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Abordaje con "corvus" (P. Connolly).

 

2.2.2 Quinquerreme.


El quinquerreme (quinqueremis), cuya primera aparición tiene lugar en el 398 a.C. en la Siracusa de Dionisio I, era el navío de combate por excelencia de la época: el sucesor del trirreme como columna vertebral de una gran escuadra.

Parece que la irrupción del “cinco”, al igual que la de otros polirremes, podría deberse a una creciente falta de confianza en la capacidad del trirreme para imponer sus tácticas “rápidas” en el campo de batalla. La destrucción de la atrapada escuadra ateniense en Siracusa (413 a.C.) en un combate “proa contra proa” sin espacio para maniobrar, supuso un revelador ejemplo de que la agilidad no siempre puede imponerse. En cuyo caso debió parecer interesante desarrollar naves más pensadas para chocar de frente: no espolón contra espolón, sino de frente contra la estructura de apoyo de los remos rivales; y/o combatir con “infantes de marina”.

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Perfil y posible esquema de remado (P. Connolly)

Los 5 remeros por hilera se distribuían en 3 niveles: 2 en cada uno de los dos remos: superior y medio, y un único remero en el inferior. Se ha propuesto que el quinquerreme también podía existir en versión birreme: 3 remeros en el remo superior y 2 en el inferior; sin embargo las referencias que poseemos son de que el quinquerreme era más alto que el cuatrirreme, como ya se ha indicado.

Los remos por amura podrían llegar a los 90 para un total de 180 y unos 300 remeros. A ellos, se añadieran 20 marineros y una dotación variable de soldados: normalmente entre 70-120, aunque podían llegar a ser más (o sólo 40 en tiempo de paz). Así pues la dotación podía rondar e incluso superar los 400 hombres.

La eslora (en la línea de flotación) de un “cinco” sería de 42-45 metros o incluso más en algunos modelos. Su manga, al menos de una “cuatro” aunque puede que fuera superior pasando de los 6 metros; y su altura sobre el nivel del agua llegaría hasta casi los 3 metros. El desplazamiento rondaría o superaría las 100 toneladas.

Su configuración dependería de la misión a realizar, en caso de que se necesitara velocidad se podían dejar “expeditae”, es decir dejando en tierra elementos pesados como torres, piezas de artillería, etc.

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Posible esquema de remado de un “cinco” romano (J. Coates)

Poco después de empezar la 1ª Guerra Púnica (264-241) el Senado de Roma ordenó la construcción de 100 quinquerremes (261 a.C.), que iban a ser la columna vertebral de una nueva escuadra romana. En teoría el modelo era una “novedad” en las filas romanas, y se recurrió a copiar un “cinco” púnico que había encallado en la costa durante un combate.

Estos primeros quinquerremes parecen haber sido inferiores a los púnicos, probablemente por una combinación de falta de experiencia tanto en construcción/diseño como en el propio manejo. Sin embargo los ingeniosos romanos compensaron sus carencias con varios elementos.
Por un lado añadieron al “cinco” una torre (o varias) para arqueros; no es que los romanos hubieran inventado la torre naval, pero parece que fueron los primeros que se plantearon de que además de para labores de asedio naval, la torre era útil en una combate general naval.
Por otro, reforzando notablemente el cuerpo de soldados a bordo. Un quinquerreme podía llevar una dotación de 40 infantes de marina en tiempo de paz, pero en caso de guerra dicha dotación podía reforzarse con hasta una centuria completa de 100 legionarios. La intención romana era solventar los combates navales como una lucha terrestre, y para ello se añadió un elemento final: el “corvus”: una gran pasarela de abordaje de 11 metros de largo y 1,2 metros de ancho, sujeta a un mástil en la proa de la nave de tal forma que podía pivotar a un lado u otro. Cuando una nave enemiga estaba al alcance, se dejaba caer sobre ella la pasarela, en cuyo extremo había una punta metálica que se clavaba en la cubierta enemiga.

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Quinquerreme romano temprano con “corvus” (J. Burns).

El "corvus" debutó con éxito en la batalla de Mylae (260), donde su uso sorprendió a los cartagineses. Superada la sorpresa inicial, los cartagineses intentaron adaptarse a la situación, aun así volvieron a ser derrotados en Cabo Ecnomo (256). Sin embargo, la historia del “corvus” termina aquí. Se cree que el engorroso aparato habría contribuido al desastre de las flotas de 255 y 249, hundidas por tormentas.

La reconstrucción de la escuadra romana en el 243 implicó la construcción de 200 nuevos quinquerremes, pero ahora de un nuevo modelo. Se tomo como base la veloz nave capturada a Anibal el Rodio en Lilibeo (250), que suponemos que era también un quinquerreme. A la par que contar con un “cinco” más ligero y maniobrable, la experiencia naval romana sin duda había mejorado, por lo que el “corvus” ya no aparece, y es sustituido por una pasarela de abordaje normal y corriente que se podía llevar sobre cubierta.

A lo largo de la 1ª Guerra, los romanos perdieron 700 quinquerremes por 500 de los cartagineses; y durante algún momento de la guerra se podían poner en acción hasta 700 quinquerremes entre ambos contendientes. Todo ello da una muestra de la importancia del “cinco” en dicha guerra.

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Quinquerreme romano con “corvus” (P. Dennis). La distribución de los equipos de 5 remeros por hilera no aparece muy clara, pero se puede ver bien como los remeros están protegidos pero ventilados. En el extremo se puede ver como se está izando el mástil, que en combate se abatiría sobre cubierta.

Durante la 2ª Guerra Púnica (218-201), el “cinco” seguiría siendo el predominante en las filas romanas; teniendo los romanos unos 220. En principio 160 se habrían quedado para operar en aguas italianas y sicilianas. Al frente hispánico se asignaron en principio 35 quinquerremes, y en el 210 cuando marchó para allí Cornelio Escipión el Africano, lo hizo con otros 30. Otros 25 acabarían siendo despachados al Adriático (216) y finalmente sirviendo en apoyo de la Liga Etolia.

Aparte del uso como navío “de línea”, el quinquerreme también se podía usar en asedios navales. Una de las ocasiones más notables fue el asedio de Siracusa (213-211), en el que participaron 60 quinquerremes romanos, la mayoría fueron equipados como plataformas de tiradores pero ocho de ellos se usaron como “plataforma de asalto”. Atados por pares, se les equipó con "sambucae": escaleras de asalto protegidas, que debían permitir el asalto directo a las murallas, aunque el ataque resultó un fracaso ante las medidas defensivas diseñadas por el renombrado Arquímedes.

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Quinquerreme romano (P. Connolly). 

El quinquerreme también se podría utilizar como “transporte de tropas”. Así durante la 2ª Guerra Púnica, la 1ª Legión fue transportada a Sicilia a bordo de 30 quinquerremes: unos 150 legionarios por nave. Es posible que para trayectos muy cortos, y dejando en tierra todo lo innecesario como torres, piezas de artillería... se pudieran llegar a transportar en modo “flete” a más de 200 legionarios.

En los dos siguientes siglos, el quinquerreme siguió siendo la columna vertebral de las escuadras romanas, aunque declinando un poco en número. En los enfrentamientos entre la flota de Octavio (Agripa) y la de Sexto Pompeyo, la escuadra octaviana tenía una fuerte base de quinquerremes, frente a las fuerzas más ligeras pompeyanas que tenían pocos de estos. Aun así no era tarea fácil someter a las ágiles naves pompeyanas y Agripa tuvo que recurrir a refinar las tácticas de la flota octaviana, y añadir al arsenal naval romano el "harpax": un gancho de abordaje que se lanzaba desde una pieza de artillería.

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Dos interpretaciones de un quinquerreme romano (M. Pitassi). El de arriba corresponde a un modelo del comienzo de las guerras púnicas, equipado con corvus y con una torre pesada. El segundo modelo corresponde al del final de la 1ª Guerra Púnica, carece de corvus y las torres son más ligeras; así mismo es más largo y con unas líneas más “refinadas”.


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Quinquerreme romano basado en el monumento de la Isola Tiberina (G. Denning).


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Quinquerreme romano del mismo estilo que el anterior (J. Coates).


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Quinquerreme romano del estilo de los dos anteriores (G. Rava). Tiene 282 remeros, y además de una torre a proa va equipado con varias piezas de artillería.

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Reconstrucción de una sambuca (Richard Hook). La ilustración corresponde al asedio póntico de Cyzico (73 a.C.), aunque es muy posible que no se usara una sambuca de estilo romano sino otro ingenio tipo torre de asalto, tal vez algo similar a la torre de la izquierda aunque ésta da la impresión de ser excesiva.

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