo es de hace 3 años) no habló en absoluto sobre los horrorosas vivencias en Stalingrado. Como tantos que allí estaban, echó tierra sobre lo que allí debió presenciar.
“Sólo pude hablar sobre ello una vez con mi mujer y mi hija. No quería recordarlo.” Sólo en sus sueños más horribles permanece vivo. Aún pasados 60 años. “Ese dolor me tortura hoy casi más que por entonces”, le comenta al reportero. Apenas empieza a relatarlo, brotan lágrimas de sus ojos y solloza amargamente. El infierno de Stalingrado no le deja en paz.

La marcha a Stalingrado.
Johannes Hellmann nació en 1924 y creció en Dessau. Su padre tenía una zapatería. A los 15 años empezó su formación profesional de decoración de escaparates. Poco después de su 18 cumpleaños, en febrero del 42, fue reclutado. Después de la formación como conductor de panzer, llegó en el verano del 42 al frente. Aquí empieza su relato: “Marchábamos desde el Donezk-Becken hacia Stalingrado. Atravesamos la reseca estepa. En verano se llega a los 60 grados. Sólo había arena y hierba. A principios de agosto llegamos a Stalingrado. Primero barrimos la ciudad con proyectiles. Entonces penetramos en ella. Mi unidad se detuvo en los suburbios y allí construimos unos refugios."

El ataque de los rusos.
"Hasta el 18 de noviembre el tiempo fue bastante cálido. Llevábamos ropa ligera. A la mañana siguiente la estepa se convirtió en un mar helado. 20 grados bajo cero. Nos helábamos como perros. Nuestros abrigos aun no habían llegado al frente. Ya no los vimos nunca más. Entonces, la misma mañana, empezó el ataque. Un millón de rusos se precipitaron contra nuestras líneas. Dispararon con todo lo que tenían. Por telegrama supimos que habían roto nuestra retaguardia. Estábamos cercados."

Prisioneros en la trampa mortal.
"Nuestra munición sólo duraría unos días. Y hacía cada vez más frío. Al final 45 grados bajo cero. Encontré un soldado ruso muerto. Le quité las botas y el abrigo de piel. Después de 14 días sólo recibíamos sopa y un trocito de pan integral cada día. Los rusos atacaban casi a diario. Por todas partes había cadáveres. Nuestros camaradas y rusos. Cabezas abiertas, piernas arrancadas, uno tenía un tiro en el estómago, por el que le colgaban las tripas. Para no morir de hambre, comíamos la carne sosa de los caballos muertos. Tuve diarrea, y un tipo de fiebre parecida a la Malaria, transmitida por los piojos. Ya no teníamos ninguna esperanza de salir vivos. Se trataba de eso, de sobrevivir una hora más. Por las noches, oíamos los altavoces de los rusos, que nos pedían que nos rindiéramos. Pero para nosotros, la prisión era igual que la muerte."

Lucha en el Volga.
"Apuramos al máximo el carburante. Cuando nuestros depósitos se quedaron vacíos, volamos los tanques para que no cayeran en manos del enemigo. Las últimas semanas luchamos como infantería entre las ruinas. El día de año nuevo del 43, fui herido en el Volga, por una granada en la pierna. Esto me salvó la vida. Dos días después me sacaron con avión. A causa de la fiebre, no me enteré de casi nada. En Rostow, fui transportado con innumerables heridos más en vagones para ganado. Viajamos tres semanas hacia el oeste. En cada parada descargaban muertos. Los heridos caían como moscas."

La juventud perdida.
"Tras 4 meses de convalecencia tuve que volver a Rusia. Poco antes de la guerra fui herido otra vez. Me llevaron a un hospital militar. Allí caí prisionero del ejército inglés. Tuve que trabajar dos años y medio en una mina. A finales del 47 pude volver a casa. Dessau estaba destruido y mis padres habían muerto. También casi todos mis amigos, muertos. Tenía 24 años. Mi adolescencia la pasé en el frente de Rusia. Siempre lo he malecido”.

Johannes Hellman marchó en 1950 al Oeste con su mujer. Allí trabajó como decorador de escaparates. Vive como jubilado en Dannenberg.


Imagen
Johannes Hellmann, jubilado de 78 años.

Imagen
Hellmann con el casco de acero y el uniforme negro,
poco de después de su llamamiento a filas en el 42.
Entonces tenía 18 años.


Imagen
Con sus camaradas a los 20 años en Rusia, 1944.

Imagen
Hellmann de cabo con sus camaradas en el 44 (el tercero por la derecha).

Saludos
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Supervivientes de Stalingrado III

Mensaje por Paradise Lost »

Hola a todos,
aquí tenéis una tercera parte.

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (III).
Soldado de artillería Falk Patzsch, de Königstein

Ya no teníamos ninguna esperanza

Texto original de Gerald Praschl

Sus manos tiemblan desde las primeras frases. Falk Patzsch nació en 1922 en Königstein, hoy jubilado en Weißwasser, es un prisionero de sus horribles recuerdos. Su mujer, Ella (74), toma su mano para tranquilizarle. Entonces se prepara de nuevo, para contar la historia de su juventud perdida.

Una historia llena de locura, guerra y destrucción.
Falk Patzsch: “Mi infancia estuve llena de vivencias horribles. Mi madre murió muy pronto. Mi padre no se ocupó en absoluto de mí, ni de mi hermana. Muy a menudo no teníamos nada que comer. Los últimos años los vivimos en un horfanato. ¿Los nazis? Por aquel entonces, pasaba en las Juventudes Hitlerianas una gran parte de los pocos momentos bonitos de mi dura juventud. Así que lamentablemente, asimilé los lemas de ese “Flautista de Hamelín”. Más tarde en mi vida, aprendí la lección. Sólo una vez quise ser engañado.”

Muerte en Moscú.
Con 18 años, en 1940, fui llamado a filas. Y estaba claro que lucharía contra los rusos. El 22 de junio del 41, llegó la orden de atacar. Llegamos frente a Moscú. Entonces cayó el horrible invierno ruso. Mis compañeros se congelaban con su ropa de verano por miles. En la primavera del 42, nos hundíamos en el barro. Durante semanas estuvo nuestra división rodeada, y los rusos nos disparaban desde todas partes. Cada uno luchaba por sí mismo y por su vida, ya no había compañerismo. Se me congelaron las orejas y los dedos de los pies. Creer en una victoria o en el Führer, hacía tiempo que no se pensaba en ello. A principios del verano del 42 nos enviaron en dirección a Stalingrado. Cuanto más avanzábamos, más enfurecida era la resistencia de los rusos. Y peores los suministros. Casi no teníamos nada que llevarnos a la boca, y cada vez menos munición. Buscábamos en los bolsillos de los muertos en busca de comida.

Lucha en Stalingrado.
Entonces empezó el ataque en la ciudad. Delante nuestro los rusos, que luchaban por sobrevivir. Y detrás nuestro un enemigo peor: nuestra propia gente. Disparaban contra cualquiera que intentaba volver atrás. Cientos de compañeros fueron fusilados por cobardía ante el enemigo. Hubiera mentido al afirmar, que estaba interesado en como, en el otro bando los pobres cerdos pringaban como nosotros. Nuestro destino estaba claro: matarnos unos a otros. Una vez me quedé enfrente de un ruso. Por un pequeño instante le miré a los ojos. Entonces levanté mi pistola y él hizo lo mismo con su Mpi. Yo fui más rápido.

La traición.
Como soldados del frente, hablábamos abiertamente de nuestra desesperación. Al contrario, se debía ser cauteloso al hablar de la verdad. En una carta que envié a mi padre Otto por coreo militar a Königstein, le informé sobre nuestra desesperada situación y le escribí: “Ya no tengo ninguna esperanza de volver a ver mi país”. Hubiera sido mejor no hacerlo. Mi padre era un nazi obstinado, que devolvió la carta a mi comandante en el frente, que me señaló como desmoralizador de la tropa. Gracias a Dios, mi comandante era un hombre respetable. Me hizo llamar y me dijo: “Patzsch, por esto debería mandarlo a fusilar”. Entonces le dio la carta a su ayudante. Éste la puso encima de una parrilla y la encendió. Callados, vimos como el papel ardía.”

La salvación.
A principios de octubre del 42, fui alcanzado por la metralla de una bomba en las inmediaciones de una fábrica en Stalingrado. El impacto me rompió muchos huesos, me alcanzó en el estómago, y me rompió el cráneo. Perdí el sentido. Estuve sepultado varios días bajo las ruinas. Entonces ocurrió un milagro, cuando semanas después desperté en un hospital militar en Litzmannstadt, en Pololonia. Fui evacuado en avión.

Una nueva vida.
A causa de mis graves heridas, fui declarado inútil. Como ya no quería tener nada que ver con mi padre, me mudé a casa de una familia en Namislau, que me acogió como a su hijo. Con mucha suerte, pude sobrevivir a la ocupación de los rusos en el 45. En Weißwasser encontré un nuevo hogar. A causa de las heridas de guerra fui declarado inútil, y sufro aún hoy en día ataques epilépticos. Ya no cogería un fusil por nadie. Hitler y Stalin, Ribentropp y Molotow, esos asesinos que hicieron la guerra, y que nosotros sencillamente, pagamos los platos rotos.

A causa de sus graves heridas, fue declarado inútil. 60 años después del ataque a Stalingrado, padece ataques epilépticos y pesadillas. Además, por una explosión quedó medio sordo. Hoy vive como jubilado en Weißwasser.

Imagen
Falk Patzsch, jubilado de 80 años en Weißwasser.

Imagen
El soldado Falk Patzsch, con 20 años en 1942.

Imagen
Documentos de la época.

Imagen
A causa de su heridas fue evacuado y acogido por una familia (2 columna, segundo por la izq).

Saludos
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Snorri
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Mensaje por Snorri »

si mal no recuerdo, solo unos 6000 alemanes veteranos de Stalingrado sobrevivieron a los gulags rusos, volvieron a Alemania años despues de acabada la guerra,

impresionantes testimonios del landser aleman común

saludos
A FURORE NORMANNARUM LIBERA NOS, DOMINE !!!
Paradise Lost

Mensaje por Paradise Lost »

Exacto Snorri.
De 300.000 soldados que fueron cercados en el Kessel de Stalingrado, finalmente sólo volvieron 6.000 a Alemania en el 55.
Aparte de estos testimonios en internet, tengo un documental sobre la batalla que venía en el DVD de lujo de la película Stalingrad, que compré en Frankfurt, donde se entrevista a supervivientes de los Gulags, y es realmente espeluznante lo que cuentan. Estoy haciendo algunas capturas y traduciendo alguna spartes para subirlo en el foro.
Justo cuando acabó la guerra en el 45, los alemanes pensaron que volverían pronto a casa, pero aún les quedaba una misión que cumplir asignada por los rusos: reconstruir Stalingrado con sus propias manos.

Saludos
Paradise Lost

Supervivientes de Stalingrado IV

Mensaje por Paradise Lost »

Aquí va la cuarta entrega.

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (IV).
Soldado Max Adler

Mi álbum de fotos me ayudó a soportar mis horribles experiencias en la guerra.

Texto original de Gerald Praschl

Con su cámara, Max Adler tomó fotos de la pesadilla en el frente, en la segunda guerra mundial, entre 1941 y 1945.

Las fotos.
Cinco años, de 1940 a 1945, estuvo Max Adler (hoy 80) en la guerra. También en Stalingrado. Allí fue evacuado por aire al ser herido. Tenía consigo su cámara. Envió las fotos por correo militar a casa. No creía que volvería a ver su pueblo natal, Schköna. Sus hermanos, Otto y Ernst murieron. Él sobrevivió, al llegar en 1945 a un campo de prisioneros francés.

El regreso a casa.
Su actual mujer, Elfriede, lo recuerda: “Era Marzo de 1946. No sabíamos nada de él desde hacía dos años. Entonces llegó caminado por el prado en una mañana hermosa. Muy delgado, pero vivo. ¡Fue un milagro!”

El álbum.
Max y Elfriede se casaron. Tuvieron hijos y comenzaron una nueva y humilde vida. Max trabajó 37 años en una tienda de electrodomésticos. Guarda su álbum con las fotos de la guerra como un tesoro familiar, decorado con dibujos artísticos. “Mi álbum de fotos me ayudó a soportar mis horribles experiencias en la guerra”, dice.

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Max Adler, jubilado de 80 año en su casa de Schköna.

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Con 19 años, de uniforme en el frente.

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Herido después del ataque a Stalingrado.

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En marcha con sus camaradas (marcado con una cruz). Muy pocos volvieron.

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Imagen
Armamento de su compañía. Un cañón del 21 y un Panzer P-4.

Imagen
Max y sus compañeros acampan en la estepa de Stalingrado.

Saludos
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Zapata
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Mensaje por Zapata »

no puedo ver las fotos, ¿y vosotros?
Una bayoneta sirve para todo, menos para sentarse sobre ella.
Paradise Lost

Mensaje por Paradise Lost »

Hola Zapata.
Parece que ha caído la página donde estaban todas mis imágenes.
Las he trasladado a otro servidor.
Espero que ahora funcione.

Quinta entrega.

Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (V)
El radiotelegrafista Rolf Keller desde Dresde.

Cada día volaba al infierno

Texto original de Gerald Praschl
Foto de Nikola Kuzmanic

En la antigua foto puede verse al orgulloso radiotelegrafista Rolf Keller, junto a un Focke-Wulf FW 200, en el que como soldado estuvo destinado toda la guerra. Cuando Rolf Keller (82) mira la foto, no queda huella alguna de su orgullo. “Fue una época horrorosa y me alegro de haber sobrevivido."

La misión del puente aéreo.
A bordo del Focke-Wulf, Rolf Keller veía el horror. En enero de 1943, voló con su máquina más de 30 veces junto a otro radiotelegrafista y dos pilotos al Kessel de Stalingrado. Su misión: llevar suministros a las tropas alemanas que estaban en esa ciudad sitiadas por los soviéticos. En realidad, Keller y sus camaradas estaban estacionados desde el principio de la guerra en Noruega. Desde aquí volaban con su Focke-Wulf haciendo largos recorridos sobre el Atlántico como avión de reconocimiento, encontrado ocasionalmente barcos enemigos. Por aquel entonces el Focke-Wulf era una maravilla de la técnica. Podía permanecer 20 horas en el aire. Ahora Keller y sus camaradas debían dirigirse al Ostfront. Allí ayudaron a abastecer con suministros a los 260.000 alemanes sitiados en Stalingrado desde el aire.

Stalingrado estaba condenado.
Desde el 22 de noviembre, el VI Ejército de la Wehrmacht del general Friedrich von Paulus estaba sitiado por el ejército rojo. Cada día la situación era más desesperada. En vez de intentar romper las líneas enemigas para salvarse, von Paulus y sus hombres debieron obedecer las órdenes de Hitler y resistir en Stalingrado. Hermann Göring les había prometido abastecerlos diariamente desde el aire con 600 toneladas de aprovisionamientos. Estimación totalmente irreal, como se comprobó al poco tiempo. Los aviones apenas podían transportar cada día 100 toneladas.

La muerte en el Kessel
En el Kessel los soldados empezaron a morir. El hambre y las epidemias se extendían rápidamente. Como última esperanza, la unidad de Keller con 18 aviones fue trasladada de Noruega al este. En enero del 43 volaron al Kessel de la muerte, que cada vez era más estrecho. Transportaron 36 toneladas de aprovisionamientos. Y sacaron de allí a 156 heridos. Fueron las últimas semanas de la tragedia de Stalingrado. Mientras tanto diariamente morían 1000 soldados alemanes. La mayoría no moría bajo fuego enemigo, sino de hambre. 40.000 heridos ya no pudieron ser evacuados, y soportaron en los sótanos sus inhumanos dolores.

El horror en la pista de aterrizaje.
En la pista de aterrizaje de Pitomnik, donde aterrizó el avión de Keller, acontencían escenas apocalípticas. En las zanjas a lo largo de la pista, yacían innumerables heridos que esperaban poder subir a un avión y con ello conseguir la ansiada salvación. “Sólo los heridos más graves y los especialistas recibieron la autorización para ser evacuados. Todos los demás estaban condenados.” La unidad de Keller también tuvo que pagar un alto precio. En el transcurso de pocas semanas, la mitad de los Focke-Wulf fueron derribados. El 29 enero del 43, el propio avión de Keller fue alcanzado y sufrió graves desperfectos. Al final, el 31 de enero, la unidad de Keller recibió una orden sin sentido, el día que von Paulus fue hecho prisionero. Un último Focke-Wulf debía sobrevolar el centro de Stalingrado, para lanzar munición y alimentos. Los camaradas de Keller nunca volvieron. Fueron derribados.

La vida tras el horror.
Rolf Keller sobrevivió al ataque de Stalingrado. En 1945 fue hecho prisionero en Francia. Tenía 25 años y no había visto nada más que ruinas, muerte y podredumbre. Seis años como soldado en la guerra. “Envidio a la gente joven que hoy tan libres de preocupaciones pueden disfrutar de su juventud. En esa época yo estuve en el infierno de la guerra. En el infierno de Stalingrado.”

Imagen
Rolf Keller nacido en 1921, en su casa de Dresde en el 2003. Ojea un libro sobre Stalingrado.

Imagen
Rolf Keller cuando era un joven soldado junto al Focke-Wulf.

Imagen
Después de la guerra se casó con su mujer Marianne.

Imagen
Focke Wulf FW 200. Con un avión como éste, Rolf Keller volaba al infierno de Stalingrado.

Saludos
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Snorri
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Mensaje por Snorri »

Cuantos documentos más de supervivientes tienes?

saludos
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Paradise Lost

Mensaje por Paradise Lost »

Tengo localizados dos más de la misma fuente, pero aún tengo que traducirlos del alemán, y algunos son bastante complicados.
También tengo en algunos vídeos bastante material, pero también lo he de traducir.

Espero no se pesado con el tema, si lo preguntas por eso... :pre:

Saludos
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Snorri
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Mensaje por Snorri »

Paradise Lost escribió:Tengo localizados dos más de la misma fuente, pero aún tengo que traducirlos del alemán, y algunos son bastante complicados.
También tengo en algunos vídeos bastante material, pero también lo he de traducir.

Espero no se pesado con el tema, si lo preguntas por eso... :pre:

Saludos
al contrario, estos testimonios son muy interesantes y los estoy almacenando en un documento word para imprimir posteriormente, solo lo preguntaba por curiosidad, y para saber lo q ha de venir.

esperare tus traducciones, no tengas prisa, ya caeran.

saludos
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Tamara Zoldich

Mensaje por Tamara Zoldich »

Excelente material

saludos :dpm:
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Germánico
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Mensaje por Germánico »

Sí, señor. Son interesantísimos.

Saludos y gracias.
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CASYD
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Mensaje por CASYD »

Muy interesante post, el conocer estos datos por voz de los protagonistas da una idea de lo terrorifica que fue esa batalla y lo que llevo consigo.
Si hablamos de detalles y datos contados por los soldados recomiendo el libro de W. Craig sobre la batalla de Stalingrado, el autor se entrevistó con muchos supervivientes y buceó en los diarios personales de otros muchos que ya habian muerto.
Paso a escribir un fragmento del infierno que vivieron los supervivientes del VI Ejército una vez acabada la batalla:
El VI ejército alemán se dispersó por más de veinte campos, que se encontraban desde el Círculo Polar Ártico, a los desiertos y estepas del Sur.

Un tren llevó a miles de alemanes desde el Volga a Uzbekistán, en Asia Central. Dentro de cada vagón, atiborrado con cien o más prisioneros, se produjo un macabro combate mortal cuando los alemanes se mataron unos a otros por los pedazos de comida que les arrojaban cada dos días. Los más cercanos a la puerta eran apartados por los famélicos soldados de detrás; sólo los más fuertes sobrevivieron a aquel viaje de varias semanas de duración. Cuando el tren llegó a las montañas de Pamir, había muerto casi la mitad de los pasajeros.

Otros alemanes se quedaron en Stalingrado para ayudar a reconstruir la ciudad que habían devastado. El tifus aclaró sus filas y, en marzo, los rusos excavaron una zanja en Beketovka, echando dentro de una fosa común a casi cuarenta mil cadáveres alemanes.
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Pero para más de otros quinientos mil alemanes, italianos, húngaros y rumanos, el invierno ruso fue una dura y sucia pelea. En el simple espacio de tres meses – febrero, marzo y abril de 1943 – murieron más de cuatrocientos mil.

En la mayoría de los casos, los rusos les dejaron perecer de inanición. Cada tres días los camiones del Ejército Rojo descargaban a su alcance coles, hogazas de pan helado e incluso basura, como alimento para los prisioneros. En Tambor, Krinovaia, Yelebuga, Oranki, Susdal, Vladímir y otros campos, los internados se arrojaban sobre la comida y peleaban matándose unos a otros.

En su intento de sobrevivir, otros prisioneros se hicieron personalmente cargo del asunto, especialmente en campos donde había decaído la autodisciplina militar. En Susdal, Felipe Bracci fue el primero en percatarse de ello cuando vio cadáveres sin brazos o piernas. Y el doctor Cristóforo Capone encontró cabezas humanas a las que habían extraído los sesos, o torsos a los que faltaban el hígado o los riñones. Había comenzado el canibalismo.

Al principio, los caníbales fueron furtivos, moviéndose sigilosamente entre los muertos para cortar un miembro y comérselo de prisa. Pero sus gustos pronto maduraron y buscaban entre los recién fallecidos, los que acababan de volverse fríos y, por tanto, eran más tiernos. Al fin, vagaban en grupos, desafiando a quien trataba de detenerlos. Incluso ayudaban a morir a moribundos.

A la caza noche y día, su codicia por la carne humana los convirtió en animales enloquecidos y, a finales de febrero, alcanzaron niveles de barbarie. En Krinovaia, un soldado alpino italiano corrió a través del recinto para buscar a su cura, don Guido Turla. “Venga enseguida, padre –le rogó-. ¡Se quieren comer a mi primo!”
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Los rusos disparaban contra los caníbales a quienes sorprendían, pero tenían que hacer frente a la caza de tantos devoradores de hombres, que hubieron de reclutar “equipos anticaníbales”, extraídos de las filas de los oficiales cautivos. Los rusos equiparon a esos pelotones con palancas y les pidieron que matasen a todos los caníbales que encontraran. Los equipos rondaban por la noche, avizorando el delator parpadeo de las llamas de las pequeñas hogueras donde los depredadores estaban preparando sus comidas.

El doctor Vincenzo Pugliese fue frecuentemente de patrulla y, una noche, al doblar una esquina, sorprendió a un caníbal que estaba asando algo sujeto al extremo de un palo. Al principio perecía como si fuese una salchicha, pero cuando Pugliese prestó atención se percató de que el objeto tenía pliegues como un acordeón y con un principio de náuseas se dio cuenta que estaba cocinando una tráquea humana.

Los prisioneros que se negaron a comer carne humana emplearon otros trucos para sobrevivir. En Krinovaia, un grupo de emprendedores italianos recuperó excrementos de las amplias zanjas de las letrinas y con las manos desnudas picoteaban trigo y mijo sin digerir, que luego lavaban y se comían. Los prisioneros alemanes pronto perfeccionaron aquel proceso. Colocando una serie de tazas de hojalata, extraían con ellas las heces y consiguieron recuperar tanto grano que hasta hubo mercado negro.

En Susdal, el doctor Cristóforo Capone empleó su fértil imaginación para salvarse a sí mismo y a sus camaradas. Hombre de carácter afable, aún conservaba el humor en tan trágicos momentos e ideó unos planes verdaderamente muy elaborados. Cuando un camión cargado de coles aparcó fuera de la acera, Capone organizó un grupo que robó la carga y la escondió debajo de las camas, en las letrinas y en los colchones. Mientras sus amigos comían vorazmente, Capone esparció un reguero de hojas de col desde el vacío camión hasta unos cercanos barracones de rumanos. Al fin fue descubierto el hurto y los rusos siguieron la pista y provistos de palos cayeron sobre los rumanos. Mientras tanto, los amigos de Capone se comieron todas las pruebas del delito.

El ingenioso doctor descubrió asimismo otro macabro medio para seguir vivo. Divididos en pelotones de quince hombres, los prisioneros de guerra italianos vivían en frígidas estancias y tenían que andar constantemente para no helarse. Cada mañana entraba un guardián ruso, contaba a los hombres presentes y les dejaba las raciones para aquel número exacto. En cuanto los hombres empezaron a morir de extenuación, Capone decidió que aquellos cadáveres podrían servir a un mejor propósito que ser arrojados en la pila de los cuerpos del patio. A partir de entonces, Capone dejó los cuerpos erguidos y apoyados en sus sillas. Cuando el guardián ruso hacía su recuento diario, él y sus compañeros se enzarzaban en animadas conversaciones. Los guardianes siempre dejaron las quince raciones; pronto Capone y sus compañeros fueron teniendo mejor aspecto.

Debido a que las bajas temperaturas preservaban a los cadáveres de la descomposición, el doctor los conservó durante semanas. Cuando su propio cuarto empezó “a reventar de proteínas”, se sintió impulsado a ayudar a los prisioneros vecinos y creó una especie de “préstamos y arriendos”. Cada día, transportaban los petrificados cadáveres de un lugar a otro, a las distintas estancias, proporcionando a sí a sus compañeros las raciones suplementarias que necesitaban.

En mayo de 1943, los rusos empezaron a tratar mejor a los prisioneros. Como explicó un cautivo, “deseaban que, después de la guerra, volviesen a casa algunos soldados”. Acudieron médicos y enfermeras para hacerse cargo de los supervivientes; los agitadores políticos recorrieron los campos, buscando candidatos para un adiestramiento antifascista.
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Miles de familias alemanas aún esperaban una palabra de sus seres queridos que sirvieron en Stalingrado.
No sería hasta 1949, seis años después, cuando comenzaron a regresar a sus casas los supervivientes del Eje de los campos de prisioneros soviéticos.
Evidentemente, las instrucciones enviadas para el tratamiento correcto y humano a los prisioneros fueron pasadas por alto y el odio hacia el ejército invasor pasó factura entre los cautivos.
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Mensaje por Tosk »

Terrible, brutalmente terrible :(
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Sobre los campose de concentración de Stalin hay una interesante película española "Embajadores del Infierno". En ella se narran las desventuras de unos prisioneros de la "División Azul". Y sí, concuerdo, realmente terrible.
-¡Mi abuelo me dijo que los pilotos de hidroavión son las mejores personas del mundo, porque el mar y el cielo les limpia el corazón. Por eso son más valientes que los marineros y más abnegados que los aviadores de tierra!
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Mensaje por nachete »

[quote="Fernando Cebrián"]Sobre los campose de concentración de Stalin hay una interesante película española "Embajadores del Infierno". En ella se narran las desventuras de unos prisioneros de la "División Azul". Y sí, concuerdo, realmente terrible.[/quote
Dicha peli se hizo (digo yo) a partir del libro de Torcuato Luca de Tena "embajador en el infierno". Lo digo porque me lo leí hace tiempo y aluciné :P , y si no sabías que había un libro, desde aquí te animo a que te lo leas :dpm: (según mi opinión es mucho mejor que la peli, así que si te gustó la peli, disfrutarás mucho con el libro)
Saludos a todos :dpm:
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Fernando Cebrián
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Mensaje por Fernando Cebrián »

Anda, no tenía noticia. empezaré a asaltar bibliotecas en su busqueda, usando TOA,s o lo que sea menester. Gracias por la información
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por Weichafe »

Hola amigos, soy nuevo en el foro y esta es mi primera opinión y en este post, y ello dice relación con que hace ya aproximadamente un año, he comenzado a leer sobre el frente del Este ( Osfront), partiendo con " Stalingrado " de Antony Beevor. Y al respecto, quiero comentar con Uds. que es precisamente en el frente del Este, donde la II Guerra alcanzó los máximos ribetes de la miseria humana, no olvidemos que fue una guerra de aniquilación, donde no solo se jugaba la conquista del Lebensraum, sino que este "espacio vital" no debía admitir a pueblos inferiores, en este caso, los eslavos.
Leyendo las entrevistas traducidas de supervivientes, no deja de ser reconfortante que se junten veteranos alemanes y rusos, a reflexionar juntos.
A propósito de Beevor, se que hay otro libro sobre Stalingrado, alguien sabe algo de él, o existen nuevas publicaciones post Stalingrdo de Beevor, y en que idioma?
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por flpe »

os felicito a todos, este post es extraordinario
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MiguelFiz
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por MiguelFiz »

Pues bienvenido amigo Weichafe :dpm:
Weichafe escribió: A propósito de Beevor, se que hay otro libro sobre Stalingrado, alguien sabe algo de él, o existen nuevas publicaciones post Stalingrdo de Beevor, y en que idioma?
Bueno, desde luego que el libro de Beevor es muy bueno, pero el tema no termina alli, incluso creo que en el ambito hispanoparlante hay cierta "Beevormania" mas debida a que este autor se ha traducido al castellano que a su talento, lo cual claramente indica la certeza del conocido refran "en tierra de ciegos el tuerto es rey".

Esta por ejemplo "STALINGRAD: How the Red Army Survived the German Onslaught" de Michael Jones, de quien tengo muy buenas referencias, asi mismo varios trabajos del coronel Glantz como "When Titans Clashed" y otros mas recientes analizan el aspecto militar desde un punto de vista interesante.

Otro muy recomendable es "Stopped at Stalingrad: The Luftwaffe and Hitler's Defeat in the East, 1942-1943" de Joel Hayward, que analiza el asunto mas desde la perspectiva del uso de la luftwaffe y los problemas de abasteciemiento alemanes, dicho titulo un servidor lo reseño hace algunos meses, uno mas enfocado en el asunto de combates aereos en dicha area escrito por Christer Bergstrom se publico recientemente con el titulo "Stalingrad, the air battle", del cual tambien tengo buenas referencias.


Pero por supuesto, seria recomendable adentrarse tambien en otros titulos "pre-Beevor", como los que un servidor tiene, obviamente aqui hay muchos compañeros que tienen muchisimos mas titulos al respecto, asi que ve esto como un pequeño indicativo del material que se puede conseguir a precio bajo ademas :) :


Imagen

De derecha a izquierda, "La batalla de Stalingrado" del Academico A. Samsonov, Coleccion siglos y hombres, editorial progreso Moscu, 1986, digamos que es la version sovietica "oficial" del asunto, pero considero que a pesar de la enorme carga retorica y politica el libro vale la pena.

El de enmedio es el de Craig, es una lastima que el tiempo pese en dicho titulo, en su momento Craig no tuvo mucha oportunidad de revisar muchas cosas del lado sovietico, de manera que arrastra algunos "fantasmas" y asuntos que luego resultaron no ser cosas ciertas, como el asunto del duelo de francotiradores que luego paso al cine en "Enemigo a las puertas".

Y el ultimo es "Stalingrad" de Heinz Schroter, un libro basico, el autor se centra en el propio sitio, contando las penurias que sufre el sexto ejercito, con muchisima ironia, el libro es muy antiguo, pero creo que en lo fundamental no deja de tener vigencia, por ejemplo el capitulo de Stalingrado de la encliclopedia de 3 tomos de la IIGM de Readers Digest es basicamente un estracto de dicho libro.
Actualmente leyendo...
  • "The Impact of the Russo-Japanese War" de Rotem Kowner
    "The abyss. World War I and the end of the first age of globalization" de Niall Ferguson"
    "Lost at Nijmegen: A rethink on operation 'Market Garden'! de R.G. Poulussen
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por panzerpionier »

Dos comentarios:

-Lo que el compañero Paradise Lost denominaba "Kessel" en sus mensajes (del 2005 nada menos) corresponde en alemán a lo que en español se llama en contexto militar "bolsa": "Der Stalingrad-Kessel" = "La bolsa de Stalingrado". Tal vez en su diccionario no venía esa acepción (en el mío sí :carapoker: ), o tal vez, puesto que en alemán los sustantivos comunes van siempre en mayúscula, lo confundió con un nombre propio. En cualquier caso, creo que si hacemos la sustitución de términos sus traducciones como que se leen mejor.

-Existen al menos unas memorias de un superviviente de Stalingrado publicadas en español:

Weest, Hans: YO ESTUVE EN STALINGRADO. Ediciones Rodegar. Barcelona, 1964.

Yo conseguí una copia en su día en una librería de viejo.


Saludos
"¡Desgraciado país aquel que hace odiosa la carrera de las armas. Aquel que alquila los Ejércitos en los días de peligro, aquel que los degrada nutriendo sus filas de hombres sin virtudes ni patriotismo, aquel que con su menosprecio mata el honor militar y ahoga las nobles ambiciones!". Comandante Francisco Villamartín (1833-1872).

"Al comandante la técnica le irritaba sobremanera y con viveza repuso:
-No me pongas pegas. Tira esa especie de metro raquítico al campo y si no tienes trilita vuélalo con los dientes.
El capitán respondió con sequedad:
-Con los materiales no hay recursos psicológicos como con los hombres, mi comandante. Una posición puede caer o no caer, según el coraje con que se le ataque o se la defienda, pero la destrucción de un puente entra dentro del dominio de la Mecánica y no hay dientes ni c... que valgan contra sus leyes" De La soledad de Alcuneza
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por CASYD »

MiguelFiz escribió:El de enmedio es el de Craig, es una lastima que el tiempo pese en dicho titulo, en su momento Craig no tuvo mucha oportunidad de revisar muchas cosas del lado sovietico, de manera que arrastra algunos "fantasmas" y asuntos que luego resultaron no ser cosas ciertas, como el asunto del duelo de francotiradores que luego paso al cine en "Enemigo a las puertas".
La verdad es que el libro de Craig está bien, pero al leer el asunto a que haces referencia (el supuesto duelo) uno no puede evitar preguntarse que mas errores de bulto puede haber cometido el autor y que a nosotros se nos hayan escapado. Hay que tener en cuenta que gran parte de este libro está fundamentado en diarios personales, memorias y entrevistas de personas que sufrieron en sus carnes la batalla.

Un saludo.
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por Feldmarschall »

Y aun se sigue vendiendo. Yo lo compré en una de esas colecciones de batallas de la IIGM. Fue el único que compré. La verdad que es muy interesante su lectura y eso nadie se lo quita, pero a veces temo en caer en esas falacias históricas tan peligrosas.

Cuídense
Un error cometido en el primer despliegue ya no tiene remedio.
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por Pablorojo »

MiguelFiz escribió: Otro muy recomendable es "Stopped at Stalingrad: The Luftwaffe and Hitler's Defeat in the East, 1942-1943" de Joel Hayward, que analiza el asunto mas desde la perspectiva del uso de la luftwaffe y los problemas de abasteciemiento alemanes, dicho titulo un servidor lo reseño hace algunos meses, uno mas enfocado en el asunto de combates aereos en dicha area escrito por Christer Bergstrom se publico recientemente con el titulo "Stalingrad, the air battle", del cual tambien tengo buenas referencias.
Me sumo fervientemente a la recomendación de Miguel, además de lo de Stalingrado, incluye un magistral el capítulo sobre los ataques aéreos a Sebastopol.

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Tambien coincido en lo de Beevor, que si bien me han gustado mucho sus dos libros sobre el frente oriental, su éxito , por lo menos en el mundo hispano, se debe a que no había mucho publicado en español sobre dicho frente.


Saludos.
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"Nadie respeta a un país con un mal ejército, pero todos respetan a un país con un buen ejército. Brindo a la salud del Ejército Finlandés !"
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Re: Supervivientes de Stalingrado

Mensaje por Weichafe »

Muchas gracias MiguelFiz por los datos acerca de otros libros sobre esta batalla épica.
La verdad es que coincido contigo en que lo de Beevor tiene también mucho de aquello que tu dices, aún cuando " Berlín, La caída" ha sido uno de esos libros con los que me daban las 03:00 AM leyendo.
Ahora también será épico hacerme de uno de los libros que mencionas, aún cuando de la Enciclopedia de Readers Digest, tengo los tomos I y II, y en el Dos aparece bastante sobre Stalingrado; el relato del corresponsal alemán en la Navidad de 1942 no deja indiferente, aunque hable de los padecimientos nazis.

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