Ciertamente, desconocía este debate tan apasionado y animado, como muchas otras cosas; mi opinión era muy superficial, influenciada por el consenso; pero en El Gran Capitán se aprende mucho.
Poliorcetos escribió:Bernardo, no gano nada con esto, pierdo tiempo. Eso si, muy a gusto. Otro tema son los que si ganan con esto y cuentan una y otra vez lo mismo, lo que cuentan las fuentes sin pararse a pensar. Para eso, me las leo yo.
Insisto, y no sólo te agradezco la paciencia, maestro, sino la autoconfianza que me inspiras, recordándome continuamente que los pocos siempre son mejores que los muchos.
Si me distancio, aprecio que se están enfrentando dos teorías opuestas, el llamado negacionismo y el negacionismo al cuadrado, es decir el negacionismo del negacionismo. Lo defino así porque no tengo muy claro cual de las dos se formuló antes. No creo que la culpa la tenga el cardenal Cisneros, por más que se achuche el anticlericalismo. A mi entender la cuestión viene de hace poco, no más de doscientos años. La primera propuesta se basa en una argumentación coherente y la segunda en el monopolio de las pruebas, tanto materiales como documentales. Lo que se discute es justo lo que enuncia el título de este hilo.
Cuando alguien no entiende un chiste, por más que lo repita al pie de la letra, sin omitir puntos ni comas, no hace gracia, lo destripa, pero si lo ha entendido, aunque cambie los detalles, los nombres o las circunstancias, hace reír. No se si me explico.
La teoría negacionista propone que la invasión árabe se produjo como todas las invasiones conocidas hasta el momento. Un pequeño ejército, de veinte mil o treinta mil hombres, invadió un gran territorio y, para lograr el éxito, pactó con unas facciones que estaban enfrentadas a otras, tal como lo hicieran Escipión, Julio César, Hernán Cortés, Pizarro o el mismísimo Alejandro. Parece bastante lógica.
Según la teoría negacionista al cuadrado, sin embargo, no hubo tales alianzas. El pequeño ejército conquistó toda la Península Ibérica sin necesidad de aliados. Es más, seguidamente convirtió a todos los hispanos en musulmanes por la fuerza, y los que no, huyeron hacia el norte o fueron gravados con impuestos. Se trata de un caso inaudito, único en la Historia.
No nos confundamos. Los negacionistas al cuadrado acusan a los negacionistas de cosas como nacionalismo andaluz, como si ellos defendieran la verdadera esencia de la nación española, pero resulta que esa nación la fundamentan en la invasión anterior de los visigodos. En el caso de Sudamérica, hay cierto paralelismo con el negacionismo al cuadrado, en cuanto que tratan de restar importancia a la alianza de los invasores españoles con otras tribus indígenas, acusando a éstas en todo caso de traidoras, pero aun así, en comparación, se trata de un nacionalismo noble, porque defiende las raíces más profundas y propias. El negacionismo al cuadrado español, sin embargo, esconde una vileza. Por más que lo parezca, no trata de justificar la herencia puramente española, sino que reniega de la sangre negra, de los antepasados africanos. Es un nacionalismo servil a Europa. Acaso sea esa la invasión de la que todavía no nos hemos librado.