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Antecedentes.
Los vándalos (posiblemente vinculados con los lugiones) consistían en un conglomerado de tribus germánicas orientales procedentes de Escandinavia que habían emigrado a la zona de Silesia, el Oder y el alto Vistula.
Se fueron acercando a la frontera imperial del Danubio en el S. II. Se dividían en dos ramas principales: asdingos o victovales (instalados en parte de la actual Eslovaquia) y silingos (ubicados más al oeste sobre el Main). Ya en tiempos de Aureliano presionaron el limes imperial entrando también en tensión con otros pueblos de la vecindad como los godos y marcomanos.
Y posteriormente los asdingos empiezan a asentarse en Panonia y se convirtieron al arrianismo en la segunda mitad del S. IV.
Acosados por la llegada de los hunos desde el este, y de los pueblos que huían de éstos, se trasladaron dirigidos por el rey Godiselo al oeste (absorbiendo a su paso elementos silingos).
Y así penetraron en el Imperio durante la gran irrupción del 31 de diciembre del 406, junto a suevos, alamanes, burgundios, alanos y otros. Se aprovecharon de que Estilicón había desguarnecido las ya muy débiles fuerzas del Rin para proteger Italia frente a la invasión de Radagasio (sólo quedaban algunos francos ripuarios federados del Imperio que ofrecieron resistencia a la ola invasora muriendo Godiselo en las luchas).
Tras atravesar la indefensa Galia devastándola durante 2 años, entraron en Hispania en octubre del 409 gracias a las disputas internas de los romanos: la usurpación de Constantino y la lucha contra los partidarios de Honorio en Hispania, debilitaron la defensa de los Pirineos, quedando a cargo de mercenarios germanos que les franquearon el paso, a eso se unió la rebelión de Geroncio contra Constantino (y es posible que les pidiera apoyo).
Así en el 411 se repartieron la diócesis de Hispania: instalándose los asdingos y los suevos en Gallaecia, los silingos en la Bética occidental (entre el Guadiana y el Guadalquivir) y los alanos se extendieron por la Cartaginense y la Lusitania.
Las fuerzas imperiales comandadas por Constancio con ayuda de los visigodos, tras haber eliminado a los usurpadores rivales de Honorio, combatieron en Hispania a mediados de esa década diezmando a los alanos y silingos. Los restos de estos pueblos se unieron bajo la égida de los reyes asdigos. Los asdingos tuvieron enfrentamientos con los suevos, pero derrotados gracias a la intervención imperial emigraron al sur.
En Betica los vándalos y alanos hostigaron al Imperio que intervino, siendo el magíster militum Castino derrotado (422) (tras la retirada de Bonifacio y sus auxiliares visigodos), lo que les permitió ocupar los puertos de la Bética y la Cartaginense y apoderarse de muchos barcos, llevando a cabo actos de piratería contra el Levante hispano, las Baleares y África. Es muy probable que reclutaran por la fuerza o de buen grado a marinos en Hispania (dispuestos a obtener un buen botín o una buena paga). En todo caso, con marinos forzosos, mercenarios y voluntarios se fueron adueñando del Mediterráneo occidental, y atacaron las Baleares en 425. Esto era muy peligroso para el Imperio, pues ponía en peligro el vital suministro de grano a Roma e Italia.

La invasión.
En mayo-junio del 429, pasaron a África, llamados por Bonifacio, comes Africae, enfrentado al magister utriusque militiae Felix y al magister equitum per Gallias Aecio por el control sobre Placidia, madre y regente del emperador Valentiniano III, que tenía sólo 10 años. Tras diversas intrigas inspiradas por Aecio, Bonifacio rechazó las ordenes imperiales de acudir a Ravena y fue declarado enemigo. El primer ejército enviado contra él sufrió un motín muriendo sus oficiales y desertando al bando de Bonifacio los soldados; pero otro mandado por el visigodo Sigisvulto tuvo cierto éxito. Así Bonifacio amenazado, y en retirada hacia Numidia, pidió ayuda a los vándalos (tardaron un poco en acudir debido a la muerte de Gunderico y la necesidad de elegir nuevo rey).
Unos 80.000 (cifra que incluiría a sus familias, lo que supondría, al descontar no combatientes, como mucho unos 20 ó 25.000 guerreros) vándalos y alanos (y posiblemente romanos de las facciones usurpadoras derrotadas) dirigidos por Genserico desembarcaron en Tánger, desde allí por tierra atravesaron el territorio romano alcanzando Altava en agosto sin gran resistencia pues las únicas fuerzas en el sector eran las que comandaba el comes de Tingitania según la Notitia disponía sobre el papel de unos 3.500 comitatenses (en realidad gran parte eran limitanei reconvertidos) y de fuerzas limitanei, lo que es insuficiente para hacerles frente.
La situación era más complicada pues Bonifacio se había reconciliado con Ravena, por lo que no precisaba ahora de la ayuda de los vándalos y alanos. Tras el fracaso de la negociación, a fin de cuentas ahora podían tomar por la fuerza lo que deseaban, los vándalos continuaron su avance, uniéndose bajo sus banderas desertores, bandidos, donatistas y otros (el África romana había sufrido graves convulsiones a causa de la herejía donatista y la represión de ésta por las autoridades imperiales).
Fijarían su capital en Saldae, y vencieron a Bonifacio cerca de Hipona, que según la Notitia Dignitatum tendría como comes Africae sobre el papel un ejército de maniobra de 21-25.000 (en la práctica sería mucho menos sobre todo porque parte de sus fuerzas eran unidades nuevas, incluso limitanei ascendidos (teniendo sólo 4 unidades palatinas)), además de federados visigodos y hunos (éstos últimos habían desertado a su bando durante la primera invasión enviada por Ravena contra él).
El cerco de Hipona comenzaría en mayo del 430 y duraría unos 14 meses. La situación para el Imperio Occidental era gravísima pues África era su principal base económica en este momento, sus ingresos eran vitales para el estado (por ejemplo el emperador era propietario de casi un 20 % de la Proconsular y un 15 % de la Byzacena). Pero además había el peligro de que quisieran seguir hasta Egipto atacando el vital granero de ambos Imperios.

Contraataques romanos.
En el 431 Teodosio II, ante la petición de la Gala Placidia, a la que la había ayudado a entronizar a su hijo Valentiniano III, ordena la primera intervención en África enviando al germano Aspar, hijo del influyente general germano Ardaburio, con un ejército para resolver la situación.
Pero las fuerzas conjuntas de Aspar y Bonifacio fueron derrotadas e Hipona cayó a fines del verano del 431. Aún peor, Placidia convoca a Bonifacio a Italia nombrándolo Patricio y magister utriusque militiae (en medio de la lucha de poder), y éste vence en la batalla de Rímini a su rival Aeccio, pero es mortalmente herido en ella. Aspar permanecerá en África realizando una defensa flexible que contendrá a vándalos y alanos. Mientras se produce un giro en la política del Imperio occidental, pues Aeccio considera que los intereses de Rávena se centran más en la Galia.
Ante esto Genserico aceptó negociar y el embajador romano Trigecio firma el 11 de febrero 435 un tratado reconociéndoles a los vándalos y alanos el estatus de federados, el dominio sobre Mauritania Sifitense y Numidida a cambio de un tributo anual y de ayuda contra las tribus moras.
Tras un periodo mientras consolidaba su reino, y se iba debilitando el dominio romano, Genserico volvió al ataque rompiendo el tratado. Así tras varias incursiones el 19 de octubre del 439 entraban en Cartago, protegida por el Muro de Teodosio construido en el 425, posiblemente a traición. La devastación que sufrió fue terrorífica.
Los vándalos ahora sin impedimento se lanzaron en masa sobre el territorio romano, reforzados por otros contingentes: piratas, moros, incluso romano-africanos; así se apoderaron de Córcega y Cerdeña y en el año 440 invadían Sicilia arrasándola y cercando Palermo.
Parecía como si el reloj de la Historia hubiera decidido dar marcha atrás y hubiera resucitado al Imperio Púnico como enemigo del Imperio Romano. La situación era catastrófica, el Mare Nostrum, que salvo leves pinchazos, había sido un lago tranquilo para el Imperio Romano desde el S. I a.C., se convertía otra vez en un campo de batalla; un mar que era una vía vital para el trasporte del grano (África y Sicilia eran los graneros del Imperio occidental) para Italia y el ejército, y para el comercio.
En Italia se inició la recluta general y se inició la restauración de las fortificaciones. El emperador oriental Teodosio II volvió a intervenir, y envió comandada por los generales Areobindus, Ansila, Arinteo, Germano e Inobindo una flota de unas 1.100 naves que llegó a Sicilia en la primavera del 441 y comenzó con éxito su encomienda, pues los vándalos se batieron en retirada.
Pero entonces, se produjeron graves sucesos: el rey persa Yezdegard, rompiendo el tratado, envió a sus fuerzas a atacar las provincias de Oriente, y Atila que ha agrupado bajo su mando a las tribus hunas, viendo la oportunidad, penetra a través de la frontera del Danubio. Teodosio II envía una contraorden y retorna el ejército (primavera del 442) para combatir en Tracia (siendo derrotado por Atila).

Roma de rodillas.
Valentiniano III ante la grave situación, y la incapacidad de realizar un contraataque, firma un acuerdo en el 442: les cede el África Bizancena y la Proconsular y reconoce sus dominios en Numidia a cambio de poder recuperar las Mauritanias y parte de Numidia y la entrega además de un tributo anual en especie, también comprometió a su hija Eudocia con Hunerico, hijo de Genserico.
Durante años habrá paz (aunque sin desaparecer ciertas incursiones de pirateo), pues los vándalos quieren disfrutar de sus conquistas. El Imperio occidental está muy débil y muy ocupado en la Galia para poder tomar alguna medida. Y el Imperio de Oriente gobernado por Marciano, aunque de facto el poder lo tiene Aspar (que es nombrado Patricio y uno de sus hijos se convierte en magister utriusque militiae per Orientem), se desentiende de los asuntos occidentales, demasiado ocupado con los hunos y con cierta enemistad hacia Valentiniano III.
El asesinato de Valentiniano el 16 de marzo del 455 y el ascenso al trono de Petronio Máximo supuso una afrenta a Genserico, pues el nuevo emperador occidental trató de casar a Eudocia, la hija de Valentiniano prometida con el hijo de Genserico, con su hijo para así arrogarse una legitimidad vinculándose a la familia de Teodosio I.



La flota vándala zarpó alcanzando Ostia el 31 de mayo de 455, Petronio Máximo era asesinado mientras intentaba huir, y el Papa León y los nobles pactaron las condiciones de rendición de la indefensa Roma en la que los vándalos entraron 2 días después, seguiría un saqueo de 14 días, pero ordenado, sistemático y sin matanzas. Los vándalos continuarían sus ataques a Italia.
El magíster militum Ricimero, el nuevo hombre fuerte del Imperio occidental, lograría una victoria naval en Córcega sobre una flota de 60 naves vándalas, y colocaría en el trono a Mayoriano, un compañero de armas derrocando al emperador de Occidente Avito.
Mayoriano, tras haberse estado ocupando de la Galia decide atacar a los vándalos (proyecto que goza del apoyo por los antiguos terratenientes africanos exiliados); con la ayuda del magister militium Marcelino, que era el amo de Dalmacia.
La operación estaba bien pensada: Marcelino operaría en Sicilia posiblemente para entretener a los vándalos, mientras Mayoriano reunía la nueva escuadra, que él había mandado construir, en la Cartaginense (Hispania), para desde ahí invadiría África. Pero fracasó, ya que Genserico enterado del plan, tras preparar la defensa de su reino, atacó de forma preventiva y destruyó a la flota romana de 300 naves en la costa de Alicante, en mayo del 460. Mayoriano al volver a Italia será asesinado por Ricimero el 2 de agosto del 461, mientras Marcelino deberá huir a Dalmacia cuando Ricimero soborne a sus soldados, sobre todo a los mercenarios hunos.
La situación era cada vez peor, desde 462 los vándalos lanzaban incursiones continuas contra Italia y las posiciones romanas en Sicilia; incluso se atrevieron a atacar al Imperio oriental. El comercio naval se hundía en el Mediterráneo y las comunicaciones quedaban irreversiblemente cortadas en diversos puntos. Genserico era el amo del Mediterráneo occidental y empezaba a serlo también del oriental. Incluso intentaba colocar en Occidente a su propio emperador: Anicio Olibrio marido de Placidia cuya hermana Eudocia se había casado con Hunerico (hijo mayor de Genserico).