La lluvia de proyectiles convirtió la vida en Fort Jackson en prácticamente miserable, el único refugio posible para los hombres era en las inundadas casamatas. Si a esto añadimos la pérdida de la impedimenta, la comida e incluso agua potable. Pues esta parte del río está afectada por la pleamar y por tanto eran aguas saladas. Rápidamente el desánimo se adueñó del espíritu de los confederados.

La acción siguió cinco días más en el mismo tono, pero sin producirse otro golpe de suerte similar. Al final las bombardas de la orilla Este habían tenido varias bajas, e incluso una de ellas se fue a pique, desfondada de un cañonazo. Y en los fuertes, aunque aparecieron grietas y se hundió algún baluarte, no había aún daños realmente graves. La moral de sus ocupantes si que había sufrido mucho el continuo martilleo artillero y algunos desertores se pasaron a los unionistas. Justificaban su huída con fantásticas historias sobre la angustiosa situación en los fuertes, que animaron a Porter a continuar con su acción.

Pero no engañaron a Farragut, que diagnosticaba exactamente lo que estaba ocurriendo. Para la tarde del sexto día, 23 de Abril, se habían empleado miles de granadas, descendiendo en forma alarmante la cantidad disponible y sin mucho efecto pues el fuego artillero confederado se mantenía. Aquel día Farragut decidió que las bombardas habían fracasado y era preciso pasar a su plan sustitutivo. Envió por tanto aviso a los transportes de tropas para que avanzaran y organizó el cruce del bloqueo para aquella misma noche. Ya el día 20 Farragut había ordenado que las cañoneras “USS Kineo”, “USS Itasca” y “USS Pinola” rompieran la cadena que cerraba el río logrando abrir un hueco en ella lo suficientemente grande como para que cruzasen los buques.

El Ingeniero de Máquinas del “USS Richmond” propuso colgar por las bordas todo el cable de acero que hubiera en los buques, como un improvisado blindaje, y Farragut ordenó que los 17 buques que iban a tomar parte en la acción lo hicieran. Además, cada cual reforzó sus defensas con medios improvisados, como hamacas, sacos terreros, carbón sacado de los pañoles y hasta parapetos de escoria de las calderas mezclada con barro.

El plan era que el Capitán Porter, que iba a permanecer guardando la retaguardia con el resto de la flota, continuara bombardeando después de oscurecer, pasando además las 5 bombardas que aún eran plenamente operativas de las posicionadas en la orilla Este a la Oeste, pero muy cerca de Fort Jackson, de manera que la mayor precisión de su tiro obviase los problemas del bombardeo nocturno. Y en medio de ese bombardeo, la flotilla saldría a cambiar disparos con los fuertes abiertamente mientras el Capitán Bell se encargaría de cortar la cadena.

En el otro lado de la batalla los confederados habían esperado que los “acorazados” de la CSNavy, y especialmente el “CSS Louisiana”, fueran capaces de cerrar el curso del río a cualquier incursión naval. Pero el “CSS Louisiana” ni siquiera estaba completamente operativo y aunque el Comodoro Whittle fue reacio a su puesta en servicio antes de tiempo, cedió a las presiones de los brigadieres Lovell y Duncan. Fue puesto en servicio el 20 de Abril, segundo día de bombardeo a las fortalezas, y los problemas aparecieron desde el primer momento. El “CSS Louisiana” hubo de ser remolcado, pues sus motores eran insuficientes para superar la corriente del río, así que se decidió que fuese fondeado en un banco de arena cercano a Fort St. Philip para terminar convirtiéndose en una batería flotante.

Así el día 24 de Abril Farragut ordenó que se realizase el avance de la flota, siendo dividida en tres divisiones mandadas por Farragut, el Capitán Theodorus Bailey, su segundo y hasta poco antes Jefe de la División de Pensacola, y el Capitán Henry H. Bell, al mando del “USS Hartford” y por tanto Capitán de Escuadra. Su composición era la siguiente:


Primera División (Bailey)
Cruceros: “USS Mississippi” y “USS Pensacola”.
Cañoneros: “USS Cayuga”, “USS Katahdin”, “USS Kineo”, “USS Oneida”, “USS Varuna” y “USS Wissahickon”

Segunda División (Farragut)
Cruceros: “USS Hartford”, “USS Brooklyn” y “USS Richmond”

Tercera División (Bell)
Cañoneros: “USS Iroquois”, “USS Itasca”, “USS Kenebec”, “USS Pinola”, “USS Sciota” y “USS Winona”

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A ese fin y mientras el cañoneo iba en crescendo, Bell adelantó sus cañoneras, haciendo que los “USS Iroquois”, “USS Kennebec”, “USS Sciota” y “USS Winona” atrajesen la atención desafiando a Fort Jackson, mientras los “USS Itasca” y “USS Pinola” ponían proa a uno de los cascos flotantes del centro de la cadena. El “USS Pinola” llevaba un voluminoso ingenio explosivo que arrojó en el casco, si éste se desintegraba, toda la sección central de la cadena se hundiría, dejando el centro del río libre. Pero el sistema de ignición falló, haciendo que el “USS Itasca” se ocupara del asunto.

Este cañonero abordó el casco, sujetándose a su costado, y envió a él un pequeño ejército de herreros y carpinteros que, con picos, cinceles, martillos y hachas, lograron seccionar la cadena en media hora, (debe observarse que los confederados, cegados por el “show” que la flota había montado ante él, no pareció notar estas maniobras y apenas disparó contra los “USS Itasca” y “USS Pinola”). Al cortarse la cadena ésta se abrió mientras el casco derivaba, con el “USS Itasca” aún unido a él, costándole al “USS Pinola” no pocos esfuerzos para ayudarle a zafarse, y toda la fuerza de ataque de Farragut se lanzó hacia el hueco.

Los confederados enviaron a su encuentro a la flotilla del Capitán Mitchell, que navegaba a favor de una corriente de 4 nudos. Esta constaba de los “ram” “CSS Manassas” y “CSS Louisiana”, y 13 vapores armados, parte de ellos equipados como “ram”: los “CSS Anglonorman”, “CSS Breckinridge”, “CSS Galveston”, “CSS General Quitman”, “CSS Governor Moore”, “CSS Jackson”, “CSS Lovell”, “CSS McRae”, “CSS Defiance”, “CSS Resolute”, “CSS Star”, “CSS Stonewall Jackson” y “CSS Warrior”.

Estos buques navegaban junto a la orilla oriental, en la que habían estado al ancla más allá de Fort Saint Philip, y como los unionistas cruzaron la cadena en dos columnas, la división de Farragut a la izquierda y la de Bailey, con los cañoneros delante, a la derecha, chocaron con los cañoneros de Bailey. El propio Bailey, que encabezaba su columna con su insignia en el “USS Cayuga”, se encontró enzarzado en el acto con una turba de buques confederados. De inmediato se pusieron a su lado los “USS Oneida” y “USS Varuna”, y el combate se hizo menos desigual, decantándose por la Unión en quince minutos, entre un infierno de espoloneamientos mutuos y andanadas a bocajarro.

Al parecer, entre los tres cañoneros hundieron o hicieron embarrancar en la orilla seis enemigos. No se trataba tanto de diferencias en artillería y desplazamiento, (el “USS Varuna”, que había comenzado a construirse para el mercado civil siendo requisado por el Gobierno, era el más ligero de los 12 cañoneros implicados en la aventura), sino de la solidez de los cascos y el entrenamiento de los hombres, en el que los confederados no lograron competir con los profesionales de la US Navy.

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“USS Varuna”

A cambio se perdió el pequeño “USS Varuna”, que prácticamente se desencuadernó de tanto espolonear a los confederados, acabando por hundirse. Entretanto y a la cabeza de la división de Farragut, el crucero “USS Hartford” acababa de cruzar, intercambiando fuego vivo con las baterías de Fort Jackson, cuando un gran brulote que se movía de forma extraña se pegó a él, incendiando su cordaje. Sólo a última hora, la dotación del “USS Hartford” distinguió tras el brulote un feo casco en casamata pintado de negro, era el “CSS Manassas”, que lo había dirigido empujándolo contra su navío.

Mientras el “USS Hartford”, luchando contra el fuego tocaba fondo, el “USS Brooklyn”, que lo seguía y se había enredado en la cadena, recibiendo en tanto el vapuleo de los fuertes, fue a su vez espoloneado por el “CSS Manassas” al liberarse. Con una vía de agua y parcialmente incendiado, penetró entre los vapores confederados causando grandes destrozos con el espolón y disparando andanadas por ambas bordas, pero después chocó accidentalmente con el “USS Kineo” y embarrancó a su vez.

El “CSS Manassas” no perdía tiempo y se apresuró a espolonear asimismo al “USS Mississippi”. Pero Farragut, cuyo “USS Hartford” ya había logrado en tanto dominar el fuego y ponerse a flote, dio una orden al “USS Mississippi”. Éste virando de bordo sin hacer caso de su vía de agua, persiguió al confederado a toda máquina y, aprovechando a favor de corriente su mayor velocidad, línea hidrodinámica y gran masa, lo espoloneó por detrás con un impacto masivo, que arrojó al “CSS Manassas” contra un banco de fango, dejándolo clavado en él. Incapacitado para seguir combatiendo, el Capitán Warley ordenó abandonar el barco e incendiarlo.

Al final el “USS Brooklyn” logró reflotarse a su vez y, mientras el “USS Pensacola” mantenía un brutal duelo artillero con Fort Saint Philip para cubrirle, la fuerza de penetración de Farragut fue pasando río arriba. Llevaba los cinco cruceros y ocho de los cañoneros, aunque muchos de ellos con vías de agua, piezas fuera de combate, bajas y destrozos varios.

Atrás quedaba Porter con sus bombardas, las fragatas, de las que sólo la “USS Portsmouth” había tomado parte en la acción, y los cañoneros “USS Clifton”, “USS Harriet Lane”, “USS Owasco”, “USS Uncas” y “USS Westfield”. A ellos había que agregar los “USS Winona” y “USS Kennebec”, que habían quedado detenidos en la cadena, viéndose obligados a retroceder al amanecer, y el “USS Itasca”, que había derivado corriente abajo, inutilizado, después de recibir un impacto directo en las calderas.

De las últimas acciones fueron las del “CSS Gobernador Moore” enfrentándose al “USS Varuna” pero que a la vista de la situación que tomaba la batalla terminó embarrancado e incendiado por su tripulación. El “CSS McRae” que tras enfrentarse a diferentes barcos federales terminó con su capitán Thomas B. Huger herido mortalmente y aunque logró regresar a New Orleans terminó hundiéndose en los muelles.

La única pérdida definitiva de la Unión era el “USS Varuna”, mientras que doce vapores confederados se habían hundido o embarrancado, y el “CSS Manassas”, evacuado por la tripulación y arrancado al final del barro por la corriente, derivaba río abajo humeando, para acabar deshaciéndose en una gran explosión. El resultado no podía ser más claro, quedando sólo en manos de los confederados las unidades “CSS Jackson”, “CSS Defiance” y el transporte “Diana”, la situación naval de la Confederación en el río Mississippi quedaba totalmente en precario.

Farragut se detuvo al otro lado del bloqueo, intercambiando un par de últimos mensajes con Porter a través del Tte. Comandante Charles S. Boggs, del “USS Varuna”. Este oficial, que acababa de librar un duro combate y perder su buque en él, tuvo aún humor y fuerzas para tomar un bote de remos y cruzar dos veces a través del bloqueo. Su sistema era internarse en la red de pequeños canales y bayous que plagaban las orillas del Mississippi, contorneando los fuertes.

Antes del amanecer, Farragut siguió río arriba, sorprendiendo, capturando, desarmando y poniendo en libertad bajo palabra al regimiento enemigo acantonado en Chalmette, y siguiendo ruta hacia New Orleans. En ésta ciudad ya avanzada la mañana del día 24 cuando comenzaron a filtrarse rumores de que dos cañoneros de la Unión habían cruzado el bloqueo.

El terror no estalló hasta la tarde, cuando Mansfield Lovell, que había viajado corriente abajo para averiguar el fundamento del rumor, regresó a uña de caballo y excitadísimo, asegurando que toda la flota enemiga ascendía el Mississippi. El mando confederado abandonó la ciudad, mientras Lovell se llevaba cuanta tropa pudo reunir para formar un nuevo bloqueo, tres millas río abajo, en el escenario de la antigua batalla contra los ingleses. Y mientras muchas gentes acomodadas huían, presas del pánico, numerosos marginales de los que abundaban en New Orleans se apoderaron de la calle, saqueando inmuebles y prendiendo varios incendios.

El Alcalde John T. Morgan hubo al fin que declarar la Ley Marcial, poniendo en movimiento un regimiento de residentes extranjeros que poseía la milicia ciudadana, (dos tercios de la población eran residentes extranjeros), y que lógicamente no había sido movilizado para la Guerra Civil. Y tras una noche de incendios, humo y bayonetas en las calles, apareció remontando el río la flota unionista.

Lovell había reunido en su línea casi 2.000 hombres y 20 cañones de campaña, pero la flota los bombardeó y atravesó su posición sin ninguna dificultad, llegando a los muelles a mediodía del 25 de Abril. La tropa de Lovell se retiró, mientras éste declinaba toda responsabilidad de rendir la ciudad, y Farragut necesitó 72 horas de negociaciones con el marrullero alcalde para lograr la rendición oficial, por lo que el día oficial para la rendición de New Orleans quedó registrado como el 29 de Abril de 1862, cuando dos destacamentos de marineros e infantes de marina fueron desembarcados y tras arriar la bandera del Estado colocaron en el edificio de Aduanas la bandera de los Estados Unidos. Desde el comienzo de la acción hasta la caída de la ciudad la Unión había sufrido exactamente 37 muertos y 149 heridos.

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Se registraron algunos incidentes, como manifestaciones contra la Unión en los muelles. Incluso, un grupo de marginales dirigidos por un jugador llamado William B. Munford arrancó la bandera unionista, (sin centinela), que Farragut había hecho poner en el inacabado edificio de la Aduana, que luego una pequeña multitud arrastró, despedazó y quemó a la vista de la flota. Sin duda los extremistas buscaban provocar un bombardeo de la ciudad indefensa, buena carnaza para su propaganda, pero Farragut sólo puso otra bandera y la guardó mejor. Esperaba a Butler.

Río abajo, Butler estaba llegando con su tropa que guiada por el Teniente Weitzel, rodeó e incomunicó de inmediato los fuertes con fuerzas que se movían en pequeñas embarcaciones por canales y bayous. Y mientras, Porter seguía mostrando la bandera con sus bombardas, 7 cañoneros útiles y tres fragatas, poco útiles en el río pero de aspecto impresionante.

La moral y el entrenamiento de los confederados de los fuertes no eran buenos, (en el combate de la noche del día 23, sus cañones casi siempre tiraron alto), y otra acción de Weitzel lo vino a confirmar. Éste surgió de pronto con un grupo de asalto junto a un reducto confederado de Fort Jackson que no lo habían visto llegar y los confederados del reducto, aterrados, se amotinaron y detuvieron a sus oficiales, arriaron las banderas y lo entregaron. Ante tal ejemplo Fort St. Philip debido a la dependencia mutua de las dos fortalezas inclinó a que Higgins y Duncan perdieron la esperanza y el día 29 de Abril, mandaron banderas de tregua a Butler.

Mitchell, el Comandante Naval sureño, no estaba incluido en estas conversaciones de capitulación, pero se veía impotente para hacer algo por impedirlas. Sólo le quedaban en servicio tres vapores y el “CSS Louisiana”. Éste último tenía que haber sido su carta de triunfo, pero como todos los navíos blindados confederados fabricados en Algier y otros astilleros sureños del Mississippi, sus calderas tenían una potencia ridícula respecto a su considerable masa, resultando delicados. La noche el día 23, cuando se intentar forzarlas para el combate, todo el grupo motor se fue al garete. No se podía reparar con los medios disponibles, y así el día 29, cuando Butler y los jefes sureños ya estaban en conferencia, Mitchell soltó río abajo al “CSS Louisiana”, incendiado como un gran brulote.

Su idea era que explotara más allá de Fort Jackson entre los navíos de la Unión, causando destrozos, pero lo hizo prematuramente a la altura de Fort Saint Philip, y su única victima fue un soldado confederado de esa guarnición, que resultó muerto. Tras este intermedio dramático, Higgins y Duncan acabaron rindiendo los fuertes el mismo día 29, y al día siguiente la flotilla de Porter, cruzaron ante ellos, acorraló y obligó a rendirse a Mitchell y sus vapores supervivientes.

No fue por tanto hasta bien entrado el día 29 que los transportes de tropas de Butler, dejando sus propias guarniciones en los fuertes y escoltados por Porter, reemprendieron la ascensión del Mississippi. Llegarían a New Orleans a mediodía del día 1 de Mayo, siendo el 4º de Wisconsin y el 30º de Massachusetts los primeros regimientos en desembarcar.

La caída de New Orleans conmovió a la opinión pública mundial, y causó entusiasmo en el Norte. Butler renovó así sus glorias y encantado con la actuación de Geofrey Weitzel, le obligó casi a punta de revólver a dejar el servicio regular por el voluntario, dándole seguidamente una coronelía de voluntarios y comenzando a buscarle de inmediato la estrella de brigadier.

Pero fue sobre todo Farragut el que se convirtió de una figura oscura, sólo conocida en medios profesionales, en una auténtica “vedette”. Y es que la carrera del Flag Officer David Glasgow Farragut es digna de admiración.

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Flag Officer David Glasgow Farragut, USN

Nacido en Lowe’s Ferry (5 de Julio de 1801), Tennessee, que aunque distante del mar por sus venas corría sangre de marino. Pues su padre Jorge Farragut era un marino menorquino que los avatares de la vida le habían llevado a participar en la Guerra de Independencia en la marina de Carolina del Sur, en donde haría amistad con otro gran marino David Porter. Y así a la edad de 8 años David Farragut, nacido como James Farragut, quedó huérfano de madre y David Porter se ofreció a cuidar del joven, posteriormente Farragut adoptaría el nombre de David en honor a su padre adoptivo. Comenzaba así a la edad de 9 años su carrera militar que ya a la edad de 12 años, y embarcado en la fragata “USS Essex” del Capitán David Porter, participó en la Guerra de 1812. En donde tomó parte en la captura del “HMS Alert”, el primer barco de guerra capturado durante el conflicto.

Así y tras diferentes destinos fue ascendiendo en la USNavy como Teniente (1822) durante su servicio contra los piratas en el Caribe, luego Comandante (1844) y finalmente Capitán (1855) tras su servicio en California. Donde fue el encargado de crear la primera base naval de los Estados Unidos en el Pacífico, Mare Island Naval Yard, en Vallejo.

Para cuando estalló la guerra Farragut se encontraba viviendo a las afueras de New York y tras ofrecerse a la Unión, sólo recibió un puesto en la reserva. Su “procedencia” sureña por nacimiento y por su mujer hizo que la USNavy dudase de su lealtad. Pero finalmente su hoja de servicios y los contactos familiares de los Porter le otorgaron el puesto de Comandante del Escuadrón de Bloqueo del Oeste del Golfo, y ya hemos visto como realizó su misión, de una forma impecable. Pero esto era sólo el principio de su dilatada carrera. Aunque su momento de mayor gloria aún llegaría más adelante.

De inmediato se habló de acabar con la antigua figura del “Flag Officer” y crear las graduaciones a la europea de Comodoro y Contralmirante, bien entendido que Farragut encabezaría la primera lista de contralmirantes. Tales planes se iban a hacer realidad en el mes de Julio.

El quebranto para el Sur fue inmenso. Aparte de su ciudad más populosa y su mayor puerto, habían perdido fuertes, 140 cañones, muchas tropas, (aunque aparte cosa de 500 muertos y heridos, la mayoría eran prisioneros puestos en libertad bajo palabra), y una flotilla completa, incluyendo dos buques blindados de primera clase.

Del propio New Orleans se pudo evacuar a última hora algodón y azúcar por valor de 4.000.000 $. Pero no se pudo evitar que fuesen destruidas 15.000 balas de algodón, 12 buques oceánicos, otros tantos vapores fluviales y un buen puñado de cañoneros y buques de guerra en construcción, incluyendo el ya botado aunque inacabado “ram” “CSS Mississippi”, ante la imposibilidad de encontrar remolcadores para llevarlo a Memphis. Incluso el prototipo de submarino del Profesor Hunley, el “Pioneer”, había tenido que ser hundido en el Lago Pontchartrain.

Y Farragut no se detenía allí. Su vanguardia de cañoneros, mandada por el Comandante Palmer, del “USS Iroquois”, estuvo pronto remontando el río. Así el día 7 de Mayo llegó ante Baton Rouge, ciudad sin defensas que tras casi 48 horas de regateo, acabó rindiéndose formalmente el 9 de Mayo de 1862. Y el día 12 de Mayo se aceptaba la rendición de Natchez, donde el recibimiento fue algo menos frío. (Natchez, ciudad que vivía del tráfico fluvial, estaba ahogándose con la guerra y la secesión le causaba un serio perjuicio).

La primera voz de alto la recibieron ya en Vicksburg, donde su intimidación de rendición, enviada el día 18 de Mayo, recibió una respuesta lapidaria del Coronel James L. Antry de la Milicia de Mississippi: “Los hombres de Mississippi no saben rendirse. Y si Butler y Farragut pretenden enseñarles a hacerlo, que vengan a hacer la prueba”

Aunque el Coronel Antry y el Alcalde L. Lindsay, estaban de acuerdo en el mensaje, lo cierto es que Vicksburg tenía más en que apoyarse que la pura hombría. En primer lugar la ciudad se encuentra elevada sobre el río en unas alturas de caliza, bastante escarpadas hacia la corriente, tenía de por sí una excelente posición defensiva. Y además ésta se encontraba potenciada, aunque no por la hombría de Mississipi, sino por el Coronel surcarolino Stephen Dill Lee, (del que ya hemos hablado otras veces), que llevaba meses creando defensas y emplazando cañones, y por el gran refuerzo que su guarnición acababa de recibir al llegar a la plaza la Brigada de Florida del Ejército Provisional mandada por el Brigadier Martin L. Smith.

Su aspecto era lo suficientemente formidable como para que de primeras la flota no se atreviese a reaccionar contra ella hasta estar concentrada y bajo el mando directo de Farragut. A finales de mes éste montaría la operación contra Vicksburg, mientras el mando de Butler enviaba hacia allí la fuerza que había destacado para operar en el Mississippi.

Esta estaba mandada por el Brigadier Thomas Williams, (un hombre barbudo, de cierta edad, y que prefería el uso de sombrero de ala al de los quepis clásicos del generalato unionista en 1862). Constaba de los siguientes regimientos:

9º de Connecticut
21º de Indiana
14º de Maine
30º de Massachusetts
6º de Michigan
7º de Vermont
4º de Wisconsin

Con base principal en Baton Rouge.

A la vez, Butler se enfrentaba en New Orleans a un serio problema. Con más de un tercio de su fuerza río arriba con Williams, y teniendo que dar guarnición a Pensacola, Ship Island, Fort Jackson y Fort Saint Philip (situado en el antiguo emplazamiento del viejo Fuerte San Felipe español), la mayor parte del tiempo no le quedaban ni 6.000 hombres para ocupar New Orleans, lo que creaba una situación delicada.

En efecto Lovell o alguno de sus subordinados, (de los que los principales eran los brigadieres Paul Hèbert y Alfred Mouton), podía intentar recuperar la ciudad en cualquier momento, y la situación interna en ésta no era tranquilizadora, pese al talante conciliador que Butler mostrara en un principio. Aunque la amenaza de un ataque confederado había desaparecido, pues Lovell se había retirado a Camp Moore, 78 millas al Norte, gracias a la línea férrea Northern Pacific.

Es en este momento cuando quedaron demostradas las mejores cualidades del Mayor General Benjamin Butler, que antes que militar era político. Y ya anteriormente había realizado una buena tarea cuando las Revueltas de Baltimore, Maryland, en aquellos ya lejanos inicios de la guerra. Y de propia iniciativa había entrenado con esmero a los seis regimientos de la Milicia de Massachusetts previendo el inicio de la guerra. Por lo que fue uno de los primeros Mayor General de Milicias y recibió como premio el mando de Fort Monroe en la Península de Virginia. Donde volvería a las primeras páginas de los periódicos cuando consideró a los esclavos que huían como contrabando de guerra para negarse a devolverlos a sus propietarios.

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Mayor General Benjamin Butler, USA

Así que Butler experimentado en situaciones conflictivas era totalmente consciente de su situación como el mismo comentó:

"We were 2,500 men in a city... of 150,000 inhabitants, all hostile, bitter, defiant, explosive, standing literally in a magazine, a spark only needed for destruction."

“Nosotros éramos 2.500 hombres en una ciudad… de 150.000 habitantes, todos ostiles, amargos, desafiantes, explosivos, literalmente como una revista, sólo necesitaban una chispa para la destrucción”

Su primera medida habían sido permitir el autogobierno a la corporación del Alcalde Morgan, con incluso el brazo armado del regimiento extranjero aún a su disposición, y retirar sus tropas a acuartelamientos fuera de la ciudad, donde sólo permanecía el Provost o Policía Militar y el mismo mando de Butler, instalado en el mismo hotel que empleara antes Lovell.

Pero la ciudad, incluso drenada de los hombres movilizados y las gentes que habían huido ante la llegada de los unionistas, aún sumaba 140.000 habitantes. Era un peligroso hervidero, infestada de población marginal que era contada entre la más violenta de todo el país, y que los extremistas del secesionismo podían tratar de instrumentalizar contra las tropas de ocupación. Y esto era precisamente lo que estaban haciendo.

En efecto, había un claro intento por parte de muchas gentes de buena posición de hacer el antiunionismo moda local, logrando así el enfrentamiento continuo pese a que, en realidad, ni el ciudadano medio ni el hampa estaban muy politizados. Así, muchas damas de sociedad salían a la calle con vestidos que lucían, sobre el pecho o el trasero, la bandera confederada, y provocaban al paso a los oficiales unionistas, (algunas los escupían). Las convenciones de caballerosidad y decoro las protegían, y el “show” y la polémica estaban servidos.

También era obvio quién estaba pagando, (licor gratuito incluido), continuas fiestas en los barrios bajos en honor de W.D Munford, el jugador que retiró la bandera de la Aduana. Para colmo, un grupo de hombres con uniformes unionistas, practicaban registros nocturnos ilegales acabados sistemáticamente en saqueos.

A más largo plazo otra amenaza era la fiebre amarilla, que visitaba New Orleans cada verano, causando a menudo miles de muertes, y ante la que se suponía que los aún no aclimatados norteños caerían como moscas. Butler la atribuía en parte a la desidia y falta de medidas higiénicas del Ayuntamiento, pero el alcalde se negaba a cambiar la política sanitaria.

A las cuatro semanas ya empezaban los atentados contra los unionistas y Butler, ya cansado, destituyó al alcalde (que acabó desterrado en Ship Island), e introdujo grandes cambios. Comenzando por declarar la Ley Marcial en la ciudad y marcando su contundencia al condenar a tres meses de trabajos forzados en Fort Jackson a un ciudadano que pidió aplausos para Jeff Davis y Beauregard. Los saqueadores de uniforme azul fueron detenidos, y resultó haber entre ellos cuatro unionistas que eran los que procuraron los uniformes, y bastante “talento local” asociado. Todos ellos, salvo un par de menores, fueron ahorcados en el acto. Los opositores comenzaron a ser desterrados en masa, y hasta encontró un arma contra las “damas abanderadas”. Era una orden municipal (Butler’s General Order Nº 28) contra la prostitución por la que la mujer que llamara deliberadamente la atención por la calle por su ropa o actitud sería considerada una prostituta ofreciendo su comercio.

Nadie la había relacionado hasta entonces con damas de buena familia pero, como indudablemente las “abanderadas” llamaban deliberadamente la atención, les era aplicable, y sirvió para cortar su juego en seco. La propaganda confederada, y la francobritánica a nivel mundial, hicieron de Butler un monstruo por asuntos como la ejecución de Munford y la “orden de las mujeres”, (que no estaban sometidas a las penas que se insinuaba, sino a una multa y una noche de calabozo… con las verdaderas prostitutas, que fue lo que más las disuadió).

William Munford fue detenido, juzgado sumariamente y condenado a muerte por “incitación a la rebelión”. (Esta condena le supuso a Butler, que en Diciembre de 1862 fuese declarado “criminal”, merecedor de la pena capital en caso de ser capturado según la Orden General 111 firmada por Jefferson Davis). En realidad aunque algo legalista y con cierta tendencia a ahorcar y fusilar, Butler no era demasiado sanguinario, y menos comparado con los roles de la época. Y además hacía cosas en beneficio de la ciudad. Aunque también tuvo su “leyenda negra” siendo conocido como “Spoons Butler” (“Cucharas Butler”) por su presunta costumbre de apropiarse de todas las vajillas de plata de las casas del Sur por donde pasaba.

Con un duro sistema de multas y confiscaciones a los secesionistas notorios, sacó dinero para hacer repartos gratuitos de comida a los más pobres, sosteniendo que el hambre alimenta a las epidemias, y empleó miles de parados en actualizar y ampliar las cloacas y servicios sanitarios. Resultado: en un año de fiebre amarilla particularmente dura en otras zonas, New Orleans no la sufrió por primera vez en más de un siglo.

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“Louisiana Native Guard, 1862 USA”

Al mismo tiempo comenzó a ganarse a las clases altas de la ciudad impulsando de nuevo el comercio retomando ese gran negocio del “Rey Algodón” al valerse de sus contactos en el Norte para exportar las primeras 17.000 balas y restableciendo el comercio internacional. Llegaba a la ciudad una bocanada de aire fresco, con un comercio prácticamente estrangulado y que había pasado de un montante de 500 millones de dólares en 1860 a tan sólo 52 millones en 1862. Aunque una de las medidas más destacables fue la creación de tres regimientos, el 1º, 2º y 3º de Guardias Nativos de Louisiana, Cuerpo de Africa, a partir de la base de las unidades de negros libres de la milicia estatal. Estos regimientos estaban bajo las órdenes del Brigadier Daniel Ullmann, pero lo realmente inusual es que los oficiales también eran negros.

Pero también hubo lunares en la actuación de Butler y el principal de todos fue el Incidente Heidsieck.

Charles Heidsieck era un comerciante francés de la región de Champagne, hijo del Charles-Henri Heidsieck que a lomos de un semental blanco entró justo detrás de Napoleón en Moscú seguido de cajas de champán listas para celebrar la victoria y el libro de pedidos para preparar la siguiente celebración. Así que lo llevaba en la sangre el olfato para encontrar nuevos mercados. Y así en 1852 Heidsieck se presentó en New York dispuesto vender su mercancía entre la alta sociedad estadounidense. Y ¡vaya si lo consiguió! Cuando regresó de nuevo en 1857 fue la gran noticia en los periódicos, se celebraban banquetes en su honor y recibió el sobrenombre de “Champagne Charlie”.

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Charles Heidsieck, “Champagne-Charlie”

Así para 1861 cuando recibió la noticia del inicio de la guerra y con al menos la mitad de su dinero en activos impagados estadounidenses dejó rápidamente Reims y se dirigió hacia los Estados Unidos. Pero el mejor de los negocios tiene su riesgo, y este para Heidsieck se llamaba algodón. Sus principales clientes no eran otros que los terratenientes sureños los cuales financiaban sus lujosas fiestas gracias al comercio del algodón.

Pero todo saltó por los aires cuando al llegar fue informado que el Congreso de la Unión había declarado nulas toda deuda contraida con el Sur. Y por tanto el agenete comercial de Heidsieck estaba exento de deudas por sus ventas en el Sur, si quería cobrar su mercancía en debía ir a cobrarlo el mismo. Por lo que no le quedó otro recurso que dirigirse a New Orleans si quería recuperar el pago de su champán suministrado.

Pero para cuando llegó a la ciudad ya era Abril de 1862, pues hubo de viajar en secreto a través de Kansas para evitar ser detenido, y en esas fechas se encontró con una New Orleans en bancarrota. La única opción que recibió fue recibir el pago en algodón, pues con los puertos bloqueados este se pudría en los almacenes. Además debido al bloqueo unionista el precio del algodón en Europa se había disparado y si salía bien incluso multiplicaría sus ganancias.

Pero la fortuna no estaba con Heidsieck, y tras contratar dos mercantes en Mobile y enviarlos por rutas diferentes, ambos barcos fueron interceptados y hundidos. Y en vista de su situación se decidió a regresar a New Orleans con la intención de regresar a Europa en cualquier barco que partiese hacia Mexico o Cuba. Pero de nuevo la mala fortuna acompañó a nuestro “francesito”, el cónsul francés de Mobile le pidió que entregase unos documentos en una valija diplomática en el Consulado Francés de New Orleans, pero cuando llegó a su destino ya era 5 de Mayo de 1862, los unionistas habían tomado la ciudad y Heidsieck fue detenido y los documentos incautados. Estos detallaban las transacciones comerciales de fabricantes de telas franceses que suministraban uniformes al ejército confederado. Por lo que fue considerado un espía francés al servicio de la Confederación. Un tema al que Butler dedicó notables esfuerzos creando una red de contraespionaje e intentando impermeabilizar todos los accesos a New Orleans.

El despiste o la ignorancia de Heidsieck respecto a la valija diplomática le costó dar con sus huesos en la cárcel de la recien conquistada Fort Jackson. Comenzaba así el Incidente Heidsieck, en el que incluso intervino Napoleón III contactando con Lincoln para conseguir la puesta en libertad de nuestro comerciante desventurado. Que fue finalmente liberado el 16 de Noviembre de 1862 con su salud afectada, desmoralizado y arruinado totalmente.

Aunque finalmente tuvo un final feliz. Pues a principios de 1863 recibió una carta desde Estados Unidos que era del hermano del agente de Heidsieck en New York, el cual avergonzado por la actitud de su hermano intentó compensarlo mediante la entrega de unos terrenos en Colorado. Terrenos que resultaron ser el tercio de un pequeño pueblo llamado Denver y que en pocos años se convertiría en una populosa ciudad que permitiría a Heidsieck pagar todas sus deudas y refundar de nuevo su bodega de champán, siendo hoy en día considerado el mejor y por tanto el más caro del mundo.

Pero volviendo al tema que nos ocupa vemos que estas y otras medidas lograron que New Orleans permaneciese para el resto de la guerra en manos de la Unión. Y Farragut definió la actuación de Butler con las siguientes palabras:

”They may say what they please about General Butler, but he was the right man in the right place in New Orleans”
“Ellos pueden decir lo que quieran sobre el General Butler, pero el fue el hombre correcto en el sitio correcto en New Orleans”


1º PARTE

 

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