Queridos compañeros, esto ya empieza a saturar un poco, por cuanto, lo lamento mucho, tener que discutir y aportar información sobre hechos acaecidos para tratar de disminuir los complejos chovinistas de un forero ya es un poco aburrido, aunque son siempre bienvenidos los titánicos esfuerzos de nuestro compañero Goyix en tratar de demostrar la realidad de los hechos con montañas de datos.
En fin, al grano.
Vamos a dar un pequeño paso atrás en el momento culminante de este hilo, que es la Campaña de las Terceras, y nos vamos a fijar, un poquito nada más, no sea que saquemos conclusiones demasiado certeras, en un combate naval muy peculiar, de poquito renombre y casi nula significación en la historia del mundo mundial, vamos, que más que una batalla se trató de una reunión de amigos, de acuerdo con los criterios de cierto forero, claro...
7 de octubre, Nuestra Señora del Rosario, del año de Gracia de Nuestro Señor de 1571, a la entrada del golfo de Patrás, en Lepanto, se enfrentan las Armadas coaligadas, la Santa Liga -Génova, Venecia, Papa, España- contra la Armada Otomana; el resultado del combate, su desarrollo y sus consecuencias son de sobra conocidas, y hasta creo recordar haber visto por aquí algún buen post, así que no voy, o al menos no tengo intención de mencionar, cuestiones relativas a la batalla en sí, ni siquiera a la actuación del jefe de la Reserva, ese obscuro e incompetente señor, un tal Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
Bien, lo que interesa; casualmente días antes del enfrentamiento D. Juan de Austria ordena suprimir de las naves aliadas el elemento fundamental del combate de galeras: el espolón de proa, que de acuerdo con la táctica milenaria para tales naves, seguía siendo usado en los combates en el momento resolutivo, y aumentar el número de piezas en la proa de las galeras; no contento con esto, D. Juan situó en la vanguardia de cada uno de los 3 grupos de combate 2 galeazas venecianas del porte de 60 piezas de artillería, con el fin de causar el mayor daño posible a las galeras enemigas en la fase de aproximación.
Bien, para disparar "un solo tiro" me parece que se tomaron demasiadas molestias, tanto técnicas como de formación de las naves, y si tenemos que tomar en cuenta a cronistas y testigos de la batalla todas las naves aliadas dispararon varias veces con sus piezas durante la citada fase de aproximación, haciéndose normalmente hincapié en el tremendo efecto causado por las galeazas en las galeras turcas durante su aproximación a la flota cristiana; evidentemente que el tipo de naves y combate no se fundamentaba en un largo cañoneo, pero con eso y con todo, es muy de tener en cuenta la novedad táctica usada por los aliados y fundamentada en los cañones, el nutrido fuego de artillería, sobre todo de acuerdo con los postulados sostenidos por los mandos hispanos de la escuadra, D. Juan y el Marqués de Santa Cruz... coincidencia...
Con esta experiencia por delante, y más combates acumulados a sus espaldas, volvemos a ver al de Santa Cruz en un nuevo combate, en las Terceras.
Con 24 naves frente a 60, de las cuales unas 40 serían de tipo medio o grande, aunque ninguna comparable al
San Martín, capitana de Bazán, de 40 cañones, consigue una gran y resonante victoria frente a los "legitimistas" portugueses y sus aliados franceses; téngase en consideración que la parte portuguesa de la acción había "comprado" la intervención francesa mediante la cesión de Brasil en cuanto la rebelión contra Felipe II triunfase, ¡¡toma ya!! -nota: Felipe II, ya que estamos hablando de temas de España es Felipe II, por muy Felipe I que fuese de Portugal- hasta el punto que el Rey de Francia, que apoya la expedición, diplomáticamente reconoce que a todos los efectos los franceses que embarcasen en dicha expedición habrían de ser considerados piratas; a todo esto, el de Francia hace ese reconocimiento debido a que el espionaje español había detectado el movimiento "rebelde" tanto en las cortes de Londres como en la de París, en las que hacer la puñeta a España era fundamental, y de ahí el gran plantel de "personas principales" y otros elementos se embarcasen en la expedición de Strozzi, teniendo en cuenta que el premio final era Brasil (casi ná) y las posibilidades de utilizar las islas para interceptar las Flotas de Indias -las indias occidentales y las indias orientales, que tan importante era el Índico que las naves que de ese océano viniesen a Europa obligatoriamente tendrían que pasar en las proximidades de las Terceras y las Canarias que, fíjate tú, están en el Atlántico, oh sorpresa, a ver qué océano era el principal a la hora de determinar las rustas- como buenos filibusteros.
Bien, los resultados del combate y de la campaña son de sobra conocidos, y conste que la suerte favoreció a los filibusteros, puesto que la pequeña escuadra de 15 naves de Recalde sufrió retrasos por las inclemencias del tiempo.
Ahora bien, lo curioso del combate y la campaña son las extrañas maniobras desarrolladas por Bazán -inepto, incompetente y mediterráneo- y que le acaban por dar la victoria, no sabemos bien cómo, pero la consiguió... ¿cómo? pues vamos a verlo, que hasta ahora, no se ha entrado en profundidad.
Abrumado por la gran superioridad contraria, que por otra parte, también debían estar temerosos en cantidad, porque la prudentísima actitud que llevaron los franceses a pesar de su enorme superioridad es significativa, abrumado decía por la superioridad, Bazán divide su flota en 3 escuadras -lo tradicional, vanguardia, centro y retaguardia, como en el Mediterráneo, que desplegaban en derecha, centro e izquierda, igual, igual-
y en "hilera", atención al dato, señores, ¡¡EN FILA INDIA!!, todos los barcos uno detrás de otro, presentando el mismo flanco al enemigo, para no molestarse en fuegos y maniobras... no, no, tranquilos, no cunda el pánico, no es una línea de fila o de batalla, pero si hay que encontrar un antecedente, lo tenemos aquí, y si queremos seguir viendo antecedentes tendremos que remitirnos a la siguiente gran campaña, la de 1588, pero vamos, que es adelantarnos.
El caso es que Bazán forma sus naves en hilera (no voy a decir que forma sus naves en línea, o línea de fila o línea de batalla porque insisto que, hasta el siglo que viene, no es aplicable) y ahora es el momento de preguntarse para qué, porque si la táctica fundamental, que lo era para todos los contendientes, es el abordaje, la formación que adopta el de Santa Cruz no es la mejor, ni para atacar al enemigo ni para afrontar un ataque del enemigo, pues esa formación supone, a todas luces, prepararse para un duelo artillero o en su defecto rechazar al enemigo a cañonazos, como realmente se hizo en la mayor parte del combate.
El jefe de los Tercios embarcados sacó a su nave de formación, el
San Mateo, parece ser que para servir de cebo al enemigo, de manera que resistió los ataques de varios buques contrarios apoyado por la hilera de barcos hispanos, y resistió el ataque con órden de
pena de muerte para cualquier soldado que abordase cualquier barco enemigo sin haberse dado instrucción de hacerlo, para no debilitar la defensa, (no quiero imaginar cómo se las gastaba la infantería española por aquellas fechas si había que dar órdenes de ese tipo); mientras tanto, la hilera española
cañoneaba a distancia a sus oponentes, encabezados por la nave capitana,
San Martín, que lanzaba un considerable volumen de fuego armado como estaba con 40 grandes piezas de artillería; así pues, durante 2 días ambas escuadras se mantienen a distancia y se cañonean, siendo al segundo día de batalla cuando ocurren los hechos que acabo de mencionar, como el uso del
San Mateo como cebo, tras lo cual, sí se procede a abordar naves dañadas y desamparadas de acuerdo con la táctia al uso.
Y ahora analicemos un par de puntos de gran significación:
Formación en hilera
¿Para qué c*** forma Bazán sus naves en hilera? si como pretendía se trataba de disparar una única andanada y pasar al abordaje, desde luego esa formación era lo peor, y con diferencia, que podía hacer, pues se trata de una formación que básicamente es válida para defender la escuadra propia a cañonazos, que necesita mantenerse, la formación, so pena de sufrir pérdidas y que para atacar al abordaje requiere un cierto tiempo de maniobras y contramaniobras.
Evidentemante a la vista de cómo se desarrolló la parte fundamental del combate, Bazán prefirió efectuar un cañoneo previo de las naves adversarias y, para ello, desplegó sus naves en la formación idónea para hacerlo, de manera que se conseguía descargar sobre el enemigo el mayor volumen de fuego mientras se aseguraba la defensa de sus barcos en sucesión; aunque no es el caso, pero por su similitud, me remito a chorrocientos post que hay en este foro sobre las tácticas navales de los siglos XVII y XVIII hasta Trafalgar, que tampoco merece la pena extenderse aquí sobre esos puntos, pero ya que fundamentalmente se trata de la
línea de fila no está de mas echar una ojeada para entender los motivos que llevan a Bazán a adoptar una formación parecida, que por supuesto, ni es fruto de la casualidad ni de la "incompetencia" de este marino.
El asalto de los Tercios
Santa Cruz, pese a lo que pueda parecer, es un marino de formación más atlántica que mediterránea, colofón de siglos de intervención castellana en los mares del norte de Europa y en los conflictos habidos durante ese tiempo, tanto en el ámbito de la Cristiandad como del mundo árabe, y para ese tiempo, segunda mitad del XVI, la táctica base de los combates en el mar seguía siendo en asalto de tropas a las naves adversarias, como no mucho antes se había venido haciendo con las cocas, pero ahora, el cambio se introduce con las naves de mayor bordo, oceánicas y con la decisiva introducción de la artillería a bordo de los barcos, en consonancia con las tácticas en tierra; a ese respecto, el paso previo durante el siglo XVI y finales del XV había sido el desarrollo de la carraca, un tipo de nave con altísimas estructuras a proa y a popa, armadas con gran número de piezas de artillería de pequeño calibre y utilizadas más como fortalezas flotantes que como buques de combate, pero, en cualquier caso, la fase resolutiva del combate radicaba en el asalto de infantería, y eso para todas las potencias en conflicto en el momento, era la guinda del pastel; por lo tanto, tras el preceptivo cañoneo previo la culminación del combate, por parte de Bazán, sería lanzar sus tropas al abordaje.
Para comprender qué es una carraca una paginita con unos ejemplos aceptables y unas explicaciones claritas, para que alguno que yo me sé lo entienda bien:
http://candamo.iespana.es/naval/veleros/carraca.htm
Está muy clarito.
La diferencia fundamental en el aspecto naval radica en el uso de galeones, mucho mejor adaptados a las necesidades españolas que las naos y las carracas, puesto que a pesar de que los portugueses realizaban largas navegaciones, estas solían ser próximas a tierra, a diferencia de los navegantes españoles, que cruzaban los mares en largos periplos sin divisar tierra, maniobra para la cual los galeones, de estructuras más ligeras y mejor adaptados a la maniobra, resultaban mucho mejor adaptados.
Y ahora la guinda del pastel.
¿Por qué esa referencia al "disparo único"?
Aquí ya se mezclan las churras con las merinas, y salvando las distancias, a los españoles les pasó en el siglo XVI lo que a los japoneses durante la segunda guerra mundial: revolucionaron el arte de la guerra en el mar y, al final, acabaron siendo víctimas de su revolución, Japón al perder sus portaaviones y recurrir a los acorazados ya desfasados y España al imponer el uso del cañón en el mar y luego tener que recurrir a la infantería cuando no dispuso de ellos.
Esa afirmación se basa en que determinados buques de la flota que en 1588 partió a invadir Inglaterra estaban realmente mal artillados, dado que para disponer del número de naves requerido, armado y en estado de partir, Medina-Sidonia, hábil organizador, todo hay que decirlo, recurrió a todo lo que pudo, con lo que no pocas naves de su escuadra disponían de un artillado inadecuado, incapaz de sostener un prolongado duelo artillero por las dificultades que recargar dichas piezas, montadas sin las cureñas adecuadas para el uso naval y prácticamente fijas, suponía en tales condiciones.
Recordemos, además, que en tal empresa los ataques ingleses a las naves hispanas, los prolongados cañoneos y combates, no consiguieron mermar el potencial de la flota, hábilmente mantenida, todo hay que decirlo, en cerrada, formación por Medina-Sidonia, lo que le permitía rechazar los ataques ingleses y seguir su navegación, hasta el punto que las primeras presas inglesas se hicieron por cuenta de barcos dañados o averiados que no pudieron defenderse al quedar fuera de la férrea formación hispana; como siempre, cuando la propaganda falla, los ingleses, tan hábiles con la artillería, y bla, bla, bla, recurren al uso de brulotes, como en Gravelinas, que ya que habían logrado tan buenos éxitos con sus ataques, no veo yo muy bien para qué usan los brulotes... pero bueno, el caso es que su uso rompió la formación de la escuadra precisamente cuando estaba fondeada; el resto, es historia, no muy bien conocida y plagada de las narraciones inglesas y leyendas negras, que hasta el momento han distorsionado el verdadero análisis de lo ocurrido en aquella expedición.
En esta ocasión el tamaño de los barcos hispanos, barcos diseñados para grandes navegaciones y, por tanto, pesados, grandes y de lenta maniobra, que solían tener dificultades con los más ágiles navíos ingleses y holandeses; por otra parte, hay que tener en cuenta que el tamaño y potencial de este tipo de barcos vino muy, pero que muy bien, a Portugal a la hora de enfrentarse con los pequeños navíos alineados por las potencias árabes en la zona del mar Rojo - océano Índico, en la que sus contrarios desplegaban pequeños barcos y fundamentalmente usados como transportes de tropas para usos al abordaje, que fueron presa fácil primero para los portugueses y luego para los españoles.
Como nota anecdótica, los ingleses, siempre tan superiores ellos en el manejo de la artillería -según sus propagandistas- sorprendentemente se ven obligados a utilizar el uso de brulotes, como en la ocasión de Tolón en 1744 donde tan hábil fuego artillero no consiguió nada y hubo que recurrir al lanzamiento de una de estas naves infernales sobre la capitana española.
En cualquier caso, este es un ejemplo, las Terceras, de campaña entre naves y hombres europeos, lo que supone un enfrentamiento entre tecnologías y usos tácticos similares, pero frente a ello, se nos contesta hablando de las campañas e intervenciones en lejanos mares contra, no lo olvidemos, enemigos muy inferiores, tanto en concepción táctica como en naves de combate.
¿Por qué? pues porque las potencias navales, por llamarlas de alguna manera, utilizaban en el Índico y el mar Rojo unas naves muy similares a las que hoy en día se vienen utilizando, en las que la táctica al uso predominante era el abordaje y en el que las piezas de artillería embarcadas eran pocas y de muy pequeño calibre; evidentemente naves de tan poco porte poco tenían que hacer frente a las grandes carracas y naos que los portugueses desplegaban en sus escuadras o contra los galeones que luego desplegaron por la zona los españoles, lo que suponía para las potencias europeas contar con una innegable ventaja a la hora de afrontar combates contra los barcos de la zona, como luego pudieron comprobar, a su favor, holandeses, franceses, ingleses...
Se ha repetido hasta la saciedad la habilidad y poder de las naves portuguesas en sus enfrentamientos navales, pero, la verdad, es que de momento no se ha presentado aquí ningún combate "de igual a igual", lo mismo que no vale de ejemplo a la hora de comentar el potencial de los Tercios españoles los hechos acaecidos en la Conquista, por la simple razón y mero hecho de que los usos fuesen distintos, aunque cronológicamente, similares, y si bien, en tierra, no podemos relacionar la eficacia hispana con los sucesos de ultramar, al menos podemos nombrar una larga serie de ejemplos para comentar cualquier afirmación, desde las campañas del Gran Capitán en los inicios del XVI y finales del XV hasta, por lo menos, el combate de Pavía en 1525, como sustento a la afirmación de la renovación táctica acaecida en aquellos tiempos y en gran medida realizada desde España.
Ahora bien, las mismas afirmaciones en el terreno naval no pueden ser sustentadas en la misma manera, puesto que para España se trata, inicialmente, de un problema de aseguramiento de las líneas de comunicaciones, lo que deriva a un cambio tecnológico y al desarrollo de un tipo de buque adecuado, el galeón, a los intereses hispanos, y no es hasta los tiempos del primer marqués de Santa Cruz, posteriormente a 1530, en los que aparecen los primeros grandes enfrentamientos por mar; pero al efecto, se pueden establecer patrones comparativos en las distintas campañas navales, aunque fuesen a una menor escala, hasta la aparición de los primeros grandes combates navales enmarcados en el contexto de las primeras campañas militares en Flandes y los conflictos sucesivos, desde la perspectiva española, con Francia, Inglaterra, Otomanos, que suponen distintos tipos de táctica, estrategia y de efectivos, que incluyen grandes operaciones "anfibias" como la conquista de La Goleta y Jornada de Túnez, por ejemplo.
Comparar la batalla de Otumba con la batalla de Pavía es del todo inadmisible, por cuanto a pesar de estar presentes hombres en ambos casos de una misma potencia, con similar armamento en ambos momentos, la realidad es que son momentos y contenciosos distintos, a no ser que se quiera comparar las fuerzas francesas presentes en Pavía con las fuerzas aztecas y aliadas hispanas en Otumba, pero, sin embargo, esa comparación se nos hace una y otra vez, de forma recurrente, respecto a los usos navales, haciendo parecer las naves contrarias a Portugal en el Índico similares a sus homólogas europeas, lo cual hace llevar a pensar a que, igualmente, las fuerzas contrarias a Cortés en Otumba fuesen comparables a las francesas en Pavía.
Lamentablemente, desde un punto de vista analítico porque desde un punto de vista humano no lo es, faltan los patrones comparativos respecto a la eficacia en combate de los navíos y mandos portugueses contra otras contendientes de similar concepción, puesto que los únicos combates navales en el entorno europeo de cierta entidad acontecieron precisamente durante la época de las Terceras en el marco de la sucesión al Trono portugués por Felipe II (I de Portugal), y no fueron combates de gran entidad, aunque se saldaron con la victoria de las naves españolas comandadas por Álvaro de Bazán (ups), que actuaba de cobertura marítima del duque de Alba; recordemos que los combates no fueron de gran entidad entre otras cosas porque buena parte de la alta nobleza y sociedad portuguesas veían con muy buenos ojos las perspectivas que España ofrecía a Portugal, sobre todo habida cuenta del potencial bélico que aún mantenía España y que habría venido muy, pero que muy bien, en defensa del impertio portugués, como así ocurrió, así que la resistencia no fue realmente muy recia, y no por cobardía, si no por el legitimismo que representaba el Rey y los beneficios aparentes.
Faltan pues patrones comparativos, porque a la -desgraciadamente- larga sucesión de combates que podríamos citar por parte de la Armada o Armadas españolas en "igualdad" de condiciones la Armada de Portugal no tiene prácticamente nada que ofrecer, a no ser combates en lejanos mares con enemigos muy inferiores en concepción y equipamiento.
Respecto a Alcazarquivir y sus hechos, tener en consideración que es una muestra de un proyecto mal realizado, ejecutado y planteado, que guarda cierta similitud con lo que le ocurrió al tío de D. Sebastián, Felipe II, al realizar la campaña naval contra Inglaterra en 1588; en esta campaña, y viendo lo que se venía encima, hay que remarcar los desesperados esfuerzos del Rey para disuadir a su sobrino de llevar a cabo la desastrosa campaña que estaba a punto de realizar, incluso cuando la fuerza portuguesa recala en Cádiz, y significativo es el voluntario ofrecimiento del duque de Alba para comandar las tropas, consciente como era de la sombra de tragedia que revoloteaba sobre las armas portuguesas.
En próximas entregas: “El siglo de Oro: la construcción naval desde los Descubrimientos hasta Tinajero y Garrote” promete ser un buen articulillo si me sale bien.
Más queremos España, la Reina y yo honra sin barcos que barcos sin honra.