Antecedentes

La segunda mitad del siglo XIX representó para Venezuela una etapa sangrienta, donde la Guerra Federal (1859-1863) y varias insurrecciones (que siempre eran denominadas “revoluciones”) asolaron a todo el territorio nacional. Los exiliados de turno, por lo general, se iban a Colombia por la frontera occidental. Es por esta época que la isla holandesa de Curazao toma especial relevancia para cualquier exiliado político venezolano, pues le daba la ventaja de una invasión por mar a Venezuela y así iniciar otra “revolución”. El gobierno venezolano, consciente de esto, realizó una serie de acciones que resultaron bastante desacertadas, puesto que se enfrentó directamente contra el gobierno holandés.
El primer gran incidente que se tiene noticia ocurrió en 1861, cuando un buque mercante holandés fue capturado y retenido por un buque guardacostas venezolano. Un año después, una escuadra naval holandesa comandada por el capitán de navío Gerhardus Fabius atracó en La Guaira, el principal puerto venezolano, para exigir justa satisfacción por el incidente. Al ver el tamaño de la escuadra, muy superior a la suya, el gobierno venezolano entregó el buque, saludó a la escuadra con un saludo de 21 cañonazos y tuvo que pagar una indemnización.


Gerhardus Fabius

Este tipo de incidentes se volvieron muy comunes entre ambos gobiernos, puesto que las autoridades venezolanas alegaban que los buques mercantes holandeses eran potenciales proveedores de municiones para los exiliados políticos venezolanos refugiados en Curazao.
Esta situación perduró hasta principios del siglo XX, cuando en 1908 una escuadra naval holandesa al mando del capitán de navío Jan Bernard Snethlage bloqueó las costas venezolanas por varias semanas, en protesta por las ilegales acciones del gobierno de Cipriano Castro. Tras el derrocamiento de Castro en diciembre de ese año y el advenimiento de Juan Vicente Gómez al poder, se calmaron los ánimos y se pudo restablecer la normalidad.


Jan Bernard Snethlage

Sin embargo, la férrea dictadura de Gómez creó muchos enemigos. Entre ellos un guerrillero (que se autodenominaba general) llamado Rafael Simón Urbina, quien operaba en la zona centro-occidental (específicamente en el estado de Falcón).

Circunstancias del asalto

En 1928, el gobierno de Gómez enfrentó varias insurrecciones al mismo tiempo. Primero fue una protesta estudiantil en febrero, la cual desencadenó un alzamiento de varios cuarteles y de la Escuela Militar en abril; esta última fue dominada por el Jefe de la Guarnición de Caracas, general Eleazar López Contreras. Para colmo de males, el propio hijo del dictador, José Vicente Gómez, a la sazón Vicepresidente de la República e Inspector General del Ejército, no ocultaba su deseo de suceder a su padre en el poder tan pronto como fuese posible, lo que motivó a Gómez a desterrar a su hijo del país y destituirlo de todos los honores. Como dato curioso, lo hizo con una nota dirigida a los diputados y senadores del Congreso Nacional, en la cual expresaba lo siguiente:
“Viendo las ingratitudes que se reciben en la política, he decidido que ninguno de mis hijos sea político y doy la orden de eliminar la Inspectoría (General del Ejército) y la Escuela Militar. A ustedes le toca acabar con las Vicepresidencias”.


Juan Vicente Gómez

La situación política, como nunca antes, se encontraba agitada. Los “revolucionarios” de siempre se vieron motivados a organizar nuevas revueltas contra la dictadura. Unos, como José Rafael Gabaldón, planeaban la insurrección tradicional: una invasión desde Colombia. Otros planearon algo más aventurado y riesgoso.

El asalto

Existía en Curazao un grupo algo heterogéneo de opositores a Gómez: dirigentes estudiantiles que habían participado en los sucesos de 1928, como Miguel Otero Silva y Guillermo Prince León, guerrilleros como Ramón Torres y Carlos Aponte (quien luchaba en la guerrilla nicaragüense con Augusto Sandino), y comunistas de la talla de Gustavo Machado, pero con una idea en común: derrocar a Juan Vicente Gómez
Estos planearon una acción de mucho riesgo: asaltar por sorpresa la ciudad curazoleña de Willemstad, tomar el arsenal militar y abordar un buque mercante que los transportase a Venezuela. Una vez en las costas venezolanas, llamarían a la gente a que se adhiriese a su causa empuñando las armas robadas del arsenal curazoleño y marchar rápidamente a la ciudad de Coro, capital del Estado Falcón, para tomarla por sorpresa. Tenían apoyo del Partido Revolucionario Venezolano (actual Partido Comunista de Venezuela), la Unión Soviética (Machado tenía en su poder $100 que le había entregado el partido comunista soviético para dar soporte financiero a la expedición) y, secretamente, por el gobierno de México, cuyas relaciones diplomáticas con Venezuela estaban muy deterioradas desde el incidente Vasconcelos (1923).
El factor riesgo era que Curazao, como colonia holandesa, así como podía tener un buen arsenal, podía tener una seguridad militar relativamente fuerte, debido a los anteriores incidentes ocurridos entre Venezuela y los Países Bajos. Para suerte de los conspiradores, Curazao estaba virtualmente desguarnecida, puesto que los efectivos militares destacados eran mínimos, y el único buque de guerra holandés que estaba estacionado en las Antillas Holandesas fue retirado de dicha zona en 1913 por orden del gobierno central.
Además, de acuerdo a lo dicho por el historiador venezolano Tomás Polanco Alcántara, “la cercanía de la isla de Curazao al territorio venezolano y la presencia de grandes instalaciones petroleras en sus tierras fue lo que motivó esta travesía”. La principal refinería existente en Curazao era propiedad de la Royal Dutch Shell, y una considerable cantidad de petróleo extraído de los pozos venezolanos del Lago de Maracaibo era procesada en dichas instalaciones.
Para comandar la acción, Machado y el PRV inicialmente pensaron en Aponte para comandar la acción, pero Aponte, por razones económicas, debió quedare en Trinidad; por tanto, se pusieron en contacto con Rafael Simón Urbina, quien conocía perfectamente la zona de desembarco, y su experiencia en el combate guerrillero en la zona contra Gómez lo hacía el líder ideal para la expedición. Para eso, Urbina debía trasladarse a Willemstad en el mayor sigilo; sin embargo, su llegada a la isla (31 de mayo) fue descubierta, y el cónsul venezolano en Curazao, Herman Leyba, solicitó la extradición de Urbina a Venezuela, debido a varios expedientes de crímenes abiertos en su contra. Urbina se refugió en varias casas, incluyendo una rentada por Machado.


Gustavo Machado (izquierda) y Rafael Simón Urbina, 1929

Así las cosas, el sábado 8 de junio de 1929, alrededor de las 9 de la noche, dos camiones con 45 hombres (unas fuentes dicen 39, otras 50), armados sólo con machetes y pistolas automáticas, entraron en el Waterfort, fortaleza ubicada en la entrada del puerto de Willemstad (hoy parcialmente demolida). Increíblemente, la puerta principal estaba abierta, por lo que entraron al fuerte sin dificultad. En el fuerte se encontraban 26 policías y 9 efectivos militares, los cuales fueron tomados por sorpresa.
Una vez en el fuerte, los atacantes se dividieron en grupos: uno entró en el comedor del fuerte, arrestando a todos los presentes e hiriendo a un sargento, quien murió al día siguiente; otro grupo se mantuvo afuera, dominando a los efectivos que se encontraban en la sala principal del fuerte; un tercer grupo irrumpió en los dormitorios. Otro grupo violó la entrada del arsenal del fuerte y se apoderaron de la totalidad del armamento y munición del mismo: encontraron 197 rifles, 4 ametralladoras, 1 binocular, 38 pistolas, 75 klewangs (un tipo de machete hecho en Indonesia), 7000 balas, 150 granadas y 4 baterías costeras; además robaron algunos machetes y 3500 florines de la Oficina de Inmigración de la isla.
El comandante de la guarnición de la isla, capitán A. F. Borren, fue avisado por teléfono y acudió al fuerte, siendo tomado prisionero por Urbina. Éste le asegura que, si se le permitía escapar con el arsenal tomado, no tomarían ninguna represalia contra los prisioneros del fuerte; de lo contrario, provocaría un incendio en la refinería. Borren alegó que la decisión no correspondía a él, sino al Gobernador de las Antillas Holandesas, Leonard Fruytier.
Alrededor de las 11:30, Urbina, Borren, cuatro hombres armados y un traductor acudieron a Fort Ámsterdam, la residencia del gobernador. Éste garantizó la seguridad de los insurrectos, e incluso ofreció un buque mercante de bandera holandesa para la travesía de vuelta a Venezuela, a lo cual Urbina se negó rotundamente; sin embargo, éste pidió zarpar en el vapor “Maracaibo”, de bandera estadounidense, que se encontraba en el puerto. Repitió la amenaza de incendiar la refinería, si el gobernador se negaba a cooperar. El gobernador accedió a las demandas de Urbina.
Mientras esto ocurría, Urbina ordenó la captura del cónsul venezolano Leyba para ejecutarlo, pero no pudo ser localizado; sin embargo, de acuerdo con lo narrado por Urbina años más tarde, durante la furiosa búsqueda del funcionario, la suegra del cónsul murió producto del shock que le creó la repentina irrupción de los hombres armados, mientras que la esposa del cónsul, que estaba embarazada, tuvo un aborto espontáneo.
A la medianoche, Urbina, Machado y sus hombres abordaron el Maracaibo. Además de los asaltantes originales, se sumaron a la expedición algunos trabajadores de la refinería local, llevando el número de hombres a aproximadamente 140. Llevaban como rehenes al gobernador Fruytier, al capitán Borren y a tres militares holandeses, para prevenir un ataque. Luego de amenazar al operador del puente Reina Emma (a la entrada del puerto, el buque puso proa a las costas venezolanas, específicamente al puerto de La Vela, en el estado Falcón. Al llegar a dicho puerto, Urbina ordenó matar a los rehenes, pero Machado se negó y lo persuadió de dejarlos con vida y que regresaran en el mismo vapor a Curazao; Machado, muy inteligentemente, consideró que el homicidio de un alto funcionario extranjero sería inútil e innecesario, ya que el plan andaba a la perfección.
Una vez que el vapor abandonó la costa venezolana, el gobernador Fruytier telegrafió inmediatamente al gobierno venezolano para alertarlos de la situación y poder tomar las medidas pertinentes. En efecto, el cable fue recibido por el Presidente del Estado Falcón, general León Jurado, quien luego de avisarle a Gómez de la situación, envió a un grupo de soldados al mando del coronel Agustín Graterol para interceptar a los insurrectos.
El plan de Urbina y sus hombres fue destrozado por las fuerzas de Graterol, que dividieron a los revolucionarios y éstos fueron derrotados fácilmente. Urbina, Betancourt, Machado y Otero Silva lograron escapar a Colombia.

Consecuencias

El asalto a Curazao tuvo repercusiones inesperadas por parte de ambos países. En Venezuela, dos días después del hecho, la prensa informaba del “insólito caso de filibusterismo” (El Nuevo Diario, prensa oficial del gobierno) ocurrido en Curazao, y destacaba “el oportuno aviso y las certeras órdenes del Benemérito General Juan Vicente Gómez” (El Universal). Si bien es cierto que el Presidente de la República era Juan Bautista Pérez, se hacía claramente evidente que Gómez, en su puesto de Comandante en Jefe del Ejército, era quien ejercía el poder real.
Esta conducta de la prensa, aun de aquellos diarios que no eran afectos al gomecismo, es muy bien descrita en la persona del poeta venezolano Luis Barrios Cruz: “Yo diría que el periodismo en la época del General Gómez, se caracterizó por el silencio de los periodistas y se caracterizó también por lo laudatorio, casi de rodillas ante la figura del dictador”. Así se manifestaba el temor hacia la represión oficial.


Titular del diario venezolano “El Universal” del 11 de junio de 1929, con la noticia del asalto

A pesar del poco centimetraje de la prensa venezolana sobre la noticia, hubo movimientos diplomáticos entre ambos países: el Ministro de Asuntos Exteriores holandés, Frans Beelaerts van Blokland, informó al gobierno venezolano (y más tarde a la prensa) que el gobierno holandés no responsabilizaba a su homólogo venezolano por los incidentes, pero exigió que “tomara sus medidas” al respecto. Aparentemente, el caso quedó diplomáticamente cerrado cuando la Cancillería venezolana anunció la derrota total de los subversivos.
Por su parte, en los Países Bajos, la noticia tuvo mucha mayor importancia. La opinión pública, aparte de acusar al gobierno de Venezuela de “ser responsable de los desórdenes de Curazao por desidia manifiesta y sostenida”, la peor opinión se la llevaba el propio gobierno holandés, por haber dejado desguarnecidas las Antillas Holandesas y desprovistas de una guarnición permanente y de buques de guerra auxiliares para reforzar la seguridad de las posesiones de ultramar. Así, en septiembre de 1928, el gobierno envió a Curazao al recién comisionado destructor HNMS Kortenaer, con 160 soldados de la Real Infantería de Marina a bordo.


Destructor HNMS Kortenaer

En Curazao, pocos días después del incidente, muchos ciudadanos se ofrecieron como voluntarios para la defensa de la isla. Esto motivó la creación del Cuerpo de Voluntarios de Curazao (en holandés Vrijwilligers Korps Curacao, VKC) en Willemstad, el 23 de junio de 1929, bajo el mando de Carlos N. Winkel, con originalmente 200 voluntarios. El cuerpo se mantuvo como principal guarnición de defensa de la isla hasta la llegada del Kortenaer a puerto; sin embargo, siguió funcionando como un cuerpo para-militar auxiliar del orden público, con una gran oposición de la policía local, pero con el decidido apoyo de la Real Infantería de Marina holandesa. Aun funciona como tal, y actualmente cada isla de las Antillas Holandesas tiene su propio Curepo de Voluntarios, coordinado por un ente central, el Cuerpo de Voluntarios de las Antillas Holandesas (en holandés Vrijwilligers Korps Nederlandse Antillien, VKNA)


Logo del VKNA


Coronel Carlos Winkel, fundador del VKC

Epílogo

La historia de algunos de los protagonistas es de suerte diversa.
Miguel Otero Silva se convirtió con el tiempo en uno de los escritores más prestigiosos del país, con novelas como “Casas Muertas” y “Fiebre”, además de ser el fundador del diario “El Nacional” junto a su padre en 1943. Murió en 1985.
Gustavo Machado nunca abandonó el Partido Comunista de Venezuela, a pesar de las adversidades de los años ’60, cuando el presidente Rómulo Betancourt lo ilegalizó, anulando su elección como diputado al Congreso. Machado vivió con el respeto de sus adversarios, y murió en Caracas en 1982.
Rafael Simón Urbina siguió con sus actividades revolucionarias (como otro intento de desembarco en 1931) hasta la muerte de Gómez; durante el gobierno de López Contreras, colaboró activamente con el mismo, lo cual le granjeó la enemistad de sus antiguos correligionarios y acusaciones verbales por parte de muchos políticos. Urbina se defendió de una forma enérgica y no menos peculiar: “No soy militar ni mucho menos general, pero (…) en junio del 29 tomé a Curazao con 50 hombres (…) porque no soy militar ni general, sino un gran pendejo”.
Años más tarde, el 13 de noviembre de 1950, tomó parte en el secuestro del presidente de la Junta Militar de Gobierno, coronel Carlos Delgado Chalbaud. Para mala suerte de Urbina, quien resultó herido en la acción, más tarde uno de sus hombres asesina a Delgado (siendo así el único presidente venezolano asesinado en ejercicio del poder), lo cual desencadena una persecución policial y militar a todo nivel. Urbina se refugió en la Embajada de Nicaragua, pero luego se entregó. La policía del régimen lo asesinó al día siguiente.

Fuentes:

- Visita al Museo Marítimo de Willemstad, Curazao, Antillas Holandesas.

- POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Eleazar López Contreras. 4° Edición. Editorial Grijalbo, Caracas, 1993.

Links:

- http://www.vkcur.org/info/alg_info.htm
- http://links.jstor.org/sici?sici=0003-1615(197610)33%3A2%3C282%3ATHEGCC%3E2.0.CO%3B2-D
- http://www.madurolibrary.org/html/library/unique/urbina.html
- http://www.encyclopedia.com/doc/1G1-165193159.html
- http://www.vkcur.org/history/histeng.htm
- http://vksinfo.com/vkc-history.htm
- http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_Machado
- http://www.fpolar.org.ve/Encarte/Fasciculo18/fasc1804.html
- http://www.venezuelatuya.com/biografias/urbina_rafael.htm
- http://www.ecs.human.ucv.ve/docs/Jornadas/textos/Invasion%20ravelo-villam.doc
- http://deportes.eluniversal.com/2005/11/25/ccs_art_25402E.shtml
- http://www.simon-bolivar.org/bolivar/r_s_urbina_biog.html


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