Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

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Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

¿DONDE ESTABA SUCRO?

Los itinerarios romanos eran algo parecido a guías de viaje en las que aparecían las diferentes poblaciones y mansiones (posadas) que podía encontrar un viajero al recorrer una determinada vía, así como la distancia en millas romanas que separaba cada uno de esos puntos. En varios de los itinerarios que han llegado hasta nuestros días (el Itinerario Antonino, los Vasos de Vicarello y el Ravennate) en la parte correspondiente a la Vía Augusta (que iba desde los Pirineos hasta Gades) se menciona Sucrone como una etapa al sur de Valentia (Valencia), a 20 millas de esta localidad. No es difícil suponer que esa Sucrone es la misma Sucro que aparece mencionada en varias fuentes antiguas, una localidad situada junto al río del mismo nombre (Sucro, el Xúquer o Júcar). Un vado (tal vez un puente) permitiría que la Vía Augusta cruzara el río en ese punto.

Sobre la situación de la antigua Sucro se han escrito ríos de tinta y se han desatado rivalidades locales (tan españolas) sobre a que población moderna corresponde el honor de “haber sido” Sucro. Cullera en la costa es una de las opciones, pero no parece que la desembocadura, donde el río es más ancho, sea el mejor punto para cruzarlo. Además los itinerarios mencionan un Portum Sucronem que cuadraría más con esa localidad. Una segunda candidata es Alzira, localidad situada en una isla fluvial y que durante la Edad Media fue el punto por el que se solía cruzar el Júcar. Pero la arqueología es testaruda y en “la isla” (eso es lo que significa al-yazira en árabe) no aparecen niveles arqueológicos romanos.

Últimamente suena con fuerza el nombre de Albalat de la Ribera (al-balat significa “camino empedrado”, lo que resulta bastante significativo), un pueblo situado en un pequeño altozano y rodeado por un meandro del Júcar. Los restos romanos son abundantes en su término (especialmente en la partida del Alteret de la Vintihuitena) y, sorprendentemente, ha aparecido gran cantidad de material fenicio del siglo VII a.C. Probablemente se asentó allí una factoría fenicia que serviría como base para penetración comercial por vía fluvial.

EL MOTIN

Independientemente de su situación exacta Sucro, guardando el paso del río, tenía una indudable importancia estratégica para cualquier ejército que operase en el litoral levantino. Sucro era la llave que permitía comunicar los Pirineos con el sur de la península. La 2ª Guerra Púnica se encargará de revelar esa realidad estratégica y los romanos (que no eran tontos) en cuando pudieron establecieron un campamento en Sucro que les asegurase la comunicación entre su base original al norte del Ebro, y el corazón de las posesiones cartaginesas en Hispania: Cartago Nova y el valle del Guadalquivir.

En el año 206 a.C. las cosas iban realmente mal para las armas púnicas en Hispania: tras la batalla de llipa Escipión controlaba casi por completo todo el sur de la península y los cartagineses se habían visto forzados a replegarse hacia Gades. Con el fin de la temporada bélica las operaciones militares se ralentizan y las tropas se retiran a sus cuarteles de invierno. En Cartago Nova Escipión cae enfermo y L. Marcio asume interinamente el mando del ejército romano. La noticia de la enfermedad de Escipión se extiende rápidamente y pronto comienzan a circular rumores sobre su muerte. Fueron muchos los que pensaron que la muerte del carismático general provocaría una grave crisis en el seno del ejército romano destacado en Hispania, y aquellos que habían comprendido que la guerra tan solo había significado un cambio de amo no iban a desaprovechar era oportunidad: los caudillos Indíbil y Mandonio sublevaron a los lacetanos y contrataron mercenarios celtíberos lanzándose a saquear las tierras de los aliados romanos al norte del Ebro.

Pero no solo entre los hispanos había descontentos. En el campamento situado en las inmediaciones de Sucro la situación estaba bastante tensa. En dicho campamento Escipión había dejado una guarnición de 8.000 hombres con la misión de vigilar la retaguardia mientras el resto del ejército, operando desde Cartago Nova, culminaba la conquista del valle del Guadalquivir. Los hombres permanecían ociosos y la disciplina se había relajado. Al no participar en los combates de ese año los legionarios de Sucro no habían logrado ningún tipo de botín y además se les adeudaba varias soldadas. Algunos de ellos habían llegado a Hispania con el padre y el tío de Escipión hacía ya doce años y deseaban volver a Italia, no viendo razón para no hacerlo ya que los cartagineses habían sido derrotados y la guerra en Hispania llegaba a su fin.

Las noticias sobre la supuesta muerte de Escipión precipitaron los acontecimientos: los soldados de Sucro expulsaron a sus tribunos y eligieron como nuevos líderes a dos de sus compañeros, unos tales Cayo Albio Caleno y Cayo Atrio Umbro, que no dudaron en instalarse en el pretorio y hacerse acompañar por lictores revistiéndose de un imperium que no les correspondía. Al parecer intentaban lograr dinero de los aliados o saqueando las ciudades próximas, y entraron en contacto con Indíbil y Mandonio.

Pero los rumores sobre la muerte de Escipión no se confirmaba con noticias fidedignas y los amotinados comenzaron a pensar que tal vez se habían precipitado. Finalmente lo que llegaron fueron noticias de que Escipión estaba vivo y coleando, y poco después llegaron a Sucro siete tribunos enviado por el general para ver cual estaba la situación. Los tribunos escucharon las razones expuestas por los amotinados (que ya estaban empezando a arrepentirse) y les expresaron su comprensión, agregando que, visto que no había habido muertes, todo podía todavía arreglarse por las buenas. Se llegó al acuerdo de que los amotinados se dirigirían en buen orden a Cartago Nova, donde les serían liquidadas las pagas atrasadas para, a continuación, marchar hacia el norte junto con el resto del ejército para enfrentarse a los lacetanos.

Así se hizo, y cuando los hombres de Sucro llegaron ante las murallas de Cartago Nova se encontraron con que las otras unidades romanas estaban ya preparadas para la marcha. Se les informó que a la mañana siguiente, mientras el resto del ejército partía hacia el norte, ellos deberían acudir a una asamblea donde se les entregaría su dinero y Escipión les dirigiría unas palabras antes de partir.

Los amotinados se dirigieron hacia el centro de la ciudad despreocupados y alegres por haber salido bien parados. Ninguno se dio cuenta de que detrás de ellos las puertas de la ciudad eran rápidamente ocupadas por los legionarios que habían fingido marchar hacia el norte. Ninguno se dio cuenta tampoco de que faltaban algunos de sus compañeros, justamente los que más se habían distinguido durante el motín, y que la noche anterior habían sido invitados por los tribunos que habían negociado con ellos en Sucro.

Llegados a la asamblea se encontraron con Escipión sobre la tribuna, con poco aspecto de enfermo y semblante severo (muy cabreado, vaya). En seguida se vieron rodeados por soldados armados que llegaban desde las puertas. El discurso de Escipión (probablemente muy adornado por Tito Livio) es genial: está estudiado para que el “acojonamiento” de los amotinados fuera en progresivo aumento. No voy a copiarlo todo pero ahí va un fragmento:

“Ni siquiera sé con qué nombre llamaros: ¿ciudadanos, los que os separasteis de vuestra patria?, ¿acaso soldados, quienes rechazasteis la autoridad militar y los auspicios y rompisteis los vínculos sagrados?, ¿enemigos? Reconozco los cuerpos, ropas y el aspecto de los conciudadanos, veo los comportamientos, las palabras, los proyectos y el talante de los enemigos”.

El momento cumbre del discurso es cuando Escipión recuerda el destino de la legión que, amotinada por el tribuno Décimo Vibelio, controló Reggio durante diez años: 4.000 hombres, la legión al completo, fueron ajusticiados en el foro de Roma.

Ante esa perspectiva a los hombres les debió parecer un mal menor cuando los lictores arrastraron hasta la tribuna a los 35 cabecillas del motín de Sucro mientras los legionarios que rodeaban la asamblea golpeaban sus espadas contra sus escudos. Los prisioneros fueron atados a postes y azotados, siendo decapitados a continuación, demostrando así que las fasces y secures de los lictores eran algo más que meras insignias. A continuación los hombres fueron llamados uno a uno, obligándoseles a jurar fidelidad a Publio Escipión (buen detalle, fidelidad al general, no a Roma). A medida que cada uno recitaba su juramento le iba siendo pagado el sueldo que se le adeudaba.

Y así se dio por finalizado el motín originado en Sucro. No creo que a ninguno de esos hombres se le volviera a pasar jamás por la cabeza la idea de amotinarse otra vez.

Continuará…


Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Werewolf »

Saludos¡¡¡

Asi hicieron las Legiones romanas lo que hicieron,es el mejor momento de su historia,con orden y disciplina.Aquellos si que eran buenos tiempos.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Japa »

¿No fue César el que disolvió un motín con un apelativo? Creo que fue algo así: los amotinados exigían la licencia, y César acudió al campamento, subió la tribuna y les saludó como civiles a lo que ellos protestaron, diciendo que eran soldados, y él dijo que los oldados no recibían a sus generales con amenazas, ni golpeaban a sus centuriones, ni dejaban los campamentos sin guardia. En unos minutos les tenía suplicando perdón y comiendo de su mano.

Y un momento inolvidable de Yo Claudio, cuando Tiberio habla con su hermano Druso en el gimnasio (uno de los escasos instantes de felicidad que vive en la serie) y le pregunta por sus legiones, y quiere saber si le echan de menos. Druso le dice, te recuerdan, Tiberio, dicen de ti que conTiberio al frente los ejercicios eran como batallas sin sangre, y las batallas ejercicios con muertos.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

Un par de mapas.

El primero es bastante malo pero ayuda a comprender la importancia estratégica de Sucro: el que dominase ese punto partía en dos el dominio romano en la península rompiendo la comunicación vía terrestre entre la Ulterior y la Citerior.

El segundo es de Google maps y muestra la Ribera Baja del Júcar con las posibles ubicaciones de la antigua Sucro.

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Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

EL TRIBUNO

No tenemos certeza de si, tras el final de la Guerra Anibálica, el campamento romano de Sucro fue abandonado o no. Es lógico suponer que en un punto de tanta importancia estratégica (cuya posesión por una fuerza hostil permitiría partir en dos el dominio romano en Hispania) se mantendría siempre una guarnición. Esto sería así incluso tras la fundación en el año 138 a.C. de una colonia de veteranos itálicos un poco más al norte, sobre el río Tyrius (Turia). La nueva colonia denominada Valentia se convertiría en el principal centro romanizador de la región, pero hay un dato que, de manera indirecta, nos permite suponer que en Sucro se mantuvo una guarnición romana hasta al menos finales del siglo II a.C.

En Roma en el año 90 a.C. es elegido como tribuno de la plebe un tal Quinto Vario Severo Hybrida Sucronensis. El apelativo de Hybrida denota que si bien su padre era ciudadano romano su madre no lo era. El apelativo de Sucronensis indica que nació en Sucro o Sucrone. Podemos imaginarnos que el pequeño Hybrida fue el fruto de la relación amorosa de un militar romano destinado en Sucro y una mujer hispana. Probablemente la pareja mantuviera una relación de concubinato ya que solo tras la lex Minicia del año 91 a.C. se exige que, para que el hijo de una pareja mixta tenga derecho a la ciudadanía, la madre deba haber adquirido el conubium.

Sea como sea el padre del futuro tribuno reconoció el fruto de su “aventura hispana” y le traspasó su nombre y su fortuna, que no debería ser poca porque para acceder a una magistratura como el tribunado era necesario contar con mucho dinero y muchas influencias en Roma. Cicerón dice de Quinto Vario que era un orador hábil e ingenioso, pero su origen extra itálico lastró en todo momento su carrera política y sus enemigos siempre le acusaron de no ser un auténtico romano (Valerio Máximo: “llamado Hybrida por lo incierto de su derecho a la ciudadanía”). Cuando acusó ante el senado al venerable M. Emilio Escauro de haber aceptado sobornos de Mitrídates, el discurso de defensa del viejo senador fue breve y contundente: “Q. Vario Sucronensis (y aquí lo de Sucronensis debió decirse con retintín) dice que Emilio Escauro ha traicionado a la República y al Pueblo de Roma; Emilio Escauro lo niega; ¿a quién vais a creer?”. Escauro fue absuelto en medio de los vítores de la asamblea.

Algún tipo de trauma debió crearle todo eso porque durante su año de mandato se empeñó, con celo de converso, en demostrar que era más romano que nadie. Su mayor obra política es la ley que lleva su nombre: Lex Varia de maiestate. Esta ley permitía acusar de traición a cualquiera que intentase obtener la ciudadanía para un aliado. Como consecuencia de esa ley se creó una comisión para perseguir y enjuiciar a los sospechosos. Estas medidas contribuían a echar más leña al fuego del descontento de los aliados itálicos que veían de ese modo cerradas las posibilidades pacíficas de alcanzar la igualdad legal con los romanos. La única salida que les quedaba era lograr la igualdad por la fuerza de las armas: la Guerra Social (la Guerra de los Aliados) era inevitable.

Por una especie de justicia poética (o retorcida venganza política) Vario Sucronensis fue condenado al exilio al encontrársele culpable de los delitos contemplados por la ley que el mismo sacó adelante.

La famosa escritora Colleen McCullough hace un retrato bastante negativo del personaje en su excelente novela “La corona de hierba”.

Continuará...
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Siempre me han gustado estas historias de la antiguedad, tan tremendamente aleccionadoras y tan reveladoras de la realidad de la naturaleza humana. Y de cómo se comportan, y qué nos enseñan, aquellos que fueron "un poco más" que los demás... Aunque luego un esclavo les recordara que sólo eran hombres.

SAludos
¡¡A España, servir hasta morir!!

Los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar que de hacer la guerra -- Homero.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

Quinto Sertorio, la próxima entrega te interesará a tí especialmente ,-) .
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

LA BATALLA DE SUCRO: PRELIMINARES

Sucro, sobre la vía Heraclea (que más tarde recibiría el nombre de vía Augusta) todavía tendría ocasión de ser escenario de una importante acción bélica. El contexto son las guerras sertorianas, el apéndice hispano de las guerras civiles romanas que enfrentaron a “populares” y “optimates”.

En el año 75 a.C. Quinto Sertorio, general de las fuerzas populares en Hispania, se enfrentaba a una grave situación. Durante años había podido mantenerse imbatido frente al veterano procónsul Quinto Cecilo Metelo. Este general se había visto obligado a afrontar la guerra de guerrillas planteada por Sertorio y sus lusitanos. La imposibilidad de forzarles a aceptar batalla en campo abierto había obligado a Metelo a diseñar una guerra de desgaste basada en la construcción de centros fortificados en la ruta de acceso al santuario lusitano de Sertorio: Castra Cecília (Cáceres), Metelinum (Medellín). Pero desde Roma no se compartía esta estrategia a largo plazo y se estimaba que el viejo Metelo era incapaz de finalizar la guerra. El procónsul permanecía brazo sobre brazo en sus bases del valle del Betis mientras Sertorio era dueño del resto de Hispania. Por ello el senado decidió enviar a Hispania a otro general de características opuestas a las de Metelo: Cneo Pompeyo, que, pese a su temprana edad ya se denominaba Magno. El Senado envió a Pompeyo a Hispania investido con imperium proconsular (pese a que no había sido cónsul… de hecho por edad ni siquiera podía ser pretor) y con un nuevo ejército. Pompeyo pasó a Hispania cruzando los Pirineos y, gracias a su fama, logró que las ciudades y tribus del norte del Iber (Ebro) se pasaran a su bando abandonando a Sertorio. Sin embargo su intento de avanzar más hacia el sur fue frenado en la humillante derrota que le infringió Sertorio en Lauro (¿Lliria?), cerca de Sagunto, donde el joven Pompeyo tuvo que soportar que una de sus legiones fuera masacrada ante sus narices y Sertorio tomase la ciudad aliada sin poder hacer nada para impedirlo.

Ante la nueva situación todos los esfuerzos de Sertorio se centraron en impedir que las fuerzas de Metelo y Pompeyo pudieran unirse. Dado que las tribus hispanas del interior estaban firmemente del lado de Sertorio para las fuerzas senatoriales el único camino que les permitiría el enlace era la ruta costera: la vía Heraclea. Será a lo largo de esa vía donde se producirán las grandes batallas del año 75.

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Los planes de Sertorio empezaron a venirse abajo cuando Metelo, por fin, logró forzar al ejército sertoriano del sur a combatir en campo abierto. En Itálica el viejo Metelo infringió una gran derrota al general sertoriano Hertuleyo y a continuación marchó hacia los llanos valencianos con la intención de enlazar con Pompeyo. Sertorio con parte de sus tropas se dispuso a esperar a Metelo a la altura de Saetabi (Xàtiva – Játiva), mientras que otro de sus ejércitos, comandado por sus legados Peperna y Herenio, debía frenar a Pompeyo en la línea del río Tirius (Turia), bajo las murallas de Valentia. Pero Pompeyo derrotó a los generales sertorianos muriendo Herenio en la batalla y obligando a retirarse a Peperna hacia el sur con los supervivientes. La victoria de Pompeyo tuvo como consecuencia inmediata la toma y destrucción de Valentia, colonia que había apoyado a los sertorianos. La arqueología ha sacado a la luz evidencias directas de la toma de esa ciudad: en excavaciones en el centro urbano ha aparecido un nivel de incendio en el que se han encontrado esqueletos de legionarios sometidos a atroces suplicios (empalados o con los miembros cortados).

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Cuando llegaron a Sertorio noticias de esta derrota calculó sus tiempos y pensó que todavía sería posible derrotar a Pompeyo antes de que llegase Metelo. Se encaminó a marchas forzadas hacia el norte y, uniéndose a Peperna, formó una nueva línea de defensa junto a Sucro. Según los autores clásicos Pompeyo podría haberse limitado a esperar la llegada de su colega, pero eso iba contra el carácter impetuoso del joven general que, envalentonado por su victoria anterior, estaba impaciente por derrotar a Sertorio sin tener que compartir la gloria con Metelo. La batalla de Sucro iba a comenzar.

Continuará…
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Satur »

Cuanto más se mete uno en la historia y en la Historia, más apasionante se vuelve todo. :P
Cuando el líder eficaz ha dado por terminado su trabajo,
la gente dice que todo ocurrió de un modo natural.
LAO TSE.

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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

LA BATALLA DE SUCRO: EL DESENLACE

Pompeyo contaba con unas fuerzas de 20.000 hombres (en Lauro había perdido 10.000 hombres que constituían un tercio de su ejército). Todos o la mayor parte de esos hombres debían ser legionarios itálicos a los que habría que añadir unos 400 jinetes (había perdido mucha caballería en Lauro).

Las fuerzas con que contaba Sertorio en la batalla de Sucro sumaban, según Plutarco 150.000 hombres. Obviamente se trata de una exageración. Los autores modernos consideran que su ejército (que incluía los supervivientes de la batalla del Tirius) sería algo mayor que el de Pompeyo, pero no mucho más (difícilmente hubiera Pompeyo aceptado combatir con un enemigo netamente superior). No se conoce la composición del ejército de Sertorio en Sucro, pero sin duda incluiría legionarios “romanos” (empezó la guerra con 2.600 a los que se sumaron 20.000 supervivientes del ejército popular de Marco Emilio Lépido traídos a Hispania por Marco Peperna Vento), así como aliados hispanos (lusitanos y celtíberos) de los que, al menos una parte, serían scutati entrenados para combatir “a la romana”. A esto habría que sumar los supervivientes de los 700 jinetes mauritanos (“libios”) con que Sertorio comenzó la guerra.

Ya que los enemigos desconocían la comarca Sertorio decidió presentar batalla al atardecer, contando con que la oscuridad de la noche les entorpecería en su huida si Sertorio vencía, o en la persecución si el general popular era derrotado. Sertorio se puso al mando del ala derecha del ejército, dejando la izquierda a Perperna. Frente a Sertorio se desplegaba el ala izquierda senatorial mandada por Lucio Afranio, mientras que Pompeyo Magno ocupaba el ala derecha frente a Perperna.

Comenzado el combate el ala mandada por Sertorio se mantenía sin excesivos problemas, pero el ala izquierda de Peperna empezaba a ceder terreno frente al empuje de Pompeyo. Percatado de la situación Sertorio dejó el mando de su ala a otros legados y corrió hacia el sector que empezaba a ceder. Con su presencia logró contener la desbandada y devolvió el ánimo a sus hombres (que parece que no combatían demasiado a gusto bajo el mando de Peperna) de tal modo que pronto cambiaron las tornas y fueron las tropas de Pompeyo las que empezaron a ceder terreno y finalmente se desbandaron. Pompeyo, descabalgado y herido, logró escapar solo gracias a que los jinetes africanos que le perseguían se entretuvieron robando los arreos de oro de su caballo.

Pero en el otro sector de la batalla Afranio había logrado la victoria y persiguió a los sertorianos hasta su campamento que logró tomar. Pero no pudo mantener la disciplina de sus tropas que comenzaron a saquear el campamento enemigo. Cuando al anochecer Sertorio regresó se encontró a los hombres de Afranio dispersos y en desorden dando muerte a algunos de ellos. Pero la oscuridad impuso el final de la batalla y ambos ejércitos se retiraron para lamer sus heridas habiendo cada uno de ellos vencido en un ala y siendo derrotado en la otra.

A la mañana siguiente ambos ejércitos estaban de nuevo formados para la batalla cuando por fin llegó Metelo al frente de su contingente. Sertorio comprendió que no podía enfrentarse a ambos enemigos al mismo tiempo por lo que se retiró a su campamento para, más tarde, escabullirse y buscar refugio en el interior de la península que todavía le era fiel. Al parecer Sertorio, refieriéndose despectivamente a Metelo y Pompeyo, dijo: “Si la vieja no hubiera aparecido, hubiera corrido al chico a latigazos hasta la misma Roma”.

Pese a las palabras de Sertorio está claro que el general rebelde no podía estar contento con el desenlace de la batalla. Si bien desde el punto de vista táctico la batalla de Sucro puede considerarse un empate, desde el punto de vista estratégico fue un desastre para él. Los dos generales senatoriales lograron unir sus fuerzas y Sertorio perdió (para siempre) el control del litoral mediterráneo. Su base naval en Dianium (Denia) quedaba aislada (y probablemente caería enseguida) con lo que cualquier tipo de ayuda que hubiera podido llegar de los piratas cilicios o de Mitrídates quedaba descartada. Pero sin duda lo que más pesaba a Sertorio eran las terribles pérdidas que le habían ocasionado las batallas del año 75: unos 20.000 muertos en Itálica, 10.000 en la batalla del Turius, y otros tantos en Sucro. Incluso aceptando que esas cifras están probablemente infladas, Sertorio debió tenerlo muy difícil para reconstruir su ejército. Los legionarios itálicos muertos eran imposibles de reponer, y se necesitaría tiempo para poder adiestrar “a la romana” a más hispanos. Aun pudo Sertorio presentar batalla en campo abierto una vez más (en Segontia, Segobriga o Saguntum, las fuentes no son claras) donde volvió a tener pérdidas importantes (8.000). Sus enemigos en cambio recibieron importantes refuerzos desde Italia que les permitieron recobrarse (tanto es así que un senador llegó a decir: “El peligro no es ya que Sertorio marche sobre Roma desde Hispania, sino que Pompeyo marche sobre Roma desde Hispania”). Sertorio se vio obligado a volver a la guerra de guerrillas, pero su estrella ya había empezado a declinar. La batalla de Sucro marcaba el punto de inflexión.

Continuará…
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por APV »

Durante años había podido mantenerse imbatido frente al veterano procónsul Quinto Cecilo Metelo.
Quinto Celio Metelo Pío colega en el consulado con Sila en el 80 a.C. y Pontifex Maximus era una de las cabezas de la nobilitas senatorial dentro de los Sullani.
El Senado envió a Pompeyo a Hispania investido con imperium proconsular (pese a que no había sido cónsul… de hecho por edad ni siquiera podía ser pretor) y con un nuevo ejército.
Había que alejarlo de Italia de inmediato pues acababa de derrotar al consul M. Emilio Lépido (antiguo cinnanus moderado que se había pasado a los Sullani), y dejar a Pompeyo en Italia con un ejército era ver entrar en Roma a un nuevo Sila.
Así lo enviaron a Hispania con la pirueta legal de no ir con rango de pro consul sino de proconsulibus (en lugar de ambos consules).
que parece que no combatían demasiado a gusto bajo el mando de Peperna
No me extraña era un incompetente.
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

APV escribió:Quinto Celio Metelo Pío colega en el consulado con Sila en el 80 a.C. y Pontifex Maximus era una de las cabezas de la nobilitas senatorial dentro de los Sullani
El nombramiento de Metelo como Pontifex Maximus parece que respondía al particular sentido del humor de Sila. Los rituales religiosos debían llevarse a cabo de manera impecable. Si se cometía cualquier tipo de error se consideraba que no eran válidos y debían repetirse desde el principio. Quinto Cecilio Metelo era tartamudo, por lo que sin duda debió ser un alivio para él cuando lo mandaron como procónsul a la Ulterior.
APV escribió:
que parece que no combatían demasiado a gusto bajo el mando de Peperna
No me extraña era un incompetente.
Peperna estuvo detrás de la mayoría de las derrotas sertorianas. O era un militar pésimo, o actuaba de mala fe. Lo cierto es que cuando Peperna llegó a Hispania tenía intención de hacer la guerra por su cuenta y fueron sus propios hombres los que le obligaron a unirse a Sertorio. Al parecer llevaba mal ser un mero legado de alguien a quien consideraría poco más que como un “jefe de bandoleros” (Peperna pertenecía a una vieja familia senatorial). Sertorio no quiso o no supo ver esto y siempre le confió mandos importantes (además tras la muerte de Hertuleyo y Herenio era el único general que le quedaba). Todos sabemos cómo acabó la cosa.

El otro “actor secundario” presente en Sucro tiene una bibliografía apasionante. Lucio Afranio, cónsul en el año 60 a.C., era cliente de Cneo Pompeyo (ambos eran naturales del Piceno) y fue toda su vida un fiel legado suyo. Como ya hemos visto combatió en las guerras sertorianas. Luchó en oriente contra Mitrídates y su aliado Tigranes de Armenia. Dejado a cargo de la defensa de ese reino rechazó una invasión de los partos, persiguiéndoles hasta expulsarlos. Más tarde vencería también a los árabes. Cuando estalló la guerra civil entre César y Pompeyo Afranio era procónsul de la Hispania Citerior. Fue derrotado por el genio de César en la batalla de Ilerda. Julio César le perdonó la vida y le dejó en libertad bajo palabra de no unirse a Pompeyo. La fidelidad de Afranio hacia su general pudo más, y reuniendo a los que todavía le eran fieles partió hacia oriente para unirse a los pompeyanos. Tras la derrota de Farsalia huyó a África. Allí, junto con Labieno, estuvo al mando de la caballería. Tras la derrota de Escipión Nasica en Tapso trató de escapar a Hispania pero fue capturado por los cesarianos y ejecutado.
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por APV »

O era un militar pésimo, o actuaba de mala fe.
Pues tenía en su haber como único éxito, tras ser vencido en Italia bajo Emilio Lépido, la retirada de Italia a Hispania, probablemente permitida por el Senado para alejar de Italia a los rebeldes; sus continuas derrotas en Hispania, su conspiración y derrota final.
Me imagino que de no haberse metido en la rebelión y accedido a un mando provincial entraría en la Historia por una sonora derrota romana.

Por cierto que entre los vencidos por Pompeyo y ejecutados en Italia estaba Marco Junio Bruto, el padre del que mató a César. Roma (al menos su clase dirigente) era un pañuelo.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Lo contais, muy bien ciertamente, doy fé de ello, doy fé de ello... :)
Noviscum Deus escribió:Peperna estuvo detrás de la mayoría de las derrotas sertorianas. O era un militar pésimo, o actuaba de mala fe. Lo cierto es que cuando Peperna llegó a Hispania tenía intención de hacer la guerra por su cuenta y fueron sus propios hombres los que le obligaron a unirse a Sertorio. Al parecer llevaba mal ser un mero legado de alguien a quien consideraría poco más que como un "jefe de bandoleros" (Peperna pertenecía a una vieja familia senatorial). Sertorio no quiso o no supo ver esto y siempre le confió mandos importantes (además tras la muerte de Hertuleyo y Herenio era el único general que le quedaba). Todos sabemos cómo acabó la cosa.
Bueno, juegos identitarios aparte :wink: , esto es algo que siempre me llamó la atención, no se puede decir que Sertorio fuera tonto (sin segundas, ¿eh?); pero con este tipo cometió una gran tontería. Hay que saber de quién se rodea uno, y saber qué hacer con cierto tipo de gente. En este caso, hubiera venido bien un "terrible accidente" que quitara de enmedio a semejante individuo.

Y lo que me pregunto es ¿por qué Sertorio no vio, o no quiso ver la necesidad de quitarse a este tipo de enmedio? ¿o no pudo?.

Saludos
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

Las guerras civiles entre Julio Cesar y los pompeyanos todavía fueron ocasión para que Sucro viera movimientos de tropas, aunque los combates tuvieron lugar en otros parajes. Un conocido texto de Séneca menciona la localidad:
Defendía un pleito ante el divino Julio César un legionario veterano contra unos vecinos con bastante vehemencia y la causa estaba concluyendo. "¿Te acuerdas general, dijo, de que en Hispania te torciste un pie cerca de Sucro?". Y como dijese César que se acordaba, continuó. "¿Y recuerdas que quisiste descansar del ardor del sol a la sombra del único árbol que crecía en un escabroso terreno lleno de puntiagudas piedras y uno de tus soldados te extendió su capote?". Contestó César: "¿Cómo no voy a recordarlo? Y que agobiado por la sed que arrastraba para llegar a una fuete próxima, puesto que no podía andar, cuando este soldado, hombre fuerte y valeroso, me trajo agua en su casco". "¿Podrías general, dijo el veterano, reconocer aquel hombre y aquel casco?". César dijo que no podría reconocer el casco, pero sí y muy bien al hombre, y añadió: "En todo caso no eres tú". "Qué razón tienes, dijo el soldado, en no reconocerme, César, pues en aquella ocasión estaba todavía entero. Pero después, en la batalla de Munda, un golpe de machaira ibérica hizo que perdiera un ojo y me descubrió los huesos del cráneo, y tampoco reconocerías el casco pues el mismo golpe lo partió". César dio orden de que no se le causase ningún perjuicio y concedió a su soldado los campos en los que un camino vecinal había sido la causa de la disputa y del pleito.

(Seneca, De benef, 5, 24)
La Pax Romana trajo consigo la conquista completa de Hispania, las fronteras se desplazaron a provincias lejanas y las tropas romanas en la península quedaron reducidas a tres legiones (luego solo una) cerca de las tierras de los cántabros y los astures. La poca importancia del contingente militar hispano y su posición en el cuarto noroccidental de la península hicieron que la vía Augusta (y por lo tanto Sucro) quedara alejada de cualquier tipo de actividad bélica durante siglos. El viejo campamento legionario quedaría olvidado, igual que antes quedara olvidada la factoría fenicia, y Sucro pasó a ser una mansio más, despojada de su antigua importancia estratégica. Sin duda mucho más tarde, durante la época de la caída del imperio occidental, la localidad volvería a ver pasar ejércitos (romanos, visigodos, vándalos…) pero las fuentes no vuelven a mencionar su nombre. En la Edad Media, tal vez por la ruina del puente de Sucro, o quien sabe porque razón, la ruta se desplazaría un poco hacia el interior, cruzándose el río por Alzira. Sucro (estuviera en Albalat o en algún otro emplazamiento próximo) desaparecería para siempre de las páginas de la “Gran Historia”.

FIN
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por APV »

la localidad volvería a ver pasar ejércitos (romanos, visigodos, vándalos…) pero las fuentes no vuelven a mencionar su nombre
Quizás pasara por ahí las tropas del emperador Mayoriano que tras cruzar los Pirineos se dirigían a Cartagena para embarcar en la flota reunida para la campaña contra los vándalos en el 460 (la flota vándala la destruiría en un ataque preventivo). Lo más probable si era ese su destino es que siguieran esa ruta costera, además de evitar implicarse contra visigodos y suevos en el oeste Hispano.
Y lo que me pregunto es ¿por qué Sertorio no vio, o no quiso ver la necesidad de quitarse a este tipo de enmedio? ¿o no pudo?.
Buena pregunta, retirarle el mando era muy difícil en tanto el había traido el ejército de M. Emilio Lépido desde Cerdeña, y si deseaba mantener posibilidades de cara a la nobilitas romana no podía desairar a uno de sus miembros.

Quizás lo mejor hubiera sido un accidente.
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Fernando Martín »

Sertorio es un personaje peculiar. Protagonizó una rebelión atípica, sobre todo para su tiempo, contra Roma. El Senado envió a un, a mi modo de ver, excelente general, el procónsul Q. Cecilio Metelo Pío para reprimir la rebelión. Sus tácticas fabianas eran las correctas. Antes o después Sertorio hubiera caído. Lo que ocurrió es que con Pompeyo cayó antes, a costa, eso sí, de grandes pérdidas por ambas partes. A mi entender la historiagrafía no ha sido justa con Metelo Pío debido a la gran fama de Pompeyo.
El este peninsular desaparece como escenario bélico después de la guerra sertoriana, solo se usa, hasta el finsl del Imperio como zona de paso o como base logística (como en tiempos del gran M. Vipsanio Agrippa).
a por ellos que son pocos y cobardes
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Re: Sucro: el motín, la batalla y otras historias de romanos

Mensaje por Noviscum Deus »

Bienvenido abordo Fernando.

Por favor repasa la normas (se hace esta recomendación a todos los "nuevos"):
faq.php?mode=rules" onclick="window.open(this.href);return false;

Si quieres "presentarte en sociedad" pasate por aquí:
viewtopic.php?f=28&t=8572" onclick="window.open(this.href);return false;

Pues nada, lo dicho, bienvenido. Espero que disfrutes del foro.
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