Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Toda la Historia Militar desde 1453 hasta 1900

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JACKSON
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado ocurrido el 3 de febrero de 1852, en el cual el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina—, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe y los unitarios exiliados, liderado por Justo José de Urquiza —gobernador de Entre Ríos, quien se había sublevado contra Rosas el 1 de mayo de 1851 en el Pronunciamiento de Urquiza—, y que tuvo como consecuencia la renuncia inmediata de Rosas al gobierno y su exilio en Gran Bretaña.

Al amanecer Urquiza hizo leer a sus tropas una proclama:

¡Soldados! ¡Hoy hace cuarenta días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!

¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!
Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo.
Justo José de Urquiza.

La batalla duró 6 horas y se desarrolló en la estancia de la familia Caseros, situada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, actualmente el campo de batalla se encuentra en los terrenos del Colegio Militar de la Nación.

Lo llamativo de este enfrentamiento es que habiendo chocado casi 50.000 hombres desde las 9:00 hasta cerca de las 15:00 en un radio de acción no demasiado amplio, las bajas fueron reducidas: apenas unos pocos cientos de hombres muertos en combate.

Urquiza no dirigió la batalla: cada jefe hizo lo que quiso. Urquiza mismo, en un acto imprudente para un general en jefe, cargó al frente de su caballería entrerriana contra la izquierda de la línea enemiga.

Entretanto, la infantería brasileña, apoyada por una brigada uruguaya y un escuadrón de caballería argentino, tomó el Palomar, curiosa construcción circular destinada a la cría de palomas ―que sigue en pie― situada cerca de la derecha rosista. Una vez que los dos flancos cedieron, sólo el centro continuó la batalla, reducida a un duelo de artillería y fusilería. La última resistencia fue dirigida por dos unitarios: la infantería de Díaz y la artillería de Chilavert. Como se le terminaron las balas, éste mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con estos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar, marcando el fin de la batalla.
Muerte de Chilavert

Al finalizar la batalla, habiendo tenido ocasión de escapar, Chilavert permaneció sin embargo fumando tranquilamente al pie del cañón hasta que lo llevaron frente a Urquiza. Se produjo una fuerte discusión entre Urquiza y Chilavert, en la cual el primero le recriminó su defección de la causa antirrosista. Chilavert le replicó que el único traidor era él que se había aliado a los brasileños para atacar a su patria. Iracundo, Urquiza ordenó su fusilamiento por la espalda (castigo reservado habitualmente a los traidores), pero cuando lo llevaron al sitio de fusilamiento, Chilavert, tras derribar a quienes lo arrastraban, exigió ser fusilado de frente y a cara descubierta. Se defendió a golpes, pero fue ultimado a bayonetazos y golpes de culata. Su cadáver permaneció insepulto varios días.


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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando de Julio Argentino Roca. Artista Juan Manuel Blanes (1889).
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por RODRIGO1 »

Sobbre la batalla de Caseros: Con su inexplicable actividad Rosas había permitido avanzar a Urquiza casi sin tropiezos, y que cruzara el Paraná sin ser molestado.

Con su lenidad (Rosas que era enérgico, pero no era militar sino empresario) dejó que las tropas entrerrianas, correntinas y brasileñas lo aislasen de los apoyos de las provincias del interior.

También, dejó que las veteranas tropas de la campaña de Uruguay fueran sometidas, casi sin luchar, cuando apenas Urquiza dio muestras de defección, debió avanzar desde Uruguay y desde Santa Fe, antes que Urquiza reuniese mas apoos.

Cuando Urquiza llegó a la Provincia de Buenos Aires, malquistó a su capaz jefe de vanguardia (Hilario Lagos), con su también capaz comandante de operaciones Angel Pacheco. A la vez dio órdenes y contra órdenes que hicieron imposible sostener una campaña seria de resistencia.

Al final, Rosas (por renuncia de Pacheco) terminó encabezando el combate, cuando su falta de experiencia militar fue pobre obstáculo para el mucho más hábil Urquiza.

Por cierto, la caballería entrerriana era la mejor de la época. Las tropas de la Provincia de Buenos Aires no sólo eran los duros veteranos de Rosas, sino muchos reclutas muy jóvenes, sin experiencia (como escribí antes, Rosas se dejó arrebatar sus mejores tropas que estaban en Uruguay)

Algunos creen que Rosas ya estaba cansado, e hizo un remedo de resistencia ante Urquiza, porque es inexplicable lo que hizo.

Saludos
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por RODRIGO1 »

JACKSON escribió:Imagen
Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando de Julio Argentino Roca. Artista Juan Manuel Blanes (1889).
Esa reunión de jefes nunca existió, y Roca jamás vistió uniforme en esa campaña (sí un muy buen abrigo) El cuadro conmemorativo y símbol de la Conquista del Desierto, derrota de los indios y consolidación del estado Nación fue hecho para celebrar ese gran momento.

Roca: Gran Presidente y gran político. Hoy discutido por algunos, sin entender que lo políticamente correcto de hoy, no lo era en el siglo XIX.

Saludos
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Schweijk »

Artillero francés a caballo perteneciente a la guarnición de Núremberg entre Diciembre de 1800 y Marzo de 1801.

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"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Beltranejo »

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Oración antes de la batalla de Racławice. Pintura de Józef Chełmoński.
La batalla de Racławice (en polaco, Bitwa pod Racławicami) se desarrolló el 4 de abril de 1794 en Racławice, Polonia, entre Polonia y el Imperio ruso. Los polacos eran dirigidos por Tadeusz Kościuszko, que alineaba 2400 soldados y 2000 campesionos, y los rusos por Fiodor Denisov, al frente de 3000 hombres.
El resultado de la batalla fue una victoria táctica de Polonia, con Kościuszko derrotando al enemigo numéricamente inferior. Sin embargo, sus fuerzas eran demasiado pequeñas para iniciar una explotación del éxito y el Cuerpo del general Denisov evitó la destrucción y continuó operando en Polonia.
La victoria fue proclamada posteriormente en Polonia como un gran éxito y ayudó al inicio de la sublevación de Kosciuszko en otras zonas de Polonia y a la Insurrección de Varsovia de 1794. Además, la participación de voluntarios campesinos fue visto por muchos como el punto de partida de la evolución política de los campesinos polacos para dejar de ser siervos a ser ciudadanos con igualdad de derechos.
Lo mejor del Call Of Duty, es que ni te duelen los tiros ni pagas la munición.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Beltranejo »

JACKSON escribió:Imagen
Bivac de hulanos polacos en Wagram,por Suchodolski
Recuperando una de la página 93:
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Flavius Stilicho »

Keith Rocco: el 6º de "Chasseurs à Cheval" en Waterloo.

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Esta unidad de caballería ligera formaba parte del 2º Cuerpo de Reille.
"Con más facilidad se les llama bravos a los audaces que seguros a los prudentes".
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Schweijk »

Batalla de las pirámides. Artillería francesa.

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Dubois »

Edward Braddock mortalmente herido tras perder la batalla de Monongahela , a su lado un apesadumbrado George Washington

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Lord Cardigan lidera la heroica carga en Balaclava

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Schweijk »

Francia 1805. Oficial de artillería a caballo.

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Aguila Audaz »

Gracias Schweijk , estoy coleccionando tus laminas
[Mi abuelo era un hombre muy valiente, solo le tenia miedo a los idiotas...Le pregunte porque y me respondio.....Porque son muchos y al ser mayoria eligen hasta presidente.- Facundo Cabral- Cantautor Argentino
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Schweijk »

De nada Águila, me alegro de que te resulten útiles.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por JACKSON »

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La masacre de Dade en diciembre de 1835.

El 28 de diciembre de 1835, el comandante Francis Dade comenzó a liderar a 110 soldados de Fort Brooke (actual Tampa), en una misión de reabastecimiento a Fort King (actual Ocala). Antes de llegar a Fort King, Dade y sus hombres fueron atacados por 180 indios Seminolas.

Solo tres soldados sobrevivieron al ataque. El soldado Edward Decourcey fue perseguido más tarde por un solitario indio Seminola a caballo y fue muerto. El soldado Ransom Clarke se separó de Decourcey y regresó a Fort Brooke. Proporcionó el único relato del ataque a los soldados estadounidenses. El tercer soldado fue Louis Pacheco. El ataque se realizó durante la Segunda Guerra Seminola.

Francis Langhorne Dade era comandante del Cuarto Regimiento de Infantería del ejército de los Estados Unidos. Nació en Virginia y se unió al ejército en marzo de 1813. Fue licenciado con el grado de mayor en 1828.

Los soldados que perdieron la vida durante esta batalla son conmemorados por el Monumento Dade en el Cementerio Nacional de San Agustín. El monumento consta de tres pirámides construidas con piedras coquina nativas. La dedicación del monumento tuvo lugar el 14 de agosto de 1842.

El campo de batalla también fue conmemorado. Ahora es el Parque Estatal Histórico Dade Battlefield. Hay un monumento del Mayor Dade en el parque.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Aguantaremos en nuestra posición. Artista Jackson Walker.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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"¡Cargar con cada hombre!" La batalla de Micanopy el 9 de junio de 1836. Artista Jackson Walker.

Cada vez más bandas de guerreros Seminolas armados llegaban alrededor del fuerte y la comunidad, presentando una verdadera amenaza. El 9 de junio, una fuerza combinada de fusileros y dragones avanzaron desde el fuerte, cruzando la zona abierta "zona de exterminio" y en los cercanos bosques del Lago Tuscawilla y la gran concentración de guerreros Seminolas dentro. En un asalto bilateral, los soldados se abalanzaron sobre los guerreros resultando una pelea cuerpo a cuerpo con cuchillos y mosquetes.

Durante el fragor de la batalla, uno de los oficiales superiores, el Cap.Richard Lee, (primo de Robert E. Lee) fue herido por fuego de rifle. Rehusándo a ser retirado del campo de batalla, él ordena "¡Carga con cada hombre!" Un cañón de seis libras finalmente se puso en posición y disparó contra los Seminolas. El disparo desde el cañón corta la hierba y las ramas de los arboles siendo suficiente para obligar a los indios a separarse y escapar a la opuesta orilla del lago.

En junio de 1836, "Fort Micanopy" fue custodiado por compañías de soldados del 3er regimiento de artillería del Ejército de EE. UU. Y soldados del 2º regimiento de dragones de los Estados Unidos.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La Masacre de Dade fue una derrota de 1835 para el ejército de los Estados Unidos que intensificó enormemente la Segunda Guerra Seminola, que duró hasta 1842.

En medio de una disputa entre el Gobierno de los Estados Unidos y los Seminolas sobre el derecho de este último a ocupar tierras en Florida, dos compañías del Ejército de los Estados Unidos bajo el mando del Mayor Francis L. Dade, que constaban de un total de 110 soldados, fueron emboscadas por los guerreros seminolas durante su marcha. Solo tres hombres sobrevivieron, y uno murió de sus heridas al día siguiente.

La batalla

El 23 de diciembre de 1835, dos compañías estadounidenses de 110 soldados (incluidos soldados del 2º de Artillería, 3º de Artillería y 4º Regimiento de Infantería) del comandante Francis Langhorne Dade partieron de Fort Brooke (actual Tampa), dirigiéndose hacia King Highway (mcamino militar) en una misión de reabastecimiento y refuerzo a Fort King (actual Ocala). Los nativos americanos en Florida se habían vuelto cada vez más furiosos por los intentos del Ejército de Estados Unidos de trasladarlos por la fuerza a una reserva en el oeste y Dade sabía que sus hombres podrían ser atacados por los indios seminoles que seguían a su regimiento, pero creían que si un ataque ocurrir, ocurriría durante uno de los cruces de ríos o en los bosques más espesos al sur. Después de haber sopesado esto, se sintió seguro y recordó a sus exploradores de flanqueo para que el destacamento pudiera moverse más rápido.

Aunque el terreno en el que se encontraba ahora, pinos y palmitos, no podría haber ocultado a nadie que estuviera de pie o caminando, podía y ocultaba a guerreros en cuclillas o propensos a realizar una emboscada. Los Seminolas no se abstuvieron de atacar en los otros lugares porque pensaban que podrían lograr una mejor sorpresa más tarde, sino porque estaban esperando que Osceola se les uniera. Sin embargo, en ese momento estaba ocupado matando a Wiley Thompson. Finalmente dejaron de esperar y atacaron sin él.

Varios jefes seminolas con sus guerreros se reunieron en secreto en puntos a lo largo de la marcha. Según los informes, los exploradores observaron a las tropas con sus uniformes azul celeste caminando por la ruta y enviaron informes a los jefes indios. Las tropas marcharon durante cinco días tranquilos hasta el 28 de diciembre, cuando estaban justo al sur de la ciudad actual de Bushnell, Florida. Estaban cruzando una hamaca alta con robles, pinos, palmas de col y palma enana americana cuando sonó un disparo. Muchas fuentes afirman que la primera andanada de balas derribó al Mayor Dade y la mitad de sus hombres. Como resultaría, en la tarde de ese día, 180 Seminolas estaban a la espera aproximadamente a 40 km (25 millas) al sur de Fort King. Los Seminolas tenían el terreno y el elemento sorpresa a su favor. El comandante Dade, que estaba a caballo, fue muerto en el primer disparo de los Seminolas en el que el Jefe Micanopy disparó personalmente, lo que por un plan preestablecido comenzó el ataque. Después de la muerte de Dade, el mando pasó al Capitán George W. Gardiner. Muchos de los soldados, alineados en dos filas, también fueron muertos rápidamente. Solo unos pocos lograron sacar sus mosquetes de chispa de debajo de sus pesados ​​abrigos de invierno.

Un relato testimonial del líder Seminola Halpatter Tustenuggee (Alligator, como el hombre blanco lo llamó) decía lo siguiente:

    "Nos habíamos estado preparando para esto más de un año ... Justo cuando el día se estaba rompiendo, salimos del pantano y nos adentramos en el pinar. Contaba, por dirección de Jumper, ciento ochenta guerreros. Marchamos hacia el camino, cada hombre eligió su posición en el lado oeste ... Alrededor de las nueve de la mañana el destacamento se acercó ... Tan pronto como todos los soldados estaban enfrente ... Jumper dio el grito, Micanopy disparó el primer rifle, la señal estuvo de acuerdo, cuando todos los indios se levantaron y dispararon, lo que puso sobre la tierra, muertos, más de la mitad de los hombres blancos. El cañón fue descargado varias veces, pero los hombres que lo cargaron fueron derribados tan pronto como el humo se disipó ... Cuando estábamos regresando al pantano suponiendo que todos estaban muertos, un indio se acercó y dijo que los hombres blancos estaban construyendo un fuerte de troncos. Jumper y yo, con diez guerreros, volvimos. Cuando nos acercábamos, vimos seis hombres detrás dos troncos colocados uno encima del otro, con el cañón a poca distancia ... Pronto nos acercamos, con las balas pasando entre nosotros. Tenían pistolas, pero no polvo, miramos en las cajas después y encontramos que estaban vacías ".

La batalla comenzó a las 10:00 a.m. (según Alligator) o a las 8 a.m. y terminó alrededor de las 4 p.m. (según el soldado superviviente Ransom Clark), con los indios saliendo al atardecer. Después de la batalla, los indios despojaron y robaron los cuerpos. Los indios de Florida habían provisto un refugio para los esclavos escapados, a quienes los indios emplearon como traductores o se unieron a la tribu. Después de esto, "alrededor de 40 o 50 negros cabalgaron a caballo". Despojaron y masacraron a los heridos restantes, de acuerdo con la declaración de Ransome.

Solo tres soldados estadounidenses sobrevivieron al ataque. El soldado Edward Decourcey, que había sido cubierto por cadáveres, y Ransom Clark, que parecía "lo suficientemente muerto" con cinco heridas y cortes sangrantes en la cabeza. Al día siguiente, un Seminola le persiguió a caballo y Decourcey murió después de que se había separado para evitar la captura conjunta. Clarke regresó a Fort Brooke, desplomándose a menos de una milla del Fuerte y siendo ayudado por una amiga india. Clarke proporcionó la única descripción del lado del ejército de lo que había ocurrido. Un tercer soldado, el soldado Joseph Sprague, también regresó a Fort Brooke y continuó sirviendo en el ejército. Era analfabeto y no dejó un informe de la batalla.

En 1837, Louis Pacheco, el mulato eslavo guia e interprete en el destacamento de Dade resurgió y dio un tercer relato de testigo presencial de la batalla. Pacheco se había adelantado a la columna, según su versión, y había sido hecho prisionero por los indios. Algunos pensaron que era un renegado o informante. Fue enviado al oeste con los indios por esa época, pero regresó a Florida poco antes de su muerte a principios de 1895.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Comienzos del primer imperio francés. Trompeta de artillería a caballo.

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Pablorojo »

JACKSON escribió:Imagen
La batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado ocurrido el 3 de febrero de 1852, en el cual el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina—, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe y los unitarios exiliados, liderado por Justo José de Urquiza —gobernador de Entre Ríos, quien se había sublevado contra Rosas el 1 de mayo de 1851 en el Pronunciamiento de Urquiza—, y que tuvo como consecuencia la renuncia inmediata de Rosas al gobierno y su exilio en Gran Bretaña.

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Lo llamativo de este enfrentamiento es que habiendo chocado casi 50.000 hombres desde las 9:00 hasta cerca de las 15:00 en un radio de acción no demasiado amplio, las bajas fueron reducidas: apenas unos pocos cientos de hombres muertos en combate.

Urquiza no dirigió la batalla: cada jefe hizo lo que quiso. Urquiza mismo, en un acto imprudente para un general en jefe, cargó al frente de su caballería entrerriana contra la izquierda de la línea enemiga.

Entretanto, la infantería brasileña, apoyada por una brigada uruguaya y un escuadrón de caballería argentino, tomó el Palomar, curiosa construcción circular destinada a la cría de palomas ―que sigue en pie― situada cerca de la derecha rosista. Una vez que los dos flancos cedieron, sólo el centro continuó la batalla, reducida a un duelo de artillería y fusilería. La última resistencia fue dirigida por dos unitarios: la infantería de Díaz y la artillería de Chilavert. Como se le terminaron las balas, éste mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con estos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar, marcando el fin de la batalla.
Muerte de Chilavert

Al finalizar la batalla, habiendo tenido ocasión de escapar, Chilavert permaneció sin embargo fumando tranquilamente al pie del cañón hasta que lo llevaron frente a Urquiza. Se produjo una fuerte discusión entre Urquiza y Chilavert, en la cual el primero le recriminó su defección de la causa antirrosista. Chilavert le replicó que el único traidor era él que se había aliado a los brasileños para atacar a su patria. Iracundo, Urquiza ordenó su fusilamiento por la espalda (castigo reservado habitualmente a los traidores), pero cuando lo llevaron al sitio de fusilamiento, Chilavert, tras derribar a quienes lo arrastraban, exigió ser fusilado de frente y a cara descubierta. Se defendió a golpes, pero fue ultimado a bayonetazos y golpes de culata. Su cadáver permaneció insepulto varios días.

Muy interesante....otro de los episodios de las guerras civiles argentinas......se sabe quien es el autor de esta ilustración???

Y a ver si Aguila o algún otro uniformólogo nos puede ayudar con los uniformes....pintorescos pero totalmente desconocidos para mí....

Saludos.
"Cuando Stalin dice " bailen!! ", un hombre sensato baila."
Nikita S. Krushchev.

"Nadie respeta a un país con un mal ejército, pero todos respetan a un país con un buen ejército. Brindo a la salud del Ejército Finlandés !"
Josef Stalin. 1948.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Los soldados españoles permanecieron en la iglesia de Baler durante 337 días. Este dibujo de la época recrea uno de los intentos de los filipinos por tomar la iglesia.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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"Los últimos de Filipinas". Artista José Ferre Clauzel.

El 30 de junio de 1899, al caer el siglo y al otro lado del planeta, 33 famélicos supervivientes españoles de un batallón expedicionario, abandonaron por su propio pie la desvencijada iglesia de Baler tras permanecer sitiados durante 337 días con sus noches en un terrorífico asedio que duraría cerca de un año.

Más allá de aquella derruida iglesia, la guerra contra la metrópoli había concluido. Desde hacía diez meses, aquellas islas descubiertas durante el reinado de Felipe II por el almirante vasco Legazpi, habían dejado de ser territorio español. Pocas veces en la historia militar se ha visto una epopeya en la que se haya defendido una bandera con tanto ahínco.

Los cincuenta soldados y cinco oficiales incluyendo al médico, no tenían escapatoria alguna en aquella ratonera. Una tupida selva los envolvía con su enigmático manto y caníbal silencio, sin remisión. Era patente que no había salida alguna. Sabiéndose condenados a muerte, se preparan para morir con la mayor dignidad posible mientras construyen un pozo, cavan trincheras en todo el perímetro y alternan guardias en medio de aquella humedad irrespirable. Muchos de ellos se dan cuenta del valor reconfortante de las creencias, mientras que a otros más curtidos les da igual quien ha creado el horror y la belleza.
Los sitiados en Baler estaban ya casi todos enfermos de beriberi (avitaminosis) o disentería (diarreas agudas) incluyendo al propio médico de la compañía

Los 55 hombres con un entrenamiento óptimo y adaptado a aquella inextricable jungla, portaban una valiosa herramienta de combate para aquel entonces. Era el Máuser, un rifle de repetición con un cargador de cinco balas de las llamadas “sin humo”, ya que este era casi imperceptible a la hora del disparo, por lo que era muy difícil detectar la localización del tirador. Quizás en esta formidable arma pionera en su época, residiera parte del secreto de tan larga resistencia; el resto, el valor, el coraje y la entereza ante fuerzas incontables, quedará reflejado en el libro de las gestas.

Mientras, en París, el día 10 de diciembre de 1898, se firma el Tratado por el que España vendería el archipiélago a EEUU por 20 millones de dólares. Las posesiones de ultramar del antiguo coloso que fuimos, asombro de propios y extraño, quedan finiquitadas en el baúl de los recuerdos. Para entonces, los sitiados en Baler estaban ya casi todos enfermos de beriberi (avitaminosis) o disentería (diarreas agudas) incluyendo al propio médico de la compañía. El 13 de agosto, tras un simulacro de batalla pactado entre el general Jáudenes y el almirante Dewey para salvar la cara de la rendición, Manila cae en manos norteamericanas.

Pero el cansancio mental y físico más la enfermedad, hacen mella y no en vano. El tiempo avanza muy lentamente en las antípodas mientras en la península, la nación está conmocionada por la severa derrota. Tras resistir más de dos docenas de asaltos, finalmente un día de diciembre y sin nada que llevarse a la boca, en un contragolpe, el cabo Oliveri y catorce soldados salen a la desesperada arrasando un huerto de calabazas con algunos brotes de naranjos, de esta manera, se logra mitigar la carencia de vitaminas tan esencial para la supervivencia.

Desconfianza extrema

A pesar de la visita de varios compañeros de superior rango comunicándole la rendición y el tratado de paz, el teniente Cerezo, al mando del destacamento, desconfía totalmente de los Tagalos insurrectos y barrunta que son añagazas para doblegarlos. En el cementerio improvisado donde las quince tumbas de los caídos durante el sitio contemplan el más allá, tres carabaos del tamaño de un búfalo cada uno, aparecen de improviso sin saber lo que el destino les depara. Se suceden unos días de desconcierto para aquellos apurados estómagos que se atiborran hasta la saturación.

El 27 de mayo, el que cubre de sombras la tierra, enviaría tres oleadas de indígenas en número aproximado de quinientos, entablando un memorable cuerpo a cuerpo con los defensores. Se utiliza dinamita y una defensa escalonada muy eficaz pero con un enorme coste para los sitiados. En algunos cuerpos todavía late el brillo de juventud en las pupilas de los caídos. Por momentos, lo pavoroso se hace insuperable. Al día siguiente, el coronel Aguilar venido exprofeso desde Manila con órdenes tajantes, tampoco logra convencerlos, pero deja atrás un número del Imparcial que obrará milagros. Una noticia trivial acontecida en Málaga a un amigo del teniente Cerezo, convence a este de la autenticidad del tratado de paz. En el debe del teniente hay claroscuros cuestionables, pues durante la resistencia fusila a algunos compañeros que agotados por la larga duración del asedio, deciden rendirse o desertar. Difícil enjuiciar esta conducta allá donde la resistencia humana bordea los límites de la desesperación y la disciplina se vuelve tan inhumana que roza la locura.

La guerra tiene una forma de mística asimétrica. Lo imposible, que es sobrevivir, ocurre a veces y te permite apreciar la grandeza de las cosas cotidianas. Lo impensable, también; creer que la paz es eterna. No hay nada que supere el horror y las secuelas de un conflicto, nos deja huérfanos ante la realidad más extrema. Nuestra percepción posterior o nos conduce a la serenidad o a la locura. Nunca se vuelve a ser el mismo.

Estados Unidos, la potencia que emergía, llevaba solo un siglo y medio de guerras intestinas, contra ingleses, indios, mejicanos, y contra ellos mismos. La que declinaba, estaba al borde del agotamiento tras cuatrocientos de trasegar en los cuatro confines.

El 1 de septiembre de 1899 desembarcarían en Barcelona aquellos 33 desfigurados espectros, los que faltaban de aquel heroico destacamento, otros veintidós, se adentrarían en la oscuridad profunda para abandonar definitivamente el mundo de la luz. En septiembre de 1899, tras concedérseles la Cruz de Plata y una pensión mensual de 7,5 pesetas, desaparecerían en el anonimato de los héroes olvidados.

Este inusual y tenaz modelo de resistencia y sus asombrosas tácticas, es estudiado a día de hoy en la academia rusa de Frunze, en la americana de West Point y en la francesa de Saint Cyr.

España. Una de cal y otra de arena, un país donde la autocrítica sigue siendo anatema.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por JACKSON »

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La Batalla de Mal Tiempo, que tuvo especial significación en las luchas libertarias desarrolladas por los cubanos contra los colonialistas españoles en la segunda mitad del siglo XIX.

Aquella acción armada es considerada una de las fundamentales entre las muchas protagonizadas por las tropas del Ejército Libertador durante la histórica Invasión a Occidente, protagonizada por los insurrectos cubanos al mando del Generalísimo Máximo Gómez y su Lugarteniente General Antonio Maceo.

La Invasión había partido el 22 de octubre de 1895 desde Mangos de Baraguá, precisamente el histórico lugar donde Maceo protagonizara en 1878 la famosa protesta contra el Pacto del Zanjón que puso fin a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) llevada a cabo por los cubanos contra los colonialistas ibéricos.

En diciembre de 1895, ya la Invasión había llegado a la central provincia de Las Villas, y con el objetivo de impedir su avance hacia occidente el Capitán General español Arsenio Martínez Campos, había concentrado en la estratégica zona de Cruces y Mal Tiempo, actual provincia de Cienfuegos, una gran cantidad de efectivos militares que se calculaban entre ocho mil y 10 mil hombres.

El desplazamiento por la zona de tropas de las dos fuerzas contendientes, provocó el inevitable encuentro en Mal Tiempo de los invasores cubanos con la columna al mando del coronel español Narciso Rich, integrada por dos compañías de Bailén y dos de Canarias, y una sección de caballería de Montesa, en total unos 550 efectivos, en su mayoría provenientes del reclutamiento forzoso que aplicaba España.

Debido a la escasez de proyectiles que afrontaban las tropas del Ejército Libertador, el Generalísimo Máximo Gómez había ordenado con anterioridad que, en caso de un encuentro fortuito con los colonialistas, debía emprenderse de inmediato una carga al machete. Y así ocurrió.

Unos 250 jinetes mambises se lanzaron valientemente, machete en ristre, contra el enemigo, pese a que éste había tenido tiempo de organizar su famoso cuadro defensivo con sus fusiles.

Un artículo sobre la Batalla de Mal Tiempo publicado en la enciclopedia digital cubana Ecured, resume el resultado de la histórica acción combativa en estos términos:

«En unas tres horas concluyó la acción de Mal Tiempo, con gran éxito para las armas cubanas, que lograron acopiar más de doscientos fusiles y gran cantidad de municiones, caballos, un botiquín médico y efectos de diverso tipo, permitiendo así la aproximación al territorio de Matanzas en mejores condiciones para entablar futuros combates.

«España tuvo que lamentar cerca de 300 bajas, de ellas casi la mitad muertos, a lo cual se unía el efecto moral que en una tropa bisoña causó el filo del machete mambí, transformado de instrumento de trabajo en temida arma.

«Mal Tiempo sirvió, además, para desmontar el mito de la invulnerabilidad del cuadro español y demostrar, una vez más, la irrevocable decisión de los cubanos de alcanzar a cualquier precio la independencia de Cuba»
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Lutzow »

Colonialistas españoles? :shock Pensaba que Cuba era una provincia española...

Saludos.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Aguila Audaz »

Pablorojo escribió:
JACKSON escribió:Imagen
La batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado ocurrido el 3 de febrero de 1852, en el cual el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina—, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe y los unitarios exiliados, liderado por Justo José de Urquiza —gobernador de Entre Ríos, quien se había sublevado contra Rosas el 1 de mayo de 1851 en el Pronunciamiento de Urquiza—, y que tuvo como consecuencia la renuncia inmediata de Rosas al gobierno y su exilio en Gran Bretaña.

Al amanecer Urquiza hizo leer a sus tropas una proclama:

¡Soldados! ¡Hoy hace cuarenta días que en el Diamante cruzamos las corrientes del río Paraná y ya estabais cerca de la ciudad de Buenos Aires y al frente de vuestros enemigos, donde combatiréis por la libertad y por la gloria!

¡Soldados! ¡Si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles y si la victoria por un momento es ingrata con alguno de vosotros, buscad a vuestro general en el campo de batalla, porque en el campo de batalla es el punto de reunión de los soldados del ejército aliado, donde debemos todos vencer o morir!
Este es el deber que os impone en nombre de la Patria vuestro general y amigo.
Justo José de Urquiza.

La batalla duró 6 horas y se desarrolló en la estancia de la familia Caseros, situada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, actualmente el campo de batalla se encuentra en los terrenos del Colegio Militar de la Nación.

Lo llamativo de este enfrentamiento es que habiendo chocado casi 50.000 hombres desde las 9:00 hasta cerca de las 15:00 en un radio de acción no demasiado amplio, las bajas fueron reducidas: apenas unos pocos cientos de hombres muertos en combate.

Urquiza no dirigió la batalla: cada jefe hizo lo que quiso. Urquiza mismo, en un acto imprudente para un general en jefe, cargó al frente de su caballería entrerriana contra la izquierda de la línea enemiga.

Entretanto, la infantería brasileña, apoyada por una brigada uruguaya y un escuadrón de caballería argentino, tomó el Palomar, curiosa construcción circular destinada a la cría de palomas ―que sigue en pie― situada cerca de la derecha rosista. Una vez que los dos flancos cedieron, sólo el centro continuó la batalla, reducida a un duelo de artillería y fusilería. La última resistencia fue dirigida por dos unitarios: la infantería de Díaz y la artillería de Chilavert. Como se le terminaron las balas, éste mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con estos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar, marcando el fin de la batalla.
Muerte de Chilavert

Al finalizar la batalla, habiendo tenido ocasión de escapar, Chilavert permaneció sin embargo fumando tranquilamente al pie del cañón hasta que lo llevaron frente a Urquiza. Se produjo una fuerte discusión entre Urquiza y Chilavert, en la cual el primero le recriminó su defección de la causa antirrosista. Chilavert le replicó que el único traidor era él que se había aliado a los brasileños para atacar a su patria. Iracundo, Urquiza ordenó su fusilamiento por la espalda (castigo reservado habitualmente a los traidores), pero cuando lo llevaron al sitio de fusilamiento, Chilavert, tras derribar a quienes lo arrastraban, exigió ser fusilado de frente y a cara descubierta. Se defendió a golpes, pero fue ultimado a bayonetazos y golpes de culata. Su cadáver permaneció insepulto varios días.

Muy interesante....otro de los episodios de las guerras civiles argentinas......se sabe quien es el autor de esta ilustración???

Y a ver si Aguila o algún otro uniformólogo nos puede ayudar con los uniformes....pintorescos pero totalmente desconocidos para mí....

Saludos.
SAbe Dios quien dibujo eso, nada que ver, el palomar rodeado de una trincheta elevada y con una construccion cercana cosas que nunca existieron y unos uniformes desconocidos para los que estamos en el tema, me lleva a pensar que quien hizo el dibujo estaba bastante desinformadoy con una imaginacion febril, por no dar otro calificativo.-
Poco tiempo para ver y leer la info del amigo Jackson
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por hoff »

Lutzow escribió:Colonialistas españoles? :shock Pensaba que Cuba era una provincia española...

Saludos.
Parece que la fuente del comentario que JACKSON adjunta es cubana, así que...
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por Lutzow »

Por el estilo diría que escrita por nuestro amigo Soto (entre otros varios nicks), ese que cada pocos meses se alista de nuevo para darnos la matraca con su apología pro mambises...

Saludos.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por JACKSON »

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El 7º regimiento de infantería norteamericana dispara contra el fuerte del Viso desde el norte durante la batalla del Caney.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El General Vara de Rey arengando a sus hombres durante el combate de el Caney librada el 1 de julio de 1898 durante la Guerra hispano-estadounidense.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por JACKSON »

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La batalla del Caney entablada el 1 de julio de 1898.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

Mensaje por JACKSON »

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La batalla de El Caney se libró el 1 de julio de 1898 durante la Guerra hispano-estadounidense. 500 soldados españoles contuvieron durante doce horas, hasta agotar municiones, a la 5ª División Norteamericana de Henry W. Lawton, formada por 6 899 hombres. Esta acción impidió el avance estadounidense a las colinas de San Juan como se había pedido al General William Rufus Shafter.

Antecedentes
En El Caney, Santiago de Cuba, 500 soldados españoles mandados por el general Joaquín Vara de Rey se encargaban de proteger el flanco noroeste de Santiago contra una invasión.

Las tropas norteamericanas, que habían desembarcado en la costa del Oriente, sitian desde primeras horas de la mañana el pueblo de El Caney, situado a 7 kilómetros de Santiago. Cruce de caminos, el enclave defensivo estaba formado por un pequeño fuerte conocido como El Viso, seis blocaos, una avanzadilla de parapetos, la iglesia y una plaza rectangular alrededor de la cual se distribuían las casas de la población civil. El fuerte de El Viso, frente a la Loma de San Juan, se consideraba esencial para la defensa de Santiago.

"...En El Caney, situé el día 25 al General Vara de Rey con tres compañías de Constitución y otra de guerrillas a pie, más los 100 hombres de la guarnición del poblado, encargándole que se construyeran atrincheramientos..."
Informe del General Linares.

Plan de asalto
El General Shafter, Jefe del 5º ejército Expedicionario, había dispuesto que la 2ª División mandada por el General Henry W Lawton tomase El Caney con rapidez y volviese hacia la loma de San Jjuan para ayudar al resto del 5º ejército y luego dirigirse hacia Santiago.

Lawton disponía de cuatro brigadas y una batería de artillería con un total de 6.653 hombres. Vara de Rey sólo contaba con 550 hombres en total, 519 de ellos en el fuerte de El Viso.

Habida cuenta de tal desproporción, Lawton creía que los españoles se retirarían sin oponer resistencia. Con ese ataque se intentaba evitar que las fuerzas españolas pudieran hostigar los flancos estadounidenses durante su ataque a las Lomas de San Juan.

"...Tropas yankis siguen su avance... El Caney es todo montañoso. Está atravesado de E a O por Sierra Maestra y Gran Piedra... Muchos riachuelos. Los más importantes son Aguadores y Baconao... Caney y Cristo son centros urbanos, Guaniniun, Demajayabo, Paz de los Naranjos, Zacatecas, Sevilla, Barajaguas, Lagunas, Dos Bocas, Reunión de las Yaguas, Dajao, Juan Angola, Manantuaba son zonas rurales. La cabecera es San Luis de El Caney, con 1500 habitantes (en El Caney atacaron 5000/6000 soldados usa) (Insurrección aumenta en Dpto. Oriental "por innoble proceder de yankis de entregar armas a los rebeldes")..."
El Nacional de Cuba, 3 de julio de 1898.

Al mismo tiempo, para crear más dificultades al mando español, se llevaría a cabo un ataque de diversión sobre el río Aguadores para evitar que el General Linares pudiera acudir en socorro de las Lomas de San Juan y de El Caney con las unidades existentes en la zona.

Despliegue
Vara del Rey debía impedir que los norteamericanos se apoderaran de la represa de agua existente de Cuabitas, que abastecía la ciudad de Santiago, y de la vía férrea por donde tenía que llegar el general Escario con refuerzos desde Tempranillo.

"...Aunque no poseían ametralladoras, si que tenían dos cañones de montaña aunque con escasa munición. Sus defensas consistían en seis blocaos de madera con diez o doce hombres cada uno y un fuerte de piedra denominado El Viso. Las casas del pueblo habían sido aspilladas y se abrieron trincheras en el suelo pedregoso, y el juego de unas y otras ofrecía a los defensores un fuego rasante sobre un espacio de entre 600 a 1200 metros; en la punta Nordeste de la posición se encontraba el fuerte de El Viso, guarnecido por 420 hombres, ocupando una colina desde la que se dominan todos los accesos. Las trincheras eran del tipo "carlista", es decir, trincheras en las que la arena excavada, en vez de utilizarse para formar un parapeto delante, como era lo común en aquella época, se tiraba hacia atrás esparciéndola, para hacerlas más difíciles de descubrir. La gran debilidad de la posición de El Caney consistía en que podía dominarse con artillería desde posiciones cercanas situadas en la sierra de Escandell...."
Enciclopedia Militar Española.

Disposición de las fuerzas en El Caney y San Juan.

Al amanecer del 1 de julio las fuerzas norteamericanas frente a El Caney y las lomas de San Juan estaban desplegadas de la siguiente manera:

La III Brigada, al mando del general Chafee, sobre la senda de El Caney a Guantánamo.
La I Brigada, al mando del general Ludlow, detrás de la III Brigada.
A la izquierda y a 2 km al norte de Marianage, el 1º de Infantería de la II Brigada y la Batería del Capitán Capron.
La II Brigada, al mando del general Miles, con dos regimientos desplegados cerca de El Pozo, sobre la orilla derecha del río Aguadores.

La División de Caballería del general Wheeler, frente a las alturas de San Juan con la Batería Grimes.
La Brigada Independiente del general Bates, desplegada cerca de Sevilla.
La Brigada del general Duffield, desplegada frente a Aguadores para atacar esta posición con el apoyo de la artillería naval.

Batalla
El Fuerte del Viso sobre una colina era una posición importantísima para defender El Caney y estaba defendido por una compañía de soldados veteranos. A pesar de no tener ametralladoras y artillería y de que se les negaran los prometidos refuerzos, Vara del Rey y sus hombres aguantaron contra más de 8000 estadounidenses desde su posición durante casi doce horas, lo que les impidió, abrumadora y radicalmente, hacerse paso a través de las defensas y dirigirse a las colinas de San Juan como se les había pedido desde el mando estadounidense.3​

Al amanecer los norteamericanos comenzaron el bombardeo del fuerte El Viso y el pueblo de El Caney. A las 6:30 se inició el avance con el objetivo de que los españoles escapasen sin combatir. Lawton quería conquistar El Caney en una hora, pero el combate duró diez horas y cuarto, demostrando de esta manera la determinación mostrada por los españoles que defendían la posición.

Los hombres de Vara de Rey cumplieron con creces su misión y dieron un ejemplo de lo que una infantería con moral y bien adiestrada es capaz de hacer aún contra fuerzas muy superiores en número.

La propuesta del Almirante Cervera de desmontar las ametralladoras Maxim de 7mm y 11 mm de los buques, hubiese dado un giro distinto a la contienda; pero el Ejército Español prefería los cañones de montaña por la naturaleza abrupta del terreno. ¡Si al menos les hubiesen proporcionado munición!

Muertos
Cuarto Ejército de Cuba, I División, I Brigada:

General de Brigada Joaquín Vara de Rey y Rubio, jefe de la brigada y su ayudante de campo, primer teniente Cesáreo Domínguez Vara.4​
Regimiento Infantería de la Constitución n.º 29 , 1° batallón:
Comandantes: Rodrigo Agüero y Rafael Aragón.
Segundos tenientes: Alfredo Vara de Rey, sobrino del general; Manuel Morales y Antonio Rubio.
Clases de tropa: 61 individuos.

Consecuencias

Los estadounidenses tuvieron sorprendentes pérdidas: alrededor de 1000 muertos y 370 heridos. Las pérdidas cubanas en El Caney no se conocen, pero los cubanos irregulares también sufrieron fuertemente, teniendo alrededor de 150 muertos y heridos ese día.

"...El valor de los españoles es magnífico. Mientras las granadas estallaban sobre la aldea o explotaban contra el fuerte de piedra, mientras la granizada de plomo barría las trincheras buscando cada aspillera, cada grieta, cada esquina, los soldados de ese incomparable Vara de Rey, tranquila y deliberadamente, continuaron durante horas alzándose en sus trincheras y arrojando descarga tras descarga contra los atacantes americanos. Su número decrecía y decrecía, sus trincheras estaban llenas de muertos y heridos, pero, con una determinación y un valor más allá de todo elogio, resistieron los ataques y, durante 8 horas, mantuvieron a raya a más de 10 veces su número, de unas tropas americanas tan valientes como nunca recorrieron un campo de batalla..."
Sargento mayor norteamericano Herbert Howland
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