Miguel Villalba escribió:A los recalibrados al calibre alemán me refería yo. No caí en el 7,35 muy similar, dicen, al 303 british. Me resulta más cómodo el calibre germano, aunque con el inglés apena he probado y con el 7,92 algunos mas
. De todas formas creo que con los dos ganaba sobre el original. Imagino que a un guerrero tribal libio juramentado, se le hubiese calmado mejor con el Modelo 38 que con los anteriores.
Triton escribió:Si, bastante similar al british. Cualquier british te dirá que el suyo es mejor
, pero vamos son primos hermanos
Si bien es cierto que los italianos conocían bien el 303 británico, que usaban en sus ametralladoras de aviación (7,7 mm Breda), el 7,35 mm era un cartucho de origen y características totalmente diferentes.
En primer lugar, su origen era totalmente diverso. El 303 era un cartucho de fines del siglo XIX, bastante parecido por ejemplo al .30-40 Krag. Disparaba originalmente un proyectil pesado (13,93 gm.) de punta roma, que fue modernizado para usar bala ojival, algo más ligera pero aun así relativamente pesada (11,27 gm). El calibre nominal (del ánima) era 7,7mm y el real 7,9mm y su Vo en el Lee Enfield SMLE era de 744 m/s.
El cartucho de 7,35 obedecía a un proyecto mucho más moderno que nació en los años 1930 para mejorar las prestaciones del arma italiana básica de la infantería, el fusil modelo 91 (Carcano, Mannlicher-Carcano o Mannlicher-Parravicino-Carcano), arma con muy mala fama, creada posiblemente por los anglosajones en la SGM, en parte no merecida. Es verdad no era un arma excelente (en nuestra guerra no fue muy apreciada) pero creo que se ha exagerado. En el momento de su aparición en 1891 su diseño había sido innovador al reducir el calibre a solo 6,5 mm. Aunque en principio no fue mala elección conforme a los requerimientos de la época, ya que permitió diseñar un arma ligera, con alta velocidad inicial y trayectoria rasante y un cartucho ligero que permitía al infante italiano contar con una dotación de munición elevada, ya durante la Primera Guerra Mundial esta munición se mostró poco adecuada especialmente para el uso en ametralladoras, en las que los calibres mayores (sobre 8 mm) mejoraban notablemente el alcance y la capacidad de los proyectiles.
En los años 30 Italia se encontró con un fusil poco adecuado para la guerra moderna, excesivamente largo (1288 mm), que convivía con las viejas carabinas y mosquetones (no se decidieron a adoptar el fusil corto o mosquetón universal) y que disparaba una munición anticuada, especialmente por su proyectil de punta roma que nunca fue modernizado (quizás por dificultades con el paso del rayado) y se planteó su mejora pero aprovechando lo existente para no gastar mucho. Se decidió adoptar un nuevo cartucho que contaba con una bala aguzada de mayor calibre, 7,57 mm real, inferior por tanto al 303 (7,35mm era el calibre nominal, del ánima), pero con una geometría de la vaina similar que permitiera aprovechar los diseños existentes sin grandes modificaciones. Por otro lado se adoptó una munición más potente y adecuada para las ametralladoras medias, el 8x59mm Breda, similar al 7,92mm Máuser, quedando por tanto el 7,35 mm solo para fusiles y fusiles ametralladores.
Peines para el Carcano, de 7,35 mm y de 7,92 mm (contiene solo cinco cartuchos).
El nuevo cartucho de 7,35mm era casi igual al anterior hasta el gollete, como se ve en la imagen. Su bala era ligera (8,28 gm) y su Vo aceptable (760m/s), y por tanto su potencia moderada, parecida a la del .276 Pedersen. Realmente se partía de una idea buena, el innecesario y costoso exceso de potencia de los fusiles diseñados a fines del XIX, similar a la idea originaria del citado .276 Pedersen y también del 7,92mm Kurz. El nuevo fusil, modelo 38 (o 91/38), era muy corto (1020 mm) y ligero (3,675 kg), con alza fija hasta 300 m, muy manejable y adecuado para la infantería motorizada. Pero realmente para dar un paso importante se debía haber ido a un arma semiautomática (se llegó a adoptar un diseño Scotti para complementar al carcano).
Las tres municiones mencionadas, 6,5, 7,35 y 7,7 mm (la última no a escala):
Pero Mussolini se metió en la guerra de España y gastó en ella buena parte de los recursos para modernizar las fuerzas armadas. Por otro lado la guerra empezó, y cogió a Italia con el paso cambiado. Los fusiles de 91/38 de 7,35 mm fueron vendidos a Finlandia o destinados a tropas auxiliares. La familia de armas fue rediseñada para usar el 6,5 mm con el fin de estandarizar la munición ante la guerra que se iniciaba. Las tropas italianas tuvieron que combatir con un abigarrado conjunto de armas de 6,5 mm, incluyendo los fusiles mod. 91 originales y sus variantes (carabina 91 y mosquetón 91/24 TS), los fusiles 91/38 de 6,5 (y sus variantes de carabina y mosquetón), y finalmente el fusil mod. 1941, de longitud intermedia (1173 mm) y alza variable. Armas que disparaban una munición totalmente anticuada a las que se unía un fusil ametrallador, el Breda mod. 1930 de idéntico calibre, uno de los peores de su época.
Características de las municiones italianas de 6,5, 7,35 y 7,7mm:
Cartucho 6,5x52 mm M. 91/95: Bala; peso: 10,45 gm., diámetro: 6,7 mm, Vo: 700m/s
Cartucho 7,35x51 mm M. 38: Bala; peso: 8,28 gm., diámetro: 7,57 mm, Vo: 760m/s
Cartucho 7,7x56 mm R Breda: Bala; peso: 11,34 gm., diámetro: 7,9 mm, Vo 720 m/s
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados