La odisea del SS St. Louis
Tras la Kristallnacht numerosos judíos Alemanes decidieron marcharse de Alemania, en un tiempo difícil, pues las políticas de emigración se habían vuelto más complicadas y los visados de entrada en países como EEUU eran casii mposibles de conseguir. Esto era debido a aque la mayoría de los países estaban pasando por serias dificultades económicas y los porcentajes de desempleo habían alcanzado niveles históricos en todo el mundo. Estados Unidos tenía cuotas reducidas, que rápidamente eran cubiertas debido a la convulsión europea de donde partían miles de emigrantes semanalmente. Esta situación creaba las condiciones propicias para que se formaran redes de corrupción, a las cuales se rendían los funcionarios diplomáticos de muchos países.
En estas circunstancias, el día 13 de mayo de 1939, el SS St. Louis, de la Hamburg-America Line (Hapag), zarpó de Hamburgo rumbo a Cuba. Los pasajeros del crucero eran 937 refugiados judíos. Los 400 pasajeros de primera clase tuvieron que pagar 800 Reichsmarks cada uno, mientras que los 500 de clase turista debieron desembolsar 600. A esto había que sumar 230 Reichsmarks por si el barco tenía que regresar por algun imprevisto.
Cabe decir que uno de sus pasajeros, Aaron Pozner, había sido recientemente liberado de Dachau, donde había sido deportado tras la Kristallnacht.
Decreto cubano No 55
A comienzos de 1939, el gobierno cubano dictó el Decreto No. 55, que ordenaba que se hiciera una distinción entre pasajeros turistas y refugiados. Los turistas, eran bienvenidos y no requerían visas, pero para los refugiados se les ordenaba pagar 500 dólares como garantía de que no serían una carga para el estado cubano.
Manuel Benítez
Basándose en ese decreto, el director de inmigración Manuel Benítez, decidió que para autorizar el desembarco, los pasajeros debían pagar cada uno los 500 dólares, o podrían obtener permiso como turistas por 150 dólares. Algunas personas compraron esos permisos y los revendieron a refugiados desesperados, obteniendo algunas ganancias, mientras que los "refugiados-turistas" pensaban que después verían como arreglárselas para viajar a EEUU. Lo mismo hacían las líneas navieras que vendían un paquete donde se incluía el permiso para desembarcar.
Trampolín a Miami
Como consecuencia de la situación, para entrar a otro país no sólo se necesitaban visas sino dinero. Los 937 pasajeros judíos del SS St. Louis, habían obtenido sus visas y pagado los extras necesarios para obtenerlas. Las visas temporales y los permisos les permitirían desembarcar en la Habana, lo que era un gran paso, pues al menos ya estaban en América. El acuerdo era que podrían permanecer en Cuba mientras gestionaban su ingreso a EEUU, cubierto mediante cuotas.
El 13 de Mayo de 1939, el St. Louis, anclado en el muelle de embarque No. 76, estaba listo para zarpar, nadie sabía que el buque era de los últimos trasatlánticos que dejarían puertos alemanes, antes de que comenzara la guerra. El capitán Gustav Schroeder, dio instrucciones precisas para que los 231 tripulantes trataran a los pasajeros, como era costumbre en los cruceros de turismo de la Línea Hapag, es decir sin ningún tipo de discriminación.
capitán Gustav Schroeder
Operación Sonnenschein
La mayoría de los tripulantes cumplieron las órdenes al pie de la letra, excepto por algunas excepciones a quienes les disgustaba tener que atender a pasajeros judíos. Entre los tripulantes se encontraba el 'Ortsgruppenleiter' Otto Schiendick, correo de la Abwehr, que debía recoger documentos secretos relacionados con las fuerzas militares de EEUU, que serían entregados por Robert Hoffman, funcionario de la Embajada de Alemania, en la Habana. La operación fue denominada Sonnenschein o Rayo de Sol.
Leven anclas
El buque finalmente zarpó a las 8 de la noche de ese día sábado 13 de noviembre de 1939. Media hora después, el capitán Schroeder recibía un mensaje de Claus-Gottfried Holthusen, superintendente de Hapag, donde le decía que debía navegar a toda velocidad pues otros dos buques, el Flandre y el Orduna, llevando refugiados judíos también se dirigían a Cuba. Aunque el mensaje no añadía más, el sentido de la urgencia era innegable.
Dos fallecidos
La travesía ocurrió sin mayores novedades, excepto por el fallecimiento de un pasajero debido a causas naturales, el cual debió ser sepultado en el mar. Hubo también la caída de un tripulante al mar, que causó varias horas de retraso debido a la búsqueda infructuosa que ordenó el capitán.
Decreto cubano No 937
El día 23 de mayo, el capitán Schroeder recibió un telegrama de Hapag, en la Habana, donde le informaban que el gobierno cubano había emitido el Decreto No. 937, mediante el cual declaraba inválidas las visas y los permisos vendidos ilegalmente y rehusaba dejar que los pasajeros del SS St. Louis desembarcaran.
Pasajeros reciben las malas noticias
Eventualmente, el buque arribó a puerto a las 3 de la mañana, donde fue detenido exhortándolo a dejar las aguas cubanas. Luis Clasing, representante de Hapag en la Habana había comunicado horas antes, que el buque debía fondear en la rada pues el propio Presidente de Cuba, Federico Laredo Bru, había ordenado que no se le permitiera acoderar en el muelle de Hapag. A las cuatro de la mañana los pasajeros fueron despertados y recibieron la noticia. La policía de inmigración cubana abordó el buque y luego de hablar con el capitán desembarcaron sin dar mayores explicaciones. Se iniciaron negociaciones con el objeto de lograr algún tipo de arreglo que permitiera desembarcar a los pasajeros, pero todo fue inútil. Se hicieron intentos para gestionar permiso con la Embajada de EEUU, pero parecía que tampoco era posible.
En peligro la Operación Sonnenschein
Benítez pedía 250 000 dólares a Hapag, para obtener la autorización del gobierno, pero Hapag no estaba dispuesta a pagar esa cantidad. Mientras tanto, Hoffman necesitaba bajar a tierra para ponerse en contacto con su embajada y recoger los documentos secretos. Otra posibilidad era que Schiendick pudiera bordar el buque.
Comité de Alivio Judío
Milton Goldsmith era director del Comité de Alivio Judío en Cuba que era financiado por el Comité de Distribución Conjunta de Judíos de EEUU. Goldsmith le pidió al comité americano que le enviara fondos adicionales para ayudar a los refugiados, pero se negaron. Con ayuda de la comunidad judía se iniciaron colectas, pero necesitaban además ayuda legal y los expertos sólo podían llegar en menos de cuatro días.
Se completa la Operación Sonnenschein
Clasing había subido a bordo de la nave como representante de Hapag, gestionando la subida de 250 pasajeros que deseaban viajar a Alemania. En una oportunidad le cedió el puesto a Hoffman. Como no podían subir equipajes ni ningún tipo de carga, tomó los documentos y cuidadosamente escondidos en revistas los llevó al muelle de embarque. Hoffman a nombre de la Abwehr le ordenó que permitiese a la tripulación que bajara a tierra. Una vez gestionados los permisos, comenzaron a bajar los tripulantes, entre ellos Schiendick, quien se dirigió al lugar donde estaban las revistas y las subió a bordo.
EEUU niega la entrada a los judíos
Todas las gestiones fracasaron, incluso aquella que autorizaría desembarcar a 250 refugiados a cambio de 250 pasajeros que querían viajar a Alemania. La situación de los pasajeros se comenzó a tornar dramática. Ante el ultimátum del gobierno cubano Schroeder decidió abandonar el puerto. El buque puso proa a la costa este de EEUU, mientras se intentaba llegar a un arreglo con las autoridades americanas, pero el gobierno prohibió que el St. Louis entrara a cualquier puerto americano. Después de 12 días en el Caribe, incluso con la posibilidad de desembarcar a los pasajeros en la Isla de la Juventud, pero que no se llegó a concretar, el capitán decidió regresar a Europa, en vista que los suministros comenzaban a agotarse.
Gobiernos europeos conceden asilo
Después de cuatro días de travesía, el 13 de junio, el gobierno belga aceptó recibir 200 pasajeros. Durante los tres días siguientes, los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos, acordaron dar asilo temporal, hasta que se les encontrara algún país que quisiera aceptarlos. El buque acoderó en un muelle del puerto de Antwerp y los pasajeros fueron enviados a sus diferentes destinos.
El triste final
De todos los pasajeros, los que mejor final tuvieron fueron los que fueron recibidos en Gran Bretaña, porque los demás, al ser ocupados los países donde fueron aceptados, finalmente fueron arrestados por los nazis y enviados a campos de concentración.
A veces, uno se asombra de que el genero humano sea capaz de según que acciones.
http://exordio.com/1939-1945/civilis/vd ... louis.html
http://www.jewishvirtuallibrary.org/jso ... louis.html