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Puerto Rico: El Antonio López

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El 25 de Junio, el USS Saint Paul fue relevado en sus tareas de bloqueo por el USS Yosemite, otro crucero auxiliar. Este barco, ya lo conocíamos por su fracaso en la captura de otro “Blokade Runner” español, el Purísima Concepción. Era un mercante de 6180 tons, antiguamente denominado El Sud, perteneciente a la Southern Pacific Company, reconvertido en crucero auxiliar, fue armado con 10 cañones de 5 plg y 6 de fuego rápido de menor calibre, así como 2 ametralladoras colt, situados en portas en sus costados. Sus maquinas fueron protegidas con planchas de blindaje y depósitos de carbón. Su tripulación de 285 hombres, exceptuando el capitán y algunos oficiales, estaba compuesta por voluntarios de la Michigan Naval Brigade, pertenecientes a la Milicia Naval de los Estados Unidos. La mayor parte de estos voluntarios eran profesores y estudiantes de la Universidad de Michigan, y otros eran miembros de la elite de los clubes sociales de la ciudad, con pocos días de entrenamiento. Una de sus primeras misiones consistió en escoltar a los marines que desembarcaron en Guantánamo.
El 16 de Junio de 1898 había salido del puerto de Cádiz el trasatlántico Antonio López, de 6400 tons, de una chimenea, y perteneciente a la Cía Trasatlántica del Marqués de Comillas, con un cargamento de armas y pertrechos para San Juan de Puerto Rico, entre ella varias toneladas de pólvora y municiones. La destrucción de este buque estuvo rodeada de torpezas inexplicables así como también de actos de valentía.
Se ve que a pesar de estar avisados por un cablegrama de la inminente llegada del vapor, las autoridades españolas de San Juan no tomaron las elementales precauciones, tales como encender señales luminosas en las boyas de la entrada del puerto, ya que el faro estaba apagado y el litoral obscurecido como mediada de guerra, o situar algunos de los barcos cañoneros afuera a la espera del transporte, para protegerlo o escoltarlo. Efectivamente la noche del 27 al 28 de Junio el Antonio López pasó de largo la entrada del puerto, por no poder verla, y la luz del día lo sorprendió a varias millas de la misma, a lo largo de la costa, al conocer su error, viró rápidamente y puso proa a toda máquina hacia San Juan, protegido por un frente de lluvias que lo ocultaba parcialmente. Aun así podría haber entrado a puerto felizmente, a no ser porque el vigía de la fortaleza de San Cristóbal, vecina del Morro, en su entusiasmo por dar la noticia a la ciudad, izó en el mástil de señales las banderas que indicaban “vapor español por el oeste”. El USS Yosemite, que estaba al Este y no había visto al Antonio López, percibió las señales y se puso en marcha, aumentando gradualmente su velocidad, comenzando la caza.
A la altura del Morro el Yosemite comenzó el cañoneo, logrando colocar varias granadas en el vapor español, los fuertes españoles del Morro y Cañuelo no abrieron fuego a su vez, ya que no podían hacerlo sin una orden expresa del jefe de la Plaza (motivada seguramente para evitar bombardear a algún rompedor del bloqueo que se acercara), si hubiesen disparado sin duda hubieran alcanzado al Yosemite. Mientras, salían apresuradamente los barcos Isabel II y General Concha atacando al USS Yosemite, mientras el pequeño cañonero Ponce de León corría en auxilio del Blockade Runner. Cuando por fin las baterías de las fortalezas abrieron fuego, y sus disparos cayeron cerca del Yosemite, el barco americano se vio obligado así a alejarse de la costa, mientras repartía sus fuegos entre los buques españoles, pero el Antonio López, ya fuera por sus averías o intencionadamente, fue lanzado contra la costa por su capitán, varando en la arena, la tripulación abandonó precipitadamente el buque en los botes y a nado y se alejó corriendo a todo lo que daban las piernas ante el temor de que estallara la pólvora y las municiones. A bordo solo quedaron el primer oficial, el cura y algunos heridos.
El Ponce de León llego a toda máquina y abordó al trasatlántico tan violentamente que uno de sus palos se rompió y cayó. Todos los buques suspendieron el fuego; el Isabel II disparó 32 granadas, siete el Concha, bastantes el Ponce y más de 300 el Yosemite. Pronto fueron enviadas desde la ciudad lanchas, remolcadores y tropas, se emplazaron cañones de montaña en la costa y se comenzó la descarga, que se prolongó 3 días y 3 noches: 6 cañones de 12 cm (uno se perdió al caer al mar), 4 morteros de 15 cm y dos obuses sistema Mata, todos de bronce, 300 disparos por cada pieza, 50 tons de pólvora prismática y 500 000 raciones para la tropa, todo lo cual vino muy bien para la defensa de la capital puertorriqueña. Durante la noche del 29 se intentó remolcarlo para reflotarlo, pero una roca había perforado el casco y resultó imposible de salvar. Se comprobó que el Antonio López había recibido 6 disparos que dañaron la superestructura sin perjudicar las maquinas.
Todo esto fue observado por el USS Yosemite desde la distancia. Se le achaca no haber atacado para destruir el buque varado y su carga antes de que esta fuese salvada, ya que los barcos españoles si bien eran 3 eran más pequeños y menos armados que el crucero auxiliar americano. No sé si este ataque lo pondría al alcance de las baterías del Morro, las cuales si que podían haberlo echado a pique. Creo que quizá lo hubiese conseguido, pero recibiendo daños de consideración. El Yosemite también confundió al pequeño cañonero Ponce de León con el torpedero Terror, que a la sazón estaba averiado y en reparaciones. La descarga de este buque varado, a la vista del enemigo, no deja de ser un acto valiente, del Antonio López se aprovechó prácticamente todo: la vajilla, el piano, hasta el capellán rescató las imágenes religiosas.
El capitán del Antonio López, el catalán Ginés Carreras, fue criticado por cobardía e ineptitud, en su descargo declaró que había recibido órdenes del propio presidente de la Trasatlántica de garantizar sobre todo que la carga llegase a su destino, aun a costa de perder la nave, además era un civil y no un militar, un testigo le escuchó decir: “Figúrese usted, amigo: llovían proyectiles, y yo sabía que en la bodega había 50 toneladas de pólvora... Corren hasta los tullidos.”
El día 15 de julio, al amanecer, se presentó frente a la plaza un barco de guerra americano, el crucero USS New Orleans, con cañones de mayor alcance. Después de ponerse al habla con el Yosemite, viró en redondo, y, pasando a lo largo y fuera del alcance de los cañones del Morro, reconoció al Antonio López. Al siguiente día, y con fuego de tiro rápido, lo acribilló, poniéndolo en llamas al tercer disparo, de 20 que le hizo. Dos días después el buque seguía ardiendo. Semanas más tarde, desapareció bajo las aguas, en su mayor parte, aunque todavía están sus restos en el fondo del mar, recientemente el gobierno americano declaró el sitio como de interés histórico nacional.

Ruinas del Antonio López:
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Hasta aquí por hoy, próxima entrega Combates navales, Corte de cables, Bombardeos, Expediciones, etc…

Bibliografía:
Crónica de la guerra hispano-americana en Puerto Rico, por Ángel Rivero, capitán de artillería.
Revista General de Marina.
Revista Mundo Naval Ilustrado
Revista La Ilustracion Hispanoamericana
Appendix to the Report of the Chief of the Bureau of Navigation.
Illustrated case inscriptions from the official catalogue of the trophy flags of the United States Navy (1913)
EXCITING EXPERIENCES IN OUR WARS WITH SPAIN & FILIPINOS EDITED BY MARSHALL EVERETT.
The American navy (1915) Author: Chadwick, French Ensor,capitan del Uss New York
The relations of the United States and Spain: the Spanish-American war - Chadwick, French Ensor
Rear-Admiral Schley, Sampson and Cervera by James Parker. Published 1910
Operaciones navales. Guerra hispano-cubano-americana por Gustavo Placer Cervera.
Periódicos N. Y. Times, La Vanguardia,
Páginas Webs y foros: Vida Marítima, Historia Naval, 1898 El Desastre, Span-Am War Centennial website,


1º PARTE


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