El Gran Capitan: Historia Militar
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Las relaciones internacionales durante el periodo de entreguerras (1919-1939)

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Escrito por Rafa.Rodrigo (kappo)



1.- LAS RELACIONES INTERNACIONALES: 1919-1924
 
1.1.- La Sociedad de naciones

En abril de 1919, la Conferencia de París aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones. La nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una Asamblea General, un Consejo, del que eran miembros permanentes las grandes potencias, y un Secretario General, encargado de dirigir los más de 600 funcionarios que trabajaban para la Sociedad. Teniendo como objetivo esencial el mantenimiento de la paz, la Sociedad buscó garantizar la protección de los pequeños países ante las grandes potencias. Se trataba de crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva.

La Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos. Su época dorada fue el período 1924-1929, cuando se firmó el Tratado de Locarno (1925), Alemania ingresó en la Sociedad (1926) y se firmó el Pacto Briand-Kellogg (1928). Sin embargo, cuando la situación internacional se enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz de mantener la paz.

¿Cuáles fueron las razones del fracaso de la Sociedad de Naciones? Por un lado, la ausencia de potencias clave en el concierto mundial. EEUU se negó a entrar en 1920 y nunca participó. La URSS fue vetada al principio y solo participó de 1934 a 1939. Alemania no ingresó hasta 1926 y, con Hilter, abandonó la Sociedad en 1993. Japón se marchó en 1933 e Italia en 1936. Por otro lado, la falta de medios económicos o militares para imponer sus resoluciones.

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Navis longa: la galera de guerra romana: La Época Imperial.(VI)

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Escrito por Flavius Stilicho

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Quinquerreme (arriba) y cuatrirreme (abajo), siglo I d.C. (G. Rava).

3. Época Imperial.

3.1 Cuatrirremes, quinquerremes y hexarremes.
El establecimiento del Imperio coincidió con el fin de la última armada mediterránea que se podía oponer a Roma: la ptolemaíca. Octavio Augusto era el amo indiscutible del Mediterráneo, y el Mare Nostrum sólo lo surcaban naves romanas o a lo más las de algún estado clientelar sin relevancia; sin olvidarnos del ocasional pirata. Los quinquerremes y otras naves grandes ya no tenían sentido, por lo que Augusto se libró de gran cantidad de ellos cuando reorganizó la Armada.

Unos pocos quinquerremes y al menos un hexarreme fueron conservados. El destino de estas naves habría sido puramente ceremonial. También es posible que durante algún tiempo no se quisiese prescindir del todo de estos modelos por aquello de conservar viva una cierta tecnología, sin embargo no se tardaría mucho en perder interés (viendo el Imperio consolidado y sin que surgieran amenazas navales) por lo que estas naves acabarían desapareciendo en torno a finales del siglo I d.C. o comienzos del siglo II.
De la época se conservan varios nombres:
Hexarreme: Ops (Escuadra de Miseno)
Quinquerreme: Victoria (una en Miseno y otra en Ravena, ¿la misma nave?), Augustus (Escuadra de Ravena).


Por su parte los cuatrirremes aguantaron un poco más, hasta mediados del siglo III. Su número parece haber sido algo superior al de sus hermanos mayores, pero aun así su presencia parece haber sido bastante limitada. Conocemos nombres de 9 cuatrirremes que sirvieron en la "Classis Misenensis" (escuadra de Miseno): Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna, Annona, Libertas, Olivus; y de 6 que sirvieron en la "Classis Ravennas": Fortuna, Mercurius, Neptunus, Padus, Vesta, Victoria.
Los “cuatros” era más económicos de mantener que los “cincos”, siendo todavía “potentes” en caso de una eventualidad, por lo que no es extraño que se reservaran más naves de este tipo. Probablemente constituirían una suerte de reserva “pesada”, así como servir de naves de mando. Cuando Plinio el Viejo, comandante de la escuadra del Miseno, acudió en rescate de Pompeya durante la erupción del Vesubio (79 d.C.), lo hizo en un cuatrirreme.

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El Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial

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Escrito por Rafa

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Batallas más importantes en las que tomó parte el Imperio turco, desde el Cáucaso hasta el Canal de Suéz, desde Gallipoli, en el Estrecho de los Dardanelos, hasta las campañas de Mesopotamia o Palestina.

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La Guerra Ruso-Japonesa (III)

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Escrito por Akeno

Zoom in (real dimensions: 536 x 800)

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En la foto, se distingue claramente (está de frente a la cámara) al general británico Ian Hamilton (1853-1947), el cual lideraría los desembarcos en Gallipoli en 1915.

 

3. EL MUNDO SE ENCUENTRA INFORMADO

 

3.1. OBSERVADORES MILITARES

 

 

Los observadores militares eran oficiales (tanto del Ejército como de la Marina) enviados por los países no beligerantes para observar y tomar buena nota con propósitos militares de lo sucedido en la guerra.
 

La guerra ruso-japonesa ocurrió en un período (1816-1914) donde se consolidó el papel que las fuerzas armadas jugaban en un mundo industrializado y en la que la observación, estudio y recopilación de datos de las guerras que se llevaban a cabo se había convertido en una cuestión de suma importancia.

 

En realidad, el observador militar era una versión especial del agregado militar, el cual tenía una misión ad hoc llevada a cabo durante un corto período de tiempo. La Guerra Civil Americana y la guerra franco-prusiana fueron las primeras guerras donde se reunieron de manera significativa oficiales de los principales países no beligerantes, los cuales observaban el desarrollo de la acción desde ambos bandos contendientes. Pero, sin ninguna duda, la guerra ruso-japonesa fue la que reunió mayor cantidad de observadores militares hasta la Primera Guerra Mundial.

 

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La invasión de Somalía Británica 1940. (I)

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Escrito por Tigre

 

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El nuevo teatro de operaciones en el A.O.I.

Los Preliminares.

Tras la invasión alemana de Francia en mayo de 1940, la Royal Navy, en previsión de la entrada de los italianos en la guerra, despachó desde Egipto al Mar Rojo al crucero antiaéreo HMS Carlisle, tres corbetas (sloops) y una división de destructores y cerró el tráfico marítimo aliado en el área hasta tanto se organizara un sistema de convoyes.

El 10 de junio de 1940, Mussolini declaró la guerra, abriendo un nuevo teatro de operaciones en el Africa Oriental Italiana - Eritrea, Abisinia (también conocida como Etiopía) y Somalía Italiana - y las aguas adyacentes del Mar Rojo, el Golfo de Adén, y el Océano Índico. En este imperio colonial los italianos contaban aproximadamente con 280.000 tropas con la posibilidad de sumar otros 50.000 tras la movilización. A pesar de la impresionante fuerza de combate, las fuerzas italianas estaban compuestas abrumadoramente de tropas nativas con equipo, entrenamiento y moral desigual. Asimismo, la cantidad de aviones antiguos de la Regia Aeronautica en el A.O.I (aproximadamente 350 máquinas) era más impresionante que su calidad, y los buques de guerra italianos basados en el Mar Rojo (incluían ocho submarinos, siete destructores de flota y dos destructores de escolta y cinco lanchas torpederas), aunque numéricamente fuertes, sufrían escasez de combustible y numerosas fallas mecánicas. Sin embargo, en el papel, esta fuerza aérea-terrestre-naval planteó una seria amenaza a los escasos recursos aliados en Sudán, Somalía Francesa, Somalía Británica, Kenia y la vital ruta del tráfico marítimo a Egipto, el Canal de Suez y el Mediterráneo.

Los generales italianos, sin embargo, sobreestimaron en gran medida la fuerza de sus oponentes franceses y británicos. Desde la perspectiva de Addis Abeba, capital del África Oriental Italiana, las fuerzas de Il Duce estaban rodeadas y aisladas de refuerzos y reabastecimientos. En particular, parecía que los puertos de Djibouti en Somalía Francesa y Berbera en la vecina Somalía Británica ofrecían excelentes perspectivas para apoyar las expediciones aliadas contra Addis Abeba por la ruta más fácil y directa. Por lo tanto, los italianos asignaron proporciones significativas de sus mejores unidades y limitados suministros para emprender operaciones ofensivas contra esos puertos, despejar los enclaves costeros y, casi de manera incidental, controlar las costas a lo largo de las rutas de los convoyes aliados.

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  1. Navis longa: la galera de guerra romana. (V)
  2. ONDERZEEBOOT: LA FLOTA SUBMARINA HOLANDESA
  3. Lérida 1647, una asedio legendario (III y final)
  4. Navis longa: la galera de guerra romana. (IV)

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