ARQUITECTURA MILITAR EN LA COSTA DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE RINCÓN DE LA VICTORIA
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- Escrito por Laguno
A lo largo del tiempo, los ataques de naves de potencias enemigas, las incursiones, a veces demasiado cruentas, de piratas e incluso la represión del contrabando, han dado lugar a que los estados, en cada época, se hayan esforzado en construir redes de fortificaciones defensivas a lo largo de las costas, ya sean torres, fuertes o castillos, que frenen o, al menos, prevengan estas situaciones críticas.
La costa de Málaga no ha escapado a esta situación y desde el tiempo remoto de los fenicios, toda una serie de estructuras defensivas se han venido construyendo en nuestras costas, de las cuales aún quedan una más que interesante muestra: cuarenta y una torres y siete castillos y fuertes se reparten a lo largo de los ciento ochenta kilómetros de la costa malagueña.
Este pequeño artículo pretende dar, a grandes rasgos, una breve panorámica acerca de estas construcciones defensivas, pero localizadas concretamente en la costa del actual término municipal de Rincón de la Victoria, término que linda por el oeste con el de Málaga y por el este con el de Vélez Málaga, y que son la torre vigía de El Cantal, el fuerte de Bezmiliana y la torre almenara de Benagalbón.
Se debe hacer notar que una torre vigía es una torre construida en un lugar alto, situada tanto en el interior como en la costa, para vigilar una gran extensión de terreno y poder avisar con tiempo de un peligro o amenaza, mientras que una torre almenara es también una torre de vigilancia y en cuyo terrado o azotea se encendía fuego para que actuara tanto a modo de faro como para realizar señales ópticas de aviso.
Estas torres, al menos en la época musulmana tardía, solían tener una dotación de dos o tres individuos, de los cuales uno solía estar de guardia las veinticuatro horas, mientras que los otros dos, según su turno, eran los que iban a dar la voz de alarma si se presentaba algún problema o circunstancia. Suponemos que se mantendría esa dinámica a partir de la conquista cristiana.
En la costa de Málaga, la distancia media entre dos torres en la época musulmana solía ser de unos cinco kilómetros -una legua- y en caso de peligro, aparte de salir a dar la voz de alarma el soldado de turno, como ya se ha dicho antes, se encendía fuego en el terrado si era de noche y si era de día se quemaba paja húmeda, dando aviso a las torres vecinas.
Se estima que en época musulmana llegó a haber en activo unas cuarenta y tres de estas torres en la costa malagueña, muchas de las cuales, por diferentes motivos, fueron derruidas tras la conquista castellana, aunque reconstruidas o levantadas de nueva planta posteriormente.
Torre vigía de El Cantal
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La batalla de Montijo (1644)
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- Escrito por Sir Weymar Horren
El tema de la batalla de Karánsebes, en el subforo de Historia Militar Moderna y Contemporánea, me recuerda que no son pocas las batallas cuyo resultado difiere en función de que pluma las refiere. Un ejemplo interesante, en este sentido, es el de la batalla de Montijo, prácticamente el único combate de entidad de la Guerra de Restauración Portuguesa durante el reinado de Juan IV de Braganza. Esta batalla no ha recibido demasiada atención por parte de historiadores modernos, pero en su momento fue objeto de un cruce de invectivas entre plumíferos españoles y portugueses, que adjudicaban la victoria a su bando y trataban de justificar sus motivos en libelos que circulaban públicamente.
Batalha de Montijo, azulejo en el Pátio dos Canhões de Lisboa.
Guerra de Restauración
El 1 de septiembre de 1640, una revolución nobiliaria en Lisboa elevó al duque Juan de Braganza al trono de Portugal. Sus partidarios se hicieron rápidamente con el control del país aprovechando que la mayor parte de las fuerzas españolas habían sido enviadas a Aragón para integrarse en el ejército que debía someter Cataluña. Los rebeldes portugueses comenzaron desde entonces a reclutar y organizar sus fuerzas, al tiempo que el consejo de estado español encabezado por el Conde-Duque de Olivares creaba un ejército en Extremadura para oponérseles. El reino portugués se convirtió de este modo en un nuevo escenario militar que debía afrontar una monarquía hispánica cada vez más falta de recursos.
El portugués era un frente miserable. Los ejércitos se componían en su mayoría de milicias locales que desertaban en masa en la época de siembra; el clima era seco y caluroso, tanto que entre los meses de julio y octubre era forzoso suspender las operaciones, pues el calor endurecía las carreteras destrozando el transporte sobre ruedas, y la falta de lluvia secaba el pasto, privando a los caballos y al ganado de alimento. Apenas hubo combates en los tres primeros años de la guerra. El Braganza seguía una estrategia defensiva, y los españoles no disponían de fuerzas para organizar incursiones de importancia.
En 1643 los portugueses penetraron en Castilla. Su objetivo no era otro que buscar una situación favorable de cara a eventuales negociaciones. Tomaron Villanueva del Fresno, Valverde y Alconchel, pero fracasaron en un improvisado asalto sobre Badajoz, plaza de armas del ejército de Extremadura. En 1644 llevaron de nuevo la iniciativa, esta vez lanzando una ofensiva más ambiciosa. Dom Matías de Albuquerque, antiguo administrador de Pernambuco, tenía el mando del principal ejército del reino, el de Alentejo. Abandonó su base en Elvas y reunió sus tropas en Campo Maior.
Primera batalla de Heligoland 1914 (III)
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- Escrito por Lutzow

Mapa primera fase de la batalla.
El primer buque en entrar en acción fue el SMS Stettin, siendo tomado como blanco por los cruceros y destructores británicos, de tal modo que “el barco parecía estar navegando en agua hirviendo”. Tuvo fortuna y solo resultó alcanzado por un proyectil que dejó fuera de combate el cañón de estribor número 4, sufriendo la muerte de dos hombres y otro más gravemente herido, alcanzando con algunos impactos al HMS Arethusa, pero en vista de que había logrado su propósito de cubrir la retirada de los destructores propios y que el buque no podía dar toda su velocidad por no haber alcanzado levantar todo el vapor necesario, su Capitán decidió virar momentáneamente para regresar al combate cuando pudiese desarrollar su velocidad máxima. Le tomó el relevo el SMS Frauenlob, que a las 8:09 se involucraba en un combate directo contra el HMS Arethusa librado a corta distancia, en el cual los dos cañones de 152 mm que montaba este último le debieron proporcionar una ventaja decisiva, pero los defectos de su apresurado comisionamiento se hicieron patentes en ese instante, cuando dos piezas de 101 mm se atascaron. El fuego alemán fue excelente, logrando unos 25 impactos con sus piezas de 10,5 cm en el crucero británico, que deshabilitaron el cañón de popa de 152 mm, demolieron los tubos lanzatorpedos, causaron inundaciones en la sala de máquinas y rompieron una tubería de alimentación, cayendo la velocidad a solo diez nudos. Otro impacto alcanzó el puente, matando al Oficial de señales de Tyrwhitt, aunque el Comodoro resultó ileso; en total las bajas sumaron once muertos y dieciséis heridos, un número afortunado dada la cantidad de proyectiles encajados. También el tiro del HMS Arethusa resultó satisfactorio dado que solo disparaba con su pieza proel de 152 mm, alcanzando en diez ocasiones al SMS Frauenlob, que sufrió daños relativamente graves y la pérdida de su Capitán y otros cuatro hombres, así como 32 heridos. Tras perderse el enemigo entre la niebla los alemanes deciden retirarse hacia Heligoland, tomando a remolque al dragaminas T-33, y tras dejarle en la isla se dirigieron hacia Wilhelmshaven.
Gaínas, el Estilicón del Imperio Oriental (III): La lucha por el poder tras la muerte de Teodosio
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- Escrito por Pablo Adelantado Lliso
La inesperada muerte de Teodosio dejaba al Imperio en una situación delicada. Sobre el papel la cuestión sucesoria estaba resuelta puesto que Teodosio antes de morir había nombrado a sus hijos Honorio y Arcadio Augustos de la parte occidental y oriental respectivamente. Pero Honorio tenía tan solo 10 años y Arcadio, aunque debía tener 17 o 18 años, era de carácter débil y fácilmente influenciable (podría haber padecido un retraso mental), por lo que la cuestión que se planteaba no era tanto quien se iba a sentar en el trono, sino quien iba a sostener las riendas del poder a la sombra de los soberanos. Como ya se había descubierto hacía siglos el poder imperial no se sostenía en la voluntad del Senado o del Pueblo, sino en el ejército, de manera que eran los generales quienes “a priori” estaban mejor posicionados para dirigir el Imperio en nombre de los hijos de Teodosio.
En la cumbre del generalato se encontraban los maestres (magistri). Originalmente existían un maestre de la infantería (magister peditum) y un maestre de la caballería (magister equitum) que estaban al mando del ejército de maniobra acuartelado cerca de la corte, “en presencia” del emperador (praesentalis). Como en la práctica ambos maestres mandaban tanto tropas de caballería como de infantería en tiempos de Teodosio se les comenzó a denominar como maestres de ambas milicias (magistri utriusque militiae) o más sencillamente como maestres de los soldados (magistri militum). El rango de magister militum praesentalis garantizaba un asiento en el consistorium o consejo imperial. Además de los dos magistri praesentales Teodosio creó otros tres nuevos mandos para dirigir los ejércitos de maniobra regionales: magister militum per Thracias, magister militum per Illyricum y magister militum per Orientem. Estos maestres regionales tenían menos poder que los maestres praesentales porque sus sedes estaban lejos de la corte y sus ejércitos eran menores. En cambio en la parte occidental los grados de magister peditum y magister equitum continuaron en uso, y el primero de ellos ocupaba una posición jerárquica algo superior que le convertía en el comandante en jefe de los ejércitos occidentales. Por debajo de los magistri estaban los comites (singular comes), generales al mando de tropas comitatenses, siendo especialmente codiciados los cargos de comites domesticorum, comandantes de la guardia de los domésticos, que también daban derecho a participar en las sesiones del consistorium. Por último los duces (singular dux) eran generales al mando de tropas fronterizas (limitanei).
Los hombres que ocupaban estos cargos tenían una acentuada conciencia de casta y habían tejido entre ellos una red de alianzas en la que los matrimonios de interés eran la principal herramienta. Un oficial ambicioso casado con la hija de un general podía esperar que las influencias de su suegro le facilitaran un ascenso rápido y éste obtenía un aliado que podía ser de mucha utilidad llegado el caso. En una sociedad en la que por ley el hijo heredaba la profesión del padre aparecieron auténticas dinastías de generales: la influencia del progenitor y la experiencia que proporcionaba haber servido a su lado desde la infancia allanaban el camino del hijo hacia el generalato. El propio Teodosio, él mismo un general, es el mejor ejemplo: era hijo de Teodosio el Viejo que había sido comes Britanniarum y magister equitum praesentalis en tiempos de Valentiniano I y había puesto gran empeño en formalizar lazos familiares con varios generales. Casó a Nebridio, sobrino de la emperatriz Flacila, con una hija del comes Africae Gildón (aunque eso no le garantizó su apoyo en la guerra contra Arbogasto) y a sus sobrinas Termancia y Serena, hijas de su difunto hermano, con otros generales (el esposo de esta última era Estilicón, el militar favorito de Teodosio en quien había depositado grandes esperanzas). Emparentar con la casa imperial era un objetivo ambicionado por cualquier militar hambriento de poder e influencia.
D. Camilo Alonso Vega, el general de hierro.
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- Escrito por Jorge J. Hervás Gómez-Calcerrada.
Lo normal a la hora de resaltar la tenacidad del carácter de una persona es atribuirle las cualidades del recio hierro como modelo de porfía. Aunque las propiedades de este metal son variadas, la más achacada a las personas se refiere a su dureza o rigidez, descartando otras cualidades como son la ductilidad y maleabilidad por no alcanzar las severas expectativas de quien lo produce.
Así, si apelamos a este metal para atribuir sus cualidades a la conducta o modo de actuar de un personaje, lo que verdaderamente resaltamos casi inconscientemente es su aspereza, contundencia, dureza u obstinación, las cuales, en ocasiones no se revelan como una cualidad sino todo lo contrario. Las otras características quedan por lo tanto desechadas a pesar de resultar a mi juicio como las más provechosas.
Claro está, todo es opinable desde las distintas percepciones, pero lo cierto es que la unión de todas ellas hace al metal magnífico, mientras que el desecho de algunas de sus cualidades lo debilita y devalúa.
Partiendo de esta verdad metalúrgica, abordaremos la figura de un hombre al que se le atribuyó por sus actos el sobrenombre de “El General de Hierro”. Me refiero al que fuera durante doce años el más duro y tenaz, pero menos dúctil y maleable de los Directores Generales que tuvo nuestra Guardia Civil, D. Camilo Alonso Vega.
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Presentación
El Gran Capitán Historia Militar es una comunidad de amigos con un interés común, la Historia Militar de todas la épocas. No tenemos afinidad a ninguna ideologia presente ni pasada y no queremos rendir culto a ninguna. El entorno que queremos crear es de entendimiento, respeto mutuo y democracia. Todo esto no es contradictorio con el análisis objetivo de lo que cada cual piense y exprese que fue la Historia. Buscamos un marco de diálogo sobre temas que puedan ser o no polémicos
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