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“¿Acaso tienes miedo Giscón? - preguntó Aníbal con una sonrisa.

- No, pero me sorprende ver un ejército tan numeroso – contestó este.

- Pues todavía es más sorprendente, cosa que no has pensado, que entre tantos hombres no haya uno siquiera que se llame Giscón - contestó Aníbal.

Los dos hombres rieron entonces “

                                                                          (Plutarco, Cannas, 216 a.C.)

Introducción 

Pocos líderes han ocupado tantos estudios históricos y militares como la figura de Aníbal, cuyas campañas, a veces, se confunden tras el paso de los siglos con historias de leyenda. Esto se debe principalmente a dos factores, el primero de ellos fue asestar a Roma la mayor derrota táctica en una batalla campal de toda su historia, en Cannas, la cual influyó en la concepción militar hasta inicios del siglo XIX, y el segundo, haber mantenido en jaque a las legiones de la Roma republicana durante más de quince años, creando una sensación de inseguridad y peligro en la ciudad que con el paso del tiempo se ha mantenido con el proverbio latino “Hannibal ad portas” como sinónimo de peligro. 

Por otra parte, hay una serie de razones que hacen muy atractiva la figura del caudillo cartaginés. En primer lugar, el paso de los Alpes por vez primera con un gran ejército, teniendo en cuenta los escasos medios logísticos que existían en aquella época. Otra de las razones fue el conseguir convertir una fuerza formada por un conglomerado étnico de cartagineses y mercenarios de muy diversa procedencia: íberos, celtas, númidas, etc. en una perfecta máquina militar, siempre luchando contra el mejor ejército de la época muy superior en número, representado por las legiones romanas. De hecho, otros generales cartagineses con tropas similares no consiguieron los mismos logros, probablemente al no tener el mismo carisma que un hombre de estricta disciplina, capaz de compartir y sentir las mismas penalidades que el infante libio-fenicio, el cual, con su pesada pica iba al día siguiente a vender cara su vida por su general y no por una ciudad Cartago y su clase política que, en la mayoría de las ocasiones, durante la Segunda Guerra Púnica dieron la espalda a su más brillante estratega. 

Aníbal surge entonces como uno de los grandes generales de la historia militar, lo cual es independiente de su decisiva derrota en Zama, a manos de otro de los grandes generales del mundo antiguo Escipión “El Africano”, y que dos mil años más tarde, al igual que un joven general corso que también cruzó los Alpes, es más recordado que su vencedor. 

La Estirpe De Los Barca 

Aníbal nació en Cartago en el 247 a.C. siendo su padre Amílcar Barca, en ese momento al mando de las tropas cartaginesas que luchan contra Roma en Sicilia durante la Primera Guerra Púnica. Era el mayor de tres hermanos, le siguieron Asdrúbal y Magón, los cuales conformaron la llamada “Estirpe del León”, descendientes del gran Amílcar de la familia de los Bárcidas (barqä en púnico y que significa rayo), los cuales tendrán distinto protagonismo durante el enfrentamiento con Roma[1]

A Aníbal se le representa físicamente como un hombre de buena planta, pelo negro y rizado, típico de la raza púnica. A lo largo de los años, su aspecto físico se irá deteriorando por los rigores de las continuadas campañas militares, de hecho perdió un ojo debido a una infección en Italia, aunque quizás su carácter más fundamental fuera el rechazo a los romanos, inculcado por su padre Amílcar, cuando en el 237 a.C. y antes de partir rumbo a Iberia para ejecutar el plan diseñado por éste, consistente en incorporar dichos territorios al Imperio Cartaginés, en el momento de efectuar el sacrificio para desear que la empresa fuera propicia le hizo jurar odio eterno a Roma. 

El ejército de Amílcar, dada la falta de una flota adecuada después de la derrota contra Roma en la primera Guerra Púnica, entró en la Península Ibérica a través de Gadir, primera ciudad fenicia fundada en España. Posteriormente desde la base militar de Akra Leuké inició una serie de operaciones y alianzas con las distintas tribus y pueblos que ocupaban la Península, fundamentalmente con turdetanos y carpetanos, sin embargo Amílcar en el invierno del 228-229 a.C. durante una escaramuza contra rebeldes oretanos moriría ahogado al cruzar un río cerca de Heliké, recayendo el mando del ejército cartaginés en su yerno Asdrúbal “el bello”[2]

Éste continúa la estrategia de su suegro y en el 227 a.C. funda una nueva ciudad, Qart Hadasht, futura base de operaciones púnica, a la vez que un joven Aníbal, al mando de la caballería, va aprendiendo y habituándose a lo que es un ejército en campaña. 

El avance de Asdrúbal contra las belicosas tribus íberas es tan espectacular que en el 226 a.C., Roma firma un tratado con Cartago, en el cual se delimitaba el área de influencia púnica fijando como frontera al norte el río Ebro, lo que al final será uno de los detonantes del inicio de la Segunda Guerra Púnica. La situación se mantuvo hasta que en el 221 a.C. Asdrúbal fue asesinado por un esclavo celtíbero en venganza por la muerte de su amo, según el historiador romano Tito Livio (21.2.6) Es entonces cuando Aníbal es proclamado comandante en jefe de las tropas cartaginesas en la Península Ibérica. Tan solo tenía veinticinco años.

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Sagunto Y El Inicio De La Segunda Guerra Púnica 

Aníbal toma la iniciativa, primero pone sitio a la población de Carteya, sede de la tribu de los oldacos y posteriormente derrota y somete a los vacceos tomando las ciudades de Helmántica y Arbucala, todo ello con la movilidad propia de su ejército de mercenarios que le caracterizará a lo largo de sus campañas. A finales del 220 a.C. el ejército cartaginés ya está adiestrado y equipado para iniciar el plan diseñado años atrás por Amílcar que no es otro que la invasión de Italia, por donde nadie lo había realizado antes, cruzando los Alpes, pero hace falta un pretexto para iniciar la guerra y este se lo va a dar la población de Sagunto, situada al sur de la línea del Ebro, zona de influencia cartaginesa. 

Sagunto, era una ciudad estratégicamente situada, cercana al mar y con buenas vías de comunicación en la costa del Levante Mediterráneo, pero que se encuentra en una situación anómala desde el tratado firmado entre Roma y Cartago en el 226, a.C., ya que aunque dentro de la esfera de influencia cartaginesa, la ciudad tiene un tratado de protección con Roma. Las disputas entre facciones saguntinas a favor de Roma o Cartago y el asesinato de ciudadanos proclives a esta última, sumado al hecho que Aníbal aliente el enfrentamiento entre los turdetanos y los saguntinos, le da pie a intervenir, siendo consciente que ello va a provocar el choque con Roma. 

En el verano del 219 a.C. Aníbal pone sitio a la ciudad, que se prolongará durante ocho largos meses, durante los cuales recibe y rechaza las exigencias de los emisarios enviados por Roma. Estos tampoco encuentran satisfacción en el Consejo de los Cien de Cartago, donde el emisario Quinto Fabio Máximo, recogiéndose la toga sobre el pecho dijo: “Aquí os traemos la paz o la guerra, elegid lo que queráis”, a lo que los sufetes cartagineses contestaron que fuera Roma quien eligiera, Fabio concluyó “Guerra”. Se iniciaba así la Segunda Guerra Púnica. Durante el sitio, el férreo bloqueo de Aníbal desbarata los intentos de salida de los saguntinos, de hecho el ejército de Aníbal no debía contar con demasiadas máquinas de asedio a pesar de la necesidad de eliminar cuanto antes esta ciudad de su retaguardia una vez iniciadas las hostilidades con Roma. En el 218.a.C. al final vencidos por el hambre y las plagas y puesto que Roma ha abandonado la ciudad a su suerte, ésta sucumbe, dejando Aníbal una guarnición en la misma antes de partir al Norte para cruzar el Ebro.

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El Ejército De Aníbal 

El ejército con el que Aníbal reúne antes de invadir la Península Itálica y cruzar los Alpes se compone de aproximadamente 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes, de los cuales solo un tercio sobrevivirán a la larga marcha de cerca de seis meses que les llevará a las fértiles planicies del valle del Po. No obstante, dicho ejército operando lejos de sus bases va cambiando en su composición, debido tanto a los nuevos aliados que se incorporan como por la diferente calidad de sus tropas por el paso de los años. 

Inicialmente el núcleo del ejército se compone de libio fenicios y oficiales cartagineses, todos ellos equipados a la manera macedónica y que forman la típica falange, con largas picas y escudos ovalados, también lo compone infantería ligera y caballería númida, posiblemente la mejor de la época, pero asimismo una gran parte del ejército que inicia la marcha lo forman tropas íberas reclutadas en la Península, en su gran mayoría infantería ligera, armada generalmente con caetra, falcata y soliferrum. Finalmente, unos 4.000 honderos de las baleares, los cuales según Diodoro Sículo: “en la práctica de lanzar grandes piedras con honda aventajan a todos los demás hombres.” 

El cruce de los Alpes fue previamente preparado por agentes púnicos mediante alianzas con tribus celtas de las zonas que atravesaría el ejército de Aníbal, permitiendo incorporar gran cantidad de tropas celtas, infantería pesada y caballería, equipada básicamente con una espada de 75-80 cm y a los que tras las primeras batallas se les irá equipando, al igual que al resto del ejército, con cotas de mallas capturadas a los legionarios romanos. Estas tropas celtas serán los primeros grandes refuerzos de Aníbal, tras las duras perdidas en la ruta a través de los Alpes, aunque según el general cartaginés, no dejaran de ser “forraje para el pilum”. 

Posteriormente, tras la batalla de Cannas se incorporaran en gran número aliados itálicos, hasta 40.000, brucios, lucanos, samnitas o campanios. Cuando Aníbal retornó de Italia gran parte de sus veteranos, unos 18.000, eran aliados de origen italiano, fundamentalmente brucios. Lo cierto es que a esta masa tan heterogénea de tropas, cuya uniformidad a diferencia de las legiones romanas era la propia de cada contingente y con sus propios líderes, se mantuvo como un ejército cohesionado a lo largo de quince años, sin motines dignos de mención, gracias al carisma y disciplina del general cartaginés. Sin embargo, lo que más debilitará al ejército de Aníbal serán las pérdidas de sus veteranos africanos e íberos, remplazados por un mayor número de tropas celtas e itálicas, demasiado bisoñas, lo que tendrá consecuencias fatales años más tarde. 

Enfrente Roma y sus aliados de la Confederación Itálica, pudieron poner en pie de guerra cerca de 700.000 infantes y 90.000 jinetes, organizados en legiones de 4.500-5.000 hombres, es decir unos recursos inmensos, como lo justifica que solo en los dos primeros años de campaña el Senado romano crea al menos 21 legiones para operar en diversos teatros de operaciones.

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El Paso De Alpes 

La estrategia de Aníbal con sus limitados recursos fue llevar la guerra a territorio romano para separar a Roma de sus aliados, basándose en causar el mayor número de pérdidas humanas y materiales que pueda conseguir y forzar un tratado ventajoso para Cartago. Así pues, la manera rápida de llevar a cabo la campaña era por tierra, atravesando los Alpes, dado que un desembarco en la Península Itálica estaba descartado ante la falta de poder marítimo cartaginés. 

Aníbal salió de Qart Hadast con su ejército en el mes de mayo, dividiendo su ejército en tres columnas antes de cruzar el río Ebro. Pasaría dos meses conquistando y sometiendo a los pueblos entre el Ebro y los Pirineos, durante los cuales sufrió cerca de 3.000 deserciones de tropas iberas, a la vez que licenciaba a otros 7.000 hombres de las últimas levas ibéricas, a causa de su dudosa fiabilidad. Además, 15.000 soldados y 21 elefantes quedaron al mando de su hermano Asdrúbal para vigilar las posesiones al Sur del Ebro. Finalmente, se dejó a otros 11.000 soldados, así como el equipo de sitio, bajo el mando de Hannón para proteger las nuevas tierras conquistadas, vigilar a la colonia griega de Emporion, aliada de los romanos, así como para acabar con las tribus hostiles al dominio cartaginés. 

Todo lo anterior hace que Aníbal tenga unos 38.000 infantes y 8.000 jinetes, más los 37 elefantes, cuando tras cruzar los Pirineos junto con su otro hermano, Magón, consigue, gracias a sus dotes diplomáticas, llegar sin ser molestado por las distintas tribus celtas hasta el río Ródano, cuya anchura de mil metros en algunos puntos lo hace un obstáculo natural formidable. 

En la orilla oriental se encontró con la tribu gala de los volcae, hostil a su paso. Tras dejar descansar a sus tropas durante tres días decidió planear un golpe de mano para forzar el cruce del río. Envió a Hannón junto con un reducido destacamento río arriba para, amparándose en la oscuridad de la noche, vadear el río sin ser detectados. Una vez recibida la señal de humo convenida Aníbal ordenó el cruce del río en balsas de diverso tamaño, yendo él mismo en vanguardia de sus tropas. Cuando los volcas vieron la maniobra abandonaron su campamento dispuestos a rechazarlos, sin embargo, tras asegurar los cartagineses la cabeza de puente los volcas fueron sorprendidos por las tropas de Hannon que les atacaron por su retaguardia quemando el campamento. El grueso del ejército cartaginés cruzaría el Ródano ese mismo día. 

Por su parte los romanos no se quedaron de brazos cruzados. En el 218 a.C. fueron nombrados cónsules Tiberio Sempronio y Publio Cornelio, padre del futuro vencedor de Aníbal. El primero dirige su ejército al sur, a Sicilia con la idea de embarcar en Lylibaeum rumbo a Cartago, mientras Escipión, embarca su ejército rumbo a Hispania, pero con semanas de retraso debido a ataques celtas en el Valle del Po lo que le obligó a reclutar una nueva legión para sustituir las tropas dejadas para proteger las colonias romanas de esa región. 

Este retraso en la marcha del ejército consular romano tendrá consecuencias, ya que al hacer Escipión escala en Massalia, ciudad aliada de Roma, su sorpresa es mayúscula al ser informado que Aníbal se encuentra en el Ródano, cuando se le suponía no más allá de los Pirineos. Escipión inicia desde la desembocadura del Ródano un rápido avance hacia el Norte, pero llega tres días después al vado donde Aníbal ha cruzado el río. De nada sirve enviar 300 jinetes río arriba, ya que son interceptados por 500 jinetes númidas en el primer choque de la guerra, lo que confirma las sospechas de que Aníbal se dirige a la Península Itálica. Ante la nueva situación estratégica, Escipión manda embarcar a su ejército al mando de su hermano Cneo rumbo a Hispania para cortar los suministros a Aníbal, mientras él retorna a Italia para ponerse al frente de las dos legiones que están en el Valle del Po, al mando de los pretores Lucio Manlio y Cayo Atilio. Además, se ordena al ejército de Sempronio regresar rápidamente desde Sicilia para unirse a Escipión y enfrentarse al ejército púnico. 

Mientras tanto Aníbal ha remontado el Ródano por su orilla izquierda durante cuatro días hasta llegar a “La Isla”, un terreno bordeado por los ríos Ródano e Isere y rodeado de montañas y marismas. Desde ese punto, se dirige a los Alpes siguiendo el Isere. Son varias las teorías sobre la ruta seguida por Aníbal a través de las montañas nevadas ya en el otoño del 218 a.C. hasta llegar al valle del Durance, pero lo cierto es que tendrá al menos dos duros enfrentamientos con los pueblos de la zona, los alóbroges y luego los ligures. 

El despliegue durante el avance del ejército púnico fue el siguiente: primero marchaba la caballería y los elefantes, en medio el bagaje y la impedimenta y cerrando la marcha la infantería pesada. Los ataques de flanco y emboscadas de las tribus de la zona, a veces, haciendo rodar grandes piedras, aumentó el número de bajas del ejército cartaginés, ya de por si elevadas, por los hombres que caían despeñados, el frio y las enfermedades, sin embargo, en todos los enfrentamientos las entrenadas tropas púnicas consiguieron abrirse paso hasta llegar o bien al paso de Mongenevre, el Col du Traversette o el Col du Clapier, para iniciar el descenso al Valle del Po, al cual se llega tras dos semanas del inicio de la marcha hacia noviembre del 218.a.C., pero a costa de haber quedado reducido su ejército a 20.000 infantes y 6.000 jinetes y 30 elefantes.

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Las Primeras Victorias: Tesino, Trebia, Trasimeno 

La segunda semana de noviembre del 218 a.C. el ejército de Aníbal famélico y muy reducido en número estaba ya en las planicies del Norte de Italia, pero aunque manteniendo el núcleo de su infantería pesada africana y ligera íbera, así como su caballería númida, necesitaba aumentar sus efectivos a toda costa, incorporando a los celtas hostiles a Roma. Para ello debía hacer una demostración de fuerza a las tribus de la zona, así que para conseguir la alianza con los insubres aceptó su petición de que atacase la capital de los taurinos, con los cuales llevaban tiempo en guerra. Tras tres días de asedio Taurasia era conquistada por las tropas de Aníbal y conseguía así sus primeros aliados en la Galia Cisalpina. 

Tras conocerse la llegada de las tropas púnicas Escipión decidió marchar con su caballería para detener el avance. Por su parte, Aníbal no rehuyó el encuentro, ya que una victoria sobre los romanos conseguiría que más tribus se decidiesen a aliarse con los cartagineses. 

Este primer encuentro se produjo en el río Ticino y fue más un combate de caballería que una batalla campal. Aníbal contaba probablemente con la totalidad de su caballería, unos 6.000 jinetes, frente a unos 3.000 jinetes romanos y aliados, además de un contingente de poco más de 7.000 vélites. Ambas caballería pesadas se encontraron en el centro, sin embargo los númidas atacaron los flancos romanos, donde se encontraban los vélites, los cuales se desbandaron, esto permitió a los númidas atacar a la caballería romana por los flancos produciendo la primera victoria de Aníbal sobre los romanos en Italia. Según parece, Publio Cornelio Escipión herido, fue salvado por su hijo de diecisiete años de su mismo nombre, el cual se abrió paso entre los jinetes enemigos a golpe de espada para salvar a su padre. El muchacho en cuestión sería conocido años más tarde como Publio Cornelio Escipión “El Africano”.

 Tras el combate Escipión se retiró prudentemente con las dos legiones que disponían en Placentia, hacia la confluencia de los ríos Po y Trebia, con el fin de esperar la llegada desde el sur del ejército de Sempronio. Mientras Aníbal se avituallaba de los depósitos dejados por los romanos y su ejército se reforzaba con las levas de galos y ligures llegando hasta contar con aproximadamente 40.000 hombres. 

El mes siguiente, en diciembre, el ejército de Sempronio llegó al teatro de operaciones y se unió a las tropas de Escipión, pero dado que éste se encontraba herido tras el primer enfrentamiento con el ejército cartaginés, Sempronio tomó el mando de todas las tropas romanas y aliadas, incluidas algunas tribus celtas. 

Aníbal necesitaba nuevamente provocar una batalla con los romanos, el tiempo corría en su contra, tanto por los suministros, un eterno dilema a lo largo de sus campañas, como por atraer definitivamente a las tribus celtas de la región. Por otra parte, el impulsivo Sempronio estando próxima la elección de cónsules necesitaba una victoria, lo que le llevaría a caer en la provocación del general cartaginés. 

Aquella fría y desapacible mañana de diciembre del 218 a.C. Aníbal ordenó a su caballería númida cruzar el Trebia para provocar al ejército romano y atraerlo a una batalla aparentemente a campo abierto. Sin embargo, Aníbal previamente había ordenado a su hermano Magón, que con un destacamento de 2.000 hombres se ocultaran entre las malezas de la orilla del río, más abajo del punto de cruce de la caballería númida. 

Los romanos cogidos por sorpresa en las primeras horas del día y todavía sin comer iniciaron la persecución de la caballería númida en su falsa retirada, cruzando de manera desordenada un río con el agua helada que les llegaba hasta la altura del pecho, antes de formar en la otra orilla sobre un terreno húmedo y pesado. Por contra Aníbal había dispuesto antes de iniciar el ataque que sus tropas fueran avitualladas y que los hombres se untasen en grasa para protegerse del intenso frío. 

El congelado ejército romano se desplegó a unos 1.400 metros del campamento cartaginés, colocándose al estilo tradicional (Quincunx), las legiones, unos 16.000 hombres y la infantería aliada, cerca de 20.000, en el centro, precedidas de los vélites en vanguardia, la caballería en las alas estaba compuesta por 1.000 jinetes romanos en su ala derecha y 3.000 jinetes aliados en la izquierda y a continuación de estos los aliados galos. En total una fuerza de unos 40.000 hombres. Por su parte Aníbal desplegó 1.000 infantes ligeros en vanguardia, luego sus 20.000 infantes africanos, celtas e íberos en una larga línea en el centro, con 15 elefantes al final de cada extremo de la línea de infantería, repartiendo sus 5.000 jinetes en cada una de sus alas. En total unos 32.000 hombres incluido el destacamento de Magón. 

El combate se inició con el choque de la infantería ligera de ambos bandos teniendo que retroceder los vélites romanos, tras ellos se produjo el avance de las legiones hacia la línea cartaginesa que una vez lanzados los pilum atacaron el centro cartaginés, empezando a ser sin embargo los legionarios diezmados por los honderos baleares. A su vez la caballería cartaginesa superior en número y preparación, atacó ambos flancos del ejército romano, obligándoles a abandonar el campo. Lo mismo sucedió con los aliados galos del contingente romano, que atacados por los elefantes, animal al que jamás se habían enfrentado, huyeron despavoridos. Los legionarios fijados en la parte central por las tropas púnicas y ahora por los elefantes se vieron atacados por los flancos por la victoriosa caballería cartaginés y por las tropas de Magón que surgieron de su emboscada para acabar de rodear al ejército romano atacándoles por la retaguardia. 

Muchos legionarios serían masacrados en el campo de batalla, solo en el centro algunas unidades consiguieron abrirse paso y retirarse hacia Placentia, pero la gran mayoría volvieron a rebasar en desorden el Trebia, muriendo muchos de ellos ahogados. Se estima entre 15-20.000 el número de romanos muertos, siendo las bajas de Aníbal escasas, sobre todo celtas. 

Tras la batalla Escipión se retiró hacia Ariminum para bloquear el avance cartaginés hacia Roma desde el Adriático, mientras Sempronio hizo lo propio replegándose hacia Arezzo, para evitar la invasión de Etruria. Por su parte Aníbal trataba de ganarse sin éxito a los etruscos, como había hecho ya con ligures y galos cisalpinos que en masa se pasaron al bando cartaginés. El general cartaginés descansaría durante el invierno en el valle del Po, recuperándose del primer choque, en especial su caballería y los elefantes los cuales quizá debido a una plaga murieron todos menos uno. 

Tras el invierno las operaciones se reanudaron en la primavera del 217 a.C., habiendo sido elegidos ese año como nuevos cónsules Cneo Servilo Gemino y Cayo Flaminio Nepote, este último que será el contendiente de Aníbal en el Lago Transimeno era miembro el partido popular del senado, un ardiente orador y además contaba con cierta experiencia militar al haber derrotado a los galos insubros en el Addua en el 223.a.C. Flaminio, en un acto de populismo, toma el mando de su ejército en Aretium donde se encontraba el campamento de sus tropas en lugar de según la tradición en Roma. Disponía de las legiones III, IV, X y XI y tropas aliadas, en total unos 35.000 hombres que cierran el camino hacia Roma más largo, siguiendo las montañas y el río Arno, todavía muy crecido en esa época del año pero que era una ruta difícil de controlar por el ejército romano, dada la diversidad de pasos posibles para los cartagineses a través de los Apeninos. 

Mientras Servilio quedaba en Ariminun, con las legiones XII y XIII, más los aliados itálicos a los que más tarde se le unirían desde Placentia las veteranas Legiones I y II. Todas estas tropas bloqueaban el camino más directo que podía tomar el ejército cartaginés a través del Valle del Po, para llegar a Roma. Aníbal eligió la ruta larga de Etruria, aunque sin conseguir que los etruscos abandonaran la Confederación Romana. El ejército púnico ahora con 50.000 efectivos, una vez unidas las tribus celtas tras sus victorias, se dirigió durante cuatro días al sur siguiendo el Arno, por zonas inundadas, teniendo que dormir encima de los animales muertos, y es entonces cuando Aníbal debido a las insalubres condiciones de la zona pierde la visión en un ojo. 

La estrategia romana era seguir al ejército de Aníbal, una vez sabida su ruta elegida sin entablar combate, hasta que se unieran los dos ejércitos consulares obteniendo superioridad numérica, por el contrario de nuevo Aníbal trataría de provocar la batalla. Mientras, este se dedicó a saquear la fértil zona, delante del impasible ejército romano de Flaminio, resguardado en la ciudad de Arezzo y ante la falta de respuesta de este, Aníbal paso de largo y se dirigió al sur a lo largo de los treinta y cinco kilómetros del valle que llevaba hacia Perugia, al final del cual se encontraba el paso al lado del lago Transimeno, rodeado este por montañas con excepción de la zona llana de la orilla. Lo anterior para el impulsivo Flaminio, era más de lo que podía soportar y a pesar de los consejos de prudencia de sus oficiales, siguió a Aníbal hacia el sur. 

La noche del 20 de junio del 217 a.C. Aníbal acampó en la orilla norte del lago en una colina en la zona este del mismo, mientras Flaminio lo hacía en la llanura oeste, antes de empezar la senda bordeada por montañas que se dirigía hacia el sur. Sin embargo, durante la noche Aníbal bloqueó el paso con sus tropas ligeras y desplegó en las laderas que bordean el lago Transimeno a su ejército, colocando en su extremo derecho las tropas celtas que cerrarían la trampa, en el centro de las tropas emboscadas, la caballería númida, celta e íbera y en el extremo oriental, la infantería pesada íbera y la falange de infantería libio-fenicia. 

A la mañana siguiente Flaminio cometió el error de no explorar la zona de colinas al norte de donde iba a pasar, e inicio la marcha con las tropas de élite (extraordinarii) en cabeza, las legiones en el centro de la larga columna y al final de la misma las tropas aliadas. Cuando la vanguardia romana de 6.000 hombres tomó contacto con las tropas de Aníbal que bloqueaban el camino, desde las colinas situadas en el flanco izquierdo romano se abalanzaron los cartagineses sobre unas sorprendidas legiones romanas que sin formar fueron empujadas y masacradas en el borde del lago o bien ahogadas por el peso de sus lorigae. Flaminio cayó muerto por un lanzazo de Ducario, un galo insubro que se vengaba así de la derrota de su pueblo siete años antes. En tres horas de combate más de 15.000 romanos y aliados yacían muertos y otros 10.000 eran hechos prisioneros, el coste de bajas del ejército de Aníbal no llegaría a los 2.500, de nuevo en su mayoría celtas. Al día siguiente la vanguardia romana que se había abierto paso hacia el sur era alcanzada y rendida por la caballería cartaginesa al mando de Maharabal. 

Las desdichas romanas no acabaron aquí, días más tarde una tropa de 4.000 jinetes romanos al mando de Cayo Centenio enviada al norte por Servilio al tener noticias de las operaciones era interceptada y derrotada nuevamente por la caballería cartaginesa de Maharbal. 

El pánico se apodero de Roma, muerto uno de los cónsules y con Gemino lejos del teatro de operaciones, se nombró dictador por votación popular durante seis meses a Quinto Fabio Máximo, hombre de experiencia al haber sido cónsul ya dos veces. Pero el Senado, con el fin de limitar su poder nombro como magister equitum a Marco Minicio Rufo. Se realizó una leva excepcional de cuatro nuevas legiones, dos de las cuales quedaron en Roma, a la vez que Gemino volvía desde el Norte con sus cuatro legiones, que unidas a las otras dos recién creadas Legiones XIV y XV, permitieron a Fabio Máximo, disponer de un ejército de seis legiones con el que partió hacia el sur en pos de Aníbal. Este dirigió sus operaciones a la costa Adriática y la zona de la Apulia, saqueando y aprovisionando a su ejército, a la vez que intentaba forzar un enfrentamiento con el ejército de Fabio Máximo, pero éste situado en las montañas del interior rechazó dicha opción, sobre todo teniendo en cuenta que ninguna ciudad, a pesar de las derrotas, había abandona la Confederación. Solo permitió pequeños choques entre sus avanzadas y los cartagineses, con el fin mejorar la moral de sus legiones y esperar un momento propicio para la batalla. 

Sin embargo, esta táctica dilatoria, que por un lado agotaba a Aníbal y su ejército en un territorio hostil, también empezaba a cansar al senado romano. Es en ese momento cuando Aníbal decide atravesar los Apeninos dirección oeste para seguir arrasando ahora la fértil zona de la Campania. Fabio ve la oportunidad de inmovilizar al ejército enemigo y bloquea hacia el este con 4.000 hombres el paso de vuelta de los cartagineses, ya que al sur se encuentra el río Volturno difícil de vadear y con un único puente en Casilinum que tiene una reforzada guarnición, mientras al norte en dirección hacia la Vía Apia, dispone Fabio del grueso de su ejército y al oeste está el mar. Aquí se produce uno de los episodios dignos de la leyenda de Aníbal. Sopesada la situación en la que se encuentra su ejército, aparentemente rodeado, el cartaginés decide volver sobre sus pasos para pasar el invierno del 217 a.C. en Apulia, encontrándose el paso de montaña bloqueado. Será entonces cuando recurra a una nueva estratagema. Manda de noche atar antorchas a unas dos mil cabezas de ganado y soltarlas monte arriba. El destacamento romano viendo esto interpretó que el ejército de Aníbal escapaba monte a través y sale en su persecución, dejando libre el paso. 

De nuevo en la Apulia, Aníbal conquista la ciudad de Gerunium y la establece como base de operaciones, a la vez Fabio es llamado a Roma para dar explicaciones sobre su controvertida táctica, quedando Minicio al mando y obteniendo este una victoria menor al caer con su caballería sobre una avanzada de caballería cartaginesa. La noticia que llega a una Roma deseosa de victorias, provoca que Minicio Rufo se le equipare su rango con el de Fabio. Sin embargo, poco después los hombres de Minicio caerán en una emboscada del ejército de enemigo y sólo la rápida llegada de Fabio evita un nuevo desastre, tras lo cual ambos generales romanos deciden volver a la táctica de prudencia, terminando el año 217 a.C., con Aníbal en Gerunium. 

[1] Dada la dificultad de contrastar determinadas informaciones, ya que, en su mayoría son textos clásicos de procedencia romana hemos optado por seguir la historiografía clásica sobre determinados aspectos de la vida de Aníbal.

[2] Algunas ciudades de la antigüedad no se han identificado completamente con las actuales, por ello indicamos los nombres de aquella época.

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